EL ACOSO MORAL LABORAL (MOBBING) EN LA TEORIA GENERAL DE LAS OBLIGACIONES ESPAÑOLA. (La via civil en la defensa del mobbing) “Apuntes para una defensa y para una futura regulación legal del acoso moral en el trabajo” INTRODUCCION.- El proceso de violencia psicológica en que consiste el acoso moral laboral se define por una serie de actos persistentes y recurrentes que solo considerados en su conjunto pueden ser reveladores del hostigamiento, el maltrato y la puesta en peligro o, en su caso, daño efectivo a la salud del trabajador. Habrá actos aisladamente considerados que constituyan un incumplimiento contractual, pero habrá otros que excedan del ámbito negocial, otros que individualmente considerados carezcan de trascendencia, algunos vulneraran directamente derechos fundamentales, y otros –aunque ataquen siempre a la dignidad- no lo hagan al núcleo del derecho fundamental. La responsabilidad por cada conducta debe ser reclamada de acuerdo a la naturaleza del daño, culpa y marco en el que se desarrolle, lo que da lugar a entablar una pluralidad de acciones administrativas y judiciales, (cambio de contingencia, despido, oposición a traslados, extinción del contrato a instancias del trabajador...). Más complicada es la situacón del acoso horizontal, o el vertical ascendente, en el que la conducta no la realiza el empresario o quien tenga poder de direccion y/o sanción sobre el acosado, que es imputable a la empresa tambien. El enjuiciamiento sesgado impide la comprensión correcta del acoso y, en su consecuencia, que se satisfaga el derecho a la tutela judicial efectiva, se proteja a las personas afectadas por el acoso y se indemnicen a esta todos los daños que se le han producido. En definitiva, el acosador quedara impune como tal, la mayoría de los daños quedaran sin resarcir y el acosado será víctima del mas kafkiano sistema procesal. Quizá una futura Ley sobre acoso pueda remediar esta indefensión, pero mucho nos tememos que si el Legislador no tiene en cuenta, además de las normas de Derecho sustantivo, las de procedimiento, la indefensión será aun mayor. Es inútil, a nuestro entender, una norma sobre acoso que no vaya precedida de un estudio pluridisciplinar sobre el acoso y de un Plan Nacional para adepta medidas de todo tipo contra el acoso y de protección de los afectados. Y es especialmente necesario en este sentido, un riguroso estudio científico jurídico desde la perspectiva procesal. Una ley de acoso que pretenda ser eficaz debe incardinarse en el sistema jurídico en que se va a aplicar, y por esta razón, este trabajo se centra en el Derecho español. En este trabajo se va analizar desde la Teoría General de las Obligaciones española, la difícil distinción obligaciones contractuales y extracontractuales; continuados y los derivados del contrato; prescripción de acciones; todo ello entre los daños el sistema de encaminado a la posibilidad de que el acoso laboral como proceso de violencia psicológica pueda ser enjuiciado en un único procedimiento, sometido al mas largo plazo de prescripción que legalmente se permita., bien por la duración (art. 1964 CC, 15 años) o bien por el dies a quo de inicio del cómputo (1.968.2 CC 1 año). La perspectiva será fundamentalmente practica, por lo que en cada apartado, se dará por sentado que existen una gran disparidad de criterios doctrinales y jurisprudenciales, respecto de los que no se va a hacer un análisis exhaustivo, desarrollando solo aquellas construcciones que nos parecen mas adecuadas para una interpretación y aplicación de la ley al supuesto de hecho que nos ocupa que, insistimos, se define como proceso de violencia. Confiamos en que la doctrina mas especializada proceda, si es incorrecta esta exposición, a corregir en lo necesario este ensayo que, guiados por el espíritu de reflexión jurídica, ofrecemos con la intención de colaborar desde estas líneas, al movimiento social contra el acoso moral laboral, y en general, contra la violencia psicológica. II.-AMT COMO OBLIGACION, DAÑO Y RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL.Uno de los preceptos del Código Civil que mas polémica han suscitado es el que pretende establecer las fuentes de las obligaciones: articulo 10891. Conviene antes que nada hacer “Las obligaciones nacen de la ley, de los contratos y cuasi contratos, y de los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga cualquier género de culpa o negligencia.” 1 una interpretación sistemática de este precepto, esto es, poniéndolo en relación con otros artículos, antes de referirnos a las criticas e interpretaciones doctrinales. Gráficamente podría exponerse como sigue: “Las obligaciones nacen de: 1.La ley 2. Los contratos 3. Los cuasicontratos 4. Los actos y omisiones ilícitas o en que intervenga cualquier genero de culpa o negligencia” Artículo 1090 Las obligaciones derivadas de la ley no se presumen. Sólo son exigibles las expresamente determinadas en este Código o en leyes especiales, y se regirán por los preceptos de la ley que las hubiera establecido; y, en lo que ésta no hubiere previsto, por las disposiciones del presente libro. Artículo 1091 Las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes, y deben cumplirse al tenor de los mismos. Artículo 1887 Son cuasi contratos los hechos lícitos y puramente voluntarios, de los que resulta obligado su autor para con un tercero y a veces una obligación recíproca entre los interesados. Artículo 1092 Las obligaciones civiles que nazcan de los delitos o faltas se regirán por las disposiciones del Código Penal. Artículo 1093 Las que se deriven de actos u omisiones en que intervenga culpa o negligencia no penadas por la ley, quedarán sometidas a las disposiciones del cap. II tít. XVI de este libro. Artículo 1888 El que se encarga voluntariamente de la agencia o administración de los negocios de otro, sin mandato de éste, está obligado a continuar su gestión hasta el término del asunto y sus incidencias, o a requerir al interesado para que le sustituya en la gestión, si se hallase en estado de poder hacerlo por sí. Artículo 1895 Cuando se recibe alguna cosa que no había derecho a cobrar, y que por error ha sido indebidamente entregada, surge la obligación de restituirla. Artículo 1902 El que por acción u omisión causa daño a otro, iterviniendo culpa o negligencia está obligado a reparar el daño causado. Artículo 1903 La obligación que impone el artículo anterior es exigible, no sólo por los actos u omisiones propios, sino por los de aquellas personas de quienes se debe responder. Todas las teorías doctrinales y jurisprudenciales que, en torno a este articulo 1089 vienen a demostrar su inexactitud son perfectamente trasladables a la hora de incardinar las responsabilidades derivadas del AMT en las fuentes enumeradas en el referido articulo. Como ha quedado expuesto, en el acoso moral consiste una secuencia progresiva de actos generadores de daños encuadrables tanto en las relaciones contractuales como en las extracontractuales, pero hay dos denominadores comunes: 1. La violencia psicológica ejercida de forma persistente. 2. La pluralidad de daños causados, atentatorios contra una diversidad de derechos fundamentales, que generan un deber de indemnizar y un correlativo derecho a exigir esta prestación de resarcimiento. 1. La violencia psicológica arranca de una situación personal del acosador frente a la persona elegida como diana de su hostigamiento, como la Psiquiatría y Psicología han puesto de relieve, en el fondo, siempre late sentimientos de envidia y una peculiar personalidad despiadada e insensible, que en algunos casos es incapaz de ser consciente del daño que origina con su proceder. La causa del acoso esta fuera del concepto, naturaleza y contenido esencial de la relación laboral. Esto es lo que diferencia el AMT de situaciones de abuso o extralimitación de poder laboral, o del llamado bournot. El acoso opera al margen de la relación de trabajo, si bien utiliza entre otros recursos todo el haz de poderes de hecho o de derecho que se ostenten en virtud del contrato de trabajo, con la finalidad de “hacer daño”, transgrediendo así el deber general de abstenerse de causar un mal ajeno, cuyo principio fundamental de convivencia no solo se deriva del articulo 1902 del Código civil, sino de la propia Constitución al establecer que el respeto a la dignidad y a los derechos fundamentales son el fundamento de la paz social, del orden público. Y es que como unánimemente se admite por cuantos expertos en las mas variadas disciplinas se acercan al estudio del AMT, lo que esta en juego es los pilares fundamentales de un Estado social y democrático de Derecho, no ya la paz laboral, sino la pacifica convivencia social. Con razón se denomina al AMT el “Psicoterror, el Terrorismo psicológico”. Por lo tanto, confluyendo incumplimientos contractuales laborales e incumplimientos de la llamada obligación extracontractual de no causar daños, la única manera, estamos convencidos de ello, de abordar jurídicamente la responsabilidad por daños derivados del acoso es acudir a la Teoría de la yuxtaposición de culpas, de unificación de culpas, unánimemente admitida por la Jurisprudencia del TS, y así, ante cualquier reclamación frente a un acto de acoso, tener en cuenta que el daño cuya indemnización se reclame no puede ser completamente resarcido ni adecuadamente valorado, si se analiza aisladamente. Es preciso insistir ante todas las instancias administrativas y judiciales ante las que por una u otra razón se enjuicie un acto de la secuencia de acoso, que por el principio de economía procedimental, el de resarcimiento a la víctima y el de eficacia en la función que desarrollen, en definitiva, para dictar una resolución justa y adecuada, debe permitirse el enjuiciamiento de todo el proceso de acoso y sus consecuencias en un único procedimiento bien a través de la acumulación, bien a través de la prejudicialidad. Así pues, entendemos que el proceso de acoso existe al margen del contenido normal de la relación contractual, de manera que este vinculo de tracto sucesivo, se va viciando durante todo el proceso de acoso, hasta llegar incluso a interferir en su extinción. Es decir, la presión psicológica ejercida sobre el trabajador le va conminando a aceptar determinadas condiciones laborales en una fase inicial del acoso y hasta a resolver el contrato ya a su instancia, vía art.50 ET, ya en conciliación, vía demanda contra el despido, ya en sede Judicial al optar por reclamar un despido improcedente habida cuenta de que el nulo le obligaría a volver a un puesto de trabajo sin garantías de que cese la violencia psicológica. La causa de resolución del contrato, para el trabajador, es ante todo, el acoso moral y sus drásticas consecuencias para su salud y la de su entorno familiar. Por lo tanto, cabe plantearse la posible nulidad de cuantas decisiones tome el trabajador que estén determinadas por esa violencia que se ejerce sobre él. Como fundamento de este argumento, podemos citar la : Sentencia de 22 diciembre 1998 del TSJ vasco Recurso de Suplicación núm. 2771/1998.2 “...Todas 2 estas circunstancias personales y profesionales “...En el recurso de suplicación interpuesto por don Gerardo M. A. contra la Sentencia del Juzgado de lo Social Núm. 6 de Vizcaya de fecha 12 mayo 1998, dictada en proceso sobre despido, y entablado por don Gerardo M. A. frente a la empresa «Inespal Laminación, SA», ha sido Ponente el Ilmo. Sr. Magistrado D. Pablo Sesma de Luis, quien expresa el criterio de la Sala. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- La única instancia del proceso en curso se inició por demanda y terminó por sentencia, cuya relación de hechos probados es la siguiente: «I.-Que el demandante don Gerardo M. A., con DNI núm. ..., ha venido prestando servicios para la empresa demandada, con antigüedad de 3 de noviembre de 1969, categoría profesional de Ingeniero y salario bruto mensual de 704.301 ptas. con prorrata de pagas extras. II.-Que el día 25 de febrero de 1998 el actor fue convocado a una reunión en la que participaron, además del demandante y el director de la fábrica, dos personas más ligadas a la empresa, y en la que tras comunicarle la existencia de indicios de que hubiera cometido falta laboral grave derivada de la percepción de cantidades pagadas por otra empresa por la realización de compras y ventas de material a ésta, se le ofreció al demandante la opción entre la suspensión de empleo con apertura de expediente y la solicitud de baja voluntaria. Dicho día y ante la negativa del actor a la opción de baja voluntaria que se le apuntaba, se le hizo entrega de un documento firmado por don L. G. I. y cuyo contenido era: "Amorebieta, 25 de febrero de 1998 Nota a señor Gerardo M. A. Ante la existencia de indicios de que usted ha cometido falta laboral grave, queda suspendido de Empleo. A partir del 26 de febrero de 1998 incluido, no deberá asistir al trabajo hasta que, elaborado el expediente correspondiente, cuya duración inicialmente se prevé de una semana, se le comuniquen otras decisiones". III.-Que el día siguiente, 26 de febrero de 1998, el actor firmó el documento que, al igual que el señalado en el hecho probado anterior, se le había mostrado la víspera y cuyo tenor literal era: "Amorebieta, 25 de febrero de 1998 Nota al señor G. I. (Director). Le comunico que, por razones personales, solicito la baja en la Empresa con fecha veintiséis de febrero de mil novecientos noventa y ocho. Por lo que le ruego me prepare el finiquito". IV.-Que en fecha 26 de febrero de 1998 el actor firmó el finiquito correspondiente, en el que, entre otras cuestiones, se expresa "... como consecuencia de la baja voluntaria presentada el día 26 de febrero de 1998, por la que considero extinguida la relación jurídica laboral existente con ella". V.-Que las firmas estampadas por el actor en los documentos de cese y finiquito aparecen realizadas con espontaneidad y sinceridad de trazado. VI.-Que con fecha 11 de marzo de 1997 el hoy actor compareció ante el notario de Bilbao don Luis S. G., promoviendo acta de notificación y requerimiento por la que instaba la notificación y requerimiento a don Luis G. I., a la sazón Director de la fábrica de "Inespal Laminación, SA" de Amorebieta, por la que negaba -dice- validez a la citada carta de supuesta baja voluntaria y el finiquito firmados bajo coacción, ponía a su disposición la cantidad que en concepto de tal finiquito le fue entregada y le requería para que le indicase expresamente y aclarase si estaba en situación de suspensión de empleo y sueldo y hasta qué fecha, y en caso negativo se le autorizase a reintegrarse de inmediato en su puesto de trabajo. SEGUNDO.- La parte dispositiva de la sentencia de instancia dice: «Que desestimando la demanda interpuesta por don Gerardo M. A. contra «Inespal Laminación, SA», debo absolver y absuelvo a ésta de los pedimentos formulados de contrario». TERCERO.- Frente a dicha resolución se interpuso el recurso de suplicación ya reseñado, que fue impugnado por la parte recurrida. FUNDAMENTOS DE DERECHO SEGUNDO.- La cuestión litigiosa se centra en torno a la trascendencia y repercusión que merecen las firmas que el trabajador estampó en los documentos de cese y finiquito que la empresa le presentó, esto es, ha de examinarse si la mencionada firma fue precedida o no de la correcta elaboración del consentimiento del trabajador en cuanto proceso o mecanismo volitivo en el que la posible concurrencia de algún vicio puede privar de validez a la dimisión del hoy demandante en su puesto de trabajo. La sentencia recurrida llegó a la conclusión de que el trabajador prestó libremente su consentimiento porque no existió vicio alguno en el mismo. Para llegar a esta conclusión la sentencia recurrida efectuó una aplicación teóricamente correcta de los criterios civilistas que tradicionalmente han rodeado la interpretación del art. 1265 del Código Civil. Así, conforme a la Doctrina que desde antiguo se ha pronunciado sobre ese precepto, la resolución de instancia consideró que al no haber existido actuación física contra la persona del trabajador, no puede admitirse la figura de la violencia. Tampoco admitió que hubiera dolo porque no hubo palabras o maquinaciones que indujeran a error al trabajador y tampoco admitió que hubiera intimidación, por dos razones principales: porque la edad y condición laboral y profesional del trabajador impiden admitir que la apertura de un expediente disciplinario pudiera causarle un temor racional y fundado; y porque la advertencia empresarial de que si no dimitía, al trabajador se le sometería al expediente disciplinario no constituye una intimidación injusta o ilícita, puesto que la apertura de tal expediente constituye un uso normal de las facultades disciplinarias de la empresa. Como antes se indicó, estas consideraciones de la resolución de instancia que aquí se han expuesto resumidamente, constituyen la expresión de unos criterios puramente civilistas en torno a la figura del consentimiento y los vicios que lo pueden invalidar. No quiere decirse con ello que el contenido del art. 1265 del Código Civil sea completamente ajeno a lo que se discute en el presente procedimiento por despido, sino que la dimisión del trabajador o cese voluntario del mismo merece un tratamiento que no es plenamente coincidente con la Doctrina civilista sobre el consentimiento, puesto que posee sus propias características jurídico-laborales, más exigentes, que se van a indicar. Desde el origen como rama independiente dentro del Ordenamiento Jurídico, el Derecho del Trabajo se ha venido caracterizando permanentemente por su inspiración en el principio de estabilidad en el empleo, máxime en los últimos años como consecuencia del Estado social de Derecho y la política orientada al pleno empleo, que como principios se citan respectivamente en los arts. 1.1 y 40.1 de la Constitución (RCL 1978\2836 y ApNDL 2875) . Por ello, la extinción de la relación laboral por la vía del art. 49, d) del Estatuto de los Trabajadores (RCL 1995\997) ha de ser examinada con gran precaución cuando, como ocurre en el presente caso, el trabajador sostiene que su decisión no obedeció a una decisión tomada con plena libertad, y sin olvidar lógicamente las consecuencias notables que esa decisión tiene en cuanto causa de pérdida del empleo, y ausencia del derecho a las prestaciones por desempleo (art. 208.2.1 de la Ley General de la Seguridad Social [RCL 1994\1825]). Respecto al cese voluntario del trabajador y especialmente respecto al carácter liberatorio que para la empresa puede tener el documento de finiquito firmado por el trabajador, es conocida y reiterada la Jurisprudencia que proclama que para que pueda afirmarse la existencia de un finiquito en el campo laboral es imprescindible que conste la voluntad del trabajador inequívocamente dirigida a la extinción del contrato. Dicha voluntad nunca se puede afirmar cuando se acciona acto seguido contra el despido operado, pues la interpretación de la dimisión y el finiquito obliga a examinar los actos previos y posteriores a los mismos. En el caso que nos ocupa, existieron unos hechos previos relevantes: el trabajador fue súbitamente convocado a una reunión sobre cuyo contenido nada conocía; se encontró ante el director de la fábrica y dos personas más ligadas a la empresa; se le comunicó que existían indicios de que hubiera cometido falta laboral grave; y se le ofreció que optara entre la suspensión de empleo con la apertura de expediente y la solicitud de baja voluntaria; en ese mismo acto se le mostró un documento elaborado por la empresa, en el que brevemente y sin especificar las causas, se indicaba la solicitud de baja en la empresa, que el trabajador podía simplemente firmar; esto último es lo que hizo al día siguiente. Se desprende de estos acontecimientos que la empresa no informó suficientemente al trabajador respecto a la conducta que se le imputaba (sin perjuicio de su concreción en el correspondiente expediente disciplinario), sino que le indicó la existencia de unos indicios, lo que implicó un oscurantismo que entorpeció una posible meditación del trabajador sobre aquello a lo que podría enfrentarse en un posible expediente disciplinario. Asimismo, no actuó rectamente la empresa cuando, al informar sobre el posible expediente disciplinario, ofreció simultáneamente la opción de la dimisión del trabajador, en lugar de conceder a este último un plazo razonable de reflexión, durante el cual hubiera podido tomar una decisión tras pensar sosegadamente sobre la trascendencia consentimiento de la bien opción formado, que para hubiera cuya elegido libremente, elaboración pudiera prestando haber un recibido asesoramiento de un profesional del Derecho, del que realmente careció. Téngase presente que la decisión afectaba a una relación laboral de casi treinta años; que el trabajador percibía una alta retribución; y que la dimisión no respondía al deseo de atender otro puesto de trabajo en otra empresa, con igual o superior cualificación y salario. Todas estas circunstancias personales y profesionales del trabajador, de acumulación cronológica de acontecimientos que pudieron haberse desarrollado sin precipitación, de oscurantismo de la conducta que se imputaba al trabajador, de planteamiento de una opción en todo caso negativa para aquél, y de ausencia de oportunidad para del trabajador, de acumulación cronológica de acontecimientos que pudieron haberse desarrollado sin precipitación, de oscurantismo de la conducta que se imputaba al trabajador, de planteamiento de una opción en todo caso negativa para aquél, y de ausencia de oportunidad para recibir asesoramiento previo a la decisión que hubo de tomar, configuraron una situación fáctica y ambiental de grave presión anímica sobre el trabajador, que a efectos jurídico-laborales puede calificarse como intimidación, en el sentido de que fue exclusivamente la empresa quien originó un cúmulo de factores impeditivos de que el trabajador pudiera formar adecuadamente su voluntad y dar su consentimiento sobre una decisión tremendamente relevante para su vida laboral y personal....” Por otro lado, aquellos actos de violencia que caigan fuera del contrato en si, pero que se produzcan apoyándose recibir asesoramiento previo a la decisión que hubo de tomar, configuraron una situación fáctica y ambiental de grave presión anímica sobre el trabajador, que a efectos jurídico-laborales puede calificarse como intimidación, en el sentido de que fue exclusivamente la empresa quien originó un cúmulo de factores impeditivos de que el trabajador pudiera formar adecuadamente su voluntad y dar su consentimiento sobre una decisión tremendamente relevante para su vida laboral y personal. Por otra parte, conforme más arriba se indicó, también existieron actos posteriores relevantes. En primer lugar, pocos días después el trabajador envió a la empresa por conducto notarial un acta de notificación y requerimiento, en la que negaba validez a la carta de dimisión y al finiquito, que decía haber firmado bajo coacción, y ponía a disposición de la empresa la cantidad percibida en concepto de liquidación. En segundo lugar, el trabajador accionó por despido dentro del plazo legal. Esta conducta inmediatamente posterior también es relevante, conforme advierte la Jurisprudencia, porque evidencia que la dimisión del trabajador constituyó la reacción frente al acoso de la empresa, y no una decisión plenamente consciente y querida por el trabajador. FALLAMOS Que estimando el recurso de suplicación interpuesto por Gerardo M. A. frente a la Sentencia de 12 mayo 1998 dictada por el Juzgado de lo Social Núm. 6 de Vizcaya en procedimiento sobre despido instado por el recurrente contra «Inespal Laminación, SA», debemos revocar y revocamos la resolución impugnada, declarando la improcedencia del despido y condenando a la empresa demandada en la forma prevista por el art. 56.1 del Estatuto de los Trabajadores, fijándose la indemnización de su apartado a) en 29.580.642 pesetas. en un contrato laboral, serán indemnizables como obligación extracontractual. 3. Los daños indemnizables, se corresponden con lo que la Sala de lo civil del TS: ha denominado “ serie de actos sucesivos que provocan en su perjudicial progresión un daño mas acusado que la simple suma de los repetidos agravios” (STS 12-diciembre de 1980). Y puesto que tienen su origen en incumplimientos contractuales y en actos ilícitos, es claro que se yuxtaponen la culpa contractual y la extracontractual. III.- EL PROBLEMA DE LA PRESCRIPCION DE ACCIONES EN VIA LABORAL.- Es conocida la contienda entre la Jurisdicción civil y la social en orden a determinar la competencia para conocer de las reclamaciones por daños extracontractuales derivados o acaecidos en el marco de una relación de trabajo. De todos los argumentos a favor de la Jurisdicción civil, hay uno que nos parece determinante, habida cuenta del régimen de prescripción establecido en el articulo 59 del ET y su interpretación jurisprudencial, que viene determinando prescritas las reclamaciones por daños ocasionados en el plazo de más de un año desde que se acciona judicial o extrajudicialmente. Ya lo adelantamos en el anterior trabajo divulgado en foros y web de asociaciones, http://aeantimobbing.org/pdf/bibliografia/prescripcion_mobbing.pdf. Pues bien, la Jurisdicción civil aplicando la teoría de unificación de culpas, también llamada de yuxtaposición de culpas, y el principio de resarcimiento íntegro de la víctima, ha admitido que el plazo de prescripción sea el de 15 años, acudiendo para ello a toda la doctrina científica y jurisprudencial que le ha servido de base para dar satisfacción mucho más plena al trabajador de la que en los Juzgados y Tribunales de lo Social han otorgado nunca por hechos similares. Parece una incongruencia que lo que se supone es una Jurisdicción tuitiva del trabajador no otorgue el mismo amparo que la que esta destinada a resolver cuestiones privadas. Quizá sea que el concepto privatístico de Derecho civil y la decidida voluntad de la Sala 1ª del T.S. de interpretar el ordenamiento jurídico de acuerdo con los principios constitucionales y la realidad social, este siendo un ejemplo de evolución jurídica hacia un concepto de orden público y Justicia social que deben presidir todas las relaciones sociales. Dos sentencias dictadas en caso de acoso sexual en el trabajo y de accidente laboral creemos son suficientes para que se entablen por vía civil las reclamaciones por daños ocasionados en un proceso de violencia psicológica en el trabajo., i AP Alicante , sec. 7ª , S 20-07-2000, núm. 236/2000. Pte: Magro Servet, Vicente “...En cuanto a la excepción de prescripción hay que hacer constar que debe admitirse la fundamentación acertada del juez "a quo" en orden a extender el criterio de la prescripción hasta los 15 años por mor de entender aplicable la responsabilidad extracontractual y la vía del art. 1964 CC...” STS 26 de marzo de 1999 ampliamente comentada por Gabriel Garcia Cantero, catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Zaragoza, publicada en http://www.aragob.es/pre/iam/publicac/aequalitas/aequalitas5/1620.pdf Existiendo sentencias que han concedido la reparación de daños causados mas allá del año de prescripción del art. 59 del ET, y sin olvidar que estamos reclamando por violación de derechos fundamentales, la vía adecuada hoy por hoy, en tanto no se regule laboralmente el acoso de forma que permita la reclamación con un plazo superior al año de prescripción, es la civil.3 3 AP Málaga , sec. 5ª , S 17-02-1998, núm. 115/1998, rec. 747/1995. Pte: Hernández Barea, Hipólito ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- El Juzgado de Primera Instancia número Dos de los de Estepona dictó sentencia de fecha 8 de mayo de 1.995 en el juicio declarativo ordinario de menor cuantía del que este rollo dimana, cuya parte Dispositiva dice así: "Que desestimo la demanda interpuesta por DoñIsabel contra "A., S.L." sin hacer expresa condena en Costas". SEGUNDO.- Contra la expresada sentencia interpuso, en tiempo y forma, recurso de apelación la representación de la demandante, el cual fue admitido a trámite y, emplazadas las partes para que comparecieran ante esta Audiencia, personadas y entregados los autos a las mismas para instrucción durante cuatro días, se señaló la vista del recurso que tuvo lugar el día doce de diciembre de 1.996, en la cual el Letrado de la parte apelante informó en apoyo de sus pretensiones y solicito la revocación de la sentencia recurrida y el Letrado de la parte apelada solicitó su confirmación. Con suspensión del trámite para el dictado de la sentencia, y dada la contradictoria jurisprudencia del Tribunal Supremo se oyó a las partes y al Ministerio Fiscal por escrito sobre la posible incidencia en el pleito de la excepción dilatoria de falta de Jurisdicción de los Tribunales Civiles sobre la materia, que se planteó como argumento de deliberación en tanto podría ser acogida de oficio sin necesidad de ale gación de parte por el Tribunal. La apelante se mostró contraria y pidió se reformase en todo caso el auto de fecha 16 de diciembre en orden a que indicase la jurisdicción que la Sala estimase competente. La representación de la parte apelada y el Ministerio Fiscal se manifestaron de acuerdo con que el Tribunal se declarase incompetente y remitiese los autos a la Jurisdicción Social. FUNDAMENTOS DE DERECHO Aceptando la fundamentación jurídica de la sentencia recurrida en tanto no se oponga a la que sigue.PRIMERO.- Considerando que sobre el fondo de la cuestión la parte apelante alegó que, declarando la misma sentencia la responsabilidad de la empresa en el fallecimiento del trabajador, hermano de la demandante, debió proceder a la condena pues la demostrada ausencia de medidas de seguridad en la obra hace nacer la responsabilidad reclamada exclusivamente de la culpa o negligencia civil de la empresa, no del contrato de trabajo ni de la póliza de seguro establecida para éste, haciendo compatibles -la responsabilidad laboral con la civil extracontractual-. La representación de la entidad apelada pidió la confirmación de la sentencia recurrida insistiendo en que no solo no hay responsabilidad civil en su defendida, sino que tampoco acredita la actora los perjuicios que reclama como distintos de los ya indemnizados en vía laboral.SEGUNDO.- Considerando que, como cuestión previa al estudio de la excepción planteada a las partes y al Fiscal por el Tribunal como de posible aplicación al caso, debe decirse que la apelante en su escrito de fecha 10 de enero de 1.997 confunde a juicio de esta Sala el contenido de la parte dispositiva del auto de fecha 16 de diciembre anterior. Dicha resolución no hacía declaración alguna sobre la incompetencia de la Jurisdicción Civil para resolver el caso planteado, y por tanto no podía ni debía contener indicación alguna sobre el orden jurisdiccional en que debiera seguirse el pleito. Tampoco es cierta la afirmación de la parte apelante en el sentido de que la sentencia citada por la Sala en el auto en apoyo de la consulta a las partes suspendiendo el plazo para el dictado de la sentencia de apelación, se refiriese a materia distinta de la aquí examinada y que no hubiese tampoco en tal fecha otra del Tribunal Supremo sobre el particular. La primera cuestión la explicaba el propio auto, que mal se examinó por la parte recurrente pues el Fiscal y la apelada contestaron en consonancia con lo solicitado, señalando que en atención a lo dispuesto en el número 6 del artículo 90 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y para el caso de apreciar de oficio la falta de jurisdicción debía oírse primero a las partes y al Fiscal, y esa y no otra era la orden contenida, en la parte dispositiva del auto: que se oyese por término de cinco días a la parte apelante, a la apelada y al Fiscal, y que a la vista de sus alegaciones se acordaría. La segunda cuestión puede resumirse en que la Sala no desconoce la jurisprudencia favorable a la compatibilidad de las indemnizaciones y de las previas acciones derivadas de la responsabilidad civil y del ámbito laboral en relación con los accidentes de trabajo, pero que también existen sentencias del Tribunal Supremo, como la que no ha encontrado en su consulta -se supone que exhaustiva- la parte apelante, que mantienen la opinión contraria. E n efecto, no solo la sentencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo, de fecha 3 de octubre de 1.994, de la que fue Ponente el Excmo. Sr. Malpica y González-Elipe y que se encuentra recogida en la colección jurisprudencial de la Actualidad Civil al número 1.409 de ese año, mantiene que cuando son completamente distintas las causas de que derivan las responsabilidades civiles pedidas -en este caso y en hipótesis serían el contrato laboral por un lado y por otro la negligencia extracontractual- no es posible su enjuiciamiento y decisión ante una única jurisdicción, sino que fue citada como exponente del debate suscitado y que, como señala la parte apelada, tiene su base en los autos de la Sala de Conflictos de Tribunal Supremo de 23 de diciembre de 1.993 y de 4 de abril de 1.994, publicados meses antes de la citada sentencia. Tales resoluciones vinieron a modificar una doctrina constante de la Sala Primera del Alto Tribunal que establecía la competencia de los Juzgados y Tribunales c iviles para decidir todas las demandas asentadas en los artículos 1.902 y siguientes del Código, y establecieron la competencia de los Juzgados de lo Social para resolver aquellas reclamaciones cuando se apoyaban en incumplimiento del contrato laboral, y en su seno la ausencia o la deficiencia de las medidas de seguridad en el trabajo. Es cierto que más recientemente la Sala Primera no acepta dicha doctrina y que ello se reitera en sentencias de fechas 15 de febrero, 15 de marzo, 12, 17, 18 y 20 de julio de 1.995, o de 22 y 24 de enero, 5, 12 y 26 de febrero y 5 de marzo de 1.996, que no entran en el problema de la jurisdicción, sino que resolvían dando por válida la competencia de los Juzgados civiles y de las Audiencias Provinciales en segunda instancia para cuestiones de incumplimiento de medidas de seguridad en el trabajo. Esta Sala entiende, siguiendo también al Tribunal Supremo, como no podía ser de otra forma, que hay compatibilidad entre las indemnizaciones laboral y civil der ivadas del mismo hecho, que es lo que pretende la parte apelante, pero también consideró necesario, y de aquí el dictado del auto criticado por la apelante, que las partes le ilustraran previene el artículo 9º citado de la L.O.P.J.sobre la competencia de una u otra jurisdicción, la civil o la laboral pues es la primera cuestión a resolver al tratarse de una cuestión de orden público. TERCERO.- Considerando que tampoco puede olvidarse, entrando ya a resolver sobre la competencia, que la sentencia de la misma Sala Primera del Tribunal Supremo de fecha 4 de diciembre de 1.995, pendiente ya este Rollo ante este Tribunal, llegó a negar el valor de jurisprudencia a las resoluciones de la Sala de Conflictos resaltando sin embargo la condición de fuente complementaria del derecho en el orden civil que tiene la doctrina que de modo reiterado establezca la propia Sala Primera, conforme al artículo 1º.6 del Código Civil. Así las cosas se llega a la conclusión de que debe desestimarse, tras la oportuna discusión, la posible incompetencia de la jurisdicción civil pues debe atenderse, con independencia del contenido contractual de la posible infracción, a la dimensión aquiliana o extracontractual de la culpa definida en los artículos 1.902 y siguientes del Código Civil en que se apoya la demanda. CUARTO.- Considerando que la parte demandada alegó la excepción formal de falta de litisconsorcio pasivo necesario al no haberse demandado ni traído al juicio al dueño de la obra ni a los facultativos directores de la misma. El Juez en el fundamento primero de la sentencia ahora revisada desestima la excepción, no solo en base a la solidaridad que reitera el Supremo para los casos de responsabilidad civil extracontractual salvo cuando pueda deslindarse con claridad la responsabilidad y grado de cada uno de los intervinientes en el hecho, sino también en base a su alegación extemporánea en el escrito de resumen de pruebas que deja ya, al Juez facultad para apreciarla o no libremente en el marco de que es excepción aplicable de oficio por los Tribunales. Al tomar la demandada la cualidad de apelada en la alzada y conformarse con la resolución de fondo dictada en la primera instancia, y al participar esta Sala de los razonamientos del Juez "a quo" para desestimar la excepción, se hace pr eciso entrar a estudiar el fondo del asunto. QUINTO.- Considerando que en el marco de los tres requisitos exigidos jurisprudencialmente para la declaración de responsabilidad civil derivada de los artículos 1.902 y siguientes del Código Civil -acción u omisión imprudente por parte del sujeto activo, producción de un resultado dañoso en el sujeto pasivo y adecuado nexo; causal o relación entre la actuación del primero y el daño del segundo- esta Sala entiende acreditados los hechos que el Juzgado relata en el segundo de sus fundamentos de derecho pues derivan de la prueba practicada en autos y en especial de la testifical a la que no cabe hacer reproche alguno sin justificación. En efecto Don Diego, hermano de la actora, trabajaba con contrato laboral en una obra que llevaba a cabo la demandada en el Edificio M. de la Avenida ... de Estepona, en su calidad de oficial de albañilería. El 11 de enero de 1.993 cayó por un hueco de la obra que daba a la calle cuando se le ordenó por el jefe de obra la limpieza de material, hierros y t ablas, en una planta alta en la que se encontraba. No consta que nadie ordenara la instalación previa de los elementos de seguridad, cintas, etc.- que se habían retirado días antes con ocasión de las vacaciones navideñas y se inició el trabajo sin la colocación de los mismos. A pesar de la alegación de la empresa demandada en el sentido de que era el primer día de trabajo después de las vacaciones y que por esta causa no había dado tiempo a reinstalar los elementos de seguridad, es lo cierto que, como establece el Juez "a quo", el hecho de ordenar el trabajo sin ordenar previamente la instalación de las medidas de seguridad revela, sin excusa alguna, una dejadez absoluta enmarcable en la imprudencia. expresada en el artículo 1.902 del Código Civil. Precisamente la caída del Sr. Diego se debió, con al independencia de que él contribuyese, si se descuidó, al resultado, a dicha omisión negligente de los responsables de la empresa y ello lleva a tener por acreditados los tres requisitos m encionados. La acción ejercitada en este proceso por la actora, única heredera del fallecido, lo es por daños y perjuicios morales, como establece en el escrito resumen de pruebas su representación procesal matizando la petición contenida en la demanda, derivados de, la muerte de Don Diego y con independencia de haber obtenido de "M., S.A." la cantidad de tres millones de pesetas a que ascendía la indemnización establecida en la póliza de seguro de accidente laboral concertada por la demandada "A., S.L." con dicha aseguradora. SEXTO.- Considerando que encontrándonos pues en presencia de un daño extracontractual no patrimonial, indemnizable al amparo del artículo 1.902 del Código Civil desde la antigua sentencia del Tribunal Supremo de fecha 6 de diciembre de 1.912, ha de entenderse que su valoración en dinero no tiene la base de equivalencia que caracteriza al patrimonial, ni va dirigida a la reintegración de un patrimonio sino a proporcionar en la medida de lo humanamente posible una satisfacción como compensación al sufrimiento causado. Así lo estableció la sentencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo de fecha 25 de junio de 1.984 que se inspira en determinados principios como que los sufrimientos psíquicos han de ser indemnizados atendiendo a su intensidad y duración, y que si derivan de la pérdida de un ser querido -con independencia de las consecuencias patrimoniales, que en el presente caso podrían verse en el ámbito laboral- han de ser indemnizados según baremo vinculante o no pero del que no ca brá apartarse más que en circunstancias excepcionales, pues el dolor que ocasiona la muerte de una persona a sus allegados es siempre el mismo, como puso de manifiesto en sus Recomendaciones el Coloquio Jurídico Esta disquisición entre una y otra Jurisdicción, esta ampliamente analizada en http://www.laley.net/hdiario/1999/diario_0118_doc1.html, Por MANUEL IGLESIAS CABERO Magistrado del Tribunal Supremo. Presidente de la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional y http://mobbing.nu/prensa- Europeo de valoración del perjuicio corporal celebrado en París en 1.988. El daño moral queda así establecido con base en una valoración de circunstancias personales y psicológicas que han de acompañar a la declarada responsabilidad de la constructora que no ha demostrado que procedió con la diligencia debida, y a la efectiva concurrencia de la actuación del Sr. Diego que subió a la planta superior a trabajar a pesar de comprobar, en su calidad de empleado en esa obra, la ausencia de medidas de seguridad y cumpliendo una orden que pudo y debió desobedecer hasta la instalación de tales medidas. En su análisis ha de operar el contenido del artículo 1.103 del Código Civil ajustándose, por mandato del artículo 3º.1 del mismo texto legal, a la realidad social de los tiempos en que la norma ha de aplicarse, y en este sentido no puede ni debe acogerse la pretensión basada en la orden de 4 de marzo de 1.991 para el Seguro del Automóvil que cita la demandante y ahora apelante, no porque no quepa su aplicación por analogía, sino porque deben tenerse en cuenta las referidas circunstancias personales y psicológicas que en este concreto caso han de centrarse en el parentesco del fallecido con la demandante único hermano- y en que hacía vida independiente en su soltería sin que se haya acreditado que, viviendo en domicilio distinto, la relación de convivencia fraternal fuese tan estrecha como se pretende por la actora, no dándose situación de dependencia ni moral ni económica en un sentido ni en otro. Por ello entiende esta Sala de mejor aplicación el baremo contenido en la reforma introducida en la Ley hoy denominada de Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor por la Ley 30/1.995 de ordenación y Supervisión de los Seguros Privados, al incl uir en la Tabla I los daños morales dentro de las indemnizaciones básicas por muerte y distinguir en el Grupo V, entre otros, el caso de la . víctima con hermanos, subdistinguiendo en función de la edad del fallecido y de la edad y número de hermanos. La cantidad así señalada, que para caso similar al presente actualizado a la entrada en vigor de la disposición legal sería la de cinco millones de pesetas, debería corregirse por la aplicación de determinados factores que aparecen reseñados en la Tabla II y específicamente por remisión expresa los del apartado primero del anexo: la concurrencia de la culpa de la víctima como se ha expresado, la ausencia de gastos de asistencia médica, hospitalaria u otros a cargo de la perjudicada, la relativa cercanía del parentesco, la ausencia de convivencia o dependencia, incluso la, cualificación profesional y la edad del fallecido. Ha de estimarse en consecuencia una notable minoración respecto de la cantidad de la que se parte -la del baremo, no la solicitada en la demanda- y reducir, prudentemente a juicio de esta Sala, a la cantidad de dos millones de pesetas la cuantía de la indemnización a cargo de la empresa demandada y a favor de la perjudicada demandante. Los intereses legales ordinarios se computarán desde la firmeza de esta sentencia en que queda establecida en su liquidez la indemnización. FALLO Que, estimando parcialmente el recurso de apelación interpuesto por la representación de Doña Isabel contra la sentencia dictada en fecha ocho de mayo de 1.995 por el Juzgado de Primera Instancia número Dos de los de Estepona en sus autos civiles 9/1.994, debemos revocar y revocamos dicha resolución absolutoria, condenando a la entidad "A., S.L." a abonar a la actora la cantidad de dos millones de pesetas (2.000.000) con sus intereses legales ordinarios desde la firmeza de esta sentencia. No hacemos especial pronunciamiento sobre las costas causadas ni en la primera ni en esta segunda instancia. economist&jurist00122002.htm, ECONOMIST & JURIST nº 56 - Año X - diciembre 2001 / enero 2002 ROMAN GIL ALBURQUERQUE - ABOGADO . Astorga, a 20 de abril de 2002 Mª Jose Blanco & JavierL.Parada Maria Jose Blanco Barea (Abogada) Javier López Parada (Interventor Administración Local) [email protected] [email protected] i ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- Por el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Elche en los referidos autos, tramitados con el número 55/99, se dictó sentencia con fecha 27-3-00, cuya parte dispositiva es del tenor literal siguiente: "Que estimando parcialmente la demanda interpuesta por D. Emigdio Tormo Ródenas en nombre y representación de Dª Isabel contra "E., S.A." y "Eléctricas I., S.A." debo absolver y absuelvo a "Eléctricas I., S.A." de los pedimentos que contra la misma se formulan, a la vez que condeno a "E., S.A." a abonar a Dª Isabel en la cantidad de 6.600.000 ptas, a los hijos menores de Dª Isabel y D. Tomás en la cantidad de 2.750.000 ptas para cada uno de ellos mas intereses legales correspondientes. En materia de costas declarar la obligación de la actora de asumir las costas causadas a instancia de los dos codemandados absueltos, mientras que el resto de las costas las abonarán cada parte las causadas a su instancia y las comunes por mitad". SEGUNDO.- Contra dicha sentencia, se interpuso recurso de apelación por la parte codemandada "E., S.A." en tiempo y forma que fue admitido en ambos efectos, elevándose los autos a este Tribunal, donde quedó formado el Rollo número 323/00, tramitándose el recurso en forma legal. La parte apelante solicitó la revocación de la sentencia de instancia y la apelada su confirmación. Para la deliberación y votación se fijó el día 19-7-00. TERCERO.- En la tramitación de ambas instancias, en el presente proceso, se han observado las normas y formalidades legales. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- La sentencia dictada por el juez "a quo" es lo suficientemente descriptiva y extensa, y el juez resuelve todos y cada uno de los puntos que se le han planteado por las partes de la presente litis. Pero la alegación, de nuevo, en la apelación, nos conduce a considerarlos haciendo remisión expresa a la fundamentación del juzgador de instancia, aunque ampliándolo en los aspectos siguientes, a saber: * En cuanto se refiere al primer aspecto de la apelación, a saber: incompetencia de la jurisdicción civil hay que recordar, como tiene costumbre esta Sala la más reciente doctrina jurisprudencia centrada en la sentencia del TS de fecha 10-04-1999, núm. 314/1999, rec. 2934/1994, posterior a la que refiere la parte apelante del año 1998, al determinar que: Se combate la sentencia de apelación en cuanto desestimó la demanda de la recurrente, al negarle derecho a reclamar en vía civil, conforme al artículo 1902, pues se decidió que es la legislación laboral la que prevé prestaciones para los supuestos similares al objeto del pleito, y ha de evitarse la duplicidad de indemnizaciones. Hay que decir que no se aportó prueba alguna de que el padecimiento psíquico que afecta a la actora hubiera obtenido alguna calificación referida a accidente en el trabajo y por ello se hubiera reclamado o satisfecho alguna indemnización. Esta Sala de Casación Civil no acepta dicha conclusión decisoria. La responsabilidad que se exige a la mercantil demandada es por comportamiento hostil, trato indigno y discriminatorio hacia la recurrente, que operó al margen del propio contrato laboral, si bien este actuó como marco que facilitó las conductas y actuaciones que denuncia y le causaron perjuicios en razón a la depresión que sufre. Dicha relación laboral quedó extinguida en el acto de conciliación laboral de fecha 26 de Noviembre de 1.990, habiendo percibido la cantidad total de siete millones de pesetas por los conceptos de indemnización, saldo y finiquito y que hay que referir necesariamente al contrato de trabajo resuelto. La competencia de la Jurisdicción civil para conocer esta controversia judicial resulta así justificada, ya que la culpa extracontractual presupone la existencia de un daño real, con independencia de cualquier relación jurídica preexistente entre las partes. No se excluye de manera tajante y plena dicha culpa aquiliana, cuando la actuación culpabilística, generadora del daño, rebasa y desborda lo exclusivamente pactado, ya que, como dice la sentencia de 8 de Julio de 1.996, se trata de una negligencia extraña a lo que constituye propiamente la materia del contrato y esta negligencia, en cuanto conforma culpa civil, despliega sus efectos propios y consecuentes en forma independiente y conforme al artículo 1902 del Código Civil, pudiendo darse yuxtaposición de responsabilidades de clase contractual y de clase extracontractual y la subsistencia de esta complementa a aquella "en cuanto integra todos los efectos conducentes al pleno resarcimiento, sin otros límites que dejar indemne al pat rimonio del perjudicado", por tratarse de actividades que exceden la específica órbita del contrato laboral, lo que es aplicable al caso que nos ocupa. Son numerosas las sentencias de esta Sala que declara la compatibilidad y procedencia de las indemnizaciones civiles en el ámbito de la culpa extracontractual (Sentencias de 2-1-1991, 27-11-1993, 7-3-1994, 22-7-1994, 31-5-1995, 21-11-1995, 15-6-1996 y 14-11-1996, entre otras). En la misma línea debemos recordar la sentencia de la Audiencia Provincial de León de fecha 15-7-99 que recoge que no podemos sin embargo desconocer, que después de estos autos de la Sala de Conflictos, incluso después de las sentencias citadas por los apelantes (Cfr. STS 13-7-1998; 30-11-1998; 18-11-1998 y 18-12-1998) la Sala Primera del Tribunal Supremo ha venido manteniendo en esta materia la misma línea que antes había seguido, permaneciendo ajena a dicha solución y al criterio delimitador de la Sala de Conflictos antes expuesto. En tales resoluciones, se examinan supuestos de culpa extracontractual referida a accidentes de trabajo, en los que se alude a infracción de medidas de seguridad, y sin embargo no se cuestiona o se mantiene la competencia del orden jurisdiccional civil para enjuiciar dichos supuestos, afirmando, como antes ya hacía la compatibilidad entre las indemnizaciones que al trabajador pueden corresponder en vía laboral y en vía civil insistiendo en el carácter res idual de esta jurisdicción y haciendo hincapié en que la producción de un resultado dañoso como consecuencia de un hecho realizado en los quehaceres laborales excede la específica órbita del contrato de trabajo para incardinarse en el ámbito de los artículos 1902 y 1903 C. Civil. Vemos, pues, que se debe desestimar la excepción invocada al entender que es la jurisdicción civil la competente para conocer de las responsabilidades civiles derivadas del contrato de trabajo que concluyen en el fallecimiento de D. Tomás por aplicación, de igual modo, del art. 9.2 LOPJ. * En cuanto a la excepción de prescripción hay que hacer constar que debe admitirse la fundamentación acertada del juez "a quo" en orden a extender el criterio de la prescripción hasta los 15 años por mor de entender aplicable la responsabilidad extracontractual y la vía del art. 1964 CC. Así, podemos recordar la también reciente sentencia de la Sala 1ª del TS de fecha 30-121999, núm. 1136/1999, rec. 1222/1995, en la que se recoge que El motivo primero, al amparo del artículo 1.692.4º de la Ley de Enjuiciamiento Civil, acusa infracción, por no aplicación, del artículo 1.964 del Código civil, y por infracción de la doctrina jurisprudencial, recogida en las sentencias que cita, acerca de la posibilidad de concurso de las responsabilidades contractuales y extracontractuales en favor de la víctima y para el logro de un resarcimiento del daño lo más completo posible, y de la también doctrina jurisprudencial sobre el carácter restrictivo con el que ha de acogerse la prescripción. En su fundamentación se desarrollan larga y prolijamente las ideas básicas de la estructuración del motivo, a saber: que ante aquel concurso de responsabilidades, el órgano judicial debió escoger la que tutelaba mejor y más justamente el derecho de los actores por imperativo del artículo 24.1 de la Constitución, es decir, el artículo 1.964 del Código civil. La respuesta casacional a este motivo toma en consideración la doctrina establecida por esta Sala acerca de la yuxtaposición de responsabilidades y del tratamiento procesal unitario de la pretensión fundada en culpa. En efecto, la sentencia del Tribunal Supremo de 18 de febrero de 1997 no consideró ilógica, ni arbitraria, la interpretación que de la relación jurídica controvertida realizó la Sala de instancia, ni la calificación del negocio jurídico en supuestos de prestaciones de la Seguridad social en los siguientes términos: "en puridad dogmática el presente es un supuesto de responsabilidad contractual, pues se da el doble requisito para así configurarla, la existencia de relación jurídica preestablecida interpartes, sea propiamente contractual o análoga, como es la relación de derecho público similar a un contrato de Derecho privado, y la realización de un hecho dentro de la rigurosa órbita de lo pactado y como desarrol lo de un contenido negocial". Frente a la tesis del recurrente que mantenía que ninguna relación existía entre las partes, la sentencia admite la aplicación concurrente de las normas rectoras de ambas clases de responsabilidad e incluso de que el actor opte entre una y otra, con objeto de salvar la congruencia -así, sentencias del Tribunal Supremo de 18 de octubre de 1983, 19 de junio de 1984, 16 de diciembre de 1986, 7 de febrero de 1990 y 22 de febrero de 1991 y añade que en el caso presente se atiende a la libertad de elección ejercida por el sujeto destinatario de la libertad de la prestación del servicio dentro del marco legal de la obligada asistencia sanitaria, que incumbe a los centros concertados o no de la Seguridad Social, contrato que debe reputarse de adhesión por su contenido típico que viene determinado legal o reglamentariamente, en atención a la oferta pública que aquellos mantienen mas o menos restringida, dentro de sus posibilidades. Asimismo, expresa la meritada se ntencia que "en la actualidad, desde luego, la doctrina científica, constata la insatisfacción de la teoría clásica de la fuente de las obligaciones y la necesidad de ensayar nuevas fórmulas y tanteos. En este orden se consideran, a propósito de los diferentes negocios jurídicos creadores de relaciones obligatorias, los que no nacen de una expresa declaración de voluntad de las partes sino del comportamiento o de los hechos concluyentes de una de ellas, a los cuales el ordenamiento jurídico anuda el nacimiento de obligaciones. Se habla así de relaciones contractuales de hecho o derivadas de una conducta social típica. Y continua diciendo, mas particularmente, en lo que concierne, a los temas de culpa, que cuando un hecho dañoso es violación de una obligación contractual y, al mismo tiempo, del deber general de no dañar a otro, hay una yuxtaposición de responsabilidades (contractual y extracontractual) y da lugar a acciones que pueden ejercitarse alternativa y subsidiariamente, y optan do por una o por otra, o incluso proporcionando los hechos al juzgador para que éste aplique las normas en concurso (de ambas responsabilidades) que más se acomoden a aquellos, todo ello en favor de la víctima y para lograr un resarcimiento del daño lo más completo posible. Ya con anterioridad la sentencia del Tribunal Supremo de 29 de octubre de 1992, había expresado: "No cabe duda que la relación existente entre una persona afiliada a la Seguridad Social y el Centro Hospitalario que, integrado en la misma, le presta asistencia médica, viene configurada como propiamente contractual, no obstante los matices y las peculiaridades que le caracterizan, por lo que es aplicable a la misma el artículo 1.258 y demás concordantes del Código civil". Por todo ello debe acogerse el motivo, sin que proceda el examen de los demás, puesto que es necesario entrar en la instancia y en el fondo del asunto. Debemos entender y recoger la propia fundamentación del juez "a quo" y, en base a la doctrina jurisprudencial anteriormente citada desestimar en esta alzada la excepción invocada por entender aplicable el plazo prescriptivo de 15 años, no el de un año que se postula para entender aplicable la prescripción y no entrar en el fondo del asunto, excepción que, como mantenemos, queda desestimada.