Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Las manos sobre la información La indefensión ciudadana ante un derecho fundamental secuestrado en España Dardo Gómez Secretario general de la Federación de Sindicatos de Periodistas-FeSP Abstract La información constituye un derecho fundamental reconocido como tal por el Convenio europeo de los derechos humanos y las Constituciones democráticas. Su sujeto es la ciudadanía, a quien corresponde exigir que la información que se da desde el periodismo se realice con veracidad en las noticias y honestidad en las opiniones sin ingerencias exteriores, tanto de los poderes públicos como de los sectores privados. La libertad de prensa, la libertad de expresión y la ausencia de censura previa, garantizados en las democracias consolidadas, hoy resultan insuficientes para satisfacer ese derecho a recibir información veraz, plural y completa. El macro desarrollo mediático ha ido modificando las relaciones entre la ciudadanía y los medios de comunicación; la creciente penetración social de los grupos mediáticos y sus formas de producción vulneran el derecho a la información y de manera consecuente a la salud democrática. Esa penetración sin duda tiene que ver con los desarrollos tecnológicos en la comunicación, pero el perverso tratamiento de la información no es una consecuencia de ellos. La nueva relación viene determinada por el final del negocio de la información y su reemplazo por el negocio de la comunicación. Todo derecho fundamental requiere que el Estado legisle para hacerlo efectivo y establecer un marco donde se fije cuáles son las libertades y las obligaciones de quienes van a operar en relación con esos derechos. Cuando el Estado hace dejación de ese deber facilita el abuso de los poderosos y deja sin protección a los más débiles. Los fundamentos 1. Se reconocen y protegen los derechos: d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades. 2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 1 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 3. La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España. 4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollan y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia. 5. Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial. (Constitución Española: Artículo 20) “La información constituye un derecho fundamental reconocido como tal por el Convenio europeo de los derechos humanos y las Constituciones democráticas, cuyo sujeto o titular son los ciudadanos, a quienes corresponde el derecho de exigir que la información que se da desde el periodismo se realice con veracidad en las noticias y honestidad en las opiniones sin ingerencias exteriores, tanto de los poderes públicos como de los sectores privados.” (Código Europeo de Deontología del Periodismo del Consejo de Europa. Artículo 8. 1de julio de 1993) “El derecho (humano) a la información, que tutela el derecho de toda persona y comunidad a recibir información veraz y contrastada por parte de los medios de comunicación y de las autoridades públicas. El derecho (humano) a la comunicación, que reconoce el derecho de toda persona y/o comunidad a comunicarse con sus semejantes por cualquier medio de su elección. A tal efecto, toda persona tiene derecho al acceso y al uso de las tecnologías de información y comunicación, en particular Internet.” (Declaración Universal de Derechos Humanos emergentes Título IV. Derecho a la democracia participativa - Foro Universal de las Culturas Monterrey 2007) ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 2 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Esta es la situación Ser intérpretes fieles de la realidad social resulta especialmente difícil en momentos en que la promovida caducidad de las ideologías, el imperio de las supuestas leyes del mercado y la institución del pensamiento único han configurado un panorama en el cual se construyen realidades de acuerdo a los intereses subjetivos de los grupos de poder que las quieren imponer. Los medios de comunicación no son ajenos a esta situación; por el contrario muchos de ellos son promotores de las pretendidas realidades que se crean al amparo de los grupos mediáticos. Desde hace ya años estamos viendo como el progresivo macro desarrollo mediático ha ido modificando las relaciones entre la ciudadanía y los medios de comunicación y lo más preocupante es que la creciente penetración de los grupos mediáticos en la vida social y sus formas de producción están atentando contra el derecho a la información y de manera consecuente contra la salud democrática. Este desarrollo de las empresas de medios sin duda tiene que ver con los desarrollos tecnológicos en la comunicación, pero el actual tratamiento de la información no es consecuencia directa de ellos. La clave de la nueva relación entre medios y ciudadanía viene determinada por la mutación en el perfil del negocio de estas empresas. Una mutación que esta marcada por el fin del negocio de la información y su reemplazo por el negocio de la comunicación. Como veremos más adelante, los intereses de los ciudadanos ya no son los de los medios. En los medios de titularidad privada, la información ha pasado a ser un “comodity” o recurso de venta al servicio de los intereses políticos y/o económicos, casi siempre opacos, de los grupos mediáticos. En los medios de titularidad pública ha ocurrido algo similar. Las administraciones han creado sus propias multimedia; en teoría para cumplir con su obligación de informar a la ciudadanía de sus actuaciones. En la práctica, como una herramienta de propaganda de sus intereses. Esto no significa que toda la información que recibimos esté trucada o distorsione; mucha de la información que recibimos responde a pautas de calidad más o menos aceptables e, incluso, podemos recibir piezas de gran calidad. Sin embargo, no suele ocurrir así cuando esa información afecta a aspectos fundamentales de los intereses de las empresas o de los gobiernos o cuando entienden unos y otros que no les conviene informar de manera veraz o creen que les conviene silenciar algunos hechos. Asimismo, las suculentas ganancias que se obtenían hasta no hace mucho en ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 3 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 el negocio de la comunicación y, sobretodo, la posibilidad de disponer del poder de influencia de estos ha atraído hacia estas macro empresas a capitales de los sectores más poderosos de la economía. Estos han colocado esos medios al servicio de sus intereses ideológicos o económicos; tan peligrosos unos como otros para la realidad de los pueblos. En el caso de España, podríamos decir que existe una realidad del Grupo Prisa, otra realidad del Grupo Vocento y así podríamos seguir hasta el plano internacional y encontrar la realidad de la Fox, de la CNN, de O Globo o de muchos otros. Realidades detrás de las cuales están los intereses de accionariados integrados por los capitales más diversos. Esto ha generado como señalaba el pasado diciembre Ignacio Ramonet en la CIESPAL “un estado de inseguridad informativa”. Y puntualizaba al respecto: “En apariencias la información por Internet o televisión o radio es gratuita, porque no es la información lo que se vende; sino que venden ciudadanos a los anunciantes. El periodismo ha cambiado parámetros fundamentales: el ritmo es instantáneo y lo instantáneo es difícil de verificar, se multiplican los errores, se vive un estado de inseguridad informativa; la espectacularidad, se privilegia el horror, la fascinación macabra con la violencia; lo visual, se basa en la falsa ecuación "ver es comprender", en realidad lo que se ve no es forzadamente lo que ha ocurrido. Se ha creado una tremenda simplificación, una lectura infantilizada.” Estado de la información de los ciudadanos Si analizamos los distintos estudios realizados en España en los últimos años sobre la opinión que la ciudadanía tiene de los medios de comunicación y de los profesionales de la información vemos que la confianza en ellos es escasa. El "Informe Anual de la Profesión Periodística 2011”, dado a conocer hace escasas semanas en Madrid, revela que el 41,1% de los ciudadanos encuestados tiene una imagen mala o muy mala de los periodistas, frente al 37,8% que opinaban así en 2010. Una de las razones para este desafecto, que expone el estudio, es que la población considera que sus intereses se encuentran en el último lugar a la hora de la selección que los medios hacen de lo qué es noticia. Esto es realmente grave, pero podría inducir a creer que podría disminuir la influencia de los medios en la formación de la opinión pública. Sin embargo, no es así. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 4 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Como una suerte de “gota malaya”, la información mala supera la prevención reflexiva del receptor y penetra en la opinión del público generando, en muchos casos, graves traumas sociales. Traumas que, entre otros males, atentan contra la democracia, que promueven el odio entre los pueblos, que incitan a la discriminación religiosa, a la intolerancia social y que fomentan o disculpan actitudes xenófobas. Este no es un fenómenos español. Aportaré algunos ejemplos. - Durante la última invasión de Irak la cadena Fox TV, del conocido grupo Murdoch, se alineó a favor de esa acción de guerra, una decisión editorial tan opinable como otras; pero veamos cuales han sido los resultados en la opinión del público del tratamiento que se dio a esa información. Un estudio del Programa sobre Actitudes de Política Internacional (PIPA), denominado Knowledge Networks Poll demostró que una gran parte de los televidentes de la Fox tenían una versión de los hechos muy distinta de lo que esa guerra significó para el resto del mundo. La encuesta, de octubre de 2003, arrojó que el 33% de los televidentes de Fox TV creía que se habían hallado armas de destrucción masiva en Irak; el 35% opinaba que la opinión pública mundial había estado a favor de esa invasión y el 67% creía que se había demostrado la existencia de vínculos entre Irak y Al-Qaeda. La misma encuesta realizada entre espectadores de la cadena pública PBSNPR (Public Television Viewers - National Public Radio) demuestra que entre estos quienes opinaban de la misma manera no pasaban del 11; 5; y 16%, respectivamente. Está claro que los televidentes de la FOX habían recibido una interpretación distinta de los hechos. Y esto, cómo se hace - Durante y desde la invasión de Israel a Gaza, que duró desde diciembre de 2008 a enero de 2009, los medios de comunicación más importantes han informado con frecuencia de que el objetivo de esos ataque era el cese de los ataques de los cohetes de Hamas a territorio israelí. Sin embargo la investigación y el posterior informe de Richard Goldstone ha cuestionado esa causalidad y demostrado que esa invasión había estado diseñada con mucha anticipación a esos hechos. La referencia a este informe en los medios de comunicación convencionales ha sido escasa en España, y organizaciones como la Arab Media Watch en Gran ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 5 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Bretaña denuncian aún con mayor contundencia esta misma ausencia en la prensa británica. - En marzo de este año la fiscalía de la ciudad de La Plata calificaba la apropiación de la empresa Papel Prensa de la Argentina por los dueños de los diarios Nación y Clarín de ese país como un presunto “delito de lesa humanidad”. En ese mismo momento el presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Gonzalo Marroquín, se hallaba en ese país para denunciar el ataque que, según la SIP, estaban sufriendo esos medios, que habían recibido esa empresa papelera de manos de la dictadura militar. Parte importante de la prensa española y sobre todo el diario El País se hicieron eco de esa visita; sin embargo no mencionaron la salida precipitada de Buenos Aires del presidente de la patronal de prensa latinoamericana ante el mencionado informe de la fiscalía. De tal manera que lo que ha quedado en la memoria del lector es el supuesto ataque a la libertad de prensa y el hostigamiento medios por el gobierno argentino. - El pasado 11 marzo se constituyó la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) como una realidad jurídica internacional. Este tratado alberga a doce países entre los que se hallan potencias estratégicas como Argentina, Brasil, Chile y Venezuela, de fuerte penetración en la ciudadanía española. El acto constitutivo contó con unos 2.000 asistentes. Se hace difícil de creer que sea la casualidad la que haya determinado que esta noticia pasara de puntillas por los medios españoles y que algunos de los más importantes no lo incluyeran en absoluto en sus pautas. - El pasado mes el director de Survival International, Stephen Corry, denunciaba el tratamiento dado al asesinato de un turista alemán en Islas Marquesas, que los medios españoles difundieron que había sido “comido por caníbales”. Señala Corry, “Puede que venda periódicos, pero es una difamación irresponsable sobre las personas de las islas Marquesas. En el siglo XIX sirvió para justificar el robo de las tierras indígenas, pero no tiene cabida en el periodismo moderno.” Y condenaba la utilización de “estereotipos racistas sin considerar el daño que con ello hacen a la percepción que se tiene de los pueblos indígenas y el trato que reciben”. Muchas veces, la información no sólo es errónea en datos históricos o geográficos o en la interpretación de los hechos; también abunda el trato imprudente de etnias, hábitos o confesiones y, con frecuencia, se abunda en la ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 6 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 desinformación de la ciudadanía y se perjudican las relaciones sociales entre colectivos y pueblos. Estos tratamientos de la información asientan en muchos ciudadanos la imagen de que determinados gobiernos extranjeros son corruptos, dictatoriales o incapaces y sus gobernados sumisos e ignorantes. En muchos casos vemos como se estimula el rechazo hacia aquellos países donde los cambios políticos ya no permiten a las multinacionales españolas continuar haciendo negocios libérrimos sin cortapisas legales. Seguramente, el conocimiento público del entramado de las empresas accionistas de los grupos mediáticos serviría en mucho para entender las razones del sesgo de ciertas informaciones. Por otro lado establecer dentro de las redacciones claros protocolos del tratamiento de la información servirían para establecer estándares de calidad que evitarían casos como los mencionados. También los periodistas Todo la anterior responsabilidad, atribuible a los medios, no excluye la responsabilidad individual de los periodistas; más bien se suma o se combina en muchos casos para impedir contar con una información de calidad. En el caso de los periodistas esto puede obedecer a: - Falta de rigor o desidia. - Utilización de tópicos y prejuicios. - Compromisos propios con algún poder. - Falta de recursos y medios para su labor (precariedad). - Producción polivalente mal aplicada. - Presiones externas e internas. Sin embargo, llama la atención que en las encuestas y estudios realizados entre la profesión, por lo menos en España, aflora que los periodistas se sienten coartados en su tarea de informar y que gran parte de la presión que reciben sobre su independencia profesional proviene de sus propios editores. El informe Anual de la Profesión Periodística 2011, ya mencionado, señala que el 43% de los periodistas encuestados reconoce el aumento de las presiones que sufren en sus trabajo, sobre todo, provenientes de anunciantes y del entorno político. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 7 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Esto no es nuevo, en 2005 el estudio conocido como “Libro blanco de la profesión periodística en Catalunya”, elaborado por un equipo de la UAB por encargo del Col.legi de Periodistas recogía que los periodistas decían “percibir la empresa como una fuente más de las presiones que condicionan el trabajo periodístico. Concretamente, se ve en los procesos de concentración de medios una inercia que resta margen de maniobra para el ejercicio libre de la profesión.” (…)“una consecuencia directa de este hecho es la priorización de contenidos afines al grupo de comunicación, que se manifiestan en la aplicación de criterios y la selección de noticias por parte de los y de las periodistas. Asimismo, apuntaba que “El poder de las empresas de comunicación genera incomodidad entre los periodistas catalanes cuando se trata de hablar de las presiones que estas ejercen sobre su trabajo. (...) Los entrevistados y entrevistadas piden garantías de confidencialidad y el compromiso que no se revelará su identidad por miedo a represalias.” La posibilidad de estas presiones ya la preveía el Código Europeo al disponer que: “El tratamiento del periodismo debe efectuarse teniendo en cuenta que éste se ejerce desde los medios de comunicación, que están sustentados en un soporte empresarial y donde se deben distinguir editores, propietarios y periodistas, por lo que además de garantizar la libertad de los medios de comunicación, es necesario también salvaguardar la libertad en los medios de comunicación evitando presiones internas.” Multinacionales de la desinformación Otro aspecto a tener en cuenta en el estado del periodismo es la concentración de medios y las tramas de empresas nacionales y/o internacionales que se tejen entre ellos Pondré el ejemplo del grupo español Prisa y sus cruces con otros grupos; pero lo mismso o muy parecido puede encontrarse en otros holdings como Unidad Editorial, Planeta, G+J o Vocento. El grupo Prisa tiene la propiedad total o participada en medios de comunicación de casi todos los países de Sudamérica y es socio del primer grupo de comunicación de la Argentina que, a su vez, posee –aunque se halla en litigioel monopolio de la producción de papel prensa en el país rioplatense. Mientras tanto, Prisa ha vendido la casi totalidad de su accionariado a un grupo estadounidense de inversores que, como es lógico solo se preocupara de obtener beneficios económicos y, por otro lado, está facilitando el desembarco y ocupación del audiovisual español por los intereses del empresario italiano Silvio Berlusconi. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 8 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Hace un par de meses se ha constituido Mediaset España Comunicación que es la nueva marca de la compañía que aglutina los canales Telecinco, Cuatro, LaSiete, Factoría de Ficción, Boing y Divinity; y las empresas filiales Publiespaña, Publimedia Gestión, Atlas, Conecta 5 y Telecinco Cinema. Esta nueva empresa es la filial española del emporio italiano Mediaset propiedad de Silvio Berlusconi y por cuyas actuaciones este se enfrenta, por lo menos, a dos juicios. Este es el mayor grupo audiovisual español gracias a que las leyes españolas permiten tamaña concentración de medios y recursos de comunicación, que ponen en entredicho la pluralidad de la información. Asimismo, son muchos los medios que tienen su accionariado participado por bancos, tecnológicas de la comunicación o energéticas con inversiones importantes en distintos países o continentes. El cuarto poder “controlador” El caso es que esta cadena de vulneración y riesgos para un derecho fundamental de la ciudadanía parece haber sido asumida por la misma sociedad como una enfermedad endémica e incurable ante la cual solo cabría la resignación; detrás de ella está el desconocimiento del derecho a reclamar una información de calidad. Esta actitud viene siendo alimentada desde hace mucho tiempo tanto por los poderes de gobierno como por los propios medios; ambos ocultan a la ciudadanía que ella es la propietaria de la información. Los gobiernos lo hacen por desidia e ignorancia; los medios, porque creen o quieren que los ciudadanos crean que ellos son los propietarios de un derecho que nadie les ha otorgado. Esto se ha incubado a través de años mediante la supuesta existencia de un “cuarto poder” cuya misión sería controlar los poderes públicos; esto, además de no ser verdad, es de un gran peligro para la democracia. Ese denominado “cuarto poder” estaría por encima de la voluntad soberana del pueblo que elige a sus representantes en elecciones donde no se votan los accionariados de los grupos mediáticos ni lo directores de los medios. Esto ya lo expresa con meridiana claridad el Código Europeo de Deontología del Periodismo del Consejo de Europa al señalar que: “Sería erróneo (…) deducir que los medios de comunicación representan a la opinión pública o que deban sustituir las funciones propias de los poderes o entes públicos o de las instituciones de carácter educativo o cultural (...) ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 9 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Ello llevaría a convertir a los medios de comunicación y al periodismo en poderes o contrapoderes sin que al propio tiempo estén dotados de la representación de los ciudadanos o estén sujetos a los controles democráticos propios de los poderes públicos, o posean la especialización de las instituciones culturales o educativas correspondientes. Por tanto, el ejercicio del periodismo no debe condicionar ni mediatizar la información veraz o imparcial y las opiniones honestas con la pretensión de crear o formar la opinión pública, ya que su legitimidad radica en hacer efectivo el derecho fundamental a la información de los ciudadanos en el marco del respeto de los valores democráticos.” Evidentemente, esto no implica que los medios no puedan emitir opinión o mantener, incluso, campañas de divulgación de un ideario; pero estas difusiones no se deben realizar confundiendo opinión con información e induciendo así al engaño a sus lectores, escuchantes o televidentes. La ciudadanía debería tener conciencia de que los medios y los periodistas solo actúan como intermediarios de un derecho y que, por lo mismo, están obligados a ser rigurosos en el tratamiento de esa propiedad que no les pertenece. Un rigor que la ciudadanía tiene el derecho de reclamar y que los gobiernos tienen la obligación de garantizarle. Situación de algunos derechos Cuando se denuncian o se critican de manera publica las malas prácticas informativas, los directivos de los medios suelen apelar, para defenderse, a algunas libertades que afectan a la comunicación y de interpretación cada vez más confusas para el ciudadano e incluso para los periodistas. Seguramente, esta confusión se debe al mal uso y abuso que se hace de esos términos, haciéndolos servir para cualquier trámite; por lo mismo, creo que conviene repasar que representen y que amparan cada uno de ellos. *Libertad de prensa: derecho a informar sin censura previa del Estado mediante cualquier tipo de soporte y asegura la capacidad de cada medio para elegir su línea editorial. En la práctica, puede asimilarse a la libertad de empresa de las empresarios de medios, pero ya veremos como esto tampoco es verdad cuando se trata de empresas no comerciales. La libertad de empresa, por otro lado, no exime de la obligación de aportar información veraz y plural. *Libertad de expresión: es el derecho a expresar las ideas sin ser reprimido por ese motivo. Los periódicos disfrutan de ella; pero esta debe verse reflejada en las editoriales o las columnas firmadas, y nunca debe confundirse con la información. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 10 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Otra cosa es la libertad de expresión de la ciudadanía; que esta sí se halla limitada ya que no encuentra espacio en los medios para su difusión si esa expresión no es afín a sus intereses. Es emblemático el caso del premio Nobel Günther Grass que deambuló por los grandes medios alemanes sin que ninguno de ellos accediera a difundir su disidencia con la fórmula aplicada para la reunificación de su país. En este caso vemos como la libertad de prensa de esos medios se oponía a la libertad de expresión de un pensador notable. Esta libertad de información debería tener garantizado su ejercicio; el simple hecho de poder hacer copias reprográficas o de disponer de un megáfono en una esquina no significa en absoluto que la libertad de expresión esté garantizada. Esto ya no tiene relevancia en un sociedad moderna donde la difusión de las ideas está bajo mínimos si no se puede acceder a medios que permitan su difusión masiva. En España se cercena esta libertad, tanto como la de prensa; ya que los grupos sociales no solo no tienen acceso a los espacios de los medios públicos, sino que también se les restringen sus capacidades para desarrollar medios propios. Se limita esa capacidad a los servicios de comunicación audiovisual comunitarios sin ánimo de lucro; mientras se dan todas las facilidades a las empresas comerciales. *Libertad de información: Es el derecho que tenemos todos los ciudadanos para recibir y emitir datos; es equivalente al derecho humano a saber. En el caso de quienes ejercen esta práctica de manera profesional (medios y periodistas) nuestra jurisprudencia constitucional ha precisado que los periodistas no tienen privilegio alguno frente a los derechos del resto de los ciudadanos; pero que al ejercicio de ese derecho se le otorga cierta preferencia “en virtud de la función que cumple, en aras del deber de información constitucionalmente garantizado”. Es también jurisprudencia bien asentada interpretar el requisito de veracidad de las informaciones como un deber de diligencia profesional. Es decir nos enfrentamos a un derecho de doble vía que da una libertad mayor a los periodistas y los medios, pero les impone la obligación de determinada calidad. *Derecho a la comunicación: Capacidad de recibir y producir información y conocimiento al margen de los medios comerciales o gubernamentales. Hablamos de él como un derecho emergente, paralelo al derecho a la información. Este derecho emerge como resultado de la dinámica de la sociedad de la ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 11 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 información y de la aparición de las TIC, con el propósito de solventar las necesidades específicas derivadas de la crisis de legitimidad de los grandes medios y la ausencia de espacio en ellos para las inquietudes de la sociedad civil. Cuando definimos a estos medios como “alternativos”, lo que estamos diciendo es que son la alternativa para informarse de los temas que permanecen ajenos a las agendas de los medios comerciales de información. La ley del audiovisual español, que responde a los intereses de las patronales del sector ha puesto límites apretados a este derecho. Esta ley impone, en la práctica, que los medios comunitarios, alternativos o sin ánimo de lucro deben de ser marginales; ya que dispone que estas radios no pueden tener más de 50.000 euros de presupuesto anual y de 100.000 las televisiones. Es decir, las condenan a ser residuales. Para qué sirve la información Esta preocupación por la información no es un monotema propio de lunáticos ni está alimentado por alguna hipersensibilidad de los derechos de la ciudadanía. Pensemos por un instante en la relación entre la información y los pueblos y para qué nos sirve. En base a la información que recibe, la ciudadanía modela su opinión de las cosas y en base a ella toma decisiones de trascendencia social. Entre otras, quiénes deben gobernar la cosa pública, cómo se deben administrar las riquezas del país, cómo se deben atender las necesidades de sanidad, cómo se debe educar a nuestros hijos, qué debemos exigir de la justicia… En suma, decidimos sobre la organización de nuestras instituciones y sobre el perfil de la sociedad en que queremos vivir. De ahí la innegable función estratégica de la información para poder decidir de manera fundamentada y estar facultados para el ejercicio responsable de la democracia. Esto implica el innegable derecho de la ciudadanía al conocimiento pleno de los asuntos públicos y el acceso a todo lo que está relacionado con ellos, y reivindica su libertad para indagar en el conocimiento de las cosas, para elaborar el conocimiento adquirido y difundirlo al resto de los ciudadanos. Para que la ciudadanía reciba esa información relevante, veraz y completa es necesario que todo periodista, profesional o ciudadano, y toda empresa o colectivo que quiera ejercer su libertad de informar cuente con libertad plena y absoluta de búsqueda de la información y de acceso a las fuentes. Asimismo, no deben estar sometidos a ninguna censura previa, de la administración ni de ningún otro poder ni el de su propio medio y debe tener libre acceso a disponer de las herramientas y tecnologías de difusión. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 12 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Pero no es menos cierto que esos agentes que asumen la libertad y el deber de informar a la ciudadanía tienen que ser responsables de lo que difunden y que los informados deben contar con herramientas para hacer que esa responsabilidad sea exigible. Todo derecho fundamental requiere que el Estado legisle para hacerlo efectivo y que dentro de ese marco queden claramente expresados cuáles son las libertades y las obligaciones de quienes van a operar con las herramientas que pueden vulnerar ese derecho de la ciudadanía. Si esto no se realiza, el Estado está haciendo dejación de un deber; y este incumplimiento del Estado facilita el abuso de los poderosos y deja sin protección a los más débiles. Que, como en este caso, son los legítimos propietarios de ese derecho. Regulaciones fracasadas Nadie puede sostener ya que la mejor ley de prensa es la que no existe. Sin embargo, legislar en este aspecto es una tarea llena de riesgos. Es innegable que dejar en las manos exclusivas del Estado esa capacidad de regulación puede llevar a ofrecerles a los gobiernos una poderosa arma de represión, según como esta normativa se llegara a formular y según como se integrara el ente regulador. Aunque en todo estado democrático no se debería dudar de la buena fe de las legisladores, no es menos cierto que en España varios organismos formulados como independientes han traicionado la esencia de esa formulación y se han constituido en espejo de la representación parlamentaria y representado los intereses de los partidos en lugar de guiarse por la mirada independiente del experto. Estas malas experiencias nos hacen ser prevenidos y, por lo mismo, propuestas en este sentido han sido rechazadas por muchas organizaciones de periodistas. Es cierto que ejercer este deber obliga al legislador a un tratamiento exquisito de la materia para no vulnerar otros derechos también fundamentales. Sin embargo, ese necesario cuidado y sus dificultades no pueden ser pretexto para no cumplir con la obligación de dictar normas que sirvan de garantía de ese derecho. Asimismo, debemos recordar que el artículo 20 de nuestra Constitución es un mandato de desarrollo normativo y que, por lo tanto, esto obliga al Estado a arbitrar los medios legales que sirvan para garantizar a la ciudadanía el ejercicio de ese derecho. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 13 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 La autorregulación En el otro extremo, se hallan quienes confían en que sean las propias empresas las que ejerzan ese control de la calidad de la información y proponen sistemas de autorregulación de los medios. Si estamos de acuerdo en la descripción de la situación actual del periodismo señalada en párrafos anteriores, debemos coincidir en que sería de una gran ingenuidad confiar en la eficacia de esos controles. Las experiencias existentes han demostrado su fracaso ya que la adhesión a la autorregulación es voluntaria y, en algunos casos, las mismas empresas adheridas rechazan las resoluciones de los organismos de control. Asimismo, la eficacia de la autorregulación solo podría ser viable si se fijan pautas de conducta por todos conocidas y aceptadas y los actores estuvieran de acuerdo en que un actor ajeno observara si ellos siguen las pautas fijadas y tuviera capacidad para exigirle su cumplimiento. Cuando nada de todo esto se da, ni siquiera hay autorregulación; simplemente se les está otorgando la facultad de actuar según su propio criterio. Por otro lado el concepto de la autorregulación nos sitúa incluso fuera del Derecho. Como señalan los juristas Carmen y Alfonso Fernández- Miranda Campoamor en su obra “Sistema electoral, partidos políticos y parlamento”: “El derecho sólo puede concebirse como un ordenamiento heterónomo, que se impone al destinatario. Por ello no basta la mera limitación, sino la limitación asegurada y controlada”; “en el universo jurídico, las ideas de auto limitación y de autocontrol son absurdas. El derecho sólo puede concebirse a partir de la limitación y el control externos al destinatario de las normas”. Asimismo, es un exceso de corporativismo presumir que son los periodistas y/o sus empresas las que deben decidir si ellos mismos cumplen con idoneidad esa función, mientras que la ciudadanía -que es la propietaria de la información- queda al margen de su control. El caso Murdoch El reciente caso de los medios de Murdoch en Gran Bretaña y la actuación de la Comisión Británica de Quejas sobre la Prensa (PCC son sus siglas en inglés), han puesto en evidencia el corto recorrido de esos intentos. Hasta no hace mucho, se sostenía en España que el PCC era un ejemplo de buen hacer y eficacia y hace unos doce años el entonces presidente de la PCC, Lord Wakeham, afirmaba en Madrid que el autocontrol funcionaba: porque aplica un código escrito por directores para directores; porque es un cuerpo voluntario que puede resolver disputas y dedicarse a plantear normas extraoficialmente; porque aunque está financiado por los periódicos, en sí es independiente del sector de la prensa. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 14 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Y remarcaba “Todos los directores están comprometidos con él, y eso quiere decir que lo respetan. Como consecuencia, el Código tiene mucha más autoridad que una serie de normas escritas por decreto, que los directores ignorarían o atacarían.” Ahora, se ha hecho evidente, que el PCC no era independiente, que actuó acobardado por la fuerza del grupo Murdoch, aliado del premier británico. Y el sindicato de los periodistas británicos (NUJ) se refirma en su denuncia de años en que las faltas de ética y de vulneración de los derechos de intimidad son frecuentes en mucho de los medios británicos. Ahora, es el propio David Cameron quien ha afirmado que hacen falta mecanismos de regulación "completamente nuevos" que deben ser "realmente independientes de la industria de prensa" a fin de que "los ciudadanos sepan que los medios son independientes también de la política". Y con él coincide el líder de la oposición y los periodistas independientes. La corregulación, una garantía para la ciudadanía. Si el Estado, por la vía parlamentaria no resulta del todo fiable y la autorregulación de los medios resulta ineficaz, debemos estudiar otras alternativas para evitar que un derecho fundamental se convierta en un producto más del mercado. Son varias las sociedades que están trabajando en esa búsqueda desde hace algún tiempo y algunas ya están dando respuesta a esa necesidad y todas están apuntando hacia un nuevo concepto: la corregulación. Una fórmula que aspira a un acuerdo de todos los implicados en la elaboración y en el consumo de la información y que debe resultar, necesariamente, en un organismo de composición múltiple donde participen todos los actores del mundo de la comunicación. Un organismo de corregulación del derecho a la información debería: - Otorgar plena participación a la ciudadanía que es la propietaria última de la información y la consumidora de los contenidos periodísticos. - Contar con las organizaciones de periodistas y de empresas de medios, asumiendo estas que son mediadores de la información en cumplimiento de una función social. - Estar respaldado por una ley y contar con representantes técnicos de organismos del Estado de los ámbitos de la comunicación y la justicia, independientes de las contingencias de la política partidista. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 15 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 - Fijar las pautas con las cuales el organismo corregulador ha de ejercer su vigilancia, atendiendo la demanda de la ciudadanía. Solo un organismo de estas características puede generar en los ciudadanos el suficiente prestigio social, y asegurar la idoneidad de sus funciones. Tendría como máxima garantía de su independencia la pluralidad de su conformación y sus decisiones contarían con el respaldo de todas las partes que participan en la producción y consumo de la información. El Estado certificaría su carácter oficial, y una Ley le daría capacidades de control y sanción que de otra forma nunca tendría. El control democrático es posible Ejercer un control garantista del Derecho a la Información no es imposible; un ejemplo de referencia es la Iniciativa ciudadana que determinó la sanción de la Ley 26.522 de 2009 de Servicios de Comunicación Audiovisual de la Argentina conocida como “ley de medios” basada en los 21 puntos básicos formulados por esa plataforma y que atiende tanto las garantías del Derecho a la Información como del Derecho a la Comunicación de la ciudadanía de aquel país. Esta ley que hoy es tenida como un referente por los países sudamericanos que están desarrollando legislaciones garantistas de esos derechos, contempla, entre otras, normas que impiden concentraciones de medios que puedan generar monopolios, dispone que el espacio radioeléctrico respetará la pluralidad reconociendo tres tipos de licenciatarios: publico, privado comercial y privado sin fines de lucro reservando para cada uno de ellos el 33% del espectro tanto en televisión como en radio, y determina que determinados intereses económicos no pueden optar a la concesión de licencias . Y algo sumamente interesante, declara que los servicios de comunicación audiovisual son de interés público condición que contrapone a la conocida de servicio público. En virtud de ello el Estado no licita licencias entre las mejores ofertas comerciales; las pone a concurso y las otorga a los proyectos que mejor satisfacen ese interés público. Solo este concepto dista mucho del criterio de la ley española que nos hablaba desde el primer momento del “mercado del audiovisual”, cual si se tratara de una feria de medios. España necesita más En España es necesario mucho más que una ley de un sector de la comunicación; lo que necesitamos es una ley de regulación del Derecho a la Información y a la Comunicación que debe atender desde el acceso a la ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 16 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 propiedad de los medios y la responsabilidad social de las empresas periodísticas hasta las relaciones laborales de los periodistas y los canales de reclamación para la vulneración de los derechos ciudadanos y, por supuesto, la formación de los trabajadores de la información. No son objetivos fáciles de alcanzar, porque nada de todo ello está en la conciencia de las reivindicaciones ciudadanas y escasas formaciones políticas tienen en sus programas alguna mención a estos temas. Por lo mismo, estimo que lo realmente notable de ese ley argentina es que nació de una iniciativa inspirada por la denominada Coalición por una Radiodifusión Democrática integrada por más de 300 organizaciones. Entre ellas sindicatos de trabajadores de la comunicación, universidades, organizaciones sociales, radios comunitarias, pequeñas radios comerciales y organismos de derechos humanos, entre otros, que fueron convocadas por el Foro Argentino de Radios Comunitarias para elaborar una nueva ley de radiodifusión que remplazara a la instaurada en aquel país por la última dictadura militar. En este Foro que trabajo durante cuatro años hasta consensuar el texto final del proyecto, que llegó al Congreso de los Diputados de la Argentina, fue fundamental el aporte y presencia de las facultades de comunicación de las universidades argentinas. Las que se constituyeron en el núcleo fuerte de esa coalición de voluntades. Estimo que en el contexto español, ante la ausencia de voluntad política para corregir la actual degradación del Derecho a la Información y a la Comunicación se hace imprescindible una iniciativa similar que haga que la ciudadanía tome conciencia de esos derechos y, a través de sus organizaciones sociales, promueva su reivindicación. Una iniciativa que aquí también debería ser liderada desde la Universidad. Estimo que solo una acción de este calibre puede sacar a la mayoría de los partidos políticos españoles de su miopía institucional y de la dependencia de esta mediocracia que les impide asumir la obligación trascendental de preservar un derecho fundamental y garantizar su ejercicio a la ciudadanía. Como señalara Albert Einstein de manera visionaria en 1949: “Una oligarquía del capital privado cuyo inmenso poder controla, de forma directa o indirecta, las principales fuentes de información, hace tremendamente difícil para el ciudadano particular, y en muchos casos realmente imposible, llegar a conclusiones objetivas y usar inteligentemente sus derechos políticos.” ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 17 Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011 Referencias - Código Europeo de Deontología del Periodismo del Consejo de Europa. 1 de julio de 1993. - “Llibre blanc de la professió periodística a Catalunya”. Col.legi de Periodistes de Catalunya – Universitat Autònoma de Barcelona. 2005 - Declaración Universal de Derechos Humanos emergentes. Derecho a la democracia participativa - Foro Universal de las Culturas Monterrey 2007. - Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual de la Argentina. 2009 - Proyecto de Ley Orgánica de Garantías del Derecho a la Información de la Ciudadanía del Foro de Organizaciones de Periodistas. 2010. (http://www.fesp.org/documentos2.php?id=9) - Informe Anual de la Profesión Periodística, Asociación de la Prensa de Madrid. 2011. ISBN: 978-84-939337-6-0 / D.L.: TF: 1.111-2011 Página 18