¿Y cuándo te vas

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¿Y cuándo te vas?
No están felices, pero lo aceptan. Porque tienen claro que la crianza sobre
protectora que les dieron es la responsable que -pese a su edad- sus hijos
aún no abandonen el hogar paterno. Un estudio realizado por Centro de
Estudios de Opinión Ciudadana (Ceoc) de la Universidad de Talca, es el
primero en adentrarse en los hogares chilenos y recoger la percepción de
padres e hijos sobre las implicancias de un fenómeno ya instalado en el
país.
Tienen más de 25 años. La mayoría trabaja, y con sueldos que en algunos casos
superan el millón de pesos. Más de la mitad sigue en la educación superior,
estudiando su primera carrera, la segunda, la tercera o bien un postgrado. Y no
tienen ningún apuro por abandonar la casa de sus padres, por lo menos en el
corto plazo.
Sí, al igual que en muchos otros países de Occidente, el fenómeno ya está
instalado en Chile desde hace varios años. Adultos que posponen el momento de
formar su propio hogar, porque aún no han terminado la universidad, porque -pese
a su edad- siguen en la búsqueda de lo que quieren en la vida (97% permanece,
en promedio, 12 meses en un empleo), porque les resulta muy caro
independizarse (en una década, creció de 50% a 70% de un sueldo promedio lo
que se gasta en mantener un departamento). O, simplemente, porque todavía no
se ven a sí mismos de esa manera, como adultos (el 25% de jóvenes entre 26 y
35 se siente adulto sólo a veces) y optan por la comodidad de lo conocido.
Datos del INE señalan que en la última década el número de hombres mayores de
25 años que continúan en la casa paterna creció en 21%, mientras que entre los
mayores de 30, esta cifra se elevó en 41%. Tomás tiene 27 años, hace tres que
trabaja y nunca ha pagado una cuenta de la casa en que vive. Le parece suficiente
contribuir con levantar los platos de la mesa y mantener ordenada su pieza. La
única vez que hizo un gesto fue cuando le ofreció a su mamá pagarle una
empleada para que le ayudara con el aseo, un par de veces a la semana. Pero
ella se negó. Y él no insistió. "¿Independiente?, por supuesto que soy
independiente. Manejo mi propia cuenta corriente, tengo mis ahorros, me compro
mis cosas. Y mis padres están felices de que aún viva con ellos", dice.
¿Estarán realmente felices? Ese es uno de los aspectos que indagó una
investigación realizada por la Universidad de Talca: hasta qué punto los chilenos
se sienten cómodos con que un hijo adulto permanezca en la casa, incluso
después de los 30 años. El estudio realizado por Centro de Estudios de Opinión
Ciudadana (Ceoc) del plantel es el primero en adentrarse en los hogares chilenos
y recoger la percepción de padres e hijos sobre las razones e implicancias de un
fenómeno que, seguramente, seguirá marcando a las futuras generaciones. Estos
son los resultados, juzgue usted mismo:
¿FELICES?, NI TANTO
O los padres no son muy claros para decir las cosas, o los hijos prefieren hacerse
los desentendidos. Porque la mayoría de los jóvenes encuestados (88%) jura que
sus progenitores están felices de tenerlos todavía en la casa y que si fuera por
ellos, no deberían irse nunca. Entre los mayores de 30 años, este nivel de
confianza es todavía mayor (92%). Sin embargo, sólo el 48% de los padres dijo
sentirse así. El resto (52%) se declaró incómodo, deseoso de que su hijo tenga
pronto su propio hogar, o bien resignado, porque no es la situación que le
gustaría, pero no le queda otra que esperar a que primero se consolide
económicamente.
Eso no es todo: casi el 75% de los jóvenes asegura que sus padres nunca le han
planteado la posibilidad de independizarse. Pero el 67% de los progenitores dice
que sí, que por lo menos alguna vez han conversado el tema con sus hijos.
Mariana Fagalde, sicóloga y académica de la Escuela de Psicología de la UDP,
opina: "Los padres no preguntan de forma clara y directa cuándo se van a ir,
simplemente porque en Chile eso se ve como una agresión. En el país hay un
estilo paternalista que no privilegia la autonomía como valor fundamental, sino que
la vinculación con la familia, el cuidado y la dependencia. Por eso las
conversaciones frente a los conflictos son vagas".
LA DIFÍCIL CONVIVENCIA
El 39% de los jóvenes encuestados aún no termina su primera carrera
universitaria. El 11% volvió por segunda o tercera vez a las aulas de pregrabo, el
8% cursa un postgrado y el 41% trabaja (siete de cada 10 gana menos de $ 600
mil, el 16% más de esa cantidad y el 7% más de un millón). Claro que, sin importar
en qué condición se encuentren, la mayoría (67%) se siente una persona
absolutamente independiente. Tanto, que seis de cada 10 no tiene pensado dejar
la casa paterna en el corto plazo.
Esta percepción es casi la única con la que, sorpresivamente, coinciden los
padres: el 66% también considera que sus hijos, pese a vivir con ellos, son
independientes. Pero, por lo mismo, resulta difícil entender que los principales
reclamos de ellos sea que "su hijos lleguen tarde sin avisar" (60%), que "duerman
hasta muy tarde los fines de semana" (68%), que "no ayuden en los problemas
cotidianos de la casa" (72%), que el 40% diga que vive preocupado por lo que les
pasa a sus hijos y eso les quita tranquilidad, o que el 30% reconozca que la
convivencia con un hijo adulto genera roces que tensionan el ambiente familiar. Y
que sólo a cuatro de cada 10 les moleste que sus hijos no contribuyan con dinero
a la casa, aunque tengan ingresos propios.
"NIÑOS-GRANDES"
Es que, al parecer, los padres también han experimentado un profundo cambio,
dejando en el pasado a aquella figura que impulsaba a los hijos a buscar nuevos
horizontes, como lo hicieron con ellos mismos. De hecho, el 78% de los
encuestados emigró de sus casas antes de los 25 años. Si embargo, cuando se
les pregunta qué debería ocurrir para que sus hijos se independizaran, más de la
mitad responde que "tener un empleo que les permita mantener el nivel de vida al
que están acostumbrado" o "casarse".
"Aceptan que permanezcan en el hogar, generando un nuevo tipo de relación con
estos 'niños grandes'. Muchos son profesionales y con buen estándar de vida,
situación que los hijos no están dispuestos a cambiar. Además, la vida social
juega un rol preponderante, con nuevas necesidades que requieren de
financiamiento. Fiestas, recitales, happy o after hours, ropa de marca, son gastos
relevantes para los adultos jóvenes de hoy. Desembolso que sus padres no
tuvieron, pero que entienden y aceptan en sus hijos", dice Marcela Castro,
socióloga y coautora de la investigación.
El siquiatra de la Clínica Alemana, Guillermo Gabler, coincide: "Son padres
sobreprotectores, no son claros en poner reglas. Es un estilo de crianza de una
generación que les dio a sus niños lo que ellos no tuvieron. No quieren que pasen
por lo mismo que ellos pasaron y eso lo prolongan hasta la adultez de sus hijos.
Aunque eso implique retardar el ciclo vital de la pareja, lo que ambos tenían
planeado cuando llegaran a la etapa del nido vacío".
Los padres encuestados lo tienen claro. Cuatro de cada 10 dice que la principal
causa de que los jóvenes hoy se vayan más tarde de la casa es "la crianza
sobreprotectora que recibieron". Sin embargo, el 96% estaría dispuesto a recibir a
su hijo en su casa cuantas veces sea necesario. Y por tiempo indefinido.
Ficha Técnica
Esta encuesta se realizó en junio y julio a 400 personas. a 400 personas. Por el
Centro de Estudios de Opinión Ciudadana (www.ceoc.cl)
)
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