EL CONTINUO GLOBAL DE LA IMAGEN Y LA IMAGEN ARTÍSTICA

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EL CONTINUO GLOBAL DE LA IMAGEN Y LA IMAGEN ARTÍSTICA
La imagen artística ha sufrido un gran cambio a lo largo del siglo XX. La estética de nuestro tiempo tiene sus
raíces en la crisis que sufre la producción ilusionista en el siglo XIX, que venía siendo imperante desde el
siglo XV. Pero este reajuste del arte se produjo en dos pasos: en un primer momento se hace necesario acabar
con la figuración ilusionista, a favor de un hacer constructivo, analítico. Deja de ser una mimesis reductiva
para ser un quehacer constructivo. En un segundo momento se da en el arte una apropiación y una
singularización de las imágenes ya dadas. Figuras como Duchamp o Picasso desencadenarán lo que marcará el
destino de nuestro tiempo.
Este radical viraje del arte se produce por varias causas: con el capitalismo, se produce un gran incremento
del consumo, y con ello la gran posibilidad de las masas de poder consumir cualquier tipo de producto: el
consumo se expande gracias a ese gran invento como es la venta a plazos. Con ello surge la Modernidad
esquizofrénica, que implica a toda costa estar en el presente, innovación, ruptura con la tradición.
Así se produce un desplazamiento de las pautas de comportamiento, ahora las pautas de identidad son, por lo
general, simbólicas y no racionales ( movimientos de masas, incluso fanatismo de identidad con un equipo de
fútbol, un ídolo musical o incluso una religión.
La estética se institucionaliza en torno a una figuración burguesa: lo importante es aparentar, pero el ideal de
la clase social ha cambiado, antes se idolatraba al hombre elocuente, culto, sabio; ahora valoramos el poder, la
posesión de dinero. De esta forma la sociedad actual es una vida puramente estética en la que el objeto se
reconsidera, el objeto es indicativo directo del gusto estético o esencia ( tenencia o propiedad) del propietario.
El inicio de este nuevo arte ( 1912), donde se exaltará la destreza manual, surgirá también gracias a la
producción en serie. La sensación estética comienza a ser producción tecnológica, ahora lo importante no
será la reproducción o el acercamiento a la realidad en la obra estética, sino el objeto elegido para invitar al
espectador a la reflexión.
La fotografía desempeñará igualmente un papel importante en el viraje de la concepción estética. Ya no hay
ruptura temporal, ya importa poco la destreza individual del artista, ahora el arte no esta solo, queda
subsumido e la tecnología, disuelta en un proceso de estética masiva mucho más relista que el propio arte:
esto plantea un desplazamiento de las antiguas jerarquías: el centro de atención estética se ha desplazado y la
consideración casi divina del artista tradicional deja paso a una figura moderna, donde el artista actúa como
crítico social, como filósofo de esta locura masiva que estamos viviendo.
Ahora la imagen sustituye la realidad, los cuerpos se convierten en materia manejable y disponible para la
cámara. Y finalmente la fotografía acaba haciendo lo mismo que la caverna platónica: distinción entre la
imagen verdadera y la imagen alienante y encubridora de la realidad( la publicidad, la moda, en definitiva la
imagen fotográfica aliena al individuo, a modo de cárcel masiva, donde todos estamos sujetos a llevar la ropa
que nos indican esas imágenes, a comprar esos productos, y en definitiva a querer ser como esos modelos tan
atractivos que aparecen en la publicidad.
En el Arte Pop, que sufre su momento álgido en torno a 1960 ( momento de la expansión
consumista−capitalista), podemos ver ya ese tinte crítico hacia la sociedad, pero apropiándose de la nueva
tendencia: representar con imágenes y dadas.
El sistema tradicional de valores del arte tradicional se ha quedado obsoleto, ahora surge en el arte el papel de
los objetos, se desligan de su valor tradicional, se rompe con su utilización práctica, gracias al ready−made.
Ahora los objetos, o el ensamblaje de ellos son únicamente para la observación, para contemplar su forma,
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dejan de ser valorados por su uso práctico a favor de su forma.
Se abre una nueva bifurcación en el arte contemporáneo: el arte ya no tiene que ser necesariamente un hacer,
puede ser un proceso de elección de cosas ya dadas, y, además, el arte implica producir una realidad. Son
representaciones sensibles que están para la disposición. Es un proceso de liberación de la representación de
lo sensible en el ready−made. El universo de la imagen es común, tanto para el arte, como para instancias que
no pertenecen al mismo. Cabe dos posibilidades: o el arte se ha disuelto o los criterios de diferenciación entre
arte y no−arte tienen que desplazarse.
El nuevo arte es la disponibilidad de cualquier objeto para la muestra sensible, consumo banal de la imagen,
sociedad de masas, critica al consumismo envuelta en el arte, reivindicación del valor estético de la forma,
pérdida del lo único, las cosas dejan de ser irrepetibles. Pero se introduce una novedad: el arte imita a la
cultura y viceversa. El arte del siglo XX deja de buscar sus raíces en la naturaleza para buscarlas en la propia
cultura. Gracias a esta influencia se da un crecimiento desmesurado de los procesos artificiales de la vida
humana y de la propia cultura.
Integración reforzada de la imagen y el arte, pero totalmente despersonalizada ( la personalidad en nuestra
sociedad va totalmente ligada la imagen. Ante esto queda preguntarse: ¿Dónde se sitúa el arte? En romper el
contexto típico, el arte se desvincula de su aplicación práctica, introduce una interrogación en el sentido de las
formas: ¿ quiénes somos cuando todo es repetitivo, disponible y asequible, en definitiva cuando todo es
imagen? . El arte de nuestro tiempo adquiere una gran potencia filosófica.
Gracias, también a las Vanguardias se da un acercamiento del arte y la vida. Proclaman una radical ruptura
con la tradición y una búsqueda continua de lo nuevo, del futuro ( característica de nuestra sociedad. Se
produce con esto un desarrollo de la tecnología y un empobrecimiento e la experiencia, todo son estereotipos.
Finalmente en la época de los Totalitarismos se lleva el gran experimento: voluntad de configuración estética
de la sociedad. En este momento el arte se convierte el una disciplina identificatoria con el Estado, con su
ideología y con su imagen. Con este experimento se da una tremenda cohesión social, la masa se identifica por
debajo de estereotipos interpuestos por un orden superior, identificación emotiva con la comunidad.
Como se puede ver muchos de los elementos de nuestra sociedad fueron probados en la época de los
Totalitarismos: el poder se oculta tras la imagen masiva, es difícil de identificar, es un poder sin rostro,
anónimo, disperso, sentido performance: la imagen ahora es una forma de ocultación. El uso de la imagen
mediática se enfrenta al uso de los valores de verdad y libertad a través de la imagen. Al mismo tiempo se da
un tratamiento filosófico de la nueva cultura, no subordinada a esa cultura de masas y consumista, a través del
arte. Guy Debord lo llama la sociedad del espectáculo. Vivimos presos de representaciones falsas, en nuestra
sociedad las convicciones pasan a segundo plano. La universalización del consumo produce una implicación
social de la masa a través del consumo de imágenes. Capacidad de ocultación tras la imagen. Vivimos en un
proceso de unidad, de mimesis, imitamos las imágenes que nos produce la moda, la publicidad. Ahora todas
las imágenes se consumen: política, cultura, música, somos la sociedad de la imagen o del espectáculo. No
sabemos vivir sin una imágenes o patrones de comportamiento a imitar.
Nuestra sociedad es el continuo global de la imagen, la imagen impera todo nuestro núcleo social: la ropa que
llevamos, los objetos que tenemos, los patrones de comportamiento, etc. Las imágenes nos hablan de la
conexión simbólica entre el cuerpo del individuo, el cuerpo social y el cuerpo cósmico. A través de las
imágenes la información o conocimiento que nos proporciona el proceso perceptivo se convierte en
reconocimiento; reconocimiento del mundo y de nosotros mismos. Las regularidades crean la construcción
cultural de toda identidad individual, así el mundo se articula ordenadamente, con pautas o formas simbólicas
de conocimiento e identidad. Atendiendo básicamente a la apariencia, actuamos reduplicativamente, en
referencia a la réplica ( Imágenes de hombre.
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La imagen artística, o el arte ha evolucionado tanto en el siglo XX ( como acabamos de ver) que el mismo arte
se ha fundido demasiado en la vida del individuo incluso haciendo arte su propia imagen. Y es que, todo es
arte. La única diferencia que podemos emplear para discernir entre lo que es la imagen artística y lo que no, es
el telos, la finalidad o la meta por lo que se creó dicha imagen. Por ello, y con todos los radicales cambios que
he tenido que vivir el arte en esta era de supermodernidad, sólo le ha quedado el pequeño espacio de la
reflexión, de la crítica a esa sociedad de la que surge y que a su misma vez constituye. Porque si ya nada
puede hacerse único, si las imágenes, las copias y el consumo lo ha invadido todo, la estética solo adquiere
valor fusionándose con la filosofía y adquiriendo un talante crítico, y en su telos reflexivo o modificador de la
sociedad.
Nuestra sociedad es el movimiento del tiempo lineal del progreso, que como un veneno incita al hombre
moderno a caminar, ano estar nunca quieto, al viaje. La experiencia estética de la modernidad nos habla del
movimiento y de la confusión de nuestra imagen: no sabemos lo que somos ni a dónde vamos. Nos debatimos
entre un rostro difuso y convulsionado: máscaras ante la muerte o imágenes seriadas y redundantes del deseo
convertido en hielo por el fuego de la electrónica o somos una imagen difusa, totémica, redundante de
interioridad vulnerada, difusa. En todos casos es nuestra propia mirada la que nos interroga, desde el otro lado
del espejo. Es aquí donde se sitúa la estética, introduciendo claves restrictivas de sentido, abriendo continuas
reformulaciones en los conceptos, en las condiciones, y en la imagen confusa del hombre de hoy ( Imágenes
del hombre. J Jiménez. )
COMENTARIO: Mi filosofía de A a B y de B a A. (1975) Andy Warhol
El texto es una reflexión del autor de la sociedad actual, de cómo vivimos las cosas como si no fueran nuestra
propia vida, sin intensidad.
Consta básicamente de dos partes: la primera correspondería a la reflexión del autor, consecuencia de un
disparo que ha recibido, en la que básicamente expone cuatro ideas:
• En el mundo se está a medias, más que por entero.
• Es más fantástica la vida real que el cine, las cosas que pasan son más increíbles que las inventadas.
• Todo es televisión.
• Cuando estas metido en algo piensas en otra cosa.
La segunda pieza de sentido comienza en el momento en el que dice que se despierta después del suceso, en la
cual comenta que no sabía que estaba en un hospital, ni que habían disparado a Bobby Kennedy; sólo volvió a
mundo real, o mejor dicho al mundo de la televisión ( porque en nuestro mundo todo es televisión) cuando
oyó decir que miles de personas se congregaban en una catedral para rezar por Kennedy.
Pero lo más importante, según mi punto de vista es la primera parte del texto, la parte reflexiva, porque las
ideas que trata, son completamente actuales.
En primer lugar, cuando dice que antes de que le dispararan pensaba que estaba aquí mas a medias que por
entero. Y es que todos comprobamos, como nuestras vidas toman un cariz completamente diferente cuando
nos pasa algo grave, o cuando algún ser querido se nos muere. En esos momentos dejemos de ver la vida
como una rutina y le damos su verdadero valor, dejamos de estar a medias para estar por entero, disfrutando y
a preciando de ese preciado don que es la vida. Lo triste es que tengan que pasar esas cosas ara que nos demos
cuenta de ello.
En segundo lugar, cuando dice que lo que no es real son las cosas que pasan en la vida misma, el texto remite
al carácter todavía inesperado que tiene la vida, ventaja ( supongo); pero todos hemos visto, sin ir mas lejos,
con el trágico accidente del 11 de Septiembre, como la realidad superaba esa superconsumista ficción de los
mismos EEUU. Ni siquiera sus grandes súper−producciones de volcanes, meteoritos o monstruos parásicos
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superaron esa increíble realidad que vivimos todos atónitos aquel día. Y es que la realidad supera la ficción en
todos los sentidos.
Las películas hacen que las emociones sean tan fuertes y reales que las cosas que te ocurren en la realidad son
como si las vieras en la tele: no sientes nada. Todo es televisión. Toda nuestra vida la vemos desde fuera, o
como dice Warhol como si viéramos la televisión. No sentimos nada porque las películas nos anulan los
sentimientos, los argumentos de ellas están tan explotados y exagerados que todo lo que nos pasa es mínimo
en comparación con la televisión, nuestra vida es insignificante, al lado de esas preciosas historias de amor,
que siempre buscamos todos, pero que nunca encontramos− y digo buscamos, porque la televisión o la
imagen está tan metida en nuestra vida, que en lugar de tomar las experiencias de los ancianos, para aprender
de la vida, como se hacía antiguamente, ahora se toma la televisión como enseñanza−, a través de la televisión
aprendemos todo: al amor, la justicia, la política, etc.
Todo es televisión, o mejor dicho todo es imagen. La sociedad recrea en su modo de vida los clichés o
estereotipos que nos venden tanto publicistas, como periodistas, como el propio Capitalismo. Y es que nuestra
sociedad es la comunidad de la imagen, del aparentar. He aquí la transmutación que han sufrido los objetos en
la vida humana: antes eran útiles que mejoraban las precariedades de la vida, eran una facilidad para
desenvolvernos, mientras que ahora cualquier objeto que tengamos, es un mímesis, una imagen de lo que
somos. El objeto de hoy es una fusión entre esencia y existencia ( aparente) del sujeto: lo que tengamos
equivale a lo que somos, o mejor dicho al gusto o solvencia de que disponemos.
Cuando estás metido en algo piensas en otra cosa. Y es que la esencia del mismo individuo ha sufrido con e
igual que la experiencia artística un cambio radical. Quizá por evolución o protección el hombre de hoy vive
las cosas como si no fueran de él mismo, pasamos por la vida de puntillas, vivimos con demasiada fogosidad
el presente instantáneo y miramos todos nuestros actos con el anteojo del pasado, haciéndonos insensibles
hasta de nuestras mayores desgracias; Y es que todo pasa, todo cambia.
El individuo de nuestra modernidad está tan sobre−ocupado que le es imposible estar pendiente de una sola
cosa, está en todo. Inmerso y succionado por el tiempo de la súper acción de hoy en día, pretende abarcarlo
todo, fertilizar el tiempo, para que sea lo más productivo posible; de ahí la sensación de no estar nunca en una
sola cosa, de ahí que seamos tan aparentemente felices. Hemos hecho del tiempo alocado y productivo un
aliado para poder simular al olvido, para poder vivir sin olvidar del todo, pero pudiendo mirar hacia adelante y
continuar, porque en esta modernidad en la que todo es un continuo cambio, no hay espacio ni para pararse a
meditar.
ESTÉTICA
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COMENTARIO DE TEXTO:
ANDY WARHOL
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