Estado moderno

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COLUMBUS UNIVERSITY
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
MAETRIA: CIENCIAS POLÍTICAS I
TEMA: EL ESTADO
II CUATRIMESTRE
2002
INDICE
Introducción...............................................................................1
Estado.........................................................................................2
El Estado en la Historia y el pensamiento político....................4
El Estado Moderno....................................................................9
Formas de Organización Estatal................................................10
Concepto de Estado...................................................................11
El Estado Panameño..................................................................12
Conclusión.................................................................................13
Recomendaciones......................................................................14
Bibliografía................................................................................15
Introducción
Se dice que el Estado es la persona moral de la Nación, organizada políticamente.
El Estado es un concepto de relaciones entre los individuos que lo constituyen, y que juntos cooperan
para fines comunes.
Basándonos en que ambos términos serán tratados con dicho afán de encontrar el surgimiento y
nacimiento procesal y legal a través de la historia hasta nuestros tiempos, buscando muy a fondo lo que
compete con el Estado y sus características a fines.
Estado
El Estado es la forma de organización política más extendida entre las comunidades humanas, y su
complejidad como hecho ligado a la dimensión social del hombre le hace susceptible de ser analizado desde
múltiples perspectivas, que incidirán en uno u otro de sus aspectos relevantes. Así, su estudio no constituye un
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patrimonio exclusivo de la ciencia política, rama del saber que se ocupa de los fenómenos de poder, sino que
compete igualmente a otras ciencias sociales, como la Historia, que lo estudia en su dimensión de fenómeno
histórico de carácter universal; la Sociología, cuyo enfoque radica en determinar sus relaciones con la
sociedad civil; la Filosofía, centrada en la especulación acerca del concepto teórico y ético del Estado, o el
Derecho, al cual interesa en su vertiente jurídica e institucional. Se hace especial hincapié en el análisis de la
evolución históricas de la forma del Estado y las teorías sobre el mismo, así como en la descripción de las
características fundamentales del Estado Moderno, en base al cual pervive la actual división política mundial.
Se tratará también de precisar su significado y distinguirlo del de otros términos que, aunque a veces son
apropiados para referirse a la misma realidad a la que aludimos al hablar de Estado, no son completamente
asimilables a aquél, como Nación, País o Patria.
Resulta difícil esbozar una definición del Estado que tenga en cuenta sus múltiples dimensiones y sea
unánimemente aceptada.
Berthelémy, incidiendo en lo institucional, afirmó que era la nación organizada, y Sánchez Agesta hablo del
mismo como una comunidad organizada en un territorio definido, mediante un orden jurídico servido por un
cuerpo de funcionarios, y definido, mediante un orden garantizado por un poder jurídico, autónomo y
centralizado, que tiende a realizar el bien común, en el ámbito de esa comunidad. Así definido, el Estado sería
un hecho sociológico (comunidad), físico (territorio), normativo (orden jurídico), institucional (poder
autónomo y centralizado) e incluso ético, pues incorporaría un ideal de justicia, expresado en la aspiración de
servir al bien común. El Estado también puede ser conceptuado como aquella estructura permanente de
dominación de una sociedad, sobre la cual, y en el territorio que ocupa, ejerce su autoridad con exclusión de
cualquier otra. Esta noción pone el énfasis en aspectos como el de la soberanía y el de la jerarquía, plasmado
en la permanencia y organización del poder estatal, el cual se presentaría como una superestructura que se
impone a la sociedad en la que surge. En las definiciones vistas se pone de manifiesto la existencia de una
dicotomía entre estado y sociedad civil, cuestión que ha enfrentado a los partidarios de una visión amplia de
aquél, integradora de la comunidad política y el territorio en que se asienta, y a los que abogan por un
concepto más escrito, referido únicamente al conjunto de órganos estatales que sirven aquella comunidad.
Otro debate abierto es el sostenido por los defensores de un enfoque historicista del Estado, para los cuales se
trata de un fenómeno de carácter universal, necesario para el desenvolvimiento de la vida en sociedad y
presente desde que se sabe de la existencia de sociedades complejas, y los que lo consideran un fenómeno
exclusivamente moderno, surgido en Europa a raíz del auge de las ideas difundidas durante el Renacimiento y
la Reforma. A continuación expondremos brevemente las principales formas de organización política surgidas
a lo largo de la Historia, así como las aportaciones más relevantes de los teóricos, para centrarnos con
posteridad en el análisis del Estado en su formulación actual.
El Estado en la Historia y el pensamiento político
Los primeros teóricos del Estado fueron los autores clásicos, que reflexionaron acerca del modelo político
vigente en la época, la ciudad−estado o polis, cuya concreción ideal como ente autosuficiente traería consigo
la satisfacción de las necesidades de la comunidad. Aristóteles, en su obra Política, concibió la polis como el
resultado de desarrollar la faceta moral de la personalidad humana e intentó distinguir la forma de gobierno
típica de una familia de la propia comunidad política. En aquella época, la identificación entre Sociedad y
Estado era mayor que la existente en nuestros días, debido a la escasa dimensión demográfica y territorial de
las ciudades−estado, que permitía una relación directa y fluida de los ciudadanos con los asuntos de gobierno,
aún más acentuada si se tiene en cuenta que gran parte de los miembros dela colectividad no ostentaban esa
condición (esclavos, prisioneros, etc.). En la antigua Roma surgió la Res publica, entidad política sustentada
en el sistema jurídico (ius civile) de carácter personalista, que era aplicado a todos los ciudadanos romanos,
independientemente del territorio en el que se encontraban ( no lo era a los que no ostentaban la ciudadanía,
para los cuales existía otro cuerpo normativo, el ius gentium). El modelo romano sería asimilable a los
actuales estados plurinacionales, mientras que la polis griega compartiría algunas de las notas esenciales del
concepto moderno de nación; tradición histórica común y unidad territorial, lingüística y cultural.
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La fragmentación e inestabilidad política que caracterizó la época medieval reveló la necesidad de contar son
estructuras de poder consolidadas. En este contexto surgió el concepto moderno de Estado, como fuerza
centralizada y capaz de permanecer en el tiempo, esbozado en el siglo XV por teóricos como Nicolás
Maquiavelo y Jean Bodin. El célebre autor de El Príncipe indagó acerca de la requisitos que debían cumplirse
para asegurar la permanencia del Estado, objetivo que estaría por encima de cualquier consideración de índole
moral. Sus recomendaciones acerca de las cualidades que debía reunir un gobernante ejercieron gran
influencia en al ciencia política de la época, otro de cuyos máximos representantes fue Jean Bodin, coetáneo
de Maquiavelo, afirmo la necesidad de contar con un Estado fuerte para garantizar la paz en tiempos de crisis
( en aquélla época, Europa era escenario de graves conflictos religiosos). En su teoría la estabilidad del Estado
depende de que la actuación del príncipe soberano, el cual es libre para dictar las normas a su voluntad, esté
en consonancia con los imperativos de la moral y el Derecho natural. Su obra inspiro la doctrina del derecho
divino de los reyes y constituyo uno de los soportes teóricos fundamentales del Estado absolutista, que se
convirtió en el modelo político vigente en la época. Otro de los filósofos representativos del absolutismo, el
Británico Thomas Hobbes, concibió el Estado como resultado de un pacto o contrato (lo denomina también
tratado de paz), en virtud del cual del cual el hombre, que es egoísta y antisocial por naturaleza, y que tiende a
satisfacer sus propios intereses aún en perjuicio de sus semejantes, cede parte de su libertad a una entidad
superior capaz de evitar que la confrontación entre los diferentes intereses individuales (bellum omnium contra
omnes) degenere un conflicto social. Así, el Estado aparece como un poder omnímodo que dicta el Derecho y
la moral, y se impone a la voluntad de los miembros del colectivo. Hobbes también se ocupó del problema
religioso, que vivía su momento álgido debido al conflicto provocado por la Reforma de Lutero. Para el
pensador ingles, el poder del Estado es totalmente independiente del ejercido por las autoridades eclesiásticas,
que no reúne las características de aquél, ya que no presenta la nota de coerción. Tan solo a través del Estado
podrían llegar a tener contenido político los actos de un cuerpo clerical. John Locke recogió la tradición
anterior y se anticipo a los teóricos del Estado liberal. En su concepción de la política, el poder del soberano
representa a la sociedad sobre la que es ejercido, que está legitimada para despojar a aquél del mismo si lo usa
de manera contraria a los intereses de sus miembros. El Estado surgiría en virtud de un contrato social por el
que los individuos deciden no infringir los derechos inalienables de cada uno( vida, libertad, propiedad), cuya
protección debe ser el objetivo fundamental del gobernante, y estaría estructurado en tres poderes: legislativo,
ejecutivo y federativo (alianza para la defensa).
En el siglo XVIII destaca la figura de Jean−Jacques Rousseau, cuya principal aportación a la teoría del Estado
es cu concepto de la soberanía. Para el ginebrino, el derecho a gobernar no es algo apriorístico y de origen
divino, sino que depende de la voluntad general de los gobernados. La soberanía deja así de residir en una
persona y se traslada al conjunto de la comunidad política: la nación que será quien legitime la acción de
gobierno. El Estado ha de ser, en su sistema, un medio de desarrollo moral de la humanidad, y debe tener a
conseguir el bien común. El pensamiento de Rousseau influyó en la superación del modelo absolutista y fue
uno de los pilares básicos del liberalismo, doctrina política a la que también realizaron aportaciones decisivas
otros pensadores, como Montesquieu, que formuló el principio de la separación de poderes (ejecutivo,
legislativo y judicial), en virtud del cual se conseguiría evitar el abuso en la acción de gobierno y garantizar el
respeto a los derechos de los administrados. El estallido y triunfo de la Revolución Francesa (1789) marcó el
punto con los últimos vestigios del absolutismo y permitió llevar a la práctica los postulados teóricos de la
Ilustración.
Durante el siglo XIX comenzó a manifestarse en la doctrina una tendencia a acentuar la distinción entre el
Estado y la sociedad civil, conceptos que, en la obra de los autores antes mencionados, aparecen íntimamente
unidos. La sociedad deja de ser considerada como un conjunto de individuos aglutinados por el Estado, y pasa
a ser vista como un grupo como un grupo formado por las interrelaciones que surgen al pretender sus
miembros satisfacer sus propias necesidades. El pensamiento político de Hegel asume La filosofía del
Derecho: para el influyente pensador alemán, impulsor y máximo representante del idealismo, el Estado
sériala plasmación institucional de una coincidencia de voluntades entre los miembros de una sociedad. De
acuerdo con su enfoque, la libertad individual consiste en actuar de acuerdo a una voluntad universal
encaminada hacia el bien común, para lo cual ha de seguirse una pauta de carácter moral. Esta comunión de
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voluntades constituye el espíritu del pueblo, el Volksgeist, el cual Hegel identifica con la nación, que se
convertiría así en algo trascendente e idealizado, un fin en sí mismo que, en la práctica, tendría su concreción
orgánica en el Estado. Las teorías de Hegel impregnaron la elaboración científica posterior y ejercieron una
gran influencia decisivo en el pensamiento político de la época, hasta el punto de inspirar doctrinas como el
nacionalismo, que se extendió por Europa e impulso los cambios políticos que convulsionaron el continente
durante la última parte del siglo. Basadas en una peculiar interpretación de los postulados idealistas, las
formulaciones más radicales del nacionalismo sirvieron de justificación teórica para la aparición de un nuevo
tipo de Estado, el totalitario, que se caracterizó por representar lo contrario a los propugnado por el maestro
Stuttgart: la total confusión entre el Estados y la sociedad civil, que resulta absorbida por aquél hasta perder
sus rasgos distintivos. El Estado se convierte así en una entidad omnipotente que anula los derechos
individuales y modela a su antojo la colectividad sobre la que ejerce su poder. En estos sistemas, el Estado se
confunde a su vez con un determinado movimiento político o religioso, caracterizado de ordinario por una
ideología de contenido irracional y científico.
Otras concepciones del Estado surgidas durante el XIX tomaron como punto de partida el enfoque
sociológico, muy relacionado con la metodología del positivismo, que abogaba por despojar la ciencia
políticas de cuestiones éticas y metafísicas. Así, el fenómeno estatal es contemplado como mero instrumento
de las clases sociales, idea que comparten, entre otros autores, Max Weber, para el cual sólo se diferencia de
otras formas de gobierno por ostentar el monopolio legítimo de la fuerza, o los utilitaristas ingleses, cuyo
máximo representante fue Jeremy Bentham, que concebía el Estado como un medio artificial de conseguir la
armonía entre individuos y lograr así la estabilidad social. Su obra antecedió la de Carlos Marx, que, influía
también por el positivismo y el método dialéctico de Hegel, supuso una nueva aportación a la teoría del
Estado. En su concepción, se trata de una entidad de carácter transitorio, surgida de la división en clases de la
sociedad con el fin de perpetuar el dominio de la clase superior, que debe ser sustituida por una dictadura del
proletariado y cuyo destino es desaparecer cuando las clases hayan sido abolidas por el comunismo. La teoría
marxista fue reelaborada por sus continuadores, entre los que destacó Lenin, para el cual el Estado es tan sólo
un mecanismo de coerción utilizado por la clase dominante para sojuzgar a la dominada. La influencia en la
praxis política del siglo XX de la doctrina marxista−leninista es incuestionable, ya que en ella se inspiraron
los regímenes comunistas de todo el mundo (en algunos casos con especificaciones propias, como en China),
cuya vigencia se mantuvo hasta la desintegración de la Unión Soviética, en 1991. también el anarquismo,
cuyo máximo valedor fue Mijail Alexandrovich Bakunin, propugnó la eliminación del Estado. Para el teórico
y revolucionario ruso, aquél representa el principal obstáculo para la libertad humana, por lo cual debe ser
destruido y sustituido por un federalismo libertario en el que la propiedad de los medios de producción sería
colectiva.
La doctrina política contemporánea tiene en Hans Kelsen, filósofo del Derecho, a uno de sus más conspicuos
representantes. Su concepción del Estado parte de una visión formalista de lo normativo, que expresó en su
obra Teoría Pura del Derecho. En ella se plantea la necesidad de desarrollar una ciencia jurídica ajena a
influencias de disciplina como la ética o la sociología. Para ello, afirma que el fundamento de todo precepto
jurídico sólo puede hallarse en una norma primigenia, que denominó norma hipotética fundamental. De ella
provendría la validez de todo el ordenamiento, sobre el cual descansa el poder estatal, que definió como un
orden legal centralizado. Así pues, el Estado no crea el Derecho, sino que éste sería una realidad a priori. Esa
norma fundamental es única y constituye la base de todo sistema jurídico estatal; se trata, por tanto, de una
norma de Derecho internacional, sector del ordenamiento al que Kelsen concede primacía, ya que no cabe
considerar el Estado como un realidad individual, sino que sólo adquiere sustantividad por su interacción con
otras entidades estatales. Durante el presente siglo, el debate acerca de la institución que nos ocupa se ha
centrado en su nivel de interferencia en el desenvolvimiento de la vida social. Los partidos del liberalismo
radical afirman que el progreso va ligado al intercambio libre y espontáneo entre los miembros de la sociedad,
por lo cual el Estado debe limitar al mínimo su actuación. El representante más ilustre de esta corriente de
pasatiempo fue el economista y jurista austriaco Friedrich Von Hayek, miembro de la Escuela de Viena, que
defendió la economía de mercado y rechazo toda intervención correctora del poder gubernamental,
cuestionado incluso principios de actuación pública comúnmente aceptado, como el de la progresividad fiscal.
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La principal crítica a este concepción exacerbada del liberalismo ha venido desde sectores afines a la social
democracia, que, en una lectura moderada del pensamiento marxista, cuya esencia intenta hacer compatible
con valores como el respeto a la libertad individual y la iniciativa privada, propugnan un Estado de corte
intervensionista, que garantice mediante su actuación los derechos de los administradores. Para ello, es
necesario que facilite servicios básicos como la sanidad, la educación o las prestaciones a las clases pasivas, lo
cual hacer aumentar su volumen y complejidad orgánica, y obliga a los ciudadanos a realizar un mayor
esfuerzo para su sostenimiento. No obstante, los valores, los modernos estados liberal e intervensionista,
herederos de la tradición ilustrada y arraigados en el mundo actual, comparten una serie de rasgos
característicos que les confieren su singularidad frente al modelo que plantearon los teóricos del XVIII:
asunción de los principios democráticos (participación ciudadana, sometimiento a una norma básica o
constitución, protección de los derechos individuales de las minorías, etc.), intervención de agentes intermedio
entre el Estado y la sociedad (partidos políticos, sindicatos, organizaciones profesionales, entre otras), y
tendencias a la asociación con otras entidades estatales, lo cual da lugar a la formación de instituciones
supranacionales a las que sus miembros ceden parte de su soberanía. A continuación se examinaran más a
fondo los rasgos característicos del Estado moderno: principios fundamentales, sistemas de organización
política, relaciones con las entidades inferiores, formas de constitución, transformación y extinción, y
relaciones con otros Estados.
El Estado Moderno
El término proviene de la voz latina status, que significa condición, poder u oficio, y era utilizada para
referirse a las facultades del gobernante (potestad, dignidad, ingresos, etc.). A finales del siglo XIV comenzó a
emplearse con carácter general para hacer referencia al conjunto del cuerpo político, lo cual avala la tesis de
quienes sostienen que le Estado es una realidad política moderna con características específicas, surgida en
Europa como consecuencia del Renacimiento y la Reforma, y elaborada teóricamente por los teóricos de la
época. El Estado así entendido se desarrolló en paralelo al concepto de soberanía, al cual está íntimamente
ligado, y que implica la necesidad de que el Estado sea un cuerpo autónomo, por encima del cual no debe
existir ningún poder que decida en situaciones de necesidad: el gobernante crea su propio Derecho, sin que
nadie pueda imponerle ninguna norma. De manera complementaria a la noción de soberanía surgió la otra
idea que caracteriza el Estado moderno: la forma de gobierno en una comunidad política debe ser decidida por
sus miembros, es decir, por el pueblo o la nación en su conjunto. La soberanía es así depositada en el
colectivo social, del cual derivan todos los poderes. Las instituciones políticas, por tanto, tienen carácter
representativo, pues reciben potestad para cumplir la función de velar por los derechos de los individuos que
forman el cuerpo político. Todo ello convierte al Estado en un entramado institucional que concretiza la
voluntad de los miembros de la nación.
Desde el punto de vista estrictamente jurídico, dos son las notas características del Estado democrático y
constitucional, a saber, la sujeción de los poderes públicos al ordenamiento jurídico (Estado de Derecho) y la
condición del propio Estado de creador de ese al que subordina su actuación. Esta última nota, no obstante,
debe ser objeto de algunas matizaciones: la creciente importancia del Derecho Internacional, que, a pesar de
carecer d la imperatividad que revisten las normas nacionales, debido a la ausencia de una sanción efectiva,
está invadiendo campos hasta ahora reservados a la esfera interna, y el auge de las organizaciones
supranacionales, en las que se integran Estados soberanos que se comprometen a aceptar el Derecho emanado
de ellas.
Formas de Organización Estatal
La variedad de formas políticas existentes explica la heterogeneidad de los modelos estatales en nuestros días.
La distinción tradicional entre monarquía y república, centrada en la condición de la persona o grupo que
ejerce la representación del Estado, ha perdido hoy gran parte de su importancia, debido a que los monarcas,
salvo contadas excepciones, carecen en la actualidad de funciones sustantivas y están limitadas a un papel
meramente simbólico. Las diferencias fundamentales entre ambos sistemas radican en el carácter vitalicio y
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hereditario de las funciones del monarca, a diferencia de las propias del presidente de la república ( o del
órgano colectivo que ejerce la presidencia), que están limitadas en el tiempo y le son otorgadas mediante
elección pública ( el monarca suele acceder al cargo por sucesión, aunque a veces también lo hace por
elección o plebiscito).
De mayor trascendencia es la diferencia según el grado de participación de los ciudadanos en la toma de
decisiones políticas, la elección de los gobernantes o la remoción de los mismos. Puede hablarse así de
democracia directa, democracia representativa o aristocracia representativa.
Concepto de Estado
El Estado es la nación organizada políticamente. La sociedad que llamamos Estados se distinguen de los
demás agregados humanos como una unidad de seres que viven y actúan en común para la satisfacción de
necesidades que son de naturaleza política, económica, religión, jurídica, etc. El Estado es la persona moral de
la Nación.
En el Estado el gobierno lo forman el conjunto de autoridades que tienen funciones directas representativas
propiamente consideradas, encaminadas especialmente a la creación de aquellas condiciones dentro de las
cuales pueden desenvolverse los habitantes y obtener la máxima satisfacción en sus aspiraciones.
Los elementos que son esenciales para la existencia del Estado son:
Población: es un grupo considerable de seres humanos.
Territorio: es un área definida sobre la superficie de la tierra en la cual reside permanente la población.
Gobierno: es una organización política a través de la cual la voluntad o la ley del Estado es expresada y
administrada.
Soberanía: es la supremacía del Estado sobre todos los individuos y asociaciones dentro del él, y la
independencia jurídica del Estado de todo dominio político externo.
La nación panameña está organizada en Estado soberano e independiente, cuya denominación es Republica de
Panamá. Su gobierno es unitario, republicano, democrático y representativo.
El Estado Panameño
Panamá es un Estado de Derecho porque la sociedad política que se denomina Republica de Panamá es una
organización que descansa sobre principios y normas fundamentales que están por encima de toda voluntad
arbitraria y personal.
Es un Estado Democrático: el Estado panameño es democrático el Gobierno en principio pertenece a todos los
ciudadanos, porque tiene instituciones que aseguran el ejercicio de la soberanía popular por medio de los
derechos políticos y el disfrute de la libertad por medio de los derechos humanos. El sistema de gobierno
panameño es democrático porque se basa en la libertad y la igualdad de oportunidades para todos y porque las
mayorías pueden imponer su voluntad por medio del sufragio.
El gobierno panameño es representativo porque el pueblo no gobierna directamente, como lo hacían los
griegos en la ágora ateniense, sino por medio de su representantes.
Panamá es un Estado Soberano e Independiente:
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Panamá es una persona jurídica y sujeta de Derecho Internacional. Como Estado soberano tiene autoridad
legal completa sobre todos los individuos y asociaciones que integran su población y puede ejercer libremente
su derecho a contratar y obligarse en sus relaciones con los demás Estados sin ser sometida a ninguna potestad
exterior. El Estado independiente puede determinar por si mismo, libremente sin la ingerencia de poder
extraño, su acción interna y externa. El Estado soberano es independiente.
Panamá es un Estado independiente porque tiene la capacidad requerida para alterar en pie de igualdad con los
demás Estados de la comunidad internacional y para ejercer sin lugar a dudas los derechos inherentes a su
calidad de Estado soberano que le permiten ejercer su autoridad sobre todas las personas y entidades que se
encuentre en su territorio, así como determinar su política sin sujeción a otro poder o voluntad superior, tanto
en lo inferior como en sus relaciones internacionales.
Conclusión
Los elemento que forman el Estado son básicos y fundamentales: población, territorio, gobierno, soberanía
siendo esta la supremacía del Estado sobre los individuos y asociados dentro de él la independencia jurídica
de todo dominio político externo. La ausencia de estos elementos destruye la complementación definitiva del
Estado.
Finalmente se da en la unidad geográfica dividida y coordinada de un modo complejo y detallado para fines
comunes de un pueblo donde surgen medidas y normas a seguir para un bien común siendo el Estado quien
tiene el fin de organizar el derecho con miras a la promoción y mantenimiento de la justicia social en
conservación de su integridad y las de sus miembros propios.
Recomendaciones
Siendo tan complejo y significativo el trabajo sobre Estado y a su vez el estudio realizado, decimos que es
razonable la integración como su importancia e incorporación a nuestras bases como estudiantes de la Lic. De
Derecho y Ciencias Políticas ya que nos orienta con un fin común y compresión debida.
Bibliografía
• Lecciones de Gobierno, PEDRO AYALA, Edición VII
• Educación de Cívica, PEDRO AYALA
• www.enciclonet.com
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