“APROXIMACIONES A UN ANÁLISIS POLÍTICO

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“APROXIMACIONES A UN ANÁLISIS POLÍTICO
EN AMÉRICA LATINA”
Prof. Dr. Guillermo León Escobar Herrán
Gracias por la invitación a este Panel sobre los diversos aspectos de la vida
latinoamericana. Escucharemos cosas muy importantes, seguramente desde la perspectiva
económica, cultural, de los derechos humanos y espero poder –desde la perspectiva de la
política- entregarles algunos puntos de reflexión.
Un panel al contrario de una conferencia permite acercarse con mayor espontaneidad
al tema; el panel es una sumatoria de “miradas” en tanto que la conferencia es un “ver” ya
sistematizado. El panel, además, ofrece la posibilidad de conjuntar diversas formas de mirar
la misma realidad.
Pues bien acerquémonos a la política latinoamericana con el cuidado que ella merece.
Ni la política ni los políticos gozan de buen nombre ni de buena reputación. Todos,
desde cualquier profesión o desde ninguna se sienten autorizados y justificados para hablar
mal de la política o de los políticos dejando caer sobre ella y sobre ellos los peores epítetos.
Baste no más escuchar a los pregoneros de la anti-corrupción que luego de todo sus
decires descubren un día que no hay corrupto público si no hay un corruptor privado y que
tampoco hay un corrupto nacional sin que exista un corruptor internacional.
Con ese prejuicio espero que ustedes puedan saltar sobre él y acompañarme a mirar la
política desde otra perspectiva más interesante.
¡De acuerdo! Entonces les propongo que pensemos juntos algunas observaciones.
Primera. La historia de América Latina no se puede mirar solamente desde América
Latina. Desde que la globalización hizo su aparición, la posibilidad de pensar la historia
país, por país es imposible; difícil también hacerlo región por región. Finalmente estamos
en el mundo. Recuerdo el acierto geo-político del Papa Juan Pablo II al proclamar y
convocar el Sínodo de América “juntando en una realidad a América del Norte y a
Latinoamérica haciendo creer a muchos que era un desafuero convocar dos realidades tan
diferentes…” Desde entonces se habla de acuerdos de integración no sólo dentro del subcontinente sino –sobretodo- con la potencia del Norte en el Capítulo tan especial del TLC.
En la historia de América tenemos un puesto secundario, es cierto, pero lo tenemos...
somos con los recursos naturales importantes, lo mismo con la bio-diversidad y sobre todo
somos “consumidores”. Contamos en la hora de las ejecuciones de las políticas, jamás en el
momento de su diseño ni de su evaluación.
Somos el “jardín posterior” de América y esta percepción continúa dividiendo el
“alma latinoamericana”; para unos ese “jardín” sigue siendo el “patio trasero” y en el futuro
continuarán existiendo y suscitándose corrientes “antinorteamericanas” de distinta y
peligrosa identidad.
Habrá que hacerse a la tarea de contestar: ¿Cuán unida está nuestra historia a la de los
EE.UU.?
Con respecto a Europa es preciso constatar que Latinoamérica ya no es importante. El
fenómeno de la “Unión Europea” hizo que Europa se refugiara en sí misma, redujera sus
programas de cooperación y aceptara mantener contactos en industrias estratégicas en
especial aquellas vinculadas al medio-ambiente.
Latinoamérica es –dicen algunos- cada vez más el lugar de la “justificación” donde el
“mea-culpa” se realiza sin problemas y donde se tiene con nuestras gentes la caridad que
difícilmente se palpa frente al extracomunitario que llega en búsqueda de un mejor futuro a
tierras europeas.
(Hay quienes afirman que la Iglesia es igualmente Euro-centrista... de este tema deben
dar cuenta otros analistas).
Para los Europeos es importante, ahora, la construcción de la “casa común Europea” y
el “patio trasero” del África (no comentemos aquí el Capítulo que abre la historia como
nuevo desafío y que se llama “China” a la que peregrinan Norteamericanos y Europeos con
una “ejemplarizante humildad” y desde donde peregrinan los chinos hacia nosotros con la
simpatía que generan los recursos naturales, el acero y la chatarra).
En fin existimos de modos diversos
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Como consumidores (en especial de bienes suntuarios y de armas).
Como dadores de materias primas.
Como bio-diversidad.
Como lugar donde se “revitaliza” la deuda externa.
Como lugar de inversión con rendimientos seguros.
Como trabajo barato en la gran “maquilería” en la que nos estamos convirtiendo.
Como el lugar donde el corrupto más poderoso encuentra un interlocutor que le hará
el contra punto favorable para que el “negocio resulte”.
Segunda. Para reflexionar bien sobre la política en América Latina hay que recordar
que la década de los 80 fue la “década cuando vino la democracia”.
Recuerdo que éramos felices pero también recuerdo aquel amigo que en una tarjeta de
visita me entregó escrito un verso del peruano César Vallejo de “aquel pan que en la puerta
del horno se nos quema”; ese era –según él- el riesgo de una democracia formal sin
demócratas; una democracia con demócratas débiles (fácilmente pagables para la venta de
sus decisiones); una democracia desorientada que confundía “activismo” con participación
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y que nunca quiso ni aspiró a tocar los centros de decisión (que son económicos y militares)
una democracia que si bien expulsó a buena parte de las élites tradicionales de la gestión
política la subastó de inmediato a los gestores de la nueva economía y a los medios de
comunicación que hoy son quienes gobiernan.
Esta democracia que llegó sustituyó a los caudillos (véase José Luis Romero:
“Latinoamérica, las ciudades y las ideas) por la “imagen”, por los sondeos de opinión,
normalmente una unidad inducida a punta de medios y de los condicionamientos
vinculados a la informática.
Esta misma democracia fue la que impulsó las ONG y la sociedad civil que
cooperaron con el sacrificio que se hizo de los partidos políticos, de los sindicatos y de las
cooperativas sin crear instrumentos que impidieran a la sociedad civil caer en los defectos y
corrupciones que combatió (Esta generalización es peligrosa pero indica que es urgente
evaluar y justipreciar las ONG y las organizaciones de sociedad civil existentes).
Hay quienes, gráficamente, caricaturizaron la democracia de los años 80 como un
automóvil ya que se decía que todo iría “sobre ruedas”. Sólo el “chasis” era nuestro; el
motor, la dirección, las llantas, la gasolina y sobretodo el “conductor” venían de fuera...
Ustedes recuerdan toda la bibliografía de la dependencia y no faltó quien ante la bella
costumbre de llevar “aviones fatigados” de volar a los parques de diversiones dijera que era
un homenaje a nuestras democracias; como el avión son bellas, pero son incapaces de volar.
Tercera. De la misma manera no podemos olvidar el día en que estas democracias
comenzaron a morirse. Crearon tantas expectativas... y ¡nada! Hay que recordar que más
del 60% de los ciudadanos de América Latina estaría dispuesto a renunciar a la democracia
por otro régimen que le facilitara alcanzar sin tanto esfuerzo la supervivencia.
En efecto estas democracias:
 No arreglaron las carecías de muchos en cuanto a las necesidades básicas pasivas
(salud, comida, vestido, casa) ni a las necesidades básicas activas (educación y
empleo).
 Pusieron en evidencia formas de corrupción pero cayeron en el remolino de las
nuevas corrupciones.
 Todo se agravó con la aparición del narcotráfico (algunos prefieren hablar de
narconegocio(?)) que corrompió individuos e instituciones.
 Cayeron en la espiral de la compra-venta de armas en unas sociedades ya de por sí
vinculadas ancestralmente a la violencia.
 Privatizaron los bienes públicos vendiéndolos a bajo precio y algunas de ellas se
preparan ahora a recomprarlos con condiciones onerosas al tesoro público.
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 Socializó las pérdidas y privatizó las ganancias.
 Sacrificó los mejores hombres que representaban el ámbito contestario
entregándoles el manejo del gobierno pero no la gestión del poder.
 Sufrieron de “Alzeimer táctico, olvidando las lecciones del pasado crearon un
“diapasón lingüístico” en donde se habla mal de los instrumentos pero no de los que
los tocan. vgr: la política, los partidos, la economía son malos pero se evita
personalizar cayendo en aquello que “el mal trabajador le echa la culpa a la
herramienta”.
 Pero ante todo fue una sociedad incapaz de crear un sueño, una utopía; somos una
sociedad unida por el miedo olvidando –eso sí- que “el miedo no une, amontona”!
Cuarta. Si se leen los comentaristas del hoy de América Latina se llega a resumir los
calificativos así:
El estado del enfermo es de
 Perplejidad
 De desasosiego
 De incertidumbre
 De profunda anomía
 De ceguera
 Una sociedad “distópica”
Nadie puede negarle a los estudiosos de “nuestra América” de no haber estudiado ni
planeado “salidas” y “soluciones” pero lo grave ha sido siempre que algún “Melquíades”
(como en “100 Años de Soledad”) nos las ha corregido y cambiado a través de ciegos e
inútiles programas de cooperación colocándonos frente a la evidencia que “los espejos
enterrados” siguen ahí y que nuestra cultura socio-política y socio-cultural está –por ellohecha de lugares y de frases comunes.
Políticamente Latinoamérica está pasando por “un mal momento”; lo que urge es ser
consciente que si seguimos por donde vamos no encontraremos una salida; es preciso
entender que se nos agotaron “los libretos”; que nosotros mismos hemos sido superados,
que de nada sirve dolerse; que ni siquiera es bueno, ni vale la pena salir a buscar a los
culpables: es cierto el “instrumentario” está terminado; la “caja de herramientas” es
obsoleta, inútil; nadie, “casi nadie” comprende lo que está pasando... No vemos y sin
embargo este “Tsunami” nos indica, que hay una corriente de fondo...
Quinta. Que en esa corriente de fondo Latinoamérica no puede comprarle y hacer
propia a los europeos la enfermedad del “relativismo” que es enfermedad de egoístas
insatisfechos de la que padecen entre nosotros tan solo ciertos sectores de élite.
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Muy pronto veremos a todos tratando el tema pero en Latinoamérica los sectores
pobres, medios y los intelectuales, se han hecho a la búsqueda y elaboración de una “nueva
utopía”, de “un sueño” que nos permita, con realismo, vivir la globalización que llega sin
perder la localización que poseemos; “somos glocales” y es por ello que se debe emprender
la organización para que Latinoamérica recupere su voz y en segundo lugar que seamos
capaces de crear instrumentos de integración que conduzcan a la creación de una auténtica
“comunidad latinoamericana de naciones” (no se debe olvidar –ojo a Bolívar que la
“integración” es la única idea política original de América Latina).
Solo con ello podemos afrontar el que sin ignorar que somos “sujetos” de un mundo
que en buena parte nos define, la melodía y el ritmo son asunto nuestro.
Sexta. Las elites gobernantes han comprado “la globalización” sin negociar con
eficacia la forma de superar los peligrosos síntomas que han de conducir –sin duda- al
fallecimiento del neoliberalismo. En efecto el aparecer del
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Hedonismo (carpe diem)
De las olas migratorias
Paramilitarismo (no sólo en lo político)
De la inseguridad
De la profundización de la corrupción
Del aumento en la venta y comercio de armas
Del acoso a los dueños de tierras y de bienes ecológicos
Del narcotráfico
Del aumento del desempleo
De la ingobernabilidad
De la dirección sin rumbo de una sociedad, en donde gobernar es “administrar
problemas”, no solucionarlos
Del “minus”-valor de la vida humana
Séptima. Hoy nos preguntamos no sin pena
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¿Por qué fracasaron nuestros proyectos autóctonos de integración?
¿Por qué triunfan tan rápidamente el TLC y todo aquello que viene “pro-puesto” de
fuera?
¿Cuántas empresas son aún nuestras?”
¿De quién son nuestros medios de comunicación?
¿Cuánto acceso tenemos a la información estratégica?
¿En qué proporción somos aún libres de tomar nuestras propias decisiones en lo
cultural, en lo político, en lo económico, en la seguridad?
¿En qué va aquello del equilibrio entre “globalización del Mercado y la
Globalización de la Solidaridad”?
Octava. No se puede negar que el terrorismo es una realidad cruel, que “toda muerte
de un hombre empobrece la tierra” pero que las realidades del dolor y de la compasión no
se agotan en la dolorosa e injusta muerte de personas en los países desarrollados.
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Hemos olvidado que para nuestras gentes humildes que no conocen “el mundo
grande” la destrucción de la Alcaldía y de un “Banco agrario” es tan grave como el de las
torres gemelas, como el 11 Sept., el 11M, la destrucción del Metro de Londres...
Este mundo que reclama “minutos de silencio” –justos pero selectivos- olvida de 35 a
40 guerras vigentes, que continúa sin siquiera el primer minuto de silencio.
¿Qué es para nosotros el terrorismo? Esa pregunta y sus respuestas se las debemos a
la historia que nosotros –aún- podemos hacer.
Novena: Existe un principio que se originó en el Fútbol; “al que no hace los goles se
los hacen”; “el que no hace política se la hacen”; “el que no hace historia se la hacen”.
No se puede ser ingenuo; los otros saben perfectamente qué están haciendo y
aprovechan nuestra ignorancia, nuestra ceguera o nuestra falta de interés.
Por ello es preciso entender de nuevo qué es la Política y descubrir por qué un
concepto tan simple se volvió tan complicado de entender.
Es preciso entender que la Política se activa cuando se sabe para dónde se va, qué
utopía se pretende; qué sueño se busca realizar; qué proyecto nos orienta, qué meta (o lo
que sea) define nuestra vida.
La política se activa cuando se sabe:
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¿Por qué se hacen las cosas?
¿Para qué se hacen las cosas?
¿Cómo se hacen las cosas?
Es doloroso ver a intelectuales y políticos formados en el exterior o en universidades
que son “copias” de las del exterior (en lo que no debieran) con su lista de problemas que
deben ser resueltos pero que no dan respuesta a los tres interrogantes anteriores y por tanto
no han interiorizado la fuerza magnífica de eso que debiera ser la política.
Igualmente es preciso entender que la política “se activa” cuando se define “el ritmo”
del cambio porque ese “ritmo” dirá con quien iremos hacia delante. El Neo-liberalismo -en
toda su macabra honestidad sociológica– ya lo definió: «con quienes sean capaces de ir al
ritmo del mercado».
¿Cuál es nuestra respuesta desde el Cristianismo...? Chesterton lo decía con mucha
verdad “el único sistema que no ha fracasado es el Cristianismo porque es el único que no
ha sido aplicado”.
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La política entonces, amigos, es un gran interrogante; es el interrogante...
Décima. Es preciso preguntarnos y responder: ¿Quiénes hacen política en América
Latina?
Nuestros contradictores desde el NO-Evangelio saben:
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Para donde van
Por qué hacen las cosas
Para qué las hacen
Cómo las hacen
Y saben del ritmo (¡con quienes van a caminar!)
No podemos ignorar que entre los nuestros hay quienes han empezado a “diseñar la
política”; los movimientos por la tierra; los grupos indígenas; los grupos por la paz... pero
estamos muy, muy lejos...
En 20 minutos es poco lo que puede decirse; la cultura Latinoamericana ha sido
siempre “discursiva”, la influencia sajona nos la ha convertido en “reductiva” y hemos
aceptado –lamentablemente- esa limitación a todas nuestras expresiones.
Pero bien: terminemos con dos ideas; una de Juan Pablo II en 1999 cuando afirmaba
que “Política es construir la paz” y que la política en América Latina corre sobre los rieles
de la calidad y de la cantidad de los así llamados “caminos para la paz” a saber:
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El diálogo
La educación
La participación en los bienes
El desarrollo del derecho
El equilibrio de los poderes internacionales
El respeto a la vida y a la dignidad de la persona que deben estar por encima de la
estrategia, la política y la economía
La participación
La otra idea es entender que la “Iglesia” (con mayúscula) ha llegado a tiempo en la
historia reciente a afrontar los problemas.
El gran Concilio Vaticano II en donde la Iglesia reclama su lugar en el mundo y en
América Latina, Medellín (2ª reunión del CELAM) que asume este tema de la justicia);
frente al tren de las violencias, de las armas, del ambiente, de los Derechos humanos es
Puebla” (3ª reunión del CELAM) la que responde y el Papa lo había ya hecho (Pablo VI)
con las “Jornadas de la Paz”; frente a la decadencia moral y la corrupción así como al
redespertar de las guerras surgen “Santo Domingo” (4ª Reunión del CELAM) y las
Jornadas de la Paz de Asís de Juan Pablo II; luego frente a la temática dolorosa de la
pobreza, la marginación, la exclusión, la migración y el desempleo es el Sínodo de Obispos
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de América el que da respuestas y también el Papa Juan Pablo en el documento “Iglesia en
América”.
Lo que a menudo sucede es que hay quienes se asustan con lo que ha sido dicho y
decidido en muchas de estas reuniones; hay muchos que las defienden bien en “el decir” y
las vulneran en “el actuar” pero el proceso va y la historia se escribe es de esta manera.
No podemos olvidar que la Política es un apostolado, una Misión para cumplir y que
si bien es bello soñar, en política actuar el sueño es mejor”.
(Nota: cuando en un escrito informal como éste se habla de documentos de la Iglesia,
su evocación es necesariamente reductiva porque se leen sólo en relación al tema del
“panel” y no es un trabajo científico sobre ellos).
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