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Los derechos de la mujer en
Europa y en España
V
CRISTINA ALBERDI ALONSO *
derechos de la mujer en la Comunidad Europea han evoLOS
lucionado en los últimos años desde un planteamiento de obtención de la igualdad jurídico formal a la igualdad real, es decir, de
acceso a los derechos reconocidos por las leyes. Del mismo modo en
España, especialmente a partir de la entrada en vigor del Tratado de
Adhesión a la Comunidad Europea, las modificaciones legales y los
mecanismos jurídicos han desarrollado inicialmente pautas de
igualdad de derechos, ante las notorias y llamativas discriminaciones
que existían en nuestra legislación, evolucionando hacia las
disposiciones jurídicas correctoras de las desigualdades y a las medidas llamadas de acción positiva.
La política comunitaria en la década de los 80 se ha desarrollado a
través de dos programas de acción. El primero comprendía el período 1982-1985 y configuró los elementos que habían de informar
la política comunitaria en materia de empleo para las mujeres, en
su doble aspecto de producir la normativa precisa en materia de igualdad de trato para superar las desigualdades jurídicas y en el fomento
de la igualdad real, propiciando la implantación de programas de
acción positiva.
El segundo programa comunitario comprende el período
1986-1990, y se centra en una intensificación de la misma estrategia,
especialmente referida a aquellos grupos sociales de mujeres más desprotegidos y por ello más afectados por el paro y los cambios sociales
y tecnológicos.
El tercer programa comunitario, que ya entra en la década de
los 90, se plantea grandes retos, debido sin duda al gran cambio que
para las mujeres pueden suponer las nuevas demandas y situaciones
que generará el Mercado Único Europeo a partir de 1992, con la libre
circulación de bienes, mercancías y personas y los planteamientos
que las adaptaciones a las nuevas perspectivas de las grandes
empresas generen en colectivos como el de las mujeres, que parte
de una realidad menos favorable.
El tercer programa comunitario se ha planteado desde la participación de las mujeres, en igualdad de condiciones, en la construc* 22 de febrero de 1946. Vocal del Consejo General del Po- ción de esa Europa de los 90, que se constituye desde la solidaridad
de todos los grupos sociales, y en la que las mujeres deben tener un
der Judicial.
protagonismo que sin duda supondrá un cambio profundo de las
estructuras sociales.
En el ámbito de la legislación, los trabajos que se desarrollan en
la Comunidad Europea de cara al Mercado Único se centran en tres
aspectos, considerados como prioritarios: 1) Conseguir un mejor
aprovechamiento de la legislación existente; 2) Coordinar la política
de igualdad con la política general y mejorar su influencia en el
mercado laboral, y 3) Informar y sensibilizar a la opinión pública.
Por lo que respecta a España, la vigente Constitución Española,
aprobada por referéndum nacional de 6 de diciembre de 1978, consagró definitivamente entre nosotros el principio constitucional de
no discriminación por razón de sexo, al establecer su artículo 14,
«los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión,
opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».
Como consecuencia de la aprobación de la Constitución y el desarrollo de los principios contenidos en ella en el curso de los años
siguientes, se aprobaron diversas leyes de enorme transcendencia para
la mujer, relativas al ámbito de las relaciones familiares y de las relaciones de trabajo, en las que secularmente se ha centrado la discriminación.
El Estatuto de los Trabajadores aprobado por la ley 8/80 de 10
de marzo estableció claramente el principio de no discriminación por
razón del sexo (artículo 4), de no discriminación en las relaciones
laborales (artículo 17) y de igualdad de remuneraciones (artículo 28).
La ley 11/81 de 13 de mayo modificó numerosos artículos del
Código Civil, en lo que respecta a los bienes matrimoniales, a la responsabilidad sobre los hijos comunes y a la filiación, posibilitando
la investigación de la paternidad.
La ley 30/81 de 7 de julio sobre reforma de determinados artículos del Código Civil en materia de familia, llamada Ley de Divorcio, introdujo en nuestra legislación la posibilidad de la disolución
del vínculo matrimonial. Aun siendo este aspecto quizá el más importante de la reforma, otros, relativos al principio de igualdad de
los cónyuges dentro del matrimonio, tuvieron un gran impacto en
su momento, sobre todo por contraste con la legislación anterior.
También la ley 51/82 de 13 de julio llevó a cabo la modificación
de toda la normativa sobre nacionalidad, adaptándola al principio
de igualdad.
También constituyen referencias legislativas de enorme trascendencia dos tratados internacionales suscritos por España en fechas
posteriores: la Convención de no discriminación de la Mujer aprobada en marzo de 1984 y el Tratado de Adhesión de España a la
Comunidad Europea con efectos a partir del 1 de enero de 1986.
La Convención de no discriminación de la Mujer (con efectos
en España a partir de marzo de 1984) fue aprobada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas en 1979 y se proponía fundamentalmente desarrollar al máximo las medidas encaminadas a
acelerar la igualdad de facto entre hombres y mujeres y a promover
la participación de las mujeres en plano de igualdad con el hombre,
en la formación de las políticas gubernamentales, en la ejecución de
esas políticas y en la ocupación y ejercicio de cargos públicos en el
plano nacional e internacional. Merece destacarse, por su importancia
para la valoración jurídica de las medidas de acción positiva, lo que
esta Convención sanciona en su artículo 4, «La adopción por los
Estados Partes de medidas especiales de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre el hombre y la mujer no
se considerará discriminación en la forma definida en la presente
Convención, pero de ningún modo entrañará, como consecuencia,
el mantenimiento de normas desiguales o separadas; estas medidas
cesarán cuando se hayan alcanzado los objetivos de igualdad de oportunidad y trato».
Por su parte, el Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Europea representa un paso de una enorme importancia para
los derechos de las mujeres españolas. La Comunidad Europea ya
tenía una larga experiencia en políticas de igualdad, a partir del desarrollo del art. 119 del Tratado de Roma de 1957. Este artículo estableció la igualdad de trato de hombres y mujeres, desde el aspecto
de la igualdad de remuneración en el trabajo, y ha generado desde
entonces la aprobación de cinco Directivas sobre aplicación del principio de igualdad de remuneraciones entre trabajadores masculinos
y femeninos.
Las Directivas, que son de aplicación en España a partir de la
Adhesión al Tratado, son las siguientes:
1. Directiva de 10 de febrero de 1975. Aplicación del principio
de igualdad de remuneraciones entre trabajadores masculinos y fe
meninos.
2. Directiva de 9 de febrero de 1976. Acceso al empleo, a la for
mación y a la promoción profesional y a las condiciones de trabajo.
3. Directiva de 19 de diciembre de 1978. Aplicación progresiva
del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en mate
ria de seguridad social.
4. Directiva de 24 de julio de 1986. Aplicación del principio de
igualdad de trato entre hombres y mujeres en los regímenes profe
sionales de seguridad social.
5. Directiva de 11 de diciembre de 1986. Aplicación del princi
pio de igualdad entre hombres y mujeres que ejerzan una actividad
autónoma, incluidas las actividades agrícolas, así como sobre la pro
tección de la maternidad.
En España, el Instituto de la Mujer elaboró el Plan para la Igualdad de Oportunidades de las Mujeres 1988-1990 en línea similar a
los elaborados en la Comunidad Europea y recogiendo ya los dos
elementos clave de los programas comunitarios, los derechos
jurídico-formales y los mecanismos de acceso real a esos derechos.
El Plan, del que tomó conocimiento el Consejo de Ministros de
25 de septiembre de 1987, está dividido en cuatro grandes áreas: ordenamiento jurídico, familia y protección social; educación y cultura; empleo y relaciones laborales, y salud.
En lo que respecta al ordenamiento jurídico, el plan establece
varios objetivos y actuaciones, de los que merecen destacarse los siguientes: la reforma del ordenamiento jurídico privado en cuanto a
las disposiciones discriminatorias para las mujeres; la modificación
de las normas sustantivas y procedimentales relativas al derecho de
familia y a la separación y divorcio matrimoniales, a fin de dotarlas
de la debida eficacia; el efectivo cumplimiento de las obligaciones y
la adecuada percepción de las pensiones fijadas en las re-
soluciones judiciales recaídas en procesos de separación o divorcio
matrimoniales; la modificación de los mecanismos sancionadores vigentes para combatir los malos tratos entre cónyuges, y la potenciación de los mecanismos para la persecución y condena de los delitos
contra la libertad sexual de las personas.
La última reforma legislativa aprobada en España y que comprende varios de los objetivos citados se realizó mediante enmiendas
introducidas por el Grupo Parlamentario Socialista del Senado, en el
Proyecto de Ley sobre actualización del Código Penal que resultó
aprobado por Ley Orgánica 3/89 de 21 de junio.
Las principales novedades de dicha ley afectan a los delitos contra la libertad sexual y al abandono de los deberes asistenciales familiares.
A partir de la citada ley, los hasta entonces denominados delitos
contra la honestidad pasan a denominarse delitos contra la libertad
sexual, ampliándose el ámbito de los sujetos pasivos del delito, hasta
entonces limitado a las mujeres, a cualquier hombre como posible
víctima de este tipo de agresiones.
Otro aspecto de esta ley digno de destacarse lo constituye la introducción de un artículo 487-bis que viene a completar la tradicional figura jurídico-penal del abandono de hogar, contenida en el art.
487.
El artículo 487-bis establece que «El que dejare de pagar durante
tres meses consecutivos o seis meses no consecutivos cualquier tipo
de prestación económica en favor de su cónyuge o sus hijos,
establecida en convenio judicialmente aprobado o resolución judicial, en los supuestos de separación legal, divorcio o declaración de
nulidad del matrimonio será castigado con la pena de arresto mayor
y multa de 100.000 a 500.000 pesetas».
Por último, y pensando en la evolución futura que se prevé en
el ámbito del derecho civil y del derecho de familia, merece destacarse la aprobación de la Ley 35/88 de 22 de noviembre sobre Reproducción Asistida, que abre un campo nuevo dentro de la
regulación normativa de las nuevas tecnologías genéticas y que habrá de producir sin duda grandes cambios en las tradicionales normas reguladoras del derecho de familia y de las relaciones
paterno-materno filiales.
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