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Lo primero que Tanya percibió cuando salió de la casa no fueron todos los
sirveintes que se escabullían de um lado a outro, cargando lo que faltaba de equipaje com el
carruajes que allí aguardaban, ni los veinte guardias que ya estaban montados, ni siquiera a
Stefan, de pie junto al primer carruaje, esperándola com sus tres guardias personales a su
alrededor. Lo que percibió fue que Alicia no estaba allí.
Muy bien, no iba a pregutnar poe qué no estaba. Si Stefan había decidido que sería
prudente ser discreto ahora y no viajar com su amante a remolque, era demasido tarde, em
lo que a Tanya se refería.
-Llega tarde –dijo Stefan brevemente, cuando ella se aproximó a él.
-No me importa mucho –le respondió-. Bien podría decidir no ir.
Stefan ordenó a los demás com la mano que se retiraran, tal vez porque no había
esperado que estuviera tan irritable. Tanya pudo percibir que Serge no parecía sentirse
culpable. Eso le dio a entender que no le había dicho a Stefan lo que ella no quería que le
dijera.
-Qué se supone que quiere decir com eso? –preguntó Stefan, tan pronto como
estuvieron solos.
-Dilucídelo usted mismo, su Majestad. Es bastante bueno para sacar conclusiones,
después de todo.
Tanya comenzó a subir al carruaje sin su ayuda, pero Stefan la sacudió para que se
diera vuelta.
-Por qué no me dijo a mí lo que le dijo a Serge?
Por eso estaba gruñendo?
-No estaba de humor para creerme.
-Logró convencerle a él. Ni siquiera intentó convencerme a mí.
-Como ya le dije, no estaba de humor para ...
-Tanya, usted es mi responsabilidad. Mía! Si dudo de lo que me dice, maldición,
vuelva a intentarlo, uma y outra vez, hasta que le crea. Algo tan importante como esto...
-Em primer lugar, no debería haber sido puesto em tema de juicio –replicó la joven.
-Estoy de acuerdo. –Tanya abrió bien grandes los ojos.- Si anoche hubiera estado
completamente sobrio –añadió-, probablemente le habría creido desde um principio. Me
disculpo por no haber tenido la mente clara cuando me necesitó.
Era eso um doble sentido? No, él la había poseido anoche anterior. No se habpia
molestado preguntarle si ella lo quería. Y no había percibido ninguna necesidad de
respuesta . todo lo contrario. No se habpia dado cuenta de nada.
-No creo que pueda aceptar sus disculpas, Stefan. Su borrachera me hizo más daño
que el simple hecho de que dudara de mi palabra. Le sirvió, junto com su furia, para
quitarme algo que tenía pensado darle, pero ni siquiera sabe de qué se trata. Y ni siquiera
sabe de lo que estoy hablando, no es verdad? Muy bien, lo habría perdonado si asi fuera,
pero como no es el caso, olvídelo.
Volvió a darse vuelta hacia el carruaje. Esta vez, él la tomó de los hombros y la
echó hacia atrás, casi contra él. Tanya se puso rígida, pero todo lo que hizo Stefan fue
lanzarle uma advertencia.
-Si piensa que saldrá triunfante com esse pequeño enigma crípico, recapacite.
Quiero uma explicación de su parte, Tanya, y la quiero ahora.
-Si no?
-Tal vez vuelva a ponerla sobre mis rodillas.
Tanya sintió que um color ardiente le arrebataba las mejillas, para acompañar la ira
que había provocado la amenaza de Stefan.
-Entonces, tal vez vuelva a arrojarle um cuchillo.
Stefan suspiró y la soltó.
-Muy bien, Tanya, suba al carruaje. Ya nos demoró lo suficiente esta mañana.
-Será porque no pude dormir mucho anoche, gracias a usted y mi supuesto asesino –
replicó.
Com este comentario se ganó um empujón dentro del carruaje que casi la envió
contra la puerta opuesta. El subió detrás y se sentó frente a ella. Allí estaba esse brillo em
los ojos, que tanto habpia buscado. Su mirada irradiaba fuego.
-Le prometpi que no volvería a suceder, Tanya. Qué más quiere de mí?
Maldito sea. Estaba sobrio y volvía a repetirlo. Le estaba diciendo, com palabras tan
claras como el día, que nunca más volvería a tocarla.
-No... quiero... nada. Maldición!
Se dio vuelta y miró por la ventana, antes de comenzar a llorar. El no dijo palabra.
Durante casi uma hora, esse silencio perduró entre ambos. Tanya sintió um peso em la
falda.
-Esto es para usted.
Era um pequeño estuche lleno de joyas. Esto? Estaba frente a diamantes, perlas,
esmeraldas, docenas y docenas, em brazaletes, anillos, gargantillas. Podía comprar cien
tabernas com lo que tenía em la mano, pero lo único que vio fue lo que representaban. De
uma manera digna de um rey, Stefan le estaba pagando por la noche anterior. Porque a las
prostitutas se les paga, no es así?
El gesto la enfureció tanto que podría haber arrojado las joyas por la ventana o a él,
em la cabeza. Pero su furia se reflejó em su tono de voz, simplemente em sus palabras.
-Esto debe bastar para pagar el pasaje de regreso a casa. –Stefan le arrebató el
estuche de la mano rápidamente. Tanya parpadeó y luego se encogió de hombros.Encontraré outra manera. No se le vaya a ocurrir que no sé como ganar dinero.
Estaba encantada de verle enrojecer. Ella se había referido a trabajar em tabernas,
pero sabía que no era eso lo que él pensaba.
-Me dijeron que, finalmente, se había resigando al matrimonio –dijo Stefan,
mienbtras hacía crujir los dientes
-Eso era antes de que me acordara el amldito engendro del diablo que es.
Sus ojos centelleaban como oro fundido.
-Estaré eternamente arrepentido por lo sucedido anoche, pero usted se casará
conmigo y vivirá conmigo, le guste o no.
-Ah, si?
No fue su intención provovarle, pero él debió de haber pensado que sí. Antes de
saber lo que hacía, extendió la mano y la atrajo sobre sus piernas. Com la outra amno, la
tomó del cabello, destruyéndole por completo el peinado, y la besó com uma suerte de
apetito exquisito. Um alivio vertiginoso se expandió como olas hasta sus extremidades y
regresó convertido em dulce placer. La estaba tocando outra vez, besandola outra vez,
haciendo que le perdonara por todo. Sentía alivio al comporbar que Stefan no pudiera
cumplir com su palabra, que lo que podía hacerle sentir trascendía sus promesas.
Tanya no percibió que este beso estaba hábilmente calculado, destinado a consumir
sus resistencia y lograr que no se despegara de él. Y así era. Ni siquiera había pensado em
reisitirse. Tal vez más tarde pensaría lo injusto que era que pudiera hacerle esto cuando
estaba tan furiosa com él, pero ahora todo lo que hizo fue besarle com pasión.
Em cuestión de segundos, le estaba dando mordiscos em los labios, em los lóbulos,
em el cuello. Tanya supo, instintivamente, que lo que estaba haciendo ahora no iba a
conducir a nada más. sIntió desilución y esto la ayudó a calmar sus emociones tumultosas.
Ya estaba em condiciones de protestar, él se lo estaba permitiendo. Pero como no quería
hacerlo, decidió esperar y ver qué más haría él. Por outra parte, la manera em que
jugueteaba suavemente com ella era pecaminosa, y a la vez, deliciosa. Bastaba para
mantener alerta sus sentidos y esperar. Sin embargo, inducía a uma debilidad que la hacía
sentir que se fundía em su cuerpo.
Finalmente, la miró. Le levantó el mentón, para que lo mirara a los ojos –que había
recuperado su color jerez-. Tanya nunca los había visto tan tiernos. Y no dijo ni uma sola
palabra. Eos sólo la hizo volver a la realidad. Pero no se movió de su posición, casi apoyada
em sus brazos y com el brazo derecho alrededor del cuello de Stefan.
Com um cierto grado de vanidad, Tanya preguntó:
-Qué sucedió com su promesa?
-Estaba um poco enojado.
-No parecía –dijo com um bufido.
Stefan se sonrió.
-Entonces, dejeme decirlo em otras palabras. Estaba em perfecto control.
-Quería besarme?
Com esa pregunta desapareció su sonrisa.
-Por qué diablos parece tan sorprendida?
-Su promesa...
-No tenía nada que ver com esto.
No? La embargó la confusión.
-Stefan, qué es exactamente lo que me prometió?
El tema no le agradaba. La menos eso era lo que indicaba su nueva expresión.
-Pensé que había sido bastante específico.
-Entonces, refresqueme la memoria.
-Le di mi palabra de que nunca más volvería a descargar mi odio em usted.
Había vuelto a sentir alivio, que se agitaba arriba y abajo em su interior. Sin
embargo, fue outro pensamiento lo que le hizo fruncir el entrecejo, em um aspecto
amenazador.
-Em quien lo descargará, entonces?
-Supongo que tendré que encontrar outra vía de escape.
-Alicia?
Antes de preguntar esto, tendría que haberse mordido la lengua, sobretodo al ver
que Stefan sonreía entre dientes. Su estado de animo tal vez hubiera mejorado. No era su
caso.
-No estaba celosa de Alicia, no es verdad?
-Em lo más minimo –mintió-. A propósito, dónde está? “No ibas a preguntar eso,
muchachita. Por qué... no ... te .... callas ?”
-Camino a Cardinia, supongo. Partió muy temprano.
-Pensé que iba a viajar com nosotros.
El la miró durante um instante prolongado, pensativo, y luego funció el entrecejo.
La apretó aún más. Las cicatrices se crisparon.
Tanya estaba confundida outra vez y mucho más cuando pregunto:
-Quería que viniera com nosotros? Quizá para impedirme que la besara cuando
sienta enormes deseos de hacerlo?
-por Dios, qué le había hecho decir esto? Se preguntó Tanya. con disgusto. Su
comentario inocente? No era posible.
-Qué es lo que le hizo pensar eso?
-Eso fue lo que dijo ella, no es asi?
Tanya resopló, completamente furiosa.
-Yo no le dije nada por el estilo! Por cierto, eso se parece mucho más a lo que ella
me dijo a mí, que debería estarle profundamente agradecida de que existiera porque,
seguramente, yo no querría que usted me fastidiara y ella se encargaría de que no lo hiciera.
Tuvo la desfachatez absoluta de suponer, suponer, que sabía lo que yo quiero. Qué otras
mentiras le dijo esa perra sobre mí?
Stefan no respondió. No sbaía a quien creerle. A Tanya, que, a veces, decía cosas
tan ridiculas que nunca sabía si eran verdaderas o falsas. O a Alicia, que nunca le había
mentido hasta ahora –al menos eso es lo que él suponía-. Y Alicia no le había dicho nada
por lo cual él mismo ya no hubiera agonizado.
Eso es lo que lo había llevado a la botella la noche anterior, después de haber
logrado desprender a Alicia de su cuerpo y enciarla a empacar. No había sido muy gentil al
hacerlo y ahora que estaba sobrio, lo lamentaba. Y ahora que estaba sobrio, se dio cuenta de
que decirle a Tanya que Alicia había estado com él cuando gritó –cuando Alicia, em
realidad, había regresado a su habitación unos treinta minutos antes- había sido,
simplemente, uma manera de inflingir em Tanya um dolor similar al suyo. Obviamente, no
había funcionado, ya que su reacción había sido enfurecerse ante la posibilidad de que él
estuviera gozando mientras ella estaba em peligro.
Sin embargo, todavía no podía dar credito a la acusación que Tnaya había hecho
em contra de Alicia. Alicia podía ser mezquina y rencorosa, pero no era capaz de asesinar a
alguien.
Lo que más le había costado em toda su vida fue, finalemnte, preguntarle a Tanya:
-Si no quiere que ella esté cerca, esta preparada para aceptarme como soy, com
cicatrices y todo?
Tanya no sabía cuán importante era su respuesta para él u cuánta frustración podía
evitar si sólo respondía em forma afirmativa. Pero estaba demasiado fastidiada para
responder sí.
-Outra vez com las cicatrices? Usted y Alicia son de la misma especie, no? Los dos
están obsecionados por esas malditas cicatrices.
Lo único que Stefan oyó fue que habpia evitado su pregunta, lo cual era toda la
respuesta que necesitaba.
Abruptamente, la apartaba de él. Lço único que quería era que estubiera sentada
outra vez em su lugar.
-Tal vez no le guste que la toque, Tanya mía –dijo em um tono áspero-, pero es
mejor que se acostumbre. Después de todo, ambos sabemos que uma vez qu ela besan, no
le importa quién la está besando... o tocando. No es verdad?
-Honestamente, no sabría decirle –le respondió, sólo para darse cuenta de que esa
provocación em particular era verdad.
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