II Domingo del Tiempo Ordinario (Jn 2,1-12) ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 63,4)

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II Domingo del Tiempo Ordinario
En Caná de Galilea comenzó sus signos
(Jn 2,1-12)
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 63,4)
Que se postre ante ti oh Dios la tierra entera, que toquen en tu honor; que toquen para tu
nombre oh Altísimo.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la
oración de tu pueblo, y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz.
PRIMERA LECTURA (Is 62,1-5)
El marido se alegrará con su esposa
Lectura del Profeta Isaías
Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la
aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y
los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás
corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te
llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu
tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido. Como un
joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el
marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 95,1-2a.2b-3.7-8a.9-10a.c)
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.
Proclamad día tras día su victoria,
contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.
SEGUNDA LECTURA (Co 12,4-11)
El mismo y único Espíritu reparte a cada uno como a Él le parece
Lectura de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un
mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el
hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien,
por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A
éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y
malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y
único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (2 Ts 2,14)
R/. Aleluya, aleluya
Dios nos llamó por medio del evangelio, para que sea nuestra la gloria deJesucristo nuestro
Señor.
R/. Aleluya, aleluya
EVANGELIO (Jn 2,1-12)
En Caná de Galilea comenzó sus signos
Lectura del Santo Evangelio según San Juan
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús
y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le
dijo: «No les queda vino.» Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi
hora.» Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.» Había allí colocadas seis
tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús
les dijo: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó:
«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.» Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el
agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían
sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino
bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta
ahora.» Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la
fe de sus discípulos en él. Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus
discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente de estos santos misterios, pues cada vez que
celebramos este memorial del sacrificio de Cristo se realiza la obra de nuestra redención.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Sal 22,5)
Preparas una copa ante mi y mi copa rebosa.
o bien (1Jn 4,26)
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene.
ORACIÓN DESPUÉS DE COMUNIÓN
Derrama, Señor, sobre nosotros tu espíritu de caridad par que, alimentados con el mismo
pan del cielo, permanezcamos unidos en el mismo amor.
Lectio
Este Domingo comenzamos en la Liturgia el Tiempo Durante el Año, pero todavía sin
retomar el Evangelio de San Lucas. Se nos presenta hoy un texto del Evangelio según San
Juan. Tradicionalmente se lo suele llamar “las bodas de Caná”. O “Jesús convierte agua en
vino”.
En el Antiguo Testamento, la fiesta de las bodas era un símbolo del amor de Dios hacia su
pueblo. Era lo que todos esperaban en el futuro (Os 2,21-22; Is. 62,4-5). Y precisamente en
una fiesta de bodas, junto a una familia y una comunidad, Jesús cumple su “primer signo”
(Jn. 2,11). La Madre de Jesús se encontraba en la fiesta. Jesús y sus discípulos estaban
invitados. O sea, la Madre de Jesús hacía parte de la fiesta. Simboliza el Viejo Testamento.
También Jesús está presente, pero con vestido de invitados. Él no forma parte del Viejo
Testamento. Junto a sus discípulos Él es el Nuevo Testamento que está llegando. La Madre
de Jesús ayudará al paso del Viejo al Nuevo Testamento.
En la época de Jesús Caná era un pequeño poblado que estaba muy cerca de Nazaret, en la
Galilea, donde vivía Jesús. Allí se celebran unas bodas y son invitados María, Jesús y los
discípulos. En aquél tiempo las bodas no se celebraban en un medio día como solemos
hacer nosotros hoy (una cena o un almuerzo). Los judíos de ese tiempo festejaban las bodas
durante de tres, cuatro, e incluso más días. Por lo tanto era necesario proveerse de cuanto se
requería para atender a los invitados.
Suele pasar algunas veces que las celebraciones tengan la dificultad de quedarse sin vino.
María, por lo tanto siempre atenta y servicial, se percata de la situación, conocía el corazón
del Hijo y le comenta a Jesús lo sucedido. El Señor le contesta que aún su tiempo de
revelarse como Dios no ha llegado y por lo tanto parece que no va a comprometerse en este
asunto. Sin embargo, María, siempre confiada en las acciones de Dios en la historia, les va
a decir una hermosa frase a los sirvientes de la fiesta: “Hagan todo lo que Jesús les diga”.
Es así que Jesús les dice que llenen las grandes tinajas de agua y que luego saquen y lleven
al encargado de la fiesta. Aquí se da la sorpresa: no solo el agua quedó transformada en
vino sino que además el vino del momento es de mejor calidad. Esto lo descubre el
encargado y se lo dice al novio.
Es decir, en lo más alegre de la fiesta, se acaba el vino. La Madre de Jesús reconoce los
límites del Viejo Testamento y toma la iniciativa para que se manifieste el Nuevo
Testamento. la Madre de Jesús se presenta como persona atenta a los problemas de los
otros en tal grado que se da cuenta que la falta de vino arruinaría la fiesta. Y no sólo
constata el problema, sino que toma iniciativas para resolverlo, revela así la dimensión más
profunda de la relación entre el Viejo Testamento (la Madre de Jesús) y el Nuevo
Testamento (Jesús). La frase “¡No tienen vino!”, viene del Viejo Testamento, y despierta en
Jesús la acción que hará nacer el Nuevo, su respuesta, el nexo entre el Viejo y el Nuevo
Testamento: “Todavía no ha llegado mi hora”. María no entiende la respuesta como una
negativa, puesto que dice a los sirvientes: “¡Haced lo que Él os diga”. Obrando así, Jesús
enseña cómo se pasa del Viejo al Nuevo Testamento. La hora de Jesús, en la que se hará el
paso del Viejo al Nuevo Testamento, es su pasión, muerte y resurrección. El cambio del
agua al vino es la indicación anticipada del Nuevo, que nacerá a partir de la muerte y de la
resurrección de Jesús.
Las tinajas de la purificación están vacías
Se trata de un pequeño detalle, muy significativo. Las tinajas solían estar siempre llenas,
sobre todo durante una fiesta. ¡Aquí están vacías! ¿Por qué? La observancia de la ley de la
pureza, simbolizada en las seis tinajas, ha agotado todas sus posibilidades. La antigua ley
ha conseguido ya preparar a la gente a poder estar en unión de gracia y de justificación
delante de Dios. ¡Las tinajas, la antigua alianza, están vacías! Ya no pueden generar una
vida nueva.
San Juan, testigo del milagro, escribe que había allí seis tinajas de piedra cada una con
capacidad de dos o tres metretas. No eran vasijas para vino sino para agua, para las
purificaciones.
La metreta correspondía a algo menos de 40 litros. Por lo tanto, cada uno de estos cántaros
podría contener entre 80 y 120 litros, y en total 480 a 720 litros entre las seis. El evangelio
tiene interés en señalar el número y la capacidad de las vasijas para poner de manifiesto la
generosidad del Señor, como hará también cuando narre el milagro de la multiplicación de
los panes, pues una de las señales de la llegada del Mesías era la abundancia de bienes.
Lo interesante es percatarse que Jesús “adelanta” la hora de su manifestación como Dios a
los hombres ante el pedido de su madre. De otra parte, haciendo lectura del Antiguo
Testamento descubrimos en varios textos, particularmente proféticos, donde describe el
Cielo como un banquete y más específicamente un banquete de bodas donde hay buen y
abundante vino. (Jr.2,21; Ez 19,10 ; Is. 5,1-2)
En el Evangelio según San Juan, los milagros de Jesús no son llamados “milagros” como
en los otros evangelios sino “señales”. Es decir “señales o signos” milagrosos que,
justamente, “señalan” o “significan” que Jesús es realmente el Mesías que debía venir al
mundo.
Este es el primer signo. En el Cuarto Evangelio, el primer signo sucede para ayudar en la
reconstrucción de la familia, de la comunidad, para resanar las relaciones de base entre las
personas. Seguirán otros signos. Juan no usa la palabra milagro, sino la palabra signo. La
palabra signo indica que las acciones de Jesús en favor de las personas tienen un valor
profundo, que sólo se descubre con los rayos-x de la fe. La pequeña comunidad que se ha
formado en torno a Jesús aquella semana, viendo el signo, estaba ya en grado de percibir el
significado más profundo y “creyó en Él”.
Preguntas para la lectura
• ¿Dónde se dirige María?
• ¿A qué va y con quiénes va?
• ¿Qué ocurre en esa fiesta?
• ¿Qué hace entonces María?
• ¿Qué les pide el Señor a los que están trabajando en el servicio de la boda?
• ¿Qué pasó con el agua que había en las tinajas?
• ¿Cómo es el “nuevo vino” que transforma Jesús?
Meditación
¿Qué me dice? ¿Qué nos dice?
Preguntas para la meditación
• ¿Estoy atento a las necesidades de los hermanos como María lo está en este texto?
• ¿Percibo, intuyo, busco saber sin molestar lo que los demás pueden estar necesitando
hoy?
• ¿Tengo la seguridad de María que confía plenamente en Jesús y en lo que va a hacer?
• ¿Me dejo inundar por tanta confianza?
• ¿Qué implica para mí hoy que María me diga y nos diga: “Hagan todo lo que Jesús les
diga”?
Contemplación
¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?
Para el momento de interiorizar la Palabra se puede usar la frase de María a los servidores
como dicha a todos y cada uno de nosotros. La repetimos en plural y en singular para
grabarla en nuestro corazón:• Hagan todo lo que Jesús les diga…
Propuesta
Buscar dialogar sobre el tema del Cielo y la Vida Eterna que Jesús nos quiere regalar.
¿Cómo se entiende? ¿Cómo se lo explica? ¿Qué dificultades existen hoy para captar la
importancia del Cielo y de la Vida Eterna? Pensar y debatir sobre la importancia del
lenguaje simbólico de la Biblia para explicar realidades tan profundas y tan complejas
como estas.
Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del
Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir
lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no
sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre
en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Apéndice
DEL CATECISMO DE LA IGLESIA
Haced lo que Él os diga
144: La obediencia de la fe. Obedecer («ob-audire») en la fe, es someterse libremente a la
palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta
obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen María
es la realización más perfecta de la misma.
148: La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe,
María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que «nada es
imposible para Dios» (Lc 1, 37) y dando su asentimiento: «He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38). Isabel la saludó: «¡Dichosa la que ha creído que
se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1, 45). Por esta fe
todas las generaciones la proclamarán bienaventurada.
151: Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en Aquel que él ha enviado,
«su Hijo amado», en quien ha puesto toda su complacencia (Mc l, 11). Dios nos ha dicho
que les escuchemos (14). El Señor mismo dice a sus discípulos: «Creed en Dios, creed
también en mí» (Jn 14, 1). Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho
carne: «A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha
contado» (Jn 1, 18). Porque «ha visto al Padre» (Jn 6, 46), él es único en conocerlo y en
poderlo revelar.
También Cristo obedece al Padre
606: El Hijo de Dios «bajado del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha
enviado» (Jn 6, 38), «al entrar en este mundo, dice: … He aquí que vengo… para hacer, oh
Dios, tu voluntad… En virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de
una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo» (Hb 10, 5-10). Desde el primer instante de
su Encarnación el Hijo acepta el designio divino de salvación en su misión redentora: «Mi
alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra» (Jn 4, 34). El
sacrificio de Jesús «por los pecados del mundo entero» (1Jn 2, 2), es la expresión de su
comunión de amor con el Padre: «El Padre me ama porque doy mi vida» (Jn 10, 17). «El
mundo ha de saber que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado» (Jn 14,
31).
Por mediación de María…
725: …por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en Comunión con Cristo a
los hombres «objeto del amor benevolente de Dios», y los humildes son siempre los
primeros en recibirle: los pastores, los magos, Simeón y Ana, los esposos de Caná y los
primeros discípulos.
1613: En el umbral de su vida pública, Jesús realiza su primer signo —a petición de su
Madre— con ocasión de un banquete de boda. La Iglesia concede una gran importancia a la
presencia de Jesús en las bodas de Caná. Ve en ella la confirmación de la bondad del
matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo eficaz de la
presencia de Cristo.
2617: La oración de María se nos revela en la aurora de la plenitud de los tiempos. Antes de
la encarnación del Hijo de Dios y antes de la efusión del Espíritu Santo, su oración coopera
de manera única con el designio amoroso del Padre: en la anunciación, para la concepción
de Cristo; en Pentecostés para la formación de la Iglesia, Cuerpo de Cristo. En la fe de su
humilde esclava, el don de Dios encuentra la acogida que esperaba desde el comienzo de
los tiempos. La que el Omnipotente ha hecho «llena de gracia» responde con la ofrenda de
todo su ser: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». Fiat, ésta es la
oración cristiana: ser todo de Él, ya que Él es todo nuestro.
2618: El Evangelio nos revela cómo María ora e intercede en la fe: en Caná, la madre de
Jesús ruega a su hijo por las necesidades de un banquete de bodas, signo de otro banquete,
el de las bodas del Cordero que da su Cuerpo y su Sangre a petición de la Iglesia, su
Esposa. Y en la hora de la nueva Alianza, al pie de la Cruz, María es escuchada como la
Mujer, la nueva Eva, la verdadera «madre de los que viven».
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