Mirador Sureño Nο 295

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Mirador Sureño No. 295
Lilí Conde
Tel: (00 52 983) 83-2 71 01 Fax: 832 21 33 E-mail: [email protected]
Apdo. Postal 99 Chetumal, Q. R. México Tel: México (01 983) 83-2 71 01
 En esta ocasión no tenemos buenas noticias para compartir con ustedes. El Mirador se ocupa
de dos problemas: un caso de bullying que terminó en tragedia y la obesidad que la tenemos a
ojos vista en nuestro estado y en nuestro país…
VIOLENCIA Y OBESIDAD
RAMÓN VALDÉZ ELIZONDO (*)
A
lgo nació y creció frente a nuestras
narices, se hizo tan cotidiano que
no le dimos importancia. Como un
lunar que mancha la piel, primero como un
puntito imperceptible, después como un
melanoma; la obesidad y la violencia se han
convertido en preocupantes problemas
sociales y de salud pública.
En
varios
editoriales
publicados en el Diario le he
compartido la urgencia de
hacer consciencia de los
problemas que genera la
obesidad. Apenas hace unos
días
los
noticiarios
televisivos replantearon el
tema: Yucatán sigue siendo
el estado más obeso del país. Preocupa que
la población adulta sufra este padecimiento,
pero estremece que nuestros niños
comiencen su vida con una perspectiva llena
de problemas físicos, mentales y sociales.
Por otra parte, en años recientes ha tomado
fuerza el barbarismo “bullying”, o en nuestro
idioma: acoso escolar. En la década de los
setenta, Dan Olweus investigador noruego,
fue el primero en emplear el término. El
estudio que condujo Olweus culminó en un
completo programa antiacoso para las
escuelas de Noruega que sigue vigente y
dando resultados.
La palabra Bully, se usa en inglés para
designar a un matón, un peleonero o
intimidador. Podemos entenderla en
términos de acoso escolar como el estudiante
que agrede u hostiga de forma reiterada,
utilizando cualquier medio que le brinde
superioridad o poder sobre otro estudiante.
Hace algunas décadas entendíamos este
comportamiento como el del abusivo que le
robaba al debilucho su torta en el recreo,
ahora el concepto ha sufrido una distorsión
rampante. Lo que suponíamos que se podía
solucionar con una expulsión o una zurra,
hoy nos demuestra que es una enfermedad
social inmune a castigos,
mensajes
televisivos
o
expulsiones y que, como el
fuego, no se puede apagar
con más fuego.
Las autoridades se ven
superadas por el problema,
¿qué ley podría regular y
punir estas conductas? ¿Es justa la sanción
contra los maestros por la conducta de los
alumnos? ¿Es válido sancionar a los padres?
¿Se puede multar o recluir a un joven en el
reformatorio, modificaría ahí su conducta o
lo estaríamos enviando a la academia de la
maldad?
Aunque me parezca una actitud digna de la
reencarnación de Poncio Pilatos, el
secretario de Educación federal tiene razón
al señalar que la obesidad como la violencia
tienen su cuna en la familia. El niño come lo
que le dan en casa, mejor dicho lo que le
pueden dar en casa… Lo mismo sucede con
la violencia, el niño repite patrones vistos en
el hogar, o desahoga frustraciones
compartidas en la familia: la falta de empleo,
la falta de dinero, la desesperanza, el futuro
empañado…
Sin embargo, el estado es corresponsable de
la salud física y mental de todos los
ciudadanos. Se dice que el gobierno ha
invertido mil millones de pesos para atender
padecimientos
relacionados
con
el
sobrepeso, el costo social que tendrá que
pagar México por la violencia física y
mental generada en las escuelas aún no
puede ser medible, pero se proyecta
inquietante.
Implementar programas serios y bien
trazados, con esquemas a largo plazo y en
los que se inviertan recursos para que desde
el centro familiar se haga consciencia de
ambos problemas; la implementación de
materias escolares de educación de la salud
tanto física como emocional; continuar con
políticas que regulen el acceso de los niños
al entretenimiento que promueva la violencia
o a los alimentos chatarra, son
medidas que como sociedad
debemos exigir a nuestros
gobernantes.
*) Escritor
UN GRAVISIMO FLAGELO
SOCIAL
MACEDONIO MARTIN HU (*)
L
a nota sobre el caso del
niño Héctor Alejandro Méndez
Ramírez, de 12 años de edad, quien
falleció el 20 de mayo pasado a
consecuencia
de
un
traumatismo
craneoencefálico, aterró, indignó y consternó
a la opinión pública nacional e internacional.
¿Qué está sucediendo en México que se vive
un clima enrarecido y la violencia ha sentado
sus reales en todo el territorio nacional?
El deceso del niño fue por un ataque de los
compañeros de su colegio. Ese infante
perdió la batalla seis días después de la
agresión; se aferró a la vida, pero sus
esfuerzos fueron inútiles. Ese hecho fue uno
más del “bullying”, fenómeno social que
debe llamar la atención de maestros, padres
de familia y autoridades educativas. El
estudiante del primer grado de la escuela
secundaria número 7 de Ciudad Victoria,
Tamaulipas, fue una víctima más del clima
de violencia presente en miles de escuelas de
todo el país. México ocupa el primer lugar
en violencia escolar.
El maltrato en los centros educativos no es
propio de años recientes, lo cierto es que, en
los últimos meses, el problema se ha
recrudecido. En años anteriores algunos
hechos de violencia en las escuelas se
consideraban como “travesuras”, como las
“novatadas” que a veces traumatizaban a las
víctimas de esas “prácticas tradicionales”
para estudiantes de nuevo
ingreso; por fortuna se han
prohibido
en
todas
las
instituciones educativas de
Yucatán. En las escuelas
secundarias se presentan con
mayor frecuencia las conductas
atípicas de alumnas y alumnos:
de
supuestas
“travesuras”
propias de la adolescencia que
acaban en maltratos. En todos los grados de
las escuelas primarias se han dado casos de
“bullying”. La violencia en escuelas
primarias ubicadas en sectores marginados
de Mérida la observé hace más de 30 años y
comenté a mis compañeros que el clima
social en esas colonias habitadas por familias
pobres era difícil y complicado. Por ello
afirmo que el “bullying” es un problema
multifactorial y entre sus causas principales
está la profunda descomposición social.
*) Profesor de la UPN
Con amor Lilí Conde
Chetumal Quintana Roo a 03 de Junio de 2014.
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