Estados Unido e Iberoamérica

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TEMA 17. LOS ESTADOS UNIDOS E IBEROAMÃ RICA.
ESTADOS UNIDOS
La Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776 supuso, por primera vez en la historia, que una
colonia se emancipara de su metrópoli para crear un nuevo estado, los Estados Unidos. La dominación
británica quedó asÃ− sustituida por la soberanÃ−a de los antiguos colonos, convertidos en ciudadanos de
pleno derecho. De hecho, la independencia de Estados Unidos se alcanzó, al cabo de seis años de guerra
(1885-1781), por el Tratado de Versalles de 1783.
La Constitución promulgada en 1789 (todavÃ−a hoy vigente, aunque se le han agregado, con el transcurso
del tiempo, 26 enmiendas con objeto de adecuarla a las nuevas circunstancias) afirma que la soberanÃ−a
reside en los Estados (cada uno de los cuales tiene Gobernador, Parlamento, policÃ−a y leyes propias),
aunque hay un gobierno federal que se ocupa de los asuntos concernientes a toda la nación. Sólo el
gobierno federal posee la soberanÃ−a exterior, es decir, el derecho a hacer la guerra y a concluir tratados,
asÃ− como a representar a la Unión ante las potencias extranjeras. También tiene una soberanÃ−a
interior, ya que puede recaudar impuestos indirectos, alistar a la milicia y contar con un aparato judicial.
Globalmente, la ley de la Unión es superior a la de los Estados.
La Constitución se basaba en la separación de poderes: el Congreso, que en sus dos cámaras (Senado y
Cámara de Representantes) encarnaba el poder legislativo, se elegÃ−a mediante el voto de los ciudadanos;
el ejecutivo (Presidente) lo nombra un colegio electoral formado por los delegados de los Estados; el judicial
(Tribunal Supremo) es designado por el Presidente tras consultar al Senado. Cada uno de estos poderes es
totalmente independiente de los demás.
La Constitución da al Presidente una estabilidad casi monárquica durante el perÃ−odo de cuatro años
(reelegible por otros cuatro) de su mandato.
En el momento de su constitución, Estados Unidos contaba sólo con 13 colonias situadas en la costa
atlántica, con una población de 4 millones de habitantes. Pero poco a poco, la Unión iba adquiriendo, por
expansión natural, nuevos territorios más allá de las antiguas fronteras coloniales. La expansión
territorial hacia el Oeste se efectuó por diversos procedimientos:
• La compra: 1º) La Lousiana a Napoleón I por 15 millones de dólares en 1803 (â compra casi
“obligada” porque era peligroso dejar un territorio vecino a Estados Unidos, con el agravante de estar
allÃ− la desembocadura del MississippÃ−, en poder de Bonaparte). 2º) La Florida (1810-1819)
comprada a España por 5 millones de dólares. 3º) Alaska (1867) comprada al gobierno imperial
ruso por 7 millones de dólares (â se calcula que con sus minas, pieles y otros recursos naturales,
Alaska ha producido ya más de 150 veces lo que costó).
• El poblamiento: Zonas semivacÃ−as, muchas de ellas ocupadas por población india, a la que se
expulsa, se convierten con la llegada de los colonos en nuevos estados de la Unión. AsÃ− se integra
Oregón (1846), a través de un tratado firmado con Inglaterra, constituyéndose de manera
definitiva la frontera entre Canadá y Estados Unidos. También Utah es colonizada por la llegada
de los mormones.
La ley `Homestead Act' (1862) legitimaba la ocupación de tierras a expensas de la población india que las
ocupaba. La nación americana tuvo que enfrentarse, durante 25 años, a la resistencia que ofrecÃ−an las
diversas tribus indias que ocupaban los territorios. El uso de un armamento más perfeccionado, el exterminio
de manadas de bisontes (base de la economÃ−a de alguna de estas poblaciones) y la introducción de nuevas
enfermedades acabaron con la resistencia india: los indios fueron expulsados o exterminados. Hay que
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destacar que, en un primer momento, los indios no recibieron mal a los blancos. Estas tribus no veÃ−an
amenazado su espacio, creÃ−an que podÃ−an compartir la inmensidad del territorio e intercambiar productos
con los nuevos colonos. Fueron las exigencias de éstos últimos las que generaron la hostilidad y el
exterminio.
• La guerra: Las enormes extensiones casi despobladas pertenecientes a Méjico se ofrecÃ−an a
Estados Unidos. La falta de visión del presidente mejicano Santa Anna, que impulsó la
inmigración norteamericana en territorio de Texas facilitó, junto con la inestabilidad polÃ−tica del
propio Méjico, la intervención de Estados Unidos en esta región. En 1835, el dictador Santa
Anna proclamó una constitución unificadora de Méjico, que dejó a los colonos de Texas a
merced de cualquier funcionario de la capital. Los colonos texanos, irritados, establecieron un
gobierno provisional siendo eliminados por Santa Anna (El Ôlamo), hecho que ocasionó un
levantamiento general en Texas, cuyas fuerzas derrotaron al presidente mejicano. Ello consagró la
independencia de Texas, que pronto se adhirió a Estados Unidos. La independencia de Texas no
impidió la guerra entre Méjico y Estados Unidos, cuyas tropas entraron en la ciudad de Méjico
e impusieron un oneroso tratado a Santa Anna, por el cual pasaban a Estados Unidos Nuevo
Méjico, Arizona, Nevada, California, Utah y parte de Colorado (1848).
Pronto esta extensión de territorios se vio invadida por un rápido crecimiento demográfico posibilitado
por la elevada natalidad, la reducción de la tasa de mortalidad y por las grandes oleadas de inmigrantes
europeos, fundamentalmente ingleses, irlandeses y escandinavos. A mediados del s. XIX la población ya
alcanzaba la cifra de 32 millones.
Por la colonización hacia el Oeste, rápidamente se empezó a desarrollar la agricultura, asÃ− como la
construcción de vÃ−as férreas que facilitaba tanto la colonización como la salida de los productos
agrÃ−colas (â La primera lÃ−nea de ferrocarril se puso en funcionamiento en 1830. Tres lÃ−neas
transcontinentales atravesaron el paÃ−s. La construcción se inició con capital extranjero, pero cada vez fue
adquiriendo más importancia el capital norteamericano). Aún fue más espectacular el desarrollo de las
actividades industriales debido a que el paÃ−s es riquÃ−simo desde el punto de vista minero, como lo prueba
la fiebre del oro que se desató en California a partir de 1848 o en Alaska y el ser el primer productor mundial
de uranio y petróleo y el segundo de hierro y carbón.
Sin embargo, a pesar del desarrollo económico que estaba alcanzando Estados Unidos durante la primera
mitad del s. XIX, entre los Estados del norte y del sur existÃ−an profundas divergencias. El crecimiento
económico no era homogéneo: los Estados del norte se industrializaban a ritmo vertiginoso, mientras que
los del sur, dedicados al cultivo del algodón, padecÃ−an un atraso económico. Los burgueses y obreros del
norte contrastaban con los terratenientes y esclavos del sur.
Lo que más agriaba las relaciones entre Norte y Sur eran los conflictos que producÃ−a la esclavitud
-prohibida en el Norte, tras el compromiso de Missouri, y vista como una necesidad en el Sur-. Al fundarse la
Unión, las dos tendencias (abolicionista y esclavista) estaban equilibradas; habÃ−a tantos estados que
permitÃ−an la esclavitud como estados que la prohibÃ−an. Pero, ¿qué ocurrirÃ−a con los nuevos estados
incorporados a la Unión por la marcha hacia el Oeste? Cuando entraba en la Unión un estado nuevo
esclavista, como Texas, se tenÃ−a cuidado de ascender a la categorÃ−a de estado un territorio de la región
del Norte, donde no se admitÃ−an esclavos (en alguna ocasión se empleó la estratagema de dividir los
estados antiguos abolicionistas para que no predominaran los esclavistas). El Parlamento de la Unión
estableció que a partir de ciertas lÃ−neas de demarcación no se permitirÃ−a la esclavitud, pero los arreglos
no fueron duraderos porque no satisfacÃ−an enteramente a ninguna de las partes.
La esclavitud no era, por otra parte, el único motivo de fricción. También se contraponen dos
economÃ−as, dos formas de vida y dos concepciones del Estado federal. Mientras los industriales del Norte
impulsaban una polÃ−tica proteccionista mediante tarifas aduaneras, los grandes propietarios del Sur, que
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venden sus mayores partidas de algodón a Inglaterra, defendÃ−an el librecambismo. El Sur consideraba que
su civilización rural y paternalista era superior a las perversiones materialistas de los yankis del Norte.
à stos, a su vez, veÃ−an en los sudistas a unos pecadores impenitentes, explotadores, representantes de una
época caduca perdidos en el mundo moderno. De este modo, a uno y otro lado de la lÃ−nea divisoria entre
los estados esclavistas y los demás se desarrollaron imágenes falseadas que alimentaban la hostilidad e
impulsaban a la venganza. Finalmente, esta oposición, aunque se basaba en motivos polÃ−ticos,
económicos y sociales, acabó convirtiéndose en enfrentamiento cultural: se trataba de la existencia de
dos naciones.
• La Guerra de Secesión (1861-1865)
En 1860 fue elegido presidente de la Unión el antiesclavista Abraham Lincoln. Un mes después de su
elección, Carolina del Sur proclama que la Unión ha sido disuelta. Carolina del Sur fue imitada por otros
diez estados que declararon su separación de la Unión en una convención reunida en Charleston. Los once
estados crean la Confederación de Estados de América, se otorgan una constitución, una bandera y un
gobierno con Jefferson Davies como presidente. Richmond (en el estado de Virginia) serÃ−a la capital de la
Confederación.
En 1861 estalla la guerra civil. Fue la más sangrienta que han sostenido los Estados Unidos, costó más de
medio millón de muertos y grandes destrucciones. Inglaterra y Francia reconocieron a los estados del Sur, su
envÃ−o de material de guerra no les llegará debido al bloqueo naval decretado por los estados del Norte; en
cambio, Rusia tiende a favorecer a los estados del Norte.
Los confederados estaban más motivados en su lucha que sus adversarios: se batÃ−an por su propia
existencia, por su cultura, por el mantenimiento de un determinado género de vida. TenÃ−an fe y ésta los
sostuvo a pesar de su inferioridad numérica (23 estados del Norte contra 11 del Sur) y armamento, de la
escasez de municiones, de provisiones y de medicinas (superioridad industrial del Norte frente al Sur).
Pese a esa inferioridad numérica y económica de los sudistas, éstos oponen gran resistencia conducidos
por el general Lee y obtienen ventajas iniciales; paulatinamente, las ventajas se inclinaron para los nordistas
que eran superiores en hombres y material de guerra. La capitulación incondicional del general Lee en
Appometox Court House ante el general Grant en 1865 pone fin a la guerra.
La Guerra de Secesión fue terrible porque enfrentó a ciudadanos de una misma nación y porque en ella se
recurrió a los medios sofisticados de la guerra moderna, como ferrocarriles, telégrafos, barcos acorazados,
fusiles de cañones rayados y carga posterior, etc., y opuso a ejércitos numerosos (medio millón de
confederados frente a casi un millón de unionistas). Sembró la destrucción (en particular en Georgia) y
dejó al Sur en un estado de postración que habrÃ−a de durar cerca de un siglo.
• La reconstrucción
Las consecuencias de la guerra fueron todavÃ−a más trágicas que la propia guerra, en parte por el
asesinato de Lincoln cinco dÃ−as después de la rendición del Sur. Lincoln, miembro del ala moderada del
partido republicano, habÃ−a emancipado a los esclavos en 1864 pensando que su integración en la sociedad
debÃ−a hacerse gradualmente. Desaparecido Lincoln, los republicanos radicales quisieron “reconstruir” el
Sur a su imagen, apoyándose en los negros emancipados y en los blancos pobres, a expensas de los antiguos
plantadores. El Sur tuvo que pasar por la humillación de un gobierno de vencedores; se le dividió en cuatro
grandes regiones que administraron generales nombrados por el Presidente. Esta época, que se llamó era
de reconstrucción, fue en verdad era de venganza. Impusieron gobernadores negros y expropiaciones sin
cuento. El vicepresidente Andrew Johnson, a quien la muerte de Lincoln elevó automáticamente a la
presidencia, quiso frenar la polÃ−tica de represalias, logrando sólo enemistarse con el Parlamento. Era el
inicio de los primeros roces graves entre el poder ejecutivo y el legislativo.
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Abolida la esclavitud, la situación de los negros no deja de ser precaria. Hubo esfuerzos por promover la
instrucción de los negros, por integrarlos en el aparato económico, por darles responsabilidades a nivel
municipal, pero chocaron con una evidencia: los estados del Sur estaban representados en el Congreso en
proporción a su población blanca. Si se estableciera el voto de todos los negros, el Sur tendrÃ−a mucha
mayor representación que el Norte. Por tanto, mediante enmiendas a la Constitución, sólo se
contabilizarÃ−a a los negros en caso de que éstos tuviesen derecho de voto (se excluÃ−a a los analfabetos
o se requerÃ−a el derecho de voto en dos generaciones precedentes). Fracasado el proyecto de reforma agraria
que hubiera sido la solución de la masa negra, condenó a los negros a emplearse en trabajos domésticos,
como aparceros en antiguas plantaciones o a emigrar a las ciudades, donde rápidamente se creaba un
vacÃ−o a su alrededor; asÃ− nacieron los primeros ghettos. Al no haber querido o podido resolver la
reconversión económico social de los negros, los republicanos en el poder crearon, sin darse cuenta, el
problema negro del s. XX. El rechazo de los negros en el Sur se refleja en la aparición de asociaciones
ultraderechistas, de las cuales la más importante es el Ku Klux Klan, que se organiza en 1866, que intenta
con la práctica del linchamiento (frecuente hasta bien entrado el s. XX), expulsar de los territorios
meridionales a los negros; el método de la intimidación se sobrepone con frecuencia a las normas legales.
Aunque la aristocracia de plantadores quedó muy quebrantada y en parte arruinada por la guerra y muchos
latifundios fueron divididos, siguió existiendo el predominio absoluto del blanco, la economÃ−a agraria y
ciertas supervivencias feudales mantendrán las diferencias entre los estados del Norte y los estados del Sur.
• Recuperación económica
Superadas las secuelas de la guerra civil, Estados Unidos experimentó un gran despeque. Un factor
fundamental es el rápido aumento de la población gracias a la alta natalidad y a la llegada masiva de
europeos atraÃ−dos por las riquezas (que proporcionaron una mano de obra abundante y barata a una
economÃ−a que necesitaba gran cantidad de trabajadores). A finales del s. XIX contaba con casi 100 millones
de habitantes. Otros factores importantes fueron las innovaciones constantes en la maquinaria y el desarrollo
de nuevas fuentes de energÃ−a como el petróleo y la electricidad. La localización de los yacimientos
petrolÃ−feros (Arizona, Texas) permitió a Estados Unidos convertirse en una de las primeras potencias
mundiales en recursos energéticos, ya que, con la excepción de Rusia, la mayorÃ−a de los paÃ−ses
industrializados no disponÃ−a de petróleo en abundancia. El petróleo generó grandes empresas y
cuantiosas fortunas (Rockefeller).
También el campo experimentó durante este perÃ−odo un gran desarrollo debido a la colonización del
Oeste y al gran despliegue de la red ferroviaria que permitÃ−a dar rápida salida a los productos agrÃ−colas.
La explotación de grandes espacios, la utilización de un utillaje mecánico perfeccionado, la
especialización de los cultivos y la irrigación de las regiones áridas del oeste, hicieron de Estados Unidos
el primer productor agrÃ−cola del mundo.
El proceso de industrialización fue asombrosamente rápido. La segunda revolución industrial con las
nuevas fuentes de energÃ−a (petróleo y electricidad), los enormes yacimientos de carbón (Pensylvania),
sus recursos mineros (hierro, cobre, plata) van a traer consigo un gran desarrollo de las industrias quÃ−micas,
del automóvil, del teléfono, etc. La mayor parte de las fábricas se localizó en el nordeste. Esto dio lugar
al desarrollo de ciudades como Baltimore, Boston, Filadelfia y Nueva York. Chicago tuvo también un
enorme crecimiento debido a la industria siderúrgica.
Fenómeno caracterÃ−stico de esta época fue la tendencia de muchas empresas a convertirse en
monopolios con el fin de eliminar competencias, reducir riesgos y asegurarse el máximo de beneficios; asÃ−
los trusts y los holdings constituyeron el paisaje económico y financiero de Estados Unidos.
Sin embargo, el desarrollo económico perturbó profundamente a la sociedad americana. El final del s. XIX
fue un perÃ−odo agitado, tanto en el mundo de los agricultores como entre los trabajadores industriales. La
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gran depresión mundial de 1873 golpeará duramente a la agricultura con un fuerte descenso de los precios.
Esta situación produjo un gran descontento entre el campesinado que cristalizó en la formación de un
Partido Populista en 1892 cuya petición más concreta era la de elevar los precios de los productos
agrÃ−colas.
Los desequilibrios económicos también golpearon a la clase obrera. La historia del movimiento obrero
está jalonada de huelgas y de enfrentamientos sangrientos con las fuerzas del orden. La formación de
sindicatos fue más tardÃ−a en Estados Unidos que en otros paÃ−ses y hasta 1914 no obtuvieron
reconocimiento legal. El más destacado fue la Federación Americana del Trabajo (1886) que sólo
admitÃ−a trabajadores cualificados, dejando fuera a los inmigrantes, los negros y los no cualificados. El
sindicalismo americano tendrá como caracterÃ−sticas primordiales su apoliticismo y su defensa de reformas
sociales prendiendo sus peticiones en la opinión pública, cada vez más deseosa de reformar a su corrupta
clase polÃ−tica.
• La era del imperialismo
Apenas concluida la guerra civil, los Estados Unidos continúan su polÃ−tica expansionista adquiriendo
Alaska (1867) y tomando posesión ese mismo año de las islas Midway; en 1899 se anexionan el
archipiélago de Samoa y las islas Hawai. Esta polÃ−tica expansionista está suscitada por los hombres de
negocios americanos, que proyectan su campo de acción hacia otros continentes, en los que buscan mercados
o suministros de materias primas. Aparte de motivaciones polÃ−ticas, estratégicas y económicas, Estados
Unidos tenÃ−a argumentos morales con los que justificar su participación exterior: por la declaración de
Monroe, Estados Unidos se habÃ−a atribuido unilateralmente una misión de protección sobre el resto del
continente, disfrazada muy pronto con el término de panamericanismo. Consecuencia de ello fue la guerra
contra España por Cuba (1898) y la creación de la República de Panamá. Puerto Rico, las Filipinas y la
isla de Guam pasaron a ser colonias americanas. Estados Unidos también intervendrá en Centroamérica
para defender sus intereses económicos y estratégicos siempre que lo considere oportuno; arrogándose el
control de la zona invadirá Nicaragua (1912-25), Santo Domingo (1906-24), Venezuela (1912), Méjico
(1913), etc.
Con este tipo de intervencionismo, Estados Unidos se arroga el derecho de ser guardián de la zona
antedicha.
IBEROAMÃ RICA
Los territorios españoles de América del Sur estaban divididos en los virreinatos de Méjico, Nueva
Granada (actualmente Venezuela, Colombia y Ecuador), Perú y RÃ−o de la Plata (parte de los territorios
actuales de Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia). La población, unos 20 millones de habitantes, era muy
diversa: por un lado, 4 millones de criollos (blancos, ricos y cultos) que habÃ−an nacido en América y eran
descendientes de españoles; por otro, 300.000 españoles; y por último, una gran masa social formada por
indios, negros, mestizos y mulatos. Estos últimos y los criollos manifestaban un gran descontento: los
primeros, por el régimen de explotación al que los sometÃ−an los blancos; los criollos, aunque
controlaban el comercio y la industria, por la imposibilidad de intervenir en la vida polÃ−tica del paÃ−s, al
estar reservados los cargos administrativos a los españoles. En los criollos se habÃ−a formado una
conciencia de grupo marginado que se hipervalora a sÃ− mismo y estaban imbuidos por las ideas de la
Ilustración que llegaron a América a través de España. La universidad y la prensa fueron las
encargadas de difundir las obras de algunos ilustrados españoles como Jerónimo Feijoo y Gaspar de
Jovellanos (â aparecen infinidad de escritos en los que se afirma que el hombre nace libre y que los
gobiernos que no están basados en el consentimiento popular son tiranÃ−as).
Otro factor que favoreció el proceso emancipador fue el conseguir una auténtica libertad comercial que
rompiese el monopolio español. El sistema comercial montado por España imposibilitaba que las colonias
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estableciesen relaciones comerciales con otros paÃ−ses. Sin embargo, el escaso desarrollo industrial de
España le impedÃ−a abastecer de productos manufacturados el mercado sudamericano y generaba el
descontento de las capas más ricas de la población (los criollos).
• El triunfo de la independencia
Mientras España padecÃ−a la ocupación napoleónica, en las colonias se crearon Juntas, que en un
principio colaboraron con las Cortes de Cádiz y posteriormente se convirtieron en organismos que
canalizaron los deseos de emancipación. La primera declaración de independencia se produjo en el
virreinato del RÃ−o de la Plata (1810). El ejemplo cundió en el resto de los territorios: insurrecciones en
Méjico, Venezuela, Chile y Colombia. Sólo la zona de Perú y Quito se mantuvo vinculada a España.
Sin embargo, salvo en el primer caso, todos los levantamientos fueron rápidamente reprimidos por la
actuación de las tropas del virrey Abascal del Perú y por el ejército que Fernando VII envió una vez
finalizada la guerra contra Napoleón. Pero la cuestión no estaba resuelta y los movimientos de
emancipación rebrotaron: la poca fuerza de España -en plena crisis polÃ−tica- y la actuación de grandes
caudillos -José de San MartÃ−n y Simón BolÃ−var, fundamentalmente- facilitaron el triunfo del
movimiento liberador. Las campañas de San MartÃ−n en el Sur y de BolÃ−var en el Norte supusieron el
final de la presencia española en el continente y la aparición de nuevos estados. San MartÃ−n conquista
Chile y posteriormente Perú. BolÃ−var se adueña de Venezuela, Colombia y Ecuador y sueña con una
gran federación de estados que no puede hacerse realidad, dada la dispersión geográfica y la
heterogeneidad social de los paÃ−ses liberados. La unión de las dos campañas de los Andes (la de San
MartÃ−n al Sur y la de BolÃ−var al Norte), culmina diplomáticamente en la entrevista de Guayaquil
(Ecuador) en julio de 1822. España, a lo largo de la segunda mitad del s. XIX, fue reconociendo
polÃ−ticamente a estos paÃ−ses. Inglaterra, y especialmente Estados Unidos, que habÃ−an apoyado el
movimiento emancipador, ejercieron un control polÃ−tico y económico sobre los nuevos estados
americanos.
• Los nuevos estados americanos
Simón BolÃ−var impulsó la unión de los Estados que habÃ−an conseguido la independencia en el
Congreso de Panamá (1826). Sin embargo, sus intentos fracasaron dando lugar a una gran fragmentación
polÃ−tica. Sólo consiguió crear la Gran Colombia, pero su existencia fue efÃ−mera. En 1830 se disgregó
en tres repúblicas: Ecuador, Venezuela y Colombia. Lo mismo ocurrió en el resto de los territorios. Una
parte de Perú se independizó con el nombre de Bolivia. En el RÃ−o de la Plata se formaron tres Estados:
Argentina, Paraguay y Uruguay. Méjico no pudo mantener su dominio sobre el espacio centroamericano.
En 1823 estos territorios se separaron creando la Confederación Centroamericana, y posteriormente se
disgregaron en una serie de pequeñas repúblicas: Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa
Rica.
A esta fragmentación polÃ−tica contribuyen las condiciones geográficas (selvas, cordilleras
infranqueables, grandes cuencas fluviales).
Ambos factores (condiciones geográficas y fragmentación polÃ−tica) se suman para dificultar la
construcción de una red ferroviaria y la comunicación fluvial. A diferencia de Estados Unidos, en
América del sur la naturaleza levantó obstáculos infranqueables -especialmente climáticos-, la
parcelación polÃ−tica hizo más difÃ−cil la lucha con la naturaleza, la escasa red de transportes mantuvo en
el continente unas dimensiones sobrehumanas.
• Sociedad y economÃ−a en los nuevos Estados
En la mayor parte de los Estados la natalidad se mantuvo muy alta a lo largo del s. XIX, pero a pesar de ello,
su población, en relación con el espacio, es débil. A principios de siglo sólo unos 20 millones de
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habitantes ocupaban el inmenso espacio de Sudamérica. Ante esta situación, las repúblicas
independientes estimularon la inmigración europea. Europa encontró en ello una válvula de escape para el
gran crecimiento demográfico que vivió sobre todo en la segunda mitad del siglo. La llegada de
inmigrantes estimuló el crecimiento de las ciudades y generó un estilo de vida bastante europeo.
La vida económica se caracterizó por una agricultura latifundista y con poca diversidad de productos, un
escaso desarrollo industrial y un comercio basado en la exportación de materias primas e importación de
productos manufacturados. Gran parte de los recursos de estos Estados fueron explotados por empresas
extranjeras, que introdujeron una nueva forma de colonialismo.
La consecución de la independencia no estuvo acompañada de mejoras en los social y económico. La
mayor parte de las naciones iberoamericanas atravesaban una difÃ−cil situación debido a los gastos
bélicos. La producción sufrió un retroceso: algunos empresarios -favorables al dominio españolabandonaron los nuevos Estados, la explotación minera estaba paralizada y la red comercial destruida por los
efectos de la guerra. Por otra parte, la escasa producción industrial tuvo que competir con productos llegados
del exterior -fundamentalmente británicos- más baratos y de mejor calidad. La antigua burguesÃ−a urbana
se fue empobreciendo.
En el campo, las tierras comunitarias que explotaban los indÃ−genas fueron expropiadas y puestas a la venta
en el mercado libre. La mayorÃ−a de los gobernantes facilitaron la formación de grandes propiedades
agrÃ−colas: Rivadavia y Rosas en Argentina repartieron tierras entre los grandes propietarios; en Uruguay,
Artigas obligó a los no propietarios a acreditar que trabajaban como asalariados de un propietario. La
situación de los trabajadores rurales era bastante penosa. En Méjico, por ejemplo, existÃ−an campesinos
que cobraban su salario en especies o en vales canjeables en las tiendas del patrón.
Uno de los cambios más importantes desde el punto de vista social fue la supresión paulatina de la
esclavitud en la mayorÃ−a de los Estados. En 1810 la Junta Suprema de Caracas dio un paso adelante al
suprimir la trata y el comercio de esclavos. Durante la lucha por la independencia, la mayorÃ−a de los
gobiernos decretó leyes que prohibÃ−an la esclavitud, y firmaron acuerdos para perseguir a quienes se
dedicaban a la trata. También se decretó la libertad de vientres, según la cual el hijo de una esclava
nacÃ−a libre. A mediados de siglo, en Iberoamérica sólo se mantenÃ−a la esclavitud en Brasil y en las
Antillas españolas. Brasil, primer productor mundial de azúcar, utilizó mano de obra esclava en todo el
proceso de elaboración de este producto. En 1873, el Estado brasileño decretó la abolición de la
esclavitud y en 1888 hicieron lo mismo las Antillas.
La militarización, imprescindible y lógica durante la guerra, sobrevive en las etapas de consolidación de
los nuevos Estados. Las nuevas repúblicas no se atreven a prescindir de sus cuerpos de oficiales en
perÃ−odos en que la autoridad no ha podido todavÃ−a articular un sistema de administración civil eficaz.
La debilidad de la Administración estatal facilitó la aparición de grupos tendentes hacia las fidelidades
personales: dueños de los latifundios, familias influyentes. El resultado fue el caciquismo. Frente a estas
fuerzas disgregadoras de tipo local y personal, el caudillismo cumplió la función centralizadora al servicio
del fortalecimiento del Estado y de la disciplina nacional. En muchos casos, al someter a los caciques, el
caudillo hispanoamericano ha ejercido una función de unificación de tierras similar a la de las
monarquÃ−as europeas.
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