Asegurar la credibilidad de las estadísticas es un deber del Estado

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Proyecto Estratégico de la Universidad de Buenos Aires
PLAN FÉNIX
Asegurar la credibilidad de las estadísticas es un deber del Estado
“No acepten lo habitual como natural, pues en tiempos de
confusión generalizada, de arbitrariedad conciente, de
humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible
de cambiar”
Bertold Brecht
Las sociedades modernas basan su capacidad de generación de riqueza y
bienestar en el establecimiento de amplias redes sociales y productivas. A través
de ellas, virtualmente todos los individuos se involucran en la producción de la vida
material y cultural. Este conjunto de vinculaciones es de comprensión
extremamente compleja; por ello, se requieren instancias de información colectiva,
a través de las cuales los individuos acceden a un conocimiento que va más allá
del originado en el limitado ámbito de su experiencia cotidiana.
Esta información reviste el carácter de bien público, por lo que su proveedor natural
es el Estado. Por otro lado, entre los rasgos fundamentales de una sociedad
democrática se destacan la credibilidad y la transparencia de las acciones de
gobierno. Si hay algo que distingue a la democracia del autoritarismo es que, para
gobernar, este último debe apelar a la coerción, mientras que, en democracia, la
disponibilidad y libre flujo de la información es lo que permite conocer si los
gobiernos responden adecuadamente a los compromisos asumidos frente a la
ciudadanía y a los desafíos que les impone la gestión. Al mismo tiempo, la
información sirve para alimentar el proceso decisorio y la implementación
inteligente de las políticas públicas.
La información es el eslabón necesario entre el dato aislado -destello numérico o
documental de la realidad- y el conocimiento. Para servir a este propósito, los datos
deben ser intérpretes razonables de la realidad; de lo contrario, ni informan ni
permiten conocer. Cuando esto falla, una adecuada interpretación de dicha
realidad y, peor aún, la adopción de decisiones racionalmente elaboradas a partir
de bases ciertas se ve imposibilitada. Una situación como la descripta afecta a los
investigadores que emplean datos para generar conocimiento, a los propios
gobernantes, que deben utilizarlos para fundamentar sus políticas, y al conjunto de
los actores sociales.
Ya en oportunidades anteriores (ver “La medición de la pobreza y la necesaria
autonomía del INDEC” - agosto 2004 y "El debate sobre la inflación: ¿Reducir o
sostener el crecimiento?” - Mayo 2007), hemos señalado la necesidad de preservar
la credibilidad de las estadísticas oficiales y las condiciones para ello.
Desde hace algún tiempo, la información elaborada por el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (INDEC) viene siendo criticada, en función de un
cuestionamiento respecto de las fuentes y técnicas que utiliza para sus estadísticas
y los estudios basados en ellas.
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PLAN FÉNIX
Esta situación le ha acarreado al INDEC un creciente descrédito y una pérdida de
confianza en la calidad de su producción. Por otra parte, este escenario ha dado
lugar a la proliferación y difusión de datos producidos por fuentes alternativas de
discutible calidad. Estos datos, en condiciones normales, serían vistos como muy
dudosos; pero, frente al descrédito mencionado, son objeto de consideración
pública. Se trata de un escenario que perjudica a la propia conducción
gubernamental, por la erosión de credibilidad; incluso, algunos indicadores
positivos –como la reducción importante en los niveles de desempleo en estos
últimos años– hoy son relativizados o puestos en duda por tales fuentes
alternativas.
Desde el Plan Fénix, consideramos que es imperativo superar la actual situación,
devolviendo confianza a la información producida por el INDEC. Para ello, creemos
que debe avanzarse tan pronto como sea posible en un proceso de normalización,
que apunte a asegurar la autonomía de su conducción y la calidad de sus
productos.
El proceso de recuperación es perfectamente viable, demandando únicamente una
firme decisión política de las autoridades nacionales. El conjunto de las
universidades nacionales puede proporcionar un amplio sustento, eventualmente
con el asesoramiento externo, que en el pasado ha brindado asistencia técnica en
esta materia, como fue el caso de la CEPAL. Este proceso debería culminar con un
nuevo andamiaje legal, que permita asegurar la permanencia en el tiempo de una
operación normalizada del sistema estadístico.
Conviene enfatizar además que, en una época donde se impone la transparencia y
el libre acceso a las bases informativas, es indispensable que los organismos
involucrados en su producción también contribuyan a su comprensión –en tanto
conocedores del origen y calidad de los datos –fundada en criterios técnicos
sólidos. Esto permitirá brindar un ancla interpretativa que prevenga evaluaciones
antojadizas, como los que abundan desde hace un tiempo.
La crisis económica mundial –a no dudarlo– hace y hará sentir sus efectos en
nuestros países; para enfrentar esta circunstancia, requerimos contar con un
Estado técnicamente sólido y una sociedad cohesionada en torno del objetivo de
asegurar un desarrollo con equidad. Superar la actual situación del sistema
estadístico argentino es un paso ineludible, a este efecto.
Desde el Plan Fénix, convocamos tanto al Gobierno como a todos los demás
actores sociales involucrados a avanzar decididamente en esa dirección.
Plan Fénix
Buenos Aires, abril de 2009
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