Federalismo y centralismo mexicanos

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FEDERALISMO Y CENTRALISMO
Introducción
El fracaso del imperio se debió tanto a los irrefrenables impulsos absolutistas de Iturbide, que contribuyeron al
creciente desacuerdo en su contra, como al oneroso aparato cortesano con que se hizo rodear, sin tomar en
cuenta la ancestral pobreza de la mayoría de sus súbditos y las precarias condiciones en las que se encontraba
el país al iniciarse la vida independiente.
El establecimiento de la república, por consiguiente tuvo una favorable acogida por muchos conceptos, ya que
se consideró que era el sistema gubernativo qu mejor satisfacía los ideales se emancipación popular, libertad y
justicia de los próceres insurgentes. Pero al ponerse en marcha el proyecto republicano, aparecieron dos
tendencias, que correspondían a los antecedentes socio−políticos de los más importantes sectores de la
población: la federalista y la centralista.
Los federalistas simpatizaban por una república democrática y representativa, con división de poderes, en la
que fueran respaldados los derechos de las provincias (Estados) que la integraban, y el de sus habitantes en lo
tocante en la elección de las autoridades. Entre las figuras representativas de dicha corriente destacó Valentín
Gómez Farias quien en su interinato como presidente de la república le dio un extraordinario impulso al
sistema federal, dentro de los tradicionales principios liberales, y anticipándose al proceso reformista que más
adelante marcaría una interesante etapa de la historia nacional.
Los centralistas por el contrario, querían un régimen autoritario, en el que el poder presidencial fuese ejercido
en todo el territorio del país, sin ninguna limitación derivada de las atribuciones de las diversas regiones en
que se encontraba dividido. A esta tendencia, por naturales razones de afinidad ideológica, ingresaron muchos
iturbidistas y ex −monárquicos. El más relevante del centralismo fue Fray Servando Teresa de Mier.
En la pugna en la cual se enfrentaron estas dos grandes corrientes, Yucatán sufrió graves trastornos en su paz
interna y hondas divisiones entre sus hijos. Los liberales que seguían el pensamiento de los sanjuanistas se
pusieron del lado del federalismo, a cuya bandera sirvieron apasionadamente tanto dentro del estado como en
el ámbito nacional. Entre las organizaciones que se formaron para intervenir en las contiendas electorales bajo
el signo federalista, adquirió notoriedad La liga
Los conservadores, por su parte, no perdieron oportunidad para mostrarse partidarios del centralismo, tanto en
los movimientos subversivos que se produjeron en el terruño a favor de esa tendencia, como apoyando a
quienes, fuera de él, combatieron el sistema federal y a los hombres que los representaba política y
doctrinariamente. La agrupación formada por los citados, fue citada con el nombre de: La camarilla
La Adopción del Centralismo
Los centralistas pensaban que un gobierno central fuerte, como el de la colonia, aseguraría el orden público
necesario para que la economía nacional no se estancara y México pudiera encaminarse por las vías del
progreso. Ya que fracasó la primero República Federal el Congreso construyó una comisión para elaborar un
proyecto de reforma y el 23 de octubre se promulgó las Bases Constitucionales y después el 30 de diciembre
de 1836 se generó Las Siete Leyes, la que destaca:
• Ciudadanía, nacionalidad, derechos y obligaciones de los mexicanos
• Estableció el Supremo Poder Conservador, con muchas facultades y responsables de sus acciones
solamente ante Dios
• Relativo al Poder Judicial
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• Relativo al Supremo Poder Ejecutivo. Amplió el periodo presidencial a 8 años, la elección sería por
los ministros, el Congreso y la Alta Corte de Justicia
• Organización del Poder Judicial, estaría formado por la Corte Suprema de Justicia, los tribunales
supremos de los departamentos, los de hacienda y los juzgados de Primera Instancia
• La división territorial del país cambiaría a ser dividida en departamentos subdivididos en distritos,
cuyos gobernantes serían nombrados por el ejecutivo
• Toda ley podría ser modificada solamente 6 años después de su publicación
El Congreso convocó elecciones en 1837. Los candidatos eran Nicolás Bravo, Lucas Alemán y Anastasio
Bustamante. Fue electo Bustamante quien gobernó solamente 4 años, y en 2 ocasiones tuvo que dejar la
presidencia en manos de Santa Anna, porque Bustamante no logró imperar el orden en el país. Durante la
presidencia de Bustamante sucedieron desastres naturales, una invasión de Francia y la independencia de
Yucatán.
La Separación de Yucatán se enmarcó dentro de un movimiento federalista radical que inició el 29 de mayo
de 1839 porque el gobierno le había quitado los privilegios económicos que siempre había tenido. Hasta 1843
Yucatán se reincorporó a México, gracias a que recibió concesiones del gobierno: no contribuir con soldados
al ejercito mexicano y quedarse con los productos de sus aduanas marítimas.
En agosto de 1841 estalló en Guadalajara una rebelión encabezada por el general Paredes, quería deponer a
Bustamante y convocar un Congreso Constituyente. Santa Anna y varias personas apoyaron a Paredes y se
levantaron en armas. En septiembre firmaron las Bases de Tacubaya, en el cual se acordaba que mientras se
creaba una nueva constitución cesarían todos los poderes y se nombraría a un ejecutivo provisional.
Bustamante no pudo hacer nada y firmó la paz y salió del país. Santa Anna y Paredes proclamaron la
Federación y el retorno temporal de la Constitución de 1824. Santa Anna fue presidente interino en octubre de
1841 y terminó en 1842. En abril de 1842 se creó un nuevo Congreso Constituyente que agrupo a liberales y
conservadores, todos estuvieron de acuerdo en que México fuera una República Representativa y Popular pero
los problemas iniciaron cuando se quiso decidir si fuera federal o central. Santa Anna intentó someter al
Congreso a su voluntad pero no pudo y se marchó a Veracruz y dejó como interino a Bravo quien desconoció
al Congreso y creó la Junta Nacional Legislativa, la cual se dedicó a redactar las Bases de Organización
Política de la República mexicana la cual fue promulgada por Santa Anna el 12 de Junio de 1842. Esta
presidencia se convirtió en una odiosa dictadura para la población del país. En 1844 el general Paredes y
Arrillaga encabezaron un levantamiento en la ciudad de Guadalajara que culminó con la aprensión y el
destierro de Santa Anna. El general José Joaquín Herrera asumió la presidencia. Durante su gobierno fue la
constante amenaza de Estados Unidos por su interés en Nuevo México y California.
Herrera cambió algunos artículos constitucionales para fortalecer el Congreso y con la finalidad de acabar con
las divisiones políticas internas, se mostró conciliador con los federalistas y conservadores.
Los federalistas, encabezados por Gómez Farías, trataron de derrocar al presidente. Aunque Herrera pudo
controlarlos en diciembre de 1845 Paredes lanzó el Plan de San Luis en el que desconocía al ejecutivo y
ordenaba convocar a un Congreso extraordinario en el que todas las clases sociales estuvieran representadas.
Lo que a Paredes le molestó en realidad fue que Herrera no hizo nada cuando EUA incorporó a Texas a su
confederación en 1845.
El 3 de enero de 1846 el Congreso nombró a Paredes presidente interino del país quien demostró tener
grandes dotes políticos, preparó al país para la guerra contra EUA. Llevó a cabo una depuración de su
gobierno y la Secretaría de Hacienda.
Los federalistas, encabezados por Gómez Farías y Laufraga, provocaron diversos levantamientos. Lograron
que nuevamente se rigiera la Constitución de 1824 y, aunque los estadounidenses habían penetrado a territorio
nacional, los federalistas se levantaron contra el gobierno. Los federalistas llamaron a Santa Anna para que
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ocupara el ejecutivo de la nación. Santa Anna fue al frente contra EUA y dejó a Gómez Farías en su lugar
quien volvió a llevar una política contraria a la Iglesia y generó levantamientos. Santa Anna regresó para
derogar los decretos emitidos por Gómez Farías y cuando los estadounidenses estaban apunto de tomar la
Ciudad de México Santa Anna decidió renunciar al ejecutivo y exiliarse.
EL PRIMER GOLPE CENTRALISTA
El primer golpe centralista que se registró en Yucatán fue en el año de 1829 y tuvo como origen algunas
dificultades surgidas entre el gobernador López Constante y el general Felipe Codillos, que en esta época
desempeñaba la comandancia militar del estado.
Disgustado por la actitud de Codillos, que calificó de irrespetuosa, el gobernador solicitó su destitución de las
autoridades del Ministerio de Guerra, y habiendo sido satisfecha esa petición, se hizo cargo interinamente de
la comandancia el coronel Juan Segundo Carvajal, con cuartel en Campeche.
Pero dicho cambio lejos de mejorar la situación, la agravó pues las relaciones entre el coronel Carvajal y el
gobernador civil se hicieron cada vez más tirantes, por la negativa de López Constante a atender las frecuentes
exigencias de ayuda monetaria para pagar las tropas, tanto porque no estaba obligado a ello, como porque la
condición del erario no permitía distraer los escasos fondos con que se contaban, para el sostenimiento de las
fuerzas militares.
La llegada de persistentes rumores de que los generales Bustamante y Antonio López de Santa Anna
preparaban una sublevación para derrocar al presidente Guerrero, influyeron en los militares comisionados en
Yucatán para definir su postura. Por eso, en ocacion de un banquete que le fue ofrecido en Campeche al
capitán Luis Gutiérrez para celebrar su ascenso, los jefes y oficiales reunidos con ese motivo se pronunciaron
francamente a favor del centralismo.
En el acta que firmaron el 6 de Noviembre de 1829, los descontentos le dieron forma a la rebelión,
desconociendo a todas las autoridades legales del Estado e invitando al coronel Carvajal a asumir la jefatura
de la misma y, con este carácter, hacerse cargo de los mandos político y militar de Yucatán.
No obstante las medidas tomadas por el gobernador López Constante en contra de los centralistas, éstos
dominaron rápidamente la península, al sumarse a ellos la guarnición de ellos de Mérida, que en el acuerdo
que tomó al respecto, espresó que Yucatán no volvería a la confederación mexicana hasta que ésta adoptara la
forma de gobierno central, y pronunciarse con igual propósito las guarniciones de Sisal, Izamal, Champotón,
Carmen y Bacalar, cuyas autoridades fueron depuestas.
Informado el presidente Guerrero con lo acontesido en Yucatán, envió a Lorenzo de Zavala como
comisionado especial para invita a los pronunciados a volver al pacto federal y someterse a la autoridad
nacional. Lamentablemente por la mentalidad militarista de Carvajal, éste no tomó en cuenta los antecedentes
y la personalidad política de Zavala, y después de prohibirle abandonar Sisal, a donde había llegado a bordo
de una nave extranjera, le advirtió de manera especial que si se presentaba de nuevo en suelo peninsular, sería
fusilado de inmediato. Posteriormente cuando ocupaba la presidencia Anastasio Bustamante quien
contrariamente a lo que esperaba Carvajal y sus seguidores, mantuvo el sistema federal y autorizó la
reapertura del congreso, arribó a Campeche una nueva comisión conciliadora, compuesta por el Gral.
Codallos y el diputado Requena, militares destacados en el Estado, pero al igual que la que desempeñó Zavala
fueron infructuosas.
Carvajal, entonces, se dedicó a buscar el reconocimiento del Gral. Bustamante y por eso tomó varias medidas
tendientes a ese objetivo. Para ello convocó a una junta que tuvo lugar en Calkiní el 12 de Noviembre de
1830, para nombrar a los diputados que deberían representar a Yucatán ante el congreso Nacional. Pero como
esos diputados no fueron aceptados en México, el caudillo golpista, llamó a elecciones para diputados locales,
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mismos que se instalaron en el congreso el 21 de Septiembre de 1831, nombrado como gobernador
provisional al mismo Carvajal y estableciendo la observancia de la Constitución Federal y de la particular del
Estado, aunque declarando que los funcionarios electos en 1829 habían desmerecido la confianza pública.
El siguiente paso fue la convocatoria a elecciones de mandatario, mismas en las que resultaron favorecidos
Carvajal como gobernador y Pablo Lanz Marentes, como vice−gobernador. Pero como a pesar de tales
esfuerzos por legalizar la situación, Bustamante siguió negándose a reconocerla, y por otra parte, se anunció
un nuevo pronunciamiento militar para llevar la presidencia al Gral. Manuel Gómez Peraza, el caso de
Yucatán se hizo más crítico.
Con la autorización del Congreso, el gobierno de Carvajal cambió su sede a Campeche, donde contaba con
recursos bélicos, y más adelante, le fueron otorgadas facultades extraordinarias para expulsar sin formación de
causas e impedir la entrada a la península a todos los mexicanos y extranjeros.
Dichas medidas resultaron tardias, pues el teniente coronel Gerónimo López de Llergo, de acuerdo con
elementos descontentos y pidiendo la reposisión de las autoridades desconocidas en 1829, se lanzó la lucha
que, mas pronto de lo ques e esperaba, resultó triunfante. Las tropas destacadas en Hecelchakán, que estaban
al mando del coronel Francisco de Paula Toro (cuñado de Santa Anna), en lugar de combatir a los rebeldes se
unió a ellos.
Con la derota de Carvajal se estableció el orden constitucional en Agosto de 1832 volviendo al gobierno
López Constante, quien después de nulificar los acuerdos tomados durante el periodo centralista, se organizó
ala administración pública de acuerdo con los móviles que habían llevado a Gómez Pedraza al palacio
Nacional.
SEGUNDO GOLPE CENTRALISTA
Si el movimiento de Carvajal fue provocado por circunstancias de índole local, derivadas de pugnas entre
autoridades civiles y militares, ajenas a móviles políticos el golpe que encabezó en 1834 el general Francisco
de Paula Toro, estuvo inspirado y fomentado por la influencia que entonces tenía en el país el Gral. Santa
Anna, quien en Abril de ese mismo año volvió a la presidencia de la República bajo el lema de religión y
fueros.
Anteriormente a esos sucesos, había desembarcado en Campeche procedente de Veracruz el teniente coronel
Marcial Aguirre, quien sin embozo alguno se dedicó a exaltar los ánimos de los militares, anunciando que
muy pronto seria proclamada la república central y mencionando a Santa Anna como la cabeza de ese
movimiento, como se sabe el citado general disolvió el congreso, destituyó a Gómez Farías y asumió
facultades dictatoriales.
El comandante militar, que era el Gral. Toro, mostro su connivencia con los simpatizantes del centralismo a
través de ciertas órdenes a sus subalternos, por lo que el gobernador Cosgaya desconoció su autoridad y de
acuerdo con el congreso del estado, puso sobre las armas a los hombres necesarios.
Rebeliones contra la reforma (Plan de Cuernavaca)
Las leyes dictadas por Gómez Farías motivaron un gran descontento entre los elementos del clero, el ejército y
el partido conservador que, unidos, aprovecharon la indecisión de los liberales moderados para organizar
numerosos levantamientos contra el gobierno e impedir la aplicación de las disposiciones reformistas. Una de
las rebeliones de mayor importancia fue la que inició en Morelia el coronel Ignacio Escalada, rápidamente
secundada en Chalco por Durán y Unda, movimiento que al grito de religión y fueros pretendía hacer respetar
los fueros y privilegios del clero y del ejército. Curiosamente, los dirigentes de la rebelión proclamaron a
Santa Anna como su jefe.
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El General Santa Anna organizó un ejercito para combatirlos, dejó nuevamente a Gómez Farías al frente del
gobierno y salió de la ciudad de México, en la que se desató una intensa propaganda contraria al
vicepresidente y se llegó incluso a promover un intento de cuartelazo con una aparente de la guarnición de la
ciudad. Afortunadamente el gobierno actuó con prontitud y acierto para liquidar la amenaza de los
conservadores de la capital. No obstante el fracaso de México, el ejército pretendió destruir la reforma: para
lograrlo, simuló la aprehensión de Santa Anna que fue reducido por Mariano Arista y conducido a Cuautla,
donde se lo proclamó Supremo Dictador. En principio, Santa Anna estuvo de acuerdo con la situación, pero
como en México y en muchos otros estados se mantenía el federalismo, temeroso de la acción de los liberales
exaltados y de las reacciones populares, huyó de Cuautla y organizó nuevos ejércitos con los que persiguió a
Arista que se había refugiado en Guadalajara, donde lo derrotó y lo hizo prisionero.
Regresó triunfante a la ciudad de México y dio a conocer una nueva ley por la que se ordenaba el destierro de
todos aquellos individuos que profesaran ideas conservadoras; a consecuencia de ella se desterró a cerca de 50
ciudadanos, pero en cuanto se llevaba acabo esta acción, el presidente se retiro de nueva cuenta a su hacienda
y es muy probable que entonces se decidiera a traicionar a los liberales para ponerse al servicio de los
conservadores y del ejército, pues al poco tiempo las tropas se pronunciaron en Orizaba y Santa Anna regresó
a la capital, solamente para oponerse a las disposiciones del congreso y derogar las leyes reformistas.
Consumó finalmente la traición a su propio gobierno al aceptar el plan de Cuernavaca, proclamado el 25 de
Mayo de 1834, de tendencia centralista y por el que se ordenaba la salida de Gómez Farías para que Santa
Anna se hiciera cargo de la presidencia de la República.
LAS SIETE LEYES. BASES PARA LA CONSTITUCIÓN CENTRALISTA
Santa Anna regresó a la ciudad de México dispuesto a cambiar el sistema federal por el centralismo y apoyado
por numerosos grupos conservadores que se pronunciaron en Orizaba, Jalisco y la propia capital, organizó
juntas políticas que presionaron al congreso para que se convirtiera en un órgano constituyente y elaborara
una constitución que estableciera el régimen centralista. El congreso, integrado casi exclusivamente por
conservadores, promulgó el 23 de Octubre de 1835 Las bases de una constitución centralista a las que se les
llmó Las siete leyes. Por medio de ellas, se organizaba una nueva forma política que garantizara más
eficientemente los intereses de los sectores reaccionarios del país y un mejor control del gobierno central, las
principales disposiciones para logarlo eran:
• República Central como forma de gobierno
• Los estados se transformarían en departamentos
• Los gobiernos estatales quedarían sujetos al gobierno central
• Se suprimen los congresos estatales a juntas departamentales de 5 miembros
• Las rentas públicas de los departamentos quedarán a cargo del gobierno central.
Con las siete leyes y los ordenamientos que antes habían impuesto por la fuerza de las armas, el Gral. Santa
Anna lograba poner el centralismo, única forma de gobierno que, dadas las condiciones del país y la lucha de
los partidos políticos de la época, hacía posible favorecer los intereses de los grupos conservadores.
MOVIMIENTO SEPARATISTA TEXANO
Mucho se ha dicho que la causa de la separación de Texas fue la conversión de nuestro sistema de nuestro
gobierno a una república centralista, versión que de una vez por todas debe ser suficientemente aclarada. En
efecto sin desconocer que fue el pretexto que manejaron quienes consiguieron primero la independencia de
esa región y mas tarde la incorporaron a loa Estados Unidos, las verdaderas causas se han callado por el temor
de hacer planteamientos que pudieran ser objeto de duras controversias de carácter ideológico mas que
histórico.
Antecedentes
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El interés de Estados Unidos en algunos de nuestros territorios se manifestó desde los primeros momentos del
siglo pasado, pues en repetidas ocasiones se realizaron intentos para adquirirlos. En plena guerra de
independencia los insurgentes mexicanos, a través de Gutiérrez Lara, recibieron de parte del ministro Monroe
el ofrecimiento de una amplia ayuda contra los realistas, siempre y cuando al cobrarse la independencia
nacional, nuestro país se incorporara a Estados Unidos. Al margen de las gestiones de carácter oficial se
aprovecharon otras medidas para crear concretamente en Texas un ambiente favorable a Estados Unidos. Para
lograrlo destacaron diversos personajes, entre ellos Moises Austin, quien en 17 de Enero de 1821 obtuvo de
las autoridades españolas autorización para introducir colonos, siempre que fueran católicos. Esta concesión
fue revalidada por nuestros primeros gobiernos independientes, quienes señalaron como requisito que se
colonizara con familias de origen europeo y católicas; sin embargo, esta condición nunca fue cumplida, pues
en su mayoría los inmigrantes eran norteamericanos y protestantes.
Cuando Estados Unidos reconoció nuestra independencia, el presidente Jackson, partidario de los esclavistas,
ordenó al señor Pointssett que realizara gestiones para adquirir de México los territorios de Texas a cambio de
5 millones de dólares, solo que como se rechazaron las pretensiones del embajador norteamericano, la táctica
se modificó introduciendo grandes grupos de filibusteros en Texas, amparados con permisos de colonización
otorgados por nuestro gobierno.
Para 1835 la situación de la provincia de Texas era difícil de controlar, pues el gobierno de Coahuila la
mantenía en un serio abandono, no obstante que contaba con una población de 30000 habitantes, aunque bien
es cierto que ya para entonces la población mexicana era escasa y poco laboriosa, en tanto que los colonos de
origen extranjero, dedicados al cultivo de importantes productos y otras actividades se promoviera la
insurrección contra México.
El problema separatista en Yucatán
Entre las muchas dificultades que acarreó al país el centralismo no solo se contaron la independencia de Texas
y la primera guerra con Francia, sino también el movimiento federalista en Yucatán, iniciado por Santiago
Imán el 29 de Mayo de 1839. Este personaje se pronunció en Tizimín y logró el respeto de fuertes grupos de
indios con el ofrecimiento de repartirles tierras y disminuir las contribuciones. El 8 de Febrero de 1840
capturó a Valladolid y se declaró defensor del federalismo. La revolución iniciada por Imán cundió en toda la
península y en Mérida se hizo la declaración formal de que este estado se mantendría independiente hasta que
el país volviera al sistema federal.
Los territorios de Yucatán eran mantenidos en completo descuido por el gobierno nacional; por eso fue fácil
que los federalistas yucatecos obligaran a capitular el 6 de Junio de 1840 al general Rivas Zayas, que había
mantenido la resistencia en Campeche. Una vez triunfante la revolución, se intentó en Yucatán una
transformación de fondo, y después de algunos meses de trabajo, el 31 de Marzo de 1841, el congreso local
reformó la constitución, proclamando la independencia de ese estado, la libertad de cultos y la abolición de
fueros eclesiásticos.
El gobierno del centro consideró que sería difícil reducir por la fuerza de las armas a los separatistas yucatecos
y optó por comisionar a don Andrés Quintana Roo para tratar con ellos; el comisionado formó el 28 de
Diciembre un convenio en el que se le concedía la autonomía y la libertad para introducir sus productos en
todo el país, poseer buques para combatir el contrabando, disponer del ingreso de sus aduanas y liberarlos del
servicio militar fuera de su territorio. Este convenio fue rechazado por Santa Anna que decidió combatir a los
revolucionarios, enviando para ese efecto al Gral. Juan Morales, que se apoderó el 30 de Agosto de 1842 de la
isla del Carmen y en unión con el Gral. Vicente Miñon intentó la captura de Campeche, sin ningún resultado
positivo.
Ante los repetidos fracasos del gobierno central, se nombró al Gral. Pedro Ampudia para que condujera la
campaña. Este lo más que consiguió fue lograr el envió de comisionados a México, los que finalmente
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llegaron a un acuerdo el 15 de Diciembre de 1843, estableciéndose que Yucatán reconocería el gobierno
centralista a cambio de que se le concediera libertad absoluta para su organización interior, se le reconocieran
algunos privilegios mercantiles, se le permitiera mantener sus ejércitos locales y no se enviaran tropas del
gobierno central a la península.
Invasión Armada a la Península
En general Santa Anna decidió enviar fuerzas militares contra los yucatecos, que se resistían a formar su
programa político. En Agosto de 1842 se presentó en las costas de la isla del Carmen una escuadre compuesta
por cuatro barcos de guerra comandados por Tomás Marín con una fuerza de trescientos hombres,
manifestando que Yucatán debía incorporarse a México. Pocos días después se apoderaron de Ciudad del
Carmen sin encontrar resistencia militar.
Más adelante, las fuerzas del gobierno de Sana Anna avanzaron hacia Campeche reforzadas por cuatro mil
hombres traídos de Veracruz. Tomaron Champotón y tras largos intentos de tomar Campeche, decidieron
dirigirse a Mérida, por lo que desembarcaron en el puerto de Telchac. Ocuparon Motul, Tixkokob, Tixpéhual
y llegaron hasta la hacienda Pacabtún, an las inmediaciones de Mérida.
A pesar de su rápido avance, el ejército centralista tuvo que capitular, pues tuvo noticia que el ejército
yucateco se encontraba bien apertrechado y esperaba el refuerzo de once mil indios mayas.
El 24 de Abril de 1843, el Gral. Peña y Barragán, comandante del ejército centralista, se rindió,
comprometiéndose a retirar de inmediato sus tropas hacia Tampico. El gobierno de Yucatán nombró
delegados para que negociaran en México las condiciones de la reincorporación de Yucatán a la república.
Los tratados que se firmaron días después eran básicamente los que el gobierno de Yucatán habían firmado
con Andrés Quintana Roo en diciembre de 1841.
LA GUERRA CONTRA LOS ESTADOS UNIDOS
Antecedentes
La situación del país iba de mal en peor, las deudas, la inestabilidad, los bandoleros y los enfrentamientos
entre los propios mexicanos aumentaban.
En 1845, los texanos decidieron unirse a los Estados Unidos. El límite de Texas era el rio Nueces, pero los
tejanos dijeron que llegaba más al sur, hasta el rio Bravo. México protestó, pero los estadounidenses tomaron
el territorio entre los dos ríos. Hubo enfrentamientos entre mexicanos y norteamericanos, y con ese pretexto
los Estados Unidos declararon la guerra a México, cuyos territorios ambicionaban desde hace ya mucho
tiempo.
California y Nuevo México fueron invadidos de inmediato. Lo mismo ocurrió con las ciudades de Matamoros
y Monterrey. Tropas enemigas desembarcaron en el puerto de Veracruz, atravesaron el estado y el de Puebla y
pusieron sitio a la capital. Los mexicanos no tenían suficientes armas ni dinero. Además liberales y
conservadores seguían luchando entre ellos, mientras los norteamericanos avanzaban hacia la ciudad de
México.
No hubo victorias en esta guerra. Pero si heroísmo y sacrificio. Las batallas de Molino del Rey y de
Chapultepec se libraron del 8 al 13 de Septiembre de 1847. El día 14 la ciudad de México fue tomada y la
bandera enemiga ondeó en el palacio nacional.
La ocupación duró Nueve meses. Las consecuencias fueron desastrosas. México tuvo que firmar el tratado de
Guadalupe Hidalgo, por el cual perdió Nuevo México, Alta California, Texas y parte de Tamaulipas que
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estaba entre los riso Nueces y Bravo. Recibió quince millones de pesos, su territorio se redujo a más de la
mitad, pero la guerra hizo que los mexicanos estén más unidos.
LA INSURRECCIÓN INDÍGENA DE 1847
El 30 de Julio de 1847 estalló en Yucatán la llamada guerra de castas, insurrección del pueblo maya en contra
de las autoridades estatales. Las condiciones de explotación, la falta de tierras para la agricultura, el exceso de
impuestos o contribuciones civiles y eclesiásticos a que estaban sujetos y, en general, las precarias
condiciones de vida, fueron las causas que llevaron al pueblo maya a rebelarse contra las autoridades.
Otra causa, también originada en periodos muy tempranos de la conquista de Yucatán, fue el desprecio con
que muchos españoles vieron a los mayas. El maltrato y las vejaciones que a los mayas estuvieron sometidos
durante todo el periodo colonial, determinaron que la insurrección tomara la característica de una guerra de
los mayas contra los blancos. Esta guerra estalló en 1847 y duró hasta 1901.
Meses antes de la insurrección, en Enero de 1847, fuerzas desidentes del gobierno tomaron Valladolid para
que Yucatán no participara en la guerra entre los Estados Unidos y México. Para aumentar sus fuerzas
solicitaron el apoyo de los indígenas y de algunos mestizos como Bonifacio Novelo. Les dieron armamento y
parque y les ofrecieron bajar los impuestos y mejorar sus condiciones de vida. Pasada la contienda de
Valladolid, los indígenas y mestizos no devolvieron las armas, y con ellas y otras que adquirieron por diversos
medios iniciaron el movimiento insurgente el 30 de Julio de 1847.
El gobierno tuvo las primeras noticias de la organización e la rebelión días antes de que estallara. El 26 de
Julio fusilaron en Valladolid a Manuel Antonio Ay, cacique de Chichimilá, acusado de ser parte de la
insurrección.
Otros caudillos principales de la rebelión fueron Cecilio Chí, cacique de Tepich; Jacinto Pat, casique de
Tihosuco; Florentino Chan, Venancio Pec y el mestizo Bonifacio Novelo entre otros.
Tras la ejecución de Manuel Antonio Ay, los soldados iniciaron la búsqueda de Cecilio Chí en las poblaciones
de Tepich y Ekpec, y en esta última detuvieron a cuatro pobladores, que fusilaron en Tihosuco. Cecilio Chí
contestó a estos hechos tomando Tepich el 30 de Julio, donde ejecutó a veinticinco familias de pobladores
blancos. A esta fecha se le conoce como el inicio de la insurrección indígena.
El único sobreviviente, Alejo Arana, escapó rumbo a Tihosuco y comunicó lo sucedido. El capitán Diego
Ongay al mando de más de dosientos soldados se dirigió a Tepich, tomó la población y ordenó cegar pozos y
quemar las casas, muriendo así quemados niños, mujeres y ancianos. Durante el desarrollo de la guerra de los
dos bandos, tanto asl fuerzas del gobierno como la de los rebeldes mayas, se portaron con suma violencia y
crueldad. Los pueblos eran saqueados y quemados, violadas las mujeres y muchas personas asesinada.
Ante la gravedad de los acontecimientos de 1847, se reconciliaron los grupos políticos, representados por
Santiago Méndez y Miguel Barbachano, y se tomaron algunas medidas, como el establecimiento del servicio
militar obligatorio a partir de los 16 años de edad, y se crearon las comandancias militares de Mérida,
Campeche y Valladolid. Las cárceles de Mérida estaban repletas de indios acusados de conspirar y ante el
rumor de que el 15 de Mayo del mismo año ocurriría un ataque a la ciudad, se detuvo y se pasó por las armas
a varios caciques.
El avance incontrolado de los rebeldes, que día a día se aproximaban a Mérida y a Campeche que ya había
tomado las mas importantes poblaciones del interior del estado, c reó conmoción y pánico. Las iglesias y las
escuelas de Mérida se llenaron con gente del interior del estado que buscaba refugio.
Debido a lo peligroso de la situación, el gobernador Santiago Méndez se retiró dejando la gubernatura a
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Miguel Barbachano, quien mantenía buenas relaciones con algunos jefes de la rebelión.
El gobierno de Barbachano, procurando establecer la paz en el estado, nombró una delegación que pronto
entró en comunicación con Jacinto Pat y el día 19 de Abril de 1848 se firmaron los tratados en Tzucacab.
El gobernador sancionó dichos tratados, pero no tuvieron efecto. En el tratado se reconocía a Jacinto Pat como
gobernador de todas las capitales mayas, se declaraba que estaba dispensadas todas las deudas y se abolían en
todos los pueblos del estado el pago de derechos por destilación de agua ardiente. Inmediatamente después,
desde Tinum, Cecilio Chí le escribió una carta a Jacinto Pat no tenía la fuerza para cumplir todos los tratados
y pacificar el estado.
Para el mes de Mayo de 1848 la insurrección había avanzado considerablemente, encontrándose las fuerzas
rebeldes a tan solo 8 Kilómetros de la ciudad de Campeche y a 24 de la ciudad de Mérida. Los habitantes de
estas dos ciudades, así como las fuerzas del gobierno, consideraban que los rebeldes entrarían triunfantes a
estas ciudades. Los habitantes de Mérida y Campeche sufrieron días de terror y quienes tenían suficientes
recursos viajaron a la isla de Cuba, Veracruz, ciudad del Carmen y otros muchos lugares, para permanecer
lejos del inminente peligro.
Sin embargo, las fuerzas rebeldes retrocedieron y abandonaron sus posiciones. Las posibles causas que
generaron que las fuerzas rebeldes se retiraran se reiteran a sus pueblos de origen fueron: el agotamiento de
municiones y la imposibilidad de abastecimiento; la escases de alimento, básicamente maíz, y la proximidad
de la temporada de lluvias, esenciales para la siembra del maíz, frijol, calabaza y chile.
El gobernador Barbachano creó una comisión compuesta por Manuel Crescencio Rejón, Fernando del Valle,
Sebastián Peón y otros para que establecieran contacto con el presidente de la república, José Joaquín Herrera.
Éste enterado de la situación entregó al gobierno de Yucatán cien mil pesos y dos mil fusiles. En respuesta
Yucatán expidió un decreto el 17 de Agosto de 1849 en el que voluntariamente se reincorporaba a la
república.
En 1849 el gobernador Barbachano decretó la amnistía total o el perdón total a los rebeldes, para la que no
hubo respuesta. Durante este año el Gral. Sebastián López de Llergo, comandante general de las tropas, atacó
por todos los frentes y, para finales del año, ya se había recuperado la mayor parte del territorio peninsular. En
este año murieron asesinados Cecilio Chí y Jacinto Pat. A la muerte de estos caudillos los rebeldes fueron
comandados por Florentino Chan, Venancio Pec, Bonifacio Novelo y José María Barrera.
En 1850 llegó a Yucatán el Gral. Miguel Micheltorena para hacerse cargo de la comandancia del ejército. Los
rebeldes tuvieron que retroceder a los bosques del actual estado de Quintana Roo, donde fundaron la
población rebelde de Chan Santa Cruz, ahora Felipe Carrillo Puerto, los combates entre el gobierno y las
fuerzas rebeldes, así como la toma de ciudades y otros actos de guerra, fueron menos frecuentes.
El mestizo José María Barrera talló una cruz de madera en Chan Santa Cruz y por medio del ventrílocuo
Manuel Nahuat, y posteriormente a través de un intérprete, la cruz indicaba a los rebeldes las acciones de
guerra que debían realizar. La adoración de dicha cruz se convirtió en un medio de integración o de cohesión
religiosa y política de los revolucionarios. Las fuerzas del gobierno atacaron en varias ocasiones Chan Santa
Cruz sin lograr la victoria. Al finalizar el siglo pasado, el Gral. Ignacio Bravo derrotó definitivamente el
movimiento rebelde.
Se calcula que durante todo el periodo de la insurrección indígena pudo haber descendido la población de
Yucatán a doscientos mil personas por diferentes causas. Murieron desenas de miles en la insurrección,
aunque influyeron también otros factores, como la epidemia de cólera en 1853, las emigraciones, el hambre y
la venta de indios mayas a la isla de Cuba.
LA VENTA DE LOS MAYAS A LA ISLA DE CUBA, 1848−1861
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Entre Febrero de 1848 y Mayo de 1861 miles de mayas fueron vendidos por traficantes a la isla de Cuba. El 8
de Noviembre de 1848 el gobernador del estado, Miguel Babachano, hizo público un decreto que autorizaba
alejar de sus domicilios y expulsar del estado, por un tiempo mínimo de diez años, a todo rebelde que fuera
hecho prisionero y que llevara las amas en la mano. Al comienzo los yucatecos creyeron que se trataba de una
medida que permitiría pacificar el estado. Otra justificación fue afirmar que el dinero obtenido serviría para
pagar los gastos de la guerra.
En Cuba estaban dadas las condiciones para tan cruel negocio, pues la demande internacional de azúcar
producida a en esa isla iba en aumento y los dueños de las plantaciones requerían de mas mano de obra.
Algunas leyes internacionales habían prohibido el tráfico de esclavos africanos desde comienzos del siglo
XIX y con el decreto de Barbachano el 8 de Noviembre de 1848 vieron resuelto el problema. Por la misma
época, las plantaciones cubanas utilizaban también mano de obra asiática.
Hubo dos formas de sacar población maya de Yucatán para vender a Cuba. Una forma era aparentemente
legal, pues se elaboraba un contrato en el que el indio voluntariamente firmaba y se obligaba a permanecer en
Cuba trabajando durante diez años, recibiendo un salario, ropa y las condiciones básicas para su subsistencia.
Por la vía de los contratos legalmente, se calcula que salieron del estado entre dos mil y tres mil inmigrantes.
Paralelamente se desarrolló un comercio ilegal o de contrabando, que dejó jugosas ganancias políticas,
militares y hasta algunos miembros prominentes de la sociedad yucateca. Cientos de indígenas eran apresados
y sacados durante la noche y embarcados por los puertos oficiales, o bien por lugares apartados de la costa.
El infame comercio fue denunciado en 1860 por cuatro jóvenes escritores de Mérida, Manuel Roque
Castellanos, José García Montero, José Peón Contreras y Eligio Ancona, quienes publicaron un periódico
llamado la burla con el único objetivo de denunciar este comercio. La repugnante venta de los indios mayas a
los esclavistas cubanos terminó cuando el ilustre presidente de México Benito Juárez expidió, en 1861, un
decreto por el cual prohibió el tráfico de indios mayas, imponiendo como castigo la pena de muerte.
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