APORTES DICIEMBRE 2014 - Educación popular

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Apuntes sobre educación popular liberadora
copete
Recientemente ObSur organizó en Montevideo un “Cabildo de Educación Popular”, confiiando
su animación al Dr. Pablo Martinis, docente universitario e investigador en las áreas de las
ciencias sociales y la educación. Bajo el subtítulo de ¿Cómo pensar juntos alternativas a la
educación?, un tema que procupa hondamente a toda la sociedad uruguaya, un grupo de
animadores barriales y comunitarios, educadores, recreadores, docentes, trabajadores sociales
y psicólogos dedicó una mañana a reflexionar sobre el tema. Sobre qué es la educación
popular liberadora, el Dr. Martinis escribió, para nuestra revista, lo siguiente:
texto
La educación popular liberadora surge de los trabajos de alfabetización de adultos que comenzó a
desarrollar en Brasil el educador Paulo Freire, en la década de 1960. Freire no entendía la
alfabetización como un simple proceso de adquisición de un conjunto de letras y palabras sino
que debía estar fuertemente vinculada a un proceso de descubrimiento del mundo y del
lugar que se ocupa en el mismo. Por ello, para Freire, alfabetizarse significaba adquirir
conciencia de las propias condiciones de existencia y comprenderlas en el marco más amplio de
sociedades marcadas por la desigualdad y la explotación de unos hombre por otros hombres.
Para la educación popular (EP), la educación es una actividad política. No en un sentido
partidario, sino en el sentido de una práctica a través de la cual uno puede interrogarse y formarse
opinión acerca del mundo en que vive. Por estas características que la distinguen, la EP fue
combatida por todas las dictaduras militares que se instalaron en América Latina en la décadas de
1960 y 1970. El propio Freire estuvo preso más de dos meses luego del golpe de estado contra
Joao Goulart en Brasil en 1964. Luego fue expulsado del país, radicándose en Chile, hasta el
golpe de estado de 1973 contra el gobierno de Salvador Allende. Posteriormente vivió en
diferentes países, destacándose una prolongada estadía en Ginebra, donde trabajó casi una
década en el Departamento de Educación del Consejo Mundial de Iglesias. Concluido el ciclo de
las dictaduras militares en América Latina, Freire regresó a Brasil, donde continuó trabajando por
la EP hasta su muerte el 2 de mayo de 1997. Estuvo en Uruguay en dos ocasiones, 1989 y 1992,
dando conferencias y reuniéndose con educadores. Su presencia generó muchísimo interés entre
educadores que habían podido acceder masivamente a sus obras luego de la finalización de la
dictadura en 1984, ya que sus obras estuvieron prohibidas durante ese período oscuro de la
historia de nuestro país.
A partir de la impronta freireana, el movimiento de la EP se extendió por muchos países de
América Latina y África, constituyéndose en una pedagogía propia de los países del mal llamado
“Tercer Mundo”. En las cinco décadas posteriores a los primeros trabajos de Freire, la EP ha
atravesado por diversas etapas y se han constituido dentro de ellas diversas corrientes y
perspectivas. Todas han tenido en común el esfuerzo de pensar y hacer una educación que
favoreciera los intereses de los sectores populares. Una figura muy destacada de la acción y la
teoría de la EP en las décadas de 1980 y 1990 fue José Luis Rebellato, filósofo y educador
uruguayo que participó de muchas experiencias de EP y dejó muchos textos escritos sobre el
tema, hasta su muy temprano fallecimiento en el año 1999.
Dentro del espacio disponible para el presente artículo, interesa señalar algunos aspectos que
definen la perspectiva ética, política y metodológica de la EP.
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La EP critica la educación entendida como simple transmisión de conocimientos de
educador a educando. Freire calificaba esta educación como “bancaria”, ya que se
limitaba exclusivamente a realizar depósitos en la mente de los educandos, entendiéndolos
como meros objetos carentes de todo saber.
La EP valoriza los saberes de los educandos, reconociéndolos como sujetos de la
práctica educativa. Si bien el educador posee un saber que debe poner a disposición de
los educandos, esto no implica pensar que ellos no tienen otros conocimientos y saberes y
que también, en algunas ocasiones, el educando puede ser un educador. Esta situación es
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definida como “encuentro de saberes” y constituye una marca de identidad de esta forma
de educación.
Por lo dicho anteriormente, la EP reconoce y valoriza los saberes de los sectores
populares. Cree que deben ser preservados, valorizados y puestos en relación con otros
saberes que el educador tiene para ofrecer. La valorización de los educandos y de su
cultura resulta un aspecto fundamental para la EP, a tal punto que un educador antes de
comenzar con su tarea debe conocer profundamente las características de la comunidad o
de los grupos con los que va a trabajar. La práctica educativa no comienza el día del
primer encuentro, sino que ya comenzó cuando el educador comenzó con la tarea de
investigación que le permita conocer la realidad de vida de aquellos con los que va a
trabajar.
La EP se concibe como una acción comprometida para la liberación de quienes se
encuentran situación de opresión en una sociedad determinada. Por ello, rechaza la
neutralidad valorativa y se pronuncia a favor de una sociedad justa e igualitaria.
Para la EP, la educación es una tarea colectiva. “Nadie educa a nadie, nadie se educa
solo, los hombres se educan en comunión mediados por el mundo”, dirá Freire en una de
sus obras fundamentales titulada “Pedagogía del Oprimido”. Este es un elemento
fundamental, ya que define la naturaleza dialógica que es, sin duda, una marca de
identidad de la EP.
En lo que tiene que ver con aspectos metodológicos, la EP se define como práctica
participativa. El reconocimiento del educando como sujeto activo de la práctica educativa
hace necesario concebir métodos que sean coherentes con ese punto de partida,
favoreciendo su protagonismo y estimulando su capacidad de reflexión y aprendizaje.
Finalmente corresponde señalar que si bien la EP surge como práctica educativa extraescolar,
sus principios y su forma de trabajo pueden ser perfectamente incorporados en una
práctica educativa sistemática y formal. Fundamentalmente ello implica una toma de postura
con relación a los educandos y un compromiso en desarrollar acciones educativas que promuevan
la más plena realización de todos los participantes, rechanzando toda forma de opresión o
dominación.
Para conocer más sobre educación popular liberadora sugerimos:
Freire, Paulo (1970 y múltiples ediciones posteriores). Pedagogía del oprimido, Montevideo,
Nueva Tierra.
Freire, Paulo (2008) Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la pedagogía del oprimido.
México, Siglo XXI
Rebellato, José Luis (2000). La educación popular liberadora. Refundación de la esperanza; En:
Revista de Trabajo Social, Montevideo, N° 19, pp. 40-52.
Ubilla, Pilar (1996). Abriendo puertas: en los procesos pedagógicos, políticos y organizativos,
Montevideo, EPPAL.
Pablo Martinis
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