La Ética

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La Ética
A lo largo de la historia, pensadores han dado ideas y teorías sobre la ética, pero todos concuerdan en que es
una parte de la filosofía que trata de los actos morales, normas de conducta sobre el bien y el mal en el ser
humano término desarrollado a través del tiempo. Cada uno con concepciones diferentes pero con el objetivo
de querer indagar la conducta humana, explicaré acontinuación dos pensadores, Platón uno de los filósofos
griegos, y a San Agustín de Hipona que formó parte de la filosofía medieval.
Platón provenía de una familia aristocrática en Atenas, tenía ambiciones políticas pero estaba decepcionado
con los gobernantes de Atenas. Fue discípulo de Sócrates, aceptó su filosofía y su forma dialéctica de debate:
la obtención de la verdad por medio de preguntas, respuesta y más preguntas. Los escritos de Platón adoptan
forma de diálogos donde se exponía, se discutían y criticaban ideas filosóficas.
La ética platónica mantiene una estrecha relación con su visión antropológica y metafísica. Alma y cuerpo,
como dos elementos distintos e irreconocibles entre sí: el cuerpo es la cárcel del alma, el lugar donde ésta se
hace esclava de lo material y lo pasional. Mientras el hombre permanezca ligado a su cuerpo, se encontrará
incapacitado para la felicidad y para el verdadero conocimiento. Alcanzar esto sólo será posible si dominamos
nuestra parte material.
El hogar del alma no es la materia sino el mundo de las ideas pues su naturaleza, es inteligible e inmaterial,
pero permanece encerrada en el cuerpo por causa de un accidente o caída cósmica de dimensiones y
consecuencias trágicas. Este accidente Platón lo explica así con su mito del carro alado: dice Platón que el
alma es como un carro con alas guiado por un auriga, conductor de carruajes, que simboliza la parte más
elevada del alma o parte racional, e impulsado por la fuerza de dos caballos, uno blanco y bello, que simboliza
el arrojo y la fuerza de la voluntad o parte propensa a irritarse del alma y otro negro y deforme que representa
el deseo y la pasión por lo sensible, o parte concupiscible del alma (atracción natural de los bienes sensibles);
el carro alado es difícil de gobernar dada la continua tendencia del caballo negro a desviarse del camino, pese
a las órdenes del auriga y el recto paso de su compañero de tiro; esta pobre conducción provocó al fin que el
alma se precipitara desde el mundo de las ideas al mundo sensible, cayendo así presa de la cárcel del cuerpo.
Pero el alma tiende a liberarse de su prisión, es decir, tiende a secretamente hacia el mundo de las ideas, que
contempla antes de su caída y que recuerda inconscientemente.
Los conceptos morales no son fruto de una convención o pacto entre los hombres, ya que se refieren a
realidades existentes y permanentes (ideas) que son independientes de la razón y la voluntad humanas. Sin
embargo es a través de la razón como el hombre puede tomar contacto con la realidad moral, realizándola en
su persona.
Platón afirma que sólo el sabio es el virtuoso, porque únicamente conociendo qué es la virtud, es decir, la idea
a la que se refiere el concepto "virtud", hay posibilidad de serlo en la vida práctica. El saber y la virtud
coinciden y se necesitan recíprocamente. El dice que la virtud es conocimiento y que éste puede ser
aprendido.
Lo justo en sí, la bondad en sí, la prudencia, etc., esto es los valores morales existen por sí mismos, por ello es
posible definirlos objetivamente y, una vez conocidos llevarlos a cabo en la vida práctica. El sabio no podrá
ser malo, ya que el mal es fruto de la ignorancia, un defecto que no radica en nuestra naturaleza sino en el
cumplimiento de lo esencial de nuestra naturaleza (la racionalidad).
Aquí aparece el antihedonismo platónico: los placeres corporales y materiales no sólo no conducen a la
felicidad sino que incluso la impiden. Virtuoso y feliz será aquel que purifique su alma de las pasiones y
desórdenes del cuerpo y se vuelquen hacia el mundo dialéctico, el único capaz de realizar humanamente al
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hombre. La virtud puede entenderse como un equilibrio y armonía entre las distintas partes del alma. Deben
desarrollarse tal acuerdo entre ellas que se unifiquen los distintos elementos que conforman el compuesto
humano, sometiéndolos a la razón.
Afirmaba que la clase social de una persona viene determinada por un proceso educativo que empieza en el
nacimiento y continúa hasta que esa persona ha alcanzado el máximo grado de educación compatible con sus
intereses y habilidades. Los que contemplan todo el proceso educacional se convierten en reyes filósofos. Son
aquellos cuyas mentes se han desarrollado tanto que son capaces de entender las ideas, y por lo tanto toman
decisiones más sabias. El sistema educacional de Platón está, ante todo, estructurado para producir reyes
filósofos.
Aplicando esto que decía Platón a nuestra realidad nacional pienso que, en Costa Rica un país democrático,
donde gozamos de derechos, deberíamos buscar un fundamento del bien en todo aspecto político, social,
educativo etc., donde no alimentemos nuestras pasiones sino actuar de forma racional, buscando siempre la
verdad, por medio de una sociedad justa, porque mientras tengamos nuestro cuerpo y alma sumidas en la
corrupción, nunca poseeremos el objeto de nuestros deseos, es decir la verdad para vivir en un país mucho
mejor.
El cuerpo, o nuestros deseos carnales nunca nos conducen a la sabiduría porque en él abundan las pasiones,
todos lo prejuicios un nuestra sociedad provienen del ansia de amontonar riquezas, cosas materiales que nos
llenan de ambición y egoísmo que no nos conduce a ninguna parte, únicamente al camino erróneo. Hasta que
no cambie la manera de pensar del ser costarricense menos cambiara un sistema social, donde todos sean
justos y llenos de virtud para poder convivir en paz y armonía unos con otros.
Desde mi punto de vista, estoy a favor del pensamiento o ideas de Platón ya que el hombre debe purificar su
alma, que es la que debe dominar toda su razón de existir y forma de desenvolverse en la vida. La sabiduría
nos lleva siempre hacia delante, hacia una vida feliz, debemos vivir sabiamente, no dejarnos corromper por
falsas ideas carnales y materiales, sino mirar nuestro interior con los ojos del alma, para tener en cuenta las
verdades eternas que nacen en nuestra alma y que sólo reflexionando, podemos asumir como normas siempre
vigentes de nuestra conducta moral.
Para que la ética se genere debe estar basada en la recta razón de un hombre que sea sabio y justo este hombre
debe tener las cualidades necesarias para poder cimentar un gobierno, estas cualidades no le son
proporcionadas por sus impulsos corpóreos, o por las pasiones que lo dominan. Solamente la razón es la que
da los parámetros, para levantar un hombre lleno de virtudes y sabiduría. Desde la opción de un hombre sabio
y justo se abre la oportunidad para una forma de estado equitativo entre los hombres y la posibilidad del
desarrollo ético.
La educación es un factor importantísimo para formar ciudadanos con un criterio y puntos de vista óptimos,
que sirvan para reflexionar y ver que es lo que esta mal en nuestro país, y de esta manera poder dar soluciones
que sirvan para acabar un problema en su totalidad no para disimularlo por un tiempo y que después
reaparezca peor de lo que estaba. El ciudadano, el político, todo ser en una sociedad, debe guiar sus acciones
con la razón forjando siempre un mañana mejor para las generaciones nuevas, no con corrupción ni mentiras
que opacan la democracia en la que vivimos.
El segundo pensador, San Agustín de Hipona, filósofo o teólogo, máximo exponente de la Patrística, utilizó el
platonismo para fijar el dogma cristiano y combatir las herejías, contribuyendo, a la difusión de la cultura
griega en la Edad Media. Vivió en una época de gran inestabilidad social y política: la crisis y
derrumbamiento del Imperio Romano.
El punto de partida de la filosofía de Agustín es el problema de la verdad. En íntima dependencia con el
pensamiento grecorromano, el hiponense reivindica la razón como única facultad capaz de alcanzar la verdad
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y superar el escepticismo, verdadero obstáculo para abrazar la fe y lograr la felicidad.
El fundamento de la moral, lo constituye la ley eterna, la cual es la razón que prescribe conservar el orden de
la naturaleza y prohíbe el perturbarlo; por lo que la buena voluntad que está en la observancia del orden es
buena y, la que lo perturba es mala. La voluntad divina no puede actuar en contra del orden de la naturaleza y
mucho menos del ser humano, porque éste es libre; tampoco puede ejercer su poder arbitrariamente sobre la
naturaleza humana a través de los males, porque éstos no los dio Dios al mundo. La voluntad humana, para
alcanzar el deber ser, que corresponde a la ley moral y que significa el grado para poder unirse con Dios,
necesita de la gracia que el creador otorga solamente a las voluntades buenas
.
Por otra parte, cuando hablamos del mal, nos referimos a algo que no es, o algo que tiende hacia el no ser;
Dios no creó el mal, ya que de él sólo pueden emanar cosas buenas; más bien, el mal se deriva de lo creado,
como una desviación del deber ser, un alejarse de Dios. De ahí que San Agustín dice: El bien que hay en mí es
obra Tuya, un don Tuyo, el mal que hay en mí, es mi pecado. Referente al tema del mal, plantea tres planos:
a) El mal metafísico − ontológico. En el cosmos no existe el mal, sino que existen solamente grados inferiores
de ser en comparación con Dios. b) El mal moral es el pecado, y el pecado depende de la mala voluntad y ésta
a su vez no tiene una causa eficiente sino, más bien, una causa deficiente. c) El mal físico, al que
corresponden las enfermedades, los padecimientos, los dolores anímicos y la muerte, como consecuencias.
En el tema de las dos ciudades, San Agustín expone que la moralidad es el amor a Dios, y el alejamiento de
Dios, el mal moral. Por lo que la especie humana la divide en dos campos, el de los que aman a Dios, por
encima de sí mismos, la Ciudad de Jerusalén, o ciudad de Dios; y el de los que se aman así mismo, llegando
hasta el desprecio de Dios, la ciudad de Babilonia o ciudad Terrena. Estas dos ciudades tienen un correlativo
en el más allá, en el ejército de los ángeles rebeldes y en el de los que permanecieron fieles a Dios.
La relación del hombre a Dios es la relación de un ser finito al ser infinito, y de ahí resulta que el abismo no
puede ser franqueado sin la ayuda divina, sin la gracia. El hombre al tratar de vivir por su propia fuerza, sin la
ayuda de la gracia liberadora de Dios, es vencido por los pecados; pero en su libre voluntad existe el poder de
creer en Dios y recibir la gracia.
La ley se dio, pues, para que la gracia pudiera ser buscada; la gracia se dio para que la ley pudiera ser
cumplida. La gracia refuerza la debilidad de la voluntad humana, lo cual le permite hacer lo que en su
debilidad encuentra imposible. Ley moral, concebida por San Agustín, como el grado en que la voluntad logra
unirse con Dios, pero cabe aclarar que esa elevación de la voluntad es efectuada por la gracia.
En su búsqueda de la certeza, el hombre ha de encontrar dentro de sí, en su alma, aquello que de permanente y
necesario hay en las cosas: su inteligibilidad misma. La verdad necesita interioridad y el yo se convierte en el
lugar propio de la certeza, anulando así todo posible escepticismo.
El pensamiento de Agustín opera un constante movimiento de lo exterior a lo interior y de éste a lo superior
(Dios). La concepción dual de la realidad se deja sentir también en la concepción agustiniana del hombre. Éste
es un ser compuesto de dos substancias radicalmente distintas: el alma y el cuerpo, siendo el hombre
propiamente su alma, entendida cristianamente como, imagen de Dios.
Al estar estrechamente unida al cuerpo, el hombre, como alma, se halla en una condición oscilante y ambigua
entre la luz (Dios, el bien) y la oscuridad (el mal, el pecado). Pero Agustín no responsabiliza a Dios del mal
que hay en el mundo. El mal no es ser, no es creación, sino defecto o ausencia de ser y de bien: todo lo creado
es bueno por su origen, pero malo y defectuoso por naturaleza.
El mal físico depende de la mutabilidad y carencia de ser que hay en las cosas creadas, siendo inherente a toda
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creatura. El mal moral, sin embargo, depende del uso que hagan los hombres de su propia libertad.
Agustín diferencia el libre albedrío de la verdadera libertad. El libre albedrío es la posibilidad de elegir
voluntariamente el bien o el mal, opción que tiende siempre hacia el polo negativo. Como consecuencia del
pecado original y por estar el hombre sujeto al dominio del cuerpo, es difícil que elija dejar de pecar. Por ello,
sólo la libertad, entendida como una gracia divina que nos empuja a hacer exclusivamente el bien, puede
redimirlo de su condición y hacerlo merecedor y capaz de buenas obras.
La fe misma es también producto de la gracia divina y no depende del libre albedrío. Ahora bien, la
posibilidad de elección no es, para Agustín un asunto exclusivo de la voluntad. También el amor impulsa a la
virtud y a acatar el orden divino y es el origen de toda una concepción lineal de la historia.
El acontecer histórico está determinado por el designio de Dios, que ordenó el curso de los tiempos y que se
desarrolla como una lucha entre dos géneros distintos de sociedad (simbolizados por dos ciudades, Roma y
Jerusalén): la de los que viven según la carne, paganos y amantes de sí mismos y la de los que viven según el
espíritu, cristianos y amantes de Dios. Ambas ciudades subsisten y se dan juntas en el mismo devenir
histórico, pero sólo la ciudad de Dios, como ideal y fin de la historia, conseguirá triunfar e imponer la paz
perpetua.
Aplicando esto a la realidad nacional, San Agustín decía que la iglesia debe conformar moralmente la
estructura del Estado, que el Estado no es como tal un instrumento político de Dios; pero en la actualidad ya
ni en la iglesia se puede confiar San Agustín dijo esto por el contexto social en el que vivió, claro está, no me
parece que la iglesia últimamente, sin generalizar, halla actuado con mucha ética. Pienso que el hombre es
libre de escoger su camino el que quiera llevar, Dios pone todo lo necesario para que uno se guié, el problema
está en seguir el malo que puede perjudicar a una sociedad entera, por ejemplo un presidente que sea corrupto
puede llevar a un país al atasco y pobreza total si no guía sus actos como debe, si lo hace tratando de
complacer sus propias necesidades y gustos, solamente beneficiándose él, no podemos progresar, ni decir que
somos un país democrático mucho menos honesto con gobernantes así. Teniendo gente corrupta en todo lado
incluyendo en la iglesia ¿quien debe tomar las decisiones de Costa Rica?... no lo se pero por eso la mentalidad
de la gente debe cambiar primero siendo solidarios unos con otros.
Con San Agustín estoy de acuerdo con lo que él pensaba sobre el libre albedrío, considero que cada hombre
puede escoger lo que mejor le convenga, entre el bien y el mal, verdad y mentiras, justicia e injusticia, pero al
final ambos grupos de personas, las que eligieron el bien y los que eligieron el mal deben convivir, y Dios
tendrá el triunfo sobre todos.
Nosotros siendo libres debemos asumir responsabilidades sobre las acciones que llevamos a cabo. Pienso, al
igual que él que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros que se va a ir realizando a través de la historia.
La historia tiene un pasado, que fue la espera del Mesías, un presente que se prolonga a través de la de la
presencia histórica de la iglesia; y el porvenir que será con la segunda venida de Cristo.
Algo que me parece muy cierto es que acciones buenas o malas todas contribuyen con el plan de Dios, a veces
diversas situaciones ocurren por que nuestro salvador ya las tiene programadas para que nos lleven a
reflexionar sobre la vida y nuestra razón de vivir.
Finalizando quiero agregar que la ética seguirá teniendo aportes conforme pase el tiempo, pero siempre tendrá
bases firmes y concretas como las que pusieron estos dos personajes de los que se constituye este ensayo. Ya
los futuros filósofos tendrán ideas de donde pueden elaborar cu propio criterio sobre este tema.
Carlos Marx:
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• Concepto de hombre:
Carlos Marx es defensor de un humanismo realista. Según él, el hombre es el protagonista de la Historia, que
no es otra cosa que la actividad del hombre en prosecución de sus fines.
La antropología marxista hace hincapié en el carácter activo y transformador del hombre. El hombre es un ser
productor, transformador y trabajo creador; trasforma la naturaleza exterior, se plasma en ella, y a la vez, crea
un mundo a su medida.
El primer hecho histórico es la producción de los medios para la satisfacción de las necesidades básicas (para
vivir es necesario comer, beber, tener una habitación, un vestido y algunas otras cosas). Además de ser un ser
activo y productor, el hombre es un ser social. Sólo produce, produciendo a su vez determinadas relaciones
sociales (relaciones de producción) sobre las cuales se elevan las demás relaciones humanas.
Por consiguiente, la visión de Marx sobre el hombre es la siguiente: El hombre, sin embargo, no es sólo ser
natural, sino ser natural humano, es decir, un ser que es para sí, que por ello es ser genérico, que en cuanto tal
tiene que afirmarse y confirmarse tanto en su ser como en su saber. Ni los objetos humanos son, pues, los
objetos naturales tal como se ofrecen inmediatamente, ni el sentido humano, tal como inmediatamente es, tal
como es objetivamente, es sensibilidad humana, objetividad humana. Ni objetiva ni subjetivamente existe la
naturaleza inmediatamente ante el ser humano en forma adecuada; y como todo lo natural tiene que nacer,
también el hombre tiene su acto de nacimiento, la historia, que sin embargo, es para él una historia sabida y
que, por tanto, como acto de nacimiento con conciencia, es acto de nacimiento que se supera a si mismo. La
historia es la verdadera historia natural del hombre (a esto hay que volver).
En suma lo que pretende hacer Marx es una solución practica de la ética, derrocando las desigualdades
históricas como el trabajo y la religión, porque en estas dos dimensiones culturales, el hombre deja de ser
hombre y se convierte en un instrumento del poder para convertirse en objeto dejando su identidad como
sujeto, y lo que es peor aún es que el hombre no despierta de esa opresión sino que continua y sigue
manteniéndose en la enajenación de la aspiración al bienestar a través del trabajo y la felicidad de una vida
eterna en la religión.
• Justificación:
En Costa Rica se debe promover el modelo expuesto por Marx porque se debe crear un estado de cosas que
permita a cada miembro de la sociedad participar no sólo en la producción, sino también en la distribución y
en la administración de las riquezas sociales, y que, mediante la dirección planificada de toda la producción,
acreciente de tal modo las fuerzas productivas de la sociedad y su rendimiento, que se asegure a cada cual, en
proporciones cada vez mayores, la satisfacción de todas sus necesidades razonables.
Para que no sólo un determinado grupo de personas se beneficie de la producción de cualquier tipo, en un país
como el nuestro se debe hacer una justa repartición de las riquezas, así como todos enfrentamos los problemas
a nivel nacional también debemos disfrutar juntos los logros económicos u otros aspectos.
El hombre necesita en primer término comer, beber, tener un techo y vestirse, y por tanto, trabajar, antes de
poder luchar por el mando, hacer política, filosofía, etc. Toda la historia, hasta hoy, se ha movido en
antagonismos y luchas de clases, que ha habido siempre clases dominantes y dominadas, explotadoras y
explotadas, y que la gran mayoría de los hombres ha estado siempre condenada a trabajar mucho y disfrutar
poco.
David Hume:
• Concepto de Hombre:
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El decía que el único objeto de la filosofía es el hombre. Intentó probar que la razón y los juicios racionales
son tan sólo asociaciones habituales con diferentes sensaciones o experiencias en la vida del ser humano.
Hume dio un paso revolucionario en la historia de la filosofía occidental al rechazar la idea de causalidad,
argumentando que la razón nunca podrá mostrarnos la conexión entre un objeto y otro si no es ayudada por la
experiencia y por la observación de su relación con situaciones del pasado. Cuando la mente, por tanto, pasa
de la idea o la impresión de un objeto, a la idea o creencia en otro, no se guía por la razón, sino por ciertos
principios que asocian juntas las ideas de esos objetos y los relaciona en la imaginación. El rechazo de la
causalidad implica también un rechazo de las leyes científicas, que se basan en la premisa de que un hecho
provoca otro de forma necesaria y, como resulta predecible, siempre lo hará. Según la filosofía de Hume, por
tanto, el conocimiento de los hechos es imposible, aunque admitía que en la práctica las personas tienen que
pensar en términos de causa y efecto, y que deben asumir la validez de sus percepciones para no enloquecer.
También admitía la posibilidad de conocimiento sobre las relaciones entre las ideas, como las relaciones entre
los números en matemáticas. Su escéptico planteamiento también negaba la existencia de la sustancia
espiritual defendida por Berkeley y de la sustancia material defendida por Locke. Yendo aún más lejos, Hume
negaba la existencia de una identidad del yo, argumentando que como las personas no tienen una percepción
constante de sí mismas como entidades diferentes, no son más que un conjunto o colección de diferentes
percepciones.
• Justificación:
Pienso que el pensamiento de Hume es muy certero en estos momentos con nuestra realidad nacional donde
tenemos muchos problemas sociales, los cuales empiezan desde que el ser humano esta creciendo, se
desenvuelve en una sociedad problemática donde abundan prejuicios, los cuales provienen casi siempre del
campo político, económico o social.
Considero que si se estudia al hombre como debe ser, y se analiza en él, cada aspecto en su vida, y tratando de
satisfacer sus necesidades emocionales y psicológicas, actuando, este pensamiento se confirmará en la
práctica. Entonces nos veremos obligados a formar nuevas tácticas o estrategias para vencer los obstáculos
que nos impidan vivir en una sociedad armoniosa.
Práctico me refiero como Hume, a responder a las necesidades del ser humano.Tenemos que analizar la
percepción de nuestro gobierno, por ejemplo, y comprobar que está mal para opinar y dar nuestro criterio, ya
que no podemos afirmar algo que no se puede demostrar por nuestros propios medios.
En el campo social debemos analizarnos individualmente y ver que aporte positivo o beneficioso le podemos
dar a nuestra sociedad, se debe pensar si queremos una sociedad prejuiciosa para nuestros hijos, si queremos
un lugar donde se puedan valer por ellos mismos sin temores al salir de sus casas, con esta idea debemos
reflexionar pero actuar porque sino seguiremos como estamos y no habrá solución entre más crezca la
población costarricense.
UNIVERSIDAD ESTATAL A DISTANCIA
ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
CÁTEDRA PERSPECTIVAS FILOSÓFICAS DEL HOMBRE
CENTRO UNIVERSITARIO DE CARTAGO
TAREA DE PERSPECTIVAS FILOSÓFICAS DEL HOMBRE
CÓDIGO: O22
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GRUPO: O4
I CUATRIMESTRE 2006
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