SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA, pasionista (1838

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SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA, pasionista
(1838-1862)
Nació en Asís, cuna gloriosa de san Francisco. Cursó humanidades en el colegio de
los jesuitas de Espoleto, y allí fue fervoroso congregante mariano. Siendo
estudiante de teología en los padres pasionistas le llamó el Señor antes de
ordenarse de sacerdote. “El Gonzaga de los tiempos modernos”, dijo de él León
XIII. Fue canonizado en 1920.
Vive una intensa devoción mariana.- “¡Oh, en qué abismo no me hubiera
despeñado, si María –compasiva aun con quienes no la invocan-, no me extendiera
su mano en la octava de la Asunción!
No cambiaría un cuarto de hora pasado a los pies de la Santísima Virgen María,
nuestro consuelo y esperanza, por miles de años transcurridos en los
entretenimientos del mundo.
Cuánto más dulce –escribía a su padre, siendo ya religioso pasionista- pasear a
solas por los corredores del convento bajo las miradas maternales de María que
todas las giras de sport en el mundo”.
El oficio parvo de la Virgen.- “Bien ruin el don que te envío, si materialmente lo
consideramos; mas te garantizo que su rezo devoto y diario será para ti prenda de
protección de María para esta vida y de predestinación para la otra”. (Carta a un
amigo de su infancia).
María es un cielo.- “No me preocupa otra cosa que bendecir y ensalzar la mano
misericordiosa de la Virgen María, que me libró de los peligros del mundo.
¡Oh María!, las dulces llagas de Jesús y vuestros atroces dolores están siempre
impresos en mi corazón.
El cielo son los Dolores de mi querida Madre.
Si Ella me protege, ¿quién podrá vencerme?...
Si fuere destinado a misiones, yo procuraría que aquellos pobrecitos conocieran y
amaran a mi querida Madre del cielo”.
La devoción a María, acicate para la virtud.- “Y los hermanos ¿son devotos de
María? Que la profesen una devoción muy tierna, pues la devoción a María es
bálsamo en el dolor, escudo en la tentación y acicate para la virtud.
María es la única escalera para subir al cielo”. (Carta a su familia).
A su hermano Miguel.- “No deje jamás de practicar las devociones que tienes de
costumbre en honor de María Santísima, inolvidable Miguel mío: ama a la Virgen
de los Dolores, obséquiala…
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Una jaculatoria dirigida a Jesús y a María sacia más el corazón, que todas las
promesas del mundo.
¡Oh, qué dulce, qué dulce es servir a Dios y a su Madre bendita!”.
(C. a su hermano Miguel).
La Virgen me ama, le dice a su padre.- “Yo tengo una Madre que, por grande que
sea mi indignidad, me ama y se desvela por mí… En tus manos, Señora, deposito
mi suerte.
Si poseemos a María, lo tenemos todo con Ella; si Ella nos falta, todo nos falta.
Si María nos defiende, ¿quién podrá dañarnos?”.
De los apuntes del Santo.- “Me examinaré sobre mi devoción a la Santísima
Virgen y, si me encontrare algo resfriado, procuraré enfervorizarme cada vez más”.
Compuso un Credo de María, en que hace profesión de fe en las prerrogativas
de la Madre de Dios. Lo podéis ver en su biografía, escrita por Moñor.
Battistelli (ed. Castellana, Madrid, 1942).
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