Expansión Colonial Europea

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LA EXPANSIÓN COLONIAL EUROPEA
TEXTOS:
314. Motivaciones económicas del colonialismo.
316. El colonialismo, como necesidad ineludible.
321. Actitud prepotente de los colonizadores frente a los indígenas.
327. El Tratado de Tien−Tsin (1858) como ejemplo de la imposición occidental en los acuerdos
diplomáticos signados con los países colonizados.
• CLASIFICACIÓN
Los dos primeros documentos escogidos de la selección se caracterizan por su naturaleza circunstancial y, más
concretamente, se trata de dos discursos enunciados por representantes políticos de fuerte tendencia
imperialista.
En primer documento (314), lo enmarcamos en la Francia precolonial de 1882, dentro ya de la tercera fase
imperialista. Su autor es Jules Ferry, político francés que fue ministro y presidente del Consejo de Ministros
entre 1879 y 1885. Sus dos preocupaciones básicas eran la enseñanza y el desarrollo colonial francés. En 1881
crea el Protectorado de Túnez. Terminó la conquista de Indochina y logró adquirir también para Francia parte
del Congo y Madagascar. El discurso es empleado para dirigirse a una colectividad, es de carácter público y
de alcance nacional.
En cuanto al segundo documento (316), lo situamos en la Inglaterra Victoriana, durante la época de mayor
esplendor y preponderancia de Reino Unido en el mundo. Fechado en 1895, año en el que el militar británico
sir Leander Starr Jameson dirige una expedición represiva al Transvaal que fracasará a pesar del apoyo del
autor del texto. Cecil John Rhodes era en esta fecha primer ministro de El Cabo (República de Sudáfrica).
Anteriormente fue miembro del Parlamento de la citada ciudad y obtuvo para la metrópoli y gobernó
(1889−98) el territorio situado al norte de Bechuanalandia, llamado después Rhodesia en su honor. El
destinatario de su reflexión es colectivo y de claro carácter público.
El tercer texto seleccionado (321), posee una evidente naturaleza propia del documento circunstancial, se trata
de un artículo periodístico aparecido en el diario británico The Times, fundado en Londres en 1785 por John
Walter. La fecha de su aparición data de 1877, año de la coronación de la reina Victoria como emperatriz de la
India. A partir de este año la expansión de los ingleses es bastante rápida y tendrá como zona principal Africa
donde intentará crear un imperio continuo de norte a sur. Al pertenecer el documento a un diario, el
destinatario es colectivo, público y de alcance internacional.
Por último, el texto 327, es un documento de carácter jurídico; se trata del Tratado entre el Imperio francés y
China, fechado en 1858, como consecuencia de la campaña militar francesa contra China en el que se
consigue una apertura de varios puertos al comercio francés. Es un buen ejemplo, como indica su título, de la
imposición occidental y se engloba dentro de un sistema de tratados resultantes de los acuerdos entrelazados
de las distintas potencias europeas que imponían ciertas restricciones a China o conferían ciertos derechos a
los extranjeros.
• ANÁLISIS
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La expansión imperialista a la que se refieren los textos es la llevada a cabo, fundamentalmente por los países
europeos, en el último tercio del siglo XIX y principios del XX, coincidiendo con la segunda revolución
industrial y el auge del capitalismo industrial y financiero.
El Tratado de Tientsín (1858) entre Francia (en época de la Restauración) y China (con la dinastía Manchú)
pertenece a la etapa de inicio de la formación del Imperio colonial francés.
Desde comienzos del siglo XIX hasta 1885, la historia contemporánea de China se caracteriza, por un lado,
por los intentos de cierre y resistencia de la sociedad china ante los occidentales y, por otro, por la acción
creciente del colonialismo europeo que acabará por imponerse gracias a la degradación y decadencia de la
sociedad china tanto en lo político como en lo económico−social, con crisis monetaria y alteraciones
campesinas. Pero, debido al rigor de la política de cierre ante los occidentales con medidas restrictivas sobre
los misioneros y los comerciantes (presentes desde el siglo XVIII) y, la intensificación de la presión
occidental para abrir China a la penetración comercial y cultural, se va a tratar de una colonización
económica. Esto fue mucho más rentable para las potencias europeas ya que, obligaron a los chinos a aceptar
los productos manufacturados occidentales, a cambio de sus productos típicos.
En un primer lugar, predominaron los pequeños enclaves costeros para dominar el comercio interior. Esta fue
otra de las razones que impidió que el Imperio chino cayera bajo el monopolio de una sola potencia: existió
una competencia internacional para dominarlo, una competencia en la que participaron por primera vez
colonialismos no europeos, como el japonés o el norteamericano. El comercio con los chinos podía ser
rentable para todos, por eso cualquier intento de monopolio hubiese chocado con los intereses de las demás
potencias.
Los ingleses actuaron desde Cantón y provocaron las llamadas guerras del Opio, causadas porque el gobierno
chino intentó controlar la entrada de opio, único producto por el que se interesaron en comerciar con los
europeos. Terminaron con sendas victorias europeas que tendrían como consecuencia la imposición. Entre
1839 y 1842 se desarrollan en el sur de China y finalizan con el Tratado de Nankín (1842) por el que Gran
Bretaña obtiene la cesión de Hong Kong y otras ocupaciones de islas, ventajas comerciales y la apertura de
cinco puertos.
En 1857 Inglaterra y Francia se unieron en la segunda guerra contra China, para obligar a los chinos a recibir
a sus diplomáticos y negociar con sus comerciantes. De esta guerra surgió el Tratado de Tientsín.
Con este Tratado se abrieron a los europeos más de una docena de ciudades, incluidas Shanghai y Cantón,
como puertos de tratado. En estas ciudades, se permitía a los europeos que estableciesen colonias propias,
ajenas a la ley china. Los europeos que viajaban por el Imperio chino seguían estando sujetos sólo a sus
propios gobiernos. Los chinos pagaron, además, grandes indemnizaciones de guerra, aunque eran ellos
quienes habían sufrido la mayor parte de los daños. Accedieron a no imponer ningún derecho de importación
por encima del 5 por ciento, con lo que China se convertía en un mercado de libre comercio para los
productos europeos. Para administrar y recaudar los derechos de aduana, se introdujo un cuerpo de expertos
europeos. El dinero de los derechos aduaneros, recaudado con una nueva eficacia, sobre un volumen creciente
de importaciones, iba, en parte, a manos de los ingleses y de los franceses como pago de las indemnizaciones,
pero en parte, quedaba en poder del gobierno Manchú, al que los gobiernos europeos, según hemos señalado,
no tenían interés en derrocar.
A partir de 1873 se produce una grave crisis económica en Europa que provoca que los países adopten
medidas proteccionistas y obliga a los exportadores a la búsqueda de nuevos mercados. Por otra parte, el
progreso industrial exige cada vez más una gran cantidad de materias primas que los industriales prefieren
tener seguras en territorios dependientes del propio país. Así lo asevera Jules Ferry en su escrito: justifica la
válvula de escape del colonialismo como una imposición necesaria. Además, Europa duplica su población
entre 1850 y 1930, pero al mismo tiempo la tecnificación y el maquinismo invaden su industria y destruyen
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puestos de trabajo. Ambos hechos provocan una fuerte presión demográfica, que hubiera sido insostenible de
no encontrar una salida de la emigración a las colonias. Reino Unido fue el principal emisor, ya que en el
período 1880−1914 salen del país alrededor de 8 millones y medio de personas.
Estos factores están íntimamente ligados a la estrategia geográfica, bien para asegurar rutas o bien para
controlar territorios mayores. El prestigio internacional, que va unido en ocasiones al olvido de problemas
internos, formó parte como causa o excusa de muchas acciones coloniales. El nacionalismo triunfante en la
segunda mitad del siglo XIX sostiene ideológicamente varios de los factores citados. Estos factores
ideológicos suelen ser justificaciones del hecho colonial. Si se excluyen las nostalgias del pasado histórico que
están presentes en muchos países, los restantes factores pueden resumirse en dos:
• La misión civilizadora de carácter puramente humano, que suele tener tintes racistas. Se trata de la
llamada responsabilidad del hombre blanco, que, en su superioridad, está obligado a llevar a otros
pueblos los avances de su civilización y cultura. Uno de sus máximos defensores fue Rudyard
Kipling. Tal actitud la tenemos presente en el artículo de The Times.
• La misión evangelizadora religiosa: es la idea de extender el cristianismo por Africa y Asia. La
contribución al proceso colonizador fue decisiva y las relaciones con sus gobiernos muy estrechas. En
principio los protestantes fueron los pioneros. Posteriormente con el papa Gregorio XVI (1831−46)
resurgieron con fuerza las misiones católicas.
• COMENTARIO
Esta expansión imperialista es, por tanto, un fenómeno típico de la etapa final del siglo XIX, aunque no es
único en la Historia. La expansión europea por el resto del mundo, iniciada desde finales de la Edad Media,
crea un tipo de colonialismo durante los tiempos modernos que, desde comienzos del siglo XIX, experimenta
una profunda transformación como consecuencia de la proyección en el mundo colonial del proceso
económico europeo y la revolución industrial, produciéndose a lo largo de dicho siglo un replanteamiento de
la acción expansiva y de la política colonial, con intervenciones y ocupaciones en función de las nuevas
necesidades e intereses del capitalismo industrial. Exponentes de tal política expansiva europea son, en esta
parte central del siglo XIX, la penetración europea en Asia, y en especial en China, y el colonialismo político
y económico en Africa. Desde el último tercio del siglo XIX, con el desarrollo del capitalismo monopolista y
la expansión económica, consecuencia de la segunda revolución industrial europea, llegan a su plenitud el
colonialismo e imperialismo occidentales en su dominio político y explotación económica del resto del
mundo, realizándose, por las grandes potencias industriales, la política de los repartos coloniales y la
construcción de los grandes imperios, que completan el reparto del mundo entre los poderosos Estados
europeos. Sólo Japón consigue quedar libre de la acción colonial europea, y vive su propio proceso
revolucionario de transformación y modernización.
La expansión colonial del mundo occidental se produce a lo largo de tres fases relacionadas con la evolución
de occidente y en especial con sus transformaciones económico−sociales y políticas:
• La primera fase se extiende desde los comienzos del siglo XVI hasta finales del XVIII, caracterizada
por la iniciación de la expansión colonial y su mantenimiento y desarrollo sobre una base económica
de tipo mercantil.
• La segunda comprende desde comienzos del siglo XIX hasta aproximadamente 1870/1880,
caracterizándose por la mayor proyección en el mundo colonial del proceso económico europeo con la
transformación de la economía occidental por la revolución industrial y la evolución del sistema
mercantilista a un capitalismo premonopolista.
• La tercera fase se extiende desde 1870/1880 hasta la segunda Guerra Mundial, que corresponde a la
plenitud del colonialismo e imperialismo europeos, relacionados con la gran expansión económica e
industrial del gran capitalismo monopolista occidental: es la fase plena del dominio político y la
explotación económica del gran capitalismo e imperialismo.
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En un intento de síntesis a la hora de definir las causas de esta expansión, los autores hablan más que de una
causa concreta, de un conjunto o grupo de causas que, actuando de forma diversa, pero conjuntamente, se
encuentran en los complejos orígenes del hecho colonial.
Las motivaciones económicas se encuentran en la propia índole y carácter del proceso económico capitalista,
tanto por las necesidades que éste tiene para su mantenimiento y desarrollo, como por los intereses que pone
en funcionamiento y los beneficios que produce; están en relación, por tanto, con el desarrollo del capitalismo
y de su sistema económico, la explotación de los recursos de las colonias para la obtención de las materias
primas indispensables para la producción de la industria europea, el aprovechamiento y la explotación de una
mano de obra indígena barata y casi servil, a costa de la situación de subdesarrollo y dependencia colonial.
Aparece así la colonización como el imperialismo económico consecuencia de la política industrial que tiene
su más completa formulación teórica en Lenin dentro de su obra: El imperialismo, fase superior del
capitalismo.
Las causas políticas y nacionales, en orden al deseo de las potencias europeas de ejercer e imponer su poder y
su prestigio militar y político en la política internacional, a manifestar y extender mundialmente su orgullo y
su nacionalismo, y también a controlar y poseer bases y territorios de valor estratégico; este nacionalismo
imperialista se manifiesta en Inglaterra a través de la política de Disraeli y Chamberlain; en Francia, por Jules
Ferry, y en Alemania se inicia en época de Bismarck.
En cuanto a las causas ideológicas y morales, por el hecho de que cada país, con conciencia de los valores
históricos que representa, expresa su voluntad de extenderlos sobre otros pueblos sobre la base de su superior
misión civilizadora respecto a las otras sociedades consideradas inferiores y a las que hay que civilizar según
el modelo europeo, e incluso por su peculiar interpretación del darwinismo, se defiende la idea de la
superioridad del hombre y la civilización occidental sobre las restantes, postura que, al ser exaltada por sus
defensores, alcanza niveles de idealismo y misticismo deformadores de la realidad.
La misión civilizadora que tiene el individuo y la sociedad europea sobre los pueblos inferiores se manifiesta
a través de variados aspectos y actividades como: la evangelización y cristianización de las poblaciones
indígenas; la acción educativa, cultural y de mejora de las condiciones sanitarias; las actuaciones personales
movidas por el espíritu de aventura o por cualquier otro tipo de interés, la apetencia de encontrar puestos
ventajosos por parte de los individuos de las metrópolis que desean establecerse en las nuevas tierras y; la
curiosidad intelectual y el interés científico con la realización de empresas de todo tipo de descubrimientos y
exploraciones geográficas, como las patrocinadas por la Real Sociedad Geográfica de Londres.
Un factor poderosamente influyente es el demográfico−social, por el crecimiento de la población europea
durante esta época, que constituye un elemento esencial, ya que al producirse esta expansión demográfica, el
excedente de población emigra hacia las colonias para establecerse como colonos y crear nuevos centros de
población europea; de esta forma se encuentran estrechamente relacionados los fenómenos sociales de presión
demográfica, superpoblación emigración y poblamiento de colonias: durante el siglo XIX y comienzos del
XX, la población europea pasa de 190 millones de habitantes en 1815 a 450 millones en 1914, de los que
emigraron más de 50 millones.
De igual modo, es notable también el factor financiero por la concentración y capacidad económica de las
sociedades y compañías por acciones, que transforman las condiciones financieras que contribuyen a la
expansión económica, así como los sistemas de créditos, la abundancia y disponibilidad de capitales y su
inversión, y las organizaciones bancarias europeas con alcance internacional. A su vez por el cambio que
impone en la política mundial, al darse un nuevo estilo en las relaciones internacionales, unido a la presión de
los nacionalismos, la democratización de las instituciones de gobierno, el acceso a la vida política de nuevos
grupos sociales y la difusión de los medios de información, los factores político internacionales juegan
también un papel fundamental.
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Referente a la actividad económica que se desarrolla cabe destacar el llamado comercio triangular sistema con
el que los buques salían de Europa cargados con productos y manufacturas diversas, que eran cambiadas en
Africa por esclavos, que, a su vez, son vendidos en América, donde se adquieren los valiosos productos
ultramarinos que son traídos a Europa, con la obtención de grandes beneficios.
En el aspecto social se producen situaciones diversas en las colonias, como resultado de la imposición por los
europeos de un tipo nuevo de sociedad, que ellos consideran superior, sobre las estructuras sociales indígenas,
a las que hacen sentir su situación de inferioridad. El predominio de los valores de las dominantes
civilizaciones occidentales sobre las denominadas civilizaciones indígenas, provocan la alteración de los
valores sociales y culturales de estas últimas. Al mismo tiempo, sin embargo, se produce un progreso en los
aspectos de sanidad e higiene, de alimentación y de enseñanza, lo que arroja un balance positivo tanto en lo
social como en lo cultural. Se produce entonces una imposición de las doctrinas occidentales (cristianismo,
liberalismo, democracia, socialismo) sobre los valores indígenas, tales como: asiatismo, islamismo, negritud,
panafricanismo, que resisten aquella influencia y tienden a subsistir como afirmación de sus respectivas
identidades históricas.
Surge así una nueva estructura social indígena a raíz del colonialismo. La nueva estratificación cuenta con
grupos tradicionales dominantes, antiguas clases terratenientes; burguesía compradora, nueva clase capitalista
nacida de la actividad económica colonial; burguesía nacional, profesores, funcionarios, intelectuales,
pequeños comerciantes, sin intereses coloniales; campesinado, gran masa dominada y explotada; proletariado,
desarrollado como consecuencia de la acción colonial al desempeñar diversos trabajos mercantiles e
industriales, integrado por obreros receptivos al socialismo.
Para finalizar, es necesario hacer un breve comentario sobre las zonas de expansión y los países que
colonizaron esas zonas. Así pues, durante los primeros siglos de la acción colonial (XVI−XVIII), abarcaban
los grandes océanos: Atlántico, Indico, y Pacífico, pero no comprendía todos los continentes, habiéndose
limitado a establecerse en las costas de Africa, Asia y América del Norte, y también algunos territorios de
América del sur.
Durante el siglo XIX la expansión europea se intensificó por todos los océanos y continentes produciéndose la
penetración y ocupación de la totalidad de los territorios interiores, especialmente en Africa y Asia. Durante
este siglo, cuando los territorios coloniales alcanzan su mayor extensión y plenitud, pueden distinguirse varios
tipos de Imperios coloniales:
• Viejos Imperios, que sobreviven de épocas anteriores, aunque disminuidos en su extensión, y que son
los de España, con pequeñas colonias dispersas, y Portugal, con posesiones en Africa y Asia; así
también mantienen sus Imperios: Holanda −Indonesia− y Dinamarca.
• Grandes Imperios, inglés y francés, que llegaron a ser los más ricos y extensos; el Imperio británico es
el más importante, con posesiones en todos los continentes: América (Canadá) −, Asia (India y
territorios próximos), Oceanía, (Australia, Nueva Zelanda) y Africa (El Cairo− El Cabo); el Imperio
francés también se extendía por todo el mundo, principalmente en Asia (Indochina), Africa (Maghreb,
occidental y ecuatorial), América y Oceanía.
• Nuevos Imperios, formados entonces por las nuevas potencias europeas con afanes expansivos:
Bélgica con el Congo; Alemania, con diversos territorios africanos, e Italia, con aisladas regiones,
también africanas.
• Además, el tradicional Imperio ruso, de carácter continental, extendido por Asia central, y los más
recientes imperios, resultado de la expansión de EE.UU por el área americana y de Japón por el Asia
oriental.
• CONCLUSIÓN
La primera gran consecuencia del fenómeno colonial es el descubrimiento geográfico de todo el mundo, su
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colonización y el reparto del mismo entre las potencias. Sin embargo, el impacto que supuso no fue el mismo
en todas las colonias. De igual modo, las consecuencias fueron diferentes para metrópolis y colonias.
Para la metrópolis y en el ámbito económico las colonias suponen una fuerte sangría del presupuesto oficial y
grandes inversiones privadas, por lo menos en una primera fase. A pesar de ello, esta dedicación
presupuestaria resulta un paso obligado que normalmente se ve compensado con creces con el paso del
tiempo.
Pronto las colonias aportan grandes cantidades de materias primas. Además, permiten la salida de fuertes
contingentes de productos manufacturados de las industrias metropolitanas, que alivian así los stocks en
épocas de crisis y proteccionismos.
En el campo demográfico y social, las colonias son una válvula de escape para la presión demográfica, porque
al facilitarse la emigración a ellas, disminuyen los problemas sociales, e incluso políticos, que podrían
derivarse del aumento de la población.
Políticamente permiten olvidar, o al menos dejar en un segundo término, los problemas internos o externos,
con lo que se alivian las tensiones socio−políticas. Los jefes políticos, así como las naciones, cobran mayor
prestigio a nivel internacional, y los enfrentamientos entre países europeos son también relegados
parcialmente al dedicar las potencias sus fuerzas al afán expansionista. Sin embargo, las rivalidades, más que
eliminarse, se trasladan a las colonias y se dirimen en las mismas.
No obstante, las colonias suponen también una nueva fuente de conflictos internos, pues en todos los países
aparecen focos de oposición frente a la política colonial, ya sea para reclamar el empleo de las inversiones en
objetivos internos, o bien como protesta ante la explotación y la barbarie llevadas a cabo en las colonias.
Paralelamente, para las colonias, las consecuencias no se dan de la misma forma, ni en el mismo grado. Las
diferencias son a veces muy notables. Pero en todos los territorios los efectos suelen ser contradictorios
debido a la dualidad de economías, sociedades, instituciones, culturas, etcétera, coexistentes en todos ellos.
La primera consecuencia que se extrae es que se crea una nueva geografía al cambiar la estructura de las
costas con la construcción de puertos y la del interior con la aparición de nuevas ciudades, nuevas vías de
comunicación, nuevas estructuras agrícolas, apertura y explotación de minas y canteras, etcétera. Todo ello
pone las bases de una nueva economía de mercado que utiliza para los intercambios el papel moneda. Junto a
este sistema sigue funcionando otro de economía de subsistencia. La producción y el consumo suelen
aumentar, aunque la renta de los campesinos tradicionales no crece.
El comercio con la metrópoli es desigual, ya que, al no existir industrias, se exportan materias primas y se
compran productos manufacturados, por lo que siempre se produce un déficit comercial y monetario. En
muchos casos tiene lugar un verdadero saqueo de la colonia.
En el ámbito demográfico también se dan contradicciones. Mientras la medicina europea crea hospitales y
vence las epidemias tradicionales, el contacto con los blancos y la mejora de las comunicaciones facilita el
contagio de enfermedades deshabitúales en estas latitudes; por ello aumenta al principio la mortandad de los
indígenas, y se produce un estancamiento e incluso un retroceso de la población. Sin embargo, pronto
disminuye la mortalidad general, al tiempo que se mantiene la natalidad, lo que provoca un fuerte crecimiento
de la población, y se pasa así a una segunda fase de la evolución demográfica, que propicia la aparición de
problemas sociales y políticos.
Así pues, en la sociedad urbana de la colonia surge una segregación racial y social con barrios claramente
diferenciados.
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Culturalmente la consecuencia más destacable es el cambio mental, fruto de la evangelización y la enseñanza.
Se produce entonces un proceso grave de aculturación indígena, con un fuerte retroceso de las lenguas,
culturas y costumbres autóctonas.
Por último hay que reseñar un lento proceso de difusión de ideas políticas y la aparición de un
anticolonialismo, producto de los abusos en la explotación y la miseria en la que quedan sumidos los
indígenas. Este fenómeno varía mucho en intensidad y duración según los países. Se va a hacer patente en
revueltas de muy distinto signo y en resistencias armadas o pasivas. Y aunque los movimientos nacionales
organizados que a mediados del siglo XX logran la independencia, son muy posteriores, hay que pensar que
tienen su origen aquí.
• BIBLIOGRAFÍA
• José U. Martínez Carreras, Introducción a la Historia Contemporánea 1770−1918. La Era de las
Revoluciones. Historia Universal Istmo. 1983, Madrid.
• R. Palmer & J. Colton, Historia Contemporánea, Akal Editor, Madrid, 1981.
• I. Zapater (Coord.),Historia del Mundo Contemporáneo, Santillana, Madrid, 1991.
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