Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 La locución en el periodismo, un valor en deterioro Dr. Carlos González Ávila – Universidad de La Laguna ,ULL, España – [email protected] Resumen: La expresión oral en los medios audiovisuales se ha minimizado por la ignorancia de los conocimientos en la materia de locución, porque los mensajes audiovisuales están quedando reducidos a una mera lectura de palabras, que se suelen unir con cierto sentido, en el mejor de los casos y resultan monótonos y a veces incomprensibles, pero si se concibe la locución como el medio de expresión oral con el que cuenta el redactor la cosa cambia. Para comunicar con brillantez y eufonía es un imperativo de necesidad, que el profesional del medio, ahonde en las técnicas de voz para locutar las informaciones y no solo se limite a leerlas, como ocurre con harta frecuencia, porque de esta manera, se le dificulta al receptor el entendimiento y el disfrute de tales mensajes. Un texto periodístico, pongamos por caso, puede estar bien documentado y redactado, pero si está mal expresado por culpa de una deficiente locución perdería gran parte de su esencia, porque la locución es el proceso final de toda una cadena comunicativa. En esta línea se marcarán las diferencias entre leer y locutar, junto con el valor expresivo de tales términos y su influencia en la respuesta perceptiva de los receptores. Palabras clave: leer; locutar; locución; expresión; receptores; redactor. Sumario: 1. Introducción. 2. Objetivo y metodología de trabajo. 3. Demarcaciones y competencias entre redactores y locutores. 4. Leer versus locutar. 5. Particularidades de la locución en la radio. 6. La locución en el mensaje informativo televisivo y sus aspectos dialectales. 7. Principales problemas de la locución hecha en Canarias. 8. El caso de Hispanoamérica. 9. Soluciones y conclusiones. 10. Bibliografía. 1. Introducción Para desempeñar una comunicación eficaz y atractiva en los medios de comunicación es preciso, que el sujeto interesado adquiera una técnica vocal, que le permita adaptar su voz a cualquier tipo de mensaje audiovisual. Por esta razón se pretende tratar el manejo de la voz implicada en los diferentes procesos comunicativos, tanto en la radio como en la televisión, por parte de aquellos profesionales en los que su voz se erige como el conducto de expresión sin el cual no podrían ejercer sus funciones. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 1 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 A la vista está que la oralidad en el marco audiovisual se ha deteriorado bastante y que se han abandonado o ignorado muchos aspectos nucleares de las habilidades discursivas. Por eso, se considera no solo congruente, sino además necesario trabajar con los útiles apropiados para devolverle la dignidad y enriquecer, por tanto, los mensajes audiovisuales en todas sus variantes. El corpus de este trabajo centra su atención en perseguir una óptima comunicación, donde el mensaje que se transmita sea decodificado sin dificultades; al tiempo que resulte agradable y elocuente. Para tal propósito es necesario elevar a otra dimensión la idea que tenemos de la lectura, porque un profesional que se dedique al periodismo oral, no puede limitarse a leer los textos, porque estaría dejando escapar una ingente cantidad de matices que resultan de gran valor comunicativo. Además corre el riesgo de ser rechazado por la audiencia, al resultar artificial, monótono, monorrítmico y soporífero. Una forma de evitar este polémico y extendido vicio pasa por concienciar a aquellos que tengan responsabilidades comunicativas en el sector audiovisual, a que consideren el valor expresivo propio de la locución, que se consigue mediante el desarrollo de una técnica respiratoria y vocal que permite una correcta fonación. En esta práctica los actores, al dominar la interpretación, pueden servir de ejemplo a aquellos profesionales con responsabilidades comunicativas dentro del periodismo oral. Lo que se pretende explicar con este razonamiento es que el periodismo oral se sirva del caudal de conocimientos que aporta la interpretación, de igual modo que hace la física con las matemáticas. De esta manera se tiende a una profesionalización más holista que redundaría en los beneficios de hacer cumplir con mayores garantías el derecho universal de la información. 2. Objetivo y metodología de trabajo La finalidad de este artículo consiste en esclarecer la sospecha albergada de que los mensajes audiovisuales se están empobreciendo de una manera notable en los medios de comunicación social. Esta circunstancia se ve agravada por la ausencia de los conocimientos propios que aglutina la locución, como una importante área del saber dentro de la esfera audiovisual. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 2 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 El objetivo primordial centra sus esfuerzos en combatir el controvertido asunto del intrusismo profesional que está entorpeciendo el buen funcionamiento de los procesos comunicativos, porque abundan los periodistas que no saben locutar y dejan escapar aspectos y matices relevantes para resaltar lo fundamental sobre lo accesorio en una determinada pieza comunicativa. Por otro lado, existen locutores que no redactan debidamente y son imprecisos informando, evidentemente porque no tienen la formación adecuada. El problema radica en que ambos profesionales, a veces unificados bajo la figura del redactor, comparten el mismo medio de difusión y también los destinatarios a los que se dirigen, pero enfocan los objetivos de manera bien distinta. La manera de abordar esta peliaguda situación consiste en utilizar un método analítico pormenorizado, que permita fijar comparaciones que posibiliten, a la postre, generalizar por inducción los casos observados bajo la lupa de la sospecha en nuestro entorno audiovisual y establecer una base ecléctica de la que se puedan extraer los aspectos más sobresalientes de ambas profesiones que conviven bajo un mismo medio de difusión. En esta línea se analizarán y compararán los rasgos fónicos del español septentrional y meridional dentro del marco audiovisual. De igual modo se atenderá al carácter cualitativo de los profesionales de la interpretación para extrapolarlo a aquellos que ejercen el periodismo oral sin atender los criterios que proporciona la locución. Sobre este particular, el caso de RTVE es lo suficientemente ilustrativo, porque hasta el ERE aplicado en 2006 convivían locutores y periodistas en la misma redacción. Hoy en día solo existen redactores que se encargan de redactar y emitir indistintamente las informaciones. A estos profesionales se les exige la licenciatura en Ciencias de la Información o titulación homóloga, sin embargo muchos de ellos cuentan con serias lagunas en el terreno epistemológico propio de la locución y más aún cuando tienen que grabar alguna promo o indicativo. Esta es una manera laxa de combatir el intrusismo laboral, porque solo se aborda en un sentido, que es la que apunta desde el locutor al periodista; obviando por tanto, aquella que va desde el periodista al locutor y es por ello que se mantiene la hipótesis de que muchos de los redactores no desempeñan de una manera deseable las lides propias de la locución. Este es uno de los aspectos nucleares sobre los que pivota la investigación que nos ocupa. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 3 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 3. Demarcaciones y competencias entre redactores y locutores La realidad audiovisual del momento atestigua la mala fusión existente entre las categorías de redactor y locutor en los medios de comunicación. Hoy en día, al periodista licenciado en Ciencias de la Información o equivalente, que ejerce sus funciones dentro del periodismo oral, bien delante de una cámara o frente a un micrófono, se le denomina redactor cuando antes era llamado locutor. Tradicionalmente, el redactor era el profesional que dentro de un medio de comunicación periodístico se encargaba de escribir los textos, especialmente los de carácter informativo. Y los que además tenían el rango de editores aumentaban sus competencias seleccionando los contenidos que les aportaban los redactores y supervisaban la labor de los mismos. En cambio los locutores, eran aquellas personas provistas de una voz fonogénica, que la prestaban según la necesidad comunicativa exigida, esto es, publicidad, indicativos, documentales, textos dramáticos, noticias, etc. Pero el límite estaba en que no tenían facultad para escribir los textos a los que daban vida. Lo ventajoso de la fusión entre el redactor y el locutor radica en que se rompe la distancia y el hieratismo del robot parlante y por ende, los mensajes adquieren una mayor naturalidad y proximidad, lo que los hace más comprensibles, porque son locutados por la misma persona que ha sido encargada de redactarlos. Esta última labor coimplica otras derivadas de la recogida de datos, consultoría de fuentes y demás formas de documentación, que posibilitan informar con mayor precisión, fundamento y elegancia. Lamentablemente este propósito apenas se está cumpliendo. Este argumento se empieza a agrietar al empezar a estudiar la praxis cotidiana, porque en muy contadas ocasiones el redactor está debidamente capacitado para encarnar un texto o no cuentan con una voz adecuada y lo que es peor, se expresan mal y con pésima dicción. La locución es tarea seria y de difícil aprendizaje, por lo que hay que deberle respeto. Lo ideal sería la conjunción entre el manejo de la voz de un locutor y la visión periodística del redactor. Lo que está claro es que la locución y especialmente en la radio se nutre del sonido y la voz se alza como el elemento transmisor más importante con el que cuenta el profesional del medio, por lo que debe insistir en conocerla a la perfección y educarla, de esta manera alcanzará nuevos registros, formas de modulación, entonación, impostación, etc. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 4 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Habitualmente se da la circunstancia de que muchísimos redactores que no saben pronunciar correctamente se ven impedidos para lograr una adecuada expresión fonoestética y están haciendo que decaiga el valor y el interés de sus mensajes. También existen casos de locutores, que sin estar licenciados en Ciencias de la Información o titulación homóloga, suplantan a los que sí lo están en las lides informativas, con el consiguiente riesgo que esto supone para la audiencia. Si la información no está tratada con la debida profesionalidad, difícilmente los receptores podrán ejercer su derecho de recibir información, para así formarse una opinión, acerca de los hechos convertidos en noticias. La solución más adecuada a esta problemática es que ante la fusión del redactor y el locutor, este último deberá estudiar en la facultad de Periodismo y el primero, deberá aprender las bases cognoscitivas de la locución. 4. Leer versus locutar En primer lugar hay que distinguir claramente, los conceptos de leer y locutar y para ello nos servimos de la vigésimo segunda edición del diccionario de la RAE, que en su primera acepción de la voz “leer” recoge lo que sigue: pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados. También en esta edición la RAE recoge la voz “locutar”, que se enuncia de la siguiente manera: Dicho de un locutor de radio, hablar, proferir palabras. Aunque esta definición de locutar es algo pobre y por tanto incompleta es lo suficiente clara para advertir la diferencia entre ambos términos; algo tan importante dentro de los medios de comunicación, que ha sido objeto de polémicas en todo momento, porque la locución va más allá de la mera lectura y se centra en la interpretación de los textos para dotarlos de una carga de falsa naturalidad. Esta falsa naturalidad no implica la mentira, sino todo lo contrario recalca la necesidad de que el periodista que intervenga en la transmisión de mensajes, tanto en la radio como en la televisión, tenga la capacidad interpretativa que la locución le proporciona y de esta manera, el mensaje es recibido por el destinatario como contado y no como sucede con harta frecuencia, leído o mal leído. Es inapropiado denominar redactor al que redacta y locuta las informaciones, porque en cierta manera se está ocultando la labor de emisión de contenidos, lo que hace que se creen vínculos con los receptores. De otra parte, tampoco es correcto denominar al locutor, sin la titulación correspondiente, periodista o redactor, aunque ejerza tales funciones, pues no es lo mismo ejercer de periodista que serlo. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 5 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Por eso se considera más oportuno denominar al periodista titulado, que se dedique a trabajar en los medios de difusión oral, periodista audiovisual, porque ambos conceptos aglutinan claramente su formación académica y capacitación técnica. Por formación académica se entiende la licenciatura en Ciencias de la Información o equivalente y por capacitación técnica los conocimientos periciales y expresivos conseguidos a través de la locución, que se adhieren a unas determinadas cualidades fonogénicas, que resultan apropiadas para dirigirse con dignidad, respeto y elegancia ante una determinada audiencia. Una de las formas más claras y eficaces para combatir este hecho entendido como intrusismo profesional es atender a las definiciones tal y como se ha hecho en las líneas precedentes, porque el pensamiento humano al ser lingüístico, nos permite acceder al conocimiento por definiciones y si éstas son incompletas nuestro conocimiento también será incompleto. Además de esto la regulación del ejercicio periodístico ha avivado aún más esta cuestión, porque la titularidad profesional del periodista en España descansa en el decreto 2.070/71, de 13 de agosto en el que quedan regladas las facultades de Ciencias de la Información. Esta regulación de la profesión periodística no excluye a los que no están titulados, además quedan amparados por una ligera interpretación del artículo 20 de la Constitución, que al estar integrado en la zona noble goza de protección y fundamentalidad. En mayor abundamiento de lo anterior este problema se ramifica aún más, porque por ley, a cualquier sujeto le asiste el derecho de la libertad de empresa y como los medios de comunicación básicamente son empresas informativas, el que lo desee puede invocar el artículo 38 de la Constitución en el que “se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación.” Presumiblemente con este marco jurídico en vigor la tarea del periodista no está exonerada de ser abordada por intrusos y lo que es peor, muchos empresarios de la comunicación cubren sus plantillas con aficionados, que son más dóciles y manipulables al ignorar la responsabilidad ética que esta noble profesión lleva consigo, es decir, la cláusula de conciencia y el secreto profesional, que dicho sea de paso son los avales vertebrales que sostienen la credibilidad periodística. Una vez abordado este aspecto es conveniente seguir ahondando en el valor de la locución, especialmente en el medio radiofónico. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 6 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 5. Particularidades de la locución en la radio La característica principal de los mensajes radiofónicos es la inmediatez y no permiten la vuelta atrás, además de no contar con el soporte visual. Por eso es un imperativo de necesidad que el periodista radiofónico deba estar provisto de otros útiles necesarios y distintos a los de sus colegas que ejercen el periodismo en los medios impresos o digitales. En la radio la voz es el elemento transmisor principal y es por eso, que atendiendo a este detalle, el profesional que se sitúe ante el micrófono debe tener conocimiento de las cualidades y registros de su propia voz, ajustándola debidamente al mensaje requerido, porque no es lo mismo dar una noticia política, cultural o deportiva y si hablamos de la narración de un reportaje o un documental aumentamos el grado de dificultad, porque entran en juego ciertas licencias estéticas derivadas de la interpretación. Como en la mayoría de los casos esto no se cumple al oyente le suena todo igual y decae su atención. Otro aspecto a tener en cuenta es mejorar y entrenar la dicción, porque ésta es la esencia que define al buen comunicador y facilita que el mensaje sea decodificado por el oyente. En numerosas ocasiones se le pierde el respeto al oyente, porque se expresan los contenidos con mala prosodia y deficiente claridad. Esta es la razón por la que hay que tener en cuenta que el oyente es lo primero y se le debe proporcionar un trato digno; de esta manera, hay que reflexionar acerca del privilegio que supone para un profesional el hecho de poder dirigirse a un público determinado y que le escuchen a través del dial. El ejercicio periodístico audiovisual le exige al profesional cumplir con una serie de requisitos o cualidades de especialización técnica de su propia voz. De manera especial, en la radio, la voz es el corazón que marca el latido de los mensajes y el pleno dominio de la locución es el garante de una óptima comunicación y la consecuente asimilación de lo transmitido por parte de la audiencia. Hay que tener en cuenta que la población es muy diversa al igual que los oyentes, porque no es lo mismo un adolescente que escucha un informativo, que un joven universitario, que un trabajador medio o una persona de edad avanzada. Aquí no solo cuenta la preparación académica, sino que también es importante tomar en consideración la capacidad de escucha del receptor, porque en condiciones normales, un anciano no asimilará mejor una información que una persona más joven, debido claro está, al consiguiente deterioro del aparato auditivo. Esta es la causa prima por la que la locución profesional debe cuidar tales aspectos de forma. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 7 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 La locución no se puede concebir en ningún momento y bajo ningún concepto como una simple lectura de palabras que se pronuncian con cierto orden, sentido y significado, porque la locución supone el vaciaje de las interioridades del comunicador para establecer lazos de unión con el oyente. Por ejemplo, las voces graves son más íntimas, envolventes y preferibles para la radio, porque facilitan la proximidad, al tiempo que transmiten más propiedad, seguridad, confianza y credibilidad. Basas importantes todas ellas para ejecutar un informativo, un documental o un determinado tipo de anuncios publicitarios. Sin embargo, las voces más agudas no trasmiten tanta seguridad, se perciben más lejanas e infantiles, aunque aportan mucha frescura y son ideales para programas radiofónicos matutinos, alegres, divertidos, también para un tipo de publicidad más dinámica, desenfadada, informal y juvenil; además de ser de gran utilidad para la narración de cuentos infantiles. 6. La locución en el mensaje informativo televisivo y sus aspectos dialectales En el formato televisivo, aunque se cuente con el recurso de la imagen hay que cuidar de igual modo la pronunciación, porque la mala dicción dificulta la inteligibilidad de la noticia. Para evitar esto hay que articular bien y pronunciar correctamente todas las letras de cada sílaba, salvo dentro de las hablas dialectales de la España meridional e Hispanoamérica, donde por naturaleza no se pronuncian ciertos fonemas, aunque ésto no es óbice para que se pronuncie “iscribir” o “incribir” en lugar de “inscribir” ni se aspiren las “eses” implosivas, es decir, aquellas que se sitúan en la posición final de una palabra o que se aspiren en su grado máximo llegando a sonar como cacofónicas “jotas”. La variante dialectal propia de la España meridional ve enriquecida su sonoridad una vez que se pronuncian las “eses” implosivas, que son denominadas predorsondentales, que no tienen nada que ver con las propias de la España septentrional, ya que estas son del tipo apicoalveolar. En los informativos nacionales españoles prevalece la pronunciación septentrional sobre la meridional, salvo en muy contadas ocasiones. Es significativo el caso de la periodista canaria Cristina García Ramos que conservó su acento canario hasta su jubilación, pero acompañado de una impecable dicción y claridad expositiva, en cambio Fernando Delgado y el que fuera meteorólogo de TVE, Francisco Montesdeoca, también canarios adoptaron la pronunciación septentrional al igual que el sevillano José Antonio Maldonado. En la actualidad es más frecuente encontrar otros acentos en los medios nacionales, especialmente el canario como por ejemplo, en el Canal 24 Horas de TVE, podemos ver a Clara Rivero ex presentadora del Telecanarias, a Paqui González en el Telediario. En antena 3 a Marisa Dorta o en Telecinco a Carlos ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 8 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Cabrera, que antes era el encargado de dar la información meteorológica en los informativos de Cuatro. Lamentablemente estos profesionales citados no son los mejores ejemplos del domino de la locución y no porque conserven su dialecto, sino porque se limitan a leer los textos y ésto, como se ha venido advirtiendo, no es suficiente para comunicar con eficacia y eufonía. De hecho Clara Rivero y Carlos Cabrera tienen serios problemas de dicción que afectan directamente a la inteligibilidad de sus mensajes. En la locución canaria también encontramos muy extendido el uso de la pronunciación del español septentrional, pero el caso más significativo era el de Silvia López, que hasta el año pasado formaba parte de la redacción de Antena 3 Tenerife, sin embargo, lo característico de su trabajo fue que renunció a su pronunciación oriunda para adoptar la variante del español meridional hablado en Canarias. El problema era que no lo lograba con la total corrección, porque aunque suprimiera el sonido interdental fricativo sordo, que da lugar a lo que se conoce como seseo, pronunciaba unas marcadísimas “eses” apicoalveolares en posición implosiva o final. En la actualidad esta profesional ejerce en Madrid, en los informativos de Antena 3, donde ha recuperado el habla de sus orígenes y se muestra más segura y convincente. Sobre este particular también es significativo el caso de la reportera de los informativos de TVE María José Ramudo y el rasgo más acusado de esta profesional es su marcado acento argentino, aunque mantiene la pronunciación del fonema interdental fricativo sordo a la hora de pronunciar palabras que contienen “za, zo, zu” y “ce y ci”. Este efecto implica una pronunciación híbrida que en nada contribuye a la construcción de un mensaje estéticamente agradable. Esta explicación se da porque Ramudo, natural de Lugo, lleva viviendo en Argentina desde el año 1991 y ejerce para los servicios informativos de Televisión Española, la corresponsalía desde el cono sur del continente americano. Con la aparición y consecuente proliferación de los medios locales y autonómicos salen a la luz otros acentos propios de las zonas donde tienen lugar, con lo que se favorece a contribuir con la diversidad lingüística y a que los receptores obtengan información de lo acontecido en su territorio con su propio acento y no cabe duda de que es una buena forma de promoción lingüística. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 9 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 7. Principales problemas de la locución hecha en Canarias En Canarias muchos profesionales no cuentan con una buena dicción, ni tan siquiera la trabajan, porque no es lo mismo dirigirse al público con acento canario, que es legítimo, dentro de lo que se conoce como español meridional o atlántico, que faltar a las normas de buen uso de la Ortología, como por ejemplo, dejar de pronunciar las “eses” predorsodentales en posición implosiva o caer en vulgarismos. Hay que tener en cuenta que la Ortología representa para la expresión oral lo mismo que para la expresión escrita representa la Ortografía. De esta manera cuando un periodista comete una falta ortográfica es censurado por ello y no tanto cuando transgrede alguna norma ortológica. Un caso muy extendido en el panorama audiovisual canario es la mala dicción y la deficiente articulación que imposibilita la buena estética de un mensaje y dificulta la asimilación y acomodación de los datos ofrecidos. Este asunto es muy delicado de tratar, porque suscita mucha polémica y se pueden herir sensibilidades. Una correcta vocalización y una buena dicción cuando es exigida dentro del ejercicio de la locución en Canarias suele molestar al profesional poco preparado y piensa que con eso enmascara su acento natural, pero esto no es cierto, porque aquí entran en juego la inteligibilidad y los tan preciados valores inmanentes a la eufonía; es decir, se emite un mensaje para que sea decodificado sin problemas, a la vez que suene elegante y atractivo para el deleite del receptor en cuestión. No hay que olvidar que éste es el destinatario al que van dirigidas todas las informaciones. Hay que lamentar que haya un vacío de conocimientos sobre estas cuestiones, que están desprestigiando tanto el ejercicio del periodismo audiovisual por un lado y el resto de la locución no periodística por otro. Esta es la razón por la que empresas solventes y de gran prestigio de nuestra tierra no confíen su publicidad a los estudios de grabación de aquí. Tal es el caso, que productos propios de la tierra como el Arroz Rocío o la Cerveza Dorada la promocionen locutores representantes de la modalidad del español septentrional, hecho que crea una disonancia entre la población canaria que espera oír sus productos con voces de la tierra y con sus correspondientes localismos. Este caso se agravó con la fatídica campaña de Hiperdino en la que el cierre de la misma se enunciaba así: ¡Ñoh, qué precios! Esta interjección muy propia de Canarias suponía el pilar basal del anuncio que en boca del locutor de M80 Radio, Mario Pérez sonaba muy artificial y le hacía perder la esencia y la intención comunicativa, ya que este locutor pronunció la citada interjección con su modalidad propia del español septentrional lo que supuso un rotundo fracaso. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 10 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 8. El caso de Hispanoamérica La modalidad del español hablado en la mayoría de los países de Sudamérica se encuadra en la variante del español meridional o atlántica. El rasgo principal es que comparten léxico con el español hablado en Canarias, aunque también poseen un léxico que le es privativo o singular. Sobre este aspecto tiene gran importancia el sustrato indígena y el contacto con otros pueblos, sobre todo de los emigrantes canarios, que experimentaban un mayor éxodo hacia latitudes caribeñas, lo que justifica sus coincidencias léxicas. A la locución latinoamericana se le ha acuñado el término de español americano o internacional. Esto ha sido por parte de los medios de comunicación de Hispanoamérica para erradicar cualquier tipo de localismos. En realidad, se trata de un habla artificial no oficial y es considerada como un simple argot. Con esto se pretende homogeneizar a la mayoría de los hispanoparlantes en la práctica de la lengua, para realizar doblajes de películas y programas televisivos que se emiten para diferentes países. El español americano se localiza mayoritariamente en México, pero su uso es básicamente de exportación, especialmente en el doblaje de películas. En esta práctica resulta paradójico que los mejicanos sean punteros en el doblaje, cuando dentro de su país se decantan por las versiones originales, salvo en el caso de producciones infantiles y aquellas que sean muy importantes. Warner Bros dobla sus producciones en Hispanoamérica en estudios de México y Venezuela. En Venezuela también se doblan telenovelas brasileñas. La compañía Fox también opera en México, sobre todo en la práctica del doblaje. El caso de Hispanoamérica no es comparable con el de Canarias, porque aunque compartan rasgos fónicos propios de una misma variante dialectal, la manera de abordar las diferentes realidades comunicativas varían atendiendo a la formación que tienen los profesionales que usan el español americano. Hay que tener en cuenta que estos profesionales son, en la mayoría de los casos actores de doblaje, los cuales conocen a la perfección el manejo del aparato fonorrespiratorio, que les permite extraer el máximo rendimiento de la voz sin el perjuicio de padecer alguna patología vocal. A parte de esto, dominan las cualidades de la voz, que son: intensidad, tono, timbre y duración; lo que ayuda a construir mensajes más completos, atendiendo claro está, a las partes técnicas y expresivas de la propia voz, es decir, lo que hacen es algo que en Canarias se ignora mucho, interpretar el texto para adaptarlo a una naturaleza comunicativa concreta y esto se consigue solamente dentro del marco de conocimientos que aporta la locución. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 11 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Con este argumento se quiere dejar constancia de que la variante meridional o atlántica del español es tan lícita como la septentrional. Lo que se viene observando es que en Canarias no se cuida el buen uso de la voz, aunque en Hispanoamérica, sí lo hacen aquellos profesionales que locutan haciendo uso del ya mentado español americano. Es casi imposible que en Canarias se doblen películas, ya que el nicho de mercado es muy limitado para tal pretensión. Aún así, los profesionales del micrófono deberían aprender los secretos que encierra la locución. Aquí por profesionales, se refiere tanto a periodistas audiovisuales como a locutores. Para la consecución de tal fin dichos profesionales deberían valerse de los conocimientos técnicos que aportan el doblaje y la interpretación, porque de esta manera, lograrán un pleno dominio de los requisitos con los que ha de contar un buen comunicador. Tales requisitos se pueden resumir en: tener una correcta dicción para impostar correctamente la voz, dominar la respiración diafragmática para abarcar con menor esfuerzo gran parte del texto y adornarlo con diferentes alturas tonales para crear una curva melódica atractiva. Es una lástima que el vacío de conocimientos que existe en Canarias en el área de locución impida una justa promoción dialectal, puesto que gran parte del trabajo se importa de otras ciudades españolas como Madrid o Barcelona. El efecto directo muchas veces no es el deseado, porque a menudo, no se ajustan al patrón estético de escucha que reclaman los consumidores. Sobre todo, al utilizar expresiones léxicas que les son privativas y son pronunciadas con distinto acento, provocando confusión y rechazo. 9. Soluciones y conclusiones Un intento lógico y honesto de solución consiste en la formación académica en el área periodística por un lado y en el oficio de la locución por otro. De este modo se puede alcanzar la idea de hacer un buen uso del idioma y no como ocurre con reiterada frecuencia, donde se conjugan mal los verbos al no contemplarse, por ejemplo, la impersonalidad del verbo haber. Además se utilizan palabras inadecuadas o frases con sentido cacofónico. Por tales razones, el periodista audiovisual debe tener un entero conocimiento de las normas de uso de la lengua, junto con una cultura general, que le permita controlar los contenidos de las informaciones que maneje. En su defecto, cuando se precisen conocimientos pormenorizados, deberá recurrir a profesionales de las diferentes técnicas o áreas del saber. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 12 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Una de las cuestiones más comunes en el ejercicio periodístico derivados de la especialización es que el periodismo participa de todas las disciplinas una vez que tiene que abordar las mismas. De ahí, que en los temas más frecuentes, el periodista tendrá que estar debidamente formado para así poder informar con rigor y diligencia, de este modo deberá adaptar su manera de locutar a las características propias del texto en cuestión. En definitivas cuentas y con lo argumentado hasta aquí, se habrá de apelar a una mayor profesionalidad periodística audiovisual a aquéllos ejercientes que hagan un mal uso de la voz y de la expresión oral. Porque de nada servirá que un texto esté lo suficientemente bien escrito para que luego no sea emitido con la debida claridad, con defectos de ritmos y velocidades o pausas inapropiadas, que entorpezcan el sentido y la elegancia comunicativa. No hay que olvidar que éste es el fin último del periodismo audiovisual, es decir, comunicar eficazmente para informar a la ciudadanía y que ésta pueda cumplir, con todas las garantías, su derecho a estar debidamente informada. La única manera de conseguir este propósito es atender a los conocimientos y sensibilidades que aporta la locución, como por ejemplo hacen los actores, que aprenden a utilizar su respiración junto con las propiedades de la voz para emitir con brillantez y eufonía. Aquí no entran en juego ni los acentos ni los dialectos como se ha pretendido defender desde el Libro de Estilo de Telemadrid, donde se considera al seseo, es decir, a la supresión del sonido interdental fricativo sordo propio del español meridional o atlántico, como una práctica que viola las reglas de la Ortología. Esta acusación aparte de desmesurada es injusta, porque los efectos acústicos del seseo emitidos por una voz correctamente impostada y que cuente con una buena dicción resultan de gran agrado. Si no, que se atienda a escuchar a los profesionales latinos que ejercen la locución haciendo uso del español americano. Este razonamiento sirve de conclusión final en el que se explicita la necesidad de profundizar en los conocimientos que encierra la locución, por parte de aquellos profesionales que utilicen su voz en la esfera pública, concretamente en un medio televisivo o radiofónico. La locución se puede aprender atendiendo a las técnicas interpretativas que el doblaje o el teatro proporciona, porque estos profesionales conocen los secretos ocultos de la voz. No hay que olvidar que el comunicador siempre es un actor y un periodista audiovisual también es un actor, pero con la particularidad de que se interpreta a sí mismo, esto es, tiene que dar lo mejor de sí para transmitir con responsabilidad, rigor y elocuencia. Con esto se granjeará el favor, el respeto y la admiración de su público, a parte de dar facilidades que garanticen con creces el derecho a la información. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 13 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 10. Bibliografía Ávila, Alejandro (2005): El doblaje. Madrid: Cátedra. Díaz, Lorenzo (2006): 50 años de TVE. Madrid: Alianza Editorial. Fidalgo Yebra, Manuel (2005): “Televisión y telespectadores: un conflicto permanente”. 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