MADUREZ HUMANA OBJETIVO: Brindar al joven elementos de reflexión para que, al conocer las características de una personalidad madura, se comprometa en la conquista de la misma. ESQUEMA: I. ¿QUE SE ENTIENDE POR MADUREZ HUMANA? II. ¿CUAL ES EL PERFIL DE UN HOMBRE MADURO, CARACTERISTICAS DE UNA PERSONALIDAD MADURA? 1. Equilibrio emotivo. 2. El recto modo de juzgar sobre los acontecimientos y los hombres. 3. La capacidad de tomar decisiones ponderadas. LAS I. ¿QUE SE ENTIENDE POR MADUREZ HUMANA? Se dice maduro a aquello que ha llegado a ser, lo que por su ser debía llegar a ser, como en el caso de una fruta.: la fruta está madura cuando ha llegado al término de su desarrollo, ha alcanzado su plenitud y está en condiciones de prestar la utilidad que le es propia y específica, está buena para... sirve para... Un hombre maduro será aquel que realice su vocación de hombre, el que llegue a la plenitud humana, a su pleno desarrollo como hombre, de manera que sabe afrontar la vida adecuadamente, sirve como hombre... para sí mismo y para los demás. El hombre es siempre perfectible; por ello, la madurez será siempre una meta a alcanzar. Quien ha renunciado a ser mejor, ha renunciado a vivir, porque fa vida del hombre es un continuo hacerse. Esto podemos constatarlo viéndonos a nosotros mismos: viejos y jóvenes, siempre nos parece que podemos dar más de nosotros mismos, que lo que hemos logrado no equivale a lo que pueden "estirar" nuestras capacidades, También lo podemos intuir al ver que cuando se nos pregunta por una persona madura, hablamos de alguien que no vive con nosotros. La convivencia nos lleva a captar las limitaciones que son para la persona metas que aún tiene que alcanzar para llegar a su plenitud. Al hablar de los muebles, se dice que tienen un buen o mal acabado, antes de darles el acabado el carpintero puede darles la forma que guste. La muerte es el punto de acabado del hombre; mientras vive, es hacerse. La madurez humana no guarda relación con la edad cronológica de la persona, en el sentido de que, necesariamente, a mayor edad corresponda automáticamente un mayor grado de madurez; puede haber jóvenes con alto grado de madurez, lo que no siempre se podrá decir de algunas personas mayores. El hombre se hace a sí mismo; no es hecho desde fuera, aunque ciertamente el medio ambiente influirá mucho en su desarrollo, no basta que pase el tiempo para tener una persona madura. II. ¿CUAL ES EL PERFIL DE UN HOMBRE MADURO, CUALES SON LAS CARACTERISTICAS DE UNA PERSONALIDAD MADURA? Aunque todos los autores que escriben sobre este tema tienen en mente la misma realidad, la plenitud humana, no hay un acuerdo entre ellos al presentar las características de un hombre maduro. Algunos son muy sintéticos, otros muy detallistas; unos hablan de madurez en el hacerse del hombre, otros de madurez como meta a lograr. Preguntaron a Freud: ¿De qué debe ser capaz una persona madura?; respondió: "Debe ser capaz de amar y trabajar". Cabot presentó una lista doble: "trabajar, amar, jugar, adorar" (La personalidad, Ailport, n. 329). Partiendo de que un hombre maduro es un hombre feliz y realizado, un gran santo dijo: "La felicidad del hombre sobre la tierra está en orar y amar". Pudiéramos hablar aquí de las características de la madurez humana como son tratadas por muchos autores, pero vamos solamente a desglosar con la mayor amplitud posible las características de madurez humana que apunta uno de los documentos del Concilio Vaticano II, el decreto Optatam Totius, en el número 11: "...hay que cultivar... la necesaria madurez humana, cuyas principales manifestaciones son la estabilidad de espíritu, la capacidad para tomar prudentes decisiones y la rectitud en el modo de juzgar sobre los acontecimientos y los hombres". 1. La estabilidad de espíritu o equilibrio emotivo. Es el primer elemento de la madurez humana. ¿Qué quiere decir esta estabilidad de espíritu? Quiere decir que una persona madura debe tener un control y dominio adecuado de todas las fuerzas de su personalidad: impulsos y tensiones, la conciencia, la capacidad de afecto, la capacidad de comunicación y contacto con las realidades del propio ambiente, la propia sexualidad, saber reaccionar adecuadamente ante los estímulos del medio ambiente y saber dominar prudentemente las propias emociones. A) Rasgos de esta estabilidad de espíritu. La capacidad de dominar los propios impulsos y tensiones: Cuando al hombre le atrae o le agrada algo, en su interior se despierta una fuerza impulsora que lo impele a alcanzarlo, pero no siempre se alcanza el objeto del propio gusto; podemos tener muchas ganas de algo y luchar por alcanzarlo, pero si no lo alcanzamos se frustra nuestro objeto, por ejemplo: un atleta que se preparó para una gran competencia, pero se enferma o surge un accidente y entonces no puede competir; una persona quiere asistir a un espectáculo taurino, pero no tiene dinero. Pero puede haber también frustraciones positivas, cuando a través de ellas se consigue un bien superior, por ejemplo: cuando una persona deja de asistir a un espectáculo que le agrada, pero prefiere estudiar para prepararse mejor y ser un buen profesionista, o, lo, que es mucho mejor, deja el espectáculo para dedicarse a estudiar con el fin de hacer un esfuerzo por agradar: a Dios, o bien para pedirle una gracia especial... Este tipo de frustraciones positivas son los mejores medios para ir alcanzando la madurez, el equilibrio emotivo; son ocasiones privilegiadas para dominar los propios sentimientos y sublimarlos en beneficio de bienes superiores. Es una gran inmadurez dejarse llevar siempre por los propios gustos. ¿Por qué quieres eso...? porque me gusta; ¿por qué buscas aquello?... porque me siento bien. Quien continuamente se deja llevar por la sensiblería, por los nervios, la intranquilidad... simplemente porque ocurren cosas que no le gustan, no es maduro... B) Tener una conciencia equilibrada. Es muy normal que cuando una persona comete una falta o error siente culpa, pero es inmadurez experimentar una culpa excesiva; no es normal que una persona se mire demasiado así misma y que de todo espere un castigo, incluso de cosas que simplemente le agradaron y piensa que por eso se siente culpado; es también señal de inmadurez sentir mucha culpa por una falla pequeña o viceversa, sentir casi ninguna culpa por una falta sumamente grave, vivir siempre sintiéndose mal y atormentado con la idea de un Dios justiciero y vengador es inmadurez. Es humano y maduro sentir culpa por los propios fallos y luego tratar seriamente de corregirlos y reparar el daño hecho, pero el sentimiento de culpa ha de ir acorde a la gravedad o levedad de la falta, con el respectivo arrepentimiento sincero que lleve a una auténtica corrección de la falta cometida. C) Capacidad de mantener relaciones afectivas equilibradas con otras personas. El equilibrio en las relaciones afectivas es un gran signo de madurez. Hablemos, por ejemplo, de las relaciones de una persona con la autoridad: es maduro quien lleva una relación de respeto y confianza; es inmadurez el vivir siempre rebelándose, contraponiéndose siempre a lo que manda la persona que tiene la autoridad; es inmadurez también sentirse continuamente presionado, con miedo, sintiéndose siempre vigilado; es inmadurez vivir adulando, nunca exponiendo el propio parecer. En las relaciones afectivas con las otras personas, es maduro aquel que sabe tener relaciones mutuas, pero sin buscar ningún interés personal. Es maduro quien sabe establecer amistades verdaderas, es decir, amistades con las que se ayude mutuamente a crecer como persona, amistades que impulsen al pleno desarrollo de todas las facultades humanas, amistades exigentes que estimulen al bien verdadero. Defectos de inmadurez en las relaciones con los demás son los siguientes: la falta de una sociabilidad bien entendida; hay personas aparentemente muy sociables, pero siempre buscan estar en el centro y dominar como "maestros" o "cabecillas", Un verdadero líder pretende influir, pero no dominar. Son signos de inmadurez las relaciones "pegajosas" con otras personas. "Una afectividad demasiado tierna, aun sin pensar en excesos morales, indica una falta de control afectivo y tal vez una demasiada necesidad de cariño": Son también inmadurez las relaciones de una persona que en momentos se muestra muy amigable y en otros fácilmente se enoja y pelea. Son también inmadurez las relaciones donde predominan los celos, las desconfianzas... el retraimiento. Al ir descubriendo esas actitudes inmaduras, es importante no justificarse si encontramos que nosotros tenemos tales actitudes, pues siempre habrá "razones" para defender tal o cual actitud. D) Buena adaptación a la vida social. Quien no es capaz de adaptarse al ambiente en donde vive, no podrá nunca establecer relaciones normales con él; pero entendamos bien que adaptarse no es "ser borrego". La persona realmente adaptada a su ambiente es madura y sabe aprovechar todo lo bueno que le rodea. El inadaptado se siente continuamente rechazado, tiene miedo y busca siempre apoyo; no se ubica en la realidad, se la pasa en el mundo de la imaginación y de la fantasía; continuamente se muestra rebelde y disconforme, quisiera destruir todo lo actual (ciertamente puede haber en el ambiente muchas cosas negativas, pero una persona madura no se la pasa viendo sólo lo "negro" que le rodea); se buscan compensaciones en algún campo porque fracasa en todos los otros. E) Capacidad de establecer relaciones afectivas equilibradas con el otro sexo. La madurez en este aspecto consiste en llegar a vivir un amor auténtico por el hombre o la mujer que se ama, un amor en el que la atracción sexual no sea obsesión, sino respeto y complementariedad. Respecto a las demás mujeres o demás hombres, es maduro quien se relaciona con ellos o con ellas sanamente, sin perturbaciones sexuales, sí con respeto delicado, sin confianzas excesivas o mal entendidas. Son signos de inmadurez: el "Don Juan" con cualquier mujer o viceversa, ser agresivos con las personas del otro sexo; las obsesiones sexuales; los complejos de quienes quieren ver en toda mujer la imagen de su madre, sin encontrar nunca la mujer adecuada o el hombre conveniente; los complejos homosexuales; una gran frialdad en las relaciones por la, experiencia infeliz que se tuvo en la familia, la falta de amor entre sus padres. F) La presencia de una sexualidad genital aceptada como elemento normal y necesario. El hombre y la mujer son seres sexuados en todo su ser psicológico y corporal, que, en unidad, forman a la persona Para ser maduros en este aspecto, es importante aceptar la propia sexualidad (toda la propia personalidad como hombre o como mujer) como un elemento normal, llegando a controlar prudentemente las propias reacciones. Signos de inmadurez en este aspecto son: el fenómeno de masturbación, el homosexualismo y los excesos heterosexuales (hablando en cristiano, quede bien claro que toda relación sexual o impureza, hecha con conciencia y libertad fuera del matrimonio es pecado), obsesiones sexuales, escrúpulos, sentimientos de culpa por insignificancias que no son faltas ni pecado, ver todo lo que trate de la sexualidad como malo. NOTA: El estado de virginidad supone la aceptación de la propia sexualidad, sin llegar a fa unión sexual, viviendo siempre la persona en total pureza y equilibrio de todas sus fuerzas, por la acción de la gracia divina, y una vida dedicada al amor y al servicio de la Iglesia, vive siempre serena, sin dejar de sentirse hombre o mujer y sin perder su atracción normal hacia el otro sexo. 2.- El segundo elemento de la madurez humana es el recto modo de juzgar sobre los acontecimientos y los hombres. Muchos piensan que una persona es madura intelectualmente porque tiene muchos conocimientos, pero esta idea es falsa; la verdadera madurez intelectual consiste en juzgar objetivamente (de acuerdo a fa verdad y no a meras opiniones por muy bien pintadas que aparezcan) sobre personas y cosas. No todo lo que reluce es oro, ni todo lo que parece auténtico, verdadero o cierto lo es en realidad. Para llegar a esta madurez en el modo de juzgar importa mucho: Adquirir y vivir una justa escala de valores. Adquirir criterios bien definidos y ciertos para saber discernir en la vida práctica de todos los días lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso. Adquirir una capacidad profunda de reflexión acerca de sí mismo, de los demás, de los acontecimientos y de las cosas (del mundo), y de Dios. Adquirir el tan necesario sentido común. A) Adquirir y vivir una justa escala de valores. Es de suma importancia que todo ser humano pueda y sea capaz de dar a cada cosa su justo valor en le vida práctica Cada cosa tiene un valor objetivo (mayor o menor), es decir, que el valor no depende del punto de vista personal y subjetivo, sino que conforme a lo que es, el hombre debe valorar las demás cosas o personas que son superiores que él y, por tanto, debe él sujetarse; o bien, son inferiores a él y entonces debe el hombre servirse de tales cosas, pero no esclavizarse a ellas, ni ponerlas por encima de valores superiores. Así, por ejemplo: ¿Qué persona honrada y creyente no ve claro que Dios está antes que el afán de riquezas materiales?, pero en la práctica muchos no valoran más a Dios que a otras cosas. Es importante tener una justa escala de valores sobre la vida, la moral, la religión, el dinero... Si no existe, hay que formarla, pues de lo contrario el hombre es muy infeliz e inmaduro, porque no tiene un norte auténtico que le oriente en la vida. Es importante tener en cuenta que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y que posee tres capacidades que expresan su humanidad y que lo distinguen de los demás seres de la creación: el hombre es capaz de pensar, el hombre es capaz de decidir, el hombre es capaz de amar. Un joven cristiano que se encuentra en la flor de la vida, ha de tener en cuenta esas capacidades para desarrollarlas al máximo, con orden, tenacidad, con responsabilidad, con reflexión, con generosidad. Un joven cristiano ha de tener en cuenta que para desarrollar al máximo todas sus capacidades, lo primero que necesita es tener salud; por tanto, debe cuidar su salud, descansando lo necesario, haciendo deporte, alimentándose lo mejor posible; quede bien claro que no se trata aquí de excederse en nada, sino hacer todo con orden; lo necesario y en el momento oportuno. Habiendo fuerzas en el cuerpo -las suficientesse podrá vigorizar el alma humana. Después de la salud física, hay que prestar toda la atención a la salud del espíritu: el hombre para ser plenamente hombre ha de reflexionar, orar, tener amistades sinceras y profundas (con las cuales pueda animarse a vivir grandes ideales en la vida, con las cuales pueda crecer cada vez más como hombre y como cristiano), tener un guía espiritual que se distinga por su sabiduría, prudencia y caridad (que sea todo un hombre y todo un cristiano), recibir adecuada y dignamente tos sacramentos (en el tema correspondiente se detallará este punto). Quien cuida su salud física y espiritual, es capaz de rendir at máximo en sus responsabilidades; y éste es el siguiente aspecto que hay que cuidar en una jerarquía de valores; rendir al máximo en el propio deber, sin retroceder, sin echarse para atrás, con generosidad, con iniciativa; en el trabajo intelectual y en el trabajo físico, dispuestos siempre a dar el todo por el todo, pero sin intereses egoístas, sin: afán vanidoso ni materialista. Bien cumplido el deber, en el tiempo restante se podrán desempeñar los cargos y servicios que hagan falta en la familia, en la comunidad, en el lugar donde vivimos... Para un joven cristiano, ¿por qué insistimos en: "un joven cristiano"?, porque el siguiente punto de la jerarquía de valores es el apostolado. Todo cristiano debe ser apóstol, pero sólo podrá irradiar a Dios, a Cristo, si ha cuidado seriamente los puntos anteriores de la jerarquía de valores. Si el corazón no está limpio, si no se cumple bien con el deber, si no se es servicial, ¿cómo se pretenderá mostrar a Cristo a los demás? Para todo hombre el tiempo es algo precioso; si se valora adecuadamente se sabrá aprovechar. Si, después de intentar desarrollar todas nuestras capacidades humanas, nos quedara tiempo libre, entonces lo podríamos aprovechar para alegrar a los demás; para gozar del sol, del agua, del aire, de la montaña; pero el tiempo libre hay que planearlo, pues bien podemos desarrollar más algún don o alguna cualidad que Dios nos dio, bien podemos dedicarnos a alegrar y jugar con los más pequeños o divertir a los más grandes. ¡Cuántas cosas se le pueden ocurrir a alguien que sólo busca forjarse, crecer, madurar! Pero no usemos el tiempo libre para lo que salga o para dar rienda suelta a la pereza; eso sería perder vilmente el tiempo y quizás hasta ponerse en ocasión de pecar. B) Adquirir criterios bien definidos y ciertos para saber discernir en la vida práctica de todos los días lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso. No basta que una persona tenga muchos conocimientos, mucha ciencia, para que por eso tenga ya buenos y verdaderos criterios, porque en ocasiones, cuando se quiere conseguir o decidir sobre algo, lo que lleva a la voluntad humana a actuar no son los juicios teóricos sobre la verdad de las cosas, sino los juicios prácticos, de ahí la importancia de la jerarquía de valores de la que hemos hablado. Es inmaduro e infeliz quien no tiene criterios claros y verdaderos, porque muchas veces no sabrá cómo actuar o, lo que es también muy negativo, decidirá con criterios falsos y tal vez muchas veces sin siquiera tener mala voluntad. Criterios verdaderos sobre la vida del hombre siempre los encontraremos en la Revelación Divina; Dios creó al hombre, sabe bien lo que le conviene en cada momento de su vida, de ahí la importancia de reflexionar la Palabra de Dios y tratar de viviría en los casos concretos; también a través de las enseñanzas de la Iglesia, de las enseñanzas del Papa, de las enseñanzas de los Concilios (el Papa reunido con los Obispos. El último Concilio ha sido el Concilio Vaticano II), las enseñanzas y vidas de los Santos (hombres y mujeres plenamente maduros) -especialmente las autobiografías-. Son portadores de criterios firmes y seguros, aquellas personas que viviendo su propia vida a profundidad son guías iluminados, experimentados y seguros, hombres de sabiduría, prudencia y santidad. Si queremos encontrar hombres que nos aporten criterios bien definidos y ciertos, hemos de buscar a personas cuya vida vaya conforme a la vida de Cristo. El es el hombre auténtico, el hombre maduro por excelencia, y quien más se asemeja a Él en su vida, es porque se rige por los criterios del "Verdadero Hombre". C) Adquirir una capacidad profunda de reflexión acerca de si mismo, de los demás, de los acontecimientos y de las cosas (del mundo) y de Dios. Quien piensa con profundidad, será capaz de vivir con profundidad. Habituarse a reflexionar, es decir, esforzarse por conocer las propias cualidades y defectos, conocer todas las capacidades y posibilidades propias, es absolutamente necesario para llegar a juzgar rectamente y alcanzar la madurez. Sin reflexión, no puede haber superación de los fallos y vicios personales, y si no hay superación de éstos, ¿cómo llegar a la madurez? importa, pues, mucho dedicar un rato diario a la lectura de un buen libro (puede ser el Evangelio), confrontando ¿cómo estoy viviendo y cómo debería vivir?, y ser consecuente con lo que se vea que se debe cambiar o la aptitud personal que haya que desarrollar con más esfuerzo y diligencia. Sin un rato de reflexión diaria, olvídate de ser maduro (a). No está por demás señalar que quien reflexiona en serio, termina haciendo oración, porque llega a descubrirse débil y necesitado de fuerza, fuerza que sólo Dios puede dar. Quien entra dentro de sí por la reflexión personal, llega a tener una visión diferente, hermosa y profunda de sí mismo, de los demás, del mundo y de Dios. Por tanto, seamos reflexivos, gustemos del silencio, de la vida interior (hay que ser capaces de dejar una vida superficial, demasiado exterior y extrovertida); éstas son condiciones imprescindibles para ser personas maduras. D) Adquirir el tan necesario "sentido común". El sentido común es el tino para ver el término medio y la reacción adecuada en cada ambiente. Para tener este sentido común no basta buena voluntad, sino que es preciso el recto dominio y la mortificación de los sentidos exteriores (la vista, el oído, la lengua, el olfato, el gusto, el tacto). Nuestros sentidos nos ponen en contacto con el mundo y las criaturas, y ese contacto, para que sea provechoso y nos lleve a la madurez, ha de conducirnos a nuestro bien último que es Dios. Si usamos de nuestros sentidos externos como nos plazca, sin buscar lo provechoso, lo bueno y lo útil, lo grato a Dios, entonces nuestro sentido común estará mal informado y no verá cuál debe ser la reacción y expresión conveniente en cada momento de la vida. A una persona que le haga falta el sentido común, le faltará el control de la dirección y siempre estará haciendo cosas fuera de lugar. 3.- El tercer elemento de la madurez humana es la capacidad de tomar decisiones ponderadas. La voluntad tiene mucho que ver en la madurez de una persona. Sin una voluntad fuerte y firme, perseverante y decidida, que busque desarrollar al máximo todas las capacidades y posibilidades de sí mismo (a), es absurdo ser una persona madura. Esta formación de la voluntad pide: A) Aprender a decidir por sí mismo. Esto implica un equilibrio: ni dejar que en todas las decisiones personales tengan una exagerada influencia otras personas, ni tampoco querer nunca recibir consejos y la ayuda de los demás. Las decisiones deben ser personales, pero es humano pedir consejo y ayuda de otros; es más, sin dejarse ayudar y corregir, no es posible llegar a la madurez humana. Podemos siempre escuchar consejos y luego ver lo que más conviene, de acuerdo a la verdad y al bien; ser críticos positivamente. Es inmaduro: buscar siempre, para cualquier cosa, un apoyo exagerado de otras personas; el tener poca personalidad y dejarse llevar por la masa; estar sometido a influencias: demasiadas o superficiales. Es inmaduro: querer ser siempre totalmente independiente, rechazando cualquier tipo de ayuda, corrección, enseñanza; queriendo ser siempre autosuficiente. Es inmaduro: ser un indeciso, pensando siempre si estuvo mal o bien cada vez que se decide algo; el adoptar posturas ambiguas y andar siempre con "medias tintas", sin claridad en la decisión; "dejar hacer, dejar pasar" (esto es inmadurez). B) Aprender a ser responsable. Ser capaz de asumir todas las consecuencias de las propias decisiones, tomar muy en serio las cosas que uno tiene a su cargo, cumplir con los deberes sin que haya nunca necesidad de que nadie nos lo recuerde, cumplir aunque nadie a nuestro alrededor lo hiciera. Todo esto es signo de responsabilidad y, por ello mismo, de madurez. La irresponsabilidad es una ciara manifestación de la inmadurez de una persona. C) Crecer en la valentía y en la generosidad. Esto significa, trabajar por crecer en el espíritu de sacrificio y lucha, sin dar marcha atrás. Las grandes obras y los grandes hombres, los hombres plenamente maduros, han sido siempre personas sacrificadas; el sacrificio ha acompañado siempre los grandes ideales humanos. El que quiera ser maduro, que sea exigente consigo mismo antes que con los demás, que busque el bien de los demás antes que el suyo propio, que se esfuerce por ser coherente con lo que piensa y lo lleve a la práctica. Es inmadurez: buscar siempre lo más fácil y cómodo, lo más agradable y placentero; dejarse llevar por los propios caprichos e instintos, mirando siempre a lo que más nos conviene, pensando siempre en los intereses "míos". Una cosa es ver todo negro y con demasiada severidad, y otra cosa es ser un superficial y un mediocre. Los dos extremos son malos. El hombre maduro es valiente y generoso. D) Crecer en un espíritu constante de decisión y entrega. La perseverancia es la piedra de toque de una voluntad vigorosa. Es más o menos fácil ser fiel y firme unos días, unas cuantas semanas, pero siempre, durante toda fa vida, y en un crecimiento constante, no tiene nada de fácil; al contrario, es de verdaderos valientes saberse sobreponer a todos los desalientos y dificultades, sacando de ellos una buena tajada en el crecimiento personal. Es maduro quien sabe sacar ventaja de las dificultades; los fracasos no lo echan para atrás. Es inmadurez: tener arranques exagerados de actividad y luego apagarse. El hombre maduro sabe mantener un ritmo constante y creciente de trabajo y esfuerzo; con prudencia, persevera día con día en la entrega de sí mismo. En resumen, un hombre, una persona es madura cuando es capaz de amar. El que ama de hecho, realiza el acto más grande de madurez humana, porque el hombre fue creado y existe para amar; de lo contrario, su vida no tiene ningún sentido. Llegar a la madurez humana plena no es fácil, porque amar no es fácil. El hombre muchas veces dice: "Te amo, los amo", pero también muchas veces esto no es verdad; unas veces, porque miente, y otras, porque confunde lo que es el amor. Amar es esencialmente entregarse, es la DECISION CONSCIENTE DE. LA VOLUNTAD DE IR HACIA EL OTRO. Para lograr esto conviene y es absolutamente necesaria: desprenderse de sí mismo, renunciar a sí mismo, dispuesto a darlo todo. Amar, lo que se dice realmente amar, no es algo instintivo -que nos brote fácilmente-, sino que cuesta; no es sentimentalismo, ni sensiblería, ni "sentir bonito"; no es sensualidad. El inmaduro será siempre un egoísta; no sabrá amar y, por tanto, no podrá ser un cristiano de verdad. Un hombre maduro es aquel que vence su egoísmo; y, hablando en cristiano, maduro es aquel que vive de fe, de esperanza y de caridad (amor sobrenatural, iluminado y fortalecido por la gracia de Dios). Trabajo personal: - Escribe los aspectos en los cuales has alcanzado cierto grado de madurez. - Enumera los dos aspectos en los cuales necesitas mayor esfuerzo para madurar.