CONFLICTO DE RACIONALIDADES: EL CASO DEL PROYECTO DE Resumen

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CONFLICTO DE RACIONALIDADES: EL CASO DEL PROYECTO DE
HIDROAYSÉN EN LA PATAGONIA CHILENA
Autora: Alessandra Pirazzoli1
Coautor: Cristian Aránguiz2
Resumen
Chile es un país cuya economía está en desarrollo, para poder continuar con un
crecimiento sostenido, es necesario disponer con energía segura y a bajo costo, el
problema es la alta dependencia que tiene el país de energías importadas. Para afrontar
este problema la apuesta a ha sido el aprovechamiento de los recurso hídricos. En el
año 2004 nace el proyecto de construir cinco centrales hidroeléctricas en los ríos Baker
y Pascua ubicados en la Patagonia.
La construcción de estos megaproyectos hidroeléctricos ha sido percibida por vastos
sectores de la población, principalmente de la región de Aysén, como una amenaza a la
integridad ambiental de la Patagonia desarrollándose un importante conflicto
socioambiental en el cual subyace la confrontación de racionalidades disímiles, bajo un
Estado pasivo, que ha comodificado los recursos naturales y cuya visión del desarrollo y
orientación económica se funda bajos los preceptos del neoliberalismo.
Palabras Clave: sociología ambiental, racionalidad ambiental, racionalidad neoliberal,
sociedad civil organizada, Hidroaysén, Estado.
Abstract
Chilean economy is in a development process, in order to continue with sustained
growth, is required a secure and affordable energy; the problem is the high dependence
of imported energies. To address this problem, the country has been betting on the use
of water resource. In 2004 emerge a project to build five hydroelectric dams on the
Baker and Pascua rivers located in Patagonia.
1
Socióloga Universidad de Playa Ancha, Máster en Investigación en Sociología Universidad de Barcelona.
[email protected].
2 Sociólogo, Magíster en Investigación Social y Desarrollo Universidad de Concepción, Candidato a Doctor en
Sociología Universidad Complutense de Madrid.
The construction of these hydroelectric megaprojects has been perceived by large
sectors of the population, mainly in the Aysén region, as a threat to the environmental
integrity of Patagonia, developing an important socio-environmental conflict with
implications in different social spheres. At the conflict, there is an underlying
confrontation of dissimilar rationalities, under a passive state, which has commodified
the natural resources and whose vision of development and economic orientation is
based
under
the
precepts
of
neoliberalism.
Keywords: environmental sociology, environmental rationality, neoliberal rationality,
organized civil society, State.
Contextualización
Chile, para poder seguir proyectando su crecimiento económico en torno al 5% anual
debe en un plazo no superior a 10 años, como mínimo, duplicar su capacidad energética.
El problema principal al cual se enfrenta, es que en la actualidad posee una fuerte
dependencia energética, donde más del 70% de los combustibles fósiles son importados
(Consejo Nacional de Energía, 2008). Lo anterior, sitúa a Chile como un país altamente
vulnerable en abastecimiento energético, no sólo por el riesgo de suministro sino que
también por la volatilidad de los precios internacionales.
La hidroelectricidad se presenta como una de las alternativas más viables para
minimizar la dependencia, debido tanto a la disponibilidad del recurso hídrico en el
país como al conocimiento tecnológico necesario para explotarla, hace que sea una
energía altamente competitiva. A su vez, la generación hídrica, al compararse con otras
fuentes tradicionales, posee un muy bajo impacto climático a escala global. Por último,
al ser un recurso nacional, aporta la seguridad que necesita el sistema energético.
Bajo este contexto entre los años 2004 y 2005 ENDESA Chile comienza a hacer
estudios para la construcción de cinco centrales hidroeléctricas en los ríos Baker y
Pascua en la Región de Aysén, en la Patagonia chilena, y una línea de transmisión de la
electricidad de más de 2000 km, la que atravesaría desde el sur al centro del país. Este
proyecto hidroeléctrico contribuiría con una generación media anual de 18.430 GWh al
Sistema Interconectado Central. En el 2006 ENDESA se asocia a la empresa chilena
Colbún creando una sociedad anónima para desarrollar el proyecto de Hidroaysén.
El proceso de evaluación ambiental (EIA) comienza el año 2008 no exento de
polémicas con grupos ambientalistas, de la sociedad civil organizada y de
movilizaciones ciudadanas a lo largo de todo el país. El proyecto comienza una larga
tramitación siendo rechazado tres veces antes de ser aprobado en Mayo de 2011 por la
Comisión de Evaluación Ambiental de Coyahique.
En dicho estudio, la empresa incluye un conjunto de medidas ambientales para mitigar,
compensar y restaurar los efectos sobre flora y fauna acuática, hidrología y medios
humanos en el área de influencia directa del proyecto.
Para los detractores del proyecto los problemas no son sólo los impactos sobre el
ambiente, sino que pasan principalmente por la ineficiente política energética del país
que lo ha llevado a una situación de dependencia extrema y baja diversificación de
fuentes energéticas. Desde la sociedad civil organizada se levanta una crítica hacia el
modelo de desarrollo del país, el cual se considera depredador del medio ambiente y de
la calidad de vida de la sociedad en su conjunto.
El 14 de agosto de 2008 Hidroaysén ingresa su Estudio de Impacto Ambiental a la
Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), para comenzar el proceso de
evaluación. En Noviembre de ese mismo año el proyecto es rechazado con 2.698
observaciones realizadas por 32 de los 36 servicios con competencia ambiental. La
empresa solicitó un período ampliado para poder responder a cada una de las
observaciones, el proyecto vuelve a ingresar a evaluación en Octubre de 2009, siendo
nuevamente rechazado en enero de 2010 con 1.114 observaciones. Para Octubre de
2010 Hidroaysén retoma su proceso de evaluación y en Noviembre de ese año el
proyecto le es nuevamente devuelto con 199 observaciones. Finalmente el proyecto
vuelve a evaluación el 11 de abril de 2011, siendo aprobado el Estudio de Impacto
Ambiental, por la Comisión de evaluación Ambiental de Coyahique el 9 de Mayo de
2011, con diez votos a favor y una abstención.
La Comisión de Evaluación Ambiental evaluó la construcción de cinco represas en los
ríos, estuvo integrada por la Intendenta de la Región de Aysén, el director (s) del
Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), y los Seremis (Secretarios regionales
Ministeriales). Pero ante acusaciones de “conflictos de interés” hechas por los grupos
ecologistas, cuatro de estos seremis (Vivienda, Minería, Economía y Medio Ambiente)
se abstuvieron de participar en la votación siendo reemplazados por sus subalternos en
la instancia.
A partir de entonces comienza una disputa legal, el 20 de junio de 2011, la Corte de
Apelaciones de Puerto Montt declaró admisibles tres recursos de protección
interpuestos por diversas organizaciones ambientalistas , personas individuales y un
grupo de senadores contra de la Comisión de Evaluación Ambiental de Aysén.
Paralelamente, el tribunal de alzada acogió una orden de no innovar incluida por los
recurrentes, lo que impedía el inicio de las obras de construcción de las represas
aprobadas, mientras no hubiese un pronunciamiento judicial. De todas formas la
empresa manifestó que no comenzaría las obras sin antes tener la aprobación completa
de la línea de transmisión.
Los recursos fueron rechazados por la Corte de Apelaciones, pero fueron llevados a la
Corte Suprema, quienes finalmente rechazaron los recursos el 4 de abril de 2012, dando
la máxima venia al desarrollo del proyecto. El 30 de mayo de 2012, Colbún con un
comunicado vía Superintendencia de Valores y Seguros, anuncia la suspensión
indefinida del Estudio de Impacto Ambiental de las líneas de transmisión del proyecto
de Hidroaysén, dado que la empresa estima que en el país no están dadas las
condiciones para desarrollar un proyecto energético de esta envergadura, mientras no
exista una política nacional consensuada que otorgue los lineamientos de la matriz
energética que el país requiere. Al día de hoy el proyecto se encuentra suspendido.
Debido a que sólo está evaluada y aprobada la construcción de las centrales
hidroeléctricas y no la línea de transmisión, Hidroaysén decidió suspender la
tramitación ambiental de dicha línea de transmisión por la inexistencia de una política
nacional que otorgue los lineamientos sobre la matriz energética que requiere el país
(Declaración pública 30 mayo 2012, radio Bío bío Chile).
La respuesta ciudadana durante todo el proceso de tramitación ambiental, ha estado
dada por la sociedad civil organizada que pone en duda la necesidad de dañar un
patrimonio natural como lo es la Patagonia con sus ríos y bosques vírgenes,
manifestando su defensa y criticando el modelo de desarrollo impuesto en el país.
Problema
La problemática surgida a raíz de la construcción de Hidroaysén, es desde una
perspectiva sociológica, un conflicto socioambiental que surge principalmente de la
confrontación de racionalidades, en relación con los recursos naturales existentes, su
uso y control ya sea por parte del Estado, de las empresas o la población local.
Dentro del conflicto nos encontramos con tres actores, Estado, Empresa y Sociedad
Civil cuyas demandas e intereses responden a lógicas y racionalidades propias con
respecto a la relación sociedad (hombre)-naturaleza.
En la relación de interdependencia sociedad-naturaleza la disponibilidad de un recurso
natural escaso como el agua es un factor que influencia directamente a la dinámica
social y que incluso puede ser fuente de cambio social, en base al rol que desempeñan
las instituciones sociales, y su orientación con respecto a la estructura social y valórica
existente en una territorialidad local y/o nacional. En este caso la forma que asuma el
conflicto proviene de las racionalidades que legitiman el orden de la vida social y la
distribución de poder al interior de la sociedad chilena.
Es sobre el territorio significado, en este caso la Patagonia, donde existe una pugna por
la apropiación de la naturaleza y la resignificación de los modos de vida
que
constituyen las variables contextuales de los conflictos socioambientales, una tensión
entre el espacio local vivido y el espacio global regido por un contenido ideológico
ajeno e impuesto (Romero, et al, 2009)
En un conflicto socioambiental como este, todas las esferas sociales se encuentran de
una u otra forma, en menor o mayor nivel influenciadas o tienen injerencia en él.
Existen causas sociopolíticas y económicas, que a diferentes escalas temporales y
espaciales pueden servir para explicar las razones del conflicto, con el fin de buscar
soluciones alternativas o poner fin al problema.
La adopción del modelo de Economía Social de Mercado, se sustenta en enfoques
teóricos neoliberales que exacerban la eficiencia como fundamento de sus políticas
basándose en el individuo, el mercado y lo material. De esta manera, al poseer un lugar
importante el mercado como proveedor de bienestar, se entra en su juego reduciéndose
el bienestar a términos puramente económicos dejando de lado toda consideración ética
y social. El bienestar deja de ser una demanda y derecho social para ser un bien
individual. Desde esta perspectiva, uno de los objetivos de la presente investigación es
indagar si la adopción de este modelo económico ha sido una de las causas de la
conflictividad social generada por el proyecto de Hidroaysén.
El conflicto puede definirse como una lucha de poderes desiguales, fundados en
racionalidades e intereses disímiles, bajo un Estado pasivo, que ha comodificado los
recursos naturales y cuya visión del desarrollo y orientación económica se funda bajos
los preceptos del neoliberalismo.
La pregunta que guiará la presente investigación es: ¿De qué forma concepciones
disímiles en la relación bidireccional sociedad/medio ambiente conforman distintos
tipos de racionalidades cuyas orientaciones a la acción generan conflictividad social?
Teniendo como objetivo principal analizar los discursos que están en conflicto para
identificar las racionalidades que les subyacen, como también la contextualización del
modelo económico de desarrollo en la que se enmarca el conflicto de Hidroaysén.
Para cumplir con lo anteriormente expuesto, es necesario identificar y categorizar los
discursos de la empresa Hidroaysén, la sociedad civil organizada y el Estado;
caracterizar el marco legal que determina las directrices del modelo económico chileno,
así como también caracterizar el marco legal que determina la institucionalidad
ambiental del país.
De esta manera se pretende develar las causas del conflicto socioambiental y sus
posibles soluciones.
Relevancia
La división entre el hombre y la naturaleza, tiene sus primeros indicios mucho antes del
advenimiento de la modernidad y el surgimiento de la “razón humana” donde se
refuerza el domino del hombre sobre la naturaleza. De acuerdo a Aledo y Dominguez
(2006) es en la época de los descubrimientos, en la etapa de la colonización, cuando
nace la justificación ideológica de que el mundo social debe imponerse sobre el mundo
natural (incluyendo a las poblaciones humanas colonizadas).
A partir del siglo XIX, aproximadamente, comienza un proceso de secularización de la
vida, dominado principalmente por el espíritu positivista basado en el racionalismo del
hombre. La modernidad establece la fragmentación, cosificación y cuantificación de lo
natural para lograr su dominio y control. Por su parte, la expansión del capitalismo
necesita de la mercantilización de la naturaleza y para ello es fundamental la utilización
de la razón moderna.
“La sociedad que proyecta y realiza la transformación tecnológica de la naturaleza,
altera la base de la dominación, reemplazando gradualmente la dependencia personal
por la dependencia al «orden objetivo de las cosas» (las leyes económicas, los
mercados, etc.). Desde luego, el «orden objetivo de las cosas» es en sí mismo resultado
de la dominación, pero también es cierto que la dominación genera ahora una
racionalidad más alta: la de una sociedad que sostiene su estructura jerárquica
mientras explota cada vez más eficazmente los recursos mentales y naturales, y
distribuye los beneficios de la explotación en una escala cada vez más amplia”
(Marcuse, 1993:79).
Esta superposición de lo social por sobre lo natural, legitimada por el control y la
dominación, ha traído consecuencias para el desarrollo de las ciencias tanto de carácter
epistemológico como práctico (Aledo y Domínguez, 2006). En el caso del primero, la
división entre ciencias naturales y ciencias sociales ha generado enfoques
reduccionistas, incapaces de aprehender y explicar los fenómenos complejos biofísicos
y sociales. En el segundo, las consecuencias del enfoque reduccionista se materializan
en soluciones parciales a los problemas, como el caso ambiental.
La sociología, en particular, no ha estado exenta de las consecuencias de esta
superposición y casi en su totalidad desde la teoría sociológica clásica se ha ignorado el
sistema físico natural como un elemento integral de los sistemas sociales en general,
como también del económico en particular (Pardo,1996).
Con la crisis medio ambiental ya desatada, la cuestión ambiental ha logrado ser
visibilizada como una problemática de carácter eminentemente social y un
reconocimiento a los límites del crecimiento. La dimensión social es parte de cómo la
propia naturaleza evoluciona, la humanidad es una de sus consecuencias, por lo tanto el
problema ambiental es el resultado de una modalidad específica que ha adoptado la
especie humana (Gligo,2001).Este es fundamentalmente, el paradigma que se incorpora
a la sociología desde la década del 70` y que ha derivado en claros esfuerzos por la
teorización de la problemática medioambiental.
El medio ambiente como objeto de estudio de la sociología, para los fines de la presente
investigación se definirá desde una perspectiva ecosistémica. Siguiendo a Morin (1996),
esta noción permite abordar la interacción e interdependencia del sistema social con su
entorno.
Específicamente, esta noción derivada de ecología, se sustenta “sobre un
sistema complejo, que apela a la vez a las interacciones particulares y al conjunto
global, que además, resucita el diálogo y la confrontación entre los hombres y la
naturaleza, y permite las intervenciones mutuamente provechosas para unos y otra”
(Morin, 1996:3)
La labor o el desafío de la sociología es, en primera instancia, subrayar el error de
analizar lo social como entidad independiente, para luego demostrar que el enfoque
sociológico es necesario para una mejor comprensión y solución de los problemas
medioambientales, develando una de las contradicciones estructurales de la
modernización capitalista entre un ecosistema biofísico finito y la tendencia de
acumulación de capital infinita.
Sustentos teóricos
Racionalidad Ambiental
Este concepto acuñado por Leff (2004), surge a raíz de la constatación que actual crisis
ambiental es la mayor expresión de las profundas fallas del modelo civilizatorio de la
modernidad. La degradación ecológica es la prueba del fracaso de una civilización
fundada en la racionalidad económica y científica, que se desprende de las bases
materiales y desconoce los límites ecológicos.
Ante la crisis ambiental ni la eficacia del mercado, ni la norma ecológica, ni los
conservacionistas, ni las soluciones tecnológicas pueden revertir la degradación, la
concentración de poder y la desigualdad social que genera la racionalidad económica;
por lo tanto hay que indagar en la posibilidad de construir otra racionalidad que sea
capaz de integrar los valores de diversidad cultural, equidad, democracia y los
potenciales de la naturaleza, como valores que sustenten la convivencia social y que
establezca los principios de una nueva racionalidad productiva orientada a la
sustentabilidad (Leff, 2004).
La racionalidad es entendida en términos weberianos como el sistema de reglas del
pensamiento y acción establecidas dentro de esferas económicas, políticas e ideológicas
que legitiman determinadas acciones confiriendo sentido a la organización de la
sociedad. Estas reglas orientan los procesos y acciones sociales a través de medios
socialmente construidos, reflejados en el sistema de creencias, normas, arreglos
institucionales y patrones de producción (Leff, 2004). La acción social se orienta a
fines, valores, afectos o tradición, mientras que los tipos de racionalidad de dividen en
teórica, formal, instrumental y sustantiva.
Siguiendo al autor, la potencia teórica que tiene el concepto de racionalidad, abre
caminos para analizar la problemática ambiental porque posibilita reflexionar sobre los
procesos, ideológicos, económicos, jurídicos, técnicos e institucionales, que permiten
pensar, legitimar y sancionar acciones sociales que dan coherencia y eficacia a los
principios materiales y a los valores éticos del ambientalismo.
La construcción de una racionalidad ambiental y un desarrollo alternativo implica:

Incorporar los valores ambientales en la ética individual, derechos humanos y
normas jurídicas.

Socialización del acceso y apropiación de la naturaleza.

Democratización del poder político y los procesos productivos.

Reformas en el Estado que favorezcan la gestión participativa y descentralizada
de los recursos naturales.

Cambios institucionales que favorezcan una administración transectorial del
desarrollo.

Integración interdisciplinaria del conocimiento y una apertura de diálogo entre
las ciencias y los saberes no científicos.
Por lo tanto, la construcción de una racionalidad ambiental supone un proceso político
y social que busca confrontar intereses opuestos, romper obstáculos epistemológicos,
innovar en la construcción del conocimiento, sobrepasar las barreras institucionales y
construir una nueva forma de organización productiva. (Leff,2004).
La racionalidad ambiental se construye mediante los cuatro niveles de racionalidad
articulados: Sustantiva, Teórica, Instrumental y Cultural. Al integrar estos cuatro
niveles, la categoría de la racionalidad ambiental se transforma en una herramienta
metodológica, que permite analizar la consistencia de los discursos ecologistas, las
reformas administrativas estatales,
las normas jurídicas y cambios institucionales
destinados a un fin sustentable (Leff, 2004).
Racionalidad Neoliberal
Lo que se entenderá como racionalidad neoliberal, tiene sus bases filosóficas,
principalmente, en el monetarismo de la Escuela de Chicago de Milton Friedman y en la
Escuela de Austria con Frederik Hayek y Ludwing Von Mises como sus principales
exponentes. Si bien sus planteamientos poseen diferencias entre sí, coinciden en los
fundamentos principales: la reivindicación del poder del mercado y de su rol en el
desarrollo económico y social, y la prevalencia del sector privado sobre el público, a
través del cual sustentan la eliminación de la función del Estado en el desarrollo
económico y social (Ahumada, 2002).
Existen cuatro principios teóricos fundamentales, que guían la acción bajo la lógica de
racionalidad neoliberal, ellos son, la eliminación de la función económica y social del
Estado; la operación del mercado en todas las esferas de la actividad humana; el papel
positivo de la desigualdad; y la validación del subjetivismo como criterio de verdad y,
por tanto, como explicación de los fenómenos económicos, políticos y sociales. Cada
uno de ellos ha repercutido en los diferentes ámbitos de la vida social, económica y
política.
De acuerdo a Aumada (2002), en su análisis de las escuelas de Chicago y Austria, junto
con la reducción de la actividad económica del Estado, debe limitar su función social a
la protección de los individuos y de su propiedad, garantizándoles la libertad de
emprender sus proyectos privados. Según los esposos Friedman (en Ahumada, 2002) el
Estado debe desempeñar las funciones que el mercado no puede desempeñar por sí
mismo, como determinar las reglas del juego, ser quien arbitre y aplique las reglas; por
su parte, para Hayek el Estado no debe producir ningún bien o servicio, sino vigilar que
el mecanismo que regula la producción de esos bienes y servicios sea preservado en
funcionamiento y orden. Esto se debe a que él considera que la acción pública, la
mayoría de las veces, producirá resultados negativos; no así la actividad privada, que
servirá a los intereses del orden espontáneo (Hayek, 1973 en Ahumada 2002).
La desigualdad, es el resultado de la preservación de la libertad individual y posee un
papel positivo en lo económico y social. Los bienes materiales se distribuyen como un
resultado lógico de la operación del mercado, por lo tanto éste recompensa a los
individuos de acuerdo a su contribución productiva y por lo tanto es justo. Con respecto
al subjetivismo, se sostiene que la experiencia privada del individuo es el fundamento
único para conocer el mundo; lo cual se traduce en una imposibilidad de calcular
objetivamente el costo de los bienes y servicios ya que ellos dependen de las
necesidades e intereses de los individuos.
Remitiéndonos a lo ambiental dentro de la racionalidad neoliberal, este tópico ha
cobrado relevancia y diferentes aproximaciones en relación a cómo enfrentar los
impactos ambientales. Milton Friedman sostiene “ecological values can find their
natural space in the market, like any other consumer demand. The problems of the
environment, like any other problem, can be resolved through price mechanism,
through transactions between producer and consumer, each with his own interest”
(Friedman, entrevistado en Ravaioli, 1995). Lo mismo sucede, para él en el caso de la
energía, porque si bien existen variadas fuentes de energía, muchas de ellas son
extremadamente costosas, por lo tanto cuando las fuentes tradicionales como el petróleo
escaseen los precios subirán, y las fuentes alternativas serán utilizadas.
Responsabilidad Social Empresarial (RSE)
En los años recientes se ha dado un giro en el mundo de los negocios con respecto a la
responsabilidad que tienen las empresas. Si bien su rol principal sigue siendo el de
generar utilidades, el reconocimiento a nivel mundial y los estudios que se han llevado a
cabo sobre los daños ambientales y el calentamiento global, ha impulsado una nueva
forma de gestión y de hacer negocios, dónde el concepto de sustentabilidad cobra
relevancia. Se presenta como una visión de negocios que integra el respeto por las
personas, los valores éticos, la comunidad y el medioambiente con la gestión misma de
la empresa. Se le conoce como Responsabilidad Social Empresarial (Cagija, 2010).
La RSE dice relación con la actitud de una empresa cuyo fin, en este ámbito, es
mantener el equilibrio entre el desarrollo de la sociedad, un entorno sustentable, y la
viabilidad comercial y económica de ella como empresa. Esto se fundamenta en el
reconocimiento de la mutua interdependencia de todos los actores sociales, económicos
y ambientales que se ven afectados positiva o negativamente por la actividad que
emprende la organización.
En base a lo anterior, se entiende que una empresa socialmente responsable es aquella
que asume la ciudadanía como parte de sus propósitos, asumiendo un compromiso
social que beneficie a su negocio e impactando positivamente a las comunidades, a
través de una comunicación abierta y constante con los grupos de interés (Cajiga 2010).
Modelo económico e institucionalidad ambiental chilena
Chile comienza a partir de 1973, bajo la dictadura del General Pinochet, reformas
estructurales de corte neoliberal destinadas a construir un modelo de Economía Social
de Mercado. Los cambios introducidos en las políticas económicas y sociales para la
funcionalidad del modelo, se fundamentan en las siguientes características: derecho y
defensa de la propiedad privada, la determinación de precios por medio de mercados
libres, el fomento de la competencia y el control de monopolios, la apertura de la
economía al comercio internacional y una política fiscal responsable, centrada en
cimentar el rol subsidiario del Estado. Esta reestructuración apuntó principalmente a
que el sector privado de la economía ejerciese el liderazgo en el crecimiento y
desarrollo del país, mientras el Estado cumple el rol de mantener la estabilidad
económica, social y política, así como también complementar la actividad del sector
privado.
La promulgación de la Constitución de 1980, vigente hasta el día de hoy, sella
definitivamente el modelo señalado con anterioridad. Según Ferrada (2000), la
constitución chilena podría denominarse como una “constitución economicista” ya
que en ella existe una definición de un modelo económico concreto con un fuerte
sesgo ideológico, caracterizado por el rol protagónico del sector privado y el mercado,
acompañado por la carencia de protagonismo del Estado salvo para garantizar las
libertades económicas de los ciudadanos.
Con relación a la presente investigación, se destaca que en el artículo 24 de la
Constitución se consagra la propiedad de los derechos de agua, y en el Código de
Aguas de 1981 se establece en el artículo 6 que el derecho de aprovechamiento sobre
las aguas es de dominio de su titular, quien podrá usar, gozar y disponer de él en
conformidad a la ley. Es así como aparece una relación de “propiedad individual”
sobre el agua, que incluso está separada de la tierra en dónde se encuentre. Esto le
permite al titular de un derecho de aprovechamiento comercializar con ello,
transformándose el agua en un bien de consumo transable en el mercado, sin la
restricción y/o intervención de otros poderes (Romero,et al, 2009).
A lo anterior se suma la definición de los diferentes usos del agua: el uso consuntivo
(el agua que no se devuelve a su ciclo) y el no consuntivo (se devuelve el agua a su
ciclo). Siendo éste último el que concentrará la atención de este estudio, dado que los
objetivo principales de este uso son el aprovechamiento para proyectos hidroeléctricos
e industriales.
En el año 2005, se introdujeron modificaciones al Código de Aguas. Mediante la Ley
Nº 20.017 estableciéndose un canon para quiénes teniendo derechos sobre el agua no
la estén utilizando y así disminuir la concentración del recurso no utilizado; se
establece la limitación de derechos de acuerdo a los fines para los cuáles se utilizará el
agua, para así evitar otorgamientos excesivos de caudales y que la Dirección General
de Aguas (DGA) es quien debe velar por la preservación de la naturaleza.
Aún así, según el Código de Aguas la DGA está obligada a entregar derechos de aguas
donde los privados presenten solicitudes legales y técnicamente procedentes, sin
establecer restricciones en cuanto al otorgamiento con el objeto de proteger las
cuencas, con la única excepción de la Ley de protección de Bofedales, Vegas y
Humedales 3.
A través, de la ley Nº 19.300 del año 1994, se establecen los principios y el marco
normativo con respecto a la legislación ambiental chilena. En ella se dispone del
derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación y la protección al medio
ambiente, preservación de la naturaleza y conservación del patrimonio ambiental.
También se establecen los instrumentos de gestión ambiental, de fiscalización e
institucionalidad ambiental correspondiente a la Comisión Nacional del Medio
Ambiente (CONAMA).
En el año 2010 se reestructura la institucionalidad ambiental a través de la Ley
20.417, que modifica determinado artículos de la Ley de Bases del Medio Ambiente.
Creándose normativamente el Ministerio del Medio Ambiente, el Servicio de
3
En la modificación del 2005 se autoriza al Presidente de la República a denegar parcialmente una peti ción de
derecho de aguas si ocurre que el recurso deba ser reservado para la población porque no existen otras fuentes
de agua de las cuáles abastecerse o si hay circunstancias excepcionales y de interés nacional cuando se trata de
derechos no consuntivos. (Larraín, Navarrete, Villarroel, 2010)
Evaluación Ambiental y la superintendencia del Medio Ambiente. Las modificaciones
más significativas dicen relación con la incorporación al procedimiento de evaluación
ambiental a los gobiernos regionales y los municipios; se contempla un proceso
facultativo de participación ciudadana frente a las declaraciones de impacto ambiental y
prevé procesos voluntarios de evaluación y certificación respecto a proyectos y
actividades sujetos a evaluación de impacto ambiental; también suma a los deberes del
estado permitir el acceso a la información ambiental, estableciendo al efecto un registro
público y un sistema nacional.
Es de destacar que se deja la custodia de los santuarios de la naturaleza al Ministerio del
Medio Ambiente; se modifica el artículo 129 BIS. 1 del código de Aguas, dándole
cabida al ministerio del medio ambiente para fijar criterios reglamentarios en orden a
establecer el caudal ecológico mínimo, prescribiendo la necesidad de un informe previo
de la repartición, sin afectar los derechos de aprovechamiento existente.
Tomando en consideración el marco legal vigente y el hecho que la asignación de
derechos de aguas es a perpetuidad e independiente de los derechos sobre las tierras. En
la actualidad ENDESA es dueña del 81% de las aguas de uso no consuntivo,
utilizándose principalmente en la generación hidroeléctrica y en las actividades
productivas para el modelo exportador chileno (Comisión Nacional de Energía , 2008).
Esta comodificación y concentración de los recursos hídricos ha ocasionado diversos
conflictos medioambientales y territoriales en los últimos años (Romero, et al, 2009),
siendo uno de ellos sobre el cual se desarrolla este estudio.
Metodología
Para poder abordar los objetivos propuestos, la técnica de investigación que guiará el
presente trabajo es el Análisis de Contenido, la cual se entiende como una técnica
analítica basada en la necesidad de decodificación, a través de la operación de material
escrito, entendido como el paso de la orilatura a la literatura. Trabajo de identificación
significativa e interpretativa. El contenido del texto no es algo que estaría localizado
dentro del texto en cuanto tal, sino fuera de él, en un plano distinto en relación con el
cual ese texto define y revela su sentido. (Aránguiz, 2008)
Éste es el marco de referencia para poder captar el contenido y significado de todo lo
que está en el texto y de esta forma poder reconocer el significado de un acto situándolo
dentro del contexto social en el cuál acaeció.
A nivel epistemológico, se entenderán los comportamientos de los actores sociales
como dotados de sentido y accesibles a la comprensión, (Weber, 1962). La perspectiva
fenomenológica ligada a la intencionalidad de la acción, es entendible respecto a la
situación biográfica de mundos transpuestos con elementos significativos en la
cotidianeidad, mediante acervos de conocimiento que denota el sentido común.
Concretamente se utilizará el análisis de contenido cualitativo, ya que a través de él no
solo se puede llegar al contenido manifiesto de lo analizado, sino que se profundiza en
el contenido latente y en el contexto social dónde se desarrolla.
El muestro es intencional opinático bajo los criterios de accesibilidad a la información
y de saturación teórica. Las categorías se obtendrán según un modelo mixto, es decir,
tanto deductivas como inductivas. La validez se obtiene mediante la comprobación de
la localización de un núcleo neurálgico del fenómeno a analizar; además de disponer de
un marco teórico adecuado para la búsqueda de los datos (Andréu,2000).
Principales hallazgos
A lo largo de la presente investigación se ha demostrado que el conflicto generado por
la construcción del proyecto de Hidroaysén, es un conflicto socioambiental
fundamentado en racionalidades disímiles y contrapuestas, que no sólo se advierten en
la confrontación entre la empresa y la sociedad civil organizada, sino que también se
hace patente en el rol secundario que posee el Estado frente a los desafíos del país. El
Estado en vez de velar por las necesidades del país y de la sociedad; ha sido un foco
central en la conflictividad socioambiental generada, transformándose en un tercer actor
en conflicto. De ahí su relevancia en incorporar su discurso a esta investigación.
A modo de ordenamiento conceptual, se expondrán las conclusiones a través de dos
tipos de lecturas. En primer lugar, un análisis vertical de cada actor, y en segundo lugar,
un análisis transversal de los discursos, en función de explorar los límites y
posibilidades de acercamientos en la solución al conflicto.
Acercamiento vertical.
Sociedad Civil Organizada
Desde el punto de vista del análisis, es profundamente relevante la consideración en la
relación entre la sociedad y la naturaleza, de una disociación entre lo que se ha
denominado la crisis ambiental y la interconexión sistémica. En el primer punto, el
advenimiento de la sociedad de consumo, así como las políticas de corte desarrollista,
son las responsables de cómo la estructura social se ha configurado en términos de
construcción de racionalidad. Así, la actual política y modelo de desarrollo en Chile,
estaría ubicado en las antípodas de un modelo sustentable que considere una mirada
desde el ecosistema en su relación con la humanidad.
Esta perspectiva que construye desde la racionalidad ambiental constituye una
delimitación de intencionalidad en el hacer, marca una clara distinción que articula todo
el discurso posterior en las categorías analizadas. Así, la relación con el Estado y con la
política de abastecimiento energético desde este tipo de racionalidad, se consideran
parte de un mismo proceso de racionalidad económica que ha encontrado sus límites.
Las críticas al modelo económico, a la institucionalidad ambiental, y a la falta de
eficiencia energética, están en sintonía con la propuesta de desarrollo alternativo que
articula los diversos niveles de racionalidad ambiental.
Ante esto, el proyecto Hidroaysén es la cristalización empírica del malestar, tanto a
nivel de impacto, así como de construcción de discursividad. Las prácticas de
resistencia que es posible apreciar en el análisis interpretativo, denotan como desde el
punto de vista de las alteraciones sociales y ambientales se construyen posiciones
contrarias al proyecto en todo orden de cosas. Ni siquiera las políticas de mitigación o
las estrategias de Responsabilidad Social Empresarial son consideradas dentro de un
acercamiento, sino todo lo contrario.
Estado
Dentro de la lógica del modelo de desarrollo en Chile, se ha apreciado a lo largo de este
estudio, como desde la Constitución, así como en el marco legal ambiental, la mirada
desde la racionalidad económica está presente. De ahí que las dos categorías centrales
denotan una claro componente neoliberal: esto es, necesidades y políticas que las
solucionen.
Así, la estrategia nacional de energía considera no sólo que el modelo de desarrollo en
Chile debe aumentar en competitividad, sino que es altamente normal que se produzcan
conflictos con la ciudadanía en los lugares donde se desarrollen proyectos de corte
energético. Ante esto, la consideración de la energía hidroeléctrica como de bajo
impacto, competitiva, y de fuente endógena, da claras pistas de la posición que tiene el
Gobierno respecto a lo que requiere el desarrollo del país.
Proyecto Hidroaysén
La constitución de la discursividad del proyecto Hidroaysén es bastante amplia,
incorporando todo el abanico de posibilidades, oportunidades y apoyos que le da la
mirada de racionalidad económica y neoliberal del Estado de Chile.
Así, su negocio se encuentra avalado desde la propia institucionalidad energética, a lo
cual refrendan con visiones “panorámicas” respecto a las tendencias que se han
utilizado en los países desarrollados. Recordemos que el dueño del Proyecto Endesa
Chile y Colbún, tienen participación en numerosos proyectos de generación eléctrica a
nivel mundial, encontrando a priori escasa resistencia desde lo organismos técnicos.
Esto es así, ya que las observaciones que el proyecto ha ido solucionando en el
transcurso de la tramitación ambiental es parte del procedimiento regular, no
obedeciendo a un cambio de racionalidad desde algún organismo técnico del Gobierno.
Así, la incorporación de los beneficios estan claros para el país, donde la justificación
técnica la denota la propia eficiencia del proyecto. Lo anterior, al incorporar la
tendencia actual hacia la mitigación y acciones de desarrollo en la zona de influencia
directa, como medidas compensatorias, le dan una intervención directa en las
comunidades, a través de una política denominada socialmente responsable.
Por lo tanto, la discursividad del Proyecto se encuentra alineada con la política
energética nacional, denostando a la sociedad civil organizada por construir y difundir
un discurso diferente.
Acercamiento transversal.
Con relación al problema sociológico y a los objetivos de esta investigación, es posible
señalar que en el fenómeno denominado Proyecto Hidroaysén, confluyen dos
racionalidades opuestas, con concepciones disímiles respecto al devenir en la relación
sociedad – medioambiente. Esta constitución disímil, encuentra su polarización en la
manifestación empírica de los discursos identificados en los actores estudiados,
denotando una conflictividad social hacia el proyecto, así como al Estado.
Sin lugar a dudas, entendiendo desde el punto de vista de la sociología este problema
como relacional entre la sociedad y la naturaleza, es indispensable poner atención a
como la construcción de la racionalidad ambiental a logrado penetrar en la construcción
de sentido, en los habitantes de la zona, así como en distintos puntos del país, que han
coadyuvado a visualizar las contradicciones de la modernización del capitalismo, donde
el Estado de Chile ha demostrado escasa reflexión crítica a nivel técnico, así como de
constitución de una política nacional.
De esta manera, las carencias del Estado en cuanto a la política energética ha sido un
punto de convergencia entre la sociedad civil organizada y la empresa Hidroaysén. A
través del análisis de contenido se ha podido establecer que si bien ambas posiciones
poseen un mismo fondo, las formas y las causas de la inexistencia de una política
ambiental clara y definida, difieren profundamente.
En primer lugar, la empresa demanda la existencia de una política energética que cuente
con un amplio consenso, pero no explica qué es lo que ella entiende por amplio
consenso ni tampoco a lo que este amplio consenso debe apuntar. Ya que
principalmente fundamenta su crítica en las incertidumbres que genera la inexistencia
de una política consolidada para el desarrollo del proyecto de Hidroaysén y que por ello,
también se pone en jaque al desarrollo económico de Chile ya que para seguir siendo un
país en desarrollo y competitivo en los mercados internacionales debe aumentar su
demanda energética disminuyendo su dependencia de combustibles fósiles. La
alternativa energética que representa Hidroaysén, además de ser una energía limpia
otorga la
seguridad e independencia que las proyecciones de desarrollo del país
necesitan.
Por otra parte, no deja de sorprender, la interpelación que se le hace al Estado, siendo
que desde el año 2008, fecha en la que se ingresó el primer EIA, hasta la aprobación
definitiva del proyecto jamás desde la empresa había habido cuestionamientos hacia la
institucionalidad y políticas vigentes. Lo que también se refleja en la respuesta que da el
ejecutivo.
En segundo lugar, la crítica proveniente desde la sociedad civil organizada comprende
que la débil institucionalidad ambiental y el rol secundario del Estado en la
determinación de una política y planificación energética, se encuentran vinculados y son
consecuencia del modelo económico imperante en el país. Sostienen que la economía
social de mercado no considera elementos como la cultura o el desarrollo local,
enfocándose solamente en la mercantilización de los bienes, servicios y recursos
naturales que los ciudadanos requieren para una vida digna.
De acuerdo a los antecedentes recopilados para esta investigación, la crítica proveniente
desde la sociedad civil organizada, se fundamenta en el espíritu que posee la
Constitución de 1980 donde se define el modelo económico que regirá en el país el cual
se caracteriza por el rol protagónico del sector privado y el mercado, acompañado por
una carencia de protagonismo del Estado salvo en el caso de garantizar las libertades
económicas de los ciudadanos. Los principios de la Carta Fundamental se ven
reflejados tanto en el Código de Aguas de 1981, en las leyes ambientales, como
también en la política general de desarrollo económico y social de Chile. Uno de los
indicadores más visibles en la política ambiental y/o energética se relaciona con la
escaza participación que se le otorga a la ciudadanía como ente consultivo o
propositivo, existiendo escasos canales donde la ciudadanía pueda expresar sus ideas y
preocupaciones, lo que impide el diálogo y propicia conflictividad social.
Por su parte el Estado sostiene que el país dispone de un ordenamiento institucional y
una política energética que responde a los desafíos del país. Todo ello bajo el rol
regulador y subsidiario del Estado que vela porque los mercados funcionen
eficientemente conciliando estímulos a la competencia con las regulaciones
necesarias.
Bajo la óptica legal, el Estado de Chile dispone de la institucionalidad y marco
normativo que las bases políticas y económicas sentadas en la Constitución le
permiten, por ello en ningún momento admite las críticas a la falta de política
energética ni de la empresa como tampoco de la sociedad civil organizada.
Con respecto a los conflictos socioambientales, el Estado reconoce que todas las
opciones energéticas poseen consecuencias ambientales y competición por el
territorio, por lo que siempre existe la posibilidad que se generen conflictos con las
comunidades locales; y que su misión como Estado es conciliar los intereses y apostar
por un desarrollo sustentable. Ni en la política ambiental de 2008 como tampoco en la
ENE 2012-2030 existen criterios claros desde el Estado para afrontar los conflictos o
conciliar intereses, más que una mera declaración de intenciones. Lo que refleja la que
podríamos llamar debilidad inherente, por sus limitantes constitucionales, de la
política ambiental y/o energética.
A modo de conclusión se podría establecer que la racionalidad de la constitución
economicista chilena (utilizando la terminología de Ferrada) junto con el rol que le
asigna al Estado, repercute, entre otros, en los ámbitos de la política ambiental y
energética del país de manera negativa, ya que no permite el establecimiento de una
institucionalidad fuerte con un rol activo del Estado. Como consecuencia, esto se ha
traducido en una de las fuentes principales de la conflictividad socioambiental que
existe actualmente en el país.
Con respecto al análisis del EIA del proyecto de Hidroaysén, se puede establecer que
en relación al primer estudio presentado en el año 2008, los rechazos sucesivos hasta
2011 han logrado una mejoría en relación a los impactos ambientales del proyecto. En
un primer momento se le criticó que la construcción de la línea de base ambiental
carecía de la rigurosidad científica y de pasar por alto muchos de los impactos en el
área de influencia directa.
A pesar de las modificaciones al proyecto, aún se presentan falencias o imprecisiones.
Si bien se han realizado esfuerzos por minimizar los impactos ambientales a través de
la instauración de dos áreas de Conservación, el plan de manejo integrado del medio
acuático, entre otras medidas; se extraña una visión ecosistémica que vaya más allá de
los efectos específicos y localizados que se identifican en la flora y fauna patagona.
Como también la falta de criterios paisajísticos en el trazado de la línea de
transmisión, el cual podría efectuarse subterráneo, en consideración a los impactos en
la fase de construcción y de operación, que tendría hacia la actividad turística que se
desarrolla en la zona, cuya base radica en la pristinidad del paisaje.
Los impactos sociales, no son dimensionados en la complejidad de su totalidad, ni
menos son abarcables a través de las políticas de RSE que se plantean. El EIA no
logra, desde la perspectiva de esta investigación, los niveles necesarios para la
comprensión de la cultura patagónica y por ende los impactos sociales poseen un
fuerte sesgo hacia su minimización. Comenzando por el impacto que tiene la llegada
de golpe de aproximadamente 5 mil trabajadores, a un territorio de escaza población
como lo es la región de Aysén y que por cuyas condiciones geográficas y condición de
la conectividad es un territorio de difícil acceso, lo cual marca un carácter especial en
sus habitantes.
En el EIA se establece que para minimizar los posibles impactos de esta población
afuerina, se construirán campamentos autosuficientes para que los trabajadores no
tengan que entrar en las comunidades aledañas causando alteraciones sociales.
También se considera tener programas para controlar a los trabajadores y códigos de
comportamiento. Estas medidas además de no tener una mayor explicación parecen
enfocadas a ciertos tipos de trabajadores y no cuenta con la influencia que se ejerce
entre colegas dado que el 20% de los trabajadores provendrán de la región de Aysén.
La gran cantidad de años que requiere la construcción de la represas hace imposible
pensar que no afectarán la estructura social que actualmente existe en la zona, y que al
largo plazo dada la irreversibilidad de los cambios, ya no se pueda reconocer la
estructura como actualmente la conocemos.
Solamente se visibilizan los impactos “positivos” en la economía local, como una
mayor dinamización, creación de empleos directos e indirectos y el aumento de los
ingresos municipales; no se señala los efectos que puede tener en el aumento del costo
de la vida, del territorio o en la demanda de bienes y servicios. Tampoco contabiliza
los impactos negativos que tiene para el turismo o que el proyecto de Hidroaysén se
transforme en la puerta de entrada para otros proyectos energéticos o industriales en
zona. Menos contempla los impactos que se producirán cuando el proyecto esté
finalizado y la necesidad de mano obra se reduzca abruptamente, con las
consecuencias que ello tiene en la cesantía tanto de la empleabilidad directa como
indirecta al proyecto.
De concretarse el proyecto, la Patagonia se vería ante el fin de su modo de vida, para
darle cabida a nueva estructura social de consecuencias impredecibles.
Otro punto a destacar de la investigación, está vinculado a la confrontación de
racionalidades entre la empresa Hidroaysén y la sociedad civil organizada. A través
del análisis de contenido, se pudo constatar que en las lógicas filosóficas con respecto
a la relación sociedad/naturaleza, no poseen puntos de encuentros. Pero el conflicto se
agudiza aún más cuando entre ellos no existe disposición al diálogo, traspasando los
límites de una lucha poder, haciendo imposible la búsqueda conjunta, o con
mediación, de una solución al conflicto.
El rol que ha desempeñado la sociedad civil organizada, no sólo se limita a impedir la
concreción del proyecto de Hidroaysén, sino que también ha impactado en la opinión
pública generando conciencia ambiental y empoderamiento. Sobre las propuestas en
materia ambiental que han desarrollado durante los últimos años, se puede vislumbrar
que en la ENE 2012-2030 se han incluido algunas de ellas, como la eficiencia
energética, la utilización de los Net Metering y
alternativa para la seguridad energética.
el impulso a las ERNC como
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