El nido de cóndores

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 Olegario Víctor Andrade
 Olegario Víctor Andrade fue un poeta, periodista y político argentino de
origen brasileño. Wikipedia
 Fecha de nacimiento: 1839
Fecha de la muerte: 1882
Para la localidad argentina, véase Olegario Víctor Andrade (Misiones).
Olegario Víctor Andrade
Nombre
completo
Olegario Víctor Andrade
Nacimiento
6 de marzo de 1839
Alegrete, Rio Grande do
Sul, Brasil
Defunción
30 de octubre de 1882 (43 años)
Buenos Aires,Argentina
Ocupación
Poeta, periodista y político
Nacionalidad
Argentina
Descendencia Agustina Andrade
Olegario Víctor Andrade (n. Alegrete, Rio Grande del Sur, Brasil, 6 de
marzo de 1839 – † Buenos Aires, Argentina, 30 de octubrede 1882) fue
un poeta, periodista y político argentino de origen brasileño.
Era hijo de Mariano Andrade, santafesino, quien ejercía como juez de paz, y
Marta Burgos (entrerriana). A causa de diferencias políticas entre su padre y el
gobierno, deben abandonar la Argentina rumbo al Brasil, donde nace Olegario,
el mayor de tres hermanos. Poco después de haber nacido, regresan a la
Argentina, donde se afincan en Gualeguaychú, ciudad donde transcurriría toda
su infancia y juventud. Queda huérfano de padre y madre a muy temprana
edad (1847) y se hace cargo de sus dos hermanos menores, Wenceslao y
Úrsula.
Estudió en el Colegio de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, donde se mostró
dotado para la literatura y la polémica.
En 1848, a los nueve años de edad, Olegario despierta en la escuela la
atención del delegado de Urquiza, el coronel Rosendo María Fraga, por la
habilidad que poseía para la literatura. La impresión lo lleva a recomendarlo
vivamente ante el gobernador, quien dispondrá de inmediato velar por la
continuación de sus estudios.
Sería compañero en el Colegio del Uruguay de grandes figuras que llegarían a
destacarse en la vida política nacional: Onésimo Leguizamón, Julio Argentino
Roca, Victorino de la Plaza, Benjamín Basualdo y Eduardo Wilde entre otros.
Al terminar los estudios oficiales, se casa con la uruguaya María Eloísa
González Quiñones (1857), con quien tuvo cinco hijos:Agustina, considerada la
principal poetisa entrerriana del siglo XIX, Eloísa, Mariano, Olegario y Lelia.
Urquiza, entonces gobernador de la provincia, le ofreció viajar a Europa para
completar su formación, junto a Juan Bautista Alberdi, que era entonces
ministro de la Confederación Argentina. Andrade rechazó la oferta y se dedicó
al periodismo en Entre Ríos.
Desde 1859 se destacó por su pluma y a los 21 años fue nombrado secretario
personal del presidente de la Nación, Santiago Derqui. Por esa misma época
comenzó a redactar columnas apoyando la causa federal en El Pueblo
Entrerriano, de Gualeguaychú; en 1864 fundó su propio medio, El Porvenir, en
el que criticaba vehemente la política porteña y sobre todo la Guerra del
Paraguay. En 1866 publicó un inteligente folleto, titulado Las dos políticas:
consideraciones de actualidad, donde explicaba la divergencia entre los
intereses porteños y los del interior del país.
El presidente Bartolomé Mitre ordenó al año siguiente la clausura de El
Porvenir, lo que motivó a Andrade a mudarse a Buenos Aires para publicar
en El Pueblo Argentino. Colaboró con Carlos Guido y Spano y Agustín de
Vedia en la redacción de La América, en apoyo a la candidatura presidencial de
Urquiza. Dirigiría luego La Tribuna Nacional, además de enseñar historia
clásica en el Colegio Nacional de Buenos Aires. En 1878 fue electo diputado
nacional y reelecto tres años más tarde.
Fue poeta de cariz lírico y épico, aunque dio poco a la publicación. Las obras
épicas abordaron los mismos temas de la historia nacional que había tratado
como periodista. Posiblemente sus mejores versos podamos hallarlos en sus
obras El nido de cóndores y Prometeo.
Sus restos se encuentran en el cementerio de la Recoleta, y un busto suyo se
encuentra en el Jardín de los Poetas de El Rosedal de Buenos Aires.
Obras
El nido de cóndores (1881) (En la negra tiniebla se destaca)

El arpa perdida

Prometeo

Atlántida

San Martín (1878) (No nacen los torrentes)
Ensayos
Las dos políticas (1886)
Enlaces externos[editar · editar código]
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Víctor Andrade.
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Andrade.
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Biografía. Ministerio de Educación y Cultura de la Argentina
El nido de cóndores
El nido de cóndores
de OLEGARIO VÍCTOR ANDRADE
I
En la negra tiniebla se destaca,
como un brazo extendido hacia el vacío
para imponer silencio a sus rumores,
un peñasco sombrío.
Blanca venda de nieve lo circunda,
de nieve que gotea
como la negra sangre de una herida,
abierta en la pelea.
¡Todo es silencio en torno! Hasta las nubes
van pasando, calladas,
como tropas de espectros, que dispersan
las ráfagas heladas.
¡Todo es silencio en torno! Pero hay algo
en el peñasco mismo,
que se mueve y palpita cual si fuera
el corazón enfermo del abismo.
Es un nido de cóndores, colgado
de su cuello gigante,
que el viento de las cumbres balancea
como un pendón flotante.
Es un nido de cóndores andinos
en cuyo negro seno
parece que fermentan las borrascas,
y que dormita el trueno.
Aquella negra masa se estremece
con inquietud extraña:
¡Es que sueña con algo que lo agita
el viejo morador de la montaña!
No sueña con el valle ni la sierra
de encantadoras galas;
ni menos con la espuma del torrente
que humedeció sus alas.
No sueña con el pico inaccesible
que en la noche se inflama
despeñando por riscos y quebradas
sus témpanos de llama.
No sueña con la nube voladora
que pasó en la mañana
arrastrando en los campos del espacio
su túnica de grana.
Muchas nubes pasaron a su vista,
holló muchos volcanes;
su plumaje mojaron y rizaron
torrentes y huracanes.
Es algo más querido lo que causa
su agitación extraña:
¡Un recuerdo que bulle en la cabeza
del viejo morador de la montaña!
En la tarde anterior, cuando volvía,
vencedor inclemente,
trayendo los despojos palpitantes
en la garra potente,
bajaban dos viajeros presurosos
la rápida ladera;
un niño y un anciano de alta talla
y blanca cabellera.
Hablaban en voz alta, y el anciano,
con acento vibrante,
"¡Vendrá, exclamaba, el héroe predilecto
de esta cumbre gigante!".
El cóndor, al oírlo, batió el vuelo;
lanzó ronco graznido,
y fue a posar el ala fatigada
sobre el desierto nido.
Inquieto, tembloroso, como herido
de fúnebre congoja,
pasó la noche, y sorprendiólo el alba
con su pupila roja.
II
Enjambres de recuerdos punzadores
pasaban en tropel por su memoria,
recuerdos de otros tiempos de esplendores,
de otros tiempos de glorias,
en que era breve espacio a su ardimiento
la anchurosa región del vago viento.
Blanco el cuello y el ala reluciente,
iba en pos de la niebla fugitiva,
dando caza a las nubes en oriente;
o con mirada altiva
en la garra pujante se apoyaba
cual se apoya un titán sobre su clava.
Una mañana, ¡inolvidable día!,
ya iba a soltar el vuelo soberano
para surcar la inmensidad sombría,
y descender al llano
a celebrar con ansia convulsiva
su sangriento festín de carne viva,
cuando sintió un rumor nunca escuchado
en las hondas gargantas de occidente:
el rumor del torrente desatado,
la cólera rugiente
del volcán que, en horrible paroxismo,
se revuelca en el fondo del abismo.
Choque de armas y cánticos de guerra
resonaron después. Relincho agudo
lanzó el corcel de la argentina tierra
desde el peñasco mudo,
y vibraron los bélicos clarines,
del Ande gigantesco en los confines.
Crecida muchedumbre se agolpaba,
cual las ondas del mar en sus linderos;
infantes y jinetes avanzaban,
desnudos los aceros,
y, atónita al sentirlos, la montaña
bajó la frente y desgarró su entraña.
¿Dónde van? ¿Dónde van? Dios los empuja,
amor de Patria y libertad los guía:
¡donde más fuerte la tormenta ruja,
donde la onda bravía
más ruda azote el piélago profundo,
van a morir o libertar un mundo!
III
Pensativo, a su frente, cual si fuera
en muda discusión con el destino,
iba el héroe inmortal que en la ribera
del gran río argentino
al león hispano asió de la melena
y lo arrastró por la sangrienta arena.
El cóndor lo miró, voló del Ande
a la cresta más alta, repitiendo
con estridente grito: "¡Este es el grande!".
Y San Martín, oyendo,
cual si fuera el presagio de la historia,
Dijo a su vez: "¡Mirad! ¡Esa es mi gloria!".
IV
Siempre batiendo el ala silbadora,
cabalgando en las nubes y en los vientos,
lo halló la noche y sorprendió la aurora;
y a sus roncos acentos,
tembló de espanto el español sereno
en los umbrales del hogar ajeno.
Un día... se detuvo; había sentido
el estridor de la feroz pelea;
viento de tempestad llevó a su oído
rugidos de marea;
y descendió a la cumbre de una sierra,
la corva garra abierta, en son de guerra.
¡Porfiada era la lid! Por las laderas
bajaban los bizarros batallones,
y penachos, espadas y cimeras,
cureñas y cañones,
como heridos de un vértigo tremendo,
¡en la cima fatal iban cayendo!
¡Porfiada era la lid! En la humareda
la enseña de los libres ondeaba,
acariciada por la brisa leda
que sus pliegues hinchaba:
y al fin entre relámpagos de gloria,
¡vino a alzarla en sus brazos la victoria!
Lanzó el cóndor un grito de alegría,
grito inmenso de júbilo salvaje;
y, desplegando en la extensión vacía
su vistoso plumaje,
fue esparciendo por sierras y por llanos
jirones de estandartes castellanos.
V
Desde entonces, jinete del vacío,
cabalgando en nublados y huracanes
en la cumbre, en el páramo sombrío,
tras hielos y volcanes,
fue siguiendo los vívidos fulgores
de la bandera azul de sus amores.
La vio al borde del mar, que se empinaba
para verla pasar, y que en la lira
del bronce de sus olas entonaba,
como un grito de ira,
el himno con que rompen las cadenas
de su cárcel de rocas y de arenas.
La vio en Maipú, en Junín y hasta en aquella
noche de maldición, noche de duelo,
en que desapareció como una estrella
tras las nubes del cielo;
¡y al compás de sus lúgubres graznidos
fue sembrando el espanto en los dormidos!
¡Siempre tras ella, siempre!, hasta que un día
la luz de un nuevo sol alumbró al mundo,
el sol de libertad que aparecía
tras nublado profundo,
y envuelto en su magnífica vislumbre,
¡tornó soberbio a la nativa cumbre!
VI
¡Cuántos recuerdos despertó el viajero,
en el calvo señor de la montaña!
Por eso se agitaba entre su nido
con inquietud extraña;
y, al beso de la luz del sol naciente,
volvió otra vez a sacudir las alas
y a perderse en las nubes del oriente!
¿A dónde va? ¿Qué vértigo lo lleva?
¿Qué engañosa ilusión nubla sus ojos?
Va a esperar del Atlántico en la orilla,
los sagrados despojos
de aquél gran vencedor de vencedores,
a cuyo solo nombre se postraban
tiranos y opresores.
Va a posarse en la cresta de una roca,
batida por las ondas y los vientos,
¡Allá donde se queja la ribera
con amargo lamento
porque sintió pasar planta extranjera
y no sintió tronar el escarmiento!
¡Y allá estará! Cuando la nave asome
portadora del héroe y de la gloria.
Cuando el mar patagón alce a su paso
los himnos de victoria,
volverá a saludarlo, como un día
en la cumbre del Ande,
para decir al mundo: ¡Éste es el grande!
ANTOLOGÍA
OLEGARIO VÍCTOR ANDRADE
BIOGRAFÍA
Modificado el:
10/03/2012
Olegario V. Andrade nació el 6 de marzo de 1839. Aunque existen
discrepancias sobre el lugar donde se produjo el mismo, el acta de su
nacimiento (1) y otros datos coinciden en que nació en Alegrete, Departamento
de Río Grande del Sur, Brasil.
Sus padres fueron Mariano de Andrade, santafecino, quien ejercía como juez
de paz, y Marta Burgos, entrerriana. A causa de diferencias políticas entre su
padre y el gobierno, deben abandonar la Argentina rumbo al Brasil, donde nace
él, el mayor de tres hermanos. Poco después de haber nacido, regresan a la
Argentina, donde se afincan en Gualeguaychú, ciudad donde transcurriría toda
su infancia y juventud. A la edad de ocho años queda huérfano de padre y
madre y se hace cargo de sus dos hermanos menores, Wenceslao y Ursula,
siguiendo igualmente con sus estudios.
Estudió en el Colegio del Uruguay, de Concepción del Uruguay, Entre Ríos,
donde se mostró dotado para la literatura y la polémica.
En 1848, a los nueve años de edad, Olegario despierta en la escuela la
atención del delegado de Urquiza, el coronel Rosendo María Fraga, por la
habilidad que poseía para la literatura. La impresión lo lleva a recomendarlo
vivamente ante el gobernador, quien dispondrá de inmediato velar por la
continuación de sus estudios.
Sería compañero en el Colegio del Uruguay de grandes figuras que llegarían a
destacarse en la vida política nacional: Onésimo Leguizamón, Julio Argentino
Roca, Victorino de la Plaza, Benjamín Basualdo y Eduardo Wilde entre otros.
Cuando Buenos Aires se separa de la Confederación, en aquel nefasto golpe
porteño y oligárquico del 11 de septiembre de 1852, Andrade denuncia en un
poema titulado “Once de septiembre”, el carácter reaccionario y antipopular del
golpe.
En 1857, al terminar los estudios oficiales, se casa con María Eloísa González
Quiñones, uruguaya, nacida en Carmelo, con quien tuvo cinco hijos: Agustina,
Eloísa, Mariano, Olegario y Lelia. Agustina es considerada la principal poetisa
entrerriana del siglo XIX.
Al dejar sus estudios se dedicó enteramente al periodismo. Se trasladó a
Buenos Aires y colaboró en el periódico “La Reforma Pacífica”. Luego regresó
a Entre Ríos, donde continuó ejerciendo el periodismo.
Justo José de Urquiza, entonces gobernador de la provincia, le ofreció viajar a
Europa para completar su formación, junto a Juan Bautista Alberdi, que era
entonces ministro de la Confederación Argentina. Andrade rechazó la oferta y
siguió dedicándose al periodismo en Entre Ríos. Trabajó en varios periódicos,
como “El Mercantil” y “El Paraná”.
Además de periodista, Andrade se desempeñó como diputado provincial en
Santa Fe en 1859, luego sufrió una persecución política que lo terminó
destituyendo como legislador provincial.
Desde 1859 se destacó por su pluma y a los 21 años fue nombrado su
secretario personal por Santiago Derqui, presidente de la Nación. Por esa
misma época comenzó a redactar columnas apoyando la causa federal en “El
pueblo entrerriano”, de Gualeguaychú; en 1864 fundó su propio medio, “El
porvenir”, en el que criticaba vehemente la política porteña y sobre todo la
Guerra del Paraguay. En 1866 publicó un inteligente folleto, titulado “Las dos
políticas: consideraciones de actualidad”, donde explicaba la divergencia entre
los intereses porteños y los del interior del país.
Bartolomé Mitre ordenó al año siguiente la clausura de “El porvenir”, lo que
motivó a Andrade a mudarse a Buenos Aires para publicar en “El pueblo
argentino”. Colaboró con Carlos Guido y Spano y Agustín de Vedia en la
redacción de “La América”, en apoyo a la candidatura presidencial de Urquiza
(2). Dirigiría luego “La tribuna nacional”, además de enseñar historia clásica en
el Colegio Nacional Buenos Aires. En 1878 fue electo diputado nacional y
reelecto tres años más tarde.
Su extensa y, a la vez, discontinua trayectoria, lo llevó por algunas coyunturas
políticas y económicas adversas, pero dejó testimonio periodístico y literario de
su gran espíritu federal, de su oposición a la política de Mitre y de su
mordacidad contra Sarmiento. Se opuso explícitamente a la guerra contra el
Paraguay y a la política de la Triple Alianza. Su beligerancia política fue
declinando, especialmente cuando el presidente Sarmiento lo designó
administrador de la Aduana de Concordia. El aceptó, fundamentalmente,
debido a sus penurias económicas. En 1872 el gobierno decretó su
exoneración y, víctima de calumnias, fue procesado bajo el cargo de
administración fraudulenta. Fue absuelto pero pasó algunos años relegado y
triste. Años después, Andrade se incorporó a la política en Buenos Aires: se
trasladó allí de la mano de Avellaneda, a través del Partido Autonomista.
Ocupó diferentes cargos en funciones diplomáticas en Paraguay y en Brasil.
Accedió en 1878 a una diputación nacional por el Partido Autonomista, sin
dejar de lado sus talentos literarios y poéticos. Su obra “El nido de cóndores” lo
llevó a la cima de su carrera como poeta y adquirió renombre a nivel nacional.
Este poema fue leído en el antiguo Teatro Colón el 25 de mayo de 1877. Ya
en esas fechas su fama como poeta era incuestionable. No obstante, su
“Atlántida. Canto al porvenir de la Raza Latina en América”, leída el 12 de
octubre de 1881, fue su última llamarada poética. En abril de 1882 vio morir a
su hija Lelia y eso lo apagó para siempre.
Fue poeta de cariz lírico y épico, aunque dio poco a la publicación. Las obras
épicas abordaron los mismos temas de la historia nacional que había tratado
como periodista.
Falleció en Buenos Aires el 30 de octubre de 1882, a causa de un ataque
cerebral. Su sepelio fue una muestra del reconocimiento general a su obra.
Habló el presidente de ese momento, Julio A. Roca, y recitaron sus
composiciones poéticas personalidades del mundo de las letras. Sus restos se
encuentran en el Cementerio de la Recoleta, y un busto suyo se halla en el
Jardín de los Poetas de El Rosedal de Buenos Aires.
Existe una localidad en la provincia de Misiones que lleva su nombre y en la
ciudad de Rosario se encuentra el Club Atlético Olegario Victor Andrade,
ubicado en la calle que lleva el mismo nombre del poeta.
Por disposición de la Cámara de Diputados de la Nación, sus poesías fueron
compiladas bajo el título de “Las Obras Poéticas de Olegario Víctor Andrade”.
El libro apareció por primera vez en 1887.
“No
ni
tu
dejará
morirá
de
grito
tu
resonar
de
un
nombre
día
batalla
¡mientras haya en los Andes
y un cóndor en su cúspide bravía!”
una
roca
(“San Martín” (3), de Olegario V. Andrade )
Referencias
(1) Acta o fe de bautismo. Transcribimos en su idioma original, el portugués,
un documento que algunos autores se han resistido a aceptar como evidencia,
fundándose en que la fe de bautismo no prueba irrefutablemente el lugar de
nacimiento. Omiten o ignoran que en la partida de casamiento de Andrade,
celebrado en Gualeguaychú el 23 de mayo de 1857, se consigna; “natural de
Alegrete, Brasil…”
“Olegario. Aos tres días do mez da abril de mil oitocentos treinta y nove, nésta
Matriz de Nossa Senhora da Conceicao, Apparecida da villa do Alegrete,
Baptisei soemnemente o innocente Olegario, nascido a seis de Marco proximo
passado, filho legitimo de Mariano de Andrade e de Martha Burgos, ambos
hespanhoes. Foram padrinhos Marcello Alvarez e Michaela Dolores Moreira.
Para constar fiz este assento que assignei o parocho Jannuario Francisco
Angeles de Souza”. En español: “A los 3 días del mes de abril de 1839, en
esta Matriz de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, de la Villa del
Alegrete, bauticé solemnemente al inocente Olegario, nacido el 6 de marzo
próximo pasado, hijo legítimo de Mariano de Andrade y de Martha Burgos,
ambos españoles. Fueron padrinos Marcelo Álvarez y Micaela Dolores Moreira.
Para constar hice este registro que firmé: El “parocho” Jannuario Francisco
Ángeles de Souza”.
(2) Sus artículos publicados entre 1863 y 1868 son casi desconocidos. Se
reeditaron sólo en 1919, en un libro ya agotado titulado “Artículos HistóricosPolíticos””, de Olegario Andrade. Allí ratifica su federalismo provinciano, su
antimitrismo consecuente, que mantendrá hasta el fin de sus días, su
esperanza en que Urquiza pueda acaudillar el interior -la misma de El Chacho y
de Felipe Varela- así como también su desconfianza y decepción frente a Don
Justo cuyos intereses lo llevan una y otra vez a la conciliación.
(3) Esta hermosa poesía la dedica a enaltecer la gloria del libertador José de
San Martín, escrita en ocasión de la llegada a la Patria de los restos del héroe,
muerto en Francia.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Mateo, Juan Manuel – Conmemoraciones – Ed. Kapeluz, Buenos Aires (1945).
Obras Poéticas de Olegario Victor Andrade – Ed. Sopena, Buenos Aires
(1942).
Santillán, Diego Abad – Historia Argentina – Ed. Tea, Buenos Aires
Sulé, Jorge Oscar – Olegario V. Andrade. Legislador, periodista y poeta.
Tomado
de:
www.revisionistas.com.ar
también: http://www.discepolo.org.ar
-
Casa donde vivió O. V. Andrade en Gualeguachú, hoy museo.
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