INTRODUCCIÓN •

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• INTRODUCCIÓN
Parece lógico que la evolución de las especies guarde relación directa con los hábitos de vida de los
individuos que las componen. Si nuestros antepasados vivían en los árboles y se desplazaban por ellos, sería
natural que se entrenasen durante la vida en saltar y trepar. Así se producirían alteraciones en su constitución
física que sus hijos heredarían, y que éstos ampliarían y transmitirían, mejoradas, a la siguiente generación. Si
un día unos monos adoptaron la costumbre de bajar de los árboles y caminar en el suelo sobre sus piernas, el
ejercicio de esta actividad facilitaría las cosas a sus vástagos, que de continuar con esa nueva forma de
locomoción irían modificando por el uso, generación tras generación, las estructuras anatómicas necesarias
para la bipedestación.
De este modo entendía la evolución a principios del siglo XIX Jean−Baptiste de Lamarck (1744−1829), y en
el núcleo de su teoría se encerraba el principio de que las transformaciones producidas en los individuos
durante la vida por el uso y desuso de los órganos y estructuras se transmiten a los hijos. En su más célebre
ejemplo, las jirafas habrían adquirido sus largos cuellos después de estirarlos durante generaciones para
alcanzar las hojas de los árboles.
La alternativa a Lamarck dentro del campo evolucionista vino años después de la mano de Charles Darwin
(1809−1882) y Alfred Russell Wallace (1823−1913). Según estos científicos los individuos no representan un
papel activo en la evolución. Como los recursos del medio son limitados, sólo unos pocos de los nacidos
llegarán a reproducirse. Dado que todos los individuos de una especie son genéticamente diferentes (excepto
los gemelos univitelinos, que proceden del mismo óvulo fecundado), en la competencia que se establece unos
se verán favorecidos y otros perjudicados por sus genes, y de este modo se produce una selección.
Al final de su vida, cuando en 1876 Charles Darwin escribía una sucinta autobiografía para sus hijos, seguía
asombrándose de cómo innumerables organismos de todo tipo estaban tan maravillosamente adaptados a sus
hábitos de vida (hoy decimos a su nicho ecológico), y citaba a modo de ejemplos las adaptaciones del pájaro
carpintero para subir por los árboles, o las de las semillas dotadas de plumas en forma de paracaídas para
dispersarse por el viento o provistas de ganchos para quedar prendidas en el pelaje de los animales. La
explicación no estaba en la voluntad de los organismos, sino en la selección natural que, en palabras de
Darwin, preserva las variaciones favorables y destruye las desfavorables.
• LOS PRIMATES
• Clasificación
Estrepsirrinos
PRIMATES Tarseros
Haplorrinos Catarrinos (incluye nuestra especie: hominoideos)
Platirrinos
La principal división de los primates en dos grandes grupos llamados estrepsirrinos (Strepsirhini) y
haplorrinos (Haplorhini) se basa en algo tan simple como la forma de la nariz y del labio superior.
Como en los demás mamíferos, en los estrepsirrinos los orificios nasales externos o narinas están
rodeados por un área de piel desnuda y húmeda que se denomina rinario, continuada por debajo en un
labio dividido en dos en su línea media, por donde se fija a las encías por una membrana. Para
entender mejor esta morfología el lector puede mirar al perro o gato más próximo. Tal disposición del
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hocico limita enormemente la expresión de las emociones por medio de la mímica facial. En los
haplorrinos, no existe esa piel desnuda alrededor de las narinas, y el labio superior es continuo y
móvil. La fusión del labio superior facilita una mayor expresividad facial que es una característica de
los primates haplorrinos.
En el grupo de los estrepsirrinos se encuadran los lémures, los indris y el aye−aye (o lémures en
sentido amplio), que evolucionaron y se diversificaron en condiciones de aislamiento en la isla de
Madagascar (frente a la costa oriental de África). También se cuentan dentro de los estrepsirrinos los
loris asiáticos, y los gálagos y potos africanos (grupo de los loris en sentido amplio).
Los haplorrinos se dividen en tres grupos. Uno de ellos es el de los tarseros (Tarsiiformes), unos
pequeños primates de Filipinas, Borneo, Sumatra y otras islas del Sudeste asiático, con ojos enormes,
cola larguísima y extremidades posteriores muy alargadas como adaptación al salto. Los otros dos
grupos de haplorrinos son los catarrinos (Catarrhini), entre los que se encuentra nuestra especie, y los
monos americanos, llamados platirrinos (Platyrrhini).
◊ Características de los simios
Catarrinos y platirrinos suelen agruparse bajo una denominación común que se usa más o menos
informalmente, la de simios o antropoideos (técnicamente Anthropoidea). Los simios también
presentan una posición completamente frontal de los ojos, que permite un amplio campo de visión
estereoscópica o visión en tres dimensiones, para lo que es preciso que se solapen los campos visuales
de los dos ojos. Este tipo de visión permite cálculos muy precisos de distancias a objetos, bien sean
éstos ramas o presas. Los simios tienen un cerebro grande, aunque parece que platirrinos y catarrinos
lo han desarrollado (evolutivamente) por separado. Los lóbulos olfativos de estos cerebros están muy
reducidos. Los simios nos representamos el mundo básicamente en imágenes, y no en olores.
Los platirrinos tienen el mismo número de dientes que los primeros primates, excepto en el caso de
los titíes y tamarinos (Callitrichinae), un grupo que ha perdido el último molar. En cambio, los
catarrinos hemos perdido un premolar, aunque a muchos de nuestros lectores no les saldrá nunca la
última muela, la del juicio. Esta ausencia del tercer molar en la dentadura del adulto es una expresión
de la reducción del aparato dental y masticador que ha experimentado el Homo sapiens, nuestra
especie.
Dentro de los catarrinos, nuestra especie se clasifica entre los hominoideos, mientras los llamados
monos del Viejo Mundo forman el subgrupo de los cercopitecoideos, que incluye a los macacos,
papiones, mandriles, guenones, colobos, langures, etc. Además de nosotros se incluyen también entre
los hominoideos una serie de primates llamados en inglés apes, en castellano «simios antropomorfos»
o «monos antropomorfos», y a veces también antropomorfos a secas o antropoides. Son, ordenados
según el grado de parentesco con los humanos, las dos especies de chimpancés (nuestros parientes
más próximos), el gorila, el orangután y las diversas especies de gibones, que son los antropomorfos
más alejados de nosotros en cuanto a su evolución.
• EL ORIGEN DE LA HUMANIDAD
Según los estudios de los biólogos moleculares, nuestro linaje se separó de la línea de los chimpancés
hace entre 4,5 y 7 millones de años; es decir, aproximadamente la misma época en la que el descenso
progresivo de los niveles de dióxido de carbono atmosférico empezaba a hacer sentir sus efectos sobre
los ecosistemas africanos. Esta coincidencia hace muy tentadora la hipótesis de un origen de los
homínidos directamente ligado al cambio ecológico y la expansión de los medios abiertos, a los que
se habrían adaptado desde el principio. Sin embargo, hoy parece que los más antiguos representantes
de nuestro grupo eran tan habitantes del bosque húmedo como lo son los chimpancés en la actualidad,
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y que la progresiva adaptación a medios más secos y menos densamente poblados se produjo más
tarde.
◊ Primeros homínidos
⋅ Ardipithecus ramidus
Se trata de formas muy primitivas de homínidos, con una antigüedad en torno a los 4,4 m.a.. Muestran
rasgos tan primitivos, en particular su dentición, que se intuye que no pueden estar muy lejos de la
división entre las líneas de chimpancés y humanos. Al parecer habitaba un medio forestal. Sus dientes
presentan un esmalte fino, como el de los chimpancés, que se alimentan de frutos, hojas, tallos
tiernos, brotes y otros productos vegetales blandos. Se ha sugerido que estos primeros homínidos eran
bípedos y caminaban como nosotros, pero falta demostrarlo con la evidencia de los huesos de la
cadera y de las piernas, que aún no se han analizado.
Antigüedad
Alimentación
Hábitat
4,4 m.a.
Vegetales blandos
Medio forestal
⋅ Australopithecus anamensis
Se encontraron en los alrededores del lago Turkana (Kenia), fósiles de homínidos con una antigüedad
en torno a los 4 m.a., creando con ellos una especie llamada Australopithecus anamensis. Presentan
una dentición con esmalte grueso en los molares. Los fósiles sugieren un ambiente forestal abierto, o
una sabana más o menos arbolada y con cursos de agua. Se ha encontrado una tibia que permite
afirmar que eran bípedos.
Antigüedad
Alimentación
Hábitat
4 m.a.
Vegetales duros
Sabana arbolada
⋅ Australopithecus afarensis
Del siguiente millón de años, se han encontrado fósiles de esta especie en el área de Hadar (Etiopía) y
en Laetoli (Tanzania). Parece haber vivido tanto en un bosque más bien seco como en un paisaje de
sabana fresca con bosques a lo largo de los cursos fluviales, es decir, un hábitat intermedio. Existe un
gran dimorfismo sexual dentro de la especie, tanto que a veces se han llegado a considerar especies
diferentes.
Antigüedad
Hábitat
3−4 m.a.
Intermedio, entre
bosque seco y sabana
fresca
⋅ Australopithecus bahrelghazali
Se imagina que vivían en una gran variedad de medios, entre ellos, bosques galería con animales
parecidos a los jabalíes actuales, sabanas arboladas con elefantes, y praderas de gramíneas donde
pastarían los rinocerontes. Los fósiles encontrados indican una mandíbula con premolares de tres
raíces y ensanchados. Esta especie coexistió con la anterior .
Antigüedad
Hábitat
3−4 m.a.
Muy variado
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Australopithecus africanus
Este australopiteco vivió en África hace entre 3 y 2 m.a.. El tipo de medio ambiente del que proceden
se interpreta como forestal, aunque no de tipo húmedo, sino más bien un bosque o matorral seco con
espacios abiertos.
Antigüedad
Hábitat
2−3 m.a.
Medio forestal seco
◊ Rasgos distintivos de nuestra especie
Los rasgos distintivos de nuestra especie son un cerebro muy desarrollado en volumen, una capacidad
única para fabricar instrumentos variados en muy diversos materiales, un lenguaje articulado, una
infancia prolongada aprendizaje, y un modo de caminar bípedo (así como una sexualidad muy
original). Las características de gran volumen cerebral, desarrollo lento y capacidad para utilizar o
adaptar objetos naturales como instrumentos también se encuentran en nuestros más próximos
parientes los chimpancés, gorilas y orangutanes. Por supuesto que en un grado muy inferior de
desarrollo, pero comparativamente mayor que en los demás animales. Estos rasgos, más la capacidad
para el lenguaje, pueden agruparse bajo la etiqueta de algo que entendemos de manera intuitiva, pero
es imposible de definir o medir, y llamamos inteligencia o psiquismo. La locomoción es otra cosa, y
desde Darwin la Ciencia se pregunta si la expansión del psiquismo precedió a la postura erguida, si
fue al revés, o si ambas evolucionaron a la vez. Que es lo mismo que preguntarse cuál fue el impulso
inicial de nuestra historia evolutiva o, en otras palabras, qué nos hizo humanos.
⋅ Bipedismo
Sólo los humanos somos capaces de dar pasos firmes, sin grandes movimientos de tronco, y largas
zancadas al andar, extendiendo las piernas muy por detrás de la cadera; los demás mamíferos dan sólo
vacilantes pasitos, con grandes oscilaciones del tronco.
La razón de una diferencia tan importante se encuentra, en parte, en la cadera. Cuando estamos
parados de pie, el cuerpo se mantiene estable y la cadera horizontal. Sin embargo, en el momento en
que adelantamos una pierna para dar una zancada, el peso del cuerpo hace que la cadera tienda a
inclinarse sobre el lado no apoyado del cuerpo, amenazando con la caída del caminante. Pero esto no
sucede porque el hombre tiene unos músculos llamados abductores que estabilizan la cadera e
impiden que se venza demasiado.
En cambio, los chimpancés, por ejemplo, carecen de mecanismo estabilizador de la cadera, y para
evitar la caída lateral tienen que hacer grandes desplazamientos de todo el tronco hacia el lado de
apoyo, con lo que su andar es muy oscilante y poco práctico.
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El desarrollo de estos músculos que se contraen para sostener la cadera inició del bipedismo, un rasgo
distintivo de la especie humana.
◊ Parántropos y Homos
Un cambio climático ecológico pudo haber influido de forma decisiva en la historia evolutiva de los
homínidos, contribuyendo a la desaparición del Australopithecus africanus y propiciando la selección
de nuevas formas adaptadas a la explotación de medios abiertos: los primeros representantes de los
géneros Paranthropus (parántropos) y Homo (humanos).
Los parántropos se dividen en tres especies: Paranthropus aethiopicus, Paranthropus boisei y
Paranthropus robustus. Dentro de estas tres especies, existe una gradación progresiva en la
especialización del aparato masticatorio.
El término Homo fue empleado por Linneo en 1758 para nombrar el género al que pertenece nuestra
propia especie.
• LOS PRIMEROS HUMANOS
♦ Homo habilis
Se caracteriza por presentar un cerebro algo mayor que el de
los australopitecos y parántropos, pero menor que el Homo rudolfensis, junto a una
arquitectura general del cráneo muy primitiva. Una menor longitud y desarrollo del aparato
masticador, menor tamaño de las muelas y la presencia de un toro supraorbital separado del
resto del hueso frontal por un leve surco, le distingue del resto de las especies de Homo.
Abarca un lapso temporal comprendido entre hace 1,8 y 1,6 m.a.
⋅ Homo rudolfensis
Está datada entre unos 1,9 y 1,6 m.a. Se distingue por la combinación única de un cerebro
grande junto a un aparato masticador desarrollado y parecido al de los parántropos.
⋅ Homo ergaster
Se distingue de las especies precedentes de Homo por un claro aumento en el tamaño del
cerebro, la presencia de un toro supraorbital independizado del resto del hueso frontal por un
surco bien marcado, la disposición de los huesos nasales que provoca que la nariz destaque en
el perfil de la cara, el acortamiento del esqueleto facial y la reducción en el tamaño relativo de
los molares. Cubren un lapso temporal entre 1,8 y 1,4 m.a. Se supone que alcanzarían una
altura superior a 1,80 m y la proporción entre sus miembros es parecida a la de humanos
posteriores.
⋅ Homo erectus
En cuanto a la arquitectura general son muy parecidos al Homo ergaster. Sus capacidad
craneal se estima entre 800 cc y 950 cc. La diferencia estriba en unas paredes craneales más
robustas, un toro supraorbital recto y muy desarrollado que forma una auténtica visera, y la
aparición del toro occipital.
⋅ Homo antecessor
Los únicos fósiles encontrados de esta especie se hallaron en un yacimiento español, en la
Sierra de Atapuerca (Burgos). Los fósiles encontrados son pocos, pero tienen una antigüedad
de 800.000 años. Se observan rasgos primitivos en la dentición y otras partes del esqueleto,
más arcaicos que los de otras especies europeas posteriores, por lo que constituyen una
especie diferente. Es el último antepasado común entre neandertales y humanos modernos. En
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Europa evolucionó hacia los neandertales y en África hacia el Homo rodhesiensis.
⋅ Homo heidelbergensis
Vivieron hace entre 780.000 y 127.000 años. Poseen una morfología más típicamente
neandertal, con un toro supraorbital deprimido en su parte central y una amplia fosa
suprainíaca. La capacidad craneal varía entre 1.000 y 1.400 cc, superior al promedio de los
humanos modernos.
⋅ Homo neanderthalensis
Los neandertales surgieron en el seno de las poblaciones europeas hace 230.000 años y
desaparecieron hace unos 35.000. Aunque originarios de Europa, los neandertales salieron de
nuestro continente para poblar Asia central y el Oriente Próximo. Esta época fue entre hace
unos 127.000 y 40.000 años.
Todo hace pensar que la capacidad craneal media neandertal era superior a la humana actual.
Producían instrumentos de piedra con filos, conocían el fuego, lloraban a sus muertos y los
trataban con respeto.
¿Los neandertales podían hablar? Por una parte, es probable que la laringe ya hubiera
descendido, creando así un tubo vertical para modular los sonidos. Los neandertales
producirían sonidos muy variados, pero no exactamente como los nuestros.
Los neandertales ibéricos vivían en bosque perenne de encina y alcornoque, sin fauna ártica
ni bisontes. Cuando una ola de frío se extendió por toda Europa y llegó hasta los últimos
confines de Iberia, alteró los ecosistemas mediterráneos y atlántico donde éstos vivían, y
destruyó el mundo de los últimos neandertales ibéricos.
Los neandertales son el resultado de un largo proceso de evolución independiente de la
nuestra, a partir de un antepasado común. Como resultado de esa evolución separada y
divergente, neandertales y humanos modernos somos diferentes en un grado mucho mayor
que las diversas poblaciones actuales entre sí.
Los neandertales europeos llegaron a fabricar unos instrumentos similares a los de los
humanos modernos. Esto quiere decir que eran inteligentes, entre otras razones porque los
antepasados comunes entre neandertales y humanos modernos (Homo antecessor) también lo
eran. Intercambiaban información, producían el mismo tipo de utensilios y compartían la
tecnología del fuego.
Los neandertales eran muy blancos y los cromañones no tanto. Los neandertales tenían un
bien desarrollado toro supraorbital, la frente bastante más aplanada, el neurocráneo o calvaria
era muy alargado, con un occipital proyectado hacia atrás, la abertura nasal estaba situada en
una posición anterior con respecto de los lados de la cara, los huesos nasales se disponían casi
horizontales y no tenían barbilla o mentón.
♦ LOS HUMANOS MODERNOS
◊ Homo rodhesiensis
Aparecieron hace unos 32.000 años. Tenían caras gráciles y parecidas a las nuestras,
grandes volúmenes cerebrales (superiores a 1.350 c.c.) y neurocráneos que ya habían
perdido la robustez y mostraban formas redondeadas, pero aún no se había
transformado en un neurocráneo más bien bajo y de frente aplanada, globoso,
enrollado sobre sí mismo, casi esférico, de bóveda alta y frente vertical como el
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nuestro.
• Homo sapiens
El Homo sapiens entró en Europa hace unos 40.000 años. Pero la diferenciación de la
humanidad actual se había producido antes, entre hace 300.000 y 200.000 años.
Tenían un neurocráneo que tendía a la forma esférica e introdujo la barbilla, una
novedad con respecto a sus antepasados.
◊ LOS PRIMEROS EUROPEOS
Es seguro que los últimos neandertales habitaban todavía el sur de Europa cuando los
humanos modernos ya pintaban rinocerontes, leones y bisontes en las paredes de las
cuevas y 10.000 años más tarde de que los primeros humanos modernos se instalaran
en la península Ibérica. Durante miles de años unos y otros debieron repartirse el
mapa de Europa formando un mosaico de poblaciones entremezcladas. Hace unos
40.000 años ya había humanos modernos en Cataluña y Cantabria, y miles de años
después aún sobrevivían neandertales al norte de los Pirineos. Es posible imaginar
que las bolsas de población neandertal irían poco a poco reduciéndose hasta
desaparecer la última de ellas.
• Atapuerca
La Sierra de Atapuerca se encuentra en la esquina nororiental de la cuenca del Duero,
una estratégica situación geográfica. La erosión de la caliza dio lugar a entradas a las
cuevas. Hay tres yacimientos importantes: la Gran Dolina, la Galería y la Sima de los
Huesos. Hay en ellos fósiles de cerca de 1.000.000 hasta más o menos 250.000 años.
La Gran Dolina ofrece una secuencia estratigráfica de 18 m de altura, con 11 niveles
numerados desde abajo hacia arriba. Después de muchos estudios y comparaciones,
los investigadores de este yacimiento crearon la especie Homo Antecessor. Se
observan rasgos primitivos en la dentición y otras partes del esqueleto, lógico dado
que tienen unos 800.000 años de antigüedad.
La Sima de los Huesos constituye al mayor yacimiento de fósiles humanos jamás
descubierto; los huesos son todos de carnívoros o humanos, entre ellos uno de los
antepasados del enorme oso de las cavernas, que vivió muchos miles de años más
tarde. También hay restos de algunos leones, lobos, linces, gatos y zorros. En cuanto
a los humanos hay al menos 32 individuos en el yacimiento. Se encuentran
representadas todas las partes del esqueleto, lo que prueba que se acumularon
cadáveres completos. Los resultados de los estudios dan una edad a los fósiles
humanos en torno a los 300.000 años. Esta acumulación de seres humanos podría
deberse a que otros han dejado caer los cuerpos de sus compañeros muertos por una
sima en un lugar escondido y oscuro de una cueva. Se trataría de la más antigua
entrega conocida de práctica funeraria. La paleodemografía de los fósiles de la Sima
de los Huesos, ha sido estudiada por José María Bermúdez de Castro, que lo explica
en este artículo:
¿Qué han encontrado allí para que este yacimiento se haya convertido en uno de los
más importantes del mundo?
En Atapuerca se encuentran las evidencias de presencia humana más antiguas que se
conocen en nuestro continente. Hay un registro que se remonta a hace 1.100.000
años, hasta la actualidad. Existen numerosos yacimientos, todos ellos en cuevas,
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algunos conocidos, otros en explotación, otros conocidos y aún no explotados y otros
totalmente desconocidos. Los restos que allí hemos encontrado nos aportan
información sobre la vidad desde hace 1.000.000 de años hasta la actualidad: plantas,
animales, ecosistemas y, por supuesto, de los seres humanos.
El buen clima que siempre ha existido en nuestro país, aun en periodos en los que el
resto de Europa sufrió las glaciaciones, permitió que la vida humana continuase aquí.
Mientras que en algunas zonas del norte de Europa desapareció todo resto de vida
animal o vegetal, en la Península Ibérica la vida continuó. Es curioso como en nuestro
país tenemos un auténtico filón en el que, por circunstancias políticas, nunca se
trabajó.
¿Y cómo era la vida en Atapuerca hace un millón de años?
Conocemos las plantas, los animales herbívoros y carnívoros; hemos reconstruido los
ecosistemas y hemos podido llegar a imaginar la relación del hombre con aquel
entorno: eran carnívoros, carroñeros, recolectores, cazaban, el tipo de organización
que mantenían; si tallaban la madera o no; su aspecto físico; el tipo de herramientas
que construían y su uso; su forma de vida; sus expresiones artísticas. Hemos
encontrado en Atapuerca evidencias de estas tres especies humanas. Y suponemos
que existen también restos de una cuarta especie, aunque aún no hemos hallado nada.
¿Cuáles son esas cuatro especies?
La primera especie de la que tenemos evidencias y que hemos hallado en Atapuerca
es el Homo antecessor, con 800.000 años de antigüedad. La segunda especie es la que
corresponde alos restos del Homo heidelbergensis, descubiertos precisamente en la
Sima de los Huesos y que datan de hace 300.000 años. De esta especie hemos hallado
unos 3.000 restos que nos han permitido llegar a conocer mucho sobre ella. Un dato
que revela la importancia de Atapuerca es que representa el 90 % de los restos
hallados en toda Europa.
La tercera especie de la que hemos encontrado restos de unos 3.000 años de
antigüedad, corresponde ya a la nuestra, al Homo sapiens. Sobre el Homo
neanderthal, no hemos hallado ningún fósil, aunque no nos damos por vencidos.
Somos conscientes de que nosotros no hemos hecho más que empezar y que quizá
sean generaciones futuras de investigadores las que lleven a cabo estos
descubrimientos.
¿Cómo era el hombre que habitó la Península Ibérica hace 300.000 años?
Un hombre social, como cualquier primate. Precisamente el éxito evolutivo del
hombre se basa en su sociabilidad, en su capacidad para cooperar y cazar en grupo,
por ejemplo, al igual que lo hacen otros animales.
A pesar de que sólo existen 80 restos del Homo antecessor, sabemos que cazaba,
aunque probablemente también se alimentaría de los animales que encontraba
muertos. Algunos fueron objeto de canibalismo, quizá por miembros de sus misma
especie, y su desarrollo era tan largo como el nuestro.
Del que verdaderamente conocemos mucho es del Homo heidelbergensis. Gracias a
los fósiles encontrados hemos podido saber, por ejemplo, que eran diestros, que
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tenían una estatura muy elevada, alrededor de 1,85 m, y un peso aproximado de 100
kg. Su cerebro era casi tan grande como el nuestro y tenían una complejidad cultural
elevada, puesto que construían herramientas muy elaboradas y simétricas, como
corresponde a homínidos diestros.
¿Cuál es el futuro de Atapuerca en los próximos años?
El gran problema al que nos enfrentamos es el reconocimiento internacional. No
disponemos de tantos medios como nuestros colegas europeos, aunque tenemos lo
esencial, los fósiles. Precisamente por ello estamos abiertos a colaboraciones
internacionales, porque la endogamia siempre resulta peligrosa. Sin embargo,
queremos que el grueso de la investigación siga siendo española. Tenemos mucho
material y un equipo potencial muy fuerte.
♦
♦ BIBLIOGRAFÍA
La especie elegida. J.L. Arsuaga e I. Martínez.
Círculo de lectores.1998.
El collar de los neandertales. J.L. Arsuaga.
Círculo de lectores. 1999.
José María Bermúdez de Castro. nº 32. Nuria Martínez.
Revista Newton. Diciembre 2000.
ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN
I.E.S. Liceo Caracense Tecnología de la Información
Platirrinos y catarrinos forman los simios o antropoideos.
Millones de años
Diferenciación entre los sexos.
Reborde óseo sobre las cuencas orbitarias (cavidades del
esqueleto facial donde se disponen los globos oculares).
Refuerzo óseo transversal muy conspicuo en la parte
posterior del cráneo.
Nombre que suele darse a los Homo sapiens por un fósil
encontrado en la cueva de Cro−magnon (Francia).
Caja ósea que contiene en su interior el encéfalo).
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Distribución de edades de muerte.
El camino de la humanidad
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