Criminalización de la Protesta Social

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CORPORACION UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS
TRABAJO SOCIAL
ENSAYO “LA CRIMINALIZACIÓN DE LA PROTESTA SOCIAL EN COLOMBIA”
PRESENTADO POR:
ANGELA PATRICIA SIERRA SANDOVAL ID212223
5 DE SEPTIEMBRE DE 2013
INTRODUCCIÓN
Al hablar de criminalización de la protesta social en Colombia, no se debe hacer
referencia a lo vivido en los meses de mayo a lo corrido de septiembre del año en
curso a lo ancho y largo del territorio nacional, ni a un evento aislado, ya que no
es solo en este gobierno ni por efectos del paro nacional agrario que se da esta
problemática, tendría pues que hacerse una revisión a la historia de las protestas,
rebeliones, movilizaciones y huelgas no solo de estudiantes que son las más
estigmatizadas, sino de diferentes agrupaciones sociales,así como el actuar de los
actores involucrados (Gobierno, Fuerzas Militares y el pueblo colombiano) y ante
ello preguntarse, ¿Qué es y desde cuando se da la criminalización de la protesta
social en Colombia? ¿Qué consecuencias trae sobre la población civil? ¿Existe un
marco jurídico que la prohíba o le de legitimidad? En el desarrollo de éste ensayo,
se pretende contestar las preguntas enunciadas, revisando detalladamente algunas
páginas de la historia y plantearnos posibles respuestas o dar luces para la
comprensión de esos eventos que examinaremos, a partir de lo hallado en la
Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango y otros textos.
DESARROLLO
Inicialmente, podemos hacer referencia a la revuelta de los comuneros, llamada
por algunos historiadores como rebelión, turbulencia o sublevación, que a fin de
cuentas fue una manifestación popular, realizada por el pueblo, compuesto por
campesinos, indígenas, afros, labriegos, arrieros, mineros, artesanos… todos
reconocidos bajo el nombre comuneros. El 17 de Agosto de 1780, una orden real
alzaba el costo del tabaco y del aguardiente, justificado en la guerra que libraba
España con Inglaterra,se puso en ejecución en Marzo de 1781, la reacción de los
comuneros no se hizo esperar, quedó en la historia el acto de Manuela Beltrán,
quien arrancó el edicto, que estaba fijo en una tabla de madera, junto a la
residencia del Alcalde. ¡Muera el Rey de España! , fue la “arenga” de la multitud
que recurrió a las vías de hecho, cansados de los abusos a los que eran sometidos.
¡Viva el rey y muera el mal gobierno!, era el eco en poblaciones como Pamplona,
Neiva, Pasto, entre otros, lugares a los que llego esta oleada de inconformismo en
la que todos caminaban con un mismo propósito: La Independencia (Aunque otros
autores llaman a este acontecimiento revuelta y no revolución, porque los
comuneros no buscaban un derrocamiento del gobierno, sino la respuesta a sus
peticiones). Se hizo pública la intención de no pagar tributos, y más personas se
añadieron a la protesta que partió desde el Socorro, a la cual más personas se
adhirieron, sumando más de 20.000 comuneros quienes llegaron a Zipaquirá, allí
con delegados de la ciudad de Tunja y después de conversaciones, se redactaron
las capitulaciones. En ellas, se concretaron básicamente la suspensión de tributos,
entre otros puntos, pero esta fue una trampa y fueron traicionados, se anularon
las
capitulaciones,
la
movilización
llamada
“protesta
de
violencia”,
fue
desmovilizada, se desató una gran represión que desencadeno la ejecución de
José Antonio Galán, Isidro Molina, Lorenzo Alcantuz y Manuel Ortiz, y se sembró el
terror a todos aquellos que intentarán sublevarse con un acto cruel: Galán luego
de ser fusilado y colgado en la horca, sus manos, cabeza y piernas fueron llevadas
a diferentes plazas públicas.
Otros sucesos, en los que la represión y el horror sobresalen, son los ocurridos en
1928 y 1929 en los que las víctimas fueron sindicalistas de la UnitedFruitCompany
y estudiantes de la Universidad Nacional. Los primeros, asesinados por las balas de
los fusiles del ejército en la llamada masacre de las bananeras, cuya historia tiene
pinceladas tan similares a las de los paros de campesinos, mineros, camioneros, y
demás que se han presentado en este 2014.
Los huelguistas bananeros fueron estigmatizados por el gobierno conservador
Miguel Abadía Méndez, quien acusaba de “comunistas” y manipulados por la
subversión a los trabajadores que exigían mejores condiciones laborales, lo hacían
porque no tenían un salario en dinero, trabajaban 12 horas, no tenían asistencia
médica alguna, dormían amontonados en malas condiciones y eran contratados
por un sistema de contratistas intermediarios. En octubre de 1928, poco antes de
la masacre, se promulgó la Ley de Defensa Social más conocida como Ley Heroica,
de carácter represivo que “…Inscribía como “subversiva” la acción reivindicativa,
política y social de los sindicatos y organizaciones populares nacientes.” (Calvo
Ospina, 2010), prohibía la fomentación de lucha de clases, no reconocía el derecho
de promover huelgas, y fueron declarados ilícitos los escritos o publicaciones que
se consideraran subversivas, o relacionadas con el bolchevisquismo.
Bastos territorios de la geografía colombiana, habían sido entregados a
multinacionales norteamericanas e inglesas para la explotación de petróleo, oro,
platino, banano, cacao, tabaco y caucho, estas empresas ejercían un gran poder
político en la nación y sometían a pésimas condiciones de vida a los trabajadores,
que en el caso de la UnitedFruitCompany llegaban a 25.000. Tras un
estancamiento en las negociaciones de los sindicalistas y la promulgación de la
“Ley Heroica”, los trabajadores declararon la huelga en 12 de Noviembre, la
madrugada del 6 de diciembre, fue la fecha en la que a petición de la compañía
norteamericana de presencia militar, ocurrió este lamentable, cruel y repudiable
hecho que marco la historia colombiana: Cerca de 3000 trabajadores, muchos
acompañados por su familia se habían instalado en la plaza de Ciénaga,
supuestamente para negociar con el gobernador, fueron acribillados por el ejército
liderado por el Gral Carlos Cortés Vargas, quien fue elogiado y felicitado por el
gobierno, lo más cínico de este acontecimiento, fue lo que el diplomático
estadounidense Jefferson Caffery, declaró el 16 de enero de 1929 “Tengo el honor
de informar que el representante de la UnitedFruitCompany en Bogotá, me dijo
ayer que el número de huelguistas muertos por las fuerzas militares colombianas
pasa de un mil”, (Pérez Silva, (2005). La Masacre de las Bananeras. Revista
Credencial Historia. 190). Investigaciones paralelas descubrieron decenas de fosas
comunes, persiguieron que a quienes no murieron por las ametralladoras, los
remataron, y que muchos cadáveres fueron lanzados al mar como banano podrido.
Quedo más que claro, con estos hechos lo que más adelante diría el caudillo Jorge
Eliecer Gaitán “…Dolorosamente sabemos que en este país el gobierno tiene la
metralla homicida para los hijos de la patria y la temblorosa rodilla en tierra ante el
oro americano”.
Casi un año después,en Bogotá otro crimen y acto de represión brutal se llevó a
cabo en el centro de la ciudad, las llamadas brigadas estudiantiles, cansadas de
que un puñado de políticos y militares manejaran tráfico de influencias, fueran
autores de malversación de fondos públicos y de persecución al cualquiera que
fuera piedra en el zapato en actos de corrupción, de las medidas represivas contra
los huelguistas de la Tropical y de la UnitedFruitCompany, el seis de junio
realizaron una masiva movilización, la policía detuvo arbitraria y violentamente a
los manifestantes, pero comerciantes, obreros y demás civiles se adhirieron y no
permitieron un fatal desenlace. Lamentablemente al día siguiente asesinaron al
estudiante Gonzalo Bravo Pérez, muerte que causó la destitución del Gral Cortés
Vargas, ya que el asesinado era hijo de un familiar del Presidente Abadía, pero que
tiempo atrás había sido ascendido por el “magnífico resultado” del trágico 6 de
diciembre.
En conmemoración a estos hechos, el 1954, bajo el gobierno del Gral Gustavo
Rojas Pinilla, con el mismo sistema represivo, más estudiantes cayeron víctimas de
las fuerzas militares colombianas, “(…) Pero el movimiento estudiantil iniciaba
entonces una nueva era de luchas y combates. Lo que una vez fue protesta contra
camarillas corrompidas, ahora era cuestionamiento de todo el orden social,
integración a las luchas generales del pueblo y creciente toma de conciencia para
organizarse y participar en la transformación revolucionaria de la sociedad
colombiana. A pesar de los golpes, la represión y la muerte, la universidad sigue
siendo
una
reserva
del
pueblo
en
el
largo
camino
de
la
liberación
definitiva.”(www.movimientodevictimas.org).
Estos son solo unos cuantos de muchos actos represivos en contra de la
ciudadanía, ejercidos a través de la policía y el ejército para evitar el crecimiento
de la movilización, crímenes de lesa humanidad, genocidios, torturas y más
violaciones a la integridad de colombianos, que persiguen justicia, reivindicación de
derechos, alzar la voz frente a la corrupción y el mal gobierno que pisotea a la
población civil y se enriquece vendiendo territorio y recursos naturales, que día a
día entierra a quienes se oponen abiertamente a la arbitrariedad del estado
colombiano, son sometidos a señalamientos, estigmatización y represión; esa
represión hizo nacer a grupos armados como las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC-EP), Ejército de Liberación Nacional (ELN), Movimiento 19 de
Abril (M-19), Ejército Popular de Liberación (EPL) y Quintin Lame (QM), y hasta el
día de hoy el estado le responde a estos grupos con violencia, agravando día a día
el conflicto que lleva ya más de 50 años.
El que no se garantice este derecho al pueblo, trae consigo un malestar social
generalizado, más cuando es una larga lista de derechos que en Colombia el
estado incumple y esa inconformidad viene a ser como una olla a presión, que
generalmente estalla con actos violentos, vandálicos, y una tendencia a la
descomposición del tejido social, y en respuesta se criminaliza el derecho a la
protesta social en un estado democrático, agravando el fenómeno. Como
resultado, la población asume varias posturas: una, cuando la misma gente pierde
la fe en las movilizaciones o formas de resistencia civil, porque según ellas nada va
a cambiar y por el contrario le temen a las represarías, otra en la que la
impotencia se convierte en rabia hacia el “sistema” y deseo de reclamar justicia,
unos por vías jurídicas y políticas y otros por métodos más extremos, como las
armas, lo ideal sería en este caso, lo que el sociólogo argentino Roberto Gargallera
nos explica(2005, pág 19): “El derecho debe dar especial protección a quienes
reclaman por ser tratados como iguales, es decir, debe proteger en lugar de acallar
a la protesta. El derecho a protestar aparece así, en un sentido importante al
menos como el primer derecho: el derecho a exigir la recuperación de los demás
derechos”
Revisando la el marco jurídico frente a esta problemática, sobresale una dicotomía
y se polariza la aceptación y legalidad de la protesta social. En la constitución de
1886, se reconocía el derecho a la reunión pacifica, pero no se contemplaba la
manifestación y otorgaba la autoridad para “disolver toda reunión que degenere en
asonada o tumulto, o que obstruya las vías públicas” (Art 46, Constitución 1886),
bajo esta premisa se consideraba un delito ejercer la protesta social. Los
expresidentes López Michelsen y Turbay, con el decreto 2195 del 76 y el Estatuto
de Seguridad del 78, restringieron por completo cualquier indicio por pequeño que
fuera de llevar a cabo una movilización, no se interpretaba como derecho sino
como delito. En teoría a partir de la nueva Constitución Política de 1991, estos
conceptos cambiaron drásticamente, pues ya se concebía como derecho la
protesta social pacífica, y “…consagraron como derecho fundamental el derecho a
reunirse y manifestarse pública y pacíficamente, y dispusieron que la limitación al
ejercicio de este derecho sólo pude establecerse mediante la ley (art 37, CN).
Además la Constitución también incorpora el derecho a la libertad de expresión
(art 20, CN), íntimamente vinculado al derecho a la protesta.” (¿Es legitima la
criminalización a la protesta social?, Eduardo Bertoni, pág 47, 2010).
Al parecer, todo estaba dado para que todo sujeto que estuviera en desacuerdo
alguno con el estado o tuviera algún grado de inconformidad, ejerciera su derecho
a la protesta social, pero el hecho de que estuviera vigente el conflicto armado
interno desde la década del sesenta, le dioal gobierno formas de deslegitimizarla,
bajo las siguientes “figuras jurídicas”:
El delito de asonada, el delito de terrorismo y los delitos cometidos con fines
terroristas, otros tipos penales que pueden comportar un riesgo, el delito de
rebelión, y el delito de concierto para delinquir.
Hemos sido testigos de cómo la ley se aplica solo a unos, de cómo la estructura
social, política y económica se amanguala para regir los destinos del país y hacer
pagar solo a unos por sus delitos, cómo el ejecutivo incrimina a estudiantes,
activistas, defensores de derechos humanos, sindicalistas, periodistas, docentes,
líderes sociales y crea todo un show con pruebas incluidas para judicializar y
condenar a quien represente un peligro para la estabilidad social, un ejemplo de
ello es el caso dellíder David Rabelo Crespo, “quien se encuentra condenado a 18
años de prisión en la cárcel La Picota, acusado de un crimen que no cometió.
Enfrenta cargos por el asesinato en 1991 de David Núñez Cala, entonces secretario
de Obras Públicas de Barrancabermeja. El montaje judicial que sindica a Rabelo
Crespo se basa en los testimonios de paramilitares, a quienes su trabajo como
académico, comunicador y defensor de derechos humanos ha afectado”
(http://www.pacocol.org/index.php/comite-regional/santander/5906-foro-enbucaramanga-judicializacion-de-la-protesta-social-y-los-derechos-humanos).
Los computadores de Luis Edgar Devia Silva, alías Raúl Reyes, se han convertido
en la fuente de pruebas en contra de sindicados por el estado de ser incitadores,
manipuladores y de tener nexos con “los terroristas de las FARC”, y son acusados
de ser colaboradores de estos grupos, y así son sacados del camino, como se dice
popularmente. En el caso de estudiantes y docentes de la Universidad Nacional de
Colombia, basta ver como el Esmad (Creado en 1999 con la llegada del Plan
Colombia) y la Policía violan la autonomía universitaria, y bajo cualquier pretexto
ingresa a sus instalaciones en búsqueda de pruebas para involucrar a más
supuestos guerrilleros, los grafitis, panfletos y propaganda “subversiva” son prueba
suficiente para judicializar y condenar a quienes consideren amenaza. El paro
nacional agrario que está en curso, ha sido también blanco de criminalización:
Según el Presidente Santos y el Ministro de Defensa, los campesinos no protestan
por sí mismos, sino que son amedrentados, obligados y manipulados por la
omnipresente guerrilla de las FARC, y se ha encargado el mismo estado de
minimizar y deslegitimizar la protesta con infiltrados que causan agresiones y
violencia en las movilizaciones, esto denunciado por el movimiento Marcha
Patriótica (Acusado por Juan Manuel Santos de estar detrás de las protestas para
desarrollar su agenda política y sin ningún interés en los problemas de los
campesinos), el alcalde de Bogotá Gustavo Francisco PetroUrrego, y el senador del
Polo Democrático Alternativo
Jorge Enrique Robledo Castillo, bancada que
junto a sindicalistas de todo el país es hoy día blanco de amenazas, aclarando que
dichas infiltraciones responden a más de un interés particular no generalizado.
Dentro de las herramientas estatales de represión, hay una bastante criminal
contra la población, se trata del EscuadrónMóvil Antidisturbios (Esmad), quienes
son felicitados por el cumplimiento de su deber, cuando en realidad cometen todo
tipo de atropellos contra los manifestantes.Y es que hay un agravante en toda esta
situación aquí plasmada, una controvertida reforma al fuero militar que fue
recientemente aprobada en el Congreso en tiempo record, lo cual genera más
impunidad y da más libertad a los militares para atacar a quienes consideren
blancos legítimos, y en caso de ser investigados por irregularidades, solo pueden
ser procesados por la Justicia Penal Militar, ante el rechazo de Amnistía
Internacional, ya que "podría permitir que los autores de abusos contra los
derechos humanos eludieran la acción de la justicia" (Diario El Colombiano, Mayo
23 de 2013).
A pesar de que en el discurso y en la ley se respeta el derecho a la protesta social,
esta sigue siendo después de muchos años de repetir la misma historia,
criminalizada, bajo los intereses del gobierno y políticas corruptas, y como lo
señalan Rodrigo Uprimny y Luz María Sánchez Duque (Pag. 73, 2010) “Tanto la
investigación dogmática como la empírica ponen de manifiesto que aún hay
muchas tareas pendientes en aras de garantizar el goce efectivo del derecho
fundamental a la protesta. La primera de ellas consiste en posibilitar que la
perspectiva constitucional penetre en todos los niveles del sistema penal. Todos los
policías, fiscales, jueces, legisladores están en mora de asumir plenamente que
protestar es un derecho y que quienes protestan deben ser tratados como
ciudadanos, no como delincuentes, ni mucho menos como enemigos. Tal
perspectiva no implica que todo lo que se realice en el curso de una manifestación
es válido y no debe ser permitido. Lo que implica es introducir parámetros de
racionalidad constitucional tanto en los actos de control policial como de control
penal, de tal modo que se protejan adecuadamente todos los intereses y derechos
en juego”.
CONCLUSIONES
La Constitución Política de 1991, establece que Colombia es una República
democrática y participativa: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado
en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades
territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la
dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y
en la prevalencia del interés general”.(Art 1, CN). En la práctica no lo es, el
ejecutivo utiliza su posición para beneficiarse y pasar por encima de lo establecido
en la Carta Magna, los colombianos debemos trabajar por el cumplimiento de las
leyes y dejar la indiferencia en el escenario de arbitrariedad y abuso, utilizar los
mecanismos de participación ciudadana para hacer frente a un estado opresor y
represivo, y así llegar a ser una verdadera nación democrática en la que prime el
bien común, no es una tarea fácil y requiere de la intervención de toda una nación,
las grandes revoluciones en el mundo han sido movidas por el pueblo inconforme
con la finalidad de derrocar un mal gobierno, en la mentalidad de cada colombiano
debería estar grabado lo dicho por el inolvidable Jorge Eliecer Gaitán “El pueblo es
superior a sus dirigentes”.
BIBLIOGRAFIA

Bertoni, Eduardo Andrés (2010). ¿Es legítima la criminalización de la
protesta social?: Derecho Penal y Libertad de Expresión en América Latina –
compilado-.
Buenos Aires, ARGENTINA. Universidad de Palermo UP.
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http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/octubre2005/
masacre.htm
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http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/galan_jose_antonio.htm
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http://www.colectivodeabogados.org/NO-A-LA-CRIMINALIZACION-DE-LA
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http://justiciaypazcolombia.com/Colombia-diciembre-de-1928-La
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http://www.pacocol.org/index.php/noticias/nacional/5917-medidasadoptadas-de-facto-por-gobierno-nacional-recuerdan-anteriores-estados-desitio-en-colombia
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http://historico.unperiodico.unal.edu.co/Ediciones/59/16.htm

Pérez Silva, Vicente (2009). Revolución de los Comuneros. Revista
Credencial Historia, 240. Recuperado el 28 de Agosto de 2013 de la Base de
Datos Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango.
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