TRABAJO Y OPOSICIÓN POPULAR DE LAS MUJERES DURANTE

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TRABAJO Y OPOSICIÓN POPULAR DE LAS MUJERES DURANTE LA DICTADURA
FRANQUISTA
[…]
La dictadura franquista se presentó como un régimen muy autoritario, en el que imperaba el
inmovilismo y el conservadurismo. Un sistema que influía fuertemente en las relaciones
sociales, relegando a las mujeres al papel tradicional, el cual se mantuvo a lo largo de todo el
periodo.
Durante los primeros años, en los cuales se sufrían las consecuencias de la guerra civil, el rol
de la mujer fue definiéndose, cada vez más, como reproductora de la sociedad y
subordinándola al hombre, puesto que se emitieron leyes que le prohibían ciertos trabajos,
obligándola a centrarse en las tareas domésticas.
Entrados los años sesenta, en la época del desarrollismo, se necesitó mano de obra por lo que
se incluyó a la mujer en el mundo laboral, con salarios mucho más bajos que los hombres. Esta
ley promulgada en 1961 marca el principio de diversas leyes de índole similar, que sólo sirven
para reafirmar la situación de represión a la que estaba sometida la mujer.
Las mujeres no fueron un sector unitario, estaban divididas por clases, por nivel cultural, laboral
y por ser "derrotadas o triunfadoras". Se pueden establecer, aproximadamente, tres grupos de
mujeres:
Integración y consenso: la mayoría de las mujeres se adaptó al papel que se le había
designado, aceptando la integración del sistema capitalista que se estaba extendiendo en
Europa y en la economía española
Independencia y presencia en la sociedad: existieron diversos núcleos que mediante sus
acciones lograron ciertos avances. Estos se obtuvieron a través de instituciones u
organizaciones, como las mujeres de Acción Católica, Congregaciones Marianas, movimientos
apostólicos o las de la Sección Femenina, que tuvieron cierta importancia en la vida política.
También las que adoptaron el modelo americano del cine o las que en los setenta encontraron
cierta independencia por medio de la educación superior.
Las otras mujeres: entre ellas podemos distinguir a las "derrotadas", que fueron ajusticiadas por
haberse mostrado partidarias de la República, las que pertenecían a la clase obrera, que vivían
en la miseria fuertemente influidas por la Iglesia o las que participaron en la resistencia,
luchando por la libertad de las mujeres.
[…]
Los años de la autarquía en el campo: hambre y miedo
El 16 de abril de 1939 había llegado en apariencia a la paz pero en la práctica eran tiempos de
miseria y hambre para las clases populares mientras que los grupos dominantes volvieron a ser
los que poseían riquezas.
Las hambrunas no estaban sólo provocadas por las malas cosechas sino por la economía
intervenida establecida por el Estado. Para la obtención de comida se idearon diversos planes.
Para conseguir dinero las mujeres tuvieron que desempeñar labores penosas y mal
remuneradas o ni tan siquiera eso ya que, en muchas ocasiones, trabajaban en el ámbito
familiar gratuitamente.
La ciudad y los años del desarrollismo
Durante los años cincuenta y sesenta se produce una gran emigración campo-ciudad. Mujeres
y niñas llegan a las ciudades para servir en casas, en ocasiones, como costureras en algún
taller de costura, a veces, en otro tipo de fábricas. Llegan a Madrid, en gran parte, solas y lo
hacen para lograr unos ingresos económicos y traerse al resto de la familia. Es por ello que la
mayoría entra de internas en casas para servicio. Otras, viudas o casadas sirven externamente.
Cabe destacar que en algunas fábricas o tiendas, no aceptan a mujeres casadas. Hay varios
tipos de trabajos dentro del sector de la costura para estas mujeres. Unas, trabajan cosiendo
para tiendas desde sus casas, mientras atienden a su familia. Otras lo hacen en casas internas
y algunas lo hacen en fábricas. De cualquier modo, estas mujeres tenían doble trabajo: el que
ejercían dentro y fuera de sus hogares. Normalmente, cuando llegaban a Madrid solían
casarse, aunque esto no evitaba el que siguieran trabajando. Se empiezan a formar barrios
pobres de obreros, es en este momento cuando nacen algunos como el de Palomeras y tantos
otros, compuestos de casas en condiciones decadentes. Estas se llamaron popularmente
casitas bajas que a menudo carecían de servicios básicos como agua, luz, canalizaciones,
comercios, colegios o transporte. Las mujeres llegaban a Madrid para realizar largas jornadas
laborales ya que, como hemos dicho antes, recaía sobre ellas el peso de su trabajo además de
las tareas de la casa y del campo con los animales. La vida laboral de estas mujeres desde que
son pequeñas, tienen un marido enfermo o son viudas, se caracteriza por una gran movilidad:
se mueven de trabajo en trabajo, sólo con la esperanza de encontrar una mejora en su
situación económica, aunque la mayoría de las veces no lo consiguen. El trabajo en fábricas u
oficinas se caracteriza por ser perecedero, ya que finaliza normalmente con el matrimonio. Las
que continúan lo hacen por una necesidad económica muy fuerte. Vuelven a incorporarse al
trabajo cuando los hijos son mayores, cuando muere el marido o éste se encuentra en paro o
con jubilación anticipada. El abandono del trabajo también se produce por la sociedad en sí
misma, por ser estrictamente patriarcal y, además, porque esta ideología conservadora
atraviesa todas las clases y por ella se pensaba que el sitio de la mujer era la casa y la familia.
Además la mujer de aquellos tiempos debía agudizar su creatividad para lograr calcular los
gastos del mes, es decir, que era la administradora del hogar. Desde luego, la mujer fue un
factor importante en el desarrollismo. Subordinadas y diferenciadas respecto al varón, la mano
de obra femenina era más barata que la masculina. Se tendió a no reconocer el trabajo de la
mujer en casa. Ellas mismas comenzaron a autodenominarse amas de casa.
Fuente: http://www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=762
La educación de la mujer bajo el franquismo: selección de textos de la revista de la
Sección Femenina
Mangas Verdes Miércoles, 17 de enero de 2007
Mujer, sé consciente de tus limitaciones (II)
Continuando con la serie de testimonios sobre las aberraciones a las que se ha visto abocada
la mujer en la historia reciente, fijamos nuestros ojos en el modelo de feminidad promovido por
el franquismo a través de uno de esos envíos que nos suelen llegar por el correo. Éste me ha
parecido tan fuerte y de una carga testimonial tan importante que he decidido ‘desmontarlo’ por
partes y dedicarle un post.
Advierto de que no tengo constancia de la fiabilidad de los documentos aportados, aunque la
mayoría parecen muy claros y todos están debidamente documentados con referencias a la
fuente o el autor. En cualquier caso, el contenido de los textos no excede en absoluto la imagen
que de la mujer se tuvo durante la dictadura y aun mucho tiempo después. De aquellos polvos
es bien seguro que provienen los lodos de eso que llamamos hoy ‘violencia de género’ o
‘maltratos’. En casi todos ellos, la Sección Femenina aparece como triste protagonista.
Ahí te van:
1.- Un complemento necesario.
“A través de toda la vida, la misión de la mujer es servir. Cuando Dios hizo el primer hombre,
pensó: “No es bueno que el hombre esté solo”. Y formó la mujer, para su ayuda y compañía, y
para que sirviera de madre. La primera idea de Dios fue el ‘hombre’. Pensó en la mujer
después, como un complemento necesario, esto es, como algo útil”.
(Sección Femenina. Formación Político-Social, primer curso de Bachillerato, 1963)
2.- Gimnasia casera.
“Una mujer que tenga que atender a las faenas domésticas con toda regularidad, tiene ocasión
de hacer tanta gimnasia como no lo hará nunca, verdaderamente, si trabajase fuera de su
casa. Solamente la limpieza y abrillantado de los pavimentos constituye un ejemplo eficacísimo,
y si se piensa en los movimientos que son necesarios para quitar el polvo de los sitios altos,
limpiar los cristales, sacudir los trajes, se darán cuenta que se realizan tantos movimientos de
cultura física que, aun cuando no tiene como finalidad la estética del cuerpo, son igualmente
eficacísimos precisamente para este fin”.
(’Teresa’, revista de la Sección Femenina, marzo de 1961. Reportaje sin firma)
3.- Exhibiciones indecentes.
“No hay que tomar el deporte como pretexto para llevar trajes escandalosos. Podemos lucir
nuestra habilidad deportiva, pero no que estas habilidades sirvan para que hagamos
exhibiciones indecentes. Tampoco tenemos que tomar el deporte como pretexto para
independizarnos de la familia, ni para ninguna libertad, contraria a las buenas costumbres”.
(Sección Femenina. ‘Economía doméstica’ para Bachillerato, Comercio y Magisterio, 1968)
4.- Señora de.
“Cuando estéis casadas, pondréis en la tarjeta vuestro nombre propio, vuestro primer apellido y
después la partícula ‘de’, seguida del apellido de vuestro marido. Así: Carmen García de Marín.
En España se dice de Durán o de Peláez. Esta fórmula es agradable, puesto que no perdemos
la personalidad, sino que somos Carmen García, que pertenece al señor Marín, o sea, Carmen
García de Marín”.
(Sección Femenina. ‘Economía doméstica’ para Bachillerato, Comercio y Magisterio, 1968)
5.- La dependencia voluntaria.
“La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular -o disimular- no es más que un
eterno deseo de encontrar a quien someterse. La dependencia voluntaria, la ofrenda de todos
los minutos, de todos los deseos y las ilusiones, es el estado más hermoso, porque es la
absorción de todos los malos gérmenes -vanidad, egoísmo, frivolidades- por el amor”.
(’Medina’, revista de la Sección Femenina, 13 de agosto de 1944)
6.- El talento creador.
Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por
Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer más que interpretar, mejor o
peor, lo que los hombres nos dan hecho”.
(Pilar Primo de Rivera, 1942)
7.- La mujer sensual.
“La mujer sensual tiene los ojos hundidos, las mejillas descoloridas, transparentes las orejas,
apuntada la barbilla, seca la boca, sudorosas las manos, quebrado el talle, inseguro el paso y
triste todo su ser.
Espiritualmente, el entendimiento se oscurece, se hace tardo a la reflexión: la voluntad pierde el
dominio de sus actos y es como una barquilla a merced de las olas: la memoria se entumece.
Sólo la imaginación permanece activa, para du daño, con la representación de imágenes
lascivas, que la llenan totalmente. De la mujer sensual no se ha de esperar trabajo serio, idea
grave, labor fecunda, sentimiento limpio, ternura acogedora”.
(Padre García Figer en ‘Medina’, revista de la Sección Femenina, 12 de agosto de 1945)
8.- Sé obediente y no te quejes.
“Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo. Especialmente, su
plato preferido. Ofrécete a quitarle los zapatos. Habla en tono bajo, relajado y placentero (...)
En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar
tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así no le presiones
o estimules la intimidad. Si tu marido sugiera la unión, entonces accede humildemente,
teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es siempre más importante que la de una
mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente
para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar. Si tu marido te pidiera prácticas
sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes”.
(’Sección Femenina‘, 1958)
Fuente: http://www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=5110
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