Esquilache; Josefina Molina

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INTRODUCCIÓN A LA PELÍCULA
El motín de Esquilache es una película de 1988.
Película española donde trabajan actores como:
• Fernando Fernán Gómez, que representa a Esquilache.
• Josefina Molina, que representa a la criada de Esquilache.
• Adolfo Marsillach, que representa a Carlos III
La película tiene lugar en el reinado de Carlos III, un símbolo del despotismo.
Esquilache era un italiano colaborador del rey que quería cambias la vestimenta típica del pueblo (capa y
sombrero ancho) debido a que dicha vestimenta a muy tendenciosa a
cometer actos delictivos, porque la gente podía camuflarse muy bien con la capa y el sombrero. Al pueblo
español lo que le mosqueaba era que un extranjero le diera órdenes, y el tema de la vestimenta fue la gota que
colmo el vaso, puesto que anterior a esta decisión, el pueblo estaba sumergido una gran crisis de hambruna,
por el encarecimiento de los alimentos fundamentales.
Otra cosa que en el argumento de la película no aparece pero es sabido es que la iglesia estaba detrás de esto,
debido a las malas relaciones mantenidas entre Carlos III y la iglesia.
Un último detalle acerca de la película, es que está basada en el año 1766.
DESARROLLO DE LA PELÍCULA
La película comienza con Esquilache acompañado del marqués de Ensenada dándose cuenta que todo ha sido
saqueado, debido a una revuelta.
En este registro aparece una persona muerta, que más adelante se sabe quién es (el amante o marido de
Fernanda). Julián es este criado que ha muerto por ofrecer resistencia.
El rey ordena que vayan a palacio, mientras por las ventan se escuchan gritos de la gente que pide la muerte
de Esquilache debido al conflicto mencionado anteriormente con las vestimentas.
Cuando Esquilache sale a la calle, la gente lo acorrala (aunque la gente no sabía quién era él) y le intentan
hacer decir muerte a Esquilache. Al final lo dejan marchar.
Cuando Leopoldo I (Esquilache) llega a palacio, se reúne con los marqueses y les dice que haga lo que haga
él, sea bueno o malo, tiene al pueblo en contra.
Esquilache se encuentra en su despacho charlando cuando irrumpen con una gran maqueta, para hacerle ver la
reforma que hay en Madrid.
Esquilache ya en su casa, habla con su mujer, diciéndole que sus hijos están colocados en trabajos que la
gente le hecha en cara. Pero la mujer no está conforme con eso, y le contesta diciéndole que el poder sirve
para eso. La marquesa también le hace ver a Leopoldo que ella no fue la primera que llevó la corrupción a su
casa.
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La conversación acaba cuando Esquilache le dice a su mujer que para tener lo que tienen hay que sacrificar
algunas cosas, como el amor a cambio de beneficios.
Esquilache se encuentra reunido de nuevo en una congregación con gente de clase alta, como un marqués (que
al final de la película acaba siendo su mayordomo) que le felicita, muy irónicamente, por las carreras de los
hijos y le pide que se eche atrás con lo de las vestimentas.
Después de hablar con ese marqués, Esquilache se sienta junto al rey. Charlaron de temas como por ejemplo
que los jesuitas consideraban a Carlos III un anticristo.
Leopoldo y Carlos III no podían aguantar la risa pero se tuvieron que contener cuando la gente empezó a
percatarse y les miraban con mala cara.
Cuando Leopoldo sale de esa reunión, va en su carroza, cuando se ve envuelto en medio de una muchedumbre
que le grita, echándole cosas en cara como el tema de la vestimenta, o el dinero que mando a Italia, etc. Los
manifestantes piden al rey la cabeza de Esquilache.
Una vez que Leopoldo llegó ya a su casa, observó como una persona acosaba a la criada Fernanda. Esquilache
le observo, pero se quedo oculto en la sombra y el silencio.
Luego, el marqués y la marquesa de Esquilache discutían porque ella decía que a Leopoldo le gustaba
Fernanda. El final de la conversación acaba con Leopoldo diciéndole a la marquesa de Esquilache que quiere
que los hijos sean destituidos de los cargos y que quiere el divorcio.
Esquilache, posteriormente, se encuentra en su despacho, hablando con Fernanda, a la que le dice que le gusta
mucho que esté a su lado.
De mientras, en la calle, se ordena que las capas sean cortadas para evitar los problemas mencionados
anteriormente.
Esquilache habla con el rey, y éste le dice que quiere que el acuerdo se cumpla, pero que no quiere que se
derrame sangre. Leopoldo pide al rey que revoque los cargos de sus hijos y que se pueda divorciar de su
mujer.
Esquilache lee en un papel un artículo redactado que pone de manifiesto que sólo con dos ministros italianos
(Grimaldi y él) se puede usar toda la violencia.
Leopoldo está asustado porque piensa que le van a matar.
Mientras tanto, en las revueltas callejeras, se queman los retratos de Esquilache.
Fernanda le pide a Esquilache que está noche no se mueva de su casa por que ve como lo van a matar. Pero
Esquilache había exigido que esa misma noche se reuniera el consejo de guerra y los secretarios
urgentemente.
Isabel de Farnesio, la madre de Carlos III aparece en escena por primera vez, ocultada mientras observa a
Leopoldo. Ella le llama insensato italiano.
A Esquilache le hacen saber que tiene también gente en contra dentro de palacio.
El rey llega y empieza a hablar con Leopoldo diciéndole que tiene noticias de un motín. Carlos III piensa que
no sólo van en contra de Esquilache, sino que también van en contar suya.
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El rey le ofrece a Esquilache los servicios de un mayordomo, que como mencioné anteriormente se trataba del
marqués que felicitó irónicamente a Esquilache por las carreras de los hijos de Leopoldo. El rey quería a toda
costa que Leopoldo permaneciera a su lado para la toma de decisiones.
Esquilache llama a Fernanda por que se encuentra muy mal de su enfermedad . Éste se deleita mientras
Fernanda trata de aliviarle los dolores y el malestar cuando Esquilache le confiesa a Fernanda que está
agobiado porque no puede soportar el odio de un país. Leopoldo también hace referencia al mozo muerto al
principio.
De repente el mayordomo irrumpió, y Leopoldo al ver quien era le dijo que no quería de sus servicios, pero el
mayordomo alegó que eran órdenes del rey.
Isabel de Farnesio, madre de Carlos III y esposa de Felipe V, entra en el aposento de Esquilache para luego
pedirle que jueguen a las cartas. Isabel le hace un símil a Leopoldo entre una baraja de cartas y una
monarquía. Posteriormente, le dice que espera que sepa la forma de sacar a su hijo de este lío sin que baje su
reputación, y también le hace cargo de que su familia esté sumida en una gran desgracia.
Ella le pide que acabe con esto rápido y que pase a la historia, marchándose posteriormente de haber dicho
esto. Cuando Esquilache se quedó solo, cogió una pistola e intentó suicidarse, pero en el momento justo
irrumpió Fernanda, lo que hizo que Esquilache escondiera rápidamente el arma.
Una multitud se agolpa a las puertas, pidiendo la cabeza de Esquilache. Empiezan a sonar algunos disparos.
Esquilache se enfada con el mayordomo porque el consejo de guerra no se ha reunido tal y como el dijo, pero
luego sabría que el consejo de guerra si se había reunido, pero sin él, puesto que el tema tratado era
fundamentalmente él (esto se lo comunica el rey en persona cuando llega).
Esquilache observa por la ventana como un fraile se acerca para entregarle las peticiones del pueblo al rey, y
en ese momento ve también al asesino de Julián encabezando la revuelta.
El rey manda a llamar a Esquilache, y éste por el camino se topa con el asesino de Julián. Carlos III pone al
corriente a Leopoldo, y le pide a Esquilache que tome la decisión: si entregarse a los amotinados o hacer lo
que él decida.
El rey le comenta que la decisión es sólo suya. Esquilache le dice al rey que acepte las peticiones del pueblo,
es decir, el destierre de Esquilache y su familia.
El rey se sentía muy afectado por la pérdida de uno de sus hombres de más confianza, y reflexionaba a cerca
de los proyectos de Esquilache, que por desgracia sólo se quedaría en eso, proyectos.
Antes de que Esquilache sea desterrado, le comenta al marqués de Ensenada que nunca cometa los mismos
fallos que él cometió. Pero el marqués de contesta que él también ha sido desterrado, en su caso a Medina del
Campo.
En un acto de desesperación, Fernanda le pide a Esquilache que la deje marchar con él, pero él no quiere. A
pesar de ello Esquilache le da las gracias a Fernanda por haberlo hecho feliz. Al salir del palacio, Fernanda se
encuentra con el asesino de Julián, y éste la persigue.
La película concluye con una carta que le manda Carlos III a Esquilache diciéndole que le está muy
agradecido.
La carta la recibe el marqués de Esquilache cuando está tumbado en su cama muy enfermo pensando en la
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última vez que Fernanda le hizo chocolate.
PERSONAJES RELEVANTES QUE APARECEN EL LA PELÍCULA
LEOPOLDO I, MARQUÉS DE ESQUILACHE
Miembro de una familia humilde, se inició como contable en la casa comercial Barretta, siendo designado
como asentador de víveres del ejército napolitano en 1742. La eficacia demostrada por Leopoldo de Gregorio
llegaría a oídos del rey Carlos que le nombró administrador general de las aduanas del reino de Nápoles,
ascendiendo en 1753 a la Secretaría de Hacienda. Los éxitos cosechados motivaron su nombramiento como
marqués de Esquilache en 1755. También se ocupó de las Secretarías de Guerra y Marina, lo que motivó el
descontento de un amplio grupo de cortesanos encabezado por el ministro Tanucci. Desde sus elevados cargos
puso en marcha un importante plan de reformas financieras y militares. El nombramiento de Carlos III como
rey de Españamotivó que Esquilache formara parte del grupo de administradores italianos que también
pasaron a la península Ibérica. Fue nombrado secretario de Hacienda para desempeñar también la secretaría de
Guerra. Esquilache gozaba del amplio favor real y puso en marcha un importante plan de reformas que no
contó con el apoyo popular ya que veían en él a un extranjero mientras que acusaban a su esposa de la venta
de empleos públicos. La fundación de montepíos para viudas y huérfanos militares, la creación de las loterías,
la edificación de los edificios de correos y aduanas en la corte de Madrid y el alumbrado nocturno de la capital
serán algunos de sus logros más destacables. Pero un discutido bando publicado en marzo de 1766 provocó un
motín en la corte entre los días 23 y 27, llegando los amotinados a saquear la casa del ministro. Esquilache
abandonó la ciudad, dirigiéndose primero a Cartagena y después a Sicilia, siendo nombrado en 1772
embajador de España en Venecia, falleciendo en esta ciudad el 15 de octubre de 1875.
MARQUES DE ENSENADA Miembro de una familia de hidalgos modestos procedente de La Rioja, su
padre era notario apostólico por lo que la familia vivió en primero en Azofra y Santo Domingo de la Calzada.
En 1720 aparece documentado en Cádiz donde es nombrado oficial supernumerario del Ministerio de Marina
por José Patiño. Inicia una brillante carrera que desemboca en el nombramiento como Comisario Real de
Marina en 1734 en El Ferrol, encomendándosele la tarea de construcción y rearme de bajeles. Participará en la
formación de la escuadra que reconquistará Orán en 1732 y como recompensa recibió de Felipe V el cargo de
Comisario Ordenador de Marina. Al año siguiente participará en la formación de la Armada que tenía como
objetivo la conquista Nápoles y Sicilia. Ante un nuevo éxito recibirá el título de marqués de la Ensenada.
Ahora empieza su carrera en la administración centra al ser designado secretario del Consejo del
Almirantazgo (1737) y secretario de Estado y Guerra en la expedición de las tropas españolas que
participaban en la Guerra de Sucesión austríaca (1741). La muerte de Campillo en 1743 le permitirá recibir las
secretarías de Guerra, Hacienda, Marina e Indias, designándole notario de los reinos de España. Dos años más
tarde será nombrado consejero de Estado, cargo en le que permanecerá con Fernando VI. Su política tiene
como objetivo fortalecer los ejércitos y la Armada, recuperando el control económico de las Indias y reformar
la administración y el comercio con una serie de medidas ilustradas. Su política exterior estuvo enfrentada a
Carvajal ya que éste era anglófilo mientras que Ensenada tendía hacia Francia. Ambos políticos se
compensaban y la muerte de Carvajal en 1754 provocó la caída de Ensenada meses más tarde, utilizando
como pretexto una comunicación enviada al futuro Carlos III que provocó un conflicto con Inglaterra en
Paraguay y Honduras. Será desterrado a Granada y después al Puerto de Santa María. Carlos III le permitió
regresar a la Corte sin ocupar ningún papel político. Su presunta implicación en los motines de 1766 le
llevaron al destierro a Medina del Campo, donde falleció.
Isabel de Farnesio
Hija de los duques de Parma, Eduardo III y Sofía Dorotea de Neoburgo, se casó con Felipe V en 1714. Mujer
alta y bien formada, con buen aire y ojos de cierta espiritualidad, aunque la viruela le ha quitado muchos
encantos; astuta, versada en idiomas, gustosa de la política y preocupada por todas las actividades artísticas e
intelectuales −según nos la presentan los cronistas− consiguió imponer su voluntad al monarca español,
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realizando una intensa labor destinada a que sus hijos gobernaran en territorios italianos, lo que condicionó la
política exterior del momento. Para ello no dudó en apartar a la princesa de los Ursinos, favorecer a Alberoni
y Ripperdá o condicionar el primer y segundo pacto de Familia con Francia, animando a su esposo a no
renunciar a la corona francesa. Tras duros envites consiguió sus objetivos ya que Carlos será rey de Nápoles y
de España; Felipe recibirá los ducados de Parma y Módena; María Teresa se casará con el delfín francés;
María Antonia será reina de Cerdeña; y Luis Antonio, conde de Chinchón, tras renunciar al capelo
cardenalicio. El fallecimiento de su esposo le obligó a llevar una vida retirada en La Granja, regresando a
Madrid para ocupar la regencia de su hijo Carlos entre agosto y diciembre de 1759. Se retira de nuevo a La
Granja, falleciendo durante el verano de 1766 en Aranjuez.
CARLOS III
Hijo de Felipe V y de su segunda esposa, Isabel de Farnesio, nació en Madrid el 20 de enero de 1716. En 1731
fue nombrado duque de Parma y Toscana, y entre 1735 y 1759 fue rey de Nápoles. En 1759 sucedió a su
hermanastro Fernando VI en el trono español, cargo que ocupará hasta su muerte. A pesar de que todavía
continuamos dentro del periodo de monarquías absolutistas, el reinado de Carlos III es plenamente reformista
desde el punto de vista socio−político y económico llegando incluso a provocar su enfrentamiento con la
aristocracia y el clero. Entroncado este reinado en pleno desarrollo de la Ilustración es uno de los más típicos
exponentes de esta corriente ideológica. Sus reformas fueron dirigidas hacia el reparto de tierras comunales,
división de latifundios, recortes de privilegios de la Mesta, protección de la industria privada, liberación del
comercio y de las aduanas etc. Políticamente otorgó poder político a la burguesía, favoreciendo sus intereses
con iniciativas legislativas como la creación de la Orden de Carlos III, la apertura del comercio de Ultramar o
la supresión de los "oficios viles". Interesado en promover la prosperidad del país, su programa de reformas e
iniciativas alcanzó a las obras públicas, destacando la construcción del pantano de Loja, el puerto de San
Carlos de la Rápita o la repoblación de Sierra Morena, creando municipios de nueva construcción como La
Carolina. En el ámbito cultural, Carlos III entendía que la prosperidad nacional pasaba por el desarrollo
cultural y educativo. En este sentido, impulsó la investigación científica, reformó la docencia y favoreció la
difusión de los conocimientos. En cuanto a la política exterior, intentó mantener el prestigio español y su
presencia colonial, amenazada por el expansionismo de Gran Bretaña y Francia, principalmente. Para ello,
reformó el ejército e incrementó el poder naval español, hasta el punto de que pudo ser considerada en su
época como la más poderosa después de la británica. Además, las Ordenanzas Reales que se dictaron sobre el
ejército demostraron su eficacia, hasta el punto de que en parte aun se mantienen en vigor. Todo este tipo de
medidas las llevó a cabo al comienzo de su reinado con el Marqués de Esquilache al frente de su gobierno y
apoyado por grupos de ilustrados y de la burguesía; de hecho fueron medidas muy efectivas pero produjeron
el enfrentamiento de la oligarquía aristocrática y el clero, que, viendo amenazados sus intereses, provocaron
un levantamiento popular que se conoce por el Motín de Esquilache, ya que fue depuesto este ministro. Esto
obligó al monarca a suavizar las medidas sociales adoptadas aunque no dejo de enfrentarse a los grupos
reaccionarios actuando contra ellos como demostró en la expulsión de los jesuitas o limitando el poder de la
Inquisición. Económicamente hay que recordar a este monarca porque tendió a unificar el sistema monetario
creando el primer papel moneda y la primera banca estatal (Banco de San Carlos 1782).En política exterior
fueron fundamentales 3 puntos u objetivos: Paz en el Mediterráneo para garantizar el comercio español en
estas aguas, neutralizar a Gran Bretaña en las colonias americanas y recuperar Menorca y Gibraltar de manos
de los ingleses, conseguiría recuperar la primera plaza pero no así la segunda que sigue siendo colonia
británica. Moría en 1788 sucediéndole en el trono su hijo Carlos IV.
ACTITUD DE LOS PERSONAJES
Carlos III: se mantiene siempre fiel a Esquilache. Él es una persona de mucha confianza, por eso siempre deja
todo en sus manos, hasta la decisión final. Su actitud, bajo mi punto de vista, da a entender que era un rey muy
tolerante (dentro de lo que cabe), y esto lo digo porque no parecía que el rey fuese alguien muy superior, sino
que parecía uno más a la hora de tomas las decisiones, etc.
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Esquilache: Esquilache se mantiene siempre firme en sus decisiones, aunque su dureza acaba por ablandarse
cuando se da cuenta que todos están en contra de él, porque ya empezó a sentir miedo a la muerte. En los
momentos más delicados, Leopoldo demostró ser una persona con las ideas muy bien amuebladas, y sobre
todo, que quería lo mejor para la nación española, y esto lo digo por la última de sus decisiones, la de aceptar
lo que el pueblo quería porque eso era lo mejor para España. Pero lo que he dicho de que quería lo mejor para
España es algo que se ve a priori en la película, pero según la versión del pueblo no, porque por lo visto
mandaba dinero hacia Italia. Repito que esto último sólo se dice una vez en la película y no se dice en ningún
momento que sea algo cierto.
Isabel de Farnesio: se muestra en todo momento muy dura y severa con Esquilache, porque para ella lo único
importante es que la reputación de su familia iba a disminuir.
Tiene una actitud muy radical, porque le llega a decir directamente a Esquilache que se quite del medio.
Marquesa de Esquilache: se muestra en todo momento avariciosa. A ella sólo le importa los bienes
económicos y la familia, y la situación socia de esta.
Marqués de Ensenada: Se muestra en todo momento fiel a Esquilache, pero en mi opinión, yo lo he visto
extremadamente pelota y rastrero, porque lo que pretendía era volver a formar parte del círculo de personas
que rodeaban al rey.
Fernanda: Es el personaje que pone un toque de sentimientos a la película. Esquilache está demasiado
encariñada con ella, pero ella está muy dolida por la pérdida de su amado, Julián, a manos de un saqueador.
Reflexión personal:
Me dio un poco de lástima el ver como el pueblo español, por orgullo a no ser dominados por un extranjero,
se levantara en contra de un hombre que sólo pretendía hacerlo lo mejor posible, porque yo en sus acciones no
he visto en ningún momento malas intenciones ni cosas malas. Pero al fin al cabo es el pueblo es el que
manda, y si no está de acuerdo con quien gobierna y toma las decisiones no hay más remedio que hacer lo que
el pueblo diga.
Sinceramente, una película que para ser del género que es, al que no estamos hoy día muy acostumbrado, está
muy bien.
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