APOCALIPSIS: UN CANTO DE TRIUNFO Y DE ESPERANZA

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APOCALIPSIS: UN CANTO DE TRIUNFO Y DE ESPERANZA
(Síntesis preparada por el P. Juan Pablo Esquivel)
¿Qué es APOCALIPSIS?
La palabra APOCALIPSIS es la transcripción de un término griego que significa
REVELACION. Todo Apocalipsis supone una revelación, hecha por Dios a los hombres, de cosas
ocultas y solo por Él conocidas, en especial de cosas referentes al futuro.
APOCALIPSIS es el nombre de un género literario, más que de un libro.
Los autores apocalípticos se ubican como viviendo unos siglos antes y desde allí, ven al
presente como si se tratase del futuro; pero en realidad es su propia época la que están viendo; y la
ven como si los acontecimientos que en ella ocurren fuesen los acontecimientos finales de la
historia. Esto, que podría ser interpretado como fraude, en realidad no lo es de ninguna manera, sino
que se trata de algo propio de este género: el autor pretende afirmar soberanamente una verdad de la
que está plenamente seguro: Dios es fiel a sus promesas y finalmente las cumplirá
inexorablemente.
¿Cómo surge?
El Apocalipsis es la expresión de una espiritualidad generada en épocas de persecución.
Ocupa el lugar que en otras épocas y circunstancias, ocupaban los profetas; es decir, nos dan una
explicación de lo que acontece y una esperanza, un consuelo, ánimos, para permanecer fieles hasta
el fin. Así entendido entonces, el Apocalipsis, es un libro de consuelo y esperanza y no de catástrofe, aunque también incluya es su trama la narración de hechos catastróficos e impresionantes.
Para comprender lo que vamos diciendo, tengamos en cuenta por ejemplo Apoc.3,20, cita
profundamente consoladora: allí dice el Señor: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye
mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo"; es una imagen
evidentemente cargada de intimidad y de confidencia.
Es difícil deslindar exactamente las fronteras que separan al género apocalíptico del
profético, del que, en cierto modo, no es más que una prolongación. Pero mientras que los antiguos
profetas escuchan las Revelaciones Divinas y las transmitían oralmente, el autor del Apocalipsis
recibe sus Revelaciones en forma de visiones extáticas, que consigna en un libro. Por otra parte,
tales visiones no tiene valor por sí mismas, sino por el simbolismo que encierran; porque en un
Apocalipsis, todo o casi todo, tiene un valor simbólico; los números especialmente, pero también
las cosas que aparecen, las partes del cuerpo y hasta los personajes que salen a escena. Cuando el
vidente describe una visión, traduce en símbolos las ideas que Dios le sugiere y entonces acumula
cosas, colores, números simbólicos, sin preocuparse de la incoherencia de los efectos obtenidos.
Es necesario pues, para entenderlo, hacerse cargo de sus procedimientos y traducir de
nuevo en ideas los símbolos que propone; de lo contrario, corremos el riesgo de falsear su mensaje,
el sentido del mismo (error que con demasiada frecuencia cometen las sectas y, en general, quienes
se acercan a este género sin tener en cuenta las características del mismo)
Para comprender este modo de expresarse, debemos tener en cuenta que a veces, una
imagen dice más que mil palabras. Por ejemplo: observando el cuadro "Guernica" (de Picaso),
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podemos formarnos una idea mucho más acabada, de lo que fue aquella bomba, que cayó en medio
del pueblo español, destruyéndolo totalmente... Nos formamos una idea más acabada, viendo este
cuadro, que quizás escuchando el relato de aquel bombardeo, por muy cargado de palabras o de
conceptos que estuviese. Y así entonces, el autor de Apocalipsis, pretende decirnos con imágenes
más de lo que pueden decir palabras, más de lo que se puede expresar quizás en un nivel
simplemente conceptual.
Los Apocalipsis (es decir, las obras escritas en este género) tuvieron gran éxito en algunos
ambientes judíos, incluso entre los esenios de Qumrán, en los siglos que precedieron en la venida de
Cristo. El género apocalíptico, preparado ya por las visiones de los profetas como Zacarías o
Ezequiel, se desarrolló en la obra de Daniel y en numerosas obras apócrifas, escritas en las
inmediaciones de la era cristiana. Algunos de los Apocalipsis apócrifos más conocidos son: El libro
de Enoc, el de los Jubileos, los Salmos de Salomón, el libro de la Sibila, la asunción de Moisés, el
Apocalipsis de Abraham, de Moisés, etc.
¿Cuántos Apocalipsis hay?
En Nuevo Testamento únicamente ha mantenido en su canon un Apocalipsis cuyo autor se
llama a sí mismo Juan, desterrado en el momento en el que escribe, en la isla de Patmos, por su fe
en Cristo. Así entonces, los máximos exponentes apocalípticos de la Biblia son: en el Antiguo
Testamento, el libro de Daniel, ubicado, más o menos, en el año 167-164 A.C.; y en el Nuevo
Testamento el Apocalipsis de Juan. Cada uno en su Testamento es el único; son libros eminentemente apocalípticos y no solo fragmentarios, como los libros de Ezequiel, Zacarías, etc.; ya hemos
mencionado por otra parte que hay Apocalipsis apócrifos, extra-bíblicos.
¿Quién es su autor?
Detengámonos un poco en la figura del autor del Apocalipsis. El Apocalipsis da escasos
detalles a cerca de su autor; su nombre es Juan, como hemos dicho y aparece en Apoc.1,4 y 22,8; se
coloca entre los profetas, como vemos en Apoc.22,9 y se atribuye varios títulos genéricos como
siervo de Dios (Apoc.1,1) y hermano y compañero en la tribulación del grupo al que se dirige
(Apoc.1,9). Su estancia en la isla de Patmos (Apoc.1,10), fue probablemente consecuencia de un
destierro impuesto por las autoridades romanas. Las cartas que manda a las siete Iglesias (Apoc.2 y
3), muestran que era muy conocido por los cristianos de Asia y que gozaba de una autoridad
indiscutida.
A partir del siglo II, comienza a ponerse sobre el tapete la pregunta:
¿Cuál es la relación entre éste Juan y el apóstol Juan? ¿Fue el vidente del Apocalipsis,
también el autor del Evangelio y de las Epístolas Joánicas?
Las respuestas tradicionales gozan de una considerable antigüedad: Atribuyen el
Apocalipsis al apóstol Juan, tanto en Oriente como en Occidente; así por ejemplo opinan San
Justino, San Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano y el Canon de Muratori.
A partir del siglo III, surgen repentinamente discordancias. En Occidente no crean
problemas; pero en Oriente, los adversarios del origen apostólico y por lo tanto de su canonicidad,
son numerosos e importantes. El mas serio entre ellos, Dionisio de Alejandría, comparando el
lenguaje, el estilo y el pensamiento, concluye que solo el Evangelio y las cartas son del apóstol
Juan; mientras que el Apocalipsis pertenece al personaje llamado Juan el presbítero.
Preocupados por lo excesos del milenarismo, herejía basada en el reinado de los mil años
que se mencionan en Apoc.20,1-6, numerosos Obispos de Siria y el Asia menor, rechazan el
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Apocalipsis; la escuela de Antioquía se negó a aceptarlo como apostólico y la Iglesia Siria lo
rechaza todavía hoy. Sin embargo, debido a la influencia de Atanasio, se fue estableciendo en
Oriente cierta unanimidad. De modo que hacia el siglo V el Apocalipsis ya estaba indiscutiblemente
incluido en el Canon.
En Occidente no surgieron dificultades serias y el Apocalipsis, junto con el Evangelio y las
tres cartas, fueron aceptadas como obra del apóstol Juan.
Hasta el siglo XVI, los ánimos estuvieron bastante calmos. Pero entonces Erasmo de
Roterdam vuelve a dudar sobre la identidad del autor de las obras Joánica.
Para Lutero, el Apocalipsis no es ni apostólico ni profético.
A partir del siglo XVIII crece el número de investigadores que niegan el origen apostólico
de Apocalipsis y su relación con Juan. Actualmente la mayoría de los exégetas católicos y algunos
protestantes, mantienen la doble opinión tradicional, es decir, afirman el origen apostólico del
Apocalipsis y su relación con Juan. Un pequeño grupo niego lo primero y aún otros sostienen otras
teorías.
Creo que básicamente las opiniones acerca del autor, podrían ser calificadas en dos, que
más que opiniones distintas, presentan matices distintos:
1) La primera postura sostiene que si bien el Apocalipsis de Juan presenta un parentesco
innegable con los demás escritos Joánicos, también se distingue netamente en ello, por su lenguaje,
por su estilo y por algunos puntos de vista teológicos, que procede inmediatamente del mismo autor.
A pesar de todo, su inspiración es Joánica y estaría escrito por alguno del círculo del apóstol e
impregnado de su enseñanza; por lo tanto, no puede dudarse de su canonicidad.
2) La segunda opinión está bien expresada por el teólogo Barret, que afirma que según la
tradición, el apóstol Juan fue la gran autoridad de Asia, hasta finales del siglo I; él habría inspirado
todos los escritos Joánicos, quizás a través de una escuela catequística localizada en Éfeso, pero la
redacción habría sido llevada a cabo, por distintos discípulos, más o menos familiarizados con el
pensamiento del apóstol. Al formularnos su opinión, Barret, tiene en cuenta que hay muchas
semejanzas entre el Apocalipsis y Juan, pero las diferencias son tan grandes que Evangelio y
Apocalipsis, no pudieron ser escritos por el mismo autor.
Personalmente adopto algo así como una tercera posición, que explico así:
"Juan escribió personalmente el Apocalipsis y dictó a un discípulo escriba, más conocedor
del griego, su Evangelio. Creo que las tensiones teológicas entre ambos escritos, se explican por las
distintas finalidades de ambos:
- El Evangelio está orientado a suscitar la fe; el Apocalipsis a alentar.
- Por la diversidad de géneros literarios: uno es el género literario del Evangelio; otro es el
género literario del Apocalipsis.
- Por las diversidades en la situación vital del autor.
- Y finalmente por influjo sobre ambas obras, del círculo de los discípulos de Juan."
Algunos indicios internos del origen común del Evangelio y el Apocalipsis, son varios
detalles que no aparecen en ningún otro lugar del Nuevo Testamento. Por ejemplo cuando se habla
de Cristo como del CORDERO o de la PALABRA DE DIOS, la utilización de la imagen de la
ESPOSA en referencia al Pueblo de Dios y en ambos casos, por supuesto, hay plena coincidencia
en la afirmación fundamental: EL CRISTO RESUCITADO Y GLORIOSO, ESTA PRESENTE
EN SU IGLESIA.
Creo que en esta postura se explicaría porqué el griego del Evangelio de Juan es sencillo y
correcto; y el del Apocalipsis es rudimentario y desordenado; y porqué también las diferencias de
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tipo doctrinal, por ejemplo: en lo que hace a la escatología, el Evangelio de Juan habla de salvación,
como algo ya poseído por el creyente; y en el Apocalipsis se espera un futuro que traerá la salvación
consumada.
De todas maneras, los detalles que separan a ambas obras, explican porqué los exégetas
han adoptado posiciones tan divergentes y porqué también son tan difíciles las soluciones
categóricas.
Consideremos también que en la opinión del teólogo Charles: "No existe la más pequeña
prueba, ni incluso sombra alguna de probabilidad, de que el Apocalipsis sea una obra
seudónima. El testimonio tradicional que afirma el origen apostólico de todos y cada uno de los
escritos Joánicos, es tan antiguo y abundante, que resulta imposible descartarlos por completo.
Parece muy difícil explicar como pudieron equivocarse todos los testigos del siglo II."
Tengamos también en cuenta que los cristianos tomaron elementos de la apocalíptica judía
y los reinterpretaron a la luz de Cristo. El Apocalipsis de Juan, único escrito apocalíptico cristiano
que halló cabida en el canon del Nuevo Testamento, bebe en las ricas corrientes de las tradiciones
apocalípticas y las pone al servicio del despliegue del mensaje de Cristo.
Una diferencia con la apocalíptica judía es que no es una obra seudónima. Se dirige a
lectores determinados, es entregado para ser leído inmediatamente, a diferencia del Apocalipsis de
Daniel, por ejemplo, que es un libro que se entrega para ser sellado y leído mas adelante, en un
tiempo oportuno. Este Apocalipsis es entonces, un Apocalipsis cristiano y no judío.
Por otra parte, en el Apocalipsis, hay mas citas o reminiscencias de las escrituras, que
versículos. Así pueden explicarse los hebraísmos y la mala calidad del griego.
¿Cuándo fue escrito?
En cuanto a la fecha, se admite ordinariamente, que fue compuesto durante en reinado de
Domiciano, hacia el año 95. El tema de la fecha es importante, porque es indispensable para
comprender debidamente el Apocalipsis, volver a situarlo en el ambiente histórico en que le vio
nacer; un período de perturbaciones y persecuciones violentas contra la Iglesia naciente. Porque
al igual que los Apocalipsis que le precedieron, especialmente el de Daniel, en los que se inspira
manifiestamente, es ante todo un escrito de circunstancias destinado a levantar y a afianzar la
moral de los cristianos, escandalizados sin duda de que se pudiera desencadenar una
persecución tan violenta, contra la Iglesia del que había afirmado: "Animo, yo he vencido al
mundo." (Jn.16,33).
¿Cuál es el plan de la obra?
Para realizar su plan, Juan vuelve sobre los grandes temas proféticos tradicionales,
especialmente el del gran día de Yahvé (Amós 5,18 y citas paralelas).
Los profetas anunciaban al Pueblo Santo (esclavo bajo el yugo del los asirios, de los
caldeos y luego de los griegos, dispersados y casi destruidos por la persecución), el día cercano de la
salvación en que Dios vendría a liberar a su pueblo de manos de sus enemigos, a su vez castigados y
casi destruidos.
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Cuando Juan escribía, la Iglesia, nuevo Pueblo elegido, acababa de ser diezmada por
una sangrienta persecución desencadenada por Roma y el Imperio Romano (la bestia) pero a
instigación de satanás, el adversario por excelencia de Cristo y de su Pueblo.
Una visión inicial, describe la majestad de Dios, que reina en el Cielo, dueño absoluto de
los destinos humanos (Apoc.4) y que entrega al Cordero, el libro que contiene el exterminio de los
perseguidores (Apoc.5); la visión prosigue con el anuncio de una invasión de pueblos bárbaros, los
Partos, con su tradicional cortejo de males: guerra, hambre y pestes (Apoc.6); pero los fieles de Dios
serán preservados (Apoc.7,1-9; 14,1-5), en espera de gozar del triunfo del cielo (Apoc.7,9-17; 15,15). Sin embargo, Dios sólo quiere la salvación de los pecadores, para prevenirlos, como lo había
hecho con el faraón y los egipcios (Apoc.8; 9 y 16). Este esfuerzo es inútil, a causa de su endurecimiento, Dios destruirá a los impíos perseguidores (Apoc.17), que trataban de corromper la tierra,
induciéndola a adorar a satanás (alusión al culto de los emperadores romanos, de la Roma pagana).
Sigue una lamentación sobre Babilonia, es decir, Roma destruida (Apoc.18) y cantos triunfales en el
Cielo (Apoc.19,1-10); una nueva visión vuelve sobre el tema de la destrucción de la bestia, la Roma
perseguidora, esta vez realizada por Cristo Glorioso (Apoc.19,11-21), entonces se abre un período
de prosperidad para la Iglesia (Apoc.20,1-6), que terminará con una nuevo asalto de satanás a ella
(Apoc.20,7ss.), la destrucción del enemigo, la resurrección de los muertos y su juicio (Apoc.20,1115) y finalmente, el establecimiento definitivo del Reino Celeste en el gozo perfecto, después de
haber sido aniquilada la muerte (Apoc.21,1-8). Una visión retrospectiva describe el estado de
perfección de la nueva Jerusalén, durante su reinado sobre la tierra (Apoc.21,9ss.).
Esta es la interpretación histórica del Apocalipsis, su sentido primero y fundamental; pero
el alcance del libro, no se detiene aquí, porque su visión de la historia, depende de valores internos,
sobre los que puede apoyarse la fe de los fieles de todos los tiempos. Ya en el Antiguo Testamento,
la confianza del Pueblo Santo, estaba fundada en la promesa de Dios de permanecer con su
pueblo (Ex.25,8), presencia que significa protección sobre los enemigos, para llevar a cabo la
salvación. También ahora y de una manera mucho mas perfecta, está Dios con su pueblo, que ha
unido consigo en la persona de su Hijo, Emanuel (Dios con nosotros).
La Iglesia vive de esta promesa de Cristo Resucitado: "Y sabed que Yo estoy con
vosotros, todos los días hasta el fin del mundo." (Mt. 28,20). Siendo así, nada tienen que temer
los fieles, aunque por algún tiempo tengan que sufrir por el nombre de Cristo, en definitiva,
serán vencedores de satanás y de todas sus maquinaciones.
Características del género apocalíptico.
Es característico del género apocalíptico la visión del mundo categóricamente tajante:
por un lado, están los buenos; por otro lado, están los malos. En este caso, el Imperio Romano y la
Iglesia; y en definitiva, detrás de ellos y en ellos, Cristo y satanás. En esta visión del mundo tan
tajante, es característico también el determinismo: todo está escrito en libros celestiales; en general
en los Apocalipsis, no hay llamados a la conversión; en este caso sí los hay, pero inútiles, semejante
a lo que ocurrió con el faraón y los egipcios (Apoc.8; 9 y 16); a causa de su endurecimiento, Dios
destruirá a los malvados (Apoc.17). Destaquemos que el hecho de que haya llamados a la conversión, hace que éste sea un Apocalipsis totalmente distinto, más bien semejante a los profetas; éste es
un Apocalipsis cristiano; especialmente vemos estos llamados a la conversión en Apoc.2 y 3, en las
cartas dirigidas a las distintas Iglesias. Otra característica de esta visión del mundo tajante, es que se
espera una reforma inmediata de las cosas; por eso, se manda no sellar el libro del Apocalipsis, a
diferencia del libro de Daniel, porque esa reforma será inmediata. Se conoce lo que ocurrirá por una
revelación secreta de visiones y sueños.
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Rasgos literarios del Apocalipsis.
Se ha dicho muchas veces, que el Apocalipsis es el libro mas oscuro del Antiguo
Testamento, quizás de la Biblia entera; a cada paso, aparecen símbolos, elementos muy apreciados
por los autores apocalípticos. A veces, se nos da un significado, que vincula el Apocalipsis a la
tradición semítica en general. También aquí la apocalíptica se revela como heredera del profetismo,
en un intento de añadir y desarrollar precisión al empleo de los símbolos. La mayor parte de los
símbolos del Apocalipsis, está tomado de la tradición profética, prolongada por la apocalíptica, por
ejemplo:
- Una mujer, representa a un pueblo (12,1ss.), o a una ciudad (17,1).
- Los cuernos, indican poder (5,6; 12,3), en especial poder dinástico.
- Los ojos, representan el conocimiento (1,14).
- Las alas, movilidad (4,8).
- Las trompetas, significan una voz sobrehumana y divina (1,10; 8,2).
- La espada aguda, es la Palabra de Dios que juzga y castiga (1,16; 2,12).
- Las vestiduras blancas, un mundo glorioso (6,11).
- Las palmas, signo de triunfo (7,9).
- Las coronas, significan dominio y realeza (2,10; 3,11).
- El mar, signo de las potencias del mar (13,1; 21,2).
- Los colores:
* Blanco, el gozo de la victoria (1,14; 2,17).
* Púrpura, lujo y magnificencia (17,4; 18,12).
* Negro, color de la muerte (6,5; 6,12).
* Rojo, significa asesinato, violencia, martirio.
- Los cabellos blancos, son signo de eternidad, (no de vejez!!)
- Las vestiduras largas, con frecuencia significan la dignidad sacerdotal.
- Los números tienen también gran importancia simbólica:
* Siete, aparece 54 veces; significa perfección.
* Doce, aparece 23 veces; significa antiguo y nuevo Israel.
* Cuatro, aparece 16 veces; significa el mundo creado (quizás por los cuatro puntos
cardinales).
* Seis, que se obtiene de restarle uno al siete; si pensamos que el número siete es la
perfección, la plenitud, restarle uno a la plenitud, es signo de imperfección. El seis es
signo de imperfección, entonces.
* Tres y medio, que es la mitad de siete, significa imperfección, sufrimiento, tiempo de
prueba y persecución. Tres y medio, puede aparecer en varia formas, pero su valor
simbólico es siempre el mismo; a veces aparece expresado como un tiempo, y dos
tiempos y medio tiempo; o como tres años y medio, como cuarenta y dos meses, mil
doscientos sesenta días.
* Mil, muy frecuente en múltiplos, significa gran cantidad, por ejemplo 144.000
Otros símbolos:
- La mujer embarazada (Apoc.12), es el Pueblo de Dios; y es María procreando al
Mesías.
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- El dragón o la serpiente (Apoc.12), es el poder del mal que opera en el mundo, es
satanás.
- Las siete cabezas (Apoc.12), son las siete colinas de ciudad de Roma.
- Los diez cuernos (Apoc.12), el cuerno es señal de poder, como hemos dicho, o en este
caso de un Rey. Diez indica totalidad.
- Las alas del águila (Apoc.13), es la protección con la que Dios conduce al Pueblo (así
aparece también en las citas Dt. 32,11 y Ex. 19,4).
- La bestia: (Apoc.13), es el Imperio Romano, el poder que encarna el mal con apariencia
de dragón.
- La bestia con apariencia de cordero y voz de dragón (Apoc.13), son los falsos profetas
que se ponen al servicio de satanás, para engañar al pueblo.
- La pantera, el oso y el león (Apoc.13), símbolo de voracidad y de fiereza
- El cordero (Apoc.14), es Jesús, Cordero pascual, cuya sangre realiza la salvación del
Pueblo.
- Los 144.000 vírgenes (Apoc.14), es el número completo 12x12x1000, doce del Antiguo
Testamento y doce del Nuevo Testamento. Son vírgenes, es decir, nunca andarán atrás
de los falsos dioses del paganismo.
- Babilonia (Apoc.14 y 16), es Roma, que es como la sede de los poderes del mal
- El Hijo del Hombre (Apoc.14), es la imagen de Jesús, el Mesías (sacado del profeta
Daniel).
- Harmaguedón (Apoc.16,16), es símbolo de la derrota de los ejércitos enemigos (está
tomado del libro de Zacarías 12,11).
- Los mil años (Apoc.20), es el tiempo completo, fin de la persecución, fin del mundo. El
“reino de mil años” es la fase terrestre del reino de Dios, desde la caída de Roma hasta
la venida de Cristo (20,11 ss). Es el tiempo de la Iglesia hasta la Parusía (pues “mil
años” en el judaísmo no indica tiempo, sino la llegada del “día de YHWH”, del Mesías,
de la Salvación, del “Paraíso” que ya estamos viviendo en la Iglesia (pues ya estamos
reinando con Cristo) y quer se consumará en el Cielo.
Para san Agustín y muchos otros, los mil años comienzan con la resurrección de Cristo; en
ese caso, la “primera resurrección” designaría el bautismo (Cf. Rm 6 1-11; Jn 5,25-28).
- El lago de fuego (Apoc.20), es símbolo del destino de todo lo que se opone al plan de
Dios.
- La segunda muerte (Apoc.20), es la muerte no física, sino la muerte espiritual, la muerte
que significa lejanía definitiva y total, con respecto a Dios.
- La nueva Jerusalén (Apoc.21), es símbolo del nuevo Pueblo de Dios.
- Las nupcias del cordero (Apoc.21), es la victoria y fiesta final de todos los creyentes con
Dios.
- Alfa y Omega (Apoc.21), primera y última letras del alfabeto griego, indican el carácter
de Cristo, como principio y fin de toda la historia, Señor de toda la historia.
Este frecuente recurso a los símbolos, tiene por finalidad, lo mismo que en la
apocalíptica, sugerir el inefable misterio al que se alude, pero que no puede ser definido.
Es difícil trazar un cuadro esquemático, sobre la estructura del Apocalipsis. Hay más bien
un desacuerdo global, en cuanto a la estructura de este libro, hay distintas teorías... Nosotros vamos
a contentarnos con una muy humilde, porque quizás es preferible limitarnos a un esquema, que
aunque menos preciso, se mueve dentro de la perspectiva de Juan. Cristo mismo especifica las dos
partes esenciales del libro cuando dice: "Escribe lo que has visto, lo que es y lo que sucederá, mas
tarde." (Apoc.1,19). Así, obtenemos entonces, la siguiente división del libro:
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1) Introducción: Apoc.1,1-20; allí se invita al autor a poner por escrito, lo que él ha visto:
A Cristo exaltado.
2) Las cartas a las siete Iglesias: que en palabras de Cristo, sería “lo que sucede ahora”
(Apoc.2 y 3).
3) El futuro escatológico: En palabras del Señor: "lo que ha de suceder luego" (Apoc.4;
22,5).
4) Epílogo: Apoc.22,6ss.
El libro comparte, con toda la literatura apocalíptica, cierta falta de coherencia, y no es de
extrañar que todavía no se haya podido presentar un esquema completo, que satisfaga a todos los
exégetas. Este libro es una verdadera liturgia: todo lo que se espera, todo lo que Dios nos
manifiesta para el porvenir, lo saboreamos ya de ante mano en el culto litúrgico, en el que se da una
verdadera comunión con el Señor, presente en la historia.
Bueno, pero por fin: ¿Cuándo fue escrito el Apocalipsis?
Volvamos sobre el tema de cuándo fue escrito el Apocalipsis. Decíamos que alrededor de
finales del siglo I. Después de la muerte y resurrección de Jesús, el Evangelio se extendió
rápidamente en todas partes; surgían pequeñas comunidades y en poco tiempo, la Buena Noticia de
Jesús, atravesó las fronteras de Palestina, entró en el Imperio romano (Asia Menor, Grecia e Italia).
No fue una caminata fácil: hubo muchas dificultades y persecuciones, pero a pesar de todo, el sol
brillaba, el viento era favorable. Lentamente, sin embargo, el cielo se cubría de nubes, una
tempestad se armaba: la escuela del Imperio romano enseñaba que el emperador era "el señor del
mundo" (Apoc.13,4-14). Los cristianos decían lo contrario "Jesús es el Señor de los
Señores"(Apoc.17,14; 19,16) y no era solo una lucha de palabras, pues el Imperio tenía sus dioses
(Apoc.2,14) y era en nombre de estos falsos dioses, que el emperador se declaraba señor del mundo:
todos debían rendirle culto a él (Apoc.13,8-15). Así, el emperador, ayudado por la religión del
imperio, consiguió montar un sistema que controlaba la vida del pueblo (Apoc.13; 16 y 17). Por lo
tanto, no era una lucha solo de palabras, ni una discusión sobre los dioses allá en el cielo; se trataba
también de la organización de la vida cotidiana de las personas aquí en la tierra. Esta nueva fe,
anunciada y también iniciada por los cristianos, resulta molesta para el ambiente del Imperio;
un conflicto abierto no podía demorar.
De hecho, unos treinta años después de la muerte de Jesús, el emperador Nerón, decretó la
primera gran persecución, el inicio de los males; fue en el mes de Julio del año 64. Después de
Nerón, la paz volvió, pero no era paz: era a penas una parada. Todos sabían que el Imperio no iba a
permitir que las comunidades crecieran y se expandieran. Las comunidades eran como hormigas,
agitando el sistema del Imperio por abajo. Pero alrededor del año 90, el Imperio decretó una nueva
persecución, esta vez mas violenta y organizada. Domiciano torturaba a los cristianos para que
abandonaran la fe. Así, con la llegada del fin del siglo I, parecía haber llegado también ante el fin de
las caminatas de las comunidades; todas las puertas estaban cerradas, todo el poder del mundo se
volvía contra los cristianos, muchos abandonaban el Evangelio por miedo y se pasaban del lado del
Imperio. En la comunidad se decía: "Jesús es el Señor" pero allá afuera, el poder Imperial, como
señor todopoderoso, era el emperador de Roma. Es a finales del siglo I, en épocas de persecución
cuando fue escrito el libro del Apocalipsis.
¿Para quién fue escrito el Apocalipsis?
Es, indudablemente que este libro, tiene un valor universal, en el sentido de que todas las
comunidades cristianas, pueden considerarlo como dirigido a ellas. Pero el apóstol Juan, tiene en
cuenta, de manera especial, las comunidades cristianas esparcidas, sobre todo, en Asia menor.
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¿Cuál era la situación de ese pueblo?
Era un pueblo perseguido (Apoc.1,9), el propio Juan, en el momento de escribir el
Apocalipsis, estaba preso a causa de su fe. La persecución era violenta (Apoc.12,13-17; 13,7), había
prisioneros (Apoc.2,10) y muchos ya habían sido martirizados (Apoc.2,13; 6,9-11; 7,13.14; 16,6;
17,6), era muy difícil sustentar la fe. El control de la policía era total, nadie podía escapar de su
vigilancia (Apoc.13,16). Quien no apoyaba el régimen del Imperio, no podía vender, ni comprar
nada (Apoc.13,17), la propaganda era enorme (Apoc.13,13) y se infiltraban en las comunidades
(Apoc.2,14.20). El emperador era presentado como si fuese un nuevo Jesús, incluso decían que era
un nuevo resucitado (Apoc.13,3.12.14). La tierra entera lo adoraba, como si fuese un Dios y apoyaban su régimen (Apoc.13, 4.12.14).
El pueblo de las comunidades, tenía además otras dificultades; había un cansancio natural,
después de tantos años de caminata (Apoc.2,2), había una disminución del primer fervor (Apoc.2,4);
había falsos líderes, que se presentaban como apóstoles y no lo eran (Apoc.2,2); había doctrinas
cerradas, que traían confusión (Apoc.2,6.15), las persecuciones por parte de los judíos (Apoc.2,9;
3,9); el problema de otras religiones, que se mezclaban con la fe en Jesús (Apoc.2,14-15.20);
algunas comunidades se estaban muriendo (Apoc.3,1); otras mas débiles continuaban firmes en la fe
(Apoc.3,8); en general, era gente pobre, hasta indigente (Apoc.2,9). Es para el Pueblo de Dios, de
estas pequeñas comunidades que Juan escribió su libro. Había mucha gente en aquel entonces, que
se sentía perdida, sin vislumbrar el camino. Estaban los que mezclaban las cosas, sin entender el
sentido correcto. Todos perseguidos, todos necesitados de una palabra de aliento, de esclarecimiento
y de coraje.
¿Qué es lo que el Apocalipsis tiene que decir a la comunidad cristiana?
Apocalipsis, ya lo hemos dicho, es una palabra que viene del griego y que significa
Revelación. Revelación es lo mismo que quitar el velo. Cuando una cosa está cubierta por un velo,
nadie puede verla.
¿Cuál era ese asunto escondido, del cual Juan va a quitar el velo, para mostrarlo al Pueblo?
Lo que Juan va a revelar en el Apocalipsis, es el sentido de este período de la historia, que
está viviendo y en el que nadie puede vislumbra las cosas correctamente: no se entiende la
persecución, el pueblo está impaciente y dice: ¿Hasta cuando Señor? (Apoc.6,10); si Dios es el
dueño del mundo ¡¿Cómo es que El permite esta persecución tan cruenta?! Dios parece haber
perdido el control de la situación; aparentemente, en aquel entonces, quien mandaba en el mundo
era el emperador, que hacía y deshacía; y Dios parecía callar...
Ahora bien: el Apocalipsis, es la respuesta de Dios a ese pueblo afligido y perseguido de
las comunidades. Fue escrito por orden de Dios (Apoc.1,11.19), para hacer revelación, es decir, para
quitar el velo y aclarar la situación del pueblo, con la luz de la fe. El libro comienza con estas
palabras solemnes: Revelación de Jesucristo. Por medio de esta revelación de Jesús, transmitida
por Juan, Dios va a quitar el velo y va a revelar a su pueblo su plan de salvación, etapa por etapa; va
a enseñar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto (Apoc.1,1); va a iluminar al pueblo y va a
desenmascarar la falsa propaganda del Imperio; las cosas que Dios realiza para su pueblo, lo que
sucede ahora y lo que sucederá en el futuro (Apoc.1,19) existen escondidas dentro de los
acontecimientos de la vida, sin que el pueblo de Dios pueda vislumbrarlos; por eso está impaciente
y triste. Para poder vislumbrar la acción de Dios, dentro de la vida, no bastaba que Juan quitase ese
velo, es necesario que el pueblo colabore escuchando y practicando la palabra de Dios que Juan
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transmite; así reencontrará la alegría: "Feliz el que lea y felices los que escuchen las palabras de esta
profecía y tengan en cuenta lo que está escrito en ella” (Apoc.1,3).
Esta es la Buena Noticia que el Apocalipsis quiere revelar al pueblo de las comunidades:
"El tiempo está cerca" (Apoc.1,3). Dentro del tiempo de la historia marcado por las persecuciones,
existe el tiempo de Dios, la hora de Dios, el plan de Dios. Este plan entra en su fase final, se acortó
el plazo, Dios está por llegar, El va a cambiar la situación, va a salvar a su pueblo. El Apocalipsis va
quitando el velo, para que el pueblo descubra, dentro de los acontecimientos de la persecución, la
Buena Noticia del Señorío de Dios, a lo largo y a lo ancho de toda la historia de los Hombres.
¿Cómo enfrenta el Apocalipsis las crisis de fe del Pueblo?
Las crisis de fe tenía dos causas:
 La causa externa, que eran los acontecimientos de la persecución y los cambios en la sociedad;
 Y la causa interna, que era la falta de visión del propio pueblo perseguido.
Por eso, para el pueblo Jesús parecía ausente, Dios parecía haber perdido el control de la
situación, los opresores parecían ser los dueños de la historia; y muchos preguntaban:
¿Será que vale la pena, continuar participando de esta comunidad?
El Apocalipsis enfrenta el problema, revelando el otro lado de los acontecimientos, el lado
escondido; ilumina los hechos con la luz de la fe y descubre:
a) Que los acontecimientos no han escapado de la mano de Dios, a pesar de que las
apariencias parezcan mostrar lo contrario. Dios mantiene el control de la situación, Jesús está
presente en los acontecimientos como Señor Todopoderoso de la historia. La historia transcurre
dentro de los planes establecidos por Dios. Y que el poder de los poderosos no pasa a ser un engaño:
ellos parecen ser los dueños del mundo, pero no pasan de ser funcionarios de segunda categoría. Sin
querer y sin saber, ellos contribuyen a la realización del plan de Dios. El emperador, por mas que
grite que es Dios y oprima a los cristianos, no pasa de ser un pobre desgraciado. Su poder es
limitado por Dios, su destino será la derrota final. Este es el otro lado de los acontecimientos, el
lado escondido, que solo la fe entrevé, son las cosas “que deben ocurrir en breve” (Apoc.1,1),
deben suceder, nadie va a impedirla realización del plan de Dios: ¡Dios es mas fuerte!
b) La Buena Noticia que surge de los acontecimientos, cuando son leídos a la luz de la fe,
quitando el velo. Juan hace aparecer a los ojos del pueblo la Buena Noticia que está ahí dentro de
los acontecimientos y que el pueblo no vislumbra. La Buena Noticia es ésta: "Dios es el Señor de
la historia", Él entregó todo poder a Jesucristo, y ahora Jesucristo conduce a su pueblo a la victoria
final. Nadie, por mas fuerte que sea, consigue cambiar el rumbo del plan de Dios. Los enemigos de
Dios y de su Pueblo Santo van a ser derrotados y condenados, todos. La Resurrección de Jesús es la
prueba que garantiza todo esto. Por medio de este anuncio fuerte y vigoroso, el Apocalipsis
desequilibra el peso de la balanza de la vida, debilita la carga de la persecución, que pesaba de un
lado; fortalece el peso de la fe, del otro lado; y el pueblo se equilibra, de nuevo, en la vida. Ahora ya
no es la persecución que debilita la fe, sino que es la fe, renovada y fortalecida, la que debilita el
poder de los poderosos. El rostro de Dios reaparece en la vida. El pueblo agradece, exulta en
cánticos de alegría y se dispone a resistir; entona desde ya el canto nuevo de la victoria, como
Miriam, hermana de Moisés, después de la travesía del Mar Rojo (en el libro del Exodo); como
María (en el Evangelio de Lucas). Ahora bien, el mundo que describe el Apocalipsis es otro mundo
extraño, ideal, diferente de nuestro mundo.
¿Cómo es que esas visiones tan exquisitas,
pueden ser instrumento para clarificar la situación del pueblo de Dios
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hoy, aquí y ahora?
Vamos ahora a algunas respuestas. Leyendo el Apocalipsis, quizás uno pueda encontrar
todavía más.
¿Por qué Juan expresa todo por medio de visiones y símbolos?
1) Una primera respuesta: Para traer consuelo y esperanza al Pueblo.
Uno puede preguntarse: ¿Quién es Jesús? Y uno puede responder a esa misma pregunta
con una frase diciendo: "Jesús, es el Hijo de Dios, Mesías, Sacerdote, Juez, Señor de la historia,
presente en la comunidad, vivo para siempre." Juan responde lo mismo, con una visión y dice:
"Me di vuelta, para ver de quien era esa voz que me hablaba y vi siete candelabros de oro y en
medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo del Hombre, revestido de una larga túnica, que
estaba ceñida en su pecho, con una faja de oro; su cabeza y sus cabellos, parecían llamas de fuego;
sus pies, bronce fundido en el crisol; su voz era como el rugido de grandes cataratas; en su mano
derecha tenía siete estrellas; de su boca salía una espada de doble filo; y su rostro, era como el sol
cuando brilla con toda su fuerza. Al ver esto, caí a su pies como muerto, pero El tocándome con su
mano derecha me dijo: "No temas, Yo soy el primero y el último, el viviente; estuve muerto, pero
ahora vivo para siempre y tengo las llaves de la muerte y del abismo."
Las dos respuestas, frase y visión, dicen la misma cosa, pero de distinta manera:
+ en la frase, es uno que habla sobre Jesús; en la visión, es el propio Jesús quien se presenta.
+ en la frase, Jesús aparece parado dentro de un discurso; en la visión, Él aparece actuando.
+ la frase trae un relato; la visión, pinta un cuadro.
+ la frase define las márgenes del río de la doctrina; la visión narra una experiencia que alimenta
las mismas fuentes del río.
+ la frase, apela a la inteligencia; la visión, envuelve también el corazón, el sentimiento y la
imaginación.
+ la frase trae entendimiento; la visión, comunica fuerza y coraje.
+ en la frase, usted dice la verdad; en la visión, Juan anunció la Buena Noticia de Jesús.
En síntesis: el enunciado teórico lo define como Salvador Todopoderoso; la visión lo
muestra actuando como tal...
2) Otra respuesta al porqué del modo de hablar de Juan: para transformar la nostalgia, en
esperanza. Veamos porqué:
Las visiones del Apocalipsis están llenas de imágenes y símbolos del Antiguo Testamento,
sobre todo de los libros del Ezequiel, Isaías, Daniel y Zacarías. Toda la historia es recordada, a
veces, por una única palabra: la Creación, el paraíso, el árbol de la vida, la mujer y la serpiente, el
arco iris después del diluvio, la salida de Egipto, el Cordero de Pascua, las plagas de Egipto, el
canto nuevo de victoria, las doce tribus y su empadronamiento, la caminata por el desierto, el maná,
la Alianza, Moisés, Elías, Judá, Jerusalén, el monte Sión, Jezabel, Balaám, el templo, las grandes
promesas, la caída de Babilonia, la salida del cautiverio, el nacimiento del Mesías. Además de
recordar los acontecimientos y las personas del Antiguo Testamento, Juan toma del Antiguo
Testamento, las palabras y las frases para poder expresar su propio pensamiento. De todos los
libros del Nuevo Testamento, el Apocalipsis, es el libro que más usa del Antiguo Testamento
(mas de cuatrocientas veces). En cierto modo, las visiones son nada más que construcciones nuevas,
hechas con los viejos ladrillos del Antiguo Testamento.
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¿Cuál es el sentido de todo esto?
¿Porqué las visiones abundan tanto en el Apocalipsis?
Por que el Pueblo de las comunidades conocía el Antiguo Testamento; bastaba que alguien
dijera una palabra y el pueblo se acordaba de la frase completa. El Antiguo Testamento era su
pasado, pasado bondadoso, donde Dios había manifestado su presencia, con grandes milagros. Pero
ellos se acordaban del paraíso únicamente para sentir nostalgia, casi como frente a un muro de
lamentos.
¿Qué hacen la visiones llenas de frases y recuerdos del Antiguo Testamento?
Hacen que el pueblo descubra, que el pasado no es la esponja que enjuga las lágrimas, sino
que es el Pan mismo, Pan para comer, Pan que hace renacer al Hombre. Las visiones presentan el
pasado como un espejo, es como si estuviese ocurriendo ahora. Así, poco a poco, la energía del
pasado, va despertando, dentro de la propia conciencia; el velo va cayendo y la caminata se ilumina,
el Pueblo de Dios recupera la memoria perdida y descubre la Buena Noticia dentro de los
acontecimientos. El Dios que actuó entonces, continúa actuando hoy, el mismo Dios del pasado,
es el mismo del presente y del futuro. El no se cambió de allá para acá; El está con nosotros:
"El que era, el que es y el que viene"; de este modo, la nostalgia se transforma en esperanza.
3) Una tercera respuesta: para comunicar al Pueblo de Dios algo de la paz y de la
esperanza que brillan junto al Altísimo.
Las visiones transportan al Pueblo al cielo, cerca del trono de Dios; y comunican algo de la
paz con que Dios, allá en lo alto, sereno y firme, comanda la lucha en la que se debaten los hombres
cada día. Allá, en lo alto del cielo, en el centro de las operaciones, los redimidos contemplan la
lucha con los ojos de Dios; descubren, que a pesar de lo difícil, la lucha ya está ganada. Por eso,
vuelven a la lucha mas animados, con el sabor de la victoria. Así, por medio de las visiones, el árbol
de la comunidad arraiga sus raíces en el suelo de Dios, y la tempestad de las persecuciones ya no
consigue arrancarlas.
4) Una cuarta respuesta: para comunicar al Pueblo de Dios verdades que solo el Pueblo
de Dios puede entender.
En la época de las persecuciones, cualquier cuidado es poco; quien habla de mas, corre el
peligro de denunciar a su hermano; quien tiene algo que comunicar, lo hace de manera que sólo sus
compañeros de la lucha lo entiendan, los otros no (Apoc.14.3). Decir abiertamente que el Imperio
Romano era el gran instrumento del gran enemigo a ser combatido, podía causar la prisión; Juan
encontró la forma, el dice: "para esto, es preciso sutileza: el que tenga inteligencia, calcule la
cifra de la bestia, porque es una cifra humana, 666" (Apoc.13,18). De acuerdo con el número de
cada letra, el lector, por sí mismo, calculaba y descubría: la bestia es el emperador de Roma1. Ya
que si damos valor numérico a las letras con que se escribe “César Nerón” y sumamos sus letras, el
número que da es 666. De la misma manera, Juan explica el misterio de la gran prostituta, sentada
sobre la bestia con siete cabezas (Apoc.17,3). El dice: "Para comprender esto, es necesario tener
inteligencia y sutileza. Las siete cabezas, son las siete colinas, sobre las cuales estaba sentada la
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No tienen razón los que dicen que el anticristo, la bestia, es el Papa. La bestia no es el Papa de Roma, sino,
que es el emperador romano, que perseguía a los cristianos y que ya había mandado matar a Pedro, el primer
Papa. La identificación con el Papa no es una confusión, sino un recurso fraudulento y malintencionado de
las sectas que odian a la Iglesia Católica.
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mujer" (Apoc.17,9). Para el buen entendedor, bastaban medias palabras. Todos sabían que la ciudad
de Roma, sede del Imperio, estaba construida sobre siete colinas. Las visiones, entonces, con sus
símbolos, son medios para esclarecer a los cristianos y al mismo tiempo, para no revelar totalmente
la verdad, a quienes no compartían la misma fe; estas visiones descubren su mensaje a quienes
sufren a causa de la fe y las esconden a los opresores. Dios nos manda ser buenos, no tontos.
Siete sugerencias para entender mejor las visiones del Apocalipsis
1) Para entender bien el cuadro, no basta con mirar una sola vez, hay que volver siempre y
quedarse ahí mirando, meditando. Cada vez se descubren cosas nuevas; así pasa con el
Apocalipsis.
2) Frente a un paisaje bonito, uno no debe inmediatamente fijarse en los detalles. Dejar
primero entonces que la belleza y paz del conjunto del paisaje, entren en uno; solo después, estudiar
los detalles; hacer lo mismo con el Apocalipsis.
3) Tratar de descubrir lo que viene del Antiguo Testamento. Esto ayuda a descubrir en la
visiones, la fuerza que viene del pasado del pueblo.
4) Hacer una lista de las comparaciones que aparecen en las visiones, intentar descubrir,
de donde fueron tomadas: de la vida, de la historia, de la religión del pueblo. Tratar de redescubrir
la fuerza y el sentido de cada comparación para la vida del pueblo.
5) Comparar las visiones, con algunos sueños que uno tiene, o que otros tuvieron. El punto
de comparación es el siguiente: ambas cosas tienen un sentido escondido, muy importante para la
vida.
6) Para los trozos mas difíciles consultar con alguien, o buscar al pie de página en la
Biblia. Se es posible, consultar también algún comentario, algún diccionario o libro sobre la
materia.
7) No olvidar nunca de verificar como las visiones responderían a las situaciones de
persecución en que se encontraba la Iglesia en aquel entonces.
Siete consejos que Juan nos deja, para leer el Apocalipsis.
Antes de comenzar la lectura del Apocalipsis, capítulo por capítulo, conviene recordar
estos siete consejos, que Juan nos deja, dispersos en las páginas del Apocalipsis. Son consejos que
nos enseñan como debemos hacer esta lectura.
1) Leer y escuchar en Iglesia y como Iglesia: Juan dice: "Feliz el que lea y felices los que
escuchen, las palabras de esta profecía" (Apoc.1,3). Es uno solo el que lee. Es mas de uno el que
escucha. Por lo tanto, Juan sugiere que la lectura sea hecha en comunidad, es decir, como Iglesia.
Por lo demás, él escribe el Apocalipsis para las distintas comunidades (Apoc. 1,4.11). Es decir, para
las Iglesias.
2) Sin aumentar, ni quitar nada: muchas veces, la persona, no conoce el texto del
Apocalipsis, nunca lo leyó. Solo escuchó hablar. Lo conoce descontextualizado o por la mitad. ¡Esto
no vale! ¡Es preciso observar bien lo que está escrito, sin aumentar, ni quitar nada! Juan dice: "Yo
advierto, a todos los que escuchan las palabras proféticas de este libro, si alguien pretende
agregarles algo, Dios descargará sobre él, las plagas descritas en esta libro; y al que se atreva a
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quitar alguna palabra de este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la
Ciudad Santa, que se describen en este libro” (Apoc.22,18-19).
3) Usar la inteligencia: Juan escribe para el pueblo de las comunidades, que no era un
pueblo muy instruido. El cree en la inteligencia del pueblo. En dos ocasiones, pide que las personas
usen la inteligencia, para descubrir el sentido de las cosas que él escribe (Apoc.13,18; 17,9). La
inteligencia y la sabiduría del pueblo que se reúne en comunidad mantiene la imaginación dentro de
la línea correcta. Es el "sentido de la fe", instruido por los pastores de la Iglesia.
4) Tener sed de verdad y de vida: Juan dice: "Que venga el que tiene sed y el que quiera,
que beba gratuitamente del agua de la vida" (Apoc.22,17). Es decir, que aquel que va a leer el
Apocalipsis, no se debe llevar por los intereses de quien quiera que sea, sino que debe buscar solo
aquella verdad que sirve para mejorar la vida. Ahí es sediento encontrará el agua de la vida, de la
que Juan habla. Según dice Jesús, el amor a la verdad, está en los pequeños. Ellos entienden mejor
(Mt.11,25-26).
5) Abrirse a la acción del Espíritu Santo: El Apocalipsis no es una palabra cualquiera. Es
una profecía venida del Espíritu Santo (Apoc.22,6.10). Por eso, la comunidad debe abrir los oídos
para escuchar lo que el Espíritu tiene que decir: "El que pueda entender que entienda lo que el
Espíritu dice a las Iglesias". No basta solo la inteligencia humana para entender la palabra de Dios.
El Espíritu es un don que se alcanza únicamente por medio de la oración (Lc.11,13).
6) Hacer que el mensaje se transforme en oración: Juan dice: "El Espíritu y la Esposa
dicen ¡Ven! Y el que escucha debe decir ¡Ven!” La Esposa es la Iglesia, la comunidad. Animada por
el Espíritu ella reza; los miembros de la comunidad deben hacer la misma cosa. En la medida en que
van "oyendo", el mensaje del Apocalipsis, deben expresarlo en oración. Es decir, deben rezar para
que Jesús venga a realizar en ellos el mensaje escuchado. Sin la ayuda de Él, nada se hace (Jn.15,5).
7) Practicar la palabra escuchada: no basta solo oír. Ni basta solo rezar. Tenemos que
practicar la palabra. Juan dice: "Feliz el que cumple las palabras proféticas de este libro". El
mensaje de Dios no puede quedar escondido en lo secreto de la conciencia, sino que debe recorrer el
mundo (Apoc.22,10). Es el testimonio de las comunidades el que lo divulga.
Pbro. Juan Pablo Esquivel
"PARA QUE TENGAN VIDA Y LA TENGAN EN ABUNDANCIA"
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