NOTAS ORGANO DICIEMBRE Preludio y Fuga en la menoBWV 543

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NOTAS ORGANO DICIEMBRE
Sobre el Preludio y Fuga en la menoBWV 543 se comenta que se trata de
una obra que puede pertenecer a la etapa juvenil de J. S. Bach, cuando
residió en Cöthen o tal vez en los primeros años de su larga estancia final
en Leipzig. En cualquier caso, se sabe que la versión que hoy se conoce fue
una revisión y al mismo tiempo una recomposición de dos piezas
compuestas en períodos distintos. De todos modos, aunque tengan una
duración muy distinta y sean de distintas épocas, puede pensarse que la una
está destinada a unirse con la otra.
El Preludio tiene como eje principal una línea cromática descendente, pero
se encuentra lleno de fórmulas propias de toccata y de improvisación, lo
que se denominaba stylus phantasticus, pero plenas de coherencia. A pesar
de los adornos (trinos, notas figuradas, etc.) la linea principal emerge con
gran claridad. Hacia el final de esta pieza comienza un juego de imitaciones
entre pedal y teclados, que le da una gracia especial. La Fuga procede de
otra pieza escrita para clave, la Fuga en la menor BWV 934, pero aquí
resulta mucho más extensa y de mayor complexión, ya que su polifonía se
encuentra aquí más amplia, así como el pedal produce nuevas voces. Como
expresa E. Martínez Miura, a pesar de esta mayor profusión de datos, esta
Fuga muestra la misma homogeneidad que aquella su antecesora escrita
para el clave.
El Op. 122 de Johannes Brahms es la última obra de su catálogo. Se trata
de una colección de once Preludios Corales para órgano, escritos en
verano de 1896, cuando el músico se encontraba en el balneario de Ischl,
muy cercano a Viena. El titulado “Herzlich tut mit erfreuen” (Me produce
un cordial regocijo), en Re mayor, es el cuarto número de esta colección.
Brahms, reconocido pianista desde su juventud, comenzó a interesarse por
el estudio del órgano hacia 1850. Por influencia de su amigo R. Schumann
había empezado a reconocer el valor de las obras antiguas y se convirtió
incluso en un gran enamorado de la obra de Bach (autor de quien incluso
consiguió recuperar algunas piezas). Poco después de la muerte de
Schumann se dispone a realizar estudios y a componer algunas obras con
claras lineas contrapuntísticas, como es el caso de su Preludio y Fuga en sol
menor. En esas obras de los años cincuenta y sesenta, junto a la seria
ciencia contrapuntística, sus obras rezuman asimismo poesía y gracia. En
las siguientes décadas (las del 70 y 80), Brahms deja de componer para el
órgano.
Es en el anteúltimo año de su vida cuando vuelve, con el Op. 122, a
componer para el gran instrumento, volviendo a unir el severo arte
contrapuntístico con su propio carácter. Como indica Amedeo Poggi,
aunque sea imposible plantear esto en el plano teórico, en la práctica
Brahms se dirige hacia la posible alianza de elementos barrocos con una
“Stimmung” (temple, voz) romántica, un cortocircuito en el que se plasma
gran parte de la creatividad brahmsiana”. Esta especie de suma se advierte
bien claramente en el Preludio coral que se interpreta hoy, el “Herzlich tut
mit Erfreuen”, en el que la alegría (erfreuen) que invade la pieza recorre
sin embargo tanto zonas de luz como de sombra.
En ese mismo verano de 1896 el diagnóstico indica que el gran músico
hamburgués padece una fuerte enfermedad de la vesícula biliar, por lo se
trasladará a Karlsbad, por indicación médica. Brahms moriría seis meses
más tarde. Su Op. 122 lo editaría Simrock, en 1902.
El autor de Bios, Piet Kee es uno de los organistas más importantes de los
últimos 50 años. Destacadísimo intérprete y pedagogo en el Conservatorio
de Ámsterdam, de cuya aula han salido muchos grandes organistas de hoy
en día (Daniel Oyarzabal fue alumno de Kee en masterclasses). También
domina el arte de la improvisación, no en vano ganó tres años consecutivos
el prestigioso Concurso de Improvisación de Haarlem.
A partir de los años 80 fue trabajando más y más en su faceta de
compositor. Actualmente, a sus 79 años de edad, prácticamente no está
activo como concertista pero sí realiza una intensa labor como compositor,
destacando, cómo no, sus obras para órgano sólo.
Una de sus creaciones más conocidas es Bios, que data de 1995. Según las
propias palabras del compositor: “es una obra energética y viva con
marcado carácter rítmico”
L’Ascension, de Olivier Messiaen, lleva como subtítulo “Cuatro
meditaciones sinfónicas para órgano”, de las que la pieza titulada
“Transportes de alegría de un alma ante la gloria de Cristo, que es la
suya” lleva el número III. La obra fue compuesta en 1932, orquestada en
1933 y estrenada en 1934. Desde 1933, el autor había comenzado a
transcribir los cuatro números para órgano, pero el n. III, el que hoy se
interpreta aquí, fue escrita expresamente para órgano, en 1934.
Como es norma en las obras organísticas de Messiaen, cada pieza cuenta
con un texto explicativo, sacado de libros sagrados. En esta de los
“Transports de joie…” aparece un texto de San Pablo: “Rindamos gracia a
Dios Padre, que nos ha hecho dignos de tomar parte de la herencia de los
Santos en la luz…; nos ha resucitado y nos hace residir en el cielo, en
Jesucristo”.
El propio autor escribió, acerca de esta pieza, que “La Resurrección y la
Ascensión de Cristo son el preludio de nuestra entrada en el Cielo. Esta
Verdad nos llena de alegría, alegría que se expresa en un alleluia, menos
interior, más exuberante que el de la oración precedente (la pieza
anterior)”.
Así que este número de los “Transportes de alegría…”, como dice G.
Cantagrel, está inscrito en la tradición de las improvisaciones los grandes
organistas franceses, “con bloques de acordes stacatto y sus rasgos de
recitativos de toccata”. La obra, aunque breve (unos 4 minutos de duración)
tiene tres secciones: una de grandes llamadas con acordes descendentes, en
Fa sostenido mayor; un segundo período con acordes ascendentes, en La
mayor; y una resolución final con un gran recitativo libre, de nuevo en Fa
sostenido mayor.
Aunque tal vez resulte una afirmación exagerada, se ha escrito que la
Cantata San Nicolás, de Benjamin Britten, es la única composición que
combina elementos de música religiosa con los de ópera y teatro. Esta
cantata nació en 1947, por encargo del Lancing College de Sussex para
celebrar el centenario de su fundación. La relación de este centro con
Britten era directa, pues el tenor Peter Pears, íntimo amigo del compositor,
estaba muy vinculado al Lancing College.
Algún comentarista, como Lloyd Moore, ha escrito que Britten acabó la
obra en tres semanas, “tal vez impulsado por la excitación de escribir su
primera composición de gran formato para intérpretes aficionados”. Pero lo
cierto es que, aunque la obra estuviera ya formulada y estructurada y en
esos veinte días del invierno de 1947 la partitura no estaría completada
hasta el 31 de mayo de 1948, y su primera interpretación tuvo lugar en la
inauguración del primer festival de Aldeburgh en junio de ese año, con un
estreno “oficial” celebrado en el siguiente mes en el Lancing College. El
propio compositor fue quien dirigió la obra en ambas ocasiones.
Tal y como indica el título de la cantata, el texto habla de la vida de San
Nicolás, obispo de Myra en el siglo IV. El libreto fue compuesto por Eric
Crozier, amigo asimismo del tenor Peter Pears (otro de los fundadores del
English Opera Group en 1946) y autor muy relacionado con Britten, pues
fue el productor de Peter Grimes (1945) y El Rapto de Lucrecia (1946) del
compositor, convirtiéndose acto seguido en el libretista de Albert Herring,
de Billy Budd (junto con E. M. Forster) y de otras óperas de Britten, entre
las que se incluyen las infantiles The Little Sweep y Noye’s Fludde, así
como el texto del “Narrador” de la popular Guía de Orquesta para
jóvenes.
El libreto, que narra la vida de San Nicolás, está basado en varios textos
que han comportado la leyenda de este santo. La obra consta de nueve
números: I. Introducción; II. El nacimiento de Nicolás; III. Nicolás se
convierte en devoto de Dios; IV. Su estancia en Palestina; V. Nicolás llega
a Myra y es elegido obispo; VI. Nicolás, desde la prisión; VII. Nicolás y los
muchachos elegidos; VIII. Su piedad y sus maravillosas obras; IX. La
muerte de Nicolás.
La riqueza de la propia vida de San Nicolás, quien sufrió la prisión del
emperador Diocleciano, forma parte de la variedad de la escritura musical.
Como es sabido, la historia de este santo, que participó en el primer
Concilio, el de Nicea, se hizo famosa entre otras razones por haber sacado a
mujeres de la prostitución, por rescatar a marineros a punto de ahogarse,
cuando él viajaba hacia Palestina, por lo que es el santo de los marineros,
así como patrono de Rusia y de Grecia. Todos estos acontecimientos, así
como la atractiva personalidad y la alta humanidad del santo dan lugar a
una abundante y sólida teatralidad, entre el dramatismo y la gloria.
Uno de los aspectos más interesantes de esta cantata es la fuerza
interpretativa que emana su propia escritura. La intención del autor se
muestra clara tanto en la escritura vocal como en la orquestal, que llevan
una variada formación. La obra requiere un solo de tenor, coro en cuatro
partes, un semi-coro de mujeres, separado del de hombres, cuatro
muchachos cantantes, cuerdas, dos pianos, percusión y órgano. El tenor
solista es quien hará el papel del santo, pero con antelación el personaje
está interpretado por voz de muchacho (así se refleja el paso de edad del
santo). El hecho de que la obra fuera escrita para aficionados (dado el
encargo del Lancing College) no exime que ha de ser interpretada con
sentido profesional, no sólo en el caso del tenor solista, sino en otros
muchos.
J. A. Z.
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