Todos somos adictos

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ADICCIONES
La única diferencia que existe entre un bache y una tumba es la profundidad.
CHARLES GARFIELD
La adicción es una inhibición.
¿Sabes lo que significa? Significa que te inhibe y te impide salir del atolladero.
Tomemos una de las drogas más adictivas, la heroína, para ver qué efecto produce la
adicción en las células del cuerpo. Tras ser inyectada, la heroína se acopla a los receptores
opiáceos de las células. Son los mismos receptores diseñados biológicamente para recibir la
endorfina, un neuropéptido producido por el hipotálamo. En vez de recibir endorfinas, la célula
recibe heroína y se hace adicta a la heroína.
Veamos ahora lo que pasa con las emociones. Las emociones producen péptidos o
moléculas de la emoción (MOE), que se acoplan a los receptores de las células. Con el uso
repetido de la misma emoción ocurre lo mismo que con el uso repetido de la heroína: los
receptores opiáceos del cuerpo empiezan a esperar, e incluso a anhelar, ese péptido en
particular y el cuerpo se hace adicto a esa emoción.
Impresionante, ¿eh? Y “a ti te gusta pensar que eres inmune a todo ese rollo”. Mira a los
alcohólicos, o a los yanquis en cola frente a las clínicas de metadona, o al fumador compulsivo
con los dedos amarillos y los pulmones negros y pensarás: “¿Yo?, ¡no, ni hablar!”. Piénsalo
otra vez. Tú, ¡sí!
Impresionante. ¡Pero explica tantas cosas! ¿Te resulta familiar algo de esto?
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Estados emocionales destructivos
Las mismas situaciones una y otra vez
Incapacidad para cambiar
Sentirse impotente para crear algo nuevo
Ansia profunda de ciertas respuestas emocionales
Voces en la cabeza que dicen: “Quiero. Dame, dame”.
Decir que nunca harás algo otra vez y hacerlo luego, tres horas después.
Este capítulo te servirá de terapia de choque por todas las veces que has experimentado
alguna de las situaciones anteriores. Y nos sirve a todos nosotros (y eso nos incluye a todos
nosotros), que tenemos neuropéptidos corriendo por las venas.
Los que utilizan heroína tienen receptores para la heroína, y cuanta más toman,
más se debilita su capacidad para producir sus propias endorfinas internas, su
propia heroína interna. Entonces, los receptores empiezan a volverse infrasensibles
allí donde hay menos realmente, de modo que sí se producen cambios reales. Por
otra parte, existe información nueva que confirma que se producen menos células
cerebrales, con lo cual, en cualquier adicción, la gente se queda, digamos,
estancada en los viejos patrones. Se limitan a tener los mismos pensamientos una y
otra vez y no son capaces de pensar en nada nuevo.
Candace Pert, psicóloga
Humanoide (Nombre): organismo con consciencia de sí mismo que se droga con su
propio cuerpo
La doctora Pert descubrió que tenemos receptores específicos para la marihuana. ¿Por qué
los tenemos? Porque nuestro cuerpo produce sustancias químicas que provocan el mismo tipo
de subidón que la marihuana. Esto puede aplicarse a cualquier droga que causa adicción física
en los seres humanos; dentro del cuerpo hay una sustancia química parecida a las drogas y un
receptor para recibirla. Como explica la doctora Pert: “Tenemos receptores de marihuana y
producimos marihuana natural: endocannabinoides. Cada vez que la gente fuma droga, la
marihuana exógena1 se une a receptores destinados a la regulación interna. Las drogas
exógenas, por tanto, se acoplan a la red destinada a la autorregulación fisiológica endógena,
formada por las moléculas de la emoción. Hoy hay bastantes datos que sugieren que ninguna
droga psicoactiva produce efecto a menos que se conecte con un receptor utilizado
normalmente por fluidos internos”.
Es decir, cada droga externa que produce efecto en nuestro cuerpo tiene una contrapartida
interna; por eso el cuerpo reconoce, responde y se hace adicto a esa droga. Las drogas
externas usan los receptores internos destinados a sustancias internas.
En el capítulo “Cerebro 101”, explicamos que las emociones y los recuerdos de experiencias
emocionales se encuentran codificados en circuitos neuronales que están conectados con el
hipotálamo. Así es como te conviertes en un organismo que se droga con su propio cuerpo.
Todo lo que hay que hacer es activar el circuito neuronal exacto y las sustancias químicas
empezarán a fluir internamente.
La adicción es la sensación de un torrente químico que cae en cascada por el cuerpo, a
través de toda una colección de glándulas endocrinas. Una sensación que algunos llamarían
fantasía sexual. Para que un hombre tenga una erección, sólo necesita una fantasía sexual. En
otras palabras, sólo le hace falta tener un pensamiento, aquí [en el cerebro] para tener una
erección.
Para muchos, éste es el ejemplo más directo de cómo el concentrarse en un pensamiento
produce los neuropéptidos adecuados. Hay muchos otros ejemplos: recordar aquel momento
glorioso en la universidad cuando marcaste el gol de la victoria; la primera vez que te diste
cuenta de que estabas enamorado; o el éxito; o soñar con el momento en que los medios de
comunicación digan que eres un artista inspirado o de éxito alucinante. En todos esos casos, el
pensamiento en concreto está en el lóbulo frontal activando la red en concreto que manda la
señal a nuestra farmacia interna.
¿Significa eso que cada vez que alguien hace funcionar ese mecanismo es un adicto? ¿Eres
un alcohólico cada vez que tomas una copa? Por supuesto que no. Si una vez al año recuerdas
ese momento glorioso del otoño de 1972 cuando marcaste el gol, no es una adicción. Si todos
los días anhelas esos días gloriosos, ¿adivinas qué? Estás desarrollando un hábito.
¿Adicciones? No tengo ninguna. Bueno, está bien, soy adicto a unas cuantas
cosas. ¿Cómo a qué? Inseguridad, estrés, preocupación, insistencia en tener razón,
sentimiento de superioridad moral, control, enfado, inflexibilidad, autoritarismo,
miedo… ¿he dicho estrés?
MARK
Efectos biológicos
Todo el mundo sabe que la adicción produce serios efectos en el cuerpo a largo plazo. Con
el descubrimiento del mecanismo receptor de péptidos, se ha hecho evidente la base biológica
de las consecuencias de la adicción. Como explica la doctora Pert,
Si un receptor dado de una droga dada o de un fluido interno dado es bombardeado con gran
intensidad durante mucho tiempo, se reducirá literalmente; disminuirán en número, o perderán
sensibilidad, o estarán infrarregulados, de manera que la misma cantidad de droga o de fluido
interno suscitará una respuesta mucho menor. El mejor ejemplo con el que la gente está
familiarizada es la tolerancia. Todos sabemos que un adicto al opio tiene que tomar una dosis
cada vez mayor para lograr el mismo efecto.
En las emociones se ve el mismo efecto tolerancia. El que busca sensaciones fuertes y se
arriesga más y más lanzándose al vacío desde aviones para que le suba la adrenalina; o el
adicto al sexo que persigue experiencias sexuales cada vez más pervertidas; o el político que
trepa a puestas cada vez más altos, no por deseo de servir, sino en una búsqueda de más
poder. Si empiezas a buscar panoramas semejantes entre la gente que conoces, o
especialmente en tu propia vida, encontrarás ejemplos por todas partes.
1
Las sustancias químicas exógenas son externas al cuerpo. Las sustancias químicas endógenas son
“internas” y las produce el propio cuerpo
Y mientras, nuestras pobres celulitas se mueren de hambre. La constante sobre-utilización
de las sustancias químicas requeridas para producir una emoción, como al ira, tiene como
resultado la creación en el cuerpo de puntos receptores insensibilizados para que se adapten a
los neuropéptidos de la ira. Las células, al recibir más la emoción a la que son adictas que
otras emociones, dejan de obtener un alimento “bien equilibrado” y se quedan con tener que
conseguir una ración nutritiva más reducida. Cuanta más ira crea la personalidad, más
satisfecha se sentirá la célula. Ésta es la historia que hay detrás del chico que sale a “buscar
pelea” el viernes por la noche. No está enfadado por ningún motivo en especial; sólo está
alimentando a sus amigas las pequeñas células. Y esas pequeñas chicas pueden armar un
gran jaleo cuando necesitan algo. ¿Has oído alguna vez una vocecita en la cabeza que te diga,
“tengo hambre” o “tengo sed”?
¿Te has preguntado alguna vez de dónde viene esa voz? Bien, de acuerdo con Ramtha, las
voces de la cabeza son la voz colectiva de las células. Te dicen: “Aliméntame”.
La adicción emocional explica muchas cosas, como por qué alguien destroza
constantemente a otras personas o se mete en las mismas relaciones abusivas, o vive la
misma situación una y otra vez. En otras palabras: la adicción emocional explica por qué la
gente sigue creando una realidad particular en su vida, aun cuando dicen: “bueno, yo nunca
crearía eso”. La única forma de eliminar de cuajo dependencias y conductas repetitivas es
afirmar: Está bien. Verdaderamente soy yo el que crea esto una y otra vez, así que debo de ser
adicto a ello”.
Para muchísima gente, las creaciones de su vida tienen una base emocional o adictiva. Para
ver un ejemplo de creación de algo “malo” en tu vida, observemos una “mentalidad de víctima”.
Inicialmente te pasó algo malo, se lo dijiste a algunas personas que se sintieron mal por ti
(ahora también están sufriendo) y así fijaron el problema. Alivio. A lo mejor piensas: “Bueno, no
está mal; veamos si puedo hacer que funcione otra vez”.
De repente, hay personas que cuidan de ti. Te dan dinero, te apoyan emocionalmente, y
están disponibles cada vez que las necesitas. Desde luego, el inconveniente es que la relación
víctima/salvador tiene una duración intrínseca. Todo salvador necesita sentirse tan especial
como la víctima, de modo que tienden a seguir adelante cuando ya se ha pasado el “ataque”
inicial. Si ninguno de los dos cambia, los dos siguen intentando redescubrir su adicción con otra
persona y con otra y con otras más.
El doctor Joe Dispenza lo explica de manera elocuente: “Mi definición de una adicción es
muy simple: es algo que no puedes parar. Si no puedes controlar tu estado emocional, es que
eres adicto a él”.
Fuente:
WILLIAM ARNTZ, BETSY CHASSE Y MARK VICENTE
Coautores de la película
¡¿Y TÚ QUÉ SABES!?
con JACK FOREM Y ELLEN ERWIN
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