LAS ACCIONES LÚDICAS - Colegio Hispano Americano

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LAS ACCIONES LÚDICAS
La felicidad consiste en alcanzar la plenitud, la cual está en el fin, que es lo primero que se
desea y lo último que se consigue. Todo llegar es feliz. Lo más feliz es llegar a un lugar
largamente deseado, y no tener que ir a ningún otro: entonces se puede descansar, porque no
hay tareas pendientes. Esto ocurre muchas veces en el hogar.
La felicidad se alcanza en la medida en que la terminación de la tarea (el cultivo de la
ciencia, de la técnica, el trabajo, la construcción del mundo humano, la práctica esforzada de
las virtudes, etc.) se continúa en el acceso a la región de tiempo que viene después. Los
clásicos lo llamaban ocio. Para nosotros este término tiene un cierto matiz peyorativo, pues lo
entendemos como un «no hacer nada». En la concepción clásica, sin embargo, es algo bien
diferente: el ocio es un tiempo dedicado a tos placeres de apreciación, a la contemplación, al
uso de la inteligencia para saborear mediante la sabiduría los bienes más altos, es decir los
que no son útiles, sino hermosos: los bienes que amamos, la verdad y la belleza. Desde este
punto de vista, la felicidad sería la contemplación amorosa de lo que amamos.
Sin embargo, el hombre no contempla de una manera estática, como quedándose
paralizado por la belleza del ser amado. Más bien, celebra la plenitud. A la contemplación
amorosa del ser amado es preciso añadirle algo: hay que romper a cantar. Las acciones que
celebran haber llegado, poco o mucho, a la felicidad y a la plenitud reciben aquí un nombre
especial: acciones lúdicas. Equivalen a lo que los clásicos llamaban ocio, y no son simplemente
«entretenerse jugando» o «divertirse, cuando no hay nada que hacer», sino algo mucho más
rico, que, como se ha dicho, significa celebrar la plenitud alcanzada. Son la celebración de la
felicidad. Estas acciones tienen unos rasgos especiales:
1) Las acciones lúdicas pertenecen a aquellas que contienen el fin dentro de sí mismas. Por
eso proceden de lo inmaterial que hay en el hombre. Por ejemplo, cantar, bailar y tocar
música, no sirven para otra cosa: esta es su diferencia esencial con las acciones técnicas, con
el trabajo, que siempre está ordenado a lo posterior. Las acciones lúdicas tienen sentido y
valor por sí mismas, y expresan y provocan sentimientos que tienen que ver con la felicidad:
por ejemplo, el honor, la celebración de la excelencia. Son acciones que hacemos porque nos
gustan.
2) La acción lúdica tiene lugar en un tiempo distinto al ordinario, dentro de la fiesta o de un
tiempo destinado al juego, como ya se ha dicho: son oportunas entonces, pero no en otro
momento. El tiempo de las acciones lúdicas está separado del tiempo normal: uno puede
llegar a olvidarse de este último por meterse por completo en el juego o en la fiesta de que se
trate (por ejemplo, cuando vemos una película estamos «transportados» «dentro» de lo que
vemos, nos olvidamos de dónde estamos, desearíamos que no terminase). Ese tiempo
puede llamarse simplemente ocio, pero sobre todo fiesta.
La felicidad tiene carácter festivo, y no se puede vivir más que de modo festivo. Si fuera
imposible celebrar fiestas, el hombre no podría ser feliz. La fiesta es el momento para la
acción lúdica, y ni antes ni después resulta oportuna, o adecuada, sino ridícula y grotesca.
Nadie va a clase disfrazado, pero hay fiestas en las cuales lo que hay que hacer es disfrazarse.
Vestirse de fiesta es disfrazarse un poco.
3) Las acciones lúdicas incluyen todas las que tienen que ver con la risa, la alegría, la broma y
lo cómico. Reírse es ser feliz por un momento. La extraordinaria y singular capacidad humana
de tomarse las cosas a broma se ejercita cuando se ha ingresado, de algún modo, en la región
de lo lúdico, en la cual somos felices por haber alcanzado el fin y la plenitud, aunque sólo sea
relativamente. Por eso nos reímos y nos divertimos.
En la vida humana no todo es seriedad, ni puede serlo. Es necesario reírse: «todas las cosas
buenas ríen». El que no sabe reírse es un desesperado, y el que siempre está serio termina
siendo ridículo. Lo serio necesita un poco de broma para atenuarse: la broma relativiza la
seriedad, parece que la da por terminada. En suma: ser feliz implica reírse, no estar serio.
Cuando reímos nos instalamos en la región de lo lúdico.
4) Lo más característico de las acciones lúdicas se puede resumir en una palabra: jugar. El
hombre, para ser feliz, necesita jugar. Por eso los niños son más felices que los mayores,
porque no necesitan trabajar para vivir, están casi siempre jugando. Una partida de naipes es
una felicidad provisional, una ocupación felicitaria (J. Marías), y mientras la estamos jugando
podemos afirmar con rotundidad que somos más o menos felices, porque lo pasamos bien. No
hay por qué quitarle mérito a estas «felicidades pequeñas» propias de las acciones lúdicas:
gastar una broma, cantar una canción, jugar un partido de tenis, ver una película, etc.
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