SOCIEDAD DELITO PERVERSO Por temor “al qué dirán” el abuso sexual infantil se silencia en las clases más altas Lejos de la creencia de que el abuso sexual infantil sólo existe en los sectores marginales, los especialistas coinciden en que esta perversión está presente en todas las clases sociales, aunque en los sectores medios y altos se produce un mayor ocultamiento. En los consultorios terapéuticos son muchos los adultos que cuentan por primera vez que en su infancia fueron abusados por un pariente cercano. Aconsejan estar atentos a los niños. Por Maria Helena Ripetta Nadie de su entorno se lo hubiese imaginado. Era un hombre mayor, con un buen pasar económico, que había trabajado en una importante editorial e integrado la comisión de ética de una entidad de prestigio. Adoraba a la nieta de su esposa desde que había nacido. Como cualquier abuelo, cuidaba a la pequeña y la llevaba al pelotero. Pero a los 8 años la nena pudo dejar caer el velo de la hipocresía y con sus palabras pudo contar que el hombre la tocaba “ahí abajo”. El abuso sexual infantil en clases medias y altas existe, aunque es silenciado y pocas veces se denuncia. “Las clases altas tienen más recursos para mantener el ocultamiento, es un mito que el abuso sexual sólo exista en las clases bajas”, sostiene el jefe del Servicio de Violencia Familiar del Hospital Pedro de Elizalde, Norberto Garrote. Explica que el abuso no es a través de la fuerza, que siempre hay un adulto cercano que aprovecha la relación de afecto con el niño y que comienza a los 3 o 4 años. “Nunca se me pasó por la cabeza que con mi nena podía hacer algo así. El tenía adoración por la nena, era la única nieta”, relata Mónica, quien a los 13 años había sido abusada por ese mismo hombre. “El tenía un muy buen trabajo, había sido muy solidario con mi familia, su imagen era muy fuerte y a mí nadie me creyó, ni mi mamá”, recuerda Mónica, quien llevó el caso de su hija a la Justicia. “El abuso produce un sentimiento de ambigüedad en el que la víctima se siente culpable. Lo que nunca me imaginé es que podía pasar con mi hija. Creí que él había tenido el síndrome de Lolita, yo a las 12 ya estaba muy desarrollada. De mi hija abusó de los 4 a los 8 años”, explica Mónica. Ese hombre fue condenado a 10 años de prisión por abuso sexual agravado por el vínculo, pero por su edad cumple arresto domiciliario. “El juicio lo hice por mi hija, para que no le hagan creer que ella fabuló, para que le quede en claro que ella no lo provocó y que por hacer eso a él le corresponde la cárcel. Hubo mucha gente de mi familia que no quiso que yo hiciera la denuncia, no querían que se supiera”, dice Mónica. “La vivencia de abuso sexual se silencia con mucho más frecuencia en las clases elevadas, se tapa por dinero, por el qué dirán”, considera la psicóloga Stella Maris Gulián, del Centro Dos. “En muchos casos se produce un doble abuso: la caída de la inocencia y el no tener un adulto en quien confiar. La víctima termina pensando que algo hizo para seducirlo. Es mucho más frecuente de lo que se sabe, pero es díficil que se llegue a la consulta y más a la denuncia”, considera. “El abuso sexual infantil produce en la psiquis del niño efectos devastadores. El chico necesita sentir que es creíble cuando puede contar lo que le pasa. El adulto debe dar señales claras de protección y desculpabilización, en el sentido de mostrar que, cualquiera sea la responsabilidad que el niño crea haber tenido, lo único firme es que él, siendo un niño, ha sido abusado por el adulto”, dice Jorge Garaventa, especialista en abuso sexual infantil. “Los procesos psicológicos derivados del abuso que no hayan sido adecuadamente resueltos en la infancia reaparecen constantemente en la adultez, produciendo distintos tipos de trastornos de gravedad, sobre todo porque difícilmente el paciente adulto plantee su experiencia como supuesto motivo de sus malestares actuales, a veces porque los desconoce y la mayoría de las oportunidades porque le produce pudor”, explica Garaventa. Diario Perfil.