El canto rural del Perú…Para qué tractores sin violines J ZAVALETA

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El canto rural del Perú…¿Para qué tractores sin violines?
Jorge Zavaleta Alegre (Desde Lima, Perú. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
22.07.2010
Desde los más lejanos pueblos del Perú comienza a llegar a las grandes
urbes la Chuscada o Huayno “chusco”, género musical representativo de la
cultura andina, especialmente de la zona norte, interpretado con
inconfundible peculiaridad mediante instrumentos autóctonos como el
pincullo, la chisca, la quena, el rayan y caja. Los músicos conforman los
equipos de Chirocos, Rayanes, Roncadoras o Tinticajas. Otros intérpretes
son las Bandas de Músicos que asimilan instrumentos de vientos y
percusión y los Conjuntos Musicales, formados por guitarras, acordeón,
arpa, violines, mandolinas, quenas, concertinas y saxofones, asimilados
desde la conquista. Estos músicos, que son la alegría de los pueblos en
medio de la soledad y la tristeza, se ven forzados a abandonar el campo
provocados por los apocalípticos pronósticos de los ecologistas. El cambio
climático, que incide en la escasez de agua, lluvias torrenciales,
destrucción de la biodiversidad y de la vida en general, acelera la
economía política y cultural de la sociedad andina. Publicaciones científicas
comentan que los plazos de la desaparición de los nevados se van
acortando, tragedia que acabará con la luminosidad natural del paisaje,
pero que ya surgen propuestas comerciales para cubrir de blanco las rocas
grises de las montañas con modernas y costosas pinturas. En este siglo,
las antiguas urbes serranas ya no conservan evocaciones con el sello del
Viejo Mundo como el Zéjel, la Mazurka, la Jota, el Minuet, Vals, Pespié, la
Gavota, la Polka, la Cuadrilla, la Contradanza, las Boleras, etc. Los
citadinos de este siglo asumen la “Chuscada” o Huayno “chusco” – un
equivalente del tondero a la marinera - que convive con el Vals norteño, el
Vals andino, el Bolero cantinero, la Chicha, el Rock-folk, la Cumbia y otros
géneros internacionales en boga. El Canto del Cuculí Encendido, reciente
antología del Huayno, del profesor, escritor y músico Efraín Rosales
Alvarado, tiene el gran mérito de abordar los distintos matices de la música
andina, dando énfasis al Huayno, género de origen preinca, enriquecido
con la historia virreinal y republicana. Analiza diversas temáticas sociales
desde los compadrazgos como puente del campesino con la ciudad, las
levas militares hasta la resistencia juvenil a los desfiles “cívicos” y mas bien
la preferencia por los pasacalles. Melodías del silencio
La investigación de Rosales Alvarado, complementada con sus Melodías
desde el Silencio, y los trabajos de Carlos Vinatea, Blas Torres y Delia
Figueroa, sobre historia y poesía de Carhuaz, nos acercan a la Región
Ancash y a otras regiones, especialmente del sur andino, que cuentan con
más investigaciones de Música y su correlato con otros aspectos de la
Historia. Los estudios sobre la música abren compuestas para conocer las
conductas provocadas por el fraccionamiento de los pueblos en función del
sello de origen, ya sea por Real Cédula o el sistema de Reducciones, la
incidencia del latifundio y el gamonalismo, la explotación de las minas y el
trabajo en los socavones, las dictaduras militares y fenómenos naturales
como los dantescos terremotos de Huaraz en 1970, Cusco en 1950 y
Huancavelica – Pisco en el 2007. Más cerca de la memoria colectiva de los
ancashinos también está la lucha de las comunidades organizadas de
Rupash y Ecash que en los años setenta, reclamaban sus propiedades,
ignorando incluso los límites citadinos de Carhuaz. Este acontecimiento,
entre otros, produjo el miedo y la destrucción del “abolengo” o vida
sosegada y tradicional de las minorías andinas, frente a campesinos
vigilantes de las autoridades moralmente deslucidas y corruptas. La
Antología del Huayno que comentamos no es solo una rigurosa lista de
cantantes, conjuntos, compositores, retazos y fragmentos musicales
populares. Plantea interrogantes para indagar más en torno a los efectos
de la subversión y el terrorismo de Sendero, el Emerretismo, la represión
militar y la creciente corrupción. En diversos huaynos está el alma de sus
habitantes con acento poético discursivo, aceptando, no siempre con
ponderación, la melancolía y la angustia, sin abandonar el mensaje
recreativo e irónico. En el Huayno, en los intérpretes de la Chuscada, está
el mensaje de transformación de las instituciones y programas de
enseñanza musical de acuerdo a las necesidades del desarrollo musical,
sin olvidar la música del siglo pasado y la que está fermentando. El
Huayno, como se sabe trascendió los Andes cuando se sumó al repertorio
de los grupos como Inti Illimani, Quilapayun, Illapu, de Chile. En Perú,
Alturas, Vientos Del Pueblo, Tiempos Nuevos, Illarec Chaska, Puka
Soncco, Los Uros Del Titicaca, Los Incas, Yahuarina. En Bolivia, Kjarkas,
Savia Andina, Payas, Zulma Yugar, Rumi Llacta, Bolivia Manta. En
Ecuador, Ñanda Mañachi, Altiplano, Los Cuatro Del Altiplano, Imbayacuna.
En Argentina, Los Calchakis, Laikas. El periodo de los golpes militares en
Chile, Argentina y Perú, aceleró la evolución de la música andina, así como
la migración sudamericana hacia Europa y EEUU. Los ritmos andinos ya
son interpretados con instrumentos modernos y tradicionales: Charango,
Quena, Sikus, Bombo o Wankara, Chakchas, Mandolina, Violines, Guitarra
acústica, etc. El resultado final de esta promoción musical fue revelar al
mundo una maravillosa tradición y la aparición de algunos indicios sociales
y políticos para enrumbar la nacionalidad multicultural, buscando puntos de
coincidencia hacia la unidad emocional, dentro de un universo polarizado.
La música andina redime la esencia serrana, y aporta elementos para la
construcción de una comunidad regional, pero también ha creado una
confusión entre las clases medias que no comprenden los cambios de la
globalización, más aún con la creciente oferta universitaria que deja a la
“espontaneidad” el fenómeno cultural en marcha. Hace unos veinte años
que gobiernos democráticos como el de Bolivia y Méjico junto con la
Orquesta Sinfónica de Londres unieron esfuerzos para promover lo mejor
de la música del Altiplano y del resto de América Latina. La respuesta de
Europa fue positiva, porque también cumplieron el rol promotor de los miles
de jóvenes en el exilio que encontraron en la música de los andes los
soportes emocionales para sus quebrantadas raíces telúricas. Con esa y
muchas otras iniciativas, en lo que va del siglo, el Carnaval de Oruro,
festividad mágico religiosa de la vida y la muerte en el socavón, sale de su
ámbito nacional, para seguir la experiencia de las Escuelas de Zamba del
Brasil y el gran Carnaval de Río de Janeiro. En el Perú, con más de 40
familias etnolingüísticas, es obvio que se registran diversas
manifestaciones musicales. Ayacucho lidera actualmente un movimiento
musical renovado. Después de la barbarie senderista, en ese rincón de
muertos, su juventud expresa vigorosas propuestas musicales y artísticas.
Las chuscadas
Los huaynos, que en Ancash son conocidos como “chuscadas” - entre
otras regiones de Puno, Cusco, Apurímac, Huancayo, Cerro de Pasco,
Cajamarca, La Libertad, Cajabamba, Huánuco y en ciudades de la costa,
criollos - se distinguen diversas manifestaciones musicales con mayor peso
rural, con mayor riqueza afectiva, coreográfica y cultural. Claro que los
promotores de las industrias culturales, desde el discurso de funcionarios
gubernamentales y empresarios rentistas, poco visionarios, todavía ven de
soslayo el emergente valor musical de los andes. El fenómeno migratorio
ha invertido la composición poblacional rural a urbana de los años 30, con
predominio del español como lengua de intercambio. El Canto Rural del
Perú no solo magnifica el paisaje andino si no que aprovecha ese peso
telúrico para presentar el drama de un Perú fraccionado, sin mayor futuro
para las mayorías. Para conocer mejor Ancash, su música es un elemento
clave. En el Huayno está la perennidad de las hazañas épicas de aquellos
obreros que construyeron la central Hidroeléctrica del Cañón del Pato, en
los años 50. Releyendo el drama Collacocha, de Swayne, es una ironía
que aún existan pueblos cercanos al caudaloso Santa, que aún siguen sin
energía eléctrica. Con ese mismo sello hay otros hechos épicos como la
vida y obra de Luis Pardo, de Atusparia, y otros que faltan develarlos a las
generaciones venideras, remarca Efraín Rosales y explica que el fervor por
la música serrana y andina, especialmente en los años 50, dio lugar a la
aparición de recopiladores de cantos, que en algunos casos se apropiaron
de la creación intelectual, con aval de registradores del poder local. La
Chuscada, una variante del huayno regional ancashino, necesita ser
estudiada con más ahínco y vitalidad. En las zonas rurales de Ancash, la
Chuscada es la manifestación típica por excelencia de todos los géneros
que se expresan, confrontando denominaciones despectivas de los que
viven en las ciudades. Como indios,”tunacos”, o “chacrakuna”. Pese a ello
en las urbes serranas, la alegría y el jolgorio de esta chuscada invade
irreverentemente a la par que otros géneros. Su denominación viene del
adjetivo “chusco”, que equivale a designar algo rústico, anormal y hasta
grosero. Las fiestas constituyen el marco real para animar el fervor popular.
Como el huayno, la chuscada, la cashua, el chimaychi, la danza, la
marinera, el triste, el canto religioso, pasacalle, vals, pasodoble y otros
géneros tropicales ya están en las urbes de mayor concentración. En el
Cusco y Puno, las zampoñas ofrecen sonidos esenciales y distintos para la
música clásica europea, espectáculos que deleitan al turista extranjero y
también nacional. Queda muy claro que el sur andino ha experimentado un
notable cambio en su mirada y conservación de sus valores autóctonos. No
sucede tanto en el norte. Por ello, constituye un acontecimiento cultural que
la Asociación de Escritores y Poetas de Ancash, que ahora cumple treinta
años, con renovados esfuerzos de integración. Para José María Arguedas
(1938) el huayno indígena es “épico y sencillo y cantado en quechua,
mientras que el huayno mestizo melancólico y suave, es generalmente
vertido en castellano. Los poemas cuya composición albergan versos en
quechua denotan humor, sátira y picardía amatoria, propias del idioma en
el cual no existen términos lapidarios como en el español. Alberto Flores
Galindo gravitó sobre el tema andino de una manera como ningún otro
historiador peruano lo ha hecho. Es hora de repensar la organización de
nuestras instituciones y transformar los programas de enseñanza musical
de acuerdo a las necesidades del desarrollo musical, sostiene Armando
Sánchez Málaga, desde Centro de Estudios e Investigaciones de la Música
Latinoamericana. El profesor de aula debería convertirse en el primer
educador musical. La profesora peruana - huaylina, Angela Torres de
Fernández Dávila, con su metodología de la educación y el canto, ha
obtenido resultados notables. Igualmente, en la “Lira Huaylina”, grupo de
los Hermanos Flores Vásquez, está el mensaje de la unidad de las
Cordilleras Blanca y Negra. La educación musical en América
Fuera del Perú hay experiencias educativas en el campo musical que
deben tomarse en cuenta. Centros especializados el Instituto
Interamericano de Educación Musical (INTEM) en Chile, el Foro
Latinoamericano de Educación (FLADEM) con filiales en la Argentina y
otros países. En Brasil existe una larga tradición en el campo de la
educación musical escolar. Chile fue pionero gracias a la labor de
personalidades como Cora Bindhof, Elisa Gayán y Brunilda Cartes. Sería
ideal aspirar que en el siglo XXI todos los jóvenes canten y toquen por lo
menos un instrumento. América Latina logró transformaciones importantes
en las últimas décadas modernizando sus conservatorios y escuelas de
música, abriendo nuevos espacios en las universidades y buscando
respuestas originales como la del Instituto Di Tela de Buenos Aires que en
la década del 60 formó a las figuras más importantes del siglo XX. El
Movimiento de Orquestas Juveniles de Venezuela creado por el maestro
José Antonio Abreu ha revolucionado la vida musical venezolana. El 'Plan
Batuta' que se extiende por todo Colombia y uno similar recientemente
creado en México. En el campo de la ejecución instrumental es un modelo
de desarrollo musical el Programa Juvenil de la Orquesta Sinfónica de
Costa Rica, creado en 1972 bajo el lema '¿Para qué tractores sin violines?'
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