Grupos juveniles violentos en la Comunidad de Madrid. Los expertos opinan María Jesús Martín1, José Manuel Martínez y Gema Martín. Dpto. de Psicología Social y Metodología Universidad Autónoma de Madrid Abstract El desarrollo del conocimiento científico sobre grupos juveniles violentos fuera de los Estados Unidos se encuentra aún en una etapa temprana de desarrollo. En nuestro país y, concretamente en la Comunidad de Madrid, al igual que en otras ciudades europeas, se están produciendo una serie de cambios sociales que favorecen la proliferación de estos grupos. El desarrollo de políticas públicas adecuadas requiere estar basado en un conocimiento profundo del problema; estudios científicos que lo describan y expliquen en sus dimensiones esenciales juegan por tanto un papel fundamental en el proceso de desarrollo de soluciones. Con el objetivo fundamental de avanzar en el conocimiento de los grupos juveniles violentos en la Comunidad de Madrid, el estudio realizado analiza la opinión de 15 profesionales de la intervención psicológica y social que desarrollan actualmente su trabajo con jóvenes que pertenecen o han pertenecido a grupos juveniles violentos. Metodología: entrevistas individuales centradas en el problema, realizadas a partir de un guión previo semiestructurado. Este trabajo ha sido financiado por la Fundación Diagrama Intervención Psicosocial dentro de las actuaciones del Programa “Madrid Joven Integra” enmarcado en el Programa Operativo Lucha contra la Discriminación (Fondo Social Europeo, objetivo 3, Comunidad de Madrid) con la colaboración de la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI) de la Comunidad de Madrid. Igualmente, cuenta con la financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación, a través del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación (Ref. PSI2008-05221/PSIC) Los autores quieren agradecer la colaboración prestada por el Área de Estudios, Programas y Formación del ARRMI, así como a los coordinadores del Área de Menores en conflicto social y del Área de Coordinación de Centros de Ejecución de Medidas Judiciales (CEMEJ) de la Comunidad de Madrid, directores y personal de los CEMEJ. Finalmente, desean expresar su reconocimiento a todos los participantes en esta investigación, por la disponibilidad y sinceridad manifestada en las entrevistas. Resultados: mediante la realización de análisis del discurso de los entrevistados se obtiene la percepción de los informadores acerca de las siguientes cuestiones relacionadas con los jóvenes pertenecientes a este tipo de grupos: Identidad personal (características individuales, actividades de ocio, valores e ideología y autoestima, autoconcepto y autoeficacia), e Identidad social (Identidad social general, personas que conocen la pertenencia al grupo, el grupo violento, la familia, la pareja, el contexto escolar, la experiencia laboral). Conclusiones: las opiniones expresadas por los profesionales directamente implicados en el trabajo con jóvenes pertenecientes a grupos violentos deberían ser contempladas a la hora de elaborar los programas de intervención dirigidos a prevenir y paliar el problema. Palabras Clave: Violencia juvenil, Análisis Cualitativo, Menores, Expertos en intervención social Introducción La investigación sobre grupos juveniles violentos posee una considerable tradición en las ciencias sociales (Cloward y Ohlin, 1960; Cohen, 1955; Miller, 1958; Trasher, 1927; White, 1943). En las dos últimas décadas, se ha intensificado el interés por esta temática debido sobre todo a la radicalización que ha experimentado este fenómeno en amplios contextos urbanos (OMS, 2002; Vigil, 2003). Complementariamente, diversos investigadores e instituciones han puesto de manifiesto la necesidad de desarrollar políticas públicas para la prevención de la violencia en España (Ministerio del Interior, 2006), a nivel europeo (Comité Económico y Social Europeo, 2006) o a nivel mundial (Lahey, Moffitt y Caspi, 2003; Organización Panamericana de la Salud, 2003). Los estudios epidemiológicos realizados sobre grupos juveniles violentos reflejan en casi todos los países que los adolescentes y los jóvenes son los protagonistas de las acciones violentas y también sus principales víctimas (Farrington, 1983; Reza, Krug y Mercy, 2001) y la pertenencia a un grupo violento es una de las más importantes condiciones relacionadas con la violencia juvenil (Lipsey y Derzon 1998; Resnick, Ireland y Borowsky, 2004). España carece de mediciones oficiales sobre el fenómeno de la violencia juvenil, al no estar contemplada esta denominación como tal. No obstante, algunos datos permiten enmarcar el problema. Los datos oficiales indican (Ministerio de Interior, 2009) que en 2008 estaban activos 192 grupos juveniles violentos y se identificaron a más de 15.000 personas relacionadas con ellos, de las que fueron detenidas 2.593. Si bien actualmente se observa una disminución de los delitos cometidos por menores, se ha constatado la existencia de bandas juveniles como los Baby Brothers, Ñetas o Bloods, entre otros, aunque lo más habitual es la realización de conductas violentas por parte de grupos de diferente ideología y poco organizados (Fiscalía General del Estado, 2011). El problema de la definición. Uno de los principales problemas que nos encontramos a la hora de afrontar la violencia grupal juvenil es la falta de una definición clara del problema. La amplia variedad de códigos morales imperantes en los distintos países hace de la violencia una de las cuestiones más difíciles de abordar en un foro mundial. La red europea Eurogang ha adoptado, como definición de consenso de “banda” para todas las investigaciones realizadas por los equipos integrantes de esta red en distintos países europeos, la siguiente: “un grupo juvenil, duradero, con orientación hacia la calle y otros espacios públicos y con una identidad grupal definida de forma primordial por la participación en actividades delictivas”. Como puede observarse, las condiciones establecidas por Eurogang para poder admitir la existencia de una banda son varias: se exige un mínimo de componentes (grupo), cuya existencia tenga lugar durante un periodo de varios meses independientemente de sus componentes (duradero), que tenga su actividad centrada en calles, lugares de ocio, etc. (orientado hacia la calle y los espacios públicos), compuesto fundamentalmente por adolescentes y jóvenes hasta los 22-25 años (juvenil), que realice conductas criminales o delictivas más allá de la conducta antisocial (con actividades delictivas) y cuya identidad sea definida en función de la identidad grupal, no de la de sus integrantes considerados individualmente, y cuya asunción incluye al menos la aceptación de la actividad criminal (identidad grupal). El Reino Unido, por su parte, (U.K. Home Office) establece las siguientes características para las “bandas”: grupo de tres o más componentes, con una persistencia de tres o más meses, que permanece mucho tiempo en espacios públicos, que ha participado en actividades delictivas durante los últimos 12 meses y que tiene al menos una característica estructural como por ejemplo un nombre, un territorio, un líder, unas normas, etc. En el caso de España, la definición de banda juvenil se encuentra recogida en la Instrucción 23/2005, de 7 de diciembre, de la Secretaría de Estado de Seguridad, donde se recogen los requisitos para que un grupo pueda alcanzar la consideración de “banda”: sus componentes son jóvenes de entre 12 y 32 años, poseen estructuras de cohesión y disciplina internas, realizan conductas violentas y causan alarma social. Finalmente en el Informe Mundial de la Violencia de la Organización Panamericana de la Salud (Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi y Lozano, 2003), se define la violencia como “el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. La definición comprende tanto la violencia interpersonal como el comportamiento suicida y los conflictos armados. Cubre también una amplia gama de actos que van más allá del acto físico para incluir las amenazas e intimidaciones. Además de la muerte y las lesiones, la definición abarca igualmente innumerables consecuencias del comportamiento violento, a menudo menos notorias, como los daños psíquicos, privaciones y deficiencias del desarrollo que comprometen el bienestar de los individuos, las familias y las comunidades. Esta genérica definición plantea dificultades, como la inclusión de una condición (la intención) que no es observable directamente o la imposibilidad para clasificar los actos violentos de modo exhaustivo y excluyente. Éstas y otras dificultades en el caso de la violencia juvenil aconsejan caracterizar operativamente el tipo de violencia que se desea investigar (Chavez, 1994; Mosser, 2004); y la selección del tipo de violencia está determinada por el hecho de que muchos actos violentos aparentemente interindividuales están inspirados por normas y hábitos grupales (Martín, 2005; Scandroglio et al., 2003). En nuestro caso se ha preferido elegir definir los grupos o bandas de interés en función de la violencia identitaria que ejercen (Martín, 2005; Scandroglio, López y San José, 2008), definida como “una agresión física realizada por una o más personas que, en tanto que miembros de un grupo, tratan de provocar intencionalmente daño físico a una o más personas identificadas como miembros de un grupo rival o distinto”. Objetivos del estudio. El presente trabajo expone los resultados de un estudio cualitativo realizado mediante entrevistas en profundidad a 15 expertos en la intervención con jóvenes pertenecientes a grupos violentos con el fin de analizar su opinión sobre la influencia de distintas variables psicosociales en la conducta violenta juvenil, así como evaluar su experiencia y su satisfacción con los resultados obtenidos en su trabajo diario con los menores. Materiales y métodos. Participantes 15 profesionales de la intervención psicológica y social que en el momento de ser entrevistados desarrollaban su trabajo en Centros de Ejecución de Medidas Judiciales (CEMEJ), en régimen de estancia semiabierto o cerrado situados en distintas zonas de la Comunidad de Madrid. La elección final de la muestra fue realizada por los responsables (generalmente directores o coordinadores de programa) del Centro, en colaboración directa con la Agencia para la Reinserción y la Reeducación del Menor Infractor de la Comunidad de Madrid (ARRMI). Instrumento. Entrevistas individuales centradas en el problema, realizadas a partir de un guión previo semiestructurado que incluye 47 cuestiones principales, estructurado de la siguiente forma: 1) Entornos de socialización, 2) Variables y procesos relacionados con la violencia exogrupal 3) Variables y procesos relacionados con la violencia en general, 4) Variables y procesos relacionados con la identidad personal y 5) Preguntas acerca de su experiencia profesional. Procedimiento. Se procedió, en primer lugar, a la selección de los Centros de Menores en los que se realizaría la captación de expertos. Esta tarea fue realizada directamente por técnicos del ARRMI. Una vez seleccionados, se establecieron contactos y solicitud de colaboración con los directores o coordinadores técnicos de dichos centros. Los investigadores principales procedieron a explicar directamente a estos profesionales los objetivos de la investigación y los criterios de selección de los expertos: "Profesionales de atención directa con menores pertenecientes a bandas o grupos violentos que están cumpliendo medidas judiciales en Centros de régimen abierto o semi-abierto, por la comisión de una agresión motivada, al menos en parte, por la identificación de la víctima o potenciales víctimas como miembros de grupos rivales". En una segunda fase se realizó una aplicación-piloto de la entrevista con los tres primeros expertos captados para evaluar el desarrollo y duración de la entrevista, la comprensión de las preguntas, y la pertinencia de sus contenidos; su análisis produjo cambios de adecuación del lenguaje al tipo de población y recortes en las preguntas para evitar superar las dos horas de duración. Finalmente, un miembro del equipo de investigación procedió a la realización de las entrevistas. Todas ellas se realizaron en los distintos lugares acordados con los participantes, quienes coincidieron en la preferencia por despachos de sus lugares de trabajo. Los únicos criterios restrictivos respecto al lugar de realización de la entrevista fueron que las condiciones acústicas del mismo hicieran posible grabar la conversación y que se garantizara la intimidad. Cada participante fue informado de los objetivos de la investigación y de las garantías de anonimato de su identidad y confidencialidad de sus declaraciones; igualmente, se solicitó permiso para grabar sus declaraciones. Para ello, se elaboró un Protocolo de Consentimiento Informado que, previa aprobación por el Comité de Ética de la Universidad Autónoma de Madrid, fue entregado por los entrevistadores a los participantes. Las entrevistas fueron realizadas entre el 9 de enero y el 30 de abril de 2012 y las grabaciones fueron transcritas literalmente en un plazo de 1 a 8 días desde su realización. Análisis de datos. El proceso de análisis se realizó en varias fases: la primera fue la de escucha y trascripción literal de las entrevistas. La segunda fase o de “ambientación” consistió en una primera lectura de todas las trascripciones con la finalidad de conocer los giros lingüísticos propios de cada entrevistado, y comenzar a detectar algunas hipótesis iniciales. A continuación se estructuraron las declaraciones de los sujetos en función del guión de entrevista utilizado. Finalmente se desarrolló un análisis de contenido para el desarrollo teórico, inspirado en el método de “teoría fundamentada” (Glaser & Straus, 1967), con los objetivos concretos de identificar variables y procesos psicosociales relacionados con la violencia juvenil grupal, y las relaciones entre tales procesos. Para ello se aplicó el método comparativo constante (Álvarez-Gayou, 2003) que consiste esencialmente en postular o hipotetizar inferencias teóricas provisionales, basadas en las declaraciones de los expertos. La estructuración del material declarativo y su posterior análisis se realizaron con el apoyo del programa informático NUDIST (Non-Numerical Unstructured Data Indexing Searching and Theorizing). Resultados. Los resultados aparecen estructurados siguiendo los puntos concretos de las entrevistas realizadas a los expertos. 1. Experiencia de los informadores. En términos generales los expertos han desarrollado su labor con bandas latinas, con excepción de dos informantes, más relacionados profesionalmente con grupos de extrema izquierda y derecha. La siguiente descripción incluye los grupos con los que los expertos han tenido experiencia directa: - E 1: Latin king, Dominican Don´t Play, Ñetas, Los Latinos de de Fuego, y de corte político nazis de derechas y ultra-izquierdas. - E 2: Skin, Sharperos, Red King, Latin Kings, Ñetas, Dominican Don´t Play, Warriors. Trinitarios, Forty Two, African Black. - E 3: Bandas latinas, españolas, rumanas, kosovares, magrebíes, italianas - E 4: Latin King, Ñetas, Trinitarios, Dominican Don´t Play pero sobre todo Latin Kings y Ñetas - E 5: Latin King, Ñetas, Forty Two, Dominican Don´t Play, Maras - E 6: En general bandas latinas - E 7: Bandas Latinas: Latin Kings, Ñetas, Dominican Don´t Play - E 8: Latin King, Wariors, Dominican Don´t Play, Trinitarios, Mara Salvatrucha - E 9: Latin King, Dominican Don´t Play, Ñetas, Skin Red, Trinitarios - E 10: Red Skin, Skin Head, Latin King, Ñetas, Dominican Don´t Play - E 11: Latin King, Ñetas, Warrior, Dominican Don´t Play, Trinitarios - E 12: Dominican Don´t Play, Ñetas, Trinitario, Sharp. - E13: Ñetas, Trinitarios, Dominican Don´t Play, Forty Two. - E14: Bandas latinas: Latin King, Ñetas. - E15: Bandas latinas en general, red-skin. 2. Identidad personal de los menores infractores. - Características individuales En opinión de los expertos consultados, las características individuales de los jóvenes están atravesadas por dos ejes básicos: la adolescencia y el proyecto migratorio en el que están insertos. La adolescencia se vive como un periodo de cambios tanto físicos como emocionales, un periodo de búsqueda de identidad personal que se encuadra en un esquema de cierta inestabilidad tanto para los jóvenes españoles como para otros jóvenes procedentes de otros países. La diferencia entre unos y otros radica en el entorno de socialización, que los jóvenes inmigrantes desconocen o el que no alcanzan a encontrar su lugar. El entorno de socialización primario, la familia, se encuentra en muchos de los casos “ausente” en la medida en que la madre tiende a ser una persona que está fuera del hogar debido al trabajo y el padre o no está físicamente o no hay una figura que ejerza la “función padre”, es decir, una persona (no necesariamente el padre biológico) que sea un referente para el joven, que imponga la ley y la norma, los límites y también los valores. Por otro lado, en el proceso migratorio de los jóvenes, dejan atrás a su abuela, sus amigos, sus diversiones… para encontrarse en una sociedad de las que desconoce el funcionamiento. Posiblemente, el joven preadolescente o adolescente no consigue elaborar el duelo por lo dejado en su país, por lo que puede ser más susceptible a la unión al grupo violento. El otro entorno de socialización con el que se topa el joven es el escolar. Los jóvenes se encuentran con “el otro”, el español que es diferente a él (que le hace sentirse diferente a él) y que además de esa diferencia se encuentra “inferior” a él, puesto que su currículo, su nivel de estudios es así mismo, inferior a los otros, a los españoles. En ese contexto, los entrevistados señalan que las características básicas de estos jóvenes son: inestabilidad emocional, inseguridad, desprotección, inadaptación, desarraigo, baja autoestima, nula empatía y escaso desarrollo de habilidades sociales. Señalando que el ingreso en las bandas les proporciona los sentimientos de protección, pertenencia y respeto. - Los valores y la ideología Preguntados los expertos por los valores que los jóvenes pertenecientes a bandas tienen, las respuestas giran principalmente en torno a la familia, la religión, la cultura latina (y lo que ella representa), el respeto, el compañerismo y la fidelidad a la banda. En relación a la ideología política o a la importancia de dicha ideología en los comportamientos de las bandas o grupos, los expertos entrevistados hacen una clara distinción: - En las bandas latinas no existe, no hay un sustrato ideológico que soporte su identidad grupal. - En los grupos españoles de extrema izquierda o extrema derecha si parece sustentarse en la ideología del grupo al que se adscriben en el propio nombre. No obstante, hay expertos que no se pronuncian frente a este hecho pues dicen desconocerlo en su trato con los jóvenes. - Autoestima, autoconcepto y autoeficacia La percepción personal de los jóvenes, en opinión de los expertos, cambia en función de si se consideran a sí mismos como miembros de la banda o del grupo violento, o si realiza actividades fuera de este entorno. Antes de ingresar en la banda (o cuando no se está en ella), la autoestima tiende a ser muy baja debido al fracaso escolar y menores recursos sociales que los compañeros del colegio o del instituto. Dentro del grupo, el joven tiene una identidad definida (que le da el propio grupo), convirtiéndose éste en prácticamente el único agente de socialización. En relación con la autoeficacia (capacidades y habilidades para realizar una o varias tareas) existe un amplio acuerdo en que estos jóvenes presentan notables deficiencias educativas y socializadoras; no obstante, también se advierten aspectos positivos. En los aspectos positivos destacan la capacidad de planificar (actos contra otras bandas), seguir las normas (impuestas por la banda), tener empatía (para captar adeptos para la banda), liderazgo, estudiar (son listos en los centros de internamiento, cuando el ambiente de estudios les es propicio), el respeto y la solidaridad hacia los compañeros (de banda). Por contra entre los déficits que presentan se citan: falta de empatía fuera del grupo, falta de respeto al otro que no es de la banda, dificultad para transmitir emociones y sensaciones, nula capacidad para el diálogo y escasas habilidades sociales Por otra parte, la opinión más contrastada es que la mayoría de los jóvenes no se plantean el futuro ya que éste no les presenta un rostro amable. Frente a la incertidumbre y al fracaso en los aspectos que implican la integración social (simbolizada, principalmente, en el trabajo) los jóvenes tienden a ser presentistas, es decir el valor del aquí y del ahora, sin ninguna actuación que signifique un mínimo desplazamiento, de postergación, de una actuación con resultados a corto o medio plazo (formación, adquisición de habilidades…). El futuro, fuera del grupo de pertenencia (la banda), resulta muy difícil de asumir: además de las posibles amenazas al joven o a su familia subyace la necesaria negociación consigo mismo de adquirir una identidad social que anteriormente estaba anclada en la pertenencia al grupo. El joven en este contexto se encuentra solo (sin grupo de referencia) y con pocos recursos sociales y laborales. La vuelta al barrio, cuando el joven ha estado internado, se convierte en vuelta al mismo o parecido contexto en que se han generado los hechos de su internamiento por lo que resulta muy difícil el cambio que de él esperan las instituciones. El cambio de barrio (no siempre posible) y un trabajo remunerado que proporcione independencia (y cierta autoestima) resultan imprescindibles para ir cambiando de contexto y de situación. Las personas que han estado en instituciones cerradas o semiabiertas han recibido, en términos generales, una pequeña formación ocupacional para que su reinserción sea posible. Los expertos consideran necesario e imprescindible el apoyo de recursos externos para que su trabajo institucional tenga los resultados esperados (o al menos se acerquen a ellos). El futuro de estos jóvenes, más allá de lo que ellos lleguen a verbalizar, dependerá de su reconstrucción identitaria, del apoyo familiar, y de su adquisición en habilidades sociales (en su sentido amplio), entre otras. 3. Satisfacción con el trabajo desempeñado por parte de los expertos consultados. - Evaluación de su experiencia laboral reciente. Todas las personas entrevistadas se sienten satisfechas con su trabajo y piensan que es un trabajo “vocacional” porque hay mucho de relación con las personas y momentos de satisfacción pero también de pesimismo (cuando no se avanza). El elemento que resulta más positivo para estos profesionales es el hecho de que algunos jóvenes cambien y tengan otras perspectivas, que adquieran hábitos y valores. Por el contrario, el pesimismo llega cuando realizado el trabajo con los jóvenes “vuelven a recaer, no sirva para nada o les entre por un oído y les salga por el otro”. Otro de los aspectos negativos que perciben estos profesionales es la escasez de recursos existentes para finalizar de manera adecuada el trabajo que están realizando con los jóvenes En relación a sus compañeros de trabajo, los entrevistados hablan de compañerismo, coordinación, confianza, comunicación, buenas intenciones, mucha motivación. Los aspectos negativos manifestados son el hecho de que cuando son muchos los profesionales que hay en el centro la comunicación puede no ser tan fluida como se desearía. Las mejoras manifestadas para que su trabajo fuera más satisfactorio pasan por una disminución de la burocracia, mayor autonomía y un aumento de los recursos externos que apoyen y continúen el trabajo realizado. Los expertos reconocen que las relaciones que mantienen con los jóvenes son buenas y que intentan por todos los medios que éstos jóvenes confíen en ellos para que la intervención sea eficaz. En cuanto a los principales problemas mencionados en su trabajo con los jóvenes, destacan: el desconocimiento de las bandas, sus códigos de comunicación; el hermetismo de los jóvenes; la dificultad de conseguir su confianza y la falta de recursos educativos de las familias. - Necesidades de formación Las necesidades formativas son enfatizadas por todos los entrevistados. También existe consenso en considerar que resultaría conveniente o imprescindible el desarrollo de un proceso formativo continuo que permitiese actualizar conocimientos y técnicas. Las demandas de formación que se explicitan en las entrevistas a expertos son: Formación sobre bandas (características, códigos de comunicación, organización, etc.) Mediación e intervención familiar (ya que la intervención con la familia es uno de los aspectos más importantes tanto en prevención primaria como en la reinserción) Información sobre las modificaciones legales en menores, migración… Formación continua en todos los ámbitos principales relacionadas con las técnicas de intervención. Reciclaje técnico. Propuestas técnicas nuevas que se adapten mejor a las características de los menores infractores (sobre todo de origen latino). Bajo estas condiciones, algunos expertos consideran que otro beneficio asociado a la mejora de los procesos formativos sería reducir la movilidad de los profesionales, al mejorar sus expectativas laborales e incrementar la percepción de que pueden ser más eficaces. Tres de los entrevistados también considerarían oportuno que existiese un sistema de auto-aprendizaje de proceso de auto-formación que permitiese intercambiar experiencias y técnicas entre los profesionales de una misma institución. Conclusiones De forma general, las siguientes condiciones han sido consideradas necesarias para elaborar y aplicar prácticas de intervención rehabilitadoras y reinsertadoras eficaces: - Crear empatía con el joven y trabajar desde la afectividad - Trabajar de forma individual con el joven - Trabajar con la familia comenzando en el ámbito escolar - Fomentar las actividades culturales entre españoles e inmigrantes donde se englobarían tolerancia y multiculturalidad - Hacer ver a los jóvenes que existen otras alternativas de ocio y culturales - Trabajar con el delito cometido, pero también con la pertenencia a banda - Realizar un trabajo multidisciplinar y coordinado e intentar detectar precozmente cualquier joven en riesgo de entrada en banda - Realizar un seguimiento coordinado y adecuado del joven para evitar la recaída - Educar en valores Limitaciones El análisis de contenido realizado a partir de las declaraciones de los expertos ha conseguido establecer un marco organizado de experiencias con menores infractores pertenecientes a bandas o grupos violentos, facilitando una estimable constelación de necesidades y de propuestas. Los resultados tienen un nivel de inferencia bajo; en gran parte, pueden considerarse descriptivos y clasificatorios de las opiniones de los expertos. Y en esta simplicidad reside su principal valía: la generación de un panorama amplio de experiencias y un abanico igualmente extenso de necesidades de formación y de propuestas de intervención. Otro nivel mayor de abstracción o de generalización hubiese requerido contextualizar las declaraciones de los expertos consultados en función de los programas concretos que desarrollan. Referencias Chavez V. (1999). Operational definitions of youth violence in empirical Research. International Quartley Community Health Education. 18(2):237-61. Cohen, A. K. (1955). Delinquent Boys. New York: Free Press. Farrington, DP. (1983). Epidemiology. En Herbert C. Quay (eds.), Handbook of juvenile delinquency. New York: John Wiley & Sons. Fiscalía General del Estado (2011). Memoria 2011. Madrid: Fiscalía General del Estado. 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