COIMAS EN EL SENADO: CRECE LA CREDIBILIDAD DEL ARREPENTIDO LA HORA DEL CHUPETE Las pericias, los reconocimientos, los cruces telefónicos y los primeros careos dejaron bien parado a Mario Pontaquarto ante el juez y los fiscales. Las contradicciones de la secretaria Mota y las supuestas mentiras del chofer Ruidía complicaron al ex SIDE Fernando de Santibáñez. Ahora, desde Tribunales buscan llegar a Fernando de la Rúa. Por: María Fernanda Villosio Una escena desvela a los investigadores de la causa de los sobornos en el Senado. Aquella en la que Fernando de la Rúa, según el testimonio del arrepentido mario Pontaquarto, habría ordenado en su despacho de la casa de Gobierno: “Arréglenlo con De Santibáñez”, en relación al pago de las coimas. La justicia está dispuesta a llegar a las mas altas esfera del operativo. Y los investigadores se preguntan: “¿ Pudo el gobierno radical haber pagado a los senadores 5 millones de pesos sin que el ex presidente lo supiera?”. De la Rúa tendrá que contestar a este interrogante cuando, en febrero, se siente cara a cara frente al juez Rodolfo Canicoba Corral en la segunda tanda de declaraciones indagatorias de este tramo de la causa. Pomntaquarto ya tuvo una respuesta para eso. En su confesión, primero ante TXT y luego ante la justicia, aseguró que De la Rúa sabía todo. Y todas las pruebas recogidas hasta el momento refuerzan su testimonio. Incluso los testigos de la ruta de las coimas que intentaron desacreditarlo, terminaron-sin quererlo-corroborando algunos datos claves aportados por el ex secretario parlamentario del Senado. “Pontaquarto es un tigre. No tiene fisuras. Para nosotros, lo que dice es cierto”, se entusiasman en Tribunales. A medida que se va confirmando el relato del arrepentido, uno de los imputados mas comprometidos en la causa es Fernando de Santibáñez ex jefe de la SIDE. Al cierre de esta edición, en la Justicia lo señalaban como uno de los seguros procesados, junto con los ex senadores Emilio Cantarero y José Genoud y con el propio Pontaquarto. ¿ La suerte de De Santibáñez podría arrastrar a De la Rúa, amigo íntimo y compañero de whikies en los anocheceres de la Casa Rosada ?. Los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado creen que si. El ex jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, no duda: “Si el hecho no ocurrió, no es posible que haya sido una acción individual. El presidente tenía conocimiento”. Eso declaró como testigo el miércoles 7, mientras aportaba su diario personal. LA SIDE EN LA MIRA. La SIDE, que siempre funcionó como una caja negra de la política, acapara la atención de la justicia. De allí habrían salido los fondos para concretar la operación. El arrepentido fue muy preciso en la referencia de lugares, personas y hechos. Muchos de estos elementos ya fueron corroborados por los investigadores judiciales. El ex secretario parlamentario del Senado contó que el 18 de abril de 2000, a las 14, concurrió a las oficinas de De Santibáñez para arreglar la entrega del dinero y que allí lo atendió la secretaria del entonces Señor 5, Gladis Mota. También narró que aquella noche regresó a la central de inteligencia y en el octavo piso, en la bóveda de la SIDE, Mota le entregó las famosas valijas con los 5 millones de pesos para repartir entre los senadores. En su viaje de regreso al Senado, siempre según el arrepentido, lo habría acompañado un chofer de la SIDE “de tez oscura, mediana estatura y con bigotes”. La secretaria Mota y quien luego se supo era el chofer personal de De Santibáñez, Luis Alberto Ruidía, tuvieron un paso controvertido por Tribunales, el lunes 5 y el martes 6. De Santibáñez nunca los dejó librados a su suerte. En la actualidad siguen siendo sus empleados. El ex jefe de los espías le paga a Mota, su secretaria de confianza desde 1986, un sueldo de 4.200 pesos mensuales-mas la cobertura médica-por concurrir de vez en cuando a sus oficinas de la calle Maipú, donde funciona la administración del haras Mayed S.A. La mujer de 46 años quedó inválida en una silla de ruedas tras un terrible accidente automovilístico que sufrió en abril, en el que murió su marido. “Los médicos me dijeron que era bueno ir a trabajar y el-por De Santibáñez-me insistió en que aunque sea vaya a la oficina” contó Mota en el juzgado federal. Ruidía tampoco dejó de tener contacto con su patrón. Hasta hace dos meses trabajaba como chofer de De Santibáñez con una sueldo pagado por la SIDE, pese a que el empresario delarruista renunció a la central de inteligencia en octubre de 2001. A regañadientes, Ruidía terminó admitiendo ante los fiscales y el juez que De Santibáñez aún le paga el teléfono celular y que le había prestado el auto Laguna color champagne con el que el martes 6 llegó a Tribunales. Tanto Mota como Ruidía negaron los dichos de Pontaquarto. Pero en sus relatos hubo algunas mentiras. EL REGISTRO. Gladis Mota llegó a Tribunales con un operativo de distracción. Una ambulancia vacía desorientó a los periodistas y ella pudo ingresar al despacho del juez sin sobresaltos. Estaba lúcida, según los que la escucharon, a pesar de que sus médicos anticiparon que luego del accidente tomaba psicofármacos. En medio de la testimonial, su sobrino- quien la acompañaba- miró el reloj, le tocó el hombro y le hizo recordar que debía tomar una pastilla. Ella pidió un vaso de agua. - No conocí a Pontaquarto mientras yo estaba en la SIDE- continuó la ex secretaria. ¿ Como puede ser, si hay dos entradas de Pontaquarto a la SIDE que dicen que Ud. lo recibió- la cruzó Juan Carlos Duré, de la Oficina Anticorrupción. Los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado se pusieron a revolver papeles buscando esa constancia. Encontraron el registro de la SIDE del 22 de agosto de 2000,donde figura su nombre. Ella quedó muda, abrió los ojos y atinó a decir: “No puede ser”. -¿ Y esta quien es ? Acá dice Gladis – la interrumpió Delgado. - Sería otra Gladys. Había otras Gladis en la SIDE. Estos papeles no son muy seguros. Al día siguiente, la SIDE desmintió esa información. El juzgado preguntó oficialmente si en el organismo trabajaba otra Gladis y, según pudo saber TXT, la respuesta fue negativa. Incluso el mismo Ruidía dijo que la secretaria de De Santibáñez era la única con ese nombre. El juez Canicoba Corral dará curso a un careo con Pontaquarto. Sin embargo, sin poder explicarlo demasiado, Mota admitió que el arrepentido la había llamado luego de retirarse de la función pública para contactarse con de Santibáñez y que este no lo había podido atender podido atender “por que siempre estaba de viaje”. Según Pontaquarto, los llamados eran para reclamar un puesto en la delegación de la SIDE en Francia. “Yo le prestaba la oreja por que el me decía que estaba sin trabajo”, explicó la testigo. -¿ Por que Pontaquarto la iba a llamar si no había ocurrido nada ?- le preguntaron. No se. Al final de la declaración concluyeron en la Fiscalía: “Mota se salvó de un flaso testimonio porque está inválida. Para la ex secretaria, 2000 no fue un buen año. Se vió envuelta en este escándalo y además en los registros del Banco Central figuran, entre marzo y septiembre de aquel año, 74 cheques rechazados por falta de fondos. GRAN LAGUNA. La llegada de Luis Alberto Ruidía para declarar en Comodoro Py, se mantuvo en el mas estricto secreto para evitar presiones. El chofer personal de De Santibáñez, llegó a las 10 al despacho del secretario del juzgado, Marcelo Sonvico, vestido con un costoso traje de seda marrón claro y zapatos abotinados de dos colores. Salió siete hora después con cara de alivio, aunque con una denuncia por falso testimonio en su contra. Los investigadores lo habían sometido a un tortuoso interrogatorio y a un sorpresivo careo con Pontaquarto, en el que no le fue bien. Ruidía, conocido en la SIDE como El Negro Alfa Romeo, empezó negando todo. Pero con el paso de las horas la descarga de preguntas lo llevó a contradecirse, nervioso. No se puso de acuerdo en el sueldo que ganaba en la SIDE , ni en cuando fue la última vez que vió a De Santibáñez. Ni siquiera fue claro en cuanto a si aún trabaja para el. “Se pisabatodo el tiempo y cuando trataba de arreglarla, era peor”, aseguraron fuentes judiciales. El juez Canicoba Corral, que entraba y salía del despacho, le advirtió una vez: “Recuerde que está bajo juramento y que tiene que decir la verdad”. El testigo se quedó mirándolo con cara de susto. Pero no cambió de actitud. A cuentagotas contó que el auto que tiene actualmente es de De Santibáñez. - ¿ Que otras cosas le dio Fernando de De Santibáñez- preguntó Sonvico. - Nada. Ni ticket canasta ni obra social...No me dio nada. - ¿ Tiene celular ?. - Si. - ¿ Está a su nombre ?. - No, es de London Group- se pisó: esa empresa pertenece a De Santibáñez. - ¿ Habló con De Santibáñez ?. - Si, me dijo que viniera a declarar tranquilo. - ¿ Cuando habló ?. - No, no hablo desde hace un mes. Sonvico se hartó y golpeó con las manos sobre el escritorio. Hace un mes nadie lo había citado a declarar. “¡O me dice todo junto o esto así no puede seguir!”, gritó el secretario, antes de dirigirse al juez para pedirle que el chofer quedara detenido. Luego lo persuadieron de que no era una estrategia adecuada. Sus frases contradictorias y sus silencios llegaron hasta la exasperación. “Se lo veía presionado”, explicaron en Tribunales. De todas formas, el chofer de De Santibáñez aportó algunas pistas. Admitió que, tal como había declarado Pontaquarto, el manejaba en la SIDE “un Laguna blanco con vidrios polarizados”. Y cometió un acto fallido cuando, en el careo con el arrepentido, le preguntaron si lo conocía. “En momentos como esos, uno no mira la cara de los choferes de otros senadores...”volvió a pisarse. Ruidía fue llevado a Tribunales luego de una publicación de TXT, que ya fue incorporada al expediente, en la que Pontaquarto identificó al chofer en una foto. Aparecía de sobretodo junto a su ex jefe en las escalinatas de Comodoro PY, al salir de una audiencia por el caso de las coimas, en agosto de 2000. “Es este, estoy seguro, le dijo Pontaquarto a esta revista. El pasado martes 6 se lo repitió en la cara a Ruidía. “Es mi versión. Yo no se nada”, se excusó el agente, en un tono temeroso. Los fiscales le pidieron a Ruidía que se pusiera de pie para corroborar si se ajustaba a las características físicas que había descripto Pontaquarto. La única diferencia es que no lleva bigote. Dos semanas antes, Pontaquarto había recorrido la SIDE en una inspección ocular en la que reconoció, con mucha precisión, cada uno de los lugares en los que jura haber estado aquella noche inolvidable: la oficina de De Santibáñez, la bóveda en el octavo piso y la entrada oculta por la avenida Alem. Para los investigadores, fue la primera buena señal. Otro de los ex funcionarios de la SIDE que en unas semanas se sentaría como imputado frente al juez, es el ex director de Finanzas, Juan José Gallea, quien tuvo sugestivas y continuas intervenciones en esta causa. La bóveda en cuestión estaba al lado de su oficina; el fue quien recibió en mano los 6.500.000 pesos que la SIDE retiró del Banco Nación una semana antes de la sanción de la ley de laboral; según los fiscales, “mintió sobre el destino de esos fondos”; y, por último, ex empleados de la SIDE lo involucraron en el supuesto robo de documentación clave del organismo, en diciembre de 2001. Gallea integra el equipo de profesionales que prepara la defensa de De Santibáñez. LAS FOTOS HABLAN. Fernando DE la Rúa no fue sincero a la hora de ahondar en su verdadera relación con Mario Pontaquarto. El ex presidente dijo públicamente que no había tenido vínculo cercano alguno con el ex secretario parlamentario y que no lo había vuelto a ver desde que abandonó su banca en el Senado. Pero una serie de fotos aportadas por el arrepentido-dos de ellas se publican en este número de TXT- lo desmienten. Pontaquarto en la campaña presidencial junto a De la Rúa; De la Rúa buscando el abrazo de Pontaquarto en la Convención Nacional de la UCR en 1999; Pontaquarto a su derecha en una foto grupal del bloque de senadores- publicada en la edición anterior-. La justicia analiza ese material. “De la Rúa me vio un montón de oportunidades-dice el arrepentido-. Fui a su asunción como Jefe de Gobierno y luego varias veces a Olivos. También hicimos viajes juntos al interior del país. Y estuve en aquella reunión, en la Casa Rosada.” Un dato mas: cuando todavía estaba en el Senado, De la Rúa apoyó la designación de Mario Pontaquarto como secretario parlamentario de la Cámara Alta. Para la Justicia, la responsabilidad política que pudo caberle a De la Rúa está comprobada. “Ahora tenemos que juntar mas elementos jurídicos por fuera de la acusación de Pontaquarto”, explican en el tercer piso de Comodoro Py 2002. Así es como Canicoba Corral dictó una batería de medidas para acumular pruebas a la hora de interrogar al ex presidente. Para lo que resta de enero, ya citó a declarar a una decena de empleados de la Casa Rosada que pudieron haber tenido algún conocimiento de la reunión mencionada por Pontaquarto, y pidió el libro de ingresos a la Casa de Gobierno. Su amigo desde hace 20 años, hombre de confianza y vecino en la quinta de Villa Rosa. Con el compartía su pasión por las aves de corral y los caballos . De Santibáñez fue el padrino del Grupo Sushi, que encabezado por su hijo Antonio rodeó a De la Rúa durante su gestión. Compartieron uno y mil secretos. ¿ También el que ocupa el juez ?. HECHA LA TRAMPA... ¿ Y LA LEY ? Por: Edi Zunino Los dichos populares suelen hablar de la viveza y, al mismo tiempo, de la torpeza de los pueblos. De su ingenio filoso y de su tibio sometimiento a la fatalidad. “Hecha la ley, hecha la trampa”, dice el refrán, uno entre miles, y en esas seis palabras sirven tanto para gritar en defensa propia “mirá que me di cuenta” como para susurrar que no “no hay remedio”, a modo de capitulación. El refranero está lleno de denuncias con fecha de vencimiento y, a la vez de condenas larga vida. Lo curioso es que denunciantes y condenados suelen ser siempre los autores anónimos de los refranes y quienes, también anónimos, los incorporan a su vocabulario como muletillas. Así se escribe la historia: Los abusos de poder generan mas pequeñas venganzas personales que grandes gestas colectivas, mas intentos de exorcismo que compromisos racionales. En los refranes está la materia prima de un arma llamada sentido del humor. Hiere. No mata. ¿ Pero que pasa cuando nos quedamos sin frase hecha, sin viveza criolla, sin arma ?. ¿ Que pasa cuando comprobamos que la trampa precedió a la ley , o incluso, que la propia ley era la trampa ?. Ahí está el caso de los sobornos en el Senado para sancionar la benignamente llamada Reforma Laboral. No fue una ley mas, y a esta altura de la festichola cuesta creer que haya sido la única sometida a las reglas de la compraventa. Con ella, las relaciones entre trabajadores y patrones se retrotrajeron a los días del preperonismo. Tras el eufemismo de la flexibilización, aquel engendro aliancista-promovido antes por otros, sin éxito-dejó en claro que para los que mandan hay derechos mas derechos que otros. Que la desventaja del mas débil puede ser razón de Estado. Que la jarra nunca se derrama sola: cuando está llena se la toman los mismos que la vaciaron antes, no vaya a ser que se deshidraten. Ahora, en las alturas se aggiornó el debate. Están los que quieren anularla y los que buscan apenas corregirla. De un lado y del otro del mostrador hay intereses poderosos. El sentido común-hermano musculoso del refrán-indica que habría que barajar y dar de nuevo pero con otro mazo, por que la banca había marcado las cartas. Los mas sensatos hablan de diálogo y consenso. Pero ojo, que si el diálogo y el consenso no se buscan en público, a la luz del día o al menos de una vela, una vez mas serán sinónimos de transa. Pero hay otra trampa en el camino. Viene sin ley, al menos hasta ahora. Ya casi nadie recuerda que el mismo Senado que votó aquella reforma trucha se negó a crear la figura del “arrepentido”, archivando en el cajón de los supuestos la lucha contra la corrupción ¿ Casualidad ? No importa. Si importa, en cambio que mientras Mario Pontaquarto salía de TXT y entraba a los Tribunales para institucionalizar su confesión de valijero, en Mérida, México, la ONU impulsaba una serie de medidas para combatir el robo oficial. La figura del “arrepentido estuvo entre sus recomendaciones. Argentina avaló esa convención. Ningún político argentino presentó aún un proyecto de ley para ponerse a tono con lo firmado allá lejos y hace días. Es bastante simple: si el Estado no se hace cargo del asunto, ni siquiera quedarán en pie los dichos populares como mecanismos de autodefensa. Y que la inocencia nos valga.