Derechos del paciente

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Derechos del paciente
Por Jimena Noziglia
A mediados del siglo XX comienza a modificarse la relación paternalista médico/paciente,
donde el saber es potestad del médico, quien decide sobre el bienestar del paciente sin darle
participación alguna.
A partir del empoderamiento del paciente y el acceso a la información es que el paciente
comienza a tomar participación en su tratamiento, en la toma de decisiones en su tratamiento,
en la contemplación de alternativas, y se atreve a cuestionar este saber, tomando
participación activa en el proceso de su propia atención. Así, esta relación paternalista se
transforma en una relación de autonomía, en la que el paciente puede, libremente, buscar
segundas opiniones, consentir o no en las prácticas y los tratamientos y exigir detalles
comprensibles de su estado de salud, evolución y pronóstico.
El derecho a la salud como derecho humano que le viene a abrir las puertas al pleno goce
del resto de los derecho humanos. Salud, que todos necesitamos para poder ocuparnos de la
práctica y ejercicio de derechos civiles y políticos en igualdad de condiciones y plenamente.
En la primera mitad del siglo XX, la sociedad comenzó a reclamar el derecho a la salud:
derecho al que, por raza, condiciones económicas, sociales, ideológicas, de condición o
religiosas, la mayor parte de la población estaba lejos de poder alcanzar.
La Constitución de la Organización Mundial de la Salud, desde 1946, reconoce el derecho a
la salud de todo ser humano sin discriminación alguna cuando declara expresamente que: “el
goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales
de todo ser humano, sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o
social.” Hoy podemos pensar que es obvio, pero aún sigue siendo una realidad vigente, una
realidad que se sigue sufriendo. Podemos ver en Latinoamérica, cómo los pueblos originarios
siguen siendo objeto permanente de vulneración de este derecho básico, comunidades donde
aún se les son negados los planes básicos de prevención, donde los centros de atención
sanitaria no existen o, si existen, están desabastecidos. Este enunciado no pierde vigencia.
Sólo dos años después, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948,
en el art. 25 de la Declaración, se habla de un nivel de vida adecuado: esto incluye salud y
bienestar y subraya la atención médica y los servicios sociales…. Nuevamente nos
encontramos con la misma vigencia, y nuevamente, si miramos más allá del perímetro de las
grandes ciudades vamos a encontrar la permanente violación de estos derechos humanos
ante una falta total de los organismos de gobierno, una falta ante la cual vienen a hacer frente
las asociaciones civiles, intentando abastecer estas necesidades primarias.
Dieciocho años más tarde, un nuevo concepto completa la idea de salud de la persona, y es el
de la salud mental. Hasta ese momento la salud mental no era un punto que se tuviera en
cuenta como derecho, y esto se incorpora con enormes resistencias por parte de la ciencia, de
los profesionales de la salud y por la sociedad misma. La salud mental es, aun hoy en día,
tema de grandes discursos pero muy pocas prácticas; donde aún se descree, en algunos
ámbitos, de cuán científico o no pueda llegar a ser. El Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de 1966,que declara que "Los Estados Partes en el
presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de
salud física y mental" y "la creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y
servicios médicos en caso de enfermedad.”
Son varias las declaraciones internacionales que reconocen el derecho de todo ser humano a
la protección de su salud, pero en ningún tratado internacional se contemplan los derechos del
paciente, hasta que en 1981 la Asociación Médica Mundial crea su propia declaratoria del
Derecho del Paciente, que se fue nutriendo y modificando en el tiempo y cuya última
modificación es del año 2005. Cabe destacar que agrega como otro punto de “No
discriminación” la condición sexual del paciente, punto al que los tratados anteriores no hacían
mención.
Muchos son los tratados y muchas las normas que hoy día protegen a los pacientes, y en la
mayor parte de los países de mundo se han elaborado leyes, cartas compromiso o
normativas que aseguran estos derechos, entre los que usualmente coinciden los siguientes:
Derecho a recibir atención médica adecuada:
el paciente tiene derecho a que la atención
médica se le otorgue por personal preparado de
acuerdo a las necesidades de salud y a las
circunstancias en que se brinda la atención; así
como a ser informado cuando requiera
referencia a otro médico.
Derecho a recibir trato digno y respetuoso: el
paciente tiene derecho a que el médico, la
enfermera y el personal que le brinden atención
médica se identifiquen y le otorguen un trato
digno, con respeto a sus convicciones
personales y morales, principalmente las
relacionadas con sus condiciones
socioculturales, de género, de pudor a su intimidad, cualquiera que sea el padecimiento que
presente, y se haga extensivo a los familiares o acompañantes.
Derecho a recibir información suficiente, clara,
oportuna y veraz: el paciente, o en su caso el
responsable, tienen derecho a que el médico tratante
le brinde información completa sobre el diagnóstico,
pronóstico y tratamiento; se exprese siempre de
forma clara y comprensible; se brinde con oportunidad
con el fin de favorecer el conocimiento pleno del
estado de salud del paciente y sea siempre veraz,
ajustada a la realidad.
Derecho a decidir libremente sobre su atención: el
paciente o en su caso el responsable, tienen derecho a decidir con libertad, de manera
personal y sin ninguna forma de presión, aceptar o rechazar cada procedimiento diagnóstico o
terapéutico ofrecido, así como el uso de
medidas extraordinarias de supervivencia en pacientes terminales.
Derecho a otorgar o no su consentimiento válidamente informado: el paciente o en su
caso el responsable, en los supuestos que así lo señale la normativa, tiene derecho a
expresar su consentimiento, siempre por escrito, cuando acepte sujetarse con fines de
diagnóstico o terapéuticos, a procedimientos que impliquen un riesgo, para lo cual deberá ser
informado en forma amplia y completa en qué consisten, de los beneficios que se esperan, así
como complicaciones o eventos negativos que pudieran presentarse a consecuencia del acto
médico. Lo anterior incluye las situaciones en las cuales el paciente decida participar en
estudios de investigación o en caso de donación de órganos.
Derecho a ser tratado con confidencialidad: el paciente tiene derecho a que toda la
información que exprese su médico, se maneje con estricta confidencialidad y no se divulgue
más que con la autorización expresa de su parte, incluso la que derive de un estudio de
investigación al cual se haya sujetado de manera voluntaria; lo cual no limita la obligación del
médico de informar a la autoridad en los casos previstos por la ley.
Derecho a contar con facilidades para obtener una segunda opinión: el paciente tiene
derecho a recibir por escrito la información necesaria para obtener una segunda opinión sobre
el diagnóstico, pronóstico o tratamiento relacionados con su estado de salud.
Derecho a recibir atención médica de urgencia: cuando está en peligro la vida, un órgano o
una función, el paciente tiene derecho a recibir atención de urgencia por un médico, en
cualquier establecimiento de salud, sea público o privado, con el propósito de estabilizar sus
condiciones.
Derecho a contar con un expediente clínico: el paciente tiene derecho a que el conjunto de
los datos relacionados con la atención médica que reciban sean asentados de forma veraz,
clara, precisa, legible y completa en un expediente que deberá cumplir con la normativa
aplicable y cuando lo solicite, obtener por escrito un resumen clínico veraz de acuerdo al fin
requerido.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando los derechos de los pacientes son vulnerados? ¿Con
qué recursos cuenta un paciente que ha sufrido la vulneración de sus derechos?
Las diferentes vías de defensa de los derechos del paciente:
Reclamo en el mismo hospital o centro de asistencia sanitaria donde hubiera sucedido el
hecho.
Reclamo ante el ente regulador de la atención sanitaria.
Reclamo ante los tribunales de justicia, en las diferentes jurisdicciones.
Denuncia ante el Defensor del Pueblo o referente.
¿Con qué recursos cuenta un paciente que ha sufrido la vulneración de sus derechos?
En cada uno de los países de la Coalición de ULACCAM, las organizaciones de la sociedad
civil que la conforman están comprometidas activamente, de forma que cualquier paciente
puede recurrir a ellas en busca de asesoramiento.
¿Cómo se presentan quejas y reclamos?
En primer lugar la queja deberá ser presentada detallando la vulneración de derechos que
hubiera sucedido y por parte de quién (especificando nombre completo y profesión y, si la
hubiera, matrícula validante). Este tipo de quejas debe ser presentada por escrito, solicitando
que se selle una copia de recibido y haciendo expresa solicitud de respuesta por escrito.
Ante una respuesta insatisfactoria, o falta de respuesta, se recomienda elevar el reclamo ante
el organismo inmediatamente superior adjuntando copia del primer reclamo con la misma
mecánica que con la presentación anterior.
¿Dónde se presentan las quejas? En todos los países de Latinoamérica existen entes
destinados a tramitar este tipo de denuncias:
Argentina: Superintendencia de Serviciones de Salud
Chile: Superintendencia de Salud
Colombia: Auditoría General de Servicios de Salud
Costa Rica: Áreas Rectoras de Salud
Ecuador: Secretaría general del Ministerio de Salud
México: Secretaría de la Función Pública
Perú: Sistema Nacional de Atención de Denuncias
Venezuela: Ministerio del Poder Popular para la Salud.
TU SALD, TUS DERECHOS. HAZLOS VALER.Jimena Noziglia.-
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