Europa oriental y el Próximo oriente, desde el siglo IV al siglo VII

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Tema VI
Europa Oriental y el Próximo Oriente, desde el siglo IV al siglo VII:
La Cristiandad extra−romana.
En Persia, los cristianos eran perseguidos por Sapor III (383−388), después que Roma, su enemiga,
reconociera esta religión. La sede episcopal primada de Persia, Ctesifonte, estuvo vacante desde 348 hasta la
muerte del rey, momento en que se celebró un sínodo, que aceptó el credo de Nicea.
También era importante la comunidad cristiana de Siria, alrededor de los centros de estudio de Edesa y
Nisibis, pues siempre se vio la cristiandad como una representación del imperio.
El caso de la cristianización de Armenia es singular. Gregorio el Iluminado, logra convertir al rey, que
arrastra a los grandes cargos y demás familiares del reino. Gregorio no impuso el celibato a sus sacerdotes, lo
que trajo consigo la formación de grandes dinastías episcopales como si de reyes se tratara. Cercano a
Armenia, el reino de Georgia también se cristianizó.
Siendo Atanasio patriarca de Alejandría, dos misioneros, educadores del hijo del rey de Etiopía, convierten a
este al cristianismo. Uno de ellos llega a ser obispo y dirige la misión, con lo que el cristianismo se consolida,
y se propaga a Nubia y Yemen.
A partir del siglo V o VI, el ecúmeno cristiano desbordaba al romano, quizá sirvió esto como acicate para
promover el deseo imperial de la universalidad.
Ulfila, llevando la religión cristiano − arriana a los godos, ayuda a extender el campo de ésta, mucho más allá
de los límites imperiales.
El Imperio Sasánida.
El vacío que dejo la desaparición del Imperio Persa Aquemenida, fue llenado por la dominación seleúcida.
Pero la llegada de nómadas procedentes del norte de Irán y concretamente de la región de Partia, rompió la
unidad política del área.
Estos pueblos, guiados por Arsacio, crearon un reino que domino el Irán desde 240 a. JC. hasta 224 d. JC.
gobernado por los descendientes de Arsacio, los arsácidas.
Desde 224, la historia de Irán cambió, al instalarse una nueva dinastía, a la muerte del último rey parto
Artaban V. Su fundador fue Ardashir, nieto de Sasán, un sacerdote del templo de la diosa Anahita en Istajr,
que se decía descendiente de los persas aqueménidas. Ardashir se hizo coronar rey en Ctesifonte en el 226.
La base de la nueva dinastía fue un nacionalismo a ultranza, que se propuso extirpar toda influencia greco −
helenística, a la vez que renovar las tradiciones aqueménidas y consolidarse en el área geográfica existente
entre el Imperio Romano, el mar Caspio y los pueblos turco − mongoles, que cada vez avanzaban más hacia el
Oeste.
Las ideas políticas de Ardashir hallaron magníficos seguidores en sus descendientes. El primero, su hijo
Sapor I (241−272), derrotó y tomó prisionero al emperador romano Valeriano; Después Sapor II (310−379),
fue vencedor de Juliano el Apostata.
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Las continuas guerras con Roma, durante los reinados de Ardashir II (379−383), Sapor III (383−388) y
Bahram IV (388−399) desembocaron en un tratado de paz, cuya cláusula principal fue la partición de
Armenia, quedándose Persia los territorios más orientales.
Esta paz con el Imperio romano duró prácticamente todo el siglo V, mientras los verdaderos peligros se
centraban en las tensiones provocadas por los problemas religiosos internos y en la necesidad de contener por
la frontera oriental los numerosos ataques de los Kusanas.
Yezdigerdes I (399−420) mantuvo buenas relaciones con Roma, que ya se había dividido. El emperador de
Constantinopla, Arcadio, le encargó el papel de tutor de su hijo, el futuro Teodosio II.
Esta etapa de buenas relaciones entre Bizancio y los sasánidas favoreció la construcción de ciudades en Irán y
Mesopotámia, como Firuzabad, Neishabur, Ueh − Ardashir, el embellecimiento del famoso templo del fuego
en Djirah, cubierto de una gran cúpula, el precedente más inmediato de las cúpulas semiesféricas bizantinas.
El sucesor de Yezdigerdes I, Firuz (459−484), hubo de hacer frente a los hunos blancos o heftalitas, que
habían desplazado en el frente oriental a los Kasanas. Firuz, primero hubo de rendir vasallaje a los hunos, y
después murió en combate luchando contra ellos. Esto sumió al pueblo sasani en un periodo de crisis moral y
económica que no se supero hasta el reinado de Kabat I (488−531), en el que emprendieron una serie de
reformas sociales que favorecieron a los campesinos pobres, a la vez que disminuían los privilegios de la
nobleza.
Kabat I, atraído por las ideas de Mazdek, quiso imponer en Persia la comunidad plena de bienes y mujeres
para todos, por lo que tuvo que hacer frente a grandes disturbios, y firmó una tregua con el Emperador de
Constantinopla, Anastasio, que se prolongo luego con Justino. Así los emperadores persas y bizantinos,
volvieron a ser tutores de sus respectivos herederos, hasta que se rompió con Justiniano y Cosroes.
Cosroes I (531−579) inauguró el periodo más brillante de los sasaníes. Después de restaurar el orden social,
reformó y aligeró el sistema de impuestos, y establecía un cuerpo permanente de caballería en el ejercito. Su
política exterior fue expansionista frente a los bizantinos, los hunos heftalitas y los árabes. Desde su palacio
de Ctesifonte controló a la aristocracia y una administración que, por medio de oficinas o divanes, aseguraba
el buen funcionamiento del Estado.
Fue una época de lujo, de desarrollo del arte en general y de la orfebrería en particular. La influencia india se
dejó sentir en la literatura con la con la traducción al pehlevi de las fábulas de Kalila y Dimma. Y a la lengua
persa, las obras de Homero, Platón y Aristóteles.
Cosroes I, se enfrentó desde el primer momento con Justiniano, derrotando a los bizantinos en Calínico (531),
junto al Eúfrates, e imponiéndoles una paz humillante. Invadió Siria, se apoderó del Yemen, en el sur de
Arabia, tomo Antioquía (540) a los bizantinos, deportando a muchos de sus habitantes, y dominó el Cáucaso
central. Aliado con los turcos occidentales, Cosroes destruyó a los hunos heftalitas en 562. Hormizd IV
(579−590), su hijo y sucesor, tuvo que enfrentarse a la nobleza y al clero por favorecer a los cristianos, por lo
que fue sustituido por su hijo Cosroes II, quien contaba con la ayuda del emperador bizantino Mauricio.
Cosroes II (590−628) es el último gran soberano persa; inicio su reinado con la amistad de Bizancio. El
asesinato de Mauricio, su gran aliado, en 602 por Focas enfrentó a los 2 imperios. Cosroes II, después de
detener el peligro turco por Oriente, realizó una campaña contra las provincias bizantinas Siria y Egipto
(611−617) llegando a saquear Jerusalén, donde murieron 50.000 cristianos, y donde se llevó la reliquia de la
vera cruz.
El nuevo emperador de Constantinopla, Heraclio, restableció el estado de cosas precedentes al contraatacar
por el Cáucaso, con la ayuda de los armenios, invadieron el Azerbaiyan (623) y derrotando a los sasaníes ante
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las ruinas de Ninive. La toma de Ctesifonte y del palacio real de Dastgard en 628, culminó la victoria de
Bizancio. En el 630, Heraclio entró triunfante en Jerusalén con la reliquia de la vera cruz.
Ante esto, Cosroes II fue destronado por los nobles, que eligieron a su hijo como soberano. Pero en esta
situación, lo único sólido era la administración de los decanes, que llevaron a una regionalización del Imperio.
En 636, cuando los árabes tomaron Ctesifonte, no existía autoridad central y Yerdigedes III, no era emperador
más que de nombre.
La organización del Imperio Sasani.
El entendimiento entre las diversas fuerzas actuantes en la sociedad irania y persa fue la base sobre la que se
edificó el Imperio Sasani.
El sistema de gobierno sasani se basó en una fuerte centralización, aunque los grandes señores, vaspuhrs,
no renunciaron a sus prerrogativas; por eso la lucha entre el centralismo y la dispersión de la autoridad fue
siempre una constante. De hecho la debilidad de los sucesores de Sapor II, y la ausencia de una tradición
definida en materia sucesoria permitieron a los nobles y al clero controlar el poder real.
El imperio se convirtió en una especie de monarquía electiva en la familia de los sasaníes. La elección
pertenecía a los altos dignatarios del Estado y en última instancia dependía del mobedan−mobed.
La estructura social y administrativa se basaba en 4 clases sociales:
• Sacerdote o magos.
• Nobles y guerreros
• Burócratas
• Pueblo libre o agricultores y artesanos. Los esclavos no se incluían en la escala social.
Cada clase tenía un jefe con unas funciones precisas. Así el Jefe de los guerreros (Eran−spanbadh) tenía la
triple función de ministro de la guerra, general en jefe y negociador de la paz; el Jefe de los burócratas
(Eran−Dibherbadh), controlaban las secretarías de Estado, y tenía que ser un gran experto en derecho y en
política; el Jefe de los agricultores y de los artesanos (Vastriosh−badh), controlaba la hacienda del Imperio y
era el responsable del cobro del impuesto sobre las propiedades y de la capitación.
El Jefe de la administración central (Vuzurg−framadhar) era el Gran Visir, persona de gran confianza del
Rey de Reyes, a quien sustituía en su ausencia. Además existían 6 ministros:
• Justicia 4. Caballerizas reales
• Hacienda 5. Renta de los Templos del fuego
• Tesoro del Rey 6. Obras pías
Los sasaníes mantuvieron en la administración provincial, algunos príncipes vasallos con el título de reyes o
Shahs, pero solo en territorios fronterizos.
Por norma general el Imperio estaba dividido en provincias, dirigidas por los marzbans, escogidos entre la
alta nobleza. A su vez las provincias se dividían en territorios que tenían como centro una ciudad. Este
territorio o cantón, era administrado por un funcionario, elegido entre los jefes de pueblos o dekanes, que
constituían la verdadera administración civil.
La capital del Imperio era Ctesifonte, un conjunto de poblaciones a una y otra orilla del Tígris, rodeadas por
un único recinto amurallado y unidas por 2 puentes sobre el río, con un inmenso palacio real: Taq−E−kesra.
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Vida económica y social.
La base económica del Imperio era la agricultura, de tradición mesopotámica. Los latifundios, en manos de la
nobleza y de los grandes templos de fuego, eran el modo de explotación más frecuente.
Los esclavos estaban en un proceso de emancipación, si bien los campesinos llamados libres, estaban sujetos a
la tierra, como los siervos de la gleba.
Las leyes dictadas por varios soberanos protegieron a los campesinos frente a los nobles, pero ninguna les
eximio del pago de los impuestos de capitación y de los que gravaban la tierra.
En las llanuras fértiles de Mesopotámia, la irrigación estaba meticulosamente reglamentada y la prosperidad
del mundo agrícola, fue lo que permitió el desarrollo urbano.
La prosperidad del mundo urbano, íntimamente ligada al comercio, es una de las características de la sociedad
sasani. Las nuevas ciudades, se poblaron de artesanos, muchos eran prisioneros de guerra. Los artesanos no
pagaban más que el impuesto personal de la capitación y estaban dispensados del servicio militar, pero
soportaban pesados impuestos en casi de guerra.
Este pueblo aprovechó su situación geográfica para desarrollar un intenso comercio con el mundo chino y
oriental, y también con el mundo mediterráneo.
Desde Ctesifonte, las rutas hacia el este pasaban por Hamadam, Susa, Persia y bordeaban el Golfo Pérsico;
mientras que las que iban por el interior, desde Hamadan, llegaban al Mar Caspio, continuaban hacia Kabul y
llegaban a la lejana China.
Desarrollaron también una importante marina en el Golfo Pérsico, que captó parte importante del comercio
del Océano Indico. El comercio con Roma primero y después con Bizancio, se efectuaba a través de la Alta
Mesopotámia y de Armenia.
La moneda sasani de oro, el denar, competía en los mercados internacionales con el nómisma bizantino, si
bien la moneda más corriente era el direm de plata, muy bien aceptada en los mercados internacionales. La
moneda sasani, llevaba en el anverso el busto del rey, con inscripciones en pelhevi, y en el reverso, el templo
del fuego.
Los principales beneficiarios de este comercio y de la riqueza agrícola fueron los nobles, y la clase sacerdotal,
mientras que el pueblo llano soportaba el peso de la gran mayoría de los impuestos, lo que explica el éxito de
las teorías de Mazdek entre los más pobres, y que a veces ocasionasen peligros para la subsistencia del
régimen.
La religión Sasánida.
La religión oficial fue el mazdeismo o zoroastrismo, surgido de una reforma del antiguo politeísmo
indoeuropeo llevada a cabo por Zoroastro. Su doctrina dualista se basaba en una divinidad creadora del
espíritu y de la luz, el dios Ormuz, en pugna con un principio del mal, llamado Ariman.
El zoroastrismo veneraba los elementos de la naturaleza como el agua, el fuego y la tierra; pero el fuego era
esencial en la religión, y se lo adoraba en templos (pyrés), en que ardía en una sala cubierta por una cúpula. El
culto llevaba la alimentación del fuego con madera purificada ritualmente; la ofrenda de ramas de
determinadas plantas y ciertas oraciones. El clero, reclutado en un principio en una tribu meda, aseguraba el
culto, la dirección moral y la enseñanza del pueblo.
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Estrictamente jerarquizado, estaba formado por sacerdotes o magos. Los mobedam, administraban los
distritos eclesiásticos. En la cumbre de la jerarquía estaba el mobedam − mobed (Jefe de los Magos), era
consejero del rey y llevaba la dirección suprema de los asuntos religiosos.
Hacia el siglo V se fijó en 21 divisiones el canon del libro sagrado o Avesta. El avesta fue traducido, para ser
más entendido, al persa vulgar, siendo su parte más conocida el Denkart o Libro de la buena religión.
El mazdeismo consideraban enemigos a los cristianos, maniqueos y seguidores de otros credos. Los cristianos
fueron los peor tratados por sus pretendidos vínculos con Constantinopla, hasta que se organizó la Iglesia
persa, adoptando el Nestorianismo, en 486, desapareciendo el recelo político.
En tiempos de Ardeshir surgió Mani, llamado el profeta de Dios de la verdad, que predico una doctrina
sincretista, el maniqueismo, mezcla de elementos cristianos, zoroastristas y babilónicos. Mani fue
considerado hereje, y lo hicieron ajusticiar. A pesar de todo, sus ideas se extendieron por Irán, e influyeron
también en varios sectores del cristianismo oriental.
El avance de los ávaros desde Asia hacia Occidente.
En el año 558, los ávaros habían presentado sus cartas credenciales y el Imperio, incapaz de contener su
marcha, hubo de permitirles su instalación en las riberas danubianas. Como los hunos de Atila, con los que
están emparentados, los nuevos invasores proceden de las estepas asiáticas.
Los ávaros se instalan en la llanura del Danubio y, desde allí, se extienden en todas direcciones.
Contenidos en su avance hacía el Oeste, se establecen definitivamente en las actuales Hungría y Austria,
dando a su imperio una solidez y duración de las que careció Atila.
Los Bizantinos, por la necesidad de contar con la paz a sus espaldas, favorece la pervivencia de la amenaza
ávara.
Las correrías de los jinetes ávaros, unas veces, y las concesiones de los temerosos emperadores, otras, van
consiguiendo para este pueblo nómada, un marco territorial fijo en la cuenca media del Danubio. Su modo de
existencia − el saqueo y los tributos − les incapacitan para la vida sedentaria. En sus frecuentes expediciones
saqueadoras, llegan al mar Negro, cayendo entre sus víctimas los eslavos.
Este pueblo era conocido ya, desde el reinado de Justiniano; desde entonces su presencia al otro lado del
Danubio, les preocupaba a los bizantinos.
Durante algún tiempo, consiguieron que no cruzaran de forma masiva el limes danubiano, pero no se pudieron
impedir las numerosas infiltraciones.
Los bizantinos reconocieron real autonomía a los eslavos, y esperaron de ellos el tributo y el cumplimiento de
un servicio militar.
Desde entonces los Balcanes se convierten en el hogar del pueblo eslavo, que hasta ese momento los
bizantinos habían tenido buen cuidado de evitar que ocurriera con las anteriores invasores bárbaras.
Los eslavos, se dividen en 3 grupos, orientales, occidentales y meridionales. La eslavización de los Balcanes
es un hecho en el año 626 y posteriormente fueron asimilados por Bizancio.
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