CONTRIBUCIONES A LA REFLEXIVIDAD BOURDIANA DESDE... TRABAJOS DE LOÏC WACQUANT DE LA MARGINALIDAD AVANZADA Y EL

Anuncio
CONTRIBUCIONES
A
LA
REFLEXIVIDAD
BOURDIANA
DESDE
LOS
TRABAJOS DE LOÏC WACQUANT DE LA MARGINALIDAD AVANZADA Y EL
ESTIGMA TERRITORIAL.
Miguel Alhambra Delgado.
Investigador FPU. Universidad Complutense Madrid.
Abstract:
La cuestión que quisiera plantear se encuentra relacionada con una ampliación
de la reflexividad sociológica, en el sentido de Pierre Bourdieu, esto es, aquel trabajo
sociológico que propicia una mayor objetivación del sujeto objetivante. De este modo,
se subrayarán las condiciones sociales de posibilidad que lo producen como tal y lo
conforman dentro del espacio social (entendido este sujeto objetivante en tanto
"institución" o campo social, más que como sujeto individual, sociólogo o antropólogo).
Desde mi punto de vista, se puede obtener una adquisición progresiva hacia
mayores cuotas de reflexividad apoyándose en los análisis de Loïc Wacquant dedicados
a la marginalidad urbana, en dos sentidos. En primer lugar, desde el momento que sus
trabajos posibilitan la reflexión sobre lo que se encuentra constituido como "evidente"
(prenociones o presupuestos) en aquellas posiciones sociales que poseen la función – el
privilegio y la posibilidad- de objetivar el mundo social. Precisamente esta reflexión
sobre las prenociones del sujeto objetivante tiende a producirse gracias al "contraste"
que desvela el análisis sistemático de las posiciones del espacio social más subalternas y
distantes a la suya. Y en segundo lugar, se fomenta la reflexividad ya que mediante el
análisis de las clases sociales más bajas –y castigadas- se llegan a vislumbrar "límites",
o cuanto menos, obstáculos "objetivos" importantes para la investigación social, sobre
todo, la centrada en los contextos sociales de profunda marginalidad y subordinación.
El punto de partida de la argumentación será la presentación del desarrollo que
hace Wacquant del concepto goffmaniano de estigma. Posteriormente, se analizara el
debate sobre las aproximaciones miserabilistas y/o populistas en el estudio de las clases
bajas; debate que sustentaron Passeron y Grignon a mediados de los noventa, tanto para
observar la pertinencia de la oposición en sí misma, como para incrustar el análisis de
Wacquant de la marginalidad urbana dentro de este debate cuando sea pertinente.
Palabras claves: Reflexividad, espacio social, estigma territorial, procesos de
politización, Pierre Bourdieu, Loïc Wacquant.
1
1. Introducción
A mi juicio, la producción sociológica de Loïc Wacquant sobre las clases
sociales más bajas permite una ampliación de la reflexividad sociológica, en el sentido
bourdiano, esto es, hacia una mayor objetivación del sujeto objetivante, subrayando las
condiciones de posibilidad de lo producen y conforman dentro del espacio social
(entendido en tanto institución o campo social, más que como sujeto individual,
sociólogo o antropólogo).
Bourdieu entiende la reflexividad sociológica como una herramienta colectiva
más al servicio de los científicos sociales con el objetivo conseguir un refinamiento
mayor y, de forma progresiva, una objetivación más adecuada del mundo social (a pesar
de que ésta siempre es provisional y aproximativa). Este ejercicio reflexivo pretende
vislumbrar el punto de vista del sujeto cognoscente al mismo tiempo que los puntos de
vistas de los "sujetos-objetos" estudiados. Para Bourdieu la reflexividad vendría a ser
una sociología de la propia sociología, de la propia producción sociológica y de la
posición social privilegiada que tiene por función (y que posibilita) la objetivación del
mundo social (Bourdieu, 1999b y 2003: 149-164). Se podría afirmar que Bourdieu es
uno de los sociólogos más preocupados y obsesionado en pensar el mundo social sin ser
pensado por el mundo que intenta comprender y explicar, es decir, el teórico francés
desarrolla un trabajo permanente de vigilancia epistemológica para analizar y dar cuenta
de las diferentes estructuraciones o formas de clasificación, categorizaciones sociales
simbólicas – que son productos de una estructuración social concreta- las cuales
organizan y son fuentes de diferentes significaciones y sentidos sociales. Como vemos,
la reflexividad es un elemento singular de conjunto conceptual desarrollado por
Bourdieu, es un concepto trabajado a lo largo de su extensa obra y se puede rastrear ya
desde sus primeros libros, a modo de movimiento de vigilancia epistemológica, uno de
los ejes de El Oficio del Sociólogo (Bourdieu et al., 1976), la cual se concibe desde
Bachelard ("no hay más ciencia que la de lo oculto") y Durkheim, como una sociología
que marque una ruptura y tome distancias respecto a las prenociones y al sentido común
(no solo el sentido común ordinario sino también académico), precisamente por los
errores que introduce y porque debe ser "lo explicado" dentro del análisis del mundo
social. La reflexividad bourdiana se puede considerar como una "sociología del error",
de los
errores producidos y constituidos socialmente. Fuentes de error para una
2
sociología crítica pero que en sí no son los productos simbólicos generados por las
dinámicas del mundo social.
Este ejercicio de vigilancia que busca una construcción controlada de los
conceptos que utilizada como herramientas analíticas tiene la virtud, entre otras, de
hacer visible la posición del sujeto objetivante, en tanto que posición social o región del
espacio social específica, en su variabilidad múltiple pero finita de prácticas y en sus
significaciones o clasificaciones simbólicas.
Desde mi punto de vista, una adquisición progresiva hacia mayores cuotas de
reflexividad –y por tanto una aproximación objetiva mayor a la realidad- es favorecida
gracias a los análisis de Wacquant sobre la marginalidad urbana, y más en concreto,
gracias a su conceptualización de la estigmatización territorial, en la medida que
posibilita una tematización de la distancia social entre las dos posiciones del espacio
social, la estudiada y la del estudiador, en dos sentidos. En primer lugar, una vez que
hace posible una reflexión sobre lo que se encuentra constituido como "evidente", las
prenociones o presupuestos, en aquellas posiciones sociales que tienen la función (y el
privilegio) de objetivar el mundo social. Precisamente esta focalización sobre las
prenociones del sujeto objetivante se produce gracias al "contraste" que desvela el
estudio de las posiciones del espacio social más distantes. En segundo lugar y
simultáneamente, mediante el análisis de Wacquant de las clases sociales más bajas y
castigadas se pueden vislumbrar "límites", o cuanto menos, obstáculos "objetivos"
importantes para la investigación social en los contextos de profunda marginalidad y
subordinación.
2. Estigmatización territorial desde la perspectiva de Wacquant
Gran parte del trabajo de Loïc Wacquant se centra en el análisis de las capas más
desfavorecidas y subordinadas de la estructura social, o bien dentro del marco del
sistema penal (analizando el rol preeminente que éste ha adquirido en los últimos años
como instrumento de gestión de la pobreza con el auge de políticas neoliberales), o bien
mediante el análisis comparativo y socio-histórico de las trayectorias de barrios
“degradados” en EEUU y Francia (los guetos y las banlieues). Es precisamente en esta
3
segunda dimensión de su trabajo donde nos concentraremos, una vez que ella nos
permite ampliar las aportaciones a la reflexividad bourdiana, mediante lo que Wacquant
ha definido como la estigmatización territorial.
Y es que una de las características principales de las nuevas formas de
marginalidad es su concentración en el espacio físico, dentro de un universo social
donde las expectativas sociales fluctúan entre el desempleo (que en muchos casos
alcanza a la mitad de la población activa) y la precariedad laboral (consecuencia en
parte de la deslocalización del antiguo entramado fabril). Dicha deslocalización y
empeoramiento
de
las
condiciones
materiales
de
subsistencia
fomenta
la
estigmatización territorial por la elevada concentración física que acarrea.
Para Wacquant esta estigmatización se une a las formas de estigma teorizadas
por Goffman (1970), a saber: a) "malformaciones físicas", b) "fallas en el carácter" y c)
"indicios de raza, nación o religión". Si bien el estigma territorial se parece mucho más
al último pues "puede transmitirse por medio del linaje y contamina por igual a todos
los miembros de la familia" (Wacquant, 2007: 275), es más eludible –en teoría- e
incluso modificable por medio de la movilidad geográfica. Todos estos atributos
funcionan a modo de signos, aunque más que de honor en nuestro caso serían de
deshonor, que distinguen a los colectivos o grupos de individuos. Aunque, a diferencia
del modelo goffmaniano que carecía de una perspectiva estructural del mundo social en
su conjunto1, el modelo bourdiano del espacio social sobre el que se apoya Wacquant le
permite conceptualizar este proceso a modo de estructura estructurante, incluyendo las
diversas trayectorias socio-históricas colectivas.
Dos son las consecuencias primordiales de este proceso de denigración y
estigmatización de las clases más bajas. En primer lugar, esta estigmatización territorial
y social funciona a modo de "auténtica frontera" inter-clasista que arruina, o al menos
dificulta mucho cualquier posibilidad de unión y movilización colectiva entre la clase
obrera y el subproletariado, por más que a menudo muchos procesos sociales afecten a
ambas regiones del espacio social (como la deslocalización industrial, la disminución
del Estado del Bienestar y la precarización laboral, por citar algunos), aunque de forma
1
Es decir, una perspectiva que tenga en cuenta y asuma como relevantes las relaciones más
estructurales y/o a primera vista “ausentes” en cualquier encuentro situacional, aunque no por ello
inexistentes y mucho menos inoperantes. Para una aproximación al concepto de interacción social en
Goffman el lector puede dirigirse al artículo “La interacción social en Goffman” (Caballero, 1998).
4
desigual. Y es que si bien, la clase obrera tiende a definirse en oposición a la burguesía,
en cuanto a gustos, percepciones y valoraciones, no es menos cierto que la denigración
de las capas bajas por parte de las clases proletarias funciona a modo de estrategia de
diferenciación y clasificación que los agentes utilizan para evitar el demérito social.
En segundo lugar y más importante para lo que nos interesa aquí, Wacquant
señala que se produce una erosión de las solidaridades y/o los sentidos compartidos,
factibles y favorecedores de cualquier movilización o constitución grupal y colectiva.
Así Wacquant observa que, en el contexto estadounidense, los lazos culturales y
significados que antaño compartían los habitantes del gueto de Chicago, en cuanto a
reivindicación de "lo negro" (black power), están siendo sustituidos por un
distanciamiento mutuo y un rechazo lateral entre los mismos residentes (similar
fenómeno, aunque en menor dimensión, se observa en Europa, aquí es la
heterogeneidad etnorracial la que tiende a funcionar como barrera cultural). Incluso nos
muestra el autor que existe un debilitamiento de las asociaciones comunitarias de
carácter religioso, asociaciones mediatizadas –ayer y hoy- a través de las significaciones
religiosas, principal eje sobre el que se vertebra la idea y el sentimiento de comunidad
entre estos sujetos específicos.
Por consiguiente, ahora desde una dimensión intra-clase, este proceso de
estigmatización social contribuye a la desposesión económica y cultural, en la medida
en que merma, erosiona o evapora las posibilidades de la movilización grupal y la
politización2, constituyendo así una verdadera desposesión simbólica. Para describir
esta situación Wacquant hace uso del concepto de “clase objeto” desarrollado por
Bourdieu para representar la situación tradicional del campesinado, un concepto que
corresponde principalmente a la desposesión simbólica y política en sentido amplio, en
la medida que las condiciones sociales generan y fomentan cierta incapacidad para
“mutar” en agentes colectivos activos, productores de representaciones compartidas que
defiendan sus propios intereses en la "arena" política3. En efecto, la inmensa mayoría de
2
De ahí la fascinación de Pierre Bourdieu por el movimiento de parados que puede apreciarse en
Contrafuegos I (Bourdieu, 1999c: 129-133), donde llega a calificarlo de un movimiento social
"milagroso".
3
Vemos que la “arena” política dentro del modelo del espacio social bourdiano no se concibe
como algo simétrico e igualitario (presupuesto de la ilusión democraticista que no existente como tal en el
mundo social real), debido a que es justamente en las condiciones de acceso mínimas requeridas donde se
producen las más importantes “cribas”. Asumir esta mirada sobre lo político como una dimensión más de
asimetría y de fuente de desigualdad no excluye (sino todo lo contrario, promueve) que el objetivo o
desiderátum que se persigue sea una sociedad más simétrica y verdaderamente democrática
5
representaciones y discursos sobre la miseria, sobre sus contextos, explicaciones y
causas, son elaborados por sujetos que proceden de otras posiciones de clase, ya sea
aquellos que pretenden gobernar(los) y gestionar(los) la pobreza (y los pobres), ya sea
aquellos que quieren hablar por ellos, en su nombre (militantes), o bien comprenderlos
(diversos científicos sociales).
Finalmente, Wacquant profundiza la concepción de Pierre Bourdieu al subrayar
como el Estado posee también un rol productor y activo en las regiones del espacio
social más subordinadas (tesis foucaultiana), desde el momento que ejerce un poder de
nominación negativa a través de todo el sistema penal y mediante unas políticas más o
menos expansivas en términos de poblaciones carcelarias, o "bajo custodia y
vigilancia".
3. Hacia la tematización de la distancia social entre la posición social del sujeto
objetivante y el objeto objetivado.
El desarrollo del concepto goffmaniano de estigma por Wacquant le permite
ampliar el proceso de estigmatización que se produce en contextos de máxima
desigualdad y marginación. El elemento más relevante a tener en cuenta es que esta
estigmatización tiende a ser asumida incluso por los propios agentes estigmatizados, por
más que ellos no sean los principales agentes productores del proceso estigmatizador y
sean los más perjudicados por ella. Es decir, la estigmatización geográfica o territorial
que se observa en las más subordinadas y explotadas –sobre todo, en la situación actual
del gueto estadounidense- fomenta entre los agentes que allí viven un rechazo lateral y
una desconfianza mutua, la cual tiende a debilitar la constitución de vínculos culturales
comunes. Un requisito necesario para pasar del agregado de personas múltiples collectio personarum plurium- al grupo social –corporatio-, mermándose de este modo
las posibilidades para la acción colectiva y los procesos de politización.
Ahora bien, asumiendo que su análisis del estigma territorial se encuentra
circunscrito a un campo empírico, la pregunta es: ¿se podría generalizar y aplicar a
modo de hipótesis la existencia de un proceso de estigmatización parecido
("desconfianza y rechazo mutuo") en todas aquellas posiciones más bajas y
subordinadas del espacio social? Si la respuesta es afirmativa, como lógicamente parece
6
factible que así sea, al menos de forma provisional y con cierta cautela metodológica,
nos encontrarnos ante una auténtica advertencia epistemológica (producto de las
condiciones sociales desigualitarias) que el analista ha de tener en cuenta en sus
estudios sobre las posiciones sociales de clase más distantes a la suya.
Por lo tanto, en cuanto que mecanismo o aporte de reflexividad, vemos que este
tipo de "configuraciones sociales singulares" han de resultar difíciles de percibir y de
considerar, en primera instancia, por el investigador debido estrictamente a cuestiones
sociales, una vez que dentro de su contexto social más "familiar" estos elementos o
concreciones sociales tienden a ser inexistentes. Y es más, no solo contribuye como
fuente de error o distorsión la inexistencia en el propio ámbito social de muchos
aspectos de los fenómenos estudiados, sino que dentro de la región de la posición social
del investigador las dinámicas o concreciones sociales tienden a ser opuestas en muchos
aspectos).
De ahí que se pueda sostener que ciertos fenómenos sociales no existen en el
mismo grado y manera en otros contextos sociales, y sin embargo existen muchas
probabilidades de que éstos se "den por hechos", sean presupuestos, se muestren como
normales y hasta evidentes desde la posición social del investigador.
Como mínimo, dos elementos se podrían deducir de forma lógica del trabajo de
Wacquant, los cuales pueden servir al investigador, al menos, a modo de hipótesis
plausibles o precauciones previas en sus investigaciones de las clases –o fracciones de
clase- más subordinadas y explotadas: uno más radical, chocante al sentido común
académico y quizás hasta cuestionable, mientras que otro mucho más asimilable. El más
radical es que habría que considerar hipotéticamente que hasta el mismo fenómeno
"bruto y simple" de la solidaridad intra e inter-grupal (junto con los consiguientes
procesos de posible politización que ella conlleva) son elementos distribuidos por el
espacio social de forma muy asimétrica en función de la región del espacio social
específica. En otras palabras, habría que asumir que hasta los fenómenos más
rudimentarios de solidaridad intra e inter-grupal son también efectos de la desigualdad
social, esto es, son indicios relativos de las relaciones de poder y subordinación que
estructuran la sociedad. Por lo que existirían mayores o menores probabilidades para
que esas solidaridades lleguen a producirse, existir y mantenerse, y ello al margen de
cualesquiera que sean las manifestaciones concretas que funcionen como lazos y
7
vínculos sociales, religiosos, políticos, consuetudinarios, tradicionalistas, legalistas, etc.
Es decir, podría ser cuestionable la mayor o menor atribución de este factor a un ámbito
concreto o región del espacio social, pero en cuanto que factor de comprensión y de
explicación de ciertas realidades tendría vigencia y es probable o factible encontrarlo en
otras posiciones sociales más relegadas. Por ejemplo, podemos discutir si este factor
tiene un peso importante o nulo en la realidad social de los guetos y zonas marginales
pero quizás nos sea útil –a modo de hipótesis- para comprender las realidades en las
prisiones, internados o manicomios, donde las relaciones de poder y subordinación son
aún más dramáticas. (por ejemplo es significativa en términos de gestión del vigilancia
y gobierno todas las medidas de dispersión, y en concreto que la dispersión territorial
haya sido una herramienta aplicada a los presos de ETA, los cuales tenían una fuerte
cultura política).
Por otro lado, el elemento más asimilable sería que se puede suponer que el
analista social tendera a percibir y observar dentro de los contextos de pobreza y
exclusión todas aquellas configuraciones sociales o fenómenos que ya conoce, los
cuales le son más familiares por ser parte y tener lugar dentro de su región –o cercanasdel espacio social. Lo que tiene por consecuencia que existe el riesgo de que en la
descripción
de
las
prácticas
sociales
el
científico
realice
cierto
tipo
de
"homogeneizaciones improcedentes" o "asimilaciones ilegitimas", desde el momento
que describe como parecidos y similares fenómenos que "se parecen" pero que de hecho
no lo son4. Pues a pesar de que ciertos discursos o prácticas simbólicas se puedan
presentar como "similares" no lo son desde el momento que están insertos en un
contexto social distinto, el cual le otorga una significación social diferente, esto es, son
"partes" integrantes de un "conjunto" material, simbólico y cultural muy diferente al
contexto donde se encuentra inscrito el científico social, desde el momento que existe
una probabilidad diferente de que se produzca, exista y mantenga el discurso o práctica
que se presenta como parecida o similar. Un ejemplo no ayudará a verlo más claro. Así
nos podemos encontrar que se confunda la significación social de algunas prácticas
procedentes de ámbitos de pobreza con la significación social que tienen ciertas
prácticas dentro del contexto familiar del investigador, por ejemplo que se interprete las
movilizaciones
sociales
como
movilizaciones
ciudadanistas
o
concienciadas,
4
Nótese que para el lector potencial de las producciones sociológicas, relativamente cercano a la
posición social del investigador, existen igualmente muchas probabilidades de que estas asimilaciones
ilegitimas se le presenten como correctas, pertinentes, adecuadas y aproblématicas.
8
políticamente hablando, algo que es poco probable en los contextos de exclusión social
(véase: guetos, instituciones totales, etc.), como ha sucedido con algunas movilizaciones
piqueteras en Argentina o algunos movimientos indigenistas en Bolivia (Poupeau, 2013:
59-63). O bien, algo que suele pasar más desapercibido, por más que el fenómeno
político sea similar, se han de tener en cuenta e incluir en la descripción y análisis las
probabilidades diferenciales para que se produzca (la cuales hacen referencia a
condiciones estructurales y estructurantes) mucho más improbables que los contextos de
pobreza y exclusión (Gutiérrez, 2007: 36-40).
Vemos que la reflexión sobre la relación sujeto-objeto de investigación y la
distancia social entre ambas posiciones sociales nos conduce hacia las relaciones de
clase desigualitarias existentes en el espacio social.
Al margen de lo anterior, otro elemento de reflexividad que podríamos generar
desde los trabajos de Wacquant, si se quiere más "objetivo", tiene que ver con el hecho
de reflexión sobre qué constituye y qué efectos produce la nominación estatal para la
investigación: ¿qué límites u obstáculos presenta para la investigación social el hecho de
que un comportamiento sea categorizado por el Estado como delictivo y, por tanto, sea
perseguido?, ¿existe en nuestros sujetos-objetos a estudiar una gran propensión a ser
investigados, a ser "comprendidos" por el análisis, cuando tienen a la policía "tras sus
pies"? En estos casos puede producirse que mucha "información relevante" tienda a
concentrarse en mayor medida dentro de circuitos intra-grupales, por lo que será poco
accesible al investigador, o incluso en muchas ocasiones inaccesible por cuestiones
sociales (quizás estamos asumiendo aquí que gran parte de los comportamientos
definidos como delictivos tienden a ser comportamientos de las clases sociales más
bajas de la sociedad, asunción que no me parece muy temeraria).
Como se puede apreciar, los trabajos de Wacquant sobre la marginalidad
avanzada y la estigmatización territorial posibilita mayores cuotas de reflexividad sobre
las condiciones sociales del sujeto objetivado pero también del sujeto objetivante. Y por
último, de forma algo lateral a lo visto, sus aportaciones nos permiten salir de la imagen
idealizada del "buen pobre", del "pobre honrado", imagen moralista compartida por la
mayoría de los científicos sociales (comprobable con el simple hecho de analizar las
temáticas y el tipo de ponencias o comunicaciones de cualquier Congreso de
Antropología o Sociología sobre la Pobreza) Mostrar que el delito perseguido y
9
castigado tiende a encontrarse en las posiciones sociales más subordinadas del espacio
social es también un trabajo del sociólogo que quizás por sus disposiciones y su visión
moralista de la sociedad resulta difícil realizar.
4. Miserabilismo versus populismo, ¿una oposición falsa o ajustada para
evaluar el trabajo de Wacquant?
Dentro del estudio de las movilizaciones y formas de politización de las clases
sociales más desfavorecidas y explotadas nos encontramos ante los extremos que ya
plantearon Claude Grignon y Jean-Claude Passeron (1992) en su estudio sobre las
aproximaciones científicas y literarias a la cultura popular, Lo culto y lo popular.
Esto es, la posibilidad que tienen las descripciones de las prácticas populares de
o bien girar hacia un posible miserabilismo, consecuencia de representar las prácticas
políticas populares en un sentido negativo, como lo que no son –en relación a la política
legitimada-, lo que ellas no tienen, sus “carencias y ausencias”. O bien caer en un
populismo que tienda a engrandecer y glorificar las prácticas políticas populares en
relación a las otras formas políticas.
Antes de pasar a ver si es conveniente evaluar el trabajo de Wacquant mediante
esta oposición es necesario tomar en consideración la oposición misma. Como señala
Pablo A. Mitnik (1997) el trabajo de los teóricos franceses por útil que sea contiene una
importante ambigüedad y confusión en sí mimo. Desde el momento que su
caracterización del populismo parece confundir la cultura popular con una cultura
“autónoma y exterior” a la estructuración simbólica general. Ella es analizada de un
modo que tiende a parecerse al tipo de culturas que han sido estudiadas
tradicionalmente por la antropología, donde un grado de relativismo cultural y análisis
interno (Emic) es adecuado y pertinente, es más debe ser su principio metodológico. Por
el contrario, el análisis de las culturas populares no se puede confundir nunca con el
análisis de una cultura extranjera o ajena, por lo que esta precaución etnológica no sería
tan aconsejable para el estudio de las culturas de clase baja o popular. Desde el
momento que gran parte de sus características y propiedades son el resultado de su
posición subordinada y relegada en la estructura de dominación. Debido a que algo que
no es "visible" en primera instancia en las culturas populares, esto es, la lógica de
10
dominación (que no es otra cosa que su relación pasada y presente con las otras clases
sociales), es uno de los principales vectores que las definen y las conforman.
De lo que se deduce una erosión considerable de la oposición conceptual que
pretenden confeccionar Grignon y Passeron. Así, un tipo de populismo parecido se
produciría cuando se describen las prácticas sociales -aquí, los procesos de politizaciónde forma simétrica, cuando la simetría no exista en la realidad 5. Dicho de forma concisa,
el miserabilismo es un riesgo que hay que evitar, pero el populismo no es un mero
riesgo, sino que sería un análisis enteramente errado y distorsionado.
Una vez relativizado el polo populista de la oposición, ya que es el menos
consistente. Cabe afirmar que los análisis de Wacquant sí que adolecen de una escasa o
débil descripción de las disposiciones, competencias, esperanzas y expectativas que un
conjunto de sujetos dentro de un contexto de extrema pobreza y altos índices de
delincuencia pueden llegar a poseer como formas más adaptativas y más "razonables"
en relación a ese entorno social.
Dos son los aspectos que pueden resultar más problemáticos6 dentro del modelo
teórico de Wacquant. En primer lugar, y a pesar de analizar de forma exhaustiva la
nominación negativa que sufren las capas más desfavorecidas del espacio social, se
observa que su análisis se concentra sobre todo en el enfoque de las condiciones
objetivas, echándose de menos un acercamiento más integrado desde una perspectiva
“subjetiva”, que rescate la visión de los agentes7 en liza, en función del contexto, las
significaciones o valoraciones nativas, es decir, ¿cómo se estructura el juego social en
5
En este sentido, se puede consultar el trabajo de Bourdieu, "la delegación y el fetichismo
político", en Cosas dichas (1996), sobre la lógica de la representación política, y en especial aquella más
específica de los grupos dominados y desposeídos de todo tipo de capital social. En la misma línea
Gautier enfoca la delegación como mecanismo necesario para que las clases sociales más subordinadas
puedan lograr otorgarse una "voz", "La représentation chez Bourdieu: de la délégation comme décision à
la délégation comme dépossession - hypothèses de lecture" (2012).
6
Ambos aspectos intentan ser explicados por Wacquant en la introducción de Castigar a los
pobres. El gobierno neoliberal de la inseguridad social (2010), una vez que nos dice que no era su
objetivo una aproximación subjetivista de la pobreza, sin embargo esta nos parece imprescindible, para
evitar los efectos que se derivan de su ausencia.
7
Pienso sobre todo en el libro Los condenados de la ciudad (Wacquant. 2008) dado que creo que
es donde de forma más sistemática trabaja nuestro autor el concepto de marginalidad avanzada. Por el
contrario, este tipo de análisis más “subjetivista” o concentrado sobre las expectativas y valoraciones de
los actores sociales ha sido realizado por Wacquant sobre el ambiente pugilístico y lo que representa el
boxeo en el gueto, en este sentido cabe interpretarse Entre las cuerdas: cuaderno de un aprendiz de
boxeador. (Wacquant. 2004), o también “Putas, esclavos y sementales: lenguajes de explotación y ajuste
entre boxeadores” (Wacquant. 2005b), así como en la minuciosa entrevista “The Zone” en Pierre
Bourdieu (Coord. 1999a). Aun así nunca se llega a abordar una perspectiva global sobre los diversos
puntos de vista "subjetivos" que representarían y se encontrarían en un contexto de pobreza.
11
las zonas más estigmatizadas?, ¿qué relaciones de dominación se articulan allí? Por lo
que, se ven algo difuminadas las acciones y estrategias sociales de los habitantes de los
guetos o las banlieues, bajo el peso de las condiciones objetivas, definidas éstas en gran
medida por el estado penal-asistencial.
Y segundo, cabe subrayar que con el análisis de Wacquant se tiene la impresión
de que las políticas neoliberales aparecen en cierta medida "descontextualizadas", fruto
de que se encuentran dibujadas por la completa ausencia de tendencias contrarias,
cercanas o adyacentes. De este modo, las políticas neoliberales pueden parecer
demasiado “prominentes”, al encontrar reducidos obstáculos en el camino que va desde
sus proyecciones hasta sus realizaciones concretas y diferenciales en función del
contexto nacional (condiciones de recepción). Su estrategia analítica y expositiva puede
llegar a conformar lo que se podría denominar como un cierto funcionalismo "de lo
peor", al perfilarse las tendencias políticas de modo casi inexorable y sobre todo, lo que
es más grave, de forma inexpugnable; al margen eso sí, de la denuncia concienciada del
investigador, como única estrategia de defensa o polo de resistencia.
Vemos, finalmente, la necesidad de incorporar dentro del análisis el punto de
vista de los actores, o mejor dicho, sus prácticas razonables y adaptativas con los
contextos de pobreza y exclusión.
5. A modo de conclusión.
En la presente ponencia se ha intentado esbozar los diferentes elementos que
contribuirían a una profundización de la reflexividad bourdiana, los cuales se
encuentran inscritos en las aportaciones e investigaciones de Loïc Wacquant. Para ello,
la herramienta principal, a mi juicio, sería una visualización permanente y sistemática,
cada vez más refinada, de la posición social del sujeto objetivante, del investigador, en
relación a su objeto de estudio, lo que en sí mismo es también una tematización
progresiva de la distancia social de clase que separa ambas posiciones sociales dentro
del espacio social. Esta visualización del sujeto objetivante que busca las fuentes de
error, distorsiones y generalizaciones abusivas no persigue la denuncia o la polémica,
sino más bien el dibujar de forma más espesa y densa ambas posiciones. Aunque resulte
paradójico, la reflexividad bourdiana muestra que un mejor análisis de las posiciones
12
lejanas se puede lograr precisamente mediante un análisis más sistemático de los
elementos, características y configuraciones de las posiciones sociales propias, es decir,
de los elementos que conforman la posición social del investigador.
6. Bibliografía.

Bourdieu, P., Chamboredon, J-C., y Passeron, J-C. (1976) El oficio del
sociólogo: presupuestos epistemológicos. Siglo XXI. Madrid.

Bourdieu, P., (1990) “Espacio social y génesis de las ‘clase’” en Sociología y
Cultura. Grijalbo. México: pp. 281-309.
o (1999a) La miseria del mundo. Akal. Madrid.
o (1999b) Meditaciones pascalianas. Anagrama. Barcelona.
o (1999c) Contrafuegos I. Anagrama. Barcelona.
o (2000) Cosas dichas. Gedisa. Barcelona.
o (2002) El baile de los solteros. Anagrama. Barcelona.
o (2003) El oficio del científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad.
Anagrama. Barcelona.

Caballero, J. J. (1998) “La interacción social en Goffman” en REIS nº 83.

Gautier, C. (2012) "La représentation chez Bourdieu: de la délégation comme
décision à la délégation comme dépossession - hypothèses de lecture", en Revue
Cités, nº 51.

Goffman, E. (1970) Estigma. Amorrortu Editores. Madrid.

Grignon, C., y Passeron, J-C. (1992) Lo culto y lo popular. Miserabilismo y
populismos en sociología y en literatura. La Piqueta. Madrid.

Gutiérrez, A. (2004) “La teoría de Bourdieu en la explicación y comprensión del
fenómeno de la pobreza urbana”, en Pierre Bourdieu, las herramientas del
sociólogo de Luis Enrique Alonso, Enrique Martín Criado y J. L. Moreno
Pestaña (eds.). Editorial Fundamentos. Madrid.
o (2007) Pobres, como siempre...: estrategias de reproducción social en la
pobreza. Un estudio de caso. Ferreyra Editor. Córdoba (Argentina).

Mitnik, P. (1997) "Relativismo y culturas populares: tres (anti)tesis
epistemológicas", en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, Vol. III, nº.
5.
13

Poupeau, F. (2012) Les mésaventures de la critique. Raisons d'Agir. París.

Wacquant, L. (2000) Las cárceles de la miseria. Manantial. Buenos Aires.
o (2004) Entre las cuerdas: cuaderno de un aprendiz de boxeador. Alianza.
Madrid.
o (2005a) “El color de la justicia. Cuando gueto y cárcel se asemejan y se
ensamblan”, en Repensar los Estados Unidos: para una sociología del
hiperpoder. Loïc Wacquant (Dir.). Anthropos. Barcelona.
o (2005b) “Putas, esclavos y sementales: Lenguajes de explotación y ajuste
entre boxeadores”, en Potlatch, año II, nº 3.
o (2007) Los condenados de la ciudad. Siglo XXI Argentina. Buenos
Aires.
o (2008) “On Symbolic Power and Group-Marking: Pierre Bourdieu’s
Reframing of Class” Foreword to Pierre Bourdieu, Et klassespørsmål,
Oslo, Forlaget Manifest. (accedido de
la web el 22/02/2013:
http://sociology.berkeley.edu/faculty/wacquant/).
o (2010) Castigar a los pobres. El gobierno neoliberal de la inseguridad
social. Gedisa. Barcelona.
14
Descargar