“FACIENTES VERITATEM”, EL CAMINO DE SANTO TOMAS DE AQUINO Tomás es un buen guía cultural. Tuvo en gran aprecio la dimensión espiritual del hombre. Tomás tuvo una pasión toda su vida por recorrer el camino hacia Dios. Pensó que el hombre es un sediento de verdad, que se mueve racionalmente hacia Dios, quien lo arrastra, con la fuerza del amor que mueve el sol y las estrellas. Fue un incansable peregrino de los caminos de la inteligencia hacia la verdad, que siempre llevan a Dios. Desde esta vertiente comprendió al hombre. La verdad es el fin de todo ser inteligente. El bien absoluto es el fin de la voluntad. Para ese fin son todas las facultades del hombre, el cuerpo y sus sentidos, el alma y sus potencias. Nada tan poderoso como la verdad, nada tan irresistible como el bien absoluto. En esas sendas es un guía infatigable, con gran experiencia, fiable y seguro. Tomás emerge en la historia como uno de los grandes maestros de la humanidad. Al comenzar su itinerario cultural y proponerse a sí mismo el programa del maestro, Tomás indicaba las condiciones de entrada: La verdad requiere sujetos limpios, inteligentes, fervorosos y dóciles. Él mismo se preguntaba si tendría todas esas condiciones, y pedía a Cristo que supliera con su gracia lo que le faltaba del equipo exigido en la marcha del hombre hacia la verdad. Se pide al discípulo que se fíe del maestro, que se ponga a la escucha de su palabra. Sólo así entra en el horizonte de su pensamiento. El pensar da origen al hablar y al significar. Pero el pensar humano depende de la realidad de las cosas. Este es el privilegio del hombre, su capacidad de pensar. Por el pensamiento emerge por encima de su estrechez de singular y se dilata sin confines en el mundo de todo lo real. Para conocer el pensamiento de Tomás tenemos que comenzar por entrar en su escuela y oír su palabra. Estamos en una hora cultural que tiene la tentación de separar radicalmente los tres peldaños de la escala cultural: palabras, conceptos, cosas. Hoy muchos prefieren la realidad concreta y exclusiva del lenguaje, porque tienen cierto pavor a perderse en los laberintos de las ideas y una experiencia amarga de las aberraciones de las ideologías. El hombre moderno está habituado a desconfiar de la capacidad ingenua de conocer la verdad de las cosas. El proceso histórico habría separado tres etapas: la del ser, más antigua; la del pensar, moderna; la del hablar, que sería la actual y la preferida. La realidad no es así. De hecho Tomás de Aquino es un maestro del pensamiento, integrador de palabras y realidades. A su lado se puede aprender a nombrar y a conocer las cosas como son. Tomás es un maestro que se ha hecho imprescindible. A partir del siglo XIII no se comprende bien la marcha del pensamiento cristiano sin la presencia de Tomás de Aquino, como se ve actualmente. Tomás debe ser propuesto por su valor de maestro de la verdad y porque es remedio oportuno y eficaz para el vacío cultural que vive la sociedad contemporánea, pues, ofrece una visión cultural de totalidad integradora, fiel a la fe y a la razón, capaz de fomentar todo lo esencial. Se puede encontrar en Tomás una respuesta a la post modernidad, al pensamiento fragmentario, desde una metafísica y una teología que hacen posible el fundamento y la comprensión del hombre y de su obra. El pensamiento de Tomás sólo se logra a través de la lectura de sus textos. Lo ideal es que se pueda fomentar el diálogo desde el encuentro de las exigencias profundas del hombre y la cultura contemporánea con el pensamiento de Tomás, quien no sólo dio ejemplo de acogida de toda partícula de verdad, y no sólo se mostró siempre abierto a toda aportación valiosa, sino que buscó un fundamento de encuentro para todo dialogante: el ser, lo real, que es término de todo pensamiento. Esa es la ley de la inteligencia. No importa lo que piensa uno u otro pensador, sino lo que pesan las cosas que forman la realidad, y de las cuales los pensamientos son sólo signos más o menos adecuados. El pensamiento de Tomás es abierto y propicia un clima de creatividad desde bases sólidas y desde el encuentro interdisciplinario. La verdad está por encima de todas las teorías y nunca puede ser agotada, y es propiedad sólo de Dios. FELIZ FIESTA DE SANTO TOMÁS 2