90 años de presencia comboniana en Sudáfrica Los Misioneros Combonianos que actualmente trabajamos en Sudáfrica acabamos de celebrar 90 años de presencia en este país. La celebración principal tuvo lugar a principios de mayo en Maria Trost, la misión comboniana por excelencia en Sudáfrica. Fue en esta misión donde el primer grupo de tres misioneros puso pie en Febrero de 1924 tras un largo viaje desde Europa en barco que atracó en el puerto de Maputo, entonces llamada Lorenco Marques, en el vecino país de Mozambique. Otro grupo de misioneros llegó unos meses más tarde, vía Ciudad del Cabo. Dos de los misioneros de este segundo grupo se quedaron una temporada en la misión de Mariannhill para aprender Zulú, una de las lengua locales más habladas en Sudáfrica. Tanto Europa como el continente africano vivían sumidos en profundas crisis al comienzo del siglo XX. Europa acababa de salir de la primera guerra mundial y África era el continente a repartir entre los poderosos. No corrían vientos demasiados favorable ni para la estabilidad política, ni para el desarrollo de la actividad misionera. Desde principios del siglo XX la actividad misionera en Sudáfrica estaba casi en su totalidad en manos de los misioneros Oblatos de María Inmaculada y de los Misioneros de Mariannhill. Lo que hoy conocemos como diócesis de Lydenburg-Witbank era una enorme extensión de terreno al este del país que misioneros itinerantes recorrían varias veces al año con el fin de llegar a los pocos y muy diseminados católicos, en su inmensa mayoría soldados y granjeros europeos que buscaban abrirse camino en fincas agrícolas y en las minas de lo que hoy conocemos como la provincia de Mpumalanga. En el año 1924 Maria Trost no era ni una misión, ni estaba aún “bautizada”. Era simplemente una finca agrícola que les fue encomendada a los misioneros combonianos. Allí se asentaron y comenzaron de la nada a construir. Floreció la actividad agrícola en la misión con la presencia de los hermanos. Mientras unos se dedicaban a la agricultura, otros se empleaban como albañiles, herreros y carpinteros. Tan solo un año había transcurrido de la llegada de los misioneros combonianos a Maria Trost y tanto la escuela primaria en la misión, así como la iglesia ya estaban construidas y en pleno funcionamiento. En los años siguientes se construyó la iglesia en la ciudad de Lydenburg (1932) y en 1934 llegaron las hermanas religiosas a la misión. No fueron sólo hombres y edificios los que se erigieron, con el paso de los años llegó también el progreso a Maria Trost, en forma de teléfono en 1945 y tras diez largos años de espera. La luz eléctrica llegó en 1952. Tras 90 años de presencia comboniana en Sudáfrica y sobre todo la zona de Lydenburg hoy los misioneros podemos ver con claridad que la misión de Maria Trost, nombre dado en memoria de un santuario mariano en Austria, fue la primera piedra para la formación de la diócesis hoy llamada LydenburgWitbank. Es bien cierto que una diócesis no es tan sólo un conjunto de capillas y misiones, pero sin ese tipo de construcciones físicas no es fácil dar el salto al otro tipo de Iglesia que hoy se conoce como Iglesia local africana. Con la ayuda de las religiosas misioneras que llegaron a la diócesis de Lydenburg , la Iglesia local fue poco a poco tomando forma. Así surgieron misiones, escuelas, capillas, clínicas y hospitales por toda la geografía de la diócesis. Hubo una época en que los catequistas locales se ocupaban de llegar a las comunidades más alejadas de las misiones. Comenzaron a florecer incluso las religiosas locales fundadas por el Obispo Riegler, que fue ordenado obispo en 1949 y que murió en 1955 a la temprana edad de 53 años. Llegó la crisis vocacional a Europa y los misioneros combonianos empezaron una nueva época en Sudáfrica con la formación de los primeros misioneros combonianos locales. Estos jóvenes combonianos sudafricanos, fieles al estilo de nuestro fundador Daniel Comboni, no han dudado en dejar su país y hoy ejercen actividades apostólicas y misioneras en países como Malawi y Chad. La misión de María Trost fue la primera angular de la actividad comboniana en Sudáfrica y hoy es el centro pastoral de la diócesis de Witbank. Con frecuencia a este centro acuden hoy sacerdotes diocesanos y religiosos para sus encuentros de programación. Igualmente el centro ofrece cursos de formación para catequistas, maestros católicos, asociaciones laicas y toda clase de personas que muestran interés por las actividades de la Iglesia local. En la mente de todos nosotros al celebrar 90 años de presencia comboniana en Sudáfrica estaba presente la próxima celebración, dentro de una década, cuando celebremos un siglo de actividad misionera. Para entonces la Iglesia local habrá crecido lo suficiente y será el momento de pensar si a los misioneros combonianos no nos ha llegado la hora de emprender rumbo hacia otros países o situaciones misioneras donde seamos más necesitados. Nos alegramos de celebrar nuestro trabajo misioneros y los signos y rastros de la actividad misionera son hoy claramente visibles en la diócesis de Witbank, así como en las diócesis de Pretoria, Durban, Johannesburg o Kokstad. Durante 90 años hemos construido, hemos sembrado, hemos crecido y hemos dado vida a una Iglesia local que quiere ser cada día más autónoma. Nada que objetar a ello. En una parcela escondida de la misión de María Trost se encuentra el cementerio donde misioneros combonianos, religiosas que trabajaron en la diócesis y sacerdotes diocesanos descansan a la sombra de eucaliptos y en sencillas tumbas siempre cubiertas de flores y bien cuidadas por unos de los combonianos más ancianos del grupo y que lleva ya más de 40 años trabajando en Sudáfrica. Desde el silencio de las tumbas se escuchan a menudo los gritos de los niños en al escuela de la misión, al igual que los cánticos de los grupos en el centro pastoral. Son ya más de cincuenta religiosos y religiosas que dieron su vida para construir la Iglesia local. Sin su presencia sería imposible entender la vitalidad de la Iglesia en la diócesis de Witbank.