Grupos juveniles violentos en la Comunidad de Madrid. Los expertos... María Jesús Martín , José Manuel Martínez y Gema Martín.

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Grupos juveniles violentos en la Comunidad de Madrid. Los expertos opinan
María Jesús Martín1, José Manuel Martínez y Gema Martín.
Dpto. de Psicología Social y Metodología
Universidad Autónoma de Madrid
Abstract
El desarrollo del conocimiento científico sobre grupos juveniles violentos fuera de los
Estados Unidos se encuentra aún en una etapa temprana de desarrollo. En nuestro país y,
concretamente en la Comunidad de Madrid, al igual que en otras ciudades europeas, se están
produciendo una serie de cambios sociales que favorecen la proliferación de estos grupos. El
desarrollo de políticas públicas adecuadas requiere estar basado en un conocimiento profundo
del problema; estudios científicos que lo describan y expliquen en sus dimensiones esenciales
juegan por tanto un papel fundamental en el proceso de desarrollo de soluciones.
Con el objetivo fundamental de avanzar en el conocimiento de los grupos juveniles violentos
en la Comunidad de Madrid, el estudio realizado analiza la opinión de 15 profesionales de la
intervención psicológica y social que desarrollan actualmente su trabajo con jóvenes que
pertenecen o han pertenecido a grupos juveniles violentos.
Metodología: entrevistas individuales centradas en el problema, realizadas a partir de un
guión previo semiestructurado.
Este trabajo ha sido financiado por la Fundación Diagrama Intervención Psicosocial dentro de las actuaciones
del Programa “Madrid Joven Integra” enmarcado en el Programa Operativo Lucha contra la Discriminación
(Fondo Social Europeo, objetivo 3, Comunidad de Madrid) con la colaboración de la Agencia para la
Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI) de la Comunidad de Madrid. Igualmente, cuenta con
la financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación, a través del Plan Nacional de Investigación Científica,
Desarrollo e Innovación (Ref. PSI2008-05221/PSIC)
Los autores quieren agradecer la colaboración prestada por el Área de Estudios, Programas y Formación del
ARRMI, así como a los coordinadores del Área de Menores en conflicto social y del Área de Coordinación de
Centros de Ejecución de Medidas Judiciales (CEMEJ) de la Comunidad de Madrid, directores y personal de los
CEMEJ. Finalmente, desean expresar su reconocimiento a todos los participantes en esta investigación, por la
disponibilidad y sinceridad manifestada en las entrevistas.
Resultados: mediante la realización de análisis del discurso de los entrevistados se obtiene la
percepción de los informadores acerca de las siguientes cuestiones relacionadas con los
jóvenes pertenecientes a este tipo de grupos: Identidad personal (características individuales,
actividades de ocio, valores e ideología y autoestima, autoconcepto y autoeficacia), e
Identidad social (Identidad social general, personas que conocen la pertenencia al grupo, el
grupo violento, la familia, la pareja, el contexto escolar, la experiencia laboral).
Conclusiones: las opiniones expresadas por los profesionales directamente implicados en el
trabajo con jóvenes pertenecientes a grupos violentos deberían ser contempladas a la hora de
elaborar los programas de intervención dirigidos a prevenir y paliar el problema.
Palabras Clave: Violencia juvenil, Análisis Cualitativo, Menores, Expertos en intervención
social
Introducción
La investigación sobre grupos juveniles violentos posee una considerable tradición en
las ciencias sociales (Cloward y Ohlin, 1960; Cohen, 1955; Miller, 1958; Trasher, 1927;
White, 1943). En las dos últimas décadas, se ha intensificado el interés por esta temática
debido sobre todo a la radicalización que ha experimentado este fenómeno en amplios
contextos urbanos (OMS, 2002; Vigil, 2003). Complementariamente, diversos investigadores
e instituciones han puesto de manifiesto la necesidad de desarrollar políticas públicas para la
prevención de la violencia en España (Ministerio del Interior, 2006), a nivel europeo (Comité
Económico y Social Europeo, 2006) o a nivel mundial (Lahey, Moffitt y Caspi, 2003;
Organización Panamericana de la Salud, 2003).
Los estudios epidemiológicos realizados sobre grupos juveniles violentos reflejan en
casi todos los países que los adolescentes y los jóvenes son los protagonistas de las acciones
violentas y también sus principales víctimas (Farrington, 1983; Reza, Krug y Mercy, 2001) y
la pertenencia a un grupo violento es una de las más importantes condiciones relacionadas
con la violencia juvenil (Lipsey y Derzon 1998; Resnick, Ireland y Borowsky, 2004).
España carece de mediciones oficiales sobre el fenómeno de la violencia juvenil, al no
estar contemplada esta denominación como tal. No obstante, algunos datos permiten
enmarcar el problema. Los datos oficiales indican (Ministerio de Interior, 2009) que en 2008
estaban activos 192 grupos juveniles violentos y se identificaron a más de 15.000 personas
relacionadas con ellos, de las que fueron detenidas 2.593. Si bien actualmente se observa una
disminución de los delitos cometidos por menores, se ha constatado la existencia de bandas
juveniles como los Baby Brothers, Ñetas o Bloods, entre otros, aunque lo más habitual es la
realización de conductas violentas por parte de grupos de diferente ideología y poco
organizados (Fiscalía General del Estado, 2011).
El problema de la definición.
Uno de los principales problemas que nos encontramos a la hora de afrontar la
violencia grupal juvenil es la falta de una definición clara del problema. La amplia variedad
de códigos morales imperantes en los distintos países hace de la violencia una de las
cuestiones más difíciles de abordar en un foro mundial.
La red europea Eurogang ha adoptado, como definición de consenso de “banda” para
todas las investigaciones realizadas por los equipos integrantes de esta red en distintos países
europeos, la siguiente: “un grupo juvenil, duradero, con orientación hacia la calle y otros
espacios públicos y con una identidad grupal definida de forma primordial por la
participación en actividades delictivas”. Como puede observarse, las condiciones
establecidas por Eurogang para poder admitir la existencia de una banda son varias: se exige
un mínimo de componentes (grupo), cuya existencia tenga lugar durante un periodo de varios
meses independientemente de sus componentes (duradero), que tenga su actividad centrada
en calles, lugares de ocio, etc. (orientado hacia la calle y los espacios públicos), compuesto
fundamentalmente por adolescentes y jóvenes hasta los 22-25 años (juvenil), que realice
conductas criminales o delictivas más allá de la conducta antisocial (con actividades
delictivas) y cuya identidad sea definida en función de la identidad grupal, no de la de sus
integrantes considerados individualmente, y cuya asunción incluye al menos la aceptación de
la actividad criminal (identidad grupal).
El Reino Unido, por su parte, (U.K. Home Office) establece las siguientes
características para las “bandas”: grupo de tres o más componentes, con una persistencia de
tres o más meses, que permanece mucho tiempo en espacios públicos, que ha participado en
actividades delictivas durante los últimos 12 meses y que tiene al menos una característica
estructural como por ejemplo un nombre, un territorio, un líder, unas normas, etc.
En el caso de España, la definición de banda juvenil se encuentra recogida en la
Instrucción 23/2005, de 7 de diciembre, de la Secretaría de Estado de Seguridad, donde se
recogen los requisitos para que un grupo pueda alcanzar la consideración de “banda”: sus
componentes son jóvenes de entre 12 y 32 años, poseen estructuras de cohesión y disciplina
internas, realizan conductas violentas y causan alarma social.
Finalmente en el Informe Mundial de la Violencia de la Organización Panamericana
de la Salud (Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi y Lozano, 2003), se define la violencia como “el
uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo,
otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar
lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. La definición
comprende tanto la violencia interpersonal como el comportamiento suicida y los conflictos
armados. Cubre también una amplia gama de actos que van más allá del acto físico para
incluir las amenazas e intimidaciones. Además de la muerte y las lesiones, la definición
abarca igualmente innumerables consecuencias del comportamiento violento, a menudo
menos notorias, como los daños psíquicos, privaciones y deficiencias del desarrollo que
comprometen el bienestar de los individuos, las familias y las comunidades.
Esta genérica definición plantea dificultades, como la inclusión de una condición (la
intención) que no es observable directamente o la imposibilidad para clasificar los actos
violentos de modo exhaustivo y excluyente. Éstas y otras dificultades en el caso de la
violencia juvenil aconsejan caracterizar operativamente el tipo de violencia que se desea
investigar (Chavez, 1994; Mosser, 2004); y la selección del tipo de violencia está
determinada por el hecho de que muchos actos violentos aparentemente interindividuales
están inspirados por normas y hábitos grupales (Martín, 2005; Scandroglio et al., 2003).
En nuestro caso se ha preferido elegir definir los grupos o bandas de interés en
función de la violencia identitaria que ejercen (Martín, 2005; Scandroglio, López y San José,
2008), definida como “una agresión física realizada por una o más personas que, en tanto que
miembros de un grupo, tratan de provocar intencionalmente daño físico a una o más personas
identificadas como miembros de un grupo rival o distinto”.
Objetivos del estudio.
El presente trabajo expone los resultados de un estudio cualitativo realizado mediante
entrevistas en profundidad a 15 expertos en la intervención con jóvenes pertenecientes a
grupos violentos con el fin de analizar su opinión sobre la influencia de distintas variables
psicosociales en la conducta violenta juvenil, así como evaluar su experiencia y su
satisfacción con los resultados obtenidos en su trabajo diario con los menores.
Materiales y métodos.
Participantes
15 profesionales de la intervención psicológica y social que en el momento de ser
entrevistados desarrollaban su trabajo en Centros de Ejecución de Medidas Judiciales
(CEMEJ), en régimen de estancia semiabierto o cerrado situados en distintas zonas de la
Comunidad de Madrid. La elección final de la muestra fue realizada por los responsables
(generalmente directores o coordinadores de programa) del Centro, en colaboración directa
con la Agencia para la Reinserción y la Reeducación del Menor Infractor de la Comunidad de
Madrid (ARRMI).
Instrumento.
Entrevistas individuales centradas en el problema, realizadas a partir de un guión
previo semiestructurado que incluye 47 cuestiones principales, estructurado de la siguiente
forma: 1) Entornos de socialización, 2) Variables y procesos relacionados con la violencia
exogrupal 3) Variables y procesos relacionados con la violencia en general, 4) Variables y
procesos relacionados con la identidad personal y 5) Preguntas acerca de su experiencia
profesional.
Procedimiento.
Se procedió, en primer lugar, a la selección de los Centros de Menores en los que se
realizaría la captación de expertos. Esta tarea fue realizada directamente por técnicos del
ARRMI. Una vez seleccionados, se establecieron contactos y solicitud de colaboración con
los directores o coordinadores técnicos de dichos centros. Los investigadores principales
procedieron a explicar directamente a estos profesionales los objetivos de la investigación y
los criterios de selección de los expertos: "Profesionales de atención directa con menores
pertenecientes a bandas o grupos violentos que están cumpliendo medidas judiciales en
Centros de régimen abierto o semi-abierto, por la comisión de una agresión motivada, al
menos en parte, por la identificación de la víctima o potenciales víctimas como miembros de
grupos rivales".
En una segunda fase se realizó una aplicación-piloto de la entrevista con los tres
primeros expertos captados para evaluar el desarrollo y duración de la entrevista, la
comprensión de las preguntas, y la pertinencia de sus contenidos; su análisis produjo cambios
de adecuación del lenguaje al tipo de población y recortes en las preguntas para evitar superar
las dos horas de duración.
Finalmente, un miembro del equipo de investigación procedió a la realización de las
entrevistas. Todas ellas se realizaron en los distintos lugares acordados con los participantes,
quienes coincidieron en la preferencia por despachos de sus lugares de trabajo. Los únicos
criterios restrictivos respecto al lugar de realización de la entrevista fueron que las
condiciones acústicas del mismo hicieran posible grabar la conversación y que se garantizara
la intimidad.
Cada participante fue informado de los objetivos de la investigación y de las garantías
de anonimato de su identidad y confidencialidad de sus declaraciones; igualmente, se solicitó
permiso para grabar sus declaraciones. Para ello, se elaboró un Protocolo de Consentimiento
Informado que, previa aprobación por el Comité de Ética de la Universidad Autónoma de
Madrid, fue entregado por los entrevistadores a los participantes.
Las entrevistas fueron realizadas entre el 9 de enero y el 30 de abril de 2012 y las
grabaciones fueron transcritas literalmente en un plazo de 1 a 8 días desde su realización.
Análisis de datos.
El proceso de análisis se realizó en varias fases: la primera fue la de escucha y
trascripción literal de las entrevistas. La segunda fase o de “ambientación” consistió en una
primera lectura de todas las trascripciones con la finalidad de conocer los giros lingüísticos
propios de cada entrevistado, y comenzar a detectar algunas hipótesis iniciales. A
continuación se estructuraron las declaraciones de los sujetos en función del guión de
entrevista utilizado. Finalmente se desarrolló un análisis de contenido para el desarrollo
teórico, inspirado en el método de “teoría fundamentada” (Glaser & Straus, 1967), con los
objetivos concretos de identificar variables y procesos psicosociales relacionados con la
violencia juvenil grupal, y las relaciones entre tales procesos. Para ello se aplicó el método
comparativo constante (Álvarez-Gayou, 2003) que consiste esencialmente en postular o
hipotetizar inferencias teóricas provisionales, basadas en las declaraciones de los expertos.
La estructuración del material declarativo y su posterior análisis se realizaron con el
apoyo del programa informático NUDIST (Non-Numerical Unstructured Data Indexing
Searching and Theorizing).
Resultados.
Los resultados aparecen estructurados siguiendo los puntos concretos de las entrevistas
realizadas a los expertos.
1. Experiencia de los informadores.
En términos generales los expertos han desarrollado su labor con bandas latinas, con
excepción de dos informantes, más relacionados profesionalmente con grupos de extrema
izquierda y derecha. La siguiente descripción incluye los grupos con los que los expertos han
tenido experiencia directa:
- E 1: Latin king, Dominican Don´t Play, Ñetas, Los Latinos de de Fuego, y de corte
político nazis de derechas y ultra-izquierdas.
- E 2: Skin, Sharperos, Red King, Latin Kings, Ñetas, Dominican Don´t Play, Warriors.
Trinitarios, Forty Two, African Black.
- E 3: Bandas latinas, españolas, rumanas, kosovares, magrebíes, italianas
- E 4: Latin King, Ñetas, Trinitarios, Dominican Don´t Play pero sobre todo Latin Kings y
Ñetas
- E 5: Latin King, Ñetas, Forty Two, Dominican Don´t Play, Maras
- E 6: En general bandas latinas
- E 7: Bandas Latinas: Latin Kings, Ñetas, Dominican Don´t Play
- E 8: Latin King, Wariors, Dominican Don´t Play, Trinitarios, Mara Salvatrucha
- E 9: Latin King, Dominican Don´t Play, Ñetas, Skin Red, Trinitarios
- E 10: Red Skin, Skin Head, Latin King, Ñetas, Dominican Don´t Play
- E 11: Latin King, Ñetas, Warrior, Dominican Don´t Play, Trinitarios
- E 12: Dominican Don´t Play, Ñetas, Trinitario, Sharp.
- E13: Ñetas, Trinitarios, Dominican Don´t Play, Forty Two.
- E14: Bandas latinas: Latin King, Ñetas.
- E15: Bandas latinas en general, red-skin.
2. Identidad personal de los menores infractores.
- Características individuales
En opinión de los expertos consultados, las características individuales de los jóvenes
están atravesadas por dos ejes básicos: la adolescencia y el proyecto migratorio en el que están
insertos.
La adolescencia se vive como un periodo de cambios tanto físicos como emocionales, un
periodo de búsqueda de identidad personal que se encuadra en un esquema de cierta
inestabilidad tanto para los jóvenes españoles como para otros jóvenes procedentes de otros
países. La diferencia entre unos y otros radica en el entorno de socialización, que los jóvenes
inmigrantes desconocen o el que no alcanzan a encontrar su lugar.
El entorno de socialización primario, la familia, se encuentra en muchos de los casos
“ausente” en la medida en que la madre tiende a ser una persona que está fuera del hogar debido
al trabajo y el padre o no está físicamente o no hay una figura que ejerza la “función padre”, es
decir, una persona (no necesariamente el padre biológico) que sea un referente para el joven,
que imponga la ley y la norma, los límites y también los valores.
Por otro lado, en el proceso migratorio de los jóvenes, dejan atrás a su abuela, sus
amigos, sus diversiones… para encontrarse en una sociedad de las que desconoce el
funcionamiento. Posiblemente, el joven preadolescente o adolescente no consigue elaborar el
duelo por lo dejado en su país, por lo que puede ser más susceptible a la unión al grupo violento.
El otro entorno de socialización con el que se topa el joven es el escolar. Los jóvenes se
encuentran con “el otro”, el español que es diferente a él (que le hace sentirse diferente a él) y
que además de esa diferencia se encuentra “inferior” a él, puesto que su currículo, su nivel de
estudios es así mismo, inferior a los otros, a los españoles.
En ese contexto, los entrevistados señalan que las características básicas de estos jóvenes
son: inestabilidad emocional, inseguridad,
desprotección,
inadaptación, desarraigo, baja
autoestima, nula empatía y escaso desarrollo de habilidades sociales. Señalando que el ingreso
en las bandas les proporciona los sentimientos de protección, pertenencia y respeto.
-
Los valores y la ideología
Preguntados los expertos por los valores que los jóvenes pertenecientes a bandas tienen,
las respuestas giran principalmente en torno a la familia, la religión, la cultura latina (y lo que
ella representa), el respeto, el compañerismo y la fidelidad a la banda.
En relación a la ideología política o a la importancia de dicha ideología en los
comportamientos de las bandas o grupos, los expertos entrevistados hacen una clara distinción:
-
En las bandas latinas no existe, no hay un sustrato ideológico que soporte su identidad
grupal.
-
En los grupos españoles de extrema izquierda o extrema derecha si parece sustentarse en
la ideología del grupo al que se adscriben en el propio nombre.
No obstante, hay expertos que no se pronuncian
frente a este hecho pues dicen
desconocerlo en su trato con los jóvenes.
- Autoestima, autoconcepto y autoeficacia
La percepción personal de los jóvenes, en opinión de los expertos, cambia en función de
si se consideran a sí mismos como miembros de la banda o del grupo violento, o si realiza
actividades fuera de este entorno. Antes de ingresar en la banda (o cuando no se está en ella), la
autoestima tiende a ser muy baja debido al fracaso escolar y menores recursos sociales que los
compañeros del colegio o del instituto. Dentro del grupo, el joven tiene una identidad definida
(que le da el propio grupo), convirtiéndose éste en prácticamente el único agente de
socialización.
En relación con la autoeficacia (capacidades y habilidades para realizar una o varias
tareas) existe un amplio acuerdo en que estos jóvenes presentan notables deficiencias educativas
y socializadoras; no obstante, también se advierten aspectos positivos.
En
los
aspectos
positivos destacan la capacidad de planificar (actos contra otras bandas), seguir las normas
(impuestas por la banda), tener empatía (para captar adeptos para la banda), liderazgo, estudiar
(son listos en los centros de internamiento, cuando el ambiente de estudios les es propicio), el
respeto y la solidaridad hacia los compañeros (de banda).
Por contra entre los déficits que presentan se citan: falta de empatía fuera del grupo, falta
de respeto al otro que no es de la banda, dificultad para transmitir emociones y sensaciones,
nula capacidad para el diálogo y escasas habilidades sociales
Por otra parte, la opinión más contrastada es que la mayoría de los jóvenes no se
plantean el futuro ya que éste no les presenta un rostro amable. Frente a la incertidumbre y al
fracaso en los aspectos que implican la integración social (simbolizada, principalmente, en el
trabajo) los jóvenes tienden a ser presentistas, es decir el valor del aquí y del ahora, sin ninguna
actuación que signifique un mínimo desplazamiento, de postergación, de una actuación con
resultados a corto o medio plazo (formación, adquisición de habilidades…).
El futuro, fuera del grupo de pertenencia (la banda), resulta muy difícil de asumir:
además de las posibles amenazas al joven o a su familia subyace la necesaria negociación
consigo mismo de adquirir una identidad social que anteriormente estaba anclada en la
pertenencia al grupo. El joven en este contexto se encuentra solo (sin grupo de referencia) y
con pocos recursos sociales y laborales.
La vuelta al barrio, cuando el joven ha estado internado, se convierte en vuelta al mismo
o parecido contexto en que se han generado los hechos de su internamiento por lo que resulta
muy difícil el cambio que de él esperan las instituciones. El cambio de barrio (no siempre
posible) y un trabajo remunerado que proporcione independencia (y cierta autoestima) resultan
imprescindibles para ir cambiando de contexto y de situación. Las personas que han estado en
instituciones cerradas o semiabiertas han recibido, en términos generales, una pequeña
formación ocupacional para que su reinserción sea posible.
Los expertos consideran necesario e imprescindible el apoyo de recursos externos para
que su trabajo institucional tenga los resultados esperados (o al menos se acerquen a ellos). El
futuro de estos jóvenes, más allá de lo que ellos lleguen a verbalizar, dependerá de su
reconstrucción identitaria, del apoyo familiar, y de su adquisición en habilidades sociales (en su
sentido amplio), entre otras.
3. Satisfacción con el trabajo desempeñado por parte de los expertos consultados.
-
Evaluación de su experiencia laboral reciente.
Todas las personas entrevistadas se sienten satisfechas con su trabajo y piensan que es
un trabajo “vocacional” porque hay mucho de relación con las personas y momentos de
satisfacción pero también de pesimismo (cuando no se avanza). El elemento que resulta más
positivo para estos profesionales es el hecho de que algunos jóvenes cambien y tengan otras
perspectivas, que adquieran hábitos y valores.
Por el contrario, el pesimismo llega cuando realizado el trabajo con los jóvenes
“vuelven a recaer, no sirva para nada o les entre por un oído y les salga por el otro”. Otro de
los aspectos negativos que perciben estos profesionales es la escasez de recursos existentes
para finalizar de manera adecuada el trabajo que están realizando con los jóvenes
En relación a sus compañeros de trabajo, los entrevistados hablan de compañerismo,
coordinación, confianza, comunicación, buenas intenciones, mucha motivación. Los aspectos
negativos manifestados son el hecho de que cuando son muchos los profesionales que hay en
el centro la comunicación puede no ser tan fluida como se desearía.
Las mejoras manifestadas para que su trabajo fuera más satisfactorio pasan por una
disminución de la burocracia, mayor autonomía y un aumento de los recursos externos que
apoyen y continúen el trabajo realizado.
Los expertos reconocen que las relaciones que mantienen con los jóvenes son buenas
y que intentan por todos los medios que éstos jóvenes confíen en ellos para que la
intervención sea eficaz. En cuanto a los principales problemas mencionados en su trabajo con
los jóvenes, destacan: el desconocimiento de las bandas, sus códigos de comunicación; el
hermetismo de los jóvenes; la dificultad de conseguir su confianza y la falta de recursos
educativos de las familias.
-
Necesidades de formación
Las necesidades formativas son enfatizadas por todos los entrevistados. También
existe consenso en considerar que resultaría conveniente o imprescindible el desarrollo de un
proceso formativo continuo que permitiese actualizar conocimientos y técnicas.
Las demandas de formación que se explicitan en las entrevistas a expertos son:

Formación sobre bandas (características, códigos de comunicación, organización, etc.)

Mediación e intervención familiar (ya que la intervención con la familia es uno de los
aspectos más importantes tanto en prevención primaria como en la reinserción)

Información sobre las modificaciones legales en menores, migración…

Formación continua en todos los ámbitos principales relacionadas con las técnicas de
intervención.

Reciclaje técnico. Propuestas técnicas nuevas que se adapten mejor a las
características de los menores infractores (sobre todo de origen latino).
Bajo estas condiciones, algunos expertos consideran que otro beneficio asociado a la
mejora de los procesos formativos sería reducir la movilidad de los profesionales, al mejorar
sus expectativas laborales e incrementar la percepción de que pueden ser más eficaces.
Tres de los entrevistados también considerarían oportuno que existiese un sistema de
auto-aprendizaje de proceso de auto-formación que permitiese intercambiar experiencias y
técnicas entre los profesionales de una misma institución.
Conclusiones
De forma general, las siguientes condiciones han sido consideradas necesarias para
elaborar y aplicar prácticas de intervención rehabilitadoras y reinsertadoras eficaces:
- Crear empatía con el joven y trabajar desde la afectividad
- Trabajar de forma individual con el joven
- Trabajar con la familia comenzando en el ámbito escolar
- Fomentar las actividades culturales entre españoles e inmigrantes donde se
englobarían tolerancia y multiculturalidad
- Hacer ver a los jóvenes que existen otras alternativas de ocio y culturales
- Trabajar con el delito cometido, pero también con la pertenencia a banda
- Realizar un trabajo multidisciplinar y coordinado e intentar detectar
precozmente cualquier joven en riesgo de entrada en banda
- Realizar un seguimiento coordinado y adecuado del joven para evitar la
recaída
- Educar en valores
Limitaciones
El análisis de contenido realizado a partir de las declaraciones de los expertos ha
conseguido establecer un marco organizado de experiencias con menores infractores
pertenecientes a bandas o grupos violentos, facilitando una estimable constelación de
necesidades y de propuestas.
Los resultados tienen un nivel de inferencia bajo; en gran parte, pueden considerarse
descriptivos y clasificatorios de las opiniones de los expertos. Y en esta simplicidad reside su
principal valía: la generación de un panorama amplio de experiencias y un abanico
igualmente extenso de necesidades de formación y de propuestas de intervención. Otro nivel
mayor de abstracción o de generalización hubiese requerido contextualizar las declaraciones
de los expertos consultados en función de los programas concretos que desarrollan.
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