Si Cataluña es independiente, ¿qué pasa con los valencianos? Discursos políticos sobre la identidad territorial entre los militantes de base valencianos de izquierda y centro-izquierda. Lluís Català Oltra El valencianismo en la transición. Fuster y la reacción1 Si bien en los años treinta ya había aparecido un valencianismo político de variado espectro (por ejemplo, más o menos afecto a la idea de unidad nacional con Cataluña, con diferentes ubicaciones en el eje izquierda-derecha, etc.), es durante el franquismo cuando se articula verdaderamente un proyecto intelectualmente sólido para el nacionalismo particularista valenciano. Esta propuesta surge de la mano de Joan Fuster, quien en 1962 plasma en Nosaltres els valencians un pensamiento que venía fraguando desde tiempo atrás y que consistía fundamentalmente en una visión materialista de la historia, no estrictamente marxista, pero sí muy digerible por la izquierda, que se combinaba con un tipo de nacionalismo marcadamente etnocultural en el cual la lengua tenía un papel central. En síntesis, era necesario que el pueblo valenciano recuperase la soberanía perdida, se liberase de una oligarquía sucursalista y que en esa tarea fuese de la mano del resto de pueblos de habla catalana, que son con los que comparte lengua, historia, cultura y, por tanto (bajo esta concepción), nación. No había una propuesta explícitamente independentista, sino una ambigua reivindicación de los derechos perdidos como pueblo tras la Guerra de Sucesión en el siglo XVIII. A lo largo de los sesenta y después en los setenta, el pensamiento de Fuster también se va asentando como bagaje común de todas las formaciones incluyendo algunas de centro democrático. Así, en el territorio valenciano, en el inicio de la transición a la 1 Para una profundización en la historia identitaria reciente del pueblo valenciano desde un prisma político ver: Buch, 2012; Moreno, 2012; Mollà, 2011 y 1994; Mainar, 2010; Martí, 2010; Pérez Moragón, 2010; Prats, 2010; Rodríguez-Flores, 2010; Archilés, 2010 y 2006; Flor, 2010 y 2009; Furió et al., 2009; Palomares, 2009; Baydal, 2008; Hervàs, 2008; Lanusse et al., 2008; Viciano, 2008 y 2002; Núñez Seixas, 2007; Soler, 2005; VVAA, 2005; Mateo, 2005; Boira, 2002; Sanz Díaz, 2002; Cucó, 2002 y 1971; Bodoque, 2000; Castelló, 2000; Bertomeu & Bellido, 1999; Vallès, 1999; Mira, 1997; Garcés, 1996; Llopis, 1996; Bellido et al., 1995; Furió, 1995; Beltrán, 1994; VVAA, 1994; Ninyoles, 1992; Burguera, 1991; Bello, 1988; VVAA, 1988; Mollà & Mira, 1986; Guia, 1985; Marqués, 1979; Orts, 1979; Fuster, 1976 y 1962; y Lluch, 1975. Son lecturas que, en la mayoría de los casos, es conveniente hacer con la precaución de quien aborda una producción de los propios actores del valencianismo, aunque en buena parte de las ocasiones no esté exenta de rigor. 1 democracia formal, las ideas de Fuster llegan a ser elemento indispensable de una oferta democrática. Recogiendo parte de estas ideas, el PSOE vence en las primeras elecciones en territorio valenciano y se inicia uno de los movimientos autonomistas más incisivos del Estado (quizá sólo superado en estas etapas iniciales por el vasco y el catalán). Ante esta situación, la derecha (UCD, AP y grupos más extremistas) identifica que tiene un problema (especialmente la UCD, que era la coalición con aspiración de gobierno) y pone en marcha una estrategia para contrarrestar la fuerza de la izquierda y paralizar la deriva autonomista de máximos. Se trataba de no añadir a las fuerzas centrífugas de la Península otro territorio más allá del vasco, el catalán y el gallego, que eran los que habían conseguido aprobar sus estatutos durante la República y los que marcaban el techo de las autonomías “fuertes”, antes del llamado “café para todos” y del sorprendente caso andaluz. Además, el caso valenciano (en algún modo como el navarro) presentaba la particularidad de un proyecto ligado a una de estas nacionalidades fuertes: el arraigo de los postulados de Fuster entre la izquierda y parte del nuevo centrismo implicaba, como hemos apuntado, que se daba por bueno un nacionalismo etnocultural en el que los límites territoriales venían definidos por la lengua y, por tanto, todos los territorios de habla catalana una nación o el grupo de Països Catalans, que es la denominación que se popularizó. No es necesario insistir en el riesgo que implicaba para el proyecto unitario español (o de descentralización “contenida”) una Cataluña fortalecida por una extensión territorial de estas características y, por tanto, la UCD de Suárez marca como una de sus prioridades en el inicio de su gobierno resolver la “cuestión valenciana”. En este sentido, una cuestión crucial en el conflicto identitario valenciano es la definición del otro. En la propuesta simplificada de la derecha, la definición del otro ha sido más eficaz, especialmente porque era más asumible señalar a los catalanes como los otros, que a los españoles, que, en definitiva, era la propuesta del nacionalismo. España estaba muy arraigada en la conciencia colectiva, como habían demostrado los resultados electorales (vence el PSOE, que asume la referencia de Fuster, pero no de manera innegociable, porque su proyecto es de marco español; y, por el contrario, los partidos nacionalistas valencianos fracasan en todas las contiendas de los setenta), y por lo tanto, los españoles no podían ser los “otros” de los valencianos; mayoritariamente, los valencianos se sentían españoles (al mismo tiempo que valencianos, como ejemplo arquetípico de “identidad dual”; ver Coller & Castelló, 1999). En cambio, si los 2 valencianistas se sentían catalanes, y Cataluña sí que se oponía a la idea de España, estaba claro que había que contraponer Valencia a Cataluña y transmitir que existía un “imperialismo catalán” que quería apropiarse de Valencia y romper su “natural” encaje en el conjunto de España. La calle, que tenían ganada hasta ese momento la izquierda y los fusterianos, empieza a ser tomada también por la derecha y su valencianismo anticatalanista. Se genera entonces un clima de una tensión sólo superada por la que inundaba el territorio vasco; un ambiente que ejercerá de ingrediente popular necesario para respaldar las actuaciones en los despachos y el Congreso encaminadas a desvincular por completo el País Valenciano de Cataluña, y dejar para los valencianos una autonomía de segunda. De manera muy sencilla y eficaz, lo que ofrecía la derecha para combatir la propuesta intelectual de Fuster era una lengua propia, el valenciano, diferente del catalán, 2 y si eso era sí, no tenía sentido la unidad política con el norte, el proyecto de Països Catalans, con lo cual el Reino de Valencia, que ya tuvo sus fueros propios en tiempos de la Corona de Aragón, tenía que tener una autonomía y símbolos propios.3 Pero esa autonomía propia no debía cuestionar la unidad de España porque los valencianos se sienten valencianos y españoles. Afirmar la valencianidad en este caso es afirmar la españolidad frente a la catalanidad impugnadora del fusterianismo. La acogida de esta propuesta fue notable sobre la base de un porcentaje importante de la población de centro o derecha y una dominante identidad dual (valenciano y español), incluso entre segmentos de la izquierda. En el caso de estos elementos de izquierda no cabía esperar un seguidismo visible del blaverisme sino la retirada de apoyo a las tesis políticas fusterianas (salvo en el tema lingüístico), que es lo que acabaría imponiendo el PSOE a través del líder regional Lerma. La autonomía de máximos por la que luchó el presidente del Consell Preautonòmic, Josep Lluís Albinyana, también del PSOE, acabaría arrinconada por la subordinación a la estrategia de Estado del tiempo transicional, una estrategia de cesiones calculadas y “líneas rojas”, que construirían el escenario de equilibrio sobre el 2 Con la ayuda de los escritores, editores y lingüistas valencianistas conservadores, Xavier Casp y Miquel Adlert, que después de afirmar la unidad de la lengua hasta los setenta, fundamentan el secesionismo lingüístico (ortografía, gramática, etc.) y sirven de paraguas intelectual para la propuesta ideológicoidentitaria de la derecha. 3 La bandera que se enarbola, por ejemplo, no es la cuatribarrada, la senyera catalana, como hacen los fusterianos, sino la de la ciudad de Valencia que incorpora una franja perpendicular azul, y que terminará siendo la bandera oficial de toda la Comunidad Valenciana. Esta banda azul motivará el nombre con que serán conocidos los secesionistas, blavers (literalmente, “azuleros”). 3 que debía transitar la reforma del régimen. Para concretar, era casi indispensable dentro de esta estrategia ofrecer a Euskadi una autonomía importante, pero no se debía cruzar la línea roja de propiciar una Euskal Herria que incluyese Navarra; y lo mismo sucedía con los Países Catalanes. Y esos territorios descartados de las “unidades nacionales bajo criterios etnolingüísticos” debían contar con una autonomía limitada para que en el escenario final no dominase la fragmentación sobre la unidad (de España). Mientras se culminaba este proceso que daría lugar a un Estatuto de Autonomía de segunda velocidad, el nacionalismo valenciano iba constatando cada elección que su apoyo era exiguo, que estaba lejos incluso de obtener representantes. Las primeras manifestaciones proautonomía, el uso de la simbología “fusteriana” (cuatribarrada, denominación País Valencià, etc.) no eran mucho más que representaciones de los deseos de cambio de los valencianos y, dentro de esas aspiraciones, la del reconocimiento de la singularidad del pueblo valenciano (su lengua, cultura, tradición, etcétera... ligados al resto de territorios de habla catalana), pero sin que ello fuera una cuestión central para la población en ese momento de cambio, como constataron aquellos primeros comicios. La revisión de los postulados de Fuster Pero algunos militantes o elementos cercanos al nacionalismo fusteriano, que, a partir de la aprobación del Estatuto de Autonomía y al margen de opciones minoritarias i manifiestamente catalanistas, como el Partit Socialista d’Alliberament Nacional-PSAN (organización implantada de hecho en todos los Países Catalanes), se iban articulando en torno a la Unitat del Poble Valencià-UPV, consideran que el nacionalismo sí que tiene opciones de constituirse en una fuerza importante si cambia su discurso. Y la modificación del discurso público tenía que ir en la dirección de adaptarse al sentir general de la ciudadanía valenciana, una población que mayoritariamente no se sentía catalana y que normalmente combinaba de manera no traumática la valencianidad con la españolidad. A mitad de los ochenta, pues, empiezan a surgir reflexiones en la línea de no prestar tanta importancia a la lengua en la definición de la nación, para plantear una especie de nación “política” a imagen y semejanza de los valencianos. Esto implicaba que la nación de los valencianos no era la catalana, sino estrictamente la valenciana (sin caer en el anticatalanismo de los blavers, porque, de hecho, la lengua seguía considerándose la misma que la hablada al norte del Maestrazgo), y, para no chocar 4 frontalmente con la identidad dual, había que moderar el discurso soberanista o antiespañol. En este sentido, había que pasar del nacionalismo subestatal maximalista al nacionalismo subestatal autonomista/federalista, al menos en el discurso público. Además, en la línea de superar lo planteado por Fuster en 1962, el nacionalismo no tenía por qué ser de izquierdas. Este tipo de propuestas (ver Molla & Mira, 1986; VVAA, 1988), a las que se etiquetó como tercera vía, por situarse entre el fusterianismo (arquetípicamente catalanista, soberanista y de izquierdas) y el blaverismo (anticatalanista, no soberanista y conservador), alimentaron el debate en el seno del nacionalismo durante al menos una década. Pero en su momento fue un planteamiento excesivamente rompedor para un nacionalismo que estaba todavía fuertemente adscrito a las tesis de Fuster (o a la interpretación más usual de esas tesis) e incluso el lenguaje empleado en las obras de la tercera vía era poco familiar para el nacionalista valenciano tipo. Por tanto, su impacto entre la militancia de UPV fue muy limitado. Será a mitad de los noventa cuando surja una nueva oleada revisionista (ver Beltrán, 1994; Mollà, 1994; y sobre todo Mira, 1997) que sí que tendrá un impacto decisivo en los dirigentes y, en segunda instancia, en la militancia nacionalistas. Será una producción que rompe definitivamente con la idea de un valencianismo catalanista, pero que habla de la unidad de la lengua y de la necesidad de colaborar con Cataluña en el frente lingüístico-cultural, pero también en el económico (eje mediterráneo de desarrollo). Y sobre todo estas nuevas obras surgen desde el “progresismo” y con un lenguaje más reconocible por el mundo nacionalista (fusteriano). Había que definir la nación de los valencianos desde un punto de vista político-cívico, en el que la “voluntad de ser” primase sobre los rasgos objetivos (fundamentalmente, lengua, cultura, tradiciones e historia común). Asimismo, había que alejarse de posiciones soberanistas, independentistas, de un discurso “radical” que ahuyentase a potenciales electores, para hablar más bien de profundización en el autogobierno, derecho a decidir, dignidad del pueblo, etc. Podríamos etiquetar esta nueva producción como tercera vía progresista o cuarta vía, y es lo que ha acabado arraigando en el nacionalismo valenciano actual a partir de la obra de Joan Francesc Mira (1997), que el Bloc Nacionalista Valencià (heredero refundado de la UPV a partir de 2000, aunque ya coalición desde unos años atrás) toma como referente ideológico para el nuevo proyecto político. 5 Esta producción, que tiene su mayor impacto en el entorno de la antigua UPV, también tiene alguna influencia en un PSPV-PSOE que ya ha incorporado desde hace tiempo el discurso de la identidad dual, la voluntad de los ciudadanos, y el oficialismo de la nueva autonomía, y, ciertamente, la cuarta vía encaja mejor en el hipotético ideario valencianista del PSPV-PSOE que el fusterianismo “clásico”. En cambio, para el valencianismo catalanista (o directamente el catalanismo presente en territorio valenciano) va a implicar una intensificación de las posiciones defensivas, empezando por la propia UPV, que antes de mudar definitivamente a Bloc, sufrirá pequeñas fugas que en algún caso culminarán en la creación del Front pel País Valencià, partido que, por escaso tiempo, en el cambio de milenio, se convertirá en el referente (electoral) del valencianismo catalanista y que, una vez fracasado, se disolverá en Esquerra Republicana de Catalunya-ERC (bajo la marca ER del País Valencià). Para el catalanismo o el fusterianismo clásico, las terceras o cuartas vías no serán más que una nueva manifestación del blaverisme, un “neoblaverisme” (Bello, 1988) menos radicalizado y que ha adaptado su discurso para hacerse más creíble y digerible por los nacionalistas. Pero en el fondo, bajo esta misma perspectiva, es una herramienta para la consolidación del españolismo, entendiendo que esta cuarta vía o el mismo Bloc no tienen un discurso ni praxis independentistas, y la división de la nación catalana resta fuerza a la reivindicación nacionalista. Finalmente, en el caso de Esquerra Unida del País Valencià (EUPV), la marca valenciana de Izquierda Unida, otra de las formaciones que se reclaman herederas de Fuster, prácticamente no ha habido una modificación del discurso identitario desde la transición y, por tanto, la revisión no ha tenido apenas efecto. La posición oficial de los partidos valencianos de izquierda y centro-izquierda en relación a la identidad territorial En este trabajo nos vamos a centrar en los tres partidos que, de una u otra manera, reivindican la tradición fusteriana desde la izquierda o el centro-izquierda y han tenido una presencia estable en la oferta electoral valenciana, hasta el punto de contar con representantes en las Cortes Valencianas. Se trata del Bloc, EUPV y PSPV-PSOE. No nos interesan tanto los partidos marcadamente catalanistas, ERPV o PSAN, en los cuales la búsqueda de matices a la posición identitaria sería menos fructífera y, de cara al trabajo de campo, hubiese sido más complicado obtener una selección de militantes a entrevistar bajo las condiciones planteadas, como veremos en el apartado metodológico. 6 También hemos dejado de lado a Iniciativa del Poble Valencià (IdPV), aliado del Bloc en la Coalició Compromís y escisión de EUPV, con una presencia como partido independiente relativamente reciente (2007-2008), que no hubiese permitido recoger una evolución y que también tiene una implantación limitada en según qué comarcas. En definitiva, se trata de comprobar, más de treinta años después, cuál es el ideario de los partidos en relación a la identidad territorial y, en concreto el grado de vigencia del referente Països Catalans. Por ello, antes de abordar el estudio empírico, conviene repasar las posiciones oficiales de estos partidos en lo relativo al marco nacional, las relaciones con el resto de países de habla catalana y las cuestiones simbólicas, que tienen un alto grado de asociación con posiciones determinadas en lo identitario. El material utilizado para esta aproximación son los documentos políticos surgidos de los últimos congresos de los partidos:4 Bloc: en el partido valencianista, de entrada y como parte de una tendencia global,5 se ha impuesto un tipo de nacionalismo “político-cívico”, como ya recogiese lo que hemos denominado como cuarta vía, y que ya no se apoya en elementos objetivos tales como la lengua, sino que basa su sentido en la subjetividad del colectivo nacional, en su “voluntad de ser”. Esto implica que el otrora vital para la definición nacional “ingrediente lingüístico” ya no tiene ese peso en la configuración del movimiento nacional y, por tanto, queda políticamente desacreditada la idea de Països Catalans. En definitiva, el Bloc no hace sino incorporar los postulados de la cuarta vía y muy especialmente los de Joan Francesc Mira, referente ideológico de la formación. Esto queda subrayado en frases como las que a continuación se exponen: “nosaltres entenem que el discurs valencianista no pot ser terreny vedat d'aquells que parlem una llengua” (Ponència Política i Estratègica-Bloc, 2009: 31); y por tanto se pasa a una nación de los ciudadanos (“ser valencians i valencianes és la nostra manera de ser ciutadans i ciutadanes”; PPiE-Bloc, 2009: 21), donde prima 4 En el caso del Bloc, se trata de las ponencias políticas (y en algún caso también denominadas estratégicas) de los congresos I, IV, V y VI (años 2000, 2006, 2009 y 2012 respectivamente). En el caso de EUPV, el “Manifest Polític” de la VIIIª Asamblea (2003). Y en el caso del PSPV-PSOE, las “Resoluciones” del Xº Congreso (2004), y las ponencias marco de los congresos XI y XII (2008 y 2012 respectivamente). 5 Se trataría de una tendencia extendida a partir de la caída del Muro de Berlín y el desmembramiento del bloque soviético y Yugoslavia, que va seguida de la aparición de nuevos nacionalismos de corte étnico en Europa Oriental. La confrontación de algunos de estos nacionalismos dará lugar, como en la Segunda Guerra Mundial, a desgraciados episodios de la historia europea y, con ellos, surge el descrédito de los nacionalismos étnicos o culturales y, por extensión, de los nacionalismos, que han tenido que mostrar esta otra cara “político-cívica”. 7 el elemento voluntarista (“per a ser valencià, per a estimar i defensar la pròpia terra, només cal que es vulga ser-ho, independentment de l’origen, de la identitat nacional i de la llengua”; PPiE-Bloc, 2009: 121-126). De todos modos, la adopción de una definición subjetivista no implica que el uso y la reivindicación de la lengua queden marginados, sino que se relativiza su importancia dentro de un programa nacionalista en el que cobran cada vez mayor relevancia aspectos económicos y territoriales. Una vez dado este paso en el que se afirma que la lengua y la cultura se subordinan a la voluntad popular, se supera la idea de los Països Catalans y se afirma el marco nacional valenciano, aunque la presencia de corrientes afines al fusterianismo clásico motiva la inclusión de aclaraciones como “almenys en primera instancia” o “primer el redreçament nacional del poble valencià, després el que es vulga/crega/puga/convinga” (PPiE-Bloc, 2009: 122). Este tipo de matices no sólo abren la puerta a un posible vínculo con el resto de los territorios de habla catalana (de manera confederada, como se ha sugerido en alguna ocasión): la lealtad exclusivamente valenciana, “no es contradiu, ans al contrari, amb el reconeixement de la unitat de la llengua i amb els lligams històrics que compartim amb Catalunya i les Balears” (PPiE-Bloc, 2000). Esto implicaría una colaboración estrecha en determinadas materias, pero siempre en términos de igualdad y con el reconocimiento mutuo de la soberanía de cada territorio. De cualquier manera, bajo esa perspectiva voluntarista, también se podría considerar la libre asociación con el Estado español. En el terreno simbólico, la línea del Bloc, ya desde la creación del partido y muy acorde con lo planteado por la revisión fusteriana (tercera vía, cuarta vía), intenta acabar con los conflictos del pasado y hacer que los símbolos, las denominaciones, etc., no sean fuente de desunión entre valencianos. Para conseguirlo, se pasa a aceptar, junto con los que eran propios de la tradición fusteriana, los símbolos del “otro contendiente” de la llamada “Batalla de Valencia” (en alusión a la guerra simbólico-identitaria de la transición entre fusterianos y blavers) y los oficiales, que tienen ya una tradición de cerca de treinta años. Así, el nombre que se suele utilizar prácticamente siempre en los documentos es País Valencià, pero también se hace alguna alusión al “antiguo Reino de Valencia” y a la “actual Comunidad Valenciana”, y no se considera problemático que, incluso dentro del partido, cada 8 cual utilice aquél con el que se sienta más cómodo. Respecto a la bandera, ya en el Congreso Nacional de 2000 se decía que hay que “afegir un paràgraf entre els punts un i dos de l’article 5è [de l’Estatut d’autonomia] on, a més de la senyera coronada com a bandera oficial del País València, es reconega el Penó de la Conquesta com a símbol propi” (PPiE-Bloc, 2000); es decir, la novedad es que se dé por válido el oficial, cuando hasta entonces la única bandera reconocida por el nacionalismo valenciano era el Penó de la Conquesta, la senyera catalana. EUPV: en el caso de Esquerra Unida, se detecta cierta ambigüedad en lo relativo al marco nacional, puesto que, si bien se mantiene el fusterianismo como tradición y no se evita hablar de Països Catalans (a veces incluso en contraposición a la evolución terceraviaria del Bloc), no hay una afirmación clara y rasa de los Països como una nación, y tampoco del País Valenciano, a pesar de que hay referencias a este último territorio como una de las “nacionalidades del estado” (Manifest PolíticEUPV, 2003: punto 5), y se habla de “condició nacional valenciana” (MP-EUPV, 2003: introd.). Respecto a la relación con Cataluña y el resto de los Países, se dice en diferentes ocasiones que hay que estrechar los vínculos con las formaciones federadas dentro de IU de los territorios de habla catalana, que el País Valenciano tiene que “reafirmar els lligams que ens uneixen als altres països de llengua catalana” (MP-EUPV, 2003: intro) y no únicamente en el plano cultural, sino también en el económico, “reforçant el dinamisme i la influència d’una de les regions més potents del sud d’Europa: l’arc mediterrani” (MP-EUPV, 2003: punto 3). Asimismo, y dentro de su concepción federalista, se hace referencia a la aspiración de que el Estado permita la “possibilitat d’establir llaços federatius entre aquelles comunitats que així ho decideixen (com per exemple el País valencià amb els antics territoris de la Corona d’Aragó)” (MP-EUPV, 2003: punto 3). Por otro lado, EUPV fue la única formación que votó en contra de la Ley de creación de la Academia Valenciana de la Llengua por el riesgo de derivas secesionistas, pero después ha aceptado el órgano autonómico por la lógica de los hechos consumados, y procura controlar su trabajo y asegurarse de que se mantienen criterios adecuados. Sin embargo, en aquel manifiesto político (y también actualmente) se afirma que: El nostre model d’autoritat lingüística és l’Institut Interuniversitàri de Filologia Valenciana, junt amb l'Institut d'Estudis Catalans o organisme federal que el succeïsca, denunciant qualsevol pas que es done en el camí del secessionisme, defensant amb contundència la llengua catalana i 9 la seua variant valenciana per raons històriques, científiques i culturals, raó per la qual la normativa lingüística ha de ser acordada per un organisme que abaste tot l'àmbit de la llengua (MP-EUPV, 2003: punt 3). En cuanto a los símbolos, las referencias son breves pero contundentes, por cuanto se pide la reforma del estatuto para incluir “l’ús normal i oficial de la denominació País Valencià”, “l’oficialitat de la senyera de quatre barres, és a dir, del Penó de la Conquesta” i “l’ús de la Moixaranga d’Algemesí com a himne valencià” (MP-EUPV, 2003: punt 3). Son, por lo tanto, las posiciones que sostenía la izquierda y el fusterianismo durante la “Batalla de Valencia”. PSPV-PSOE: en los últimos documentos no definen un marco nacional específico, pero los congresos del PSPV-PSOE son “nacionales”, como los del Bloc, y su alcance territorial es la Comunidad o País Valenciano. Por otro lado, los socialistas valencianos contribuyeron, junto al PP, a hacer que el Estatuto de autonomía de 2006 incluyera para este territorio la condición de “nacionalidad histórica”. Por lo tanto, parece claro que el “marco nacional” para el PSPV-PSOE es el País Valenciano, a pesar de que la doble fidelidad (“identidad dual”) permite también una doble adscripción nacional: a España (nación-Estado) y a la Comunidad Valenciana (nacionalidad-autonomía), en los términos que marca la Constitución española. A la vista de esta constatación [la identidad dual de los valencianos], (...) el espacio natural del socialismo es el valencianismo, que considera los ciudadanos y la población valenciana sujetos políticos de una doble situación: la española-estatal y la valenciana-autonómica. Que asume los elementos propios de la historia, la lengua y la cultura valencianos, la experiencia específica y la experiencia compartida (Ponencia Marco-PSPV, 2008: párrafo 110). Pero, como en el caso del Bloc y prácticamente cómo en el de EUPV, se mantiene la reivindicación de los vínculos con el resto de los territorios de habla catalana, especialmente los lingüísticos: Hay que favorecer la coordinación en materia de política lingüística de los gobiernos de los territorios que compartimos la misma lengua para establecer una política común de proyección de la lengua y de la cultura propias (Resoluciones-PSPV, 2004: 39). De todas formas, en un artículo de Ximo Puig (2009: 167), líder de los socialistas valencianos desde 2012 y que representa quizá al sector “valencianista”, también se puede comprobar la intención de ampliar estos vínculos al terreno económico, 10 especialmente como vía para incorporar el País Valenciano al eje de desarrollo mediterráneo. Lógicamente, lo que no está ni tan siquiera sugerido es un posible vínculo político específico entre los territorios de habla catalana. En 2004, la posición del PSPV-PSOE en el terreno simbólico era la aceptación de la oficialidad, pero sugiriendo la incorporación de otros símbolos que no han conseguido esta condición y tienen una tradición histórica. Sin embargo, en el Estatuto pactado en 2006 con el PP, se acaba aceptando sólo los símbolos oficiales. En cuanto al nombre del territorio, predomina claramente “Comunidad” sobre “País”, que sólo se utiliza para el nombre del partido (PSPV) y para alguna referencia suelta en algún contexto adecuado, como por ejemplo cuando se habla de cuestiones identitarias (PM-PSPV, 2012). Pero, ya cuando Jorge Alarte fue secretario general del partido, se intentó cambiar el nombre del partido por Partido Socialista de la Comunidad Valenciana-PSOE, porque mantener PSPV-PSOE implicaba una incongruencia con el marco político autonómico que nosotros mismos hemos promovido, el que responde a la denominación Comunidad Valenciana, que con lealtad gobernamos durante doce años. (…) Un partido político con vocación de gobierno no puede aferrarse a un imaginario particular (PM-PSPV, 2008: párrafo 30). Esto se presentó en la “Ponencia marco” del XI Congreso Nacional, pero el texto específico fue ampliamente rechazado, entre otras cosas porque la combinación PSPV+PSOE representa la fusión que se hizo entre dos partidos en 1978 y cambiar PSPV por PSCV implicaba cambiar el nombre de aquel partido histórico. En cualquier caso, podríamos decir que domina la aceptación de los símbolos y denominaciones oficiales (en coherencia con el protagonismo que el PSPV-PSOE tuvo en la elaboración de los dos estatutos, el de 1982 y el de 2006), a pesar de que se mantiene parcialmente el vínculo sentimental con los símbolos del valencianismo de los setenta. Estas posiciones más o menos oficiales de los partidos las podemos resumir en el siguiente cuadro comparativo: 11 Tabla I. Síntesis comparativa de los discursos políticos sobre identidad territorial en el Bloc, EUPV y PSPV-PSOE Bloc EUPV PSPV-PSOE Terceraviario progresista Fusteriano de marco español Institucional Marco nacional País Valencià (abierta la posibilidad de otras lealtades) País Valencià (de manera ambigua) Comunitat Valenciana, subordinada al marco nacional español Vínculos con el resto de territorios de habla catalana Sí, lengua, cultura, economía. Posibilidad de federación de los Països Catalans Sí, lengua, cultura, economía. Posibilidad de federación de los Països Catalans Sí, lengua, cultura, economía Bandera Aceptación de las dos banderas e incluso otras composiciones particularistas Cuatribarrada, compatible con la republicana española Oficial, pero reivindican que otros símbolos con tradición tengan “especial consideración” Denominación del territorio País Valencià, pero se aceptan otras País Valencià Preferentemente Comunitat Valenciana, aunque se mantiene País Valencià en el nombre del partido Categorización del discurso identitario Consideraciones analíticas: ejes ideológicos Recuperando lo apuntado en el primer apartado, en el que vinculábamos el fusterianismo y el marco nacional Països Catalans a la izquierda, y el rechazo de esta idea a la derecha, conviene precisar que las revisiones al discurso fusteriano (tercera vía y, posteriormente, la cuarta vía o tercera vía ‘progresista’) vienen acompañadas en el caso del Bloc de una relajación de los postulados de izquierda. De hecho, las dos impugnaciones principales que se hacen al pensamiento nacionalista de Fuster son precisamente en relación al marco nacional (estrictamente valenciano en vez del territorio de habla catalana) y a la ubicación ideológica del nacionalismo (“plural” en vez de estrictamente de izquierdas). En una entrevista,6 Joan Fuster había llegado a afirmar que “el País Valencià serà d’esquerres o no serà”, entendiendo que si no había un dominio claro de la izquierda en los procesos electorales que iniciaba el nuevo régimen, no había posibilidad de que se reconociesen los derechos como pueblo de la Amadeu FABREGAT i MANYES (1978), “Entrevista a Joan Fuster”, en Valencia Semanal, año I, núm. 19, 16 de abril. 6 12 parte sur de los Países Catalanes, porque la derecha no estaba en esa órbita y no había un nacionalismo centrista o conservador como en los casos catalán y vasco. Pero en el mismo momento que el nacionalismo valenciano está abandonando definitivamente su catalanismo, está extendiendo la transformación ideológica al eje izquierda-derecha, afirmándose como formación “progresista”, pero abierta a la incorporación de elementos de centro-derecha. Esto permite seguir manteniendo la hipótesis de un alto grado de asociación entre el eje ideológico y el grado de afección a la idea de los Países Catalanes, tal como está representado en este diagrama a través de las configuraciones político-ideológicas más estándar en relación a la identidad territorial de los valencianos: Gráfico I. Diagrama ubicación ideológica-grado de afección a la idea de Països Catalans Països Catalans marco nacional Independ. catalanista 8 7 Fusterianismo 6 Federalismo EU 5 "Cuarta via" 0Izquierda 2 4 Tercera4via Autonomismo 3 PS 6 Derecha 8 2 1 0 Blaverismo "moderado" Ausencia de vínculos con los PPCC, ni siquiera culturales Anticatalanismo de carácter fascista En este eje se sitúan la tercera vía y el autonomismo oficialista del PSPV-PSOE en una posición central, algo más escorada a la izquierda en el caso del PSPV-PSOE, que serían planteamientos que asumen los vínculos culturales y se aceptan colaboraciones de tipo económico, pero en ningún caso de tipo político. La cuarta vía se situaría en el 13 centro-izquierda y en algunos casos estaría abierta a posibles vínculos políticos (una confederación en el marco del Estado español, por ejemplo), siempre después de asegurar la soberanía valenciana. El federalismo de Esquerra Unida estaría más o menos en esa posición en el terreno identitario, aunque el rechazo al revisionismo fusteriano implicaría un paso más en la aceptación del marco Països Catalans (siempre condicionados, no obstante, por su proyecto de ámbito español); en el eje ideológico está más claramente posicionado en la izquierda. El fusterianismo, por su parte, es una configuración ideológica que, aunque parte de un pensador concreto, Fuster, ha sido reinterpretado desde diferentes ópticas (de hecho, se declaran fusterianos militantes y ciudadanos de un amplio espectro de la izquierda y el valencianismo), en parte gracias a que el “padre” nunca militó ni se posicionó públicamente y de manera clara a favor de una opción concreta. Por tanto, hay una afección clara a la idea de Països Catalans, pero en diferentes grados; de la misma manera que es una etiqueta que podemos encuadrar en la izquierda, pero en diferentes puntos de la escala. Finalmente, el independentismo catalanista (que es uno de los que se declara abiertamente fusteriano) estaría en el punto más alto del eje de afección a la idea de Països Catalans, pero bajo diferentes intensidades en el eje izquierda derecha (PSAN más a la izquierda que ERPV, por citar los dos referentes más claros). Consideraciones metodológicas. La organización política y el territorio como ejes de la muestra estructural Como ya se ha avanzado, la parte empírica de esta investigación la protagoniza un estudio cualitativo centrado en entrevistas semiestructuradas a militantes de base de estos tres partidos.7 De manera general, el objeto de estudio son los discursos políticos sobre la identidad territorial de estos militantes, aunque en este trabajo nos centraremos en lo que ya se ha abordado en el apartado anterior: el marco nacional, los vínculos con el resto de territorios de habla catalana y los aspectos simbólicos que pueden asociarse a un mayor o menor vínculo al marco territorial Països Catalans. El muestreo estructural se ha realizado a partir de las variables “formación política” (aunque en algunos momentos hablemos genéricamente de partidos, EUPV es una federación de partidos, no un partido) y “comarca”. En el primer caso, se trataba de que tuvieran presencia los partidos de izquierda y centro-izquierda (que son los que 7 Las entrevistas fueron realizadas en la segunda mitad de 2011. 14 contemplan sin ambages la unidad lingüística) con mayor implantación en el territorio valenciano, para garantizar una militancia heterogénea en cada uno de los segmentos. Precisamente porque cada segmento surge de la combinación entre las dos variables (formación política y comarca) y, por tanto, debíamos contar con una representación notable de cada partido en cada comarca, para poder obtener una muestra variada atendiendo a otro tipo de características sociodemográficas (sexo, edad, profesión, nivel de estudios, etc.). Y en cuanto a la variable territorial, la comarca donde milita, se han seleccionado también tres (l’Alacantí, l’Alcoià-Comtat y l’Horta de València), entendiendo que si se trataba de realizar una pequeña muestra por segmento, nueve (tres comarcas por tres formaciones políticas) ya es una cifra elevada para un trabajo de campo en el que se garantizaba un mínimo de cinco entrevistas por segmento (luego se iba incrementando el número si se encontraba una razonable variedad de discursos y, así, normalmente se han hecho seis o siete por cada cruce de partido/comarca, para un total de 58 entrevistas). Al margen de que somos conscientes de que hubiese sido interesante incorporar otras comarcas (por ejemplo, el Baix Maestrat, limítrofe con Catalunya y que tiene una gran tradición de contacto con la veguería catalana de Terres de l’Ebre) y que en la muestra final ha condicionado la necesidad de acotación, las tres comarcas seleccionadas lo son en tanto que representan diferentes maneras de entender la identidad valenciana en los términos planteados por Piqueras (1996). L'Horta (Valencia y su hinterland) sería el corazón de una identidad valenciana más intensamente afirmada como distintiva respecto a la hipotética unidad con Cataluña y, en consecuencia, donde más tienen que haber arraigado los postulados de la tercera vía, es decir, el particularismo valenciano. Alicante y su área de influencia son históricamente los que más han contestado la identidad valenciana y algunos sectores han planteado una identidad alternativa, de tipo cantonal-provincial, pero muy aferrada a la idea de España (ver Piqueras, 1996: 217230). Finalmente, la comarca de l’Alcoià-Comtat, de tradición industrial textil8 tiene en la historia contemporánea el protagonismo de Alcoi como núcleo industrial potente dentro del contexto valenciano, y con unos vínculos fuertes con Cataluña a través de esa especialización textil. El desarrollo industrial alcoyano (y el subsiguiente movimiento 8 Apartamos la subcomarca de la Foia de Castalla, que tiene otra tradición industrial propia, el juguete y la inyección de plástico, y forma un eje en sí misma, más o menos aislado del resto de l'Alcoià. 15 obrero), en paralelo al catalán, motivó que se llegara a denominar a Alcoi la “Barceloneta” valenciana. Como decían Mollà y Mira, “Barcelona havia estat sempre, bé punt de referència, bé fira per als industrials del país; l’eix Alcoi-Terrassa tenia una certa tradició” (1986: 114-115). Esto ha tenido también derivadas en el plano arquitectónico, con la presencia de un apreciable modernismo en Alcoi, y una efervescencia cultural dependiente en otros tiempos de Barcelona. Por otro lado, en la capital de l’Alcoià surge el modelo de fiesta de moros y cristianos que más se ha extendido (ver Alcaraz, 2006) y que, desde hace más de un siglo, está haciendo muy visible la Reconquista catalanoaragonesa y el vínculo con Cataluña. Por todo esto, es de esperar que el fusterianismo, la idea de los Países Catalanes, se mantenga más presente que en otras comarcas. Por tanto, se van a analizar los discursos de los militantes atendiendo a tres ejes de comparación: formación política, territorio (comarca) y el contraste entre la posición oficial de los partidos políticos y la de la militancia. El discurso político de los militantes de base de los partidos de izquierda y centroizquierda sobre la identidad territorial de los valencianos Inicialmente, se ha preguntado por las diferencias y semejanzas entre la identidad valenciana y la de los otros territorios autonómicos peninsulares vecinos (Murcia, Castilla-La Mancha, Aragón y Cataluña), fundamentalmente para confrontar el grado de proximidad percibida con comunidades castellanohablantes y catalanohablantes. Se podría decir que hay cierto equilibrio entre tres posturas: que hay más semejanzas con los catalanes y más diferencias con las comunidades castellanohablantes; que dominan las semejanzas en la comparación con ambos territorios; y que hay tantas semejanzas como diferencias con esos dos territorios. Las dos últimas podrían agruparse para concluir que el discurso dominante entre los militantes valencianos de base de los partidos de izquierda y centro-izquierda es que no hay diferencias demasiado acusadas entre las identidades de los territorios orientales de la península y que, en todo caso, no aproximan más a unos territorios que a otros en la comparación con la identidad valenciana. Sin embargo, hay una parte importante que considera que las similitudes con Cataluña son mayores que con Murcia o Castilla-La Mancha, y prácticamente nadie habla de que los valencianos tengan más semejanzas con las comunidades 16 castellanohablantes que con Cataluña. Y esas semejanzas están construidas sobre todo a partir de la lengua: [Amb els pobles castellanoparlants que ens envolten] per a mi és completament diferent: ells tenen la seua personalitat pròpia i nosaltres tenim la nostra. M’imagine que ells també ens veuran diferents a nosaltres. (...) Potser és per la llengua; és més per la llengua i la cultura, d’ací que estiguem més pròxims a Mallorca o a Catalunya, més que a Castella-la Manxa o a Múrcia, que els tenim més a prop (EUALC3, 6:31).9 También se ha preguntado por el sentimiento regional/nacional y, en este sentido, en las organizaciones de ámbito estatal, como en el conjunto de la ciudadanía valenciana,10 domina la “identidad dual”, el doble sentimiento español y valenciano, aunque normalmente con algo más de peso del valenciano, en parte por el tradicional prejuicio respecto a la idea de España después de años de dictadura nacionalcatólica que se puede identificar en buena parte de la izquierda (ver, por ejemplo, Alonso, 1999). En el caso del Bloc domina muy claramente un profundo sentimiento valenciano sobre un muy débil o inexistente sentimiento español, y esto también se puede identificar en algunos militantes de EUPV. En cuanto al sentimiento catalán, como podíamos presuponer, es mayor en l'Alcoià-Comtat en todos los partidos, y diríamos que tiene cierta importancia entre los afiliados de EUPV de esta comarca, y entre el conjunto de los militantes del Bloc, excepto los de l'Horta donde el sentimiento catalán no tiene demasiado peso en relación a las comarcas de la demarcación provincial alicantina, dando cuenta del dominio de la visión particularista valenciana que surge a partir de la tercera vía. Por otro lado, el catalanismo suele estar más cerca del independentismo, de posiciones marcadamente soberanistas, y esto se relaciona más conflictivamente con la idea de España que el valencianismo o el sentimiento valenciano, que ha permitido una formulación adaptada a cada una de las concepciones políticas y, consecuentemente, de los partidos. Así, PSPV-PSOE, EUPV y Bloc se consideran a sí mismos valencianistas, pero el significado de esto es diferente según el caso y puede ser compatible con la idea de España como demuestra el planteamiento del PSPV-PSOE y su discurso que 9 La nomenclatura para las citas de las entrevistas es una combinación del partido y de la comarca. Así, todas las que empiezan por “B” son del Bloc, las que empiezan por “EU” son Esquerra Unida y las que empiezan por “PS” son del PSPV-PSOE; por otro lado, si acaban con “ALA” son de l'Alacantí, si acaban con “ALC” son de l'Alcoià-Comtat y si acaban con “HOR” son de l'Horta de Valencia. La combinación de las dos nos daría la información del segmento al que pertenece el entrevistado, de forma que esta primera referencia, “EUALC”, indica que la entrevistada es de EUPV de l'Alcoià-Comtat. Las cifras finales indican la situación temporal en el archivo de audio; 6:31 son 6 minutos y 31 segundos. 10 El 57% de los valencianos se siente tanto español como valenciano –fuente: CIS (2010), "Estudio 2829. Barómetro autonómico II", enero-marzo (www.cis.es). 17 denominábamos “institucional” (en definitiva, un tipo de regionalismo). Paralelamente, sentirse valenciano no suele ser un problema para sentirse español como han demostrado los estudios demoscópicos (ver nota a pie anterior). En cambio, los militantes de uno u otro partido que se sienten catalanes, muy raramente se sienten españoles, porque la idea de los Países Catalanes impugna de manera más clara la idea de España y, por lo tanto, en el territorio valenciano son sentimientos difícilmente compatibles. Esto no quiere decir que, dentro del partido nacionalista periférico, el Bloc, los que se sienten valencianos pero no se sienten catalanes (o se sienten, pero con el matiz de un vínculo exclusivamente cultural) también respondan mayoritariamente que no se sienten españoles o al menos su sentimiento español sea muy débil. Pero el caso es que el par catalán-español es menos habitual que el par valenciano-español. De todos modos, el sentimiento catalán, está en muchos casos relativizado, en buena parte por la vigencia de un marco legal que no contempla esa posibilidad (que un valenciano sea catalán). Incluso en varios casos se llega a utilizar metafóricamente el concepto “primos hermanos” para dotar de sentido a este vínculo: los valencianos serían hermanos entre ellos y los catalanes sus primos hermanos (por ejemplo, lo podemos ver en PSHOR1, que plantea un discurso excepcionalmente catalanista para ser del PSPV-PSOE y de l’Horta: “sí, en el sentit cultural em sent catalana; ‘cosins germans’ sempre he dit jo”; 34:44). Son precisamente los que se sienten catalanes en alguna medida los que más claramente han manifestado sentirse también nacionalistas Evidentemente, sentirse parte de una nación cuyo marco territorial no está reconocido a escala institucional, no tiene una normalización o una visualización cotidiana a través de medios, administración, etc., implica ya una posición militante, en tanto que sentirse catalán en territorio valenciano es una impugnación (aunque sea pasiva) del orden autonómico establecido; es una identidad territorial no reconocida, frente a la española o la valenciana, que tienen su marco institucional (estatal y autonómico respectivamente). Por lo tanto, no es tan extraño que aquellos que se sienten catalanes, también se manifiesten de manera generalizada nacionalistas catalanes. Por otra parte, también se han abordado las implicaciones político-territoriales de estas identificaciones y, dentro de ese bloque de cuestiones, si dentro de la organización territorial del Estado, sea la autonómica, una federal (la que más adhesiones registra entre la militancia valenciana de izquierda y centro-izquierda) o cualquier otra, habría 18 que alterar las actuales fronteras en el sentido de nuevas agrupaciones, recortes de territorio, etc. Al respecto, hay cierta división entre los que modificarían las fronteras del actual estado de las autonomías y los que las dejarían tal como están ahora, pero quizás decantada hacia estos últimos. Al margen de excepcionales incursiones de carácter global en el mapa peninsular, los cambios más mencionados son las unificaciones de Euskal Herria y, sobre todo, de los Países Catalanes. Estas uniones o confederaciones de Países Catalanes o de los territorios de habla vasca son mencionadas por la gran mayoría de los militantes del Bloc y muy especialmente los de l'AlcoiàComtat. En el PSPV-PSOE también es esta comarca la que concentra la mayoría de las escasas respuestas favorables a la vertebración administrativo-territorial de los Países Catalanes, mientras que en EUPV es una posición mantenida sobre todo por los militantes de l'Horta de Valencia. Considerando lo que hemos visto en los documentos políticos de los partidos, y que, cómo hemos detectado, gran parte de la militancia del Bloc ha asumido el marco nacional valenciano, sorprende la significativa adhesión por parte de los afiliados nacionalistas a la idea de los Países Catalanes en un hipotético cambio de fronteras interiores del estado.11 No sorprende tanto que l'Alcoià-Comtat concentre la mayor parte de estas filias por lo que ya hemos comentado en las “Consideraciones metodológicas”; o que en EUPV de l'Horta encontremos bastantes militantes que formarían unos Países Catalanes dentro de la República federal (española), porque precisamente en l'Horta es donde la tercera vía se ha hecho más visible en el Bloc12 y la necesidad de contraste por parte de EUPV (fusterianismo frente a tercera vía) quizás es mayor. Respecto al caso del Bloc, aportamos precisamente la cita de una militante que había afirmado muy enfáticamente el marco nacional valenciano y después plantea esta confederación (partiendo, no obstante, del reconocimiento previo del País Valenciano): El País Valencià com a tal, però confederacions, més enllà, sí, clar, amb Catalunya i amb les illes Balears, per qüestions lingüisticoculturals, però també per qüestions econòmiques (BHOR5, 30:57). 11 En cualquier caso, recordemos que también las ponencias políticas del Bloc hablaban de la posibilidad (no es una reivindicación) de confederarse con los otros países de habla catalana si ésta fuese la voluntad de los pueblos respectivos. 12 Es habitual que en esta formación se refieran a la tercera vía como valencianismo de construcción o de convergencia. 19 Para terminar, es importante prestar atención al apartado simbólico, porque hay diferentes posibilidades con implicaciones político-identitarias de cierta relevancia. Como ya comentamos en el apartado inicial, durante la transición, el fusterianismo, es decir, toda la izquierda y centro-izquierda, utilizaba la bandera de la Corona de Aragón, la senyera catalana como distintivo territorial, acentuando el vínculo con el resto de territorios de habla catalana y la idea de unidad nacional. En cuanto al nombre del territorio, se utilizaba invariablemente País Valencià, para significar que era una de las porciones de los Països Catalans. Por su parte, la derecha, els blavers, utilizaban la bandera con la franja azul para remarcar el hecho diferencial valenciano y desligarse de la idea de los Països Catalans; y el nombre histórico Reino de Valencia, cuya regia denotación quería connotar una mayor jerarquía para el territorio y, por tanto, mayor autonomía respecto a otros. La bandera finalmente aceptada por el Estatuto de Autonomía (con la franja azul) supuso un triunfo de las posiciones de la derecha, no así el modelo lingüístico (unitario, catalán, aunque con las variantes dialectales valencianas), ni el nombre del territorio, ya que se estableció el “neutro” Comunidad Valenciana. Cómo es tradición en toda la izquierda desde las aportaciones que hace Fuster (1962), la denominación más habitual es muy claramente País Valencià, pero una parte de la militancia utiliza este término siempre y otra la tiene como denominación de referencia, pero también hace uso de otras, como por ejemplo Comunitat Valenciana o València, muchas veces condicionados por el contexto (dentro de este grupo, sobre todo en el caso de los partidos de ámbito estatal, ha sido habitual señalar que dentro del partido se utiliza País Valencià y en la vida cotidiana Comunitat Valenciana). En el caso del Bloc dominan los que hacen uso de País Valenciano únicamente, pero los que recurren a esta denominación en el PSPV-PSOE y EUPV se reparten entre el uso único y el combinado con otras denominaciones. Por otro lado, y en la línea institucional del partido, en el PSPV-PSOE tiene cierta importancia el uso exclusivo de Comunidad Valenciana, mientras que en EUPV es poco habitual y en el Bloc inexistente. Finalmente, la denominación Valencia para el conjunto del territorio es muy minoritaria en el Bloc y el PSPV-PSOE, e inexistente en EUPV. Por comarca, hay una diferencia importante entre l'Alacantí y las otras dos demarcaciones, porque el uso de Comunidad Valenciana está más extendido en tierras alicantinas, tanto de manera exclusiva como alternativo al uso preferente de País Valenciano. Pero también podríamos decir que el uso de Comunidad 20 Valenciana está asociado en este estudio a las posiciones menos soberanistas o menos descentralizadoras (sobre todo presentes en l'Alacantí). En cualquier caso, podríamos decir, a grandes rasgos, que se mantiene la fidelidad a esta denominación, digamos, fusteriana, para el territorio, incluso en el PSPV-PSOE, que es donde podemos adivinar una línea discursiva más institucional. Pasa un poco lo mismo con la bandera, porque la cuatribarrada es también el símbolo preferido por la militancia de estos partidos. En cualquier caso, la absoluta inclinación de los afiliados del PSPV-PSOE de l'Alacantí por la bandera oficial, la señera con la franja azul (evidentemente, por una posición institucional, más que por blaverisme), hace que en este partido y esta comarca domine ligeramente la preferencia por el símbolo estatutario. Sea como fuere, esto no lo encontramos en el PSPV-PSOE de l'Alcoià-Comtat o en el Bloc de l'Alacantí (a pesar de tener un patrón de respuesta más heterodoxo que los de l'Horta o l'Alcoià- Comtat), que se decantan claramente por la cuatribarrada. Donde encontrábamos un vínculo sentimental más claro con Cataluña, l'Alcoià- Comtat, es el segmento donde más claramente observamos una inclinación por la cuatribarrada. Por otro lado, al margen de este “duelo” entre la cuatribarrada y la señera oficial, decantado hacia la primera, símbolo “tradicional” del valencianismo fusteriano, encontramos otros dos patrones de respuesta que, a pesar de que no tan extendidos, hay que mencionar. Primeramente, una parte importante de la militancia, especialmente del PSPV-PSOE, no manifiesta preferencia por una bandera u otra, y esto se explica bien desde posiciones internacionalistas (donde las banderas territoriales no tendrían demasiada cabida), bien desde una desafección respecto al País Valenciano (militantes que no se sienten especialmente valencianos, sino más bien españoles). Por otra parte, un pequeño grupo de militantes, sobre todo del Bloc (los que más asumido tienen el marco nacional valenciano), prefieren una bandera que singularice el País Valenciano (frente a los otros territorios de la antigua Corona de Aragón), pero que no sea la controvertida “blavera”, sino una cuatribarrada que incorpore el escudo de la Generalitat, el de Pere el Cerimoniós, representativo del Reino de Valencia, que es una enseña que se ha popularizado últimamente entre los círculos valencianistas. Estas opciones (cómo también el uso de la señera oficial) están en la línea de la apertura del Bloc a otros símbolos y denominaciones que puedan representar a los valencianos y que permiten la incorporación de más sectores al proyecto nacional valenciano. En cualquier 21 caso, insistimos que son todavía opciones minoritarias dentro del conjunto del valencianismo y específicamente dentro del Bloc. Balance Con todo, podríamos sintetizar las diferentes posiciones en cada partido en contraste con la línea oficial a través del siguiente cuadro: Tabla II. Síntesis comparativa de los discursos políticos sobre identidad territorial en el Bloc, EUPV y PSPV-PSOE, tanto el oficial como los dominantes en la militancia Bloc EUPV PSPV-PSOE Categorización del discurso identitario Terceraviario progresista Terceraviario progresista (4a vía) Fusterianismo que acepta la 3a vía Fusteriano de marco español Fusterianismo que no contempla la 3a vía, internacionalismo, españolismo “banalizado” Institucional Españolismo “banalizado” (asimilable al institucional), pero alguna presencia de nacionalismo español y fusterianismo que no contempla la tercera vía Marco nacional País Valencià (abierta la posibilidad de otras lealtades) Dominantemente similar País Valencià (de manera ambigua) Diferentes posiciones sin dominio claro (Països Catalans, País Valencià, Estado español) Comunitat Valenciana, subordinada al marco nacional español Dominantemente similar (aunque hay quien no reconoce el País Valencià y hay quien considera el marco Països Catalans) Vínculos con el resto de territorios de habla catalana Sí, lengua, cultura, economía. Posibilidad de federación de los Països Catalans Dominantemente similar Sí, lengua, cultura, economía. Posibilidad de federación de los Països Catalans Dominantemente similar Sí, lengua, cultura, economía. Dominantemente similar, pero con presencia de un grupo que no incluye vínculos más allá de la lengua Bandera Aceptación de las dos banderas e incluso otras composiciones particularistas Dominio de la cuatribarrada, aunque se aceptan otras enseñas de las tradiciones valencianistas Cuatribarrada, compatible con la republicana española Dominantemente similar Oficial, pero reivindican que otros símbolos con tradición tengan “especial consideración” Equilibrio entre la cuatribarrada y la oficial con ligero dominio de la cuatribarrada País Valencià Dominantemente similar Preferentemente Comunitat Valenciana, aunque se mantiene País Valencià en el nombre del partido Dominio de la denominación País Valencià Denominación del territorio País Valencià, pero se aceptan otras Dominantemente similar Si bien en el Bloc, a través del discurso oficial, podemos identificar una penetración del ideario de la tercera vía progresista, entre su militancia todavía hay una resistencia considerable a abandonar el discurso fusteriano clásico y esto lo podemos comprobar 22 especialmente en el apartado simbólico y en la constatación de una militancia autoposicionada fundamentalmente en la izquierda; como era de esperar, en l’Horta de València ha calado en mayor medida la tercera vía, mientras que el fusterianismo tiene una vigencia más evidente en las comarcas de la demarcación provincial alicantina. Por su parte, el discurso fusteriano de marco español en lo identitario, es seguido por gran parte de la militancia de EUPV, especialmente en lo que se refiere a determinadas consignas sobre el vínculo con Cataluña y los elementos simbólicos, aunque se ha podido identificar un discurso internacionalista (obrero) y un españolismo “banalizado” que tienen una presencia más clara en l’Alacantí. Por su parte, el discurso institucional del PSPV-PSOE tiene una traducción en la militancia en lo que hemos denominado españolismo “banalizado” (que admite una autonomía importante para el territorio valenciano), pero este discurso dominante está en medio de otros dos que parecen tener una adscripción territorial: el nacionalismo español (que se ha podido identificar en mayor medida en l’Alacantí, donde la adhesión a un territorio liderado por Valencia es mucho menor) y el fusterianismo que no contempla la tercera vía (más común en l’Alcoià-Comtat). Respecto a la variable territorial, ya hemos hecho referencia en el repaso de los partidos, pero se confirma que en muchos casos se sobrepone incluso a las diferencias por partidos y, así, l’Alcoià-Comtat es un espacio propicio para el fusterianismo, incluso en un partido “institucional” como el PSPV-PSOE. L’Horta es la comarca donde, lógicamente, la tercera vía tiene más presencia en el discurso de la militancia nacionalista, ya que es una corriente que surge desde la capital y toma elementos de la tradición blavera también circunscrita especialmente a Valencia y su hinterland. Finalmente, el españolismo “banalizado” e incluso el nacionalismo español tienen una presencia más clara en l’Alacantí, comarca donde se produce una importante contestación a Valencia y el proyecto valencianista. Respecto a la pregunta planteada en el título que aludía al proceso soberanista catalán, está claro que los postulados de Fuster (especialmente los que plantean un marco nacional de Països Catalans) ya no tienen la misma presencia que en los setenta en los programas e ideario de los partidos de izquierda y centro-izquierda que se reclaman “valencianistas”. El PSPV-PSOE a través del acomodo a las instituciones en los ochenta y noventa, y el Bloc a partir de un largo proceso de reflexión y revisión, han asumido el marco nacional/regional valenciano. Y en el caso de EUPV no se ha producido esa 23 revisión, pero tampoco la cuestión identitaria tiene un protagonismo destacable en programas y documentos políticos de la federación; además, ya veíamos que se emplea (quizá tácticamente) un discurso ambiguo en lo relativo al marco nacional, condicionado en parte por un proyecto que abarca todo el Estado español. Por tanto, se podría decir, quizá de cara a un futuro gobierno tripartito en la Generalitat Valenciana, que la “cuestión catalana” no va a ir más allá de la colaboración en materia lingüísticocultural y económica, incluso si se produce la segregación. Sin embargo, se ha podido comprobar cómo el fusterianismo, en general, mantiene una presencia en el discurso de la militancia por encima de lo que plantean los dirigentes de los partidos y, por tanto, Cataluña tiene todavía un peso importante, aunque sea sentimental, entre los valencianistas de izquierdas. Esto lleva a pensar que, si avanza el proceso soberanista en el norte, el debate se va a producir en el sur, con la dinámica mismidad-alteridad en el centro de la discusión. Recuperando ficticiamente el discurso de aquella militante (PSHOR1), cerramos con el posible interrogante de ese debate: “nosotros somos valencianos y españoles, pero primos hermanos de los catalanes; si ahora los catalanes dejan de ser españoles, ¿qué somos nosotros los valencianos?”. 24 Bibliografía ALCARAZ, Albert (2006), Moros i cristians. Una festa, Picanya (Valencia), Edicions del Bullent. ALONSO, César (1999), La izquierda y la nación. Una traición políticamente correcta, Barcelona, Planeta. ARCHILÉS, Ferran (2010), “L’inevitable desencís. Joan Fuster i la transició democràtica (1976-1982)”, en Afers, vol. XXV, núm. 67, pp. 565-594. ARCHILÉS, Ferran (2006), “Acords i desacords. Valencianisme polític i identitat valenciana”, en Afers, vol. XXI, núm. 55, pp. 481-510. BELLIDO, Ignaci; Lluís BERTOMEU; & Josep Miquel BISBAL (1995), L’únic valencianisme racional. L’emotiva polèmica valenciana, València, Joventut Valencianista. 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