CALIDAD DE VIDA EN LA DISCAPACIDAD

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CALIDAD DE VIDA EN LA DISCAPACIDAD
CENTRO DE REHABILITACIÓN “PUNTITI”
Autora: Senny Núñez Ancieta
Según el Censo de Población realizado el año 2001, por el Instituto Nacional de Estadística, en
Cochabamba, Bolivia, el porcentaje de personas con discapacidad alcanza a 062%, o sea 9.095 personas;
de las cuales, solo 1.389 estarían recibiendo atención en centros de educación especial.
El objetivo de la presente investigación es describir la calidad de vida alcanzada por los pacientes con
discapacidad mental atendidos en el centro de rehabilitación: “Comunidad Terapéutica Puntiti”. Dicha
Institución, a cargo de la orden religiosa de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús,
tiene el fin de prestar un servicio integral permanente de albergue, manutención, alimentación, higiene,
atención especializada en psiquiatría, neurología, enfermería, sicología, fisioterapia y educación especial.
Funciona desde 1996 en un edificio especialmente diseñado para atender esta población.
Desde un enfoque cuantitativo, la investigación describe el nivel de calidad de vida de 60 pacientes que se
encontraban internados en la Institución en el período de agosto a noviembre de 2004. Se ha elaborado
un instrumento de recolección de datos, sobre la base del cuestionario de Calidad de Vida de la
Organización Mundial de la Salud (C DVOMS). Para cada área de salud que considera este cuestionario,
se ha construido una guía estructurada de observación, que ha sido adecuada a la población en estudio.
El perfil de la población estudiada, está conformado principalmente por niños y niñas en edad preescolar y
escolar. Existe un predominio del sexo masculino. Sin embargo existen jóvenes adultos que permanecen
en la institución, debido a que la mayor parte de la población es huérfana y abandonada. Según la
clasificación de la Asociación Americana de Deficiencia Mental, el 77% presenta retardo mental
profundo, 5% grave y 18% moderado.
La evaluación muestra que la calidad de vida de los niños, adolescentes y jóvenes de la Institución, está
en estrecha relación con las circunstancias que se derivan de la gravedad de la discapacidad mental. Se
ha observado que su movilidad física se limita a cambios de posiciones frecuentes ayudados por el
personal, para procurarles cuidado y comodidad.
Solo el 38% es capaz de desplazarse
independientemente. La vida afectiva está generalmente expresada por sonrisas en respuesta a
estímulos agradables. El 30% puede comer solo y el 10% puede lavarse la cara y manos. Solo el 8% puede
realizar algunas actividades sencillas como lavar la vajilla o acomodar la ropa y un 55% son indiferentes
los intentos de integrarlos a actividades de socialización. Ninguno sabe leer ni escribir.
El personal de la institución procura realizar estimulación de las capacidades cognitivas, motoras y de
socialización, pero sus logros están limitados por la gravedad de la discapacidad.
Se recomienda prevenir la aparición de la discapacidad, mejorando la calidad de atención en salud,
identificando las situaciones de riesgo y actuando oportunamente.
Revisado: Dra. Kathia Butrón G
Hna. María Ángeles González
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