Por vosotros (Difuntos)

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ORACION EN EL CEMENTERIO
Día de Todos los Difuntos
Javier Leoz
Párroco de San Juan Evangelista
Peralta (Navarra)
1. INTRODUCCION
Bienvenidos, hermanos y amigos todos, a este lugar en el que –el camposanto- nos recuerda la fugacidad de
tantas cosas y de la misma vida.
Bienvenidos, hermanos y amigos todos, a esta tierra que acoge y guarda, a la espera de la resurrección final,
tantos abuelos, padres, hijos o hermanos que marcharon al encuentro del Padre antes que nosotros.
Bienvenidos, hermanos y amigos todos, a esta celebración en la que, la esperanza en Dios, llena todos los
rincones de nuestras almas y, ¡cómo no! en la que, Jesús, una vez más nos repite: “YO SOY LA
RESURRECCION Y LA VIDA QUIEN CREE EN MI AUNQUE HAYA MUERTO NO MORIRA”
Ayer festejábamos a Todos los Santos, hoy al calor de los nuestros, recordamos también a todos los que
marcharon de este mundo con la firme convicción de volvernos a ver.
Iniciamos esta celebración con el canto: (Resucitó/A Ti levanto mis ojos/Yo le resucitaré/Acuérdate de
Jesucristo/ Tú nos dijiste que la muerte)
2. ORACION DEL SACERDOTE
Dios Padre;
Nuestra fe confiesa, bien Tú lo sabes,
que tu Hijo, Jesucristo, murió y resucitó por y para nuestra Salvación..
Te pedimos que, acojas la humilde oración de todos los presentes,
para que pongas delante de nosotros,
en el camino de nuestra existencia,
el soplo de la esperanza y el auxilio de tu mano.
Concede, Señor, el descanso eterno a nuestros difuntos;
perdona las faltas que en vida pudieron cometer
considera la fe que, mientras vivieron, te tributaron,
no olvides las buenas obras que, de palabra y con su testimonio,
realizaron por aquellos que más lo necesitaban.
Y, cuando llegue también el momento de nuestra partida,
acógenos junto con ellos para prepararnos con gozo santo
a la Resurrección que Cristo nos prometió.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
3.+ Lectura del santo evangelio según san Marcos
Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó
con voz potente: “Eloí, Eloí, lamá sabaktaní”
(Que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Algunos de los presentes, al oírlo decían:
“Mira, está llamado a Elías”. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y
le daba de beber, diciendo:“Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo”.
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
“Realmente este hombre era Hijo de Dios”.
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a
Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras:
“¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?”.
Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un
joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: “No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el
Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron”.
Breve reflexión
- También en nuestra vida hay un momento de tinieblas. ¿Quién de los que estamos aquí no hemos
exclamado en algún instante “Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado”?
- Qué importante es, en este día, escuchar el silencio del camposanto; contemplar la tierra o el mármol
que guardan a los nuestros y decir: “Estos también eran hijos de Dios”. Y, por lo tanto, no se perderán:
resucitarán¡
- Venimos, en medio de un mundo que esconde y huye de la muerte, para recordar a nuestros difuntos.
Como aquellas mujeres, temprano por la tarde, venimos con el aroma de las flores, con las lágrimas en
nuestros ojos para aromatizar y embalsamar el recuerdo vivo de los que se marcharon.
- Como creyentes no nos podemos quedar en el dintel de la muerte. Hoy, un ángel, de nuevo nos dice: los
que pusisteis aquí, no están aquí, esperan la resurrección del último día.
- Demos gracias a Dios porque, frente a una sociedad que exalta y levanta monumentos a las mascotas e
incinera a los difuntos, nosotros seguimos con esta práctica cristiana: enterrar dignamente y guardar
apasionadamente y con devoción la memoria de nuestros difuntos.
- Oremos unos instantes….
4. ORACION DE LOS FIELES
4.1. Para que Dios conceda el descanso eterno a los que creyeron en El y esperaron en sus promesas. Roguemos
al Señor
Respuesta: Dales, Señor, el descanso eterno
4.2. Por los cristianos. Para que sepamos descubrir que, detrás de la muerte, se esconde la firme esperanza que
Cristo nos dejó: ¡resucitaremos! Roguemos al Señor.
Dales, Señor, el descanso eterno
4.3. Por los que fueron padres y educaron en cristiano; por los que siendo jóvenes no alcanzaron la madurez;
por los que, como ángeles, cerraron los ojos siendo niños; por los que, con arrugas en su rostro, marcharon de
este mundo decepcionados o abandonados por sus seres queridos. Para que Dios les dé el premio merecido.
Roguemos al Señor.
Dales, Señor, el descanso eterno
4.4. Por los que viven sin fe. Por los que ante la dura realidad de la muerte no encuentran respuestas. Para que
Dios mueva sus corazones y les llene de su Gracia. Roguemos al Señor.
Dales, Señor, el descanso eterno
4.5. Por todos los que en la larga historia del cristianismo han muerto con la firme esperanza de la
Resurrección. Para que un día Dios les haga contemplar, junto a nosotros, la claridad y la hermosura de su
rostro. Roguemos al Señor.
Dales, Señor, el descanso eterno
4.6. Por todos los que están enterrados en este cementerio (silencio). Para que Dios, por nuestro recuerdo,
oración y su gran misericordia les levante un día de aquella muerte que ahora les humilla. Roguemos al Señor.
Dales, Señor, el descanso eterno
5. NO, NO OS HEMOS OLVIDADO
Pasarán los días,
pero vuestro amor y vuestros gestos
hacen que se mantengan vivos nuestros recuerdos
Se sucederán los años,
más delante de nuestros ojos
siempre arderá la luz de vuestros sabios consejos
el silencio prudente en vuestras respuestas
las huellas que, en paso firme y sereno,
dejasteis en nuestros caminos.
NO, NO OS HEMOS OLVIDADO
Abandonaremos también nosotros este mundo
y, aunque parezca mentira, tampoco os olvidaremos
Un Padre, con casa eterna y cimientos celestiales,
nos hará de nuevo juntarnos en una misma familia
en torno a una gran mesa.
Un Padre que, lejos de pensar como el mundo piensa,
de olvidar, como el mundo olvida,
no olvidará ni vuestros nombres ni los nuestros
vuestra historia de amor ni la nuestra.
Un Padre que, con brazos de misericordia,
va acogiendo y recogiendo uno por uno
a tantos hijos cansados de la vida
pero esperando en la salud que existe en el cielo.
NO, NO OS HEMOS OLVIDADO
Descansad de vuestras tribulaciones y pleitos
Aligerad las cargas que soportasteis en vuestros hombros
Dejad, en este duro suelo,
aquello que os separaba de la felicidad de los justos
NO, NO OS HEMOS OLVIDADO
Como José de Arimatea, lo hizo con Cristo,
os cogemos, una y otra vez, del madero de la cruz
para dejaros con fe, devoción y agradecimiento
en este lugar que espera, y así nosotros lo creemos,
el tercer día de la Pascua definitiva.
NO, NO OS HEMOS OLVIDADO
Amén.
6. Padrenuestro
(Convendría en este momento aspergear con el agua bendita. Y, si se cree oportuno, invitar a los fieles
acercarse hasta el hisopo para que, con las manos abiertas, recibir agua bendita con la que, luego, rociar
la sepultura de sus seres queridos. Un gesto que invita a recordar que, por el Bautismo, fuimos hechos
hijos de Dios y, Dios, nos resucitará)
7. ORACION FINAL
Tú, Señor, te hiciste carne de nuestra carne
en el seno virginal de María.
Tú, Señor, compartiste los gozos y las alegrías
los éxitos y los fracasos de todos los hombres.
Tú, Señor, subiste a la cruz
para que comprendiésemos el valor supremo de tu amor.
Tú, Señor, cerraste los ojos en la cruz
para que, el hombre, no los cerrase definitivamente
después de su muerte.
Tú, Señor, al tercer día, resucitaste
y, desde entonces, el hombre está llamado
a la felicidad y no a la muerte.
Acoge la oración que te presentamos
por todos nuestros difuntos.
Como al buen ladrón, dales un lugar en tu paraíso
Como a Lázaro, devuélveles un día la vida
Como a los que esperaban en Ti,
no les dejes de lado en el último día.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
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