DE ROOIJ-M

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Fuimos niños, seremos mayores, y entre tanto no tenemos tiempo
Introducción
Se acabaron los años de abundancia. La especulación y los excesos de la primera década del
siglo XXI han desaparecido, pero nos han dejado con una triste imagen de la arquitectura.
Por un lado han creado un parque de vivienda de calidad homogénea y poco
innovador, y por el otro lado obras públicas lujosas pero vacías. La segunda década ha
empezado sin promotores, especuladores ni gobiernos malgastadores, es decir, casi sin trabajo
para los arquitectos.
Ahora, con grandes cambios demográficos y pocos recursos, los arquitectos tienen que
actuar con cuidado, ser muy creativos, y sobre todo, estar al servicio de futuros habitantes para
facilitar sus tareas diarias y, si puede ser, alegrarlos.
La arquitectura que viene, tiene que dar soluciones concretas a problemas concretos,
sin caer en las trampas de superficialidad. Si la arquitectura no quiere perder su credibilidad
social y científica, es esencial volver a una arquitectura significativa. En vez de representar, la
arquitectura tiene que volver a ser.
Los temas que marcarán, unidos o por separado, la arquitectura en los próximos años serán la
ecología, la tecnología, la rehabilitación y la demografía. Será importante estudiar como
posicionar estos temas alrededor de quien habita la arquitectura.
Giros demográficos
Uno de los cambios más significativos en el mundo hoy es el giro demográfico de la población.
La población del mundo se está haciendo mayor. En el año 2000 habían 600 millones de
personas mayores de 60 años; y habrán 2 billones en 2050. En 2050 la cantidad de personas
mayores excederá el número de los jóvenes por primera vez en la historia. España será, en el
2020, uno de los países más envejecidos del mundo: el 20% de la población tendrá 65 años o
más. Parece que el primer desafío para la arquitectura es como servir a sus habitantes de
mayor edad.
Actualmente, la residencia para la gente mayor se ha convertido en una residencia asistencial
casi hospitalaria y ha dejado de ser la residencia de gente mayor válida. La razón principal es
el envejecimiento de la población envejecida. El cambio de las residencias dedicadas a gente
mayoritariamente válida de épocas anteriores, a residencias dedicadas a personas con más
necesidades asistenciales ha dejado de lado a una franja de gente mayor sin necesidad de
asistencia, pero inactivos en el mundo laboral. Las casas tuteladas, entre otros modelos, han
substituido el primer tipo de residencia, pero aun son un mercado incipiente en España.
El entorno económico actual para los habitantes mayores no es muy consolador. La sanidad
pública está bajo presión y no es de prever que se podrá responder del todo a la gran
necesidad de residencias asistenciales y casas tuteladas con la inversión pública. Es en el
mundo privado donde se tendrá que encontrar las soluciones y oportunidades.
No obstante, un enfoque demasiado rígido sobre el tema y las soluciones a la
necesidad de viviendas accesibles para la tercera edad es contraproducente. Las estadísticas
demográficas muestran sobre todo que no son estáticas. Después del envejecimiento sigue, sin
duda, un rejuvenecimiento. La composición de nuestra sociedad es muy dinámica. El Padrón
Municipal a 1 de enero del 2009 nos muestra que la franja más representada de la población
más joven de 55 años son los treinta-añeros, mientras la franja menos representada son los
que tienen 10 años. Esto significa que solo hay una diferencia de veinte años entre las franjas
más y menos representadas. Es evidente que construir residencias o casas tuteladas sin tener
una visión de futuro no es aconsejable.
Arquitectura estática y la rehabilitación
La dinámica de la demografía, sin embargo, contrasta notoriamente con las estadísticas del
entorno construido. Según la legislación española, una vivienda está sujeta a cumplir una vida
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útil mínima de 50 años. Asimismo, algunos métodos de evaluación medioambiental de edificios,
como la base de datos GreenCalc, establecen la vida útil de los edificios en 75 años, es decir,
toda una vida. Sin embargo, la historia demuestra que los edificios tienen un rendimiento de
vida más largo de lo que inicialmente se les atribuyó. Un estudio sobre la vida útil de edificios
en los Países Bajos indicó un promedio de vida de 110 a 120 años y que la vida útil de las
viviendas se eleva a los 200 años.
En el futuro más cercano, los arquitectos tendremos que poner énfasis en la
rehabilitación en vez de nueva construcción, no sólo por el superávit actual de la vivienda, sino
también por la mejora de la calidad constructiva de los edificios y los requerimientos que
impone el medioambiente. De esta manera contribuimos aun más al aumento de la vida útil de
la vivienda. Es evidente que cualquier intervención que alarga la vida útil de un edificio, o
cualquier construcción nueva, tendría que tener en cuenta la flexibilidad de uso para poder
absorber las diferencias demográficas en el tiempo.
Es necesario buscar modelos menos rígidos y abiertos a cambios. Las residencias
asistenciales de hoy en día, podrían ser las residencias de estudiantes, oficinas o las viviendas
de familias numerosas de mañana. Una buena integración en el tejido urbano parece una
condición, ya que es primordial para asegurar una integración social de la gente mayor, y
también una base sólida para la reconversión de un edificio en un futuro.
Si consideramos la arquitectura materia estática, es evidente que al urbanismo
tendríamos que considerarlo igual, o incluso más estático. La demografía, no obstante, no es
menos influyente sobre el entorno urbano. El envejecimiento ocurre paralelamente a una rápida
urbanización: en 2008 más de la mitad de la población mundial vivía en ciudades. En 2050 esta
previsto que este porcentaje aumente a más del 70%.
Aplicaciones de la tecnología
Las nuevas tecnologías pueden facilitar de manera significativa la adaptación de viviendas
existentes al uso específico de la gente mayor. La domótica y teleasistencia facilitan todo tipo
de servicios que hacen más segura y más fácil la vida cotidiana. No se puede olvidar que son
generalmente los familiares quienes recurren a la opción del traslado a una residencia de una
persona mayor. Es la seguridad y el control lo que les preocupa. El mundo laboral actual casi
no permite el cuidado en familia de niños y ancianos.
Las redes sociales podrán parcialmente sustituir la presencia física de cuidadores y
actuar contra la soledad y el aislamiento. Los dispositivos electrónicos, como los smartphones,
serán sensores y herramientas de control continuo. Además, aplicaciones a nivel urbano –
dentro del marco de las smartcities- facilitarán la autoorganización y la colaboración entre
ciudadanos.
La autonomía de la gente mayor también se prolongará por el uso de robots que hacen
de cuidadores, terapeutas y psicólogos. El desarrollo de prótesis robóticas proporciona un tipo
de musculatura externa y los animales de compañía robótica, como el Smile Supplement
Robot, no solo distraen a su propietario, sino también sirven como vídeovigilancia.
La tecnología facilita el uso prolongado de la vivienda propia o una vivienda sin
asistencia presencial de manera continua.
No ser servida, sino servir
Un aspecto muy importante al tratar del bienestar de la gente mayor, es la sensación de poder
aportar algo a la sociedad o el entorno directo, y no tener la sensación de exclusión.
No solo a nivel social, sino también a nivel económico, es importante mantener y
prolongar la vida activa y autónoma de la gente mayor. Sabemos que una sociedad con una
franja de la población activa muy reducida y una proporción de la población envejecida y
inactiva muy alta, no puede soportar el peso económico de una seguridad social pública.
Aparte de la accesibilidad, que ya está garantizada por ley, la arquitectura y el
urbanismo de ahora en adelante tendrán que facilitar el desarrollo social y económico de la
tercera edad a nivel de organización, flexibilidad y funcionalidad de los espacios.
Servir en una sociedad, y no ser servido por esa sociedad, es como una arma de doble
filo, porque evita la sensación de exclusión y al mismo tiempo puede generar una aportación
económica de esta franja ‘legalmente’ inactiva. Las personas mayores de hoy en día son
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aparentemente más activas que las personas mayores de épocas anteriores. Un fenómeno
conocido como ‘down ageing’.
Dependiendo del estado mental en que una persona mayor se encuentra, puede, de
manera equilibrada, compartir con nosotros su experiencia de vida. Con los años, cambia la
actitud hacia la vida. Las personas mayores son las únicas que nos pueden ofrecer esta visión
alargada.
Es importante crear posibilidades y espacios, donde la generación mayor podrá (re-)
introducir, o devolver, sus conocimientos adquiridos durante muchos años, y donde podrán
desarrollar actividades económicas. Un espacio libre en planta baja, por ejemplo, podría
convertirse en una tienda de comercio rotativo de manualidades tradicionales ‘prêt-à-porter’ o
de alta costura; en un mercado temporal de frutas y verduras ecológicas del huerto; o en una
escuela de cocina tradicional. Pero también en una asamblea cultural o un cibercafé.
Es evidente que no todas las personas mayores están en condiciones de poder
participar activamente en la sociedad. Las alternativas a la residencia asistida son varias. La
mayoría tiene en común que la persona que necesita una atención especial puede continuar
viviendo en su propia casa, mientras el cuidador se acerca de manera temporal.
La divulgación de todas estas posibilidades, individuales y colectivas, y la anticipación a
ellas durante el desarrollo de diseño es esencial.
Niños y mayores, o cerrar ciclos de vida con arquitectura
La relación que se establece entre la arquitectura y sus habitantes es la más directa y sincera
cuando se trata de arquitectura para niños o gente mayor. Es aquí donde espacio y tiempo se
unifican más. Para los menores un hogar es su mundo, y para la gente mayor no hay nada más
importante que un hogar estable. La arquitectura es el entorno donde se explora, se esconde, y
también, donde se recuerda. Pero, un hogar no se construye en un día:
“Home is not merely an object or a building, but a diffuse and complex condition, integrating memories and
images, desires and fears, the past and the present. A home is also a set of rituals, personal rhythms, and
routines of everyday live. A home cannot be produced at once; it has its time dimension and continuum,
and it is a gradual product of the family’s and individual’s adaption to the world.”1
Uno de los valores de la arquitectura se encuentra en la materialidad y su capacidad de
incentivar la cognición –o evitar el deterioro cognitivo- mediante texturas, olores y colores. Tal
como nos hicimos adultos, nos haremos mayores, pero al revés.
Al mismo tiempo de hacer más seguro y más fácil el envejecimiento, será interesante
estudiar si la arquitectura es capaz de frenar, minimizar, o evitar el deterioro cognitivo mediante
la organización del espacio o el uso de materiales.
Conclusión
Como visión de futuro expreso que la ‘temporada de tercera edad’ tiene que empezar antes, o
incluso desaparecer como concepto. Las residencias asistenciales serán necesarias, pero una
buena preparación de la vejez puede evitar recurrir al servicio de una residencia como único
recurso. La organización –y la reorganización- del tiempo de la vida y una integración activa en
la sociedad de la tercera edad tendría que preocuparnos más.
El concepto ‘cradle to cradle’, que se ha implantado con fuerza en la discusión sobre el
medioambiente, también se puede adaptar a conceptos de la vida, la sociedad y, por lo tanto, a
la arquitectura como generador de entornos sociales, que no excluyen la tercera edad pero la
dejan ‘entrar de nuevo’ en el ciclo de la vida.
La arquitectura para toda la vida, es una arquitectura que no distingue entre edades; es
una arquitectura que envuelve sus habitantes durante todas las fases de una vida y se adapta
a sus necesidades, como un microclima de tiempo y espacio. Una arquitectura de integración –
y no de separación- es un paso más hacia una arquitectura 100% duradera y autosuficiente, no
solo para niños y mayores, sino también para los que no tienen tiempo.
Enero 2012
Marc de Rooij
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Juhani Pallasmaa en ‘Identity, intimacy, and domicile’ / Notes on the Phenomenology of Home (1994)
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