El protagonismo de las finanzas públicas

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El protagonismo de las finanzas públicas
El sistema de economía de mercado que caracteriza al mundo globalizado actual, no ha
implicado una menor participación del Estado en la economía, sino por el contrario,
hemos asistido a un incremento fuerte del papel del Estado. Ello se ha visto
intensificado últimamente debido a los efectos de la crisis financiera y económica del
2008, que ha llevado a que el Estado, en la mayoría de los países, no sólo haya
aumentado su presencia desde un punto de vista de su función de regulador, sino
también haya incrementado fuertemente el gasto, los subsidios, la inversión, buscando
evitar quiebras, desempleo y otras dificultades, y tratando, a su vez, de dinamizar los
niveles de actividad expandiendo la demanda agregada de la economía.
Todo ello ha tenido como consecuencia un crecimiento del gasto, dificultades en los
ingresos, y por consecuencia aumentos significativos de los déficits fiscales, con
incrementos de la deuda pública, que en varios países ha llegado a niveles insostenibles.
Los casos de varios países europeos son ejemplos claros de estos problemas en las
finanzas públicas, que se traducen en graves problemas para toda la economía y en la
agudización de problemas sociales. Así por ejemplo, nos encontramos con abultados
déficits fiscales que superan el 10% del PIB en los casos de las economías de Grecia
(13,6%), Irlanda (14,3%), España (11,2%), Reino Unido (11,5%), con una media del
6,8% para el conjunto de los 27 países de la Unión Europea (datos del cierre del 2009).
Esos importantes desbalances en las finanzas públicas se asocian, a su vez, con elevados
niveles de endeudamiento público, que en el caso de Grecia e Italia, llega al 115% del
PIB; o el caso de Portugal o Francia con niveles de endeudamiento público del orden
del 77% del PIB.
Esta compleja situación que ha obligado a muchas economías desarrolladas a encarar
drásticos y severos programas de ajuste fiscal, buscando reducir gastos y aumentar
impuestos, ha sido uno de los temas analizados en la reciente reunión del Grupo de los
20 (G20), grupo que reúne a los países industrializados y a los principales países
emergentes, realizada en la ciudad de Toronto, Canadá, los días 26 y 27 de junio
pasado. El compromiso asumido por los líderes del G20 fue el de reducir en los países
desarrollados el déficit fiscal a la mitad para el 2013, y empezar a reducir el peso de la
deuda pública en relación al PIB a partir del 2016. No hubo acuerdo en cuanto a qué
medidas encarar para lograr dicho compromiso, pero como afirmó el presidente de
Estados Unidos Barak Obama, “cada país establece su camino pero todos nos movemos
en la misma dirección”.
La declaración final de la reunión del G20 destaca la importancia de garantizar la
sostenibilidad de las finanzas públicas y la necesidad de que los países adopten planes
de sostenibilidad presupuestaria que gocen de credibilidad y estén debidamente
dosificados y propicien el crecimiento de manera diferenciada y adaptada a las
circunstancias de cada país. Los países con problemas presupuestarios graves deberán
acelerar el ritmo de la consolidación. Esas medidas han de combinarse con esfuerzos
encaminados a reequliibrar la demanda global para garantizar que el crecimiento
mundial continúe con una senda sostenible.
En paralelo con esta situación a nivel de los países desarrollados, la recuperación
económica en los países en desarrollo está siendo más acelerada, y en muchos de ellos
la situación de las finanzas públicas presenta características mucho menos críticas que
las anotadas para Estados Unidos o la Unión Europea.
Concretamente en la economía uruguaya, se verifica un déficit fiscal que alcanzó al
1,7% del PIB en el año 2009 y que en los doce meses cerrados a mayo del presente año,
estaría en el orden del 1,0% del PIB. A su vez, el nivel de la deuda pública, como lo ha
reconocido el propio gobierno en el proyecto de ley de Rendición de Cuentas y Balance
de Ejecución Presupuestal del ejercicio 2009, enviado al parlamento el lunes 28 de
junio, “sigue siendo elevado” a pesar de la sustancial reducción del peso de la deuda en
los últimos años. Al cierre del primer trimestre del presente año, la deuda pública se
ubicó en US$ 22.500 millones, lo que representa un 67% del producto interno bruto.
Dicho nivel, aunque ha disminuido en porcentaje del PIB, genera un monto anual de
intereses a pagar considerable, superior al 3% del PIB que condiciona las finanzas
públicas.
En los próximos meses se discutirá el presupuesto quinquenal, del cual las autoridades
ya han presentado una serie de pautas, que estarían indicando un crecimiento del gasto
en consonancia con el aumento del PIB que se estima con parámetros muy optimistas.
Teniendo en cuenta el futuro de la economía internacional, sería oportuno que la
instancia presupuestal marcara una prioridad de mantener una clara prudencia en
materia fiscal, no aprobando gastos en base a incrementos futuros de los niveles de
actividad que pueden o no verificarse.
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