Introducción a la teoría y estrategia de la comunicación moderna* (El caso de la UE) ANTXON SARASQUETA ¿Q ué es eso de la comunicación moderna y qué tiene que ver con resolver el principal problema que angustia a un grupo de naciones como es el de definir su modelo de unidad? Es una pregunta que de una u otra forma me la hacen con reiteración y desde distintos foros. Es la primera vez en la historia de la humanidad que su realidad cotidiana se construye sobre una nueva dimensión espacial, que hasta ahora no había sido más que un sueño y una ambición. Ante esta nueva realidad, ¿cómo no considerar las nuevas ideas y un pensamiento avanzado también en la solución de los problemas de gobierno, como ocurre en otras áreas de la vida? ¿Cómo ignorar el desarrollo de un pensamiento moderno que desde distintos ámbitos de la ciencia está contribuyendo a los nuevos conocimientos? El futuro de la Unión Europea es un problema complejo que necesita hacerse sencillo, porque de lo contrario no será entendido por la población. Una unión desde la confrontación y la incomprensión popular conduce al fracaso. Es la diferencia entre la unidad familiar mal avenida (no integrada) y la que por el contrario forma equipo y se ayuda. ¿En definitiva, puede perder la UE esta oportunidad cuando las tendencias emergentes de este final de siglo son favorables a la creación de espacios comunes y a la cooperación? Para que esto no suceda el problema debe ser abordado desde el nuevo orden analítico que facilita su comprensión y desarrollo. El nuevo orden analítico está basado en la comunicación moderna. Se trata de convertir el “problema” en una “alternativa”. En un proyecto de futuro que cuente con la comprensión y el apoyo de la opinión pública. ¿No es esa la naturaleza y fuerza del liderazgo? Hasta ahora la comunicación ha sido entendida como un medio. C = a medios de comunicación. Esta introducción a la teoría y estrategia de la comunicación moderna trata de explicar lo que representa como nuevo valor dentro del pensamiento y acción del hombre, las organizaciones y los gobiernos. En una segunda parte, cuál es su aplicación práctica para el problema de unidad que tiene planteada la Unión Europea (tal y como se me ha solicitado). Y, finalmente, los efectos globales que puede tener para nuestras sociedades el futuro de un liderazgo desarrollado desde esta nueva dimensión. pensamiento, disciplina. sensibilidad, intuición y Un ordenador ilustra bien el concepto moderno de la comunicación. A la materia física se suma el sistema digital, los procesos de información, el pensamiento de cuantos intervienen en su propia estructura y de los programas que se utilizan, con el de los usuarios del propio ordenador. Así como la sensibilidad humana, capacidad intuitiva, y la disciplina que requiere su propia creación, desarrollo y uso. ¿Por qué le llamamos ordenador? En principio porque su funcionamiento responde a un orden matemático, pero a medida que se han ido desarrollando las aplicaciones multimedia y sistemas más complejos de comunicación, el ordenador se ha convertido en la herramienta (como gustan de llamar los técnicos) del nuevo orden analítico que es la comunicación moderna. El ordenador, sus sistemas (hardware y software) y uso, han sido creados y desarrollados por la mente humana para aumentar sus propias capacidades mediante un nuevo orden. La comunicación moderna como nuevo orden analítico La comunicación moderna sustituye a la relación causal de espacio-tiempo que ha prevalecido en el racionalismo clásico (GRÁFICO A). Antes el correo tardaba en llegar a su destino lo que la diligencia o el avión tardaban en recorrer la distancia del espacio en el que se desplazaban. Hoy la comunicación electrónica hace que el correo y cualquier información se transmita en tiempo real sin que se vean afectados por la distancia. Llamamos “comunicación moderna” a la que emerge en la nueva Era Espacial(1). En este sentido, todas las tecnologías de comunicación y sus aplicaciones lo son. Pero no sólo. El “todo” de la comunicación moderna agrupa lo que conocemos como nuevas tecnologías y los contenidos que emanan de nuestras capacidades cerebrales. Átomo, código binario, información, La desaparición de la relación causal espaciotiempo, elimina a su vez los límites de referencia en los que se ha movido el hombre convencionalmente en su vida cotidiana, y le envuelve en el infinito. Es el espacio el que ha pasado a dominar nuestra vida. Y del espacio y el infinito, la complejidad. La nueva dimensión cosmológica en la que vive el hombre moderno, y que he denominado Cosmos 2. Es un recorrido en doble dirección a través de la dimensión global de la comunicación moderna (GRÁFICO B). Esa es la razón de la creciente preocupación de algunos sabios de este final de siglo en sus estudios sobre el caos y la complejidad como materias que permitan hacer más comprensibles y sencillos nuestros sistemas de vida. Lo que ha sido definido como “sistemas complejos adaptativos”. La búsqueda del nuevo racionalismo marcará el proceso de transición del hombre en su nueva Era Espacial que da lugar a la civilización de las comunicaciones(2). El nuevo orden analítico se desarrolla a través de la comunicación moderna tal y como la he definido: 1) En su estructura de pensamiento, 2) en un modelo global de relaciones, 3) en la naturaleza de nuestro entorno, y 4) en la dirección y entidad de los cambios (liderazgo). Nueva mentalidad, nuevos medios, y nuevo entorno. Nuevos y para la mayoría de la población desconocidos. De hecho, ni los más sabios del lugar han reparado en la comunicación moderna como una ciencia en lo que tiene de estructura del conocimiento respecto a cualquier disciplina o materia y en su dimensión global. Lo que a mi juicio es una de las razones —quizá la principal— que dificulta cualquier proceso de cambio a nivel individual y de grupo. Multiplicándose los problemas de inadaptabilidad que conducen a situaciones de conflictividad negativa (sin alternativas aparentes). ¿No vivimos esas experiencias en la realidad cotidiana sobre las pequeñas cosas y sobre los grandes asuntos? La nueva estructura de pensamiento basada en este nuevo orden analítico, está dominada por el “todo” y la “interrelación”. El nuevo orden analítico gira en torno a la sociedad abierta, el mercado global y un mundo multipolar. Frente al modelo tradicional de bloques en el terreno ideológico y económico. Nuestros universos interior y exterior se han modificado, porque ya ninguno de los dos responden a una estructura compartimentada, sectorializada y jerarquizada. A la globalización exterior, nuestro intelecto ha respondido con un mayor desarrollo de la comunicación e interacción entre los dos hemisferios cerebrales. De hecho el interés y éxito de la comunicación multimedia se debe a la integración activa de elementos que responden a cada una de las partes. Por ejemplo, la estrategia analítica, la pasión del espectáculo, y la intuición, son componentes de cualquier juego multimedia o servicios en Internet. Pero también forman parte de una organización empresarial moderna y competitiva. De un proyecto metropolitano o de una campaña electoral. La proliferación y éxito de los grupos multidisciplinares como órganos de investigación y análisis, responde a esa conciencia de interrelación en un todo de las distintas materias en que se desenvuelve la vida del hombre moderno. Nuestro universo exterior se configura igualmente como un todo globalizado. En la unidad y la multiplicidad. Un programa de ordenador puede servir para cualquier persona en cualquier parte del mundo, con culturas y sistemas educativos distintos, o actividades diferentes. Es una unidad creada para su comprensión y aplicación global. De la misma manera que la relación múltiple y activa de diferentes unidades produce efectos globales. La Bolsa es uno de los millares de ejemplos que podemos comprobar en nuestra actividad diaria. Esta realidad de un modelo global responde a una naturaleza de nuestro universo exterior bien distinta a la que fuimos educados y evolucionamos culturalmente. Con un sistema de jerarquías en la estructura organizativa y compartimentado en sus sectores y actividades. De un poder centralizado se ha pasado a otro descentralizado, y de una información y actividades sectoriales hemos pasado a la convergencia de todo ello. El mapa de nuestra realidad es el de individuos y organizaciones que con independencia de sus actividades, cultura y lugar geográfico donde estén situados, todos se ven afectados por todo y cualquiera de ellos extiende su propia capacidad de poder. La nueva realidad se aproxima más a la propia naturaleza humana y animal, donde domina la diversidad y espontaneidad, la descentralización y multiplicidad de poderes, y la convergencia de mundos diferentes. Una vez más es la comunicación moderna la que facilita la comprensión y actividad en este modelo global de relaciones y efectos. La cultura digital permite una interpretación comprensible de la nueva realidad y de la naturaleza de los cambios que están teniendo lugar. Pero sobre todo, contribuye al desarrollo de las propias capacidades del hombre y de las organizaciones en su nueva dimensión espacial. El hombre está acostumbrado a las leyes y la cultura del átomo. A lo que considera tangible. Y ahora tiene que resolver problemas y desarrollarse en un entorno de bits. En un nuevo hábitat digital. Por esa razón, la economía y la contabilidad empiezan a estar dominadas por los intangibles, pero los criterios y conceptos de valor que siguen utilizando las administraciones siguen respondiendo casi exclusivamente a las leyes y la cultura de lo tangible. Lo que genera graves problemas y perjuicios de inadaptabilidad: las leyes y la cultura de gobierno no contemplan toda la realidad y además se resisten a asumir la nueva —e imparable— realidad. Su mentalidad se resiste a valorar lo intangible en términos legales y contables. Sucede con la definición de Sociedad de la Información. Ha sido acuñada por una cultura todavía no adaptada a la nueva realidad. La información forma parte esencial de la comunicación. El “todo” es la comunicación, no la información. Se transmite información dentro de un proceso de comunicación. La información es lineal. La comunicación responde a una relación interactiva que puede ser bidireccional o multidireccional. Incluso en sus propias acepciones comparadas, la comunicación responde a un valor superior. No se informa a Dios, se comunica con Dios. Un jefe de Estado o de gobierno no informa a la nación: comunica a la nación. La comunicación “enlaza” con las partes. La información se “transmite”. Nuestra realidad es la de una Sociedad de la Comunicación Global. Las redes de comunicación y sus contenidos se desarrollan globalmente. El valor de la comunicación moderna es el que contribuye a definir un modelo alternativo de las cosas, mediante un nuevo orden analítico. Los problemas son solubles, insolubles, convivenciales, o necesarios. Pero sólo la primera opción hace posible desarrollar un proyecto alternativo. Y eso es lo que pretende ser la nueva Unión Europea, un proyecto de futuro. En ese caso hay que definir el modelo alternativo que se pretende. Hasta ahora se ha hablado de unidad mediante procesos sectoriales: unidad de mercado, unidad cultural, unidad financiera, unidad política..., lo que dificulta o imposibilita una unidad global del conjunto de países miembros y aspirantes. Cualquier proceso de unidad tiene que responder a un modelo global, o de lo contrario choca con una realidad que sí lo es. No solamente global en términos geográficos (que es lo de menos), sino en su concepción de desarrollo interno y en relación con el resto del mundo. Ese es el auténtico desafío del liderazgo europeo. Global en su naturaleza y en la dimensión cultural. El caso de la UE Si aplicamos la teoría y estrategia de la comunicación moderna al caso de la Unión Europea, comprobaremos los cambios que son necesarios para que el “problema” se convierta en una alternativa de futuro y pueda ser fácilmente comprendido por la opinión pública. Primero la estructura de pensamiento sobre la que deciden y actuan sus dirigentes. El contexto en el que se desarrolla nuestra sociedad es el de la globalización. No de la economía o de la tecnología, sino de la vida. La prioridad de gobierno no es institucional, burocrática y legislativa, sino política y estratégica para dotar a Europa de un modelo de liderazgo global. Los europeos como parte activa del desarrollo planetario y espacial que se dispone a vivir el mundo en las próximas décadas. En los procesos de investigación, creación, producción y desarrollo. Desde esa perspectiva a Europa le falta un libro blanco del futuro que dé contenidos y orientación, y que sirva de referencia a sus gobernantes y dirigentes. Un impulso de futuro que abra las puertas —de par en par— a las nuevas ideas, al pensamiento moderno y a las ciencias avanzadas. Europa como centro de desarrollo de las tendencias creativas e innovadoras del mundo. Como lo ha sido en otros momentos de su historia. Aunque en algunos ámbitos concretos esto pueda darse hoy, lo cierto es que los órganos decisorios europeos no parecen impregnados de ello. El cambio hacia una estructura de pensamiento innovador y global es lo que permitirá a sus dirigentes adaptar el modelo a la nueva realidad. No pretender imponer un modelo de jerarquías, poderes y sistemas que responden a la cultura del átomo pero no de la digital. Lo único que hace esto es retrasar el despertar de Europa como fuerza emergente. El valor de Europa no está en su unidad sino en su dimensión global, que es lo que contribuirá a su mayor configuración unitaria. Por otra parte, el modelo global de relaciones lleva a los sistemas flexibles, combinables y compatibles. Se trate de la moneda única o de la seguridad. Es un modelo que conduce a las alianzas y sinergias que le dan cohesión y fortaleza. La imposición de sistemas únicos y dominios jerárquicos hace resentirse la estabilidad y consistencia de las relaciones. ¿No ha tenido que adaptarse la nueva OTAN a este modelo de relaciones y alianza, aun tratándose de una estructura donde por su propia naturaleza el orden radica en la jerarquía? La unión no puede desarrollarse y fortalecerse si en lugar de buscar fórmulas flexibles de participación de los países que están en una fase diferente, se les conduce a la periferia y la marginación. El éxito está en saber integrar lo diferente. Desde hace años en la UE se habla de las distintas velocidades y espacios de integración. Forma parte de la naturaleza de las cosas y de una realidad tan dispar como la europea, pero éste no es el eje de nuestra atención sino otro de caracter global: ¿el conjunto de relaciones y combinación de sistemas, está contribuyendo al fortalecimiento del liderazgo europeo y al desarrollo de sus países? Los hechos demuestran que así es en relación a su pasado inmediato, pero está menos claro que lo vaya a ser —globalmente— en relación con las demás potencias y nuevas áreas emergentes en el mundo. Dependerá de su capacidad de cambio. El entorno de liderazgo en el que nos movemos es el de Internet. No sólo en su carácter físico como red de redes de comunicación, sino en lo que representa de diferente al entorno en el que nos hemos formado. La misma red de redes a nivel espacial se está desarrollando desde los sectores públicos y privados, mediante cientos de satélites de comunicaciones. Vemos así cómo la comunicación, en sus medios, contenidos, y como orden de pensamiento analítico, de creación y nuevas ideas, adquiere un valor estratégico superior al que en el pasado fue la información. Hace ciento cincuenta años Julius Reuters comenzó a hacer fortuna utilizando palomas mensajeras para transmitir valiosa información a sus clientes. Hoy, Reuters no sólo es un poder informativo, sino además empresarial y financiero en el mundo. Gracias a los servicios electrónicos y de comunicación multimedia. La comunicación forma parte de cualquier unidad estratégica y de cualquier liderazgo con proyección global. “Las empresas nos dan dinero para que trabajemos sobre las ideas más locas, pero para ellas es una forma de ganar dinero”, suele decir Nicholas Negroponte, el director del Media Lab (MIT University). La comunicación moderna es un valor estratégico que a las empresas, a los gobiernos y a las personas les proporciona una capacidad superior. Un valor añadido con rentabilidad global: política, económica y social. Por esa razón, la comunicación no es una cuestión de política sectorial (telecomunicaciones) o de medios (grupos multimedia), es una cuestión de alta política estratégica. En toda política estratégica nacional o supranacional (también llamada “regional” en términos globales) la comunicación es algo prioritario. Si la Unión Europea reduce los precios de las telecomunicaciones al nivel de los Estados Unidos (donde según un informe de la UE en 1995 el precio del bit era diez veces inferior al europeo), el impacto de esta medida supondría un salto histórico en la unidad de sus países miembros y en la capacidad competitiva de sus empresas y mercados. En el propio desarrollo social y educativo de sus poblaciones. Es éste un ejemplo práctico y bien elocuente. En definitiva, una forma sencilla para los ciudadanos de comprender el valor de la unidad europea. Europa como oportunidad, no como problema. La comunicación ha pasado de ser un bien escaso, y por tanto un lujo en términos de poder adquisitivo, a ser un bien de uso masivo y funcional. Hace medio siglo tener un aparato de radio estaba al alcance de muy pocos, hoy se ofrecen 200 canales de televisión por menos de treinta dólares. Hoy se regalan los teléfonos sin hilos y las compañías incluyen días y tramos horarios gratuitos en las ofertas a sus clientes para hablar por teléfono o comunicarse por ordenador sin limitaciones ni distancias. Cualquier persona u organización debe ver el coste de la comunicación no como un gasto más o menos caro, sino como una inversión “natural”. Es un bien de primera necesidad en el mundo desarrollado. La gran apuesta del liderazgo norteamericano ha sido y es la comunicación a todos sus niveles. Como concepción global de su industria, educación, y gobierno. A la hora de planificar infraestructuras, establecer precios, favorecer sectores, invertir en el desarrollo espacial y en Internet, o poniendo en marcha una malla de redes de comunicación que en poco tiempo tendrá a toda la población juvenil trabajando en ella desde su ordenador de casa o del colegio. El desarrollo social y cultural de nuestras sociedades depende de la comunicación, de sus medios y contenidos. Invertir el dinero público en comunicaciones es una labor más benefactora que hacerlo en subvenciones destinadas a controlar los mercados, debilitando su capacidad competitiva y por tanto su desarrollo. En un modelo global, la competencia está basada en la relación de socios competitivos: pueden ser socios y al mismo tiempo competir entre ellos. Así ocurre entre muchos de los grupos empresariales y de las organizaciones más competitivas del mundo. Cultura y estrategia del nuevo liderazgo Recientemente los directivos de una de las empresas estatales de telecomunicaciones que iniciaba una operación de privatización superior a los cien mil millones de pesetas y en la que intervendrían las grandes operadoras europeas y americanas, me explicaron su problema: necesitamos un mensaje de liderazgo para llegar al poder político, a los inversores y a la opinión pública. Ya habían comenzado a preparar una campaña publicitaria de varias fases consecutivas con un presupuesto de ocho millones de dólares. ¿Qué hacer? ¿Cómo conseguir el impacto y los resultados deseados? Primero, no se trataba de una operación de imagen ni de un mensaje comercial o político, que es lo que venden habitualmente las empresas publicitarias. Para cualquier estudioso de la comunicación y de su desarrollo científico, éste era un caso de liderazgo y como tal debía de ser tratado, a nivel empresarial, político y de opinión pública. Lo que requería era un proyecto estratégico de comunicación y que además le diese una dimensión global a la empresa en el mercado, una estrategia que hiciese comprensible y sencilla una muy compleja operación. Así se analizó y se desarrolló. Con pleno éxito en sus resultados. A través de los años hemos desarrollado numerosos casos de toda índole, empresariales y políticos, y he podido comprobar en la práctica los efectos y resultados de la comunicación moderna como valor estratégico en el impacto y éxito de los liderazgos. Durante un año dirigí un seminario de nuevos liderazgos con participantes estadounidenses y europeos, organizado por diversas fundaciones. El denominador común de aquel grupo multidisciplinar fue compartir una cultura de comunicación como valor de orden analítico y su aplicación en la toma de decisiones. Preparándose a nivel directivo en las administraciones, la empresa y la universidad, para trabajar y decidir en un nuevo sistema de cambios. Desde 1989 dirijo una organización privada donde los mayores recursos los hemos invertido en la investigación sobre la revolución de las comunicaciones. Entre otras cosas, este desarrollo nos ha permitido crear un sistema metodológico propio denominado I+CA (Investigación + Comunicación Aplicada) a través del cual creamos, diseñamos y ejecutamos cada proyecto estratégico. Este avanzado sistema lo hemos transmitido en algunos centros académicos y de investigación (universidades, centros de formación, escuelas de negocio...) y lo hemos aplicado en nuestros proyectos de consultoría de comunicación. Su resultado es concluyente: el impacto y consolidación en el centro nuclear de la opinión, del proyecto y todas sus variables de liderazgo, son proporcionales a la capacidad de aplicar el sistema I+CA en toda su complejidad. En el cual suelen participar en sus distintas fases, analistas, investigadores y estrategas de distintas disciplinas y diferentes centros repartidos por todo el mundo. Pero al mismo tiempo hemos aprendido lo inútil que resulta dedicar el mínimo esfuerzo cuando se trata de líderes, dirigentes y organizaciones que todavía no han asumido la realidad de un cambio o se resisten a aceptarlo. Les puede una actitud más acomodaticia e inmovilista. O simplemente no lo comprenden. El cambio de una sociedad jerarquizada a otra descentralizada ha formado los nuevos valores de liderazgo. Pero no en el sentido mayestático que recuerde a los “hombres de Estado” o de “liderazgo carismático”, sino en el sentido más sencillo —pero de efectos globales más poderosos— de “leadership”. No se trata de mandar a las masas, sino de desarrollar procesos, liderar proyectos, y conducir nuevas tendencias en los grupos sociales, organizaciones o naciones. Hoy el valor del liderazgo se enseña en las escuelas a una edad infantil. No se trata del liderazgo del cargo en el poder, sino del liderazgo en las capacidades de las personas. Ese es el liderazgo que responde a los valores de dimensión global y que emerge en cualquier ámbito de la sociedad. necesidades más vitales para nuestra sociedad y sus gobiernos. Se trata de un liderazgo con capacidad de arrastre e influencia. Hay dirigentes sociales e industriales con más poder e influencia en la sociedad que la mayoría de los cargos gubernamentales. Una cosa es el poder en términos burocráticos o jerárquicos, y otra distinta el liderazgo. Notas Este proceso de cambio tiene todo que ver con la comunicación moderna. Una persona u organización (o nación) con capacidad de liderazgo encuentra en la comunicación los dos elementos requeridos: un orden analítico eficaz y una plataforma de medios capaz de penetrar en el núcleo central de la opinión pública. Sólo se logra traspasar la “barrera del sonido” del núcleo central de la opinión pública, si se articula un proyecto sólido —científico— de comunicación. Un proyecto político de carácter histórico y de la entidad de la UE ha encontrado siempre sus dificultades en la opinión pública de las respectivas sociedades (en unas más que en otras) porque está dominado por la controversia no por el impacto de un proyecto global de cambio y liderazgo (GRÁFICO C). Los procesos de cambio y de liderazgo son más dificiles en culturas cerradas y que hacen de la impermeabilidad uno de sus dones. El orgullo de la autosuficiencia. Se aprecia en muchas culturas empresariales y políticas, tanto si viven momentos de explendor como de crisis. Es algo arraigado en su formación y que forma parte de su ser. Especialmente en aquellas, públicas o privadas, donde pesa el espíritu funcionarial y burocrático. Cuando la realidad de un cambio de era y de nuestro entorno tan profundo y definitivo como el que marca la entrada en el nuevo siglo, hace de la apertura a las nuevas ideas y de la formación en la cultura de la comunicación moderna y de los liderazgos, una de las * Teoría y Estrategia de la Comunicación Moderna (en fase de edición). (1) Ciberespacio, el nuevo entorno del cambio (Cuenta y Razón, Septiembre 1995). (2) El desafío español. Mapa del Nuevo Entorno de la Civilización de las Comunicaciones (Ed. Espasa Calpe, 1996).