Señor Rector, Estimadas Autoridades y Profesores, Señoras y Señores: Hace noventa y nueve años el gran científico francés Henri Poincarè, con ocasión de su doctorado Honoris Causa por la Universidad Libre de Bruselas, dio una conferencia sobre “el librepensamiento en materia científica”. Esto no era inusual en una universidad creada por masones libres para equilibrar la influencia de la Universidad Católica de Lovaina, pero era menos usual para un matemático. Poincarè comenzó su conferencia de la siguiente forma: “Ustedes pueden pensar que he elegido un argumento bastante general y un título bastante ambicioso; no pretendo pedir perdón. Yo no podía, como otros hacen, hablarles sobre mi trabajo diario; es algo un poco, digamos, esotérico, y muchos de ustedes preferirán admirarlo desde una distancia prudente. […] Permítanme añadir que esta elección ha sido una idea del señor Rector” La defensa de Poincarè del librepensamiento en Ciencia es aún de interés hoy en día, si recordamos los recientes ataques de fundamentalistas contra la enseñanza en bachillerato de la teoría de la evolución de Darwin. El consejo de Poincarè a los matemáticos de evitar describir sus actividades diarias, continúa siendo un sabio consejo, especialmente cuando uno carece del excepcional talento literario del científico francés, quien no sólo fue miembro de la Academia de Ciencia francesa y de muchas extranjeras, sino que también perteneció a la Académie française. En esta ocasión, el señor Rector nos dejó completa libertad a la hora de elegir el argumento del discurso, y no dio ninguna sugerencia. Algunas variaciones del tema de Henri Poincarè pueden ser apropiadas, ya que él es el padre del análisis no lineal, una parte de las matemáticas que constituye el corazón de mi actividad científica y de la fructífera colaboración con Antonio Cañada, sus estudiantes y sus colaboradores. Si bien el nombre de Henri Poincarè es universalmente conocido por los matemáticos, astrónomos, físicos y filósofos, algunos de ustedes pueden haberlo oído por primera vez en los periódicos españoles o en televisión, cuando el matemático ruso Gregori Perelman rechazó la prestigiosa medalla Fields en Agosto de 2006, en el Congreso Internacional de Matemáticos en Madrid, que le fue concedida por probar una famosa conjetura de Poincarè. Cuando Henri Poincarè comenzó a ser mi héroe matemático, él era mucho menos popular que hoy, y por eso le debo la única buena inversión financiera de mi vida. Desde muy pronto empecé a comprar ediciones originales de libros de Poincarè en un periodo en que él estaba aún en el purgatorio de los matemáticos. Cuando el mundo científico se dio cuenta de que él era el padre de la teoría del caos y la llamada ciencia no lineal empezó a estar de moda, el precio de esos libros se multiplicó al menos por diez. La colección empezó durante mi luna de miel en París y mi joven mujer Margaret, encantada de no encontrar ningún libro de matemáticas en mi maleta a la ida a París, tuvo que afrontar la cruda realidad a la vuelta. Ella ha entendido esta realidad de manera maravillosa durante más de cuarenta años, y si algún premio honorario se creara algún día para las mujeres de los matemáticos, difícilmente se podría encontrar una mejor candidata. En 1954, las prestigiosas instituciones en las que Poincarè había estudiado o trabajado celebraron el centenario de su nacimiento, y las conferencias dadas por matemáticos, astrónomos, físicos, ingenieros y filósofos revelaron la extraordinaria amplitud y profundidad de sus resultados. Este centenario incluyó un homenaje de la marina mercantil, que dio el nombre de “Henri Poincarè” a un buque de carga mixto que conectaba Francia con Vietnam, continuando una tradición que comenzó en 1925 con un submarino y que continuó en 1968 con un barco radar. La planta hidroeléctrica de Châteauneuf-du-Rhône tiene también el nombre de “Henri Poincarè”. ¡Pocos matemáticos pueden ostentar un reconocimiento similar! En cambio, el famoso grupo francés de matemáticos puros agrupados bajo el seudónimo de Bourbaki, una mezcla elitista de sociedad científica y secreta, estuvo ausente de las celebraciones. Los volúmenes publicados de su influyente tratado “Eléments de mathématique”, ocuparon poco la atención de Poincarè en su presentación axiomática, principalmente restringida a estructuras lineales. La influencia de Bourbaki en la investigación y enseñanza matemática se difundió rápidamente fuera de Francia. Ni Bélgica ni España se salvaron de dicha influencia, y recuerdo un fuerte sabor Bourbakista en la mayoría de las conferencias y ponencias de las “Jornadas Matemáticas Hispano-Lusas” de 1979 en Santander. Una excepción notable fue la conferencia dada por Pedro Martínez-Amores, que presentaba un trabajo en colaboración con su joven estudiante Antonio Cañada sobre la ecuación diferencial de Mathieu, en el que usaban una versión moderna de la teoría de bifurcación de Poincarè. Pedro Martínez-Amores había trabajado en Estados Unidos con Jack Hale, un amigo común, gran hombre y gran experto en ecuaciones diferenciales no lineales y sistemas dinámicos. Un año después, cuando encontré a Pedro Martínez-Amores y Antonio Cañada en Madrid, pude percibir la pasión de éste último por las matemáticas y su profundo conocimiento de la literatura. Él era un típico representante de esta generación de jóvenes matemáticos a los que España debe la extraordinaria explosión de su investigación matemática. No es por casualidad que Madrid fuese elegido, después de Beijing, para acoger el último Congreso Internacional de Matemáticas. En los tiempos del dominio Bourbakista, el tema de mi tesis doctoral, a saber el problema de soluciones periódicas en mecánica no lineal, con raíces en el pionero trabajo de Poincarè, estaba lejos de ser popular entre los matemáticos puros franceses y belgas. Por otro lado, la idea de usar herramientas de topología algebraica para estudiar este problema, también procedente de Poincarè, resultaba demasiado sofisticada para la mayoría de los expertos en mecánica. Por fortuna, el legado de Poincarè fue conservado y desarrollado en otros países como Italia, los países del Este o los Estados Unidos, y así comenzó una larga y fructífera colaboración internacional. Los trabajos en colaboración, tan comunes hoy, eran una excepción en la época de Poincarè. Entre los cerca de quinientos artículos que constituyen los diez volúmenes de su obra científica completa, sólo hay un trabajo en colaboración, una nota de cuatro páginas con Emile Picard. La paciencia no era la principal virtud de nuestro héroe, quien probablemente no podía soportar ser ralentizado por un colaborador. Por otro lado, Poincarè repartía generosamente consejos y sugerencias que dieron lugar a importantes descubrimientos. Otro aspecto de la generosidad de Poincarè fue su costumbre de dar el nombre de los científicos que lo inspiraron, a sus propios descubrimientos. Por ejemplo, cuando inventó la clase de funciones automórficas, Poincarè las llamó funciones Fuchsianas y Kleineanas, en honor a los matemáticos alemanes Fuchs y Klein. Cuando inventó los grupos de homología en topología algebraica, llamó a su rango los números de Betti. Las transformaciones de Lorentz en relatividad especial fueron descubiertas y bautizadas por Poincarè. La posteridad no siempre le devolvió el favor. Por ejemplo, los llamados espacios de Minkowski y el teorema de Birkhoff-Witt son ambos debidos a Poincarè. Algunos historiadores de la ciencia aún luchan por dilucidar si el padre real de la relatividad especial fue Einstein o Poincarè, o ambos. En este caso no es posible hacer una prueba de ADN, y cuando los que defienden a Einstein argumentan que Poincarè nunca reclamó reconocimiento por ello, deberían recordar que el matemático francés nunca reclamó ninguna prioridad, en cambio, escribió Cuando uno tiene la fortuna de hacer un descubrimiento, qué puede ser la satisfacción de darle tu nombre, comparada con la alegría de haber mirado, durante un instante, cara a cara a la realidad. Tal vez esa fue la razón por la que Perelman no se molestó en recibir su medalla. Los tiempos han cambiado y la colaboración, en forma de intercambio de estudiantes, visitas, seminarios, proyectos comunes, artículos o libros elaborados conjuntamente, es ahora la regla y no la excepción. Durante más de veinticinco años esta colaboración, que comenzó con Pedro Martínez-Amores y Antonio Cañada, se extendió a muchos estudiantes y colaboradores de Granada y Lovaina La Nueva. Los intercambios han sido, y aún son, excepcionalmente fructíferos desde el punto de vista matemático, y estupendos desde el punto de vista humano. En Lovaina La Nueva, la hospitalidad andaluza no es sólo una palabra, sino un conjunto de rostros y de recuerdos felices. Volviendo a los fenómenos periódicos, se puede afirmar que su presencia jugó un papel fundamental en el origen del mismo concepto de ciencia. La repetición de algunos sucesos a intervalos regulares de tiempo, como la alternancia día-noche, las fases de la luna, las estaciones, las mareas, o la situación de las estrellas, sugirió en la mente humana la idea de ley natural, transformando una secuencia de milagros en una predicción científica. Si dichos sucesos ocurrieran al azar, el nacimiento de la ciencia habría sido imposible o severamente suprimido. El movimiento periódico más simple es el circular, y cuando una visión antropomórfica obligó a Ptolomeo a inventar un complicado pero eficiente modelo de epiciclos, para calcular el movimiento de los planetas, él estaba únicamente intentando explicar movimientos periódicos complejos como suma de movimientos circulares. Ahora nosotros llamamos a esas sumas (posiblemente infinitas), series de Fourier, y ustedes pueden aprender mucho sobre su fascinante historia y su importancia en un bonito artículo y una original monografía de Antonio Cañada. Poincarè escribió sobre las soluciones periódicas: “Lo que hace a las soluciones periódicas tan preciosas para nosotros es que son, por así decirlo, la única brecha por la cual podemos intentar penetrar en una fortaleza que hasta ahora se consideraba inexpugnable.” El estilo usado nos recuerda que Poincarè estudió en la “Ècole polytechnique”, una escuela militar, y que merece tener buques de guerra con su nombre. La fortaleza a la que hace referencia es la solución del famoso problema de los tres cuerpos en astronomía, que aún está lejos de ser resuelto en su totalidad. Ahora bien, este primer estudio sistemático de los movimientos periódicos en mecánica ha tenido consecuencias mucho más allá del movimiento de los planetas: las vibraciones son importantes también en mecánica terrestre, las oscilaciones no lineales son un argumento central en electrónica, y las soluciones periódicas han invadido la química con las reacciones de tipo Belousov-Zhabotinskii, la demografía con los modelos de Lotka-Volterra, y la biología con ritmos circadianos y otros. Poincarè no tenía ninguna de esas aplicaciones en mente a finales del siglo XIX, pero su investigación matemática pura pavimentó el camino para muchos desarrollos de la ciencia y la tecnología en los siglos posteriores. Éste es uno de los muchos ejemplos que podrían ilustrar los ruegos de Poincarè por la libertad de la ciencia y la importancia vital de la investigación básica, repetidas a lo largo de su vida en muchos discursos y conferencias, y reunidos en sus cuatro populares libros “Ciencia e hipótesis”, “El valor de la ciencia”, “Ciencia y método” y “Últimos pensamientos”, publicados entre 1902 y 1913. Estos libros, populares pero exigentes, fueron inmediatamente traducidos a muchas lenguas extranjeras, incluyendo el Español, han sido reimpresos varias veces y aún merece la pena leerlos. Además de dar una descripción maestra del estado de las ciencias exactas en su tiempo, incluyen también un análisis crítico de sus fundamentos. Critican el arrogante cientificismo nacido en la segunda mitad del siglo XIX, así como la afirmación de que la ciencia estaba en bancarrota, hecha por algunos filósofos a finales del mismo siglo. Poincarè muestra, con varios ejemplos, que el progreso de las aplicaciones de la ciencia no sobreviviría si desapareciera la llamada “ciencia por la ciencia”. Insiste en el hecho de que la motivación del científico, cuando elige sus intereses, contiene una importante componente estética. Los escritos de Poincarè han influido en el trabajo de artistas como Marcel Duchamp o Pablo Picasso. Este ruego por la investigación básica, hecho por un científico de primera clase, educado como ingeniero y nominado para el premio Nobel en física por contribuciones a la telegrafía sin hilos, tiene una importancia singular frente al presente credo político e incluso académico sobre una investigación concentrada en “ciencia para las aplicaciones”. Si, gracias a un milagro, Poincarè pudiera visitar Granada, entendería fácilmente la naturaleza de los problemas estudiados por los investigadores locales en análisis no lineal. Estaría sin duda muy satisfecho e impresionado por los avances fundamentales hechos aquí sobre varios problemas importantes que él inició, como la ecuación del péndulo forzado (un ejemplo típico en mecánica celeste), desigualdades integrales de tipo Poincarè-Lyapunov, estabilidad de soluciones periódicas y en particular, la inestabilidad de aquellas que minimizan la acción integral en mecánica, las propiedades diversas de la ecuación del telégrafo, etc. Poincarè apreciaría el extraordinario desarrollo, basado en las ideas de Leray y Schauder, de su método de continuación para problemas no lineales, introducido en 1898 para estudiar una ecuación elíptica concreta, y presentado el mismo año de una forma más transparente y general, en la tesis doctoral de su estudiante Édouard Le Roy. Los colegas de la universidad de Granada que han prestado su apoyo a la iniciativa de Antonio Cañada, han estado en el origen del gran honor y signo de amistad expresado en el grado honorario que se me ha concedido hoy. He aprendido mucho de ellos a lo largo de todos estos años de constante colaboración, pero estoy seguro de que tengo aún mucho que aprender en el futuro. Ahora que soy doctor de su prestigiosa universidad, fundada por el emperador Carlos V en un tiempo en el que España y Bélgica eran parte, como hoy, de una única entidad política, espero que mis colegas matemáticos de Granada me darán la bienvenida durante muchos años más como estudiante posdoctoral, honorario o no. Jean Mawhin Département de mathématique Université Catholique de Louvain