131 - La locución en el periodismo, un valor en deterioro , Carlos González Ávila, Universidad de La Laguna (ULL)

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Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación
Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011
La locución en el periodismo, un valor en deterioro
Dr. Carlos González Ávila – Universidad de La Laguna ,ULL, España –
[email protected]
Resumen: La expresión oral en los medios audiovisuales se ha minimizado por
la ignorancia de los conocimientos en la materia de locución, porque los
mensajes audiovisuales están quedando reducidos a una mera lectura de
palabras, que se suelen unir con cierto sentido, en el mejor de los casos y
resultan monótonos y a veces incomprensibles, pero si se concibe la locución
como el medio de expresión oral con el que cuenta el redactor la cosa cambia.
Para comunicar con brillantez y eufonía es un imperativo de necesidad, que el
profesional del medio, ahonde en las técnicas de voz para locutar las
informaciones y no solo se limite a leerlas, como ocurre con harta frecuencia,
porque de esta manera, se le dificulta al receptor el entendimiento y el disfrute
de tales mensajes.
Un texto periodístico, pongamos por caso, puede estar bien documentado y
redactado, pero si está mal expresado por culpa de una deficiente locución
perdería gran parte de su esencia, porque la locución es el proceso final de
toda una cadena comunicativa.
En esta línea se marcarán las diferencias entre leer y locutar, junto con el valor
expresivo de tales términos y su influencia en la respuesta perceptiva de los
receptores.
Palabras clave: leer; locutar; locución; expresión; receptores; redactor.
Sumario: 1. Introducción. 2. Objetivo y metodología de trabajo. 3.
Demarcaciones y competencias entre redactores y locutores. 4. Leer versus
locutar. 5. Particularidades de la locución en la radio. 6. La locución en el
mensaje informativo televisivo y sus aspectos dialectales. 7. Principales
problemas de la locución hecha en Canarias. 8. El caso de Hispanoamérica. 9.
Soluciones y conclusiones. 10. Bibliografía.
1. Introducción
Para desempeñar una comunicación eficaz y atractiva en los medios de
comunicación es preciso, que el sujeto interesado adquiera una técnica vocal,
que le permita adaptar su voz a cualquier tipo de mensaje audiovisual. Por esta
razón se pretende tratar el manejo de la voz implicada en los diferentes
procesos comunicativos, tanto en la radio como en la televisión, por parte de
aquellos profesionales en los que su voz se erige como el conducto de
expresión sin el cual no podrían ejercer sus funciones.
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A la vista está que la oralidad en el marco audiovisual se ha deteriorado
bastante y que se han abandonado o ignorado muchos aspectos nucleares de
las habilidades discursivas. Por eso, se considera no solo congruente, sino
además necesario trabajar con los útiles apropiados para devolverle la dignidad
y enriquecer, por tanto, los mensajes audiovisuales en todas sus variantes.
El corpus de este trabajo centra su atención en perseguir una óptima
comunicación, donde el mensaje que se transmita sea decodificado sin
dificultades; al tiempo que resulte agradable y elocuente.
Para tal propósito es necesario elevar a otra dimensión la idea que tenemos de
la lectura, porque un profesional que se dedique al periodismo oral, no puede
limitarse a leer los textos, porque estaría dejando escapar una ingente cantidad
de matices que resultan de gran valor comunicativo. Además corre el riesgo de
ser rechazado por la audiencia, al resultar artificial, monótono, monorrítmico y
soporífero.
Una forma de evitar este polémico y extendido vicio pasa por concienciar a
aquellos que tengan responsabilidades comunicativas en el sector audiovisual,
a que consideren el valor expresivo propio de la locución, que se consigue
mediante el desarrollo de una técnica respiratoria y vocal que permite una
correcta fonación.
En esta práctica los actores, al dominar la interpretación, pueden servir de
ejemplo a aquellos profesionales con responsabilidades comunicativas dentro
del periodismo oral.
Lo que se pretende explicar con este razonamiento es que el periodismo oral
se sirva del caudal de conocimientos que aporta la interpretación, de igual
modo que hace la física con las matemáticas. De esta manera se tiende a una
profesionalización más holista que redundaría en los beneficios de hacer
cumplir con mayores garantías el derecho universal de la información.
2. Objetivo y metodología de trabajo
La finalidad de este artículo consiste en esclarecer la sospecha albergada de
que los mensajes audiovisuales se están empobreciendo de una manera
notable en los medios de comunicación social. Esta circunstancia se ve
agravada por la ausencia de los conocimientos propios que aglutina la
locución, como una importante área del saber dentro de la esfera audiovisual.
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El objetivo primordial centra sus esfuerzos en combatir el controvertido asunto
del intrusismo profesional que está entorpeciendo el buen funcionamiento de
los procesos comunicativos, porque abundan los periodistas que no saben
locutar y dejan escapar aspectos y matices relevantes para resaltar lo
fundamental sobre lo accesorio en una determinada pieza comunicativa. Por
otro lado, existen locutores que no redactan debidamente y son imprecisos
informando, evidentemente porque no tienen la formación adecuada.
El problema radica en que ambos profesionales, a veces unificados bajo la
figura del redactor, comparten el mismo medio de difusión y también los
destinatarios a los que se dirigen, pero enfocan los objetivos de manera bien
distinta.
La manera de abordar esta peliaguda situación consiste en utilizar un método
analítico pormenorizado, que permita fijar comparaciones que posibiliten, a la
postre, generalizar por inducción los casos observados bajo la lupa de la
sospecha en nuestro entorno audiovisual y establecer una base ecléctica de la
que se puedan extraer los aspectos más sobresalientes de ambas profesiones
que conviven bajo un mismo medio de difusión.
En esta línea se analizarán y compararán los rasgos fónicos del español
septentrional y meridional dentro del marco audiovisual. De igual modo se
atenderá al carácter cualitativo de los profesionales de la interpretación para
extrapolarlo a aquellos que ejercen el periodismo oral sin atender los criterios
que proporciona la locución.
Sobre este particular, el caso de RTVE es lo suficientemente ilustrativo, porque
hasta el ERE aplicado en 2006 convivían locutores y periodistas en la misma
redacción. Hoy en día solo existen redactores que se encargan de redactar y
emitir indistintamente las informaciones. A estos profesionales se les exige la
licenciatura en Ciencias de la Información o titulación homóloga, sin embargo
muchos de ellos cuentan con serias lagunas en el terreno epistemológico
propio de la locución y más aún cuando tienen que grabar alguna promo o
indicativo.
Esta es una manera laxa de combatir el intrusismo laboral, porque solo se
aborda en un sentido, que es la que apunta desde el locutor al periodista;
obviando por tanto, aquella que va desde el periodista al locutor y es por ello
que se mantiene la hipótesis de que muchos de los redactores no desempeñan
de una manera deseable las lides propias de la locución. Este es uno de los
aspectos nucleares sobre los que pivota la investigación que nos ocupa.
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3. Demarcaciones y competencias entre redactores y locutores
La realidad audiovisual del momento atestigua la mala fusión existente entre
las categorías de redactor y locutor en los medios de comunicación. Hoy en
día, al periodista licenciado en Ciencias de la Información o equivalente, que
ejerce sus funciones dentro del periodismo oral, bien delante de una cámara o
frente a un micrófono, se le denomina redactor cuando antes era llamado
locutor.
Tradicionalmente, el redactor era el profesional que dentro de un medio de
comunicación periodístico se encargaba de escribir los textos, especialmente
los de carácter informativo. Y los que además tenían el rango de editores
aumentaban sus competencias seleccionando los contenidos que les
aportaban los redactores y supervisaban la labor de los mismos.
En cambio los locutores, eran aquellas personas provistas de una voz
fonogénica, que la prestaban según la necesidad comunicativa exigida, esto
es, publicidad, indicativos, documentales, textos dramáticos, noticias, etc. Pero
el límite estaba en que no tenían facultad para escribir los textos a los que
daban vida.
Lo ventajoso de la fusión entre el redactor y el locutor radica en que se rompe
la distancia y el hieratismo del robot parlante y por ende, los mensajes
adquieren una mayor naturalidad y proximidad, lo que los hace más
comprensibles, porque son locutados por la misma persona que ha sido
encargada de redactarlos.
Esta última labor coimplica otras derivadas de la recogida de datos, consultoría
de fuentes y demás formas de documentación, que posibilitan informar con
mayor precisión, fundamento y elegancia. Lamentablemente este propósito
apenas se está cumpliendo.
Este argumento se empieza a agrietar al empezar a estudiar la praxis cotidiana,
porque en muy contadas ocasiones el redactor está debidamente capacitado
para encarnar un texto o no cuentan con una voz adecuada y lo que es peor,
se expresan mal y con pésima dicción. La locución es tarea seria y de difícil
aprendizaje, por lo que hay que deberle respeto. Lo ideal sería la conjunción
entre el manejo de la voz de un locutor y la visión periodística del redactor.
Lo que está claro es que la locución y especialmente en la radio se nutre del
sonido y la voz se alza como el elemento transmisor más importante con el que
cuenta el profesional del medio, por lo que debe insistir en conocerla a la
perfección y educarla, de esta manera alcanzará nuevos registros, formas de
modulación, entonación, impostación, etc.
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Habitualmente se da la circunstancia de que muchísimos redactores que no
saben pronunciar correctamente se ven impedidos para lograr una adecuada
expresión fonoestética y están haciendo que decaiga el valor y el interés de
sus mensajes. También existen casos de locutores, que sin estar licenciados
en Ciencias de la Información o titulación homóloga, suplantan a los que sí lo
están en las lides informativas, con el consiguiente riesgo que esto supone
para la audiencia.
Si la información no está tratada con la debida profesionalidad, difícilmente los
receptores podrán ejercer su derecho de recibir información, para así formarse
una opinión, acerca de los hechos convertidos en noticias.
La solución más adecuada a esta problemática es que ante la fusión del
redactor y el locutor, este último deberá estudiar en la facultad de Periodismo y
el primero, deberá aprender las bases cognoscitivas de la locución.
4. Leer versus locutar
En primer lugar hay que distinguir claramente, los conceptos de leer y locutar y
para ello nos servimos de la vigésimo segunda edición del diccionario de la
RAE, que en su primera acepción de la voz “leer” recoge lo que sigue: pasar la
vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres
empleados.
También en esta edición la RAE recoge la voz “locutar”, que se enuncia de la
siguiente manera: Dicho de un locutor de radio, hablar, proferir palabras.
Aunque esta definición de locutar es algo pobre y por tanto incompleta es lo
suficiente clara para advertir la diferencia entre ambos términos; algo tan
importante dentro de los medios de comunicación, que ha sido objeto de
polémicas en todo momento, porque la locución va más allá de la mera lectura
y se centra en la interpretación de los textos para dotarlos de una carga de
falsa naturalidad.
Esta falsa naturalidad no implica la mentira, sino todo lo contrario recalca la
necesidad de que el periodista que intervenga en la transmisión de mensajes,
tanto en la radio como en la televisión, tenga la capacidad interpretativa que la
locución le proporciona y de esta manera, el mensaje es recibido por el
destinatario como contado y no como sucede con harta frecuencia, leído o mal
leído.
Es inapropiado denominar redactor al que redacta y locuta las informaciones,
porque en cierta manera se está ocultando la labor de emisión de contenidos,
lo que hace que se creen vínculos con los receptores. De otra parte, tampoco
es correcto denominar al locutor, sin la titulación correspondiente, periodista o
redactor, aunque ejerza tales funciones, pues no es lo mismo ejercer de
periodista que serlo.
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Por eso se considera más oportuno denominar al periodista titulado, que se
dedique a trabajar en los medios de difusión oral, periodista audiovisual,
porque ambos conceptos aglutinan claramente su formación académica y
capacitación técnica. Por formación académica se entiende la licenciatura en
Ciencias de la Información o equivalente y por capacitación técnica los
conocimientos periciales y expresivos conseguidos a través de la locución, que
se adhieren a unas determinadas cualidades fonogénicas, que resultan
apropiadas para dirigirse con dignidad, respeto y elegancia ante una
determinada audiencia.
Una de las formas más claras y eficaces para combatir este hecho entendido
como intrusismo profesional es atender a las definiciones tal y como se ha
hecho en las líneas precedentes, porque el pensamiento humano al ser
lingüístico, nos permite acceder al conocimiento por definiciones y si éstas son
incompletas nuestro conocimiento también será incompleto.
Además de esto la regulación del ejercicio periodístico ha avivado aún más
esta cuestión, porque la titularidad profesional del periodista en España
descansa en el decreto 2.070/71, de 13 de agosto en el que quedan regladas
las facultades de Ciencias de la Información.
Esta regulación de la profesión periodística no excluye a los que no están
titulados, además quedan amparados por una ligera interpretación del artículo
20 de la Constitución, que al estar integrado en la zona noble goza de
protección y fundamentalidad.
En mayor abundamiento de lo anterior este problema se ramifica aún más,
porque por ley, a cualquier sujeto le asiste el derecho de la libertad de empresa
y como los medios de comunicación básicamente son empresas informativas,
el que lo desee puede invocar el artículo 38 de la Constitución en el que “se
reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los
poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la
productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su
caso, de la planificación.”
Presumiblemente con este marco jurídico en vigor la tarea del periodista no
está exonerada de ser abordada por intrusos y lo que es peor, muchos
empresarios de la comunicación cubren sus plantillas con aficionados, que son
más dóciles y manipulables al ignorar la responsabilidad ética que esta noble
profesión lleva consigo, es decir, la cláusula de conciencia y el secreto
profesional, que dicho sea de paso son los avales vertebrales que sostienen la
credibilidad periodística.
Una vez abordado este aspecto es conveniente seguir ahondando en el valor
de la locución, especialmente en el medio radiofónico.
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5. Particularidades de la locución en la radio
La característica principal de los mensajes radiofónicos es la inmediatez y no
permiten la vuelta atrás, además de no contar con el soporte visual. Por eso es
un imperativo de necesidad que el periodista radiofónico deba estar provisto de
otros útiles necesarios y distintos a los de sus colegas que ejercen el
periodismo en los medios impresos o digitales.
En la radio la voz es el elemento transmisor principal y es por eso, que
atendiendo a este detalle, el profesional que se sitúe ante el micrófono debe
tener conocimiento de las cualidades y registros de su propia voz, ajustándola
debidamente al mensaje requerido, porque no es lo mismo dar una noticia
política, cultural o deportiva y si hablamos de la narración de un reportaje o un
documental aumentamos el grado de dificultad, porque entran en juego ciertas
licencias estéticas derivadas de la interpretación. Como en la mayoría de los
casos esto no se cumple al oyente le suena todo igual y decae su atención.
Otro aspecto a tener en cuenta es mejorar y entrenar la dicción, porque ésta es
la esencia que define al buen comunicador y facilita que el mensaje sea
decodificado por el oyente. En numerosas ocasiones se le pierde el respeto al
oyente, porque se expresan los contenidos con mala prosodia y deficiente
claridad.
Esta es la razón por la que hay que tener en cuenta que el oyente es lo primero
y se le debe proporcionar un trato digno; de esta manera, hay que reflexionar
acerca del privilegio que supone para un profesional el hecho de poder dirigirse
a un público determinado y que le escuchen a través del dial.
El ejercicio periodístico audiovisual le exige al profesional cumplir con una serie
de requisitos o cualidades de especialización técnica de su propia voz. De
manera especial, en la radio, la voz es el corazón que marca el latido de los
mensajes y el pleno dominio de la locución es el garante de una óptima
comunicación y la consecuente asimilación de lo transmitido por parte de la
audiencia.
Hay que tener en cuenta que la población es muy diversa al igual que los
oyentes, porque no es lo mismo un adolescente que escucha un informativo,
que un joven universitario, que un trabajador medio o una persona de edad
avanzada. Aquí no solo cuenta la preparación académica, sino que también es
importante tomar en consideración la capacidad de escucha del receptor,
porque en condiciones normales, un anciano no asimilará mejor una
información que una persona más joven, debido claro está, al consiguiente
deterioro del aparato auditivo. Esta es la causa prima por la que la locución
profesional debe cuidar tales aspectos de forma.
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La locución no se puede concebir en ningún momento y bajo ningún concepto
como una simple lectura de palabras que se pronuncian con cierto orden,
sentido y significado, porque la locución supone el vaciaje de las interioridades
del comunicador para establecer lazos de unión con el oyente. Por ejemplo, las
voces graves son más íntimas, envolventes y preferibles para la radio, porque
facilitan la proximidad, al tiempo que transmiten más propiedad, seguridad,
confianza y credibilidad. Basas importantes todas ellas para ejecutar un
informativo, un documental o un determinado tipo de anuncios publicitarios. Sin
embargo, las voces más agudas no trasmiten tanta seguridad, se perciben más
lejanas e infantiles, aunque aportan mucha frescura y son ideales para
programas radiofónicos matutinos, alegres, divertidos, también para un tipo de
publicidad más dinámica, desenfadada, informal y juvenil; además de ser de
gran utilidad para la narración de cuentos infantiles.
6. La locución en el mensaje informativo televisivo y sus aspectos
dialectales
En el formato televisivo, aunque se cuente con el recurso de la imagen hay que
cuidar de igual modo la pronunciación, porque la mala dicción dificulta la
inteligibilidad de la noticia. Para evitar esto hay que articular bien y pronunciar
correctamente todas las letras de cada sílaba, salvo dentro de las hablas
dialectales de la España meridional e Hispanoamérica, donde por naturaleza
no se pronuncian ciertos fonemas, aunque ésto no es óbice para que se
pronuncie “iscribir” o “incribir” en lugar de “inscribir” ni se aspiren las “eses”
implosivas, es decir, aquellas que se sitúan en la posición final de una palabra
o que se aspiren en su grado máximo llegando a sonar como cacofónicas
“jotas”.
La variante dialectal propia de la España meridional ve enriquecida su
sonoridad una vez que se pronuncian las “eses” implosivas, que son
denominadas predorsondentales, que no tienen nada que ver con las propias
de la España septentrional, ya que estas son del tipo apicoalveolar.
En los informativos nacionales españoles prevalece la pronunciación
septentrional sobre la meridional, salvo en muy contadas ocasiones. Es
significativo el caso de la periodista canaria Cristina García Ramos que
conservó su acento canario hasta su jubilación, pero acompañado de una
impecable dicción y claridad expositiva, en cambio Fernando Delgado y el que
fuera meteorólogo de TVE, Francisco Montesdeoca, también canarios
adoptaron la pronunciación septentrional al igual que el sevillano José Antonio
Maldonado.
En la actualidad es más frecuente encontrar otros acentos en los medios
nacionales, especialmente el canario como por ejemplo, en el Canal 24 Horas
de TVE, podemos ver a Clara Rivero ex presentadora del Telecanarias, a Paqui
González en el Telediario. En antena 3 a Marisa Dorta o en Telecinco a Carlos
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Cabrera, que antes era el encargado de dar la información meteorológica en
los informativos de Cuatro.
Lamentablemente estos profesionales citados no son los mejores ejemplos del
domino de la locución y no porque conserven su dialecto, sino porque se
limitan a leer los textos y ésto, como se ha venido advirtiendo, no es suficiente
para comunicar con eficacia y eufonía. De hecho Clara Rivero y Carlos Cabrera
tienen serios problemas de dicción que afectan directamente a la inteligibilidad
de sus mensajes.
En la locución canaria también encontramos muy extendido el uso de la
pronunciación del español septentrional, pero el caso más significativo era el
de Silvia López, que hasta el año pasado formaba parte de la redacción de
Antena 3 Tenerife, sin embargo, lo característico de su trabajo fue que renunció
a su pronunciación oriunda para adoptar la variante del español meridional
hablado en Canarias. El problema era que no lo lograba con la total corrección,
porque aunque suprimiera el sonido interdental fricativo sordo, que da lugar a
lo que se conoce como seseo, pronunciaba unas marcadísimas “eses”
apicoalveolares en posición implosiva o final. En la actualidad esta profesional
ejerce en Madrid, en los informativos de Antena 3, donde ha recuperado el
habla de sus orígenes y se muestra más segura y convincente.
Sobre este particular también es significativo el caso de la reportera de los
informativos de TVE María José Ramudo y el rasgo más acusado de esta
profesional es su marcado acento argentino, aunque mantiene la pronunciación
del fonema interdental fricativo sordo a la hora de pronunciar palabras que
contienen “za, zo, zu” y “ce y ci”. Este efecto implica una pronunciación híbrida
que en nada contribuye a la construcción de un mensaje estéticamente
agradable.
Esta explicación se da porque Ramudo, natural de Lugo, lleva viviendo en
Argentina desde el año 1991 y ejerce para los servicios informativos de
Televisión Española, la corresponsalía desde el cono sur del continente
americano.
Con la aparición y consecuente proliferación de los medios locales y
autonómicos salen a la luz otros acentos propios de las zonas donde tienen
lugar, con lo que se favorece a contribuir con la diversidad lingüística y a que
los receptores obtengan información de lo acontecido en su territorio con su
propio acento y no cabe duda de que es una buena forma de promoción
lingüística.
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7. Principales problemas de la locución hecha en Canarias
En Canarias muchos profesionales no cuentan con una buena dicción, ni tan
siquiera la trabajan, porque no es lo mismo dirigirse al público con acento
canario, que es legítimo, dentro de lo que se conoce como español meridional
o atlántico, que faltar a las normas de buen uso de la Ortología, como por
ejemplo, dejar de pronunciar las “eses” predorsodentales en posición implosiva
o caer en vulgarismos.
Hay que tener en cuenta que la Ortología representa para la expresión oral lo
mismo que para la expresión escrita representa la Ortografía. De esta manera
cuando un periodista comete una falta ortográfica es censurado por ello y no
tanto cuando transgrede alguna norma ortológica.
Un caso muy extendido en el panorama audiovisual canario es la mala dicción
y la deficiente articulación que imposibilita la buena estética de un mensaje y
dificulta la asimilación y acomodación de los datos ofrecidos. Este asunto es
muy delicado de tratar, porque suscita mucha polémica y se pueden herir
sensibilidades.
Una correcta vocalización y una buena dicción cuando es exigida dentro del
ejercicio de la locución en Canarias suele molestar al profesional poco
preparado y piensa que con eso enmascara su acento natural, pero esto no es
cierto, porque aquí entran en juego la inteligibilidad y los tan preciados valores
inmanentes a la eufonía; es decir, se emite un mensaje para que sea
decodificado sin problemas, a la vez que suene elegante y atractivo para el
deleite del receptor en cuestión. No hay que olvidar que éste es el destinatario
al que van dirigidas todas las informaciones.
Hay que lamentar que haya un vacío de conocimientos sobre estas cuestiones,
que están desprestigiando tanto el ejercicio del periodismo audiovisual por un
lado y el resto de la locución no periodística por otro. Esta es la razón por la
que empresas solventes y de gran prestigio de nuestra tierra no confíen su
publicidad a los estudios de grabación de aquí. Tal es el caso, que productos
propios de la tierra como el Arroz Rocío o la Cerveza Dorada la promocionen
locutores representantes de la modalidad del español septentrional, hecho que
crea una disonancia entre la población canaria que espera oír sus productos
con voces de la tierra y con sus correspondientes localismos.
Este caso se agravó con la fatídica campaña de Hiperdino en la que el cierre
de la misma se enunciaba así: ¡Ñoh, qué precios! Esta interjección muy propia
de Canarias suponía el pilar basal del anuncio que en boca del locutor de M80
Radio, Mario Pérez sonaba muy artificial y le hacía perder la esencia y la
intención comunicativa, ya que este locutor pronunció la citada interjección con
su modalidad propia del español septentrional lo que supuso un rotundo
fracaso.
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8. El caso de Hispanoamérica
La modalidad del español hablado en la mayoría de los países de Sudamérica
se encuadra en la variante del español meridional o atlántica. El rasgo
principal es que comparten léxico con el español hablado en Canarias, aunque
también poseen un léxico que le es privativo o singular.
Sobre este aspecto tiene gran importancia el sustrato indígena y el contacto
con otros pueblos, sobre todo de los emigrantes canarios, que experimentaban
un mayor éxodo hacia latitudes caribeñas, lo que justifica sus coincidencias
léxicas.
A la locución latinoamericana se le ha acuñado el término de español
americano o internacional. Esto ha sido por parte de los medios de
comunicación de Hispanoamérica para erradicar cualquier tipo de localismos.
En realidad, se trata de un habla artificial no oficial y es considerada como un
simple argot. Con esto se pretende homogeneizar a la mayoría de los
hispanoparlantes en la práctica de la lengua, para realizar doblajes de películas
y programas televisivos que se emiten para diferentes países.
El español americano se localiza mayoritariamente en México, pero su uso es
básicamente de exportación, especialmente en el doblaje de películas. En esta
práctica resulta paradójico que los mejicanos sean punteros en el doblaje,
cuando dentro de su país se decantan por las versiones originales, salvo en el
caso de producciones infantiles y aquellas que sean muy importantes.
Warner Bros dobla sus producciones en Hispanoamérica en estudios de
México y Venezuela. En Venezuela también se doblan telenovelas brasileñas.
La compañía Fox también opera en México, sobre todo en la práctica del
doblaje.
El caso de Hispanoamérica no es comparable con el de Canarias, porque
aunque compartan rasgos fónicos propios de una misma variante dialectal, la
manera de abordar las diferentes realidades comunicativas varían atendiendo a
la formación que tienen los profesionales que usan el español americano.
Hay que tener en cuenta que estos profesionales son, en la mayoría de los
casos actores de doblaje, los cuales conocen a la perfección el manejo del
aparato fonorrespiratorio, que les permite extraer el máximo rendimiento de la
voz sin el perjuicio de padecer alguna patología vocal.
A parte de esto, dominan las cualidades de la voz, que son: intensidad, tono,
timbre y duración; lo que ayuda a construir mensajes más completos,
atendiendo claro está, a las partes técnicas y expresivas de la propia voz, es
decir, lo que hacen es algo que en Canarias se ignora mucho, interpretar el
texto para adaptarlo a una naturaleza comunicativa concreta y esto se
consigue solamente dentro del marco de conocimientos que aporta la locución.
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Con este argumento se quiere dejar constancia de que la variante meridional o
atlántica del español es tan lícita como la septentrional. Lo que se viene
observando es que en Canarias no se cuida el buen uso de la voz, aunque en
Hispanoamérica, sí lo hacen aquellos profesionales que locutan haciendo uso
del ya mentado español americano.
Es casi imposible que en Canarias se doblen películas, ya que el nicho de
mercado es muy limitado para tal pretensión. Aún así, los profesionales del
micrófono deberían aprender los secretos que encierra la locución. Aquí por
profesionales, se refiere tanto a periodistas audiovisuales como a locutores.
Para la consecución de tal fin dichos profesionales deberían valerse de los
conocimientos técnicos que aportan el doblaje y la interpretación, porque de
esta manera, lograrán un pleno dominio de los requisitos con los que ha de
contar un buen comunicador.
Tales requisitos se pueden resumir en: tener una correcta dicción para impostar
correctamente la voz, dominar la respiración diafragmática para abarcar con
menor esfuerzo gran parte del texto y adornarlo con diferentes alturas tonales
para crear una curva melódica atractiva.
Es una lástima que el vacío de conocimientos que existe en Canarias en el
área de locución impida una justa promoción dialectal, puesto que gran parte
del trabajo se importa de otras ciudades españolas como Madrid o Barcelona.
El efecto directo muchas veces no es el deseado, porque a menudo, no se
ajustan al patrón estético de escucha que reclaman los consumidores. Sobre
todo, al utilizar expresiones léxicas que les son privativas y son pronunciadas
con distinto acento, provocando confusión y rechazo.
9. Soluciones y conclusiones
Un intento lógico y honesto de solución consiste en la formación académica en
el área periodística por un lado y en el oficio de la locución por otro. De este
modo se puede alcanzar la idea de hacer un buen uso del idioma y no como
ocurre con reiterada frecuencia, donde se conjugan mal los verbos al no
contemplarse, por ejemplo, la impersonalidad del verbo haber. Además se
utilizan palabras inadecuadas o frases con sentido cacofónico.
Por tales razones, el periodista audiovisual debe tener un entero conocimiento
de las normas de uso de la lengua, junto con una cultura general, que le
permita controlar los contenidos de las informaciones que maneje. En su
defecto, cuando se precisen conocimientos pormenorizados, deberá recurrir a
profesionales de las diferentes técnicas o áreas del saber.
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Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación
Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011
Una de las cuestiones más comunes en el ejercicio periodístico derivados de la
especialización es que el periodismo participa de todas las disciplinas una vez
que tiene que abordar las mismas. De ahí, que en los temas más frecuentes, el
periodista tendrá que estar debidamente formado para así poder informar con
rigor y diligencia, de este modo deberá adaptar su manera de locutar a las
características propias del texto en cuestión.
En definitivas cuentas y con lo argumentado hasta aquí, se habrá de apelar a
una mayor profesionalidad periodística audiovisual a aquéllos ejercientes que
hagan un mal uso de la voz y de la expresión oral. Porque de nada servirá
que un texto esté lo suficientemente bien escrito para que luego no sea emitido
con la debida claridad, con defectos de ritmos y velocidades o pausas
inapropiadas, que entorpezcan el sentido y la elegancia comunicativa.
No hay que olvidar que éste es el fin último del periodismo audiovisual, es
decir, comunicar eficazmente para informar a la ciudadanía y que ésta pueda
cumplir, con todas las garantías, su derecho a estar debidamente informada.
La única manera de conseguir este propósito es atender a los conocimientos y
sensibilidades que aporta la locución, como por ejemplo hacen los actores, que
aprenden a utilizar su respiración junto con las propiedades de la voz para
emitir con brillantez y eufonía.
Aquí no entran en juego ni los acentos ni los dialectos como se ha pretendido
defender desde el Libro de Estilo de Telemadrid, donde se considera al seseo,
es decir, a la supresión del sonido interdental fricativo sordo propio del español
meridional o atlántico, como una práctica que viola las reglas de la Ortología.
Esta acusación aparte de desmesurada es injusta, porque los efectos acústicos
del seseo emitidos por una voz correctamente impostada y que cuente con una
buena dicción resultan de gran agrado. Si no, que se atienda a escuchar a los
profesionales latinos que ejercen la locución haciendo uso del español
americano.
Este razonamiento sirve de conclusión final en el que se explicita la necesidad
de profundizar en los conocimientos que encierra la locución, por parte de
aquellos profesionales que utilicen su voz en la esfera pública, concretamente
en un medio televisivo o radiofónico.
La locución se puede aprender atendiendo a las técnicas interpretativas que el
doblaje o el teatro proporciona, porque estos profesionales conocen los
secretos ocultos de la voz. No hay que olvidar que el comunicador siempre es
un actor y un periodista audiovisual también es un actor, pero con la
particularidad de que se interpreta a sí mismo, esto es, tiene que dar lo mejor
de sí para transmitir con responsabilidad, rigor y elocuencia. Con esto se
granjeará el favor, el respeto y la admiración de su público, a parte de dar
facilidades que garanticen con creces el derecho a la información.
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