PLAYGROUNDS  Una reflexión sobre los espacios de juego de la infancia   

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PLAYGROUNDS DEL SIGLO XXI Una reflexión sobre los espacios de juego de la infancia Play is the highest stage of the child’s development…the purest, the most spiritual product of man at this stage, and it is at once the prefiguration and imitation of the total human life –of the inner, secret, natural life in a man and in all things. It produces, therefore, joy, freedom, satisfaction, repose within and without, peace with the world. (Friedrich Froebel, 1826) (1) La representación del juego infantil al aire libre tiene una amplia tradición en el arte. Pintores como Pieter Brueghel (Juego de niños, 1560), fotográfos como Robert Doisneau (Les jardins du champs de Mars, París, 1944) o cineastas como Robert Mulligan (To Kill a Mockingbird, 1962) se han aproximado a la relación del niño con el espacio exterior. En sus obras se percibe la alegría del juego, su espontaneidad y bullicio, la relación afectiva y social que esta actividad genera. Las calles, plazas, los patios exteriores de las casas, el mobiliario urbano, se convierten en espacios de exploración, aventura, disfrute y aprendizaje. (Fig.1 y 2) 1. Pieter Brueghel. Kinderspiele, Austria, 1560 2. Robert Doisneau. Les jardins du champ de Mars, Paris, 1944. Sin embargo, fue el avance de las teorías pedagógicas lo que dio el impulso definitivo a la aparición del playground. Los nuevos conceptos didácticos de mediados del siglo XIX provocaron un cambio radical en el modo de concebir los juguetes y los juegos ya que, una vez corroborada la íntima relación entre juego y aprendizaje, se inició una búsqueda continua de actividades que favorecieran el desarrollo intelectual del niño. Las teorías del suizo Pestalozzi, perfeccionadas posteriormente por Froebel y favorecidas por los cambios sociales de finales del XIX, hicieron que en estos años se planteará la necesidad de destinar parte de los espacios urbanos a la infancia. Estas primeras áreas de juego estaban vinculadas a los parques públicos con el objetivo de solventar la necesidad de jugar al aire libre de los más pequeños y protegerlos del peligro de las calles. Desde su origen se encontró una relación directa entre la salud, el desarrollo cognitivo de los niños y sus espacios de ocio. Hoy sabemos que la mayoría de las formas de juego son fundamentales para un desarrollo saludable, pero se considera que el modo libre y espontáneo de diversión asociado a estos espacios es el más beneficioso de ellos. Representan así el único equipamiento social en el que confluyen, de forma simultánea, urbanismo, salud, educación y sociedad. Hoy en día se han convertido además en la única posibilidad de jugar al aire libre de la mayor parte de los niños de las ciudades desarrolladas. Esto les otorga un papel relevante y los convierten en una necesidad cuyo diseño requiere un estudio detallado. Es por ello importante analizar la configuración actual de estos espacios, entender cuáles han sido sus factores más influyentes y reflexionar sobre la idoneidad de sus tipologías. Playgrounds: influencias Consideramos que existen tres factores fundamentales que han influido en el diseño de los espacios de juego: los avances pedagógicos, los modelos sociales predominantes y las ideas urbanísticas vigentes. Dentro del primer grupo destaca el ascendente de los patios escolares que, apoyándose en sucesivas teorías didácticas, se convirtieron en pequeños campos de experimentación de actividades al aire libre. Para entender las intensas relaciones que existen entre estos distintos ámbitos elaboramos el siguiente cuadro. (Fig.3). En él se hacen visibles las influencias de unos sobre otros, pudiendo contextualizar así el periodo histórico en el que el playground alcanzó su mayor desarrollo. En cuanto al ámbito temporal considerado, comprende desde mediados del s.XVIII, cuando Rousseu publica su libro Emilio o De la educación (1762), hasta la actualidad. 3. Cuadro con los distintos factores que han influido en el diseño de los espacios de juego (2) Con la aparición de los primeros kindergarten de Froebel en 1837 se inició una reflexión sobre la importancia de la actividad lúdica en los procesos de aprendizaje (3). Además de sus conocidos “dones” que tanto influirían sobre Frank Lloyd Wright, este pedagogo es el precursor del uso didáctico de dos espacios exteriores: el jardín escolar y el arenero. (Fig. 4 y 5) El uso del primero permitía al niño interiorizar y entender el crecimiento propio observando la evolución de las plantas, al tiempo que le aportaba conocimientos sobre las ciencias naturales. Otros líderes educativos, como Liberty Hyde Bailey y John Dewey fusionaron la educación práctica con el estudio de la naturaleza y la jardinería. En cuanto al arenero, prosperó por ser un material moldeable, que permitía su vertido y que favorecía la relación de grupo. El Haus Pestalozzi‐Froebel en Berlín cuenta con uno de los jardines de arena más extensos y hermosos de Europa. 4. Kindergarten. Arenero. c.1900. 5. Kindergarten. Huerto escolar. c.1900. En la reconstrucción europea que sucedió a la Primera Guerra Mundial, el movimiento moderno fijó su imagen estética. La vivienda social se había desarrollado enormemente en aquellos años gracias a proyectos innovadores y arquitectos y planificadores se planteaban mejorar las condiciones de vida en las ciudades, dando por ello relevancia a las escuelas y los equipamientos infantiles. La cubierta de la Unidad de habitación de Marsella, aunque posterior a esta etapa (1947‐1952), reúne en su zona de niños los principales conceptos de este periodo previo: la enseñanza como corazón del proyecto social y el uso higienista de la terraza como solárium. (Fig. 6). De hecho, Francia se había incorporado al movimiento de la Open Air Schools en 1922, tras el primer congreso internacional que se celebró en París sobre este tema, y había construido en Suresnes uno de sus ejemplos más brillantes y difundidos, la École en plein air (1935‐36) de E. Beaudouin y M. M. Lods. (Fig. 7) En ellas las aulas se abrían al jardín y las cubiertas funcionaban como espacio de recreo. Le Corbusier volvía a ser pionero con este proyecto ya que, si bien en su carta de Atenas consideraba el ocio como una de las funciones básicas de la ciudad, nunca con anterioridad un espacio de juego infantil había coronado un bloque de vivienda social. El contacto con la luz natural, el aire, el sol, el agua, el paisaje y la práctica de ejercicio físico eran los principios higienistas que guiaban su diseño. 6. René Burri. Cubierta de la Unidad de Habitación en Marsella. 1959. 7. Beaudouin y Lods. Cubierta de la Escuela al aire libre en Suresnes (1935‐36) Fue en el período de entreguerras cuando se extendió el recurso didáctico del arenero en los espacios urbanos infantiles. Jacoba Mulder, miembro del equipo de planeamiento urbano de Cornelis van Eesteren en Ámsterdam fue pionera al proyectar para Beatrix Park (1937) un suelo exclusivamente de arena. Poco después se centraría en el desarrollo de los playgrounds, necesidad que comprendió un día que fue desde su apartamento de Bertelmanplein hasta su trabajo jugando con un balón. “The idea of the playground layout came to me alone, and I presented it to the Department of Public Works”, cuenta en una entrevista realizada en 1963. “Things are different for children from 10 and above. They need more space”. (4) Mulder insistió en que había que volver a los jardines tradicionales y que debían estar dotados de areneros y equipamiento de juego. Aldo Van Eyck entró a trabajar en aquella época bajo la tutela de Van Eesteren y se ofreció a encargarse del diseño de los playgrounds. En ellos experimentó con las combinaciones formales de mínimos elementos y la coreografía optimista que caracterizaría su trabajo posterior. El espacio de juego de Bertelmanplein, donde vivía Mulder, se convirtió en el primer playground de Ámsterdam. (Fig. 8). Uno de los vecinos de la zona, al verlo, escribió al director del Departamento de Obras Públicas con objeto de solicitar otro en un área cercana. Poco después, otro transeúnte lo vio y realizó una nueva petición. Así fue como se construyeron más de 700 playgrounds en la ciudad y se recibieron infinidad de cartas. La participación ciudadana para estos espacios, que se prolongó durante más de veinte años, son un caso extraño de “democracia en acción” a nivel urbano. Los habitantes de Ámsterdam solicitaban nuevos playgrounds o cambios en los ya existentes. Igualmente destacadas son las memorias que circularon dentro del Departamento de Obras Públicas en respuesta a las mismas. Cada uno de los espacios respondía a una solicitud específica y se ubicaban en los lugares sugeridos por los propios ciudadanos. (Fig.9). 8. Aldo Van Eyck. Playground in Bertelmanplein, Amsterdam, 1947. 9. Aldo Van Eyck. Playground in Frans Bastianestraat, Amsterdam, c.1960. Sin embargo, hay que tener en cuenta otros factores externos que favorecieron el desarrollo del playground. Después de la Segunda Guerra Mundial el uso del coche como transporte urbano alcanzó plena vigencia. Esto originó una profunda transformación en la forma de concebir las calles de la ciudad. El niño perdió la posibilidad de disfrutar de este espacio próximo de forma segura, y el playground se convirtió en una dotación necesaria. Esta insuficiencia se vio incrementada por el baby‐boom de la posguerra, que originó un extraordinario crecimiento de la natalidad infantil. No sorprende por tanto que el período de mayor auge en el desarrollo y evolución de los espacios vaya desde los años 50 a mediados de los 80 con interesantes propuestas en Holanda, países escandinavos, Suiza, Francia, Inglaterra, EE.UU. y Japón. Este impulso se apoyó en los movimientos sociales de la época en favor de los derechos civiles y la respuesta humanista al movimiento moderno liderada, entre otros, por el propio Van Eyck. Frente al urbanismo de gran escala, moderno y funcional que seguía los principios del CIAM, Van Eyck optó por utilizar los espacios pequeños y abandonados entre edificios existentes, aceptando los condicionantes reales y las posibilidades limitadas que ofrecían los vacíos urbanos. Su estrecha relación con el grupo CoBrA y los viajes por el continente africano alimentaron su visión crítica del funcionalismo. Miembro del Team X y de la denominada Tercera Generación, manifestó siempre un interés antropológico capaz de obtener una “vuelta al origen” que garantizara la transmisión de las más importantes esencias y conceptos profundos del habitar humano. En noviembre de 1959 se redactó la Declaración de los Derechos del Niño por la Asamblea General de las Naciones Unidas basado en un texto anterior de 1929. En ella se reconocía el jugar como un derecho universal del individuo y, al mismo tiempo, como un instrumento de la política social. Esta declaración resume la paradoja del discurso moderno del juego, ya que el niño no tiene voluntad directa sobre el mismo al depender éste de decisiones administrativas. Si bien en el caso de Van Eyck el sentido comunitario de los habitantes de Ámsterdam fue lo que permitió la integración de la infancia dentro de su planeamiento, actualmente el psicopedagogo Francesco Tonucci recoge la idea del juego como política social y reivindica la importancia de hacer entornos adecuados para los niños como una forma de garantizar ciudades más habitables, seguras y sostenibles. Gracias a la difusión de su libro La cittá dei bambini (1991) se ha abierto una reflexión sobre los espacios urbanos destinados a los niños, han surgido los primeros consejos de infancia y por primera vez se ha puesto en marcha la participación infantil en la ciudad. Pero Tonucci no se limita a las áreas de ocio ya que sostiene que, además de juego, la ciudad debe proporcionar al niño otras garantías tales como seguridad, autonomía personal y movilidad y favorecer, a través del reconocimiento y la identificación del espacio urbanos, la identidad del habitante con su medio. Así propone la calle como lugar de recreo y la creación de recorridos escolares seguros. Iniciativas como Ciudades Amigas de la Infancia de Unicef se apoyan parcialmente en este proyecto pedagógico. Los espacios destinados al juego en la ciudad actual se caracterizan por su homogeneidad. Esto es debido en parte a las restrictivas normativas de seguridad y a que su dotación se basa en un equipamiento industrializado. A estos dos factores hay que añadir: el escaso contenido pedagógico, la dimensión insuficiente (en su mayoría se tratan de superficies valladas de pequeño tamaño destinadas a determinadas edades) y el incremento de áreas de ocio infantil asociadas al consumo ubicadas en espacios cerrados (zonas comerciales). Por otra parte, la aparición de nuevas tecnologías como forma de diversión ha disminuido considerablemente el tiempo que el niño pasa en el espacio exterior, teniendo como consecuencias el incremento de la obesidad infantil y la falta de socialización. Resulta por ello imprescindible revisar los diferentes tipos de playground existentes a lo largo del tiempo con objeto de encontrar modelos adecuados para el juego en el s.XXI. Tipos de playgrounds Casi todos los modelos de playgrounds surgidos en algún momento del pasado se conservan aún en la actualidad. Su origen suele estar relacionado con la mirada atenta de un pedagogo, arquitecto o paisajista al juego infantil, que convirtió el diseño en un eco ampliado de la actividad lúdica infantil. En nuestra clasificación hemos distinguido dos categorías fundamentales: 1. Pasiva. Aquella en el que el diseño y las características del equipamiento siguen unos criterios creativos pero que son inmóviles a lo largo del tiempo. Como ejemplos representativos, los creative playgrounds y los playscapes. 2. Activa. Aquella en las que el niño modifica, a través de la acción, su espacio de juego. Dentro de ella los los adventure playgrounds, las acciones de juego y los imagination playgrounds. A continuación describiremos brevemente cada uno de estos tipos, incidiendo en sus aspectos más destacados, hasta llegar a la actualidad. El objetivo es plantear una reflexión sobre la riqueza espacial y las cualidades estimulantes que pueden llegar a poseer estos espacios con objeto de reconsiderar la validez de los modelos predominantes hoy día. En los creative playground el equipamiento empleado no desvela inmediatamente su uso, favoreciendo la creatividad del niño a la hora de interactuar con él. Normalmente se trata de piezas escultóricas o abstractas, la mayor parte de las veces con una marcada impronta compositiva o paisajística. Destaca dentro de este campo el trabajo de Mitsuru Senda (Japón, 1941). Este arquitecto paisajista desarrolló tres tipos de estructuras de juego: las estructuras de juego gigantes (Giant Play structure), los sistemas de juego circular (circular play system) y 12 piezas de equipamiento infantil diseñadas industrialmente (community play structures). Sus proyectos están basados en el paisaje, la creatividad y el comportamiento social de los niños. La primera estructura gigante se realizó en 1968 en Sendai. (Fig.10). La idea principal de estos artefactos era asociarse a árboles de gran tamaño con objeto de vincular juego y naturaleza y conectar al niño con su entorno circundante. Además de estos elementos de gran tamaño, en 1979 diseñó pequeñas piezas de equipamiento pensadas para producirse en serie, en las que confluían dos conceptos básicos: la agrupación como sistema generador de juego y el valor estético de la pieza. Para Senda era fundamental dotar a sus diseños de una alta calidad compositiva, ya que conceptualmente los asimilaba a esculturas (“Play sculptures must be public art just like sculptures”). Finalmente, a partir de 1982, este paisajista desarrolló un nuevo tipo de espacio de juego basado en el recorrido circular (circular play system). Durante el desarrollo de una investigación sobre el comportamiento de los niños descubrió que los espacios que favorecen la creatividad y el juego suelen seguir un recorrido circular y que la mayor parte de éstos implican alguna forma de persecución. Con estas premisas diseñó una serie de recorridos integrados en el paisaje (Fortress of Winds) que debían poseer además las siguientes características: una circulación general pensada para el juego, un lugar simbólico elevado, el niño debía poder experimentar distintas experiencias en su interior (entre ellas inestabilidad y vértigo), espacios grandes y pequeños adyacentes en los que poder reunirse, atajos que lo cruzasen y multitud de puntos accesibles, conformando un todo poroso. (Fig.11) 10. Mitsuru Senda. Giant Play Structure en Sendai, 1968. 11. Mitsuru Senda. Fortress of winds en Okaya, 1982. En cuanto a los playscapes, se tratan de paisajes naturales diseñados para el juego. Conviene aquí señalar que la mayor parte de los arquitectos que han aportado soluciones novedosas en los espacios infantiles han sido paisajistas, lo que ha influido en la elevada calidad ambiental de los mismos. Una de las pioneras en este tipo de playgrounds fue la inglesa Mary Mitchell. Sus proyectos están inspirados en las condiciones del emplazamiento y en ellos el entorno de juego se genera a través de distintos movimientos de tierra. (Fig.13). Además de la ondulación topográfica, construye un paisaje controlado mediante el empleo de árboles, aguas y diferentes texturas para el suelo. Especialmente interesante resulta su rehabilitación de espacios industriales para el ocio infantil. (Fig.12). 12. Mary Mitchell. Markfield Playground, Londres, 1966. 13. Mary Mitchell, St. Aidan’s Avenue, Blackburn, 1970. Otro paisajista relevante es Jacques Sgard. Este arquitecto francés inicia su trabajo en los años 60 en el momento en el que se están construyendo grandes bloques en las periferias urbanas, diseñando los espacios verdes de algunas de ellas. Sin embargo, sus intervenciones más destacadas están relacionadas con las “exposiciones florales”, convocatorias destinadas a paisajistas con el objetivo de crear nuevos parques o rehabilitar espacios públicos en desuso. Sgard crea paisajes de juego de gran lirismo y abstracción gracias al uso extensivo de materiales sencillos (hormigón, adoquín, césped, madera, agua). El trabajo con la topografía y la forma estimulan el juego imaginativo del niño. 14. Jacques Sgard. Parc André Malraux, Nanterre, 1968. En la actualidad existe una recuperación de este tipo de espacios, ya que cumplen con facilidad los estándares de seguridad establecidos para el juego infantil, fomentan el contacto con la naturaleza y favorecen, en general, el uso de los sentidos. Para incidir en este último aspecto se han desarrollado elementos específicos, como senderos sobre los que caminar descalzo, espacios con múltiples texturas, esculturas sonoras que funcionan cuando el niño las golpea, esculturas de viento, espacios naturales en los que experimentar con el olfato, etc. Se pretende paliar en todos estos casos el predominio visual en el que se hallan inmersos los niños en la actualidad. En esta segunda parte abordaremos los espacios de juego activos, es decir, aquellos que son modificables por el niño. Su origen se remonta a los adventure playgrounds desarrollados por el arquitecto y paisajista danés Carl Theodor Sorensen. Éste había observado el juego intenso de los niños en los solares bombardeados y decidió proponer una tipología de playground que fomentara sus aptitudes constructivas (Skrammellegepladsen). En 1943, gracias a la iniciativa de una sociedad cooperativa constructora, se llevó a cabo el primer modelo. Los niños, a los que se les asignaba previamente una parcela, realizaban sus pequeñas edificaciones durante la primavera y cultivaban un jardín en los meses de verano. A la llegada del invierno, las construcciones se deshacían y los materiales se reciclaban, de modo que el espacio de juego se hallaba siempre en constante transformación. El arquitecto suizo Alfred Traschel radicalizó esta idea en el centro de ocio y deporte Heuried de Zurich. En una hondonada al oeste del edificio, reservó una zona de juego para las actividades de construcción. Esta área era lo suficientemente extensa como para generar toda una ciudad que se construía y deconstruía y cuya planificación dirigían y administraban un grupo de niños. Padres y abuelos participaban en las actividades constructivas y para ello disponían de tablas, cajones y escombros. Sorprende su espontánea configuración y riqueza de formas. Además de los centros de Zurich, Trachsel llevó a cabo una serie de acciones de juego, entre las que sobresale la ejecutada en Basilea en 1981. Ésta consistió en tomar una casa vacía e ir tomando las habitaciones con los niños mediante diversas estructuras espaciales basadas en el juego, buscando mediante este proceso una nueva forma de habitar. Dentro de estos parámetros encontramos también al activista y artista danés Palle Nielsen. En su trabajo confluyen arte, juego e infancia. A nivel artístico, es el momento en el que el hapenning se está desarrollando en el arte (1950). Nielsen instala en el interior de la gran sala del Moderna Museet de Estocolmo un inmenso adventure playground, a fin de que la propia acción de juego llevada a cabo por los niños transforme el espacio haciéndolo impredecible. La pintura, la madera y las herramientas son los instrumentos necesarios para producir la transformación de la instalación. La finalidad de ésta era destacar las implicaciones sociales en el arte y ver cómo los patrones de juego de los niños se modifican cuando se modifica la estructura física que soporta su juego. Según Nielsen hay una conexión positiva entre la satisfacción física y sensorial de los niños y la capacidad de transformación de su espacio. A Nielsen le interesan el medio ambiente y las implicaciones sociales que intervienen en la obra de arte. Actualmente, los requisitos de seguridad de los espacios infantiles y la necesidad de un responsable encargado de la administración de las herramientas han frenado la continuidad de estos espacios en algunos países. Sin embargo, permanecen en aquellos en los que arraigaron especialmente, como en Inglaterra y en los países escandinavos. Herederos de aquellos surgen los imagination playgrounds, constituidos por un equipamiento de juego móvil y transportable cuya finalidad es transformar temporalmente el entorno del niño y permitirle incidir en él. A modo de materiales de construcción, los imagination playgrounds están compuestos por distintas piezas prefabricadas que pueden ensamblarse entre sí y definir distintos espacios de juego, cumpliendo además las distintas normativas de seguridad. Ejemplo de este modelo es el Playground in a box, de EEUU. Si bien todas las tipologías expuestas, alternativas interesantes a la mayor parte de los espacios de juego para la infancia que vemos en nuestras ciudades, continúan existiendo en la actualidad, subsisten de un modo minoritario. El s.XXI ha incorporado nuevos espacios de ocio al mundo infantil, de modo que además de los tradicionales (parques, plazas y playgrounds) se reivindica la calle como área de juego, han proliferado los espacios cubiertos (playrooms) y continúan usándose ocasionalmente las azoteas, los patios interiores de manzana y los solares en desuso. En los últimos 20 años, la participación infantil en la definición de sus propias áreas de juego, demandada desde los años 70, empieza a hacerse realidad, gracias a iniciativas como la de Tonucci. Aunque posiblemente, la mayor aportación del s.XXI en la relación ciudad‐infancia haya sido la defensa de la autonomía en el desplazamiento infantil, hecho realidad mediante la creación de los recorridos escolares. El niño no sólo juega en la ciudad, sino que se desplaza a través de ella. Como en la imagen de Arthur Leipzig, que muestra a unos niños que se han apropiado del espacio, tanto en su dimensión física como simbólica, a través del juego, creemos que los espacios de juego de este siglo deben poseer versatilidad y capacidad de transformación. Y en un sentido inverso, como defendían Alison y Peter Smithson, deberíamos crear ciudades capaces de admitir esa suerte de libre organización. 15. Arthur Leipzig, Chalk games, Nueva York, 1950. Notas (1) KINCHIN, J. Y O’CONNOR A. Century of the child. Growing by design 1900‐2000. The Museum of Modern Art. Nueva York, 2012. Pág.30. (2) Las áreas coloreadas en amarillo representan los momentos de mayor desarrollo, para cada uno de los ámbitos, del juego infantil al aire libre. Destacamos las aportaciones del pedagogo Friedrich Froebel, el baby‐boom que tuvo lugar tras la Segunda Guerra mundial y el trabajo arquitecto Aldo Van Eyck en Ámsterdam como personajes y hechos clave para entender la concepción, desarrollo y auge de los playgrounds a lo largo del tiempo. (3) Las ideas de Froebel acerca de la educación aparecen recogidas en su libro La educación del hombre (1826). (4) Entrevista con Jacoba Mulder, “Moeder van de speelplaatsen”, Algemeen Dagblad, 13.4.1963. Bibliografía BENGSTSSON, Arvid. Parques y campo de juegos para niños. Editorial Labor; Editorial Blume. Barcelona, 1973. HERRINGTON, S. 7Cs. An informational guide to Young children’s outdoor play spaces. Consortium for Health, Intervention, Learning and Development (CHILD). 2008, Vancouver. JACOBS, J. Muerte y vida de las grandes ciudades. Capitán Swing Libros. Madrid, 2011. [ The Death and Life of Great American Cities, 1961] LARSEN, L.B., The model. A model for a qualitative society. MACBA, Barcelona, 2010. LEDERMAN, A. Y TRACHSEL, A. Parques infantiles y centros recreativos. Editorial Blume. Barcelona, 1968. (ed. original Stuttgart, 1959). LEFAIVRE, L. y DÖLL. Ground‐up City: Play as a design tool. 010 Publishers. Rotterdam, 2007. LEFAIVRE, L. Y TZONIS, A. Aldo van Eyck Humanist Rebel. Inbetweening in a Postwar World. 010 Publishers. Rotterdam, 1999. MUMFORD, L. La ciudad en la historia. Sus orígenes, transformaciones y perspectivas. Logroño, 2012. [The City in the History. Its Origins, Its Transformations and Its Prospects, 1961] TONUCCI, F. La ciudad de los niños. Un nuevo modo de pensar la ciudad. Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Madrid, 2004. [La cittá dei Bambini. Laterza. Roma‐Bari, 1996]. 
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