Aurora ANARQUISTA

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Aurora
ANARQUISTA
Publicación mensual de distribución gratuita
Nº 1 marzo de 2008 Valparaíso
29 de marzo, día de combatientes en la Sociedad del miedo
“Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es:
infinito” (William Blake)
Ciertamente tras la imagen de un criminal/delincuente, existe un trasfondo
común; se trata de ciertas características específicas que acarrea consigo dicho
término, siendo algunas de estas las siguientes:
-El atentar contra la propiedad privada
-El atentar contra el orden público
-El actuar fuera del estrecho y acotado marco legal existente.
Ahora bien, a la hora de establecer
culpables, caen bajo la categorización
criminal/delictual los mismos de siempre: los
que no tienen bienestar material suficiente
que les posibilite simplemente vivir sin
perecer en el intento, o en su defecto,
nosotros/as los/as anarquistas. Y la gente
se preguntará ¿Por qué atentamos contra
los principios tanto legales como morales
que nos impone la sociedad y su Estado?,
la respuesta la encontramos entonces en el
hecho de que nos movemos y actuamos de
acuerdo a principios éticos inexistentes en
la actual sociedad: buscamos la igualdad y
la libertad, la recuperación de los lazos de
solidaridad, propios de cualquier ser
humano no manipulado.
Igualdad real en cuanto a condiciones
materiales y culturales de existencia para
cada ser humano, y libertad referida a la de
poder optar realmente a vivir sin obedecer
ni mandar, sin explotar ni ser explotado, sin
oprimir ni ser oprimido.
En la actual sociedad no obstante, se
nos vende la idea de que somos libres e
iguales en democracia, claro está, en la
democracia de los ricos, la de los que nos
manejan tanto cultural, como social,
económica y políticamente; y bueno la
libertad se reduce a la de poder “elegir”
dentro del amplísimo espectro de productos
puestos en el mercado, sea a base de
explotación desmedida de trabajadores/as
que cobran un mísero salario y que reducen
su vida a la esfera del trabajo, perdiendo
toda vida familiar rica y gratificante, toda
vida social (ya que le tememos hasta a el
vecino), cambiándola por la posibilidad de
adquirir un bien material (el teléfono celular
más caro, la cámara digital, el televisor de
plasma, etc.) que poco o nada viene a
mitigar la carencia de un sentimiento de
felicidad o libertad, sea esto por medio del
acceso a créditos hipotecarios o de
consumo en general, muy fáciles de obtener
por lo demás, pero casi imposibles de
saldar.
Entonces, claro está, atentamos contra
la legalidad, ya que la justicia existe sólo en
el mundo de semidioses adinerados que
pueden comprar justicia; atentamos contra
el orden impuesto, porque más que orden
es represión desmedida contra cualquier
persona que decida escapar a lo que la
constitución señala, es la conducta
adecuada de un ciudadano; y contra la
propiedad privada, ya que existen claras
diferencias sociales que hacen que quien
posea más dinero pueda optar a tener
grandes industrias, pagando jornales
míseros a sus trabajadores, impidiendo por
decreto de la empresa toda posibilidad de
asociación entre estos porque puede
significarles el tener que aumentar los
miserables salarios que pagan, o en su
defecto que vayan a huelga general “sus
trabajadores”(como si les perteneciera
hasta la vida de los mismos) por unos días y
pierdan miles de millones de dólares por
dicho motivo; o puedan tener a sus
disposición grandes latifundios despoblados
mientras los más pobres no tienen un techo
digno para vivir, ni un mísero pedazo de
tierra para cultivar y vivir de ello; o varias
casas (mansiones en realidad) en varios
lugares del país, para pasar dos o tres días
al año cuando vacacionan, mientras la
gente que vive ahí no puede optar ni
siquiera a una vivienda digna, menos decir
aún el que puedan optar a “vacacionar” en
lujosas mansiones encalladas en la orilla de
la mejores playas del país. Existe además la
inestabilidad constante de poder ser
despedido cuando se les antoje, con la
leyes de flexibilización laboral, diciéndonos:
“hay una fila enorme de personas afuera
que está esperando tener este puesto de
trabajo”, patrañas. ¿Qué orden y ley se
protege?¿La
propiedad
privada
de
quiénes?¿El orden social existente nos
beneficia acaso a todos/as por igual?,
ciertamente no.
Volviendo entonces al tema de
contingencia, nos encontramos, a lo largo y
ancho del país, continente y planeta tierra,
con una serie de personas, que viviendo en
condiciones deplorables toda la vida, sin
acceso a una educación digna y liberadora,
hacedora
de
conciencia
crítica
y
enriquecedora en valores humanos de
solidaridad, respeto, libertad e igualdad, no
tienen más opción que “salvarse”.
Despojados de toda posibilidad de
encontrar trabajo, ya sea porque no
completaron la enseñanza obligatoria, o
porque manejan un lenguaje burdo y soez,
incompatible con la imagen del joven pobre
que se supera por medio de su esfuerzo y
puede acceder a “superarse” ya sea por
medio de su trabajo o por medio de la
educación técnica o superior, estos/as
jovencitos/as se ven en la necesidad
imperativa de alimentar sus estómagos y no
desfallecer frente al hambre, o en su
defecto, producto de la introducción de
drogas en las poblaciones de las cuales
provienen, por parte de grandes traficantes,
entre los cuales se encuentran varios de
aquellos que tienen un vivir “aburguesado”,
producto de las grandes ganancias que
produce dicho negocio, se encuentran
aquellos que delinquen para obtener dinero
que luego cambiarán por drogas, para
calmar la “angustia de vivir” por vivir, ya sea
por instinto o porque simplemente igual que
todos/as tienen el derecho a no querer
morir.
La interrogante que surge ahora es
¿Acaso se nace delincuente y a éstos les
encanta llevar esa vida?, por supuesto que
no, y si vamos al meollo del asunto nos
encontramos con la justificación de su
existencia (o inexistencia) por parte del
aparato gubernamental, el Estado y su
fuerza represora, la policía: ya que al vivir
en una sociedad en la cual el miedo es una
herramienta motora para la negación de la
solidaridad y la unión de las personas
críticas de este sistema inmundo, es de vital
importancia la existencia de un grupo de
marginados que mantengan atemorizados
al común de la población, no a los
poderosos por supuesto, porque sus
fortalezas son infranqueables, sino a la
gente que vive sumida en la batalla diaria
del trabajar para vivir, y seguir viviendo bajo
las mismas condiciones en las que les ha
tocado vivir históricamente, en su condición
de explotados que mueven el mundo de los
grandes capitalistas simpatizantes con el
régimen neoliberal, los ricos que viven en su
burbuja de oro, que todo lo tienen y todo lo
pueden y podrán. ¿No se trata acaso
realmente de la carencia absoluta de
oportunidades, de igualdad social, cultural,
económica, lo que hace que estos
“parásitos” sigan existiendo?
¿Seremos
realmente
los
anarquistas o cualquier persona que no
reconociéndose como tal actúa movido por
los mismos principios para poder provocar
cambios reales en las condiciones de vida
del común de los seres humanos en miras
hacia un bienestar general, del trabajador
común, unos terroristas y criminales?
Ciertamente, para este sistema sí lo somos,
aunque si los motivos que nos mueven
salieran a la luz pública, los criminales
serían quienes nos han mantenido sumidos
en la miseria a través de los siglos, los
mismos de siempre, los ricos y acaudalados
semidioses terrenales.
Nómada.
Organizados por la dignidad
Durante la mayor parte de la
historia de la humanidad, el trabajo aparece
como
una
actividad
despreciable
relacionada directamente con la esclavitud.
Hoy como ayer el “hombre libre” esta
salvaguardado de cualquier actividad que
requiera del desgaste físico y mental, este
“hombre libre” no es más que el haragán, el
parásito patrón, el burgués capitalista, ese
personaje siniestro que desde tiempos
remotos se sirvió de la mayoría de la
población, de sus fuerzas y esperanzas, de
su ignorancia y humildad para vivir en el lujo
y el ocio, así como una garrapata se
alimenta de un animal, ellos se alimentan de
nuestro esfuerzo.
En la actualidad el trabajador
asalariado dentro de esta sociedad de
consumo ha visto cambiar su vida material.
En muchos casos se tiene acceso a
créditos,
préstamos
monetarios
e
hipotecarios y se cuenta con la posibilidad
de acceder en la escala jerárquica de una
empresa, significando esto una mayor renta
para el bolsillo del asalariado, esto es, más
capacidad de consumo, de compra. Y la
máquina vuelve a rodar; el rico se hace más
rico ya que sus productos llegan cada vez a
mas personas y sus préstamos cobran más
y más intereses y el trabajador se acerca
más y más a su hermano el esclavo,
dependiendo ya no de un dueño sino de
cientos de chupa sangres ávidos de
endeudamiento masivo.
Pero el trabajador durante la
historia misma del hombre también estuvo
organizado y consciente que el patrón y los
usureros de turno eran solamente enemigos
a erradicar, y hoy tampoco son pocos los
que ven el trabajo asalariado como una
aceptación pagada de la esclavitud; en ellos
radica la responsabilidad de crear nuevas
formas de resistencia contra el avance del
capitalismo, ya que el patrón no se haya
solo, él está organizado junto con
banqueros y políticos, tiene al Estado, al
gobierno de turno sea cual sea su color
político, siendo un enemigo grande que
cuando quiere mata. En esta pelea desigual
están sumergidos los trabajadores y
trabajadoras del mundo, pelea desigual
porque nuestra arma más poderosa y
definitiva está inerte, ella es la organización
de los trabajadores por los trabajadores
mismos, sin líderes ni vanguardias,
autónoma y solidaria.
Sólo nos hace falta salir a la calle y
darnos cuenta que la ciudad que habitamos
está construida y se mueve y crece solo por
nuestro esfuerzo mental y físico, porque sin
nosotros no existe progreso alguno, y sin
nosotros el burgués, el vil capitalista solo es
un vago con sueños de ser dios.
La
creación
de
redes
de
organizaciones de base, es decir, de grupos
compuestos por asalariados/as, amas de
casa, estudiantes, artesanos, feriantes y
desocupados es una tarea ardua y que lleva
tiempo, por eso hay que apoyar y sumarse
a las existentes, luchar contra la ignorancia
y la resignación, creer en nuestra capacidad
de autonomía y libertad así como creemos
en nuestras manos laboriosas y creadoras.
Reginmund.
Los nadies
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de
pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a
cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni
mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho
que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se
levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la
vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la
prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Eduardo Galeano.
Contacto a:
[email protected]
www.auroraanarquista.es.tl
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