la transmisión de la fe a los jóvenes hoy

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LA TRANSMISIÓN DE LA FE A LOS JÓVENES HOY
Jesús Rojano Martínez (SDB)
1. La situación y sus retos
A la hora de valorar la transmisión de la fe cristiana a las generaciones jóvenes en España
tenemos que reconocer que vivimos una situación difícil, especialmente si nos referimos a
la mayoría de los jóvenes, y no sólo a los que participáis en la vida de las parroquias y de
los diversos movimientos cristianos. Como muestra, no uno, sino tres botones. Aquí van:
- En el último estudio sobre valores juveniles de la Fundación Santa María se lee lo
siguiente: “En 1994, dos terceras partes de los jóvenes españoles afirmaban que eran
“miembros de la iglesia y que pensaban seguir siéndolo”. En 1999 ya eran solo la mitad y
en el año 2005 es un 29%” (cito del resumen facilitado por la propia Fundación Santa
María).
- Hace poco –primeros de mayo de 2006- el Rector Mayor o Superior General de los
Salesianos, Pascual Chávez, de visita en España, declaraba: "Lo que era la cadena de
transmisión de una experiencia religiosa está rota. Y lo está porque antes dicha transmisión
comenzaba en la familia, que era el ambiente natural en que se crecía humanamente y en la
que también se maduraban concepciones religiosas y formas de comportamiento. Esto no
existe hoy. La familia se ha debilitado mucho en su capacidad de dar hijos al mundo y de
educar. Como la familia no toma en serio su tarea de educar, la escuela tampoco puede
educar, sino que sólo instruye y comunica conocimientos. Si esto pasa en el campo
específicamente humano, mucho más pasa en el campo religioso".
- El recientemente publicado Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española 20062010 reconoce que se da hoy “una débil transmisión de la fe a las generaciones jóvenes”
(PPCEE 2001-2006, nº 4).
2. Líneas de respuesta
Dicen los que conocen el idioma chino, que como sabéis es idiográfico (las palabras se
forman dibujando conceptos o ideas, no juntando letras), que el ideograma o dibujo que
se usa como traducción de crisis significa a la vez desafío y reto. Así debemos leer los
cristianos hoy la difícil situación a la que nos acabamos de referir. Rendirse o tirar la
toalla nunca es una opción para el seguidor de Jesús. También en esta realidad juvenil
de ahora “el Espíritu habla a las iglesias”, como leemos varias veces en el Libro del
Apocalipsis... Otra cosa es si elegimos escucharle o no, claro.
En 2003 escribía Juan Pablo II uno de sus últimos documentos. En él se dirigía a los
cristianos europeos y lanzaba unos caminos de futuro a la Pastoral Juvenil que merece la
pena citar detenidamente, pues describe con claridad los caminos de respuesta al reto
que supone hoy la transmisión de la fe a los jóvenes:
“Animo además a la Iglesia en Europa a dedicar una creciente atención a la educación de los jóvenes en
la fe. Al poner la mirada en el porvenir no podemos dejar de pensar en ellos: hemos de encontrarnos con
la mente, el corazón y el carácter juvenil, para ofrecerles una sólida formación humana y cristiana(...)
Para lograrlo hace falta renovar la pastoral juvenil, articulada por edades y atenta a las distintas
condiciones de niños, adolescentes y jóvenes. Es necesario además dotarla de mayor organicidad y
coherencia, escuchando pacientemente las preguntas de los jóvenes, para hacerlos protagonistas de la
evangelización y edificación de la sociedad. En este quehacer hay que promover ocasiones de encuentro
entre los jóvenes, para favorecer un clima de escucha recíproca y oración. No se ha de tener miedo a ser
exigentes con ellos en lo que atañe a su crecimiento espiritual. Se les debe indicar el camino de la
santidad, estimulándolos a tomar decisiones comprometidas en el seguimiento de Jesús, fortalecidos por
una vida sacramentalmente intensa. De este modo podrán resistir a las seducciones de una cultura que con
frecuencia les propone sólo valores efímeros e incluso contrarios al Evangelio, y hacer que ellos mismos
sean capaces de manifestar una mentalidad cristiana en todos los ámbitos de la existencia, incluidos el del
ocio y la diversión” (JUAN PABLO II, La Iglesia en Europa, nº 61-62).
En el texto citado Juan Pablo II pide saber escuchar las preguntas de los jóvenes y
encontrarse con ellos. Para evangelizar a los jóvenes hay que saber primero escucharles.
Al igual que los primeros cristianos supieron ser judíos y fieles a Jesucristo, y después
griegos y fieles a Jesucristo, nosotros hoy podemos y debemos ser, como recordó Juan
Pablo II en su visita de mayo de 2003 a Madrid, “modernos y profundamente fieles a
Jesucristo”. En los momentos de crisis graves, los mejores cristianos, los que han
aportado soluciones, siempre han vuelto la mirada a lo esencial: a Jesús el Cristo. Sólo
hay un modelo pastoral permanentemente válido, un camino siempre nuevo, y es la
actuación de Jesús, que vivió según lo que algunos han llamado el Principio
Encarnación. Si Él, que era la Palabra, habitó entre nosotros y asumió nuestra carne (cf.
Jn 1) y siendo rico se hizo pobre por nosotros para darnos su riqueza (cf. 2 Cor 8, 9),
sólo compartiendo la vida de los/as jóvenes de hoy se puede hacer pastoral juvenil
cristiana (y “cristiana” aquí quiere decir “como la de Cristo”). El Buen Pastor que fue
Jesús no salvaba con el mando a distancia, sino compartiendo vida. No hubiera
conocido a cada uno de los suyos por su nombre desde un despacho, eso seguro. Y todo
ello, no por una fría táctica o estrategia, sino porque tanto amó Dios al mundo, que no
dudó en entregarle a su Hijo único para salvarlo (cf. Jn 3,16-17).). Ya lo dijo San
Pablo, maestro de pastores en tiempos difíciles: «Con los judíos, me conduzco como
judío... Con los que no se atienen a la ley, actúo como si fuera uno de ellos con tal de
ganarlos...A todos traté de adaptarme totalmente, para conseguir, cueste lo que cueste,
salvar a algunos» (1 Corintios 9, 20-22).
3. Algunas propuestas concretas
Antes citaba unas palabras del Superior general de los Salesianos. Él resume así las
tareas urgentes de la Pastoral Juvenil europea hoy: “Ofrecer a los jóvenes de esta
sociedad el testimonio inmediato de la primacía de Dios, de la fraternidad evangélica,
del cuidado de los más pobres, excluidos y marginados. Tareas que se concretan en
llevar a los jóvenes a un encuentro personal con Dios revelado en Jesús, siendo testigos
de Él, pues hoy no se puede hablar de Dios de memoria; y en crear fraternidad, en una
sociedad caracterizada por un fuerte individualismo”. De ahí se deducen tres tareas
concretas que debe afrontar hoy una pastoral juvenil actualizada:
a) Centralidad de Jesucristo.- En los tiempos de crisis se debe ir a garantizar lo
esencial. Dicho en palabras del Plan Pastoral citado antes: “Ahora nos toca tomar
conciencia de que lo importante no es tanto hacer «programas nuevos» cuanto vivir la
novedad permanente del evangelio y orientar nuestros esfuerzos a lo nuclear de la vida
cristiana: el encuentro con Cristo, pues «no se comienza a ser cristiano por una decisión
ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona,
que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.» BENEDICTO
XVI, Carta Encíclica Deus caritas est, 1” (PPCEE 2001-2006, Nº 3). Y es que “es
imposible tratar con Jesucristo y no crecer en deseos de conocerle más y mejor”
(PPCEE, nº11).
b) Iniciar en la vivencia completa de la fe cristiana, y no limitarse a catequesis teóricas.
Los jóvenes aprecian lo vital más que lo teórico. Y esa característica –aunque tenga sus
defectos si excluye toda reflexión- enlaza con lo mejor del catecumenado cristiano de los
primeros siglos. Hay que buscar y realizar “una catequesis más vinculada a la acción
litúrgica, a los sacramentos de la iniciación, al testimonio de la caridad, en definitiva, al
conjunto de la memoria viva de la comunidad cristiana”. (PPCEE 2001-2006, nº 14). Así
pues, “los contenidos doctrinales han de poder ser contrastados en el trato personal con
Cristo” (PPCEE 2001-2006, nº12).
c) Solidaridad con los pobres y marginados.- Los cristiano/as más admirados por los
jóvenes son los que entregan su vida al servicio de los necesitados. Recordemos a Teresa
de Calcuta y tantos otros. Una transmisión de la fe cristiana a los jóvenes que se
desentienda de ello no es completa ni sólida: “No podemos hacernos ilusiones: por el amor
mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos
discípulos de Cristo (cf. Jn 13, 35; Mt 25, 31-46)” (JUAN PABLO II, Mane vobiscum 28).
“Jesucristo, que nos sale al encuentro en la Eucaristía, es el mismo que quiere encontrarse
con nosotros en los pobres de este mundo” (PPCEE 2001-2006, nº 34).
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