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Cátedra de Teoría Política (Rossi)
Sobre la República
“Así, puesto que la patria nos cubre de beneficios y es una madre más antigua que la que nos dio a luz, le debemos a
ella más gratitud que a nuestros padres (Non.; p, 426,9)” (I, p, 4)
“Lo que sí quiero hacer constar es que la naturaleza misma ha hecho una necesidad tal de la virtud, y que ha impreso en
el hombre un amor tan grande hacia la defensa de la salvación común, que ese impulso generoso vence todos los
atractivos del placer y del ocio.”(p, 4)
“No es suficiente poseer la virtud a manera de un arte cualquiera, sino practicarla. El arte, aunque no lo ejercites, puede
poseerse teóricamente como una ciencia: pero la virtud consiste precisamente en el uso de que ella se hace. Su mejor
aplicación es la de saber gobernar a un pueblo; y su completo perfeccionamiento es la realización no con palabras sino
con obras de todo lo que ellos hacen corear en las recónditas de sus escuelas.”(p, 5)
“Por tanto, el ciudadano que con su autoridad y la sanción de las leyes consigue de un pueblo lo que a duras penas
logran inculcar a unos pocos los filósofos con sus enseñanzas, debe ser preferido a estos mismos maestros que
únicamente saben disputar sobre la bondad de las leyes. ¿Qué hay tan de exquisito en los discursos de éstos que pueda
preferirse a un Estado perfectamente organizado por las instituciones y por las costumbres? Por mi parte, como
considero que deben preferirse.”(p, 5)
“..., así también juzgo que son muy superiores por su sabiduría los que gobiernan estas ciudades con su consejo y su
autoridad, a los que teorizan viviendo apartados de la vida política. Y puesto que nos sentimos atraídos a incrementar el
patrimonio de la humanidad y deseamos hacer más segura y robusta la vida de los hombres, y ya que la naturaleza
misma nos impulsa a esa satisfacción, mantengamos este camino que siguieron siempre los hombres mejores, y no
prestemos oídos a quienes dan la señal de retirada con la intención de hacer retroceder incluso a los que ya van delante”.
( p, 6)
“La patria no nos dio la vida y la educación para no recibir apoyo de nosotros algún día, y únicamente sirviendo a
nuestros intereses preparar un puesto seguro a nuestro descanso, sino para reservarse en su propio servicio la mayor
parte y las más grandes de las facultades de nuestra alma, de nuestro entendimiento y de nuestra voluntad, y dejar a
nuestras comunidades privadas solamente lo que a ellas le sobrara”. (p, 9)
“Yo por mi parte, aun cuando fuera verdad que el sabio no suele adaptarse al regimiento de la ciudad, sino constreñido
por la necesidad, y entonces únicamente no rehúsa la prestación de su servicio, pensaría que el sabio no debe descuidar
esta ciencia de la política, porque debe preocuparse de conseguir todos los medios que no sabe si alguna vez tendrá que
emplear.”(p, 10)
“Veo que aquellos siete varones llamados ‘sabios’por los griegos, casi todos estuvieron entregados a los asuntos
públicos. Y es que no hay nada en que la virtud acerque más al poder de los dioses que fundar sociedades nuevas o
conservar las ya existentes.”(p, 11)
“Pero no me satisfacen los escritos que sobre este asunto nos dejaron los varones más eminentes y sobre todo de Grecia,
y por otra parte no me atrevo a anteponer mis ideas a las suyas. Por lo cual os ruego que me escuchéis, no como a un
hombre que desconoce enteramente a los autores griegos, ni como quien los prefiere sobre todo en esta materia a los
nuestros, sino como a un romano educado liberalmente por la diligencia de su padre, y enardecido desde la juventud por
el deseo de aprender, pero mucho más instruido por la experiencia y por las enseñanzas domésticas que por los
libros.”(p, 25)
Escipión: “- Así pues, la República (= cosa pública) es ‘la cosa propia del pueblo’, pero pueblo no es toda reunión de
hombres, congregados de cualquier manera, sino una congregación de hombres que aceptan las mismas leyes y tienen
intereses comunes. El motivo que impulsa a este agrupamiento no es tanto la debilidad cuanto una inclinación de los
hombres a vivir unidos. El género humano no ha nacido para vivir aislado y solitario, sino que su naturaleza lo lleva aun
en medio de la afluencia de todas las cosas...” (p, 27)
“Siendo esto así, de las tres formas primeras de gobierno a mi modo de ver, l mejor, y con mucho, es la monarquía; pero
mejor que ella sería la forma de gobierno que se presente equilibrada y templada con las tres óptimas formas de poder.
Me gusta que haya en la República un poder eminente y monárquico, que exista algo también encomendado y atribuido
a la autoridad de los príncipes, y que haya así mismo otras cosas reservadas al juicio y a la voluntad de la multitud. Esta
constitución ante todo tiene una cierta igualdad, de la que a duras penas pueden carecer durante mucho tiempo los
pueblos libres, y en segundo lugar estabilidad, puesto que las tres primeras formas indicadas fácilmente degeneran en
los vicios contrarios, de suerte que de un rey surge un tirano, de los optimates, una facción, del pueblo la anarquía y el
desorden, y porque esos géneros fácilmente se ven suplantados por otros nuevos; esto en cambio en esta constitución
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armónica y sabiamente templada no sucede, a no ser por grandes vicios de los gobernantes. No hay motivo de
revolución en un gobierno en que cada uno ocupa firmemente el puesto que le corresponde y no hay ningún grado
inferior en que pueda venir a caer.”(p, 47)
“Porque ¿quién puede llamar justamente hombre a quien no quiere ninguna comunicación de derechos y ninguna
afinidad social con sus propios conciudadanos? Pero tendremos ocasión mejor para hablar del gobierno tiránico, cuando
el asunto pida que alcemos la voz contra aquellos que apetecieron el gobierno personal en una sociedad libre.”(p, 71)
“Tened presente lo que dije al principio, si en una sociedad no se observa una equitativa repartición de derechos, de
deberes y de prerrogativas, de forma que los magistrados tengan un poder suficiente, una suficiente autoridad el senado
y una suficiente libertad el pueblo, no puede esperarse una situación estable de la constitución del Estado.”(p, 76)
“En esta condición de la República, que, como he dicho, no puede ser duradera, porque no había igualdad de derechos
entre los varios órdenes de ciudadanos, todo el poder residía en los magnates, puestos al frente del Estado diez hombres
nobilísimos, no teniendo enfrente tribunos de la plebe, ni otros magistrados que compartieran su poder, no habiendo
apelación al pueblo contra los azotes y las sentencias de muerte.”(p, 79)
Escipión “Este solo deber – pues en él se contienen todos los demás-, que nunca deje de cultivar y de contemplar su
alma, para que mueva a que los demás lo imiten, para que él con la limpieza y brillo de su alma y de vida pueda
ofrecerse como un espejo a sus conciudadanos. Porque como en la música de la lira o de las flautas, o en el canto vocal
se debe tener un concierto de sonidos diferentes, que no pueden tolerar los oídos bien educados si es monótono o
disonante, y este consenso acorde y armónico resulta de la hábil dirección de las voces más discordes, así del temple de
los órdenes más elevados, más bajos y medios, como del acorde de los sonidos, el Estado resulta con la armonía de las
voces más desemejantes; y lo que los músicos llaman en el canto armonía, en la ciudad se llama concordia, el vínculo
más fuerte y robusto de consistencia en toda la República, y ésta no puede existir en forma alguna sin la justicia.”(p,
83)
“¿Qué puede haber más provechoso que la unión del tratado y la práctica de las grandes cosas con el estudio y el
conocimiento de aquellas otras artes? (...) .Por lo cual creo que ha conseguido todo lo que constituye la gloria quien
quiso y pudo unir ambas cosas, instruirse con la piadosa herencia de nuestros mayores y con las normas de la ciencia.
Pero si hay que elegir uno de estos dos caminos de la sabiduría, aunque a alguno le parezca más feliz aquella razón de la
vida sosegada de los buenos estudios y de las artes, es ciertamente más laudable y brillante la vida civil, por lo cual se
ven honrados los hombres de la primera categoría, como Manio Curio.”(III, p, 88)
Dicha cita está en el texto de Cicerón, pero es opuesto a su pensamiento: “Este derecho del que hablamos es el
derecho civil, el derecho natural no existe, porque si existiera todos entenderían de la misma forma lo justo y lo injusto,
como entienden lo frío y lo caliente, lo dulce y lo amargo.”(III, p, 92)
Dicha cita está en el texto de Cicerón Filo – “... (Si la naturaleza) hubiera dictado nuestras leyes, todos tendríamos las
mismas, y un mismo pueblo no las cambiaría con el tiempo. Y yo pregunto: si es propio del varón justo, y del hombre
bueno obedecer a las leyes, ¿a qué leyes debe obedecer? ¿Acaso a todas las que se vayan sucediendo? Pero la virtud no
sufre la inconstancia, y las leyes se apoyan en la sanción no en nuestro sentimiento de la justicia. No existe, por tanto,
derecho natural, de donde resulta que tampoco hay hombres justos por naturaleza.”(III, p, 94)
“Cuando hay un respeto mutuo y el hombre teme al hombre, y la clase a la clase, entonces, no confiando nadie en sí
mismo, se establece una especie de pacto entre el pueblo y los poderosos: de lo cual resulta éste régimen mixto de
gobierno, que elogiaba Escipión; puesto que la verdadera madre de la justicia no es la naturaleza, ni la voluntad
humana, sino la debilidad.”(III, p, 96)
Lelio “- Existe una ley verdadera y es la recta razón, conforme con la naturaleza, común para todos, inmutable, eterna,
que impulsa al cumplimiento del deber con sus mandatos, y aparta del mal con sus prohibiciones. Mandando o
prohibiendo nunca se dirige en vano a los hombres cabales; pero no conmueve a los malvados, ni con mandatos ni con
prohibiciones. Esta ley no puede sustituirse con otra, no es lícito ni derogarla parcialmente, ni abrogarla por completo.
Ni el senado ni el pueblo pueden eximirnos de ella (...); sino que una ley única, eterna e inmutable regirá a todas las
naciones y en todos los tiempos. Único y común será como el maestro y el jefe de todos, Dios, autor de la ley, juez y
legislador, quien no le obedece irá de sí mismo y despreciará la naturaleza del hombre, por lo cual sufrirá las más
grandes penas, aunque él escape de otras cosas que se consideren castigos (Lactant; Div, Inst)”(III, p, 101
Escipión “¿Quién, pues, llamaría cosa del pueblo, esto es, República, un Estado en que todos se vieran sometidos por la
opresión cruel de uno solo, donde no existiera vínculo alguno de derecho, ningún acuerdo, ninguna voluntad de vida
común, nada de lo que constituye un pueblo? ... No diré, pues, como ayer, que donde hay un tirano, hay una República
defectuosa, sino como exige la razón, que no existe República alguna.”(III, p, 105)
Lelio “- No hay forma de gobierno que yo niegue más rotundamente en nombre de República que aquella en que todos
los poderes se encuentren en manos de la multitud (...), no veo cómo pueda aplicarse mejor el nombre de la República
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bajo el dominio de la multitud: porque en primer lugar yo no veo que haya pueblo –que tu amigo Escipión, has
definido muy exactamente-, mas que si hay una ley estable de un consentimiento común. Esta masa reunida es un tirano
tan claramente como si fuera un solo hombre. Y más terrible todavía porque no hay bestia alguna más abominable que
una multitud tomando el aspecto y el nombre de pueblo.”(III, p, 107)
“Considerad ahora con cuánta prudencia se dispusieron todos los medios para asegurar la comunidad de una vida feliz y
honesta de los ciudadanos. Esa es la primera causa del agrupamiento humano, y el fin al que debe tender el Estado por
medio de sus instituciones y de sus leyes.”(IV, p, 111)
“Así pues, en tiempos pasados, la costumbre ancestral ponía a su servicio varones insignes, y estos mantenían las
costumbres antiguas y las instituciones establecidas” (V, p, 118)
“..., pero como el piloto estudia la astronomía y el médico las ciencias físicas; uno y otros se sirven de ellas para el
ejercicio de su arte, pero no se desvían de su función propia. Esto lo tendrá muy presente el varón ideal...”(V, p, 120)
“Este sentimiento lo acrecentó el buen gobernante por medio de la opinión pública y lo perfeccionó con las
instrucciones y la educación para que el pundonor, antes que el miedo, apartara a los ciudadanos de los delitos. Estas
consideraciones se refieren al honor, y merecerían ser desarrolladas más ampliamente.”(V, p, 121)
Escipión- “- Aunque para las personas sabias la mayor recompensa es la conciencia que ellos tienen de sus gloriosos
hechos, sin embargo, esta virtud divina no desea estatuas adheridas con plomo a sus basas, ni triunfos con laureles que
se marchitan, sino otro géneros de premios más estables y de frescor más durable.”(V, p, 126)
“Pero tú, Escipión, como tu abuelo aquí presente, como yo que te engendré, cultiva la justicia y obra con piedad, virtud
que siendo grande hacia los padres, y los parientes, lo es mas con respecto a la patria. Esa es la vida que allana el
camino hacia el cielo , y esta asamblea de los que vivieron, y liberados del cuerpo habitan ese lugar que tú ves- ...”(V, p,
136)
“Aplícala, pues, a las más bellas empresas. Ahora bien, la más bella ocupación es la que busca la salvación de la patria.
Un alma movida y ejercitada por estas ocupaciones se elevaría de un vuelo rápido a esta mansión y morada.”(vi., p,
136)
Sobre las leyes
“Marco- Tienes razón. Sabes pues que con ninguna materia de que pudiéramos hablar podrían describirse mejor los
dones que los dones que el hombre ha recibido de la naturaleza, la cantidad y la bondad de las excelentes cualidades que
tiene el alma humana, el fin y la función para que hemos nacido y hemos aparecido en este mundo, la estrecha alianza
que une a los hombres, la sociedad natural entre ellos mismos. Una vez hayamos explicado estos principios, puede
encontrarse la fuente de las leyes de derecho.” (I, p, 150)
“..., para empezar a hablar del derecho hay que partir de la ley, porque ella es la fuerza de la naturaleza, ella es el
espíritu y la razón del hombre prudente, ella es la regla de lo justo y de lo injusto. (...) Para establecer el derecho,
partamos de esta ley suprema que es común a todos los tiempos, precede a toda ley escrita y a la constitución de
cualquier estado.”(I, p, 152)
(Marco): “Y puesto que no hay nada mejor que la razón, y ella existe en el hombre y en Dios, ella crea entre el hombre
y Dios una primera sociedad. Ahora bien, entre quienes es común la razón, lo es también la recta razón; y siendo ésta la
ley, hay que pensar que los hombres estamos unidos con los dioses también por la ley. Entre quienes hay comunidad de
ley, la hay también del derecho, y los que participan de la comunidad de todas esas cosas, han de ser considerados como
miembros de la misma ciudad, y mucho más si están sometidos a los mismos mandatos y a los mismos poderes. Ahora
bien, todos obedecen al orden que reina en los cielos, al principio divino que anima al mundo, y al Dios todopoderoso,
de suerte que el universo entero debe ser considerado como la patria común de los dioses y de los hombres.” Interesante
la nota 47: “Se advierte en todo esto el pensamiento estoico. Dios es un principio extendido por todo el mundo, según
dice Orígenes, Adv. Cels; 6,71, ‘espíritu expandido por todo’.
“De donde resulta que reconoce a Dios el que se recuerda y conoce su origen. En fin la misma virtud es la que existe en
el hombre y en Dios, sin que se de en otro género de vivientes. Ahora bien, la virtud no es otra cosa que la naturaleza
perfeccionada y conducida a su mayor desarrollo. Hay pues semejanza entre el hombre y Dios.”(I, p, 154)
“Pues habiendo inclinado a los demás animales hacia el pasto, sólo al hombre lo levantó y lo estimuló hacia la vista del
cielo como su antiguo domicilio familiar, y ha formado los rasgos de su fisonomía de suerte que en ella se reflejan las
íntimas cualidades morales.”(i, p, 155)
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“Marco – pero de todas las cosas sobre las que versan las disputas de los sabios, no hay ciertamente nada más
trascendental que entender bien que nosotros hemos nacido para la justicia, y que el derecho se funda no sobre la
opinión de los hombres, sino sobre la naturaleza misma. Esto aparecerá evidente si se considera la asociación y los
vínculos que unen a los hombres entre sí.
No hay en realidad dos cosas tan semejantes entre sí, como lo somos los hombres entre nosotros. Pero si la
depravación de las costumbres, y la variedad de las opiniones no torciera y doblara la variedad de nuestras almas a
donde quieren, nadie sería tan semejante a sí mismo, como lo sería a todos. Así, pues, cualquiera sea la definición del
hombre es válida para todos.”(I,p, 156)
“No hay hombre alguno en ningún pueblo que, tomando a la naturaleza por guía, no pueda llegar a la virtud.”(I, p, 156)
“Marco – Síguese por tanto que la naturaleza nos ha hecho justos para ayudarnos mutuamente y unirnos todos en una
asociación, y esto es lo que en esta discusión entiendo yo por naturaleza. Pero hay una corrupción tal, debido a las
malas costumbres, que apaga en cierta manera las chispitas puestas por la naturaleza y hace que nazcan y se vigoricen
los vicios contrarios. (...) Con todo motivo execraba Sócrates al primero que había separado la utilidad de la naturaleza,
se lamentaba de que ese era el principio de todos los males.”(Interesante la nota 63: Según el pensamiento de Sócrates,
seguido por Cicerón, quien separa lo útil de lo honesto, separa lo útil de la naturaleza, que nos ha creado para la
honestidad, Cf. Off 2. 9; 3, 11: lo honesto es lo bueno, lo útil lo natural. (I, 158)
“Los que se complacen a sí mismo y son esclavos de su cuerpo, y que pesan en la balanza del placer y del dolor todas
las cosas que en la vida deben buscar o evitar, aunque tengan razón – no vamos a discutirlo ahora - , dejémoslo que
hablen en sus jardines, e invitémoslos a que se retiren de toda sociedad política, ya que nunca conocieron, ni quisieron
saber lo mas mínimo de ella.”(I, p, 161)
“Es además una necesidad inmensa el considerar que es justo todo lo que se encuentra regulado por las instituciones y
por las leyes de los pueblos. (...) Existe un solo derecho, es el que sirve de vínculo a la sociedad humana, y que está
constituido por una ley única: esta ley es la recta razón en cuanto manda o prohíbe. Quien ignora esta ley, esté escrita o
no, es injusto.”(I, p, 163)
“Mas si la justicia es la obediencia a las leyes escritas y a las instituciones de los pueblos, o si, como dicen los mismos,
todo hay que medirlo por la utilidad, las despreciará y las violará, si puede, quien crea que obtendrá algún provecho
haciéndolo. Así resulta que no existe en absoluto la justicia, si no está fundada sobre la naturaleza; si la justicia se funda
en un interés, otro interés la destruye.
Ahora bien si el derecho no tiene como fundamento la naturaleza, todas las virtudes desaparecerán. ¿Dónde
estará la libertad, dónde el amor a la patria, donde la piedad, dónde la voluntad de hacer bien a otro, o de agradecerle su
beneficio? Porque todas estas cualidades nacen de la propensión natural que tenemos de amar a los hombres, que es el
fundamento del derecho. Y desaparecerán no sólo las obligaciones para con los hombres, sino también las ceremonias
religiosas y el culto de los dioses, que hay que conservar, yo pienso, no por el miedo, sino en virtud de los vínculos que
tenemos con la divinidad.
Si el derecho se funda en la voluntad de los pueblos, en los decretos de los jefes, en las sentencias de los
jueces, de derecho sería el robo, el adulterio, la falsificación de los testamentos, con tal tuvieran en su apoyo los votos y
la aprobación de la multitud.”(I, p, 163)
“Una inteligencia común a todos los hombres nos lo hace conocer, ha puesto su germen en nuestras almas, de forma que
podemos distinguir y clasificar las cosas honestas entre las virtudes, y las torpes entre los vicios.
El hacer depender estas nociones de la opinión y no de la naturaleza, es propio de un demente...” (I, 164)
“La virtud no es otra cosa que la razón perfecta, y la razón ciertamente está en la naturaleza, por tanto la honestidad en
general se encuentra también en ella.”(I, p, 164)
“Por otra parte si la virtud se busca por sus ventajas materiales y no por ella misma, no habrá más que una sóla virtud,
que se llamará más exactamente ‘malicia’. Porque cuanto más refiere uno a su propio interés todo cuanto hace, tanto
menos hombre de bien es, no piensan que sea virtud, sino malicia. ¿Dónde encontraremos al hombre benéfico si nadie
obra el bien en atención al prójimo? ...” (I, p, 166)
“Marco – Lo que tú esperas es precisamente el objeto de nuestra conversación, Quinto, ¡y ojalá tenga fuerzas para
desarrollarlo! En todo caso lo seguro es que como conviene que la ley sea la correcta de los vicios y la consejera de
las virtudes, de ella hay que sacar la doctrina de la vida.”(I, p, 171)
“Y cuando el alma se conozca nacida para la sociedad civil, pensará que no sólo debe usar de una sutil discusión
teórica, sino también de un discurso más nutrido y continuo, con que regir a los pueblos, establecer leyes, castigar a los
malvados, proteger a los buenos, enseñar a las ciudades las normas útiles a la salud y a la gloria, exhortar al honor,
apartar del crimen, poder consolar a los afligidos y conseguir plasmar en monumentos eternos los hechos y los altos
pensamientos de los grandes hombres y los actos ignominiosos de los malvados.”(I, p, 173)
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“..., así nosotros consideramos como patria aquella en que hemos nacido, y a la que nos ha recibido; pero es necesario
amar sobre todo a la que nos acoge a todos los ciudadanos bajo el nombre de República. Por ésta debemos morir, a ella
debemos dedicarnos por completo, y entregarle y consagrarle todo lo que nos pertenece. Así pues yo nunca negaré que
Arpino es mi patria, aunque la otra sea más grande, y contenga en sí a esta pequeña.”(II, p, 178)
“Marco – Veo pues que los hombres más sabios juzgan que la ley no fue pensada por el ingenio humano, ni es un
decreto del pueblo, sino algo eterno que rige a todo el mundo, con el recto criterio de mandar y de prohibir. Así pues
decían que la primera y suprema ley es la mente de Dios, que no manda ni prohíbe nada sin razón, de donde se sigue
que la ley que dieron los dioses al género humano es legítimamente elogiada, porque es la razón y la mente del sabio,
que sabe hacia donde debe de inclinar y de dónde debe de apartar a los hombres.”(II, p, 180)
“Porque existía una norma directiva, emanada de la naturaleza universal que impulsaba a los hombres a obrar bien y los
apartaba del mal; que no empezó a ser ley precisamente cuando fue escrita, sino que lo era desde su origen, y su origen
es el mismo que el de la mente divina. Por ende la ley verdadera y primordial, que tiene autoridad de mandar y de
prohibir, es la recta razón del supremo Júpiter.”(II, p, 181)
“Ante todo es necesario que los ciudadanos se persuadan que los dioses son los señores y los reguladores de todas las
cosas, que todo lo que se hace, se hace con su poder; con su mando y con su voluntad, que son bienhechores del género
humano, que ellos ven la forma de ser de cada uno, lo que hace, su pensamiento íntimos, con qué espíritu y con qué
piedad practica los acatos religiosos, y que llevan cuenta de los piadosos y de los impíos.”(II, p, 184)
“¿Quién podrá negar que estas creencias son útiles cuando advierta cuántas cosas encuentra su garantía en el juramento,
cuán saludables son las ceremonias religiosas de los tratados, a cuántos apartó del crimen el miedo de un castigo
divino, y cuán inviolable es la sociedad de los ciudadanos entre sí cuando se interponen los mismos dioses inmortales
como testigos o como jueces? Aquí tienes el proemio de la ley; así llama a esto Platón.”(II, p, 184)
“Mas prudente fueron los griegos y los nuestros, quienes a fin de acrecentar la piedad para con los dioses, quisieron que
ellos habitaran las mismas ciudades que nosotros. Esta opinión inspira una creencia muy útil para las ciudades,...” (II, p,
191)
“Conservar los ritos de familia y de los padres es como conservar una religión transmitida por los dioses, porque la
antigüedad se aproxima mucho a los dioses.”(II, p, 191)
“Y nada hay tan apropiado al derecho y a las disposiciones naturales (cuando digo derecho de naturaleza quiero que se
entienda ‘ley’), como el poder del mando, sin el cual no puede mantenerse en pie casa alguna, ni ciudad, ni pueblo, ni el
género humano entero, ni la naturaleza, ni el mundo. El mundo obedece a Dios; y al mundo obedecen los mares y las
tierras; y la vida de los hombres se atiene a las prescripciones de la ley suprema.”(III, p, 217)
“Marco – No ciertamente, fuera del que acabo de nombrar, y de un nombre eximio y de esmerada erudición, Panecio.
Porque los antiguos estoicos trataron de la República tan sólo en sus conversaciones orales, con penetración
ciertamente, pero no para uso del pueblo y de la sociedad civil.”(III, p, 224)
“Yo por mi parte pienso que las costumbres de las ciudades se mudan con el cambio del tenor de vida y de la conducta
de los nobles. Por lo cual los hombres puestos al frente, si son viciosos, resultan mas perniciosos para el Estado, porque
no contraen los vicios ellos solos, sino que los transmiten a la ciudad, y perjudican a la República no sólo por
corromperse ellos, sino también porque corrompen a los demás, y causan más daño con su mal ejemplo que con su
culpa” (III, p, 234)
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