VIGILIA DE LA ALMUDENA 2008 CANTO DE ENTRADA: ¿Quién trae las buenas noticias? (T. Casado) Un mundo que se apaga, que a veces ciego está. Un mundo envuelto en sombras te busca sin cesar. ¿Quién es el mensajero que nos traerá la paz? ¿Quién hará que la risa se vuelva a despertar? Hoy buscaré en mi interior la chispa de Tu voz, el fuego que nos despierte y que nos dará calor. La guerra es la cortina de un mundo habitación donde la gente muere sin paz y sin amor. La gente busca y busca mensajes sin cesar, naufragios en la noche para amor encontrar. Hoy buscaré en mi interior ¿Quién trae buenas noticias para poder seguir? ¿Quién contará una historia que nos haga reír? Buscamos mensajeros que nos puedan traer la luz de una esperanza que nos haga creer. Buscamos a otra gente que nos sepa decir que Dios no nos olvida y que estará hoy aquí. Saludo (Sr. Cardenal) V / En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. R / Amén. V / La paz del Señor esté con todos vosotros. R / Y con tu espíritu. Queridos jóvenes, queridos hermanos y hermanas: Un año más nos reunimos en la Santa Iglesia Catedral para honrar a María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Almudena en esta tradicional vigilia que congrega de forma especial a todos los jóvenes de nuestra diócesis. Las palabras de saludo de santa Isabel en la Visitación, “Bendito el fruto de tu vientre”, guiarán nuestra oración. Es Jesucristo, el Hijo de María, el que nos convoca. Él es verdaderamente bendición para todos los hombres, incluso para aquellos que, aún sin conocerlo, lo buscan. Él se hace presente en su Palabra y sobre todo en el Sacramento de su Amor. En el encuentro personal con Él nos renovamos y recibimos la fuerza para anunciar a todos la salvación. Abramos, por tanto, nuestros corazones para acoger al Señor que nos trae su Madre y para llevarlo, también nosotros, como bendición, a todos los pueblos. Oración. (Sr. Cardenal) Dios todopoderoso que, según lo anunciaste por el ángel, has querido que tu Hijo se encarnara en el seno de María, la Virgen, escucha nuestras súplicas y haz que sintamos la protección de María los que la proclamamos verdadera Madre de Dios. Por nuestro Señor Jesucristo. LITURGIA DE LA PALABRA: Lectura del libro de Isaías 52, 7-10 ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios. Palabra de Dios. CANTO: Que tu palabra (T. Casado) Que tu palabra nos cambie el corazón que tu palabra nos cambie el corazón transforma en nieve el carbón de nuestro gris corazón que tu palabra nos cambie el corazón Que tu palabra sea como la linterna que nos enseñe por donde caminar y transformar el dolor en una suave canción para llevar al mundo tu calor. Que tu palabra nos cambie el corazón... Que tu palabra sea como la comida que nos sostenga y nos haga vivir el pan para compartir, la fuerza para vivir Palabra, pan que Dios va a repartir. Que tu palabra nos cambie el corazón... Que tu palabra sea la buena noticia que todo el mundo sueña con escuchar Palabra para salvar, palabra para curar Palabra con poder que nos puede cambiar. Que tu palabra nos cambie el corazón... ALELUYA: Recieve the power Himno JMJ Sydney 2008 (versión en castellano) Reunidos para celebrar de todas partes estamos aquí contigo todo es alegría por todo el mundo te seguiré. ¡Aleluya, Aleluya! Recibe la fuerza (el poder) del Espíritu Santo ¡Aleluya, Aleluya! Recibe la fuerza (el poder) para en el mundo ser Luz. Tu Espíritu nos llama, responderemos a tu voluntad. Testigos para siempre de tu piedad y eterno amor. ¡Aleluya, Aleluya!... Eres el Cordero de Dios, nuestro Señor te adoramos, Pan de Vida eres señor, Emmanuel te adoramos, eres el Cordero de Dios, Nuestro Señor te adoramos, Pan de Vida eres señor, Emmanuel te cantaré siempre Señor. ¡Aleluya, Aleluya!... Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-45 A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. » Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra. » Y la dejó el ángel. María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: - «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. » Palabra del Señor. HOMILÍA PRECES V./ Invoquemos a Nuestro Señor Jesucristo para que presente nuestras oraciones y súplicas ante el Padre. R./ Kyrie Eleison Mp3 - Palabra de Dios hecha carne, haz que, como tu Madre, permanezcamos siempre a la escucha de la voluntad del Padre. - Sacerdote eterno, haz que, como María al pie de la Cruz, ofrezcamos nuestra vida como ofrenda agradable al Padre. R./ Kyrie Eleison - Profeta esperado de las naciones, haz que, como María en la Visitación, anunciemos la Buena Noticia a todos los hombres. - Maestro bueno, haz que, como la Virgen, meditemos y conservemos tus enseñanzas en nuestro corazón. R./ Kyrie Eleison. - Camino, Verdad y Vida, haz que, como María en la vida pública, te sigamos y conduzcamos a todos los que te buscan ante tu presencia. - Buen Pastor, haz que, como la Madre de la Misericordia, seamos testigos de tu amor por todos los pecadores. R./ Kyrie Eleison - Jesucristo Señor, haz que, como la Virgen en Pentecostés, perseveremos en la oración y en la invocación constante del Espíritu Santo. - Rey de los siglos, haz que, como María Reina de la Paz, seamos en nuestra sociedad constructores de la paz que sólo Tú nos puedes dar. R./ Kyrie Eleison - Hijo del hombre, haz que, como tú junto con María y José, mostremos al mundo la bondad de la familia. - Jesús amigo, haz que, por intercesión de María, Madre de los jóvenes, nos preparemos para que la próxima Jornada Mundial de la Juventud sea un verdadero testimonio de la vitalidad de la Iglesia. R./ Kyrie Eleison V./ Acoge, oh Padre, nuestra oración y atiende nuestras súplicas. Por Jesucristo Nuestro Señor. ADORACIÓN DEL ALTÍSIMO: CANTO Jesús, ven Tú (T. Casado) Pan y vino son tu rostro que hoy volvemos a tocar. Tu mirada que curaba de nuevo nos sanará. No merezco que tú vengas a mi pobreza tocar. Más yo quiero que en mi vida, Jesús, tú puedas estar. Jesús, ven Tú, entra en mi casa de nuevo. Jesús, ven Tú, para encender nuestro fuego. Jesús, Jesús Es tu vino nuestra sangre que no nos deja morir. Pan y vida para todos rotos para compartir. Te compartes con nosotros en la pobreza de un pan. Cambiaremos nuestro mundo para que puedas estar. Jesús, ven Tú, entra en mi casa de nuevo... Como un ciego yo me atrevo a acercarme un poco a ti, Tú conoces mis traiciones las veces que me perdí. más Tú sabes, que te quiero y que si vienes Jesús todo es fiesta, todo es vida porque me has salvado tú. Jesús, ven Tú, entra en mi casa de nuevo... Meditación Del discurso del Papa Benedicto XVI en Lourdes, al final de la procesión eucarística, 14 Septiembre 2008 Señor Jesús, estás aquí. Señor, hace dos mil años, aceptaste subir a una Cruz de infamia para resucitar después y permanecer siempre con nosotros, tus hermanos, tus hermanas. Contemplamos a Aquel que, durante la cena pascual, ha entregado su Cuerpo y su Sangre a sus discípulos, para estar con ellos “todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Adoramos a Aquel que está al inicio y al final de nuestra fe, sin el que no estaríamos aquí esta tarde, sin el que no seríamos nada, sin el que no existiría nada, nada, absolutamente nada. Aquel, por medio de quien “se hizo todo” (Jn 1,3); por quien hemos sido creados, para la eternidad; el que nos ha dado su propio Cuerpo y su propia Sangre, Él está aquí, esta tarde, ante nosotros, ofreciéndose a nuestras miradas. Amamos, y buscamos amar todavía más, a Quien está aquí, ante nosotros, abierto a nuestras miradas, tal vez a nuestras preguntas, a nuestro amor. Sea que caminemos con gozo o estemos en el desierto del alma (cf. Num 21,5), Señor, acógenos a todos en tu Amor: en el amor infinito, que es eternamente el del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, el del Padre y del Hijo al Espíritu, y el del Espíritu al Padre y al Hijo […] Tiempo de silencio para la oración y adoración personal La Eucaristía expuesta ante nuestros ojos proclama este poder infinito del Amor manifestado en la Cruz gloriosa; proclama el increíble anonadamiento de Quien se hizo pobre para darnos su riqueza, de Quien aceptó perder todo para ganarnos para su Padre. Es el Sacramento vivo y eficaz de la presencia eterna del Salvador de los hombres en su Iglesia. Hermanos, hermanas, amigos míos, aceptemos, aceptad, ofreceros a Quien nos lo ha dado todo, que vino no para juzgar al mundo, sino para salvarlo (cf. Jn 3,17), aceptad reconocer en vuestras vidas la presencia activa de Quien está aquí presente, ante nuestras miradas. Aceptad ofrecerle vuestras propias vidas. María, la Virgen Santa, María, la Inmaculada Concepción, aceptó, hace dos mil años, entregarle todo, ofrecer su cuerpo para acoger el Cuerpo del Creador. Todo ha venido de Cristo, incluso María; todo ha venido por María, incluso Cristo. María, la Santísima Virgen, está con nosotros esta tarde, ante el Cuerpo de su Hijo. Virgen Santa, ayúdanos a contemplar, ayúdanos a adorar, ayúdanos a amar, a amar más todavía a Quien nos amó tanto, para vivir eternamente con Él. Una inmensa muchedumbre de testigos está invisiblemente presente a nuestro lado, la multitud de todos los que han contemplado, venerado, adorado, la presencia real de Quien se nos entregó hasta la última gota de su sangre; la muchedumbre de todos los que pasaron horas adorándolo en el Santísimo Sacramento del Altar. Esta tarde, no los vemos, pero los oímos aquí, diciéndonos a cada uno de nosotros: “Ven, déjate llamar por el Maestro. Él está aquí y te llama (cf. Jn 11,28). Él quiere tomar tu vida y unirla a la suya. Déjate atraer por Él. No mires ya tus heridas, mira las suyas. No mires lo que te separa aún de Él y de los demás; mira la distancia infinita que ha abolido tomando tu carne, subiendo a la Cruz que le prepararon los hombres y dejándose llevar a la muerte para mostrar su amor. En estas heridas, te toma; en estas heridas, te esconde. No rechaces su amor”. Tiempo de silencio para la oración y adoración personal El Beato Charles de Foucauld nació en 1858, el mismo año de las apariciones de Lourdes (de las que celebramos ahora el 150º aniversario). No lejos de su cuerpo ajado por la muerte, se encuentra, como el grano de trigo caído en tierra, el viril con el Santísimo Sacramento que el Hermano Charles adoraba cada día durante largas horas. El Padre de Foucauld nos ofrece la oración desde el hondón de su alma, plegaria dirigida a nuestro Padre, pero que con Jesús podemos con toda verdad hacer nuestra ante la Hostia Santa: «“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Es la última oración de nuestro Maestro, de nuestro Amado… Que sea también la nuestra, que no sea sólo la de nuestro último instante, sino la de todos nuestros instantes: “Padre, me pongo en tus manos; Padre confío en ti; Padre, me entrego a ti; Padre, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias; gracias por todo; estoy dispuesto a todo, lo acepto todo; te doy las gracias, con tal de que tu voluntad se cumpla en mí, Dios mío, y en todas tus criaturas, en todos tus hijos, en todos aquellos que ama tu corazón. No deseo nada más, Dios mío. Te confío mi alma, te la doy, Dios mío, con todo el amor de que soy capaz, porque te amo, y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre”». Ahora, permaneced en silencio y adorad a vuestro Señor, nuestro Maestro y Señor Jesucristo. Permaneced en silencio, después hablad y decid al mundo: no podemos callar lo que sabemos. Id y proclamad al mundo entero las maravillas de Dios, presente en cada momento de nuestras vidas, en toda la tierra. Que Dios nos bendiga y nos guarde, que nos conduzca por el camino de la vida eterna, Él que es la Vida, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de silencio para la oración y adoración personal Presidente: Queridos hermanos y hermanas, alabemos, demos gracias y bendigamos juntos al Señor. Acojamos con fe a Cristo, nacido de la Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra. En Él no será vana nuestra esperanza. Que nos encuentre en vela a su vuelta, cuando la noche será como el día, y resplandecerá de luz por el gozo sin fin. A Él nuestro canto. A Él nuestra alabanza. Aclamación: Adoramus Te, Domine 1er. lector: Venid, admiremos a la Virgen Madre, la Hija de David. Ella, la bendita entre las mujeres, dio a luz al Salvador; manantial de la Fuente, nave de la alegría, que ha traído desde el Padre a Aquél que trae el anuncio gozoso; en su vientre purísimo acogió al gran Timonel de la creación, mediante quien reina la paz en la tierra y en el cielo. Aclamación: Adoramus Te, Domine 2º lector: Venid, contemplemos a la Virgen purísima, única en la creación, la que concibió sin conocer varón; su alma pura desbordaba maravilla, cada día su espíritu alababa gozosa por la doble maravilla: su virginidad preservada, y su Hijo, el más amado. ¡Bendito sea Quien por ella se nos dio! Aclamación: Adoramus Te, Domine 3º lector: Venid, admiremos a la Virgen de Nazaret. Ella, joven humilde, llevó en su seno al Hijo del Altísimo, y en la humildad escondida de Nazaret, nos susurra la verdad sobre Jesús: “Tu morada, Hijo mío, es la más sublime de todas y has querido encarnarte en mí. El cielo es demasiado pequeño para contener tu esplendor, Y yo, la más pobre entre las criaturas, te llevo en mí. Tu luminosidad reposa en mi regazo, el trono de tu majestad entre mis brazos…” Aclamación: Adoramus Te, Domine 4º lector: Venid, admiremos a la Virgen Oculta que nos invita a todos a entrar en su casa de Nazaret: “Venid todos, alzaos y alegraos de la cosecha. Mirad, en mis brazos tengo la gavilla de la vida, Que da el pan a los hambrientos y alimenta a los necesitados. Alegraos conmigo, porque traigo una gavilla cargada de gozos”. Aclamación: Adoramus Te, Domine Presidente: Oración del XLIX Congreso Eucarístico Internacional Québec (Canadá), Junio 2008 Oremos: Dios, Padre nuestro, te bendecimos y te damos gracias por tu Hijo Jesucristo, don de tu amor, para la vida del mundo. Renueva nuestra fe en la Santa Eucaristía, memoria de la muerte y resurrección de tu Hijo. Que tu Espíritu Santo nos dé su luz y su fuerza para que seamos fieles testigos del Evangelio. Aliméntanos de tu Palabra y de tu Pan de Vida, para que unidos a María, Madre de tu Divino Hijo y Madre de la Iglesia, demos abundantes frutos para la salvación del mundo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amén. BENDICIÓN: CANTO: ALELUYA Recieve the power Himno JMJ Sydney 2008 (versión en castellano) HIMNO DE LA ALMUDENA Salve, Señora de tez morena Virgen y Madre del Redentor Santa María de la Almudena Reina del Cielo, Madre de Amor. Santa María de la Almudena, Reina del Cielo, Madre de Amor. Tú que estuviste oculta en los muros de este querido y viejo Madrid, hoy resplandeces ante tu pueblo que te venera y espera en tí. Salve, Señora de tez morena... Bajo tu manto, Virgen sencilla, buscan tus hijos la protección. Tú eres patrona de nuestra villa, Madre amorosa, Templo de Dios. Salve, Señora de tez morena... MARÍA MÍRAME María mírame, María mírame, si tu me miras Él también me mirará, Madre mía mírame, de la mano llévame, Muy cerca del ahí me quiero quedar. María, cúbreme con tu manto que tengo miedo no se rezar, que con tus ojos misericordiosos tendré la fuerza, tendré la paz María mírame, María mírame... María, consuélame de mis penas, es que no quiero, ofenderle más que con tus ojos misericordiosos quiero ir al cielo y verlos ya. María mírame, María mírame... En tus brazos, quiero... Descansar. FILIUM DEI (T. Casado) A veces si la noche, bajo su voz me esconde, semilla en el invierno, quiero nacer. Yo siento que la vida su fuego y luz me envía y el sol de mi sonrisa va a amanecer. Filium Dei Yo construiré mi vida como luz compartida, una senda distinta pienso trazar. Yo cambiaré este mundo segundo tras segundo y romperé mil muros para cantar. (chicos) Mi vida yo te daré (chicas) yo seré un gran regalo. (chicos) Pues sólo así contigo (todos bajito) yo viviré. Viviré para Ti como el aire de Tu brisa yo Te abrazaré. Y será hoy mi voz un tatuaje que recuerde que siempre estaré. Filium Dei Lo que no doy se pierde, lo que me guardo muere, por eso mi mirada te quiero dar. Encenderemos fuegos en corazones viejos pues sabemos que hay tiempo para empezar. Filium Dei Jesús será el camino, su Reino es el destino que entre cruces y luces comienza ya. Abriremos las puertas, romperemos fronteras, tocaremos estrellas para crear. Mi vida yo Te daré… Viviré para Ti... Filium Dei